Deseo Prohibido- Capítulo 13

                                                                                Wook se desabrochó el cinturón de seguridad y le gateó sobre el regazo para colocarse a horcajadas sobre él. El calor entre sus muslos le quemó a través de los vaqueros, y él estableció el récord Guinness de velocidad para la erección más rápida en todo el mundo.

Yesung cambió de posición, tratando de comprimir la virilidad. El movimiento hizo rebotar a Wook encima de él, lo que por supuesto hizo que sus senos se agitaran debajo de su camisa de algodón.

Sabía que estaba mirando fijamente, pero no podía parar. Todo en lo que podía pensar era en lo bueno que sus duros pequeños pezones le habían sabido contra la lengua, cómo se habían tensado aún más cuando los había succionado.

Como si leyera sus pensamientos, los pezones se fruncieron, presionando contra la camisa. Lo que le hacer era levantarle la camisa y besar, lamer y chupar sus pezones hasta que implorara por más.

Ese pensamiento le detuvo en seco. No era probable que Wook rogara más de lo que le había dado la noche anterior. Lo había lastimado. Lo hizo sangrar.

—Nada de eso —le reprendió Wook—. Fue perfectamente normal y no voy a dejar que me hagas sentir mal por ello.


—¿Estás leyendo mis pensamientos? —preguntó, arrancando los ojos de su pecho, por si acaso.

—Me pediste ayuda. Además, creo que me gustan algunos de esos pensamientos que estás teniendo. Trataremos con todo lo del sexo de nuevo más tarde.

Cuando no estuvieran en un vehículo en movimiento. Con una audiencia.

Leeteuk conducía. Miró por el espejo retrovisor y se encontró con la mirada de Yesung.

—Creo que un poco de intimidad puede estar bien por aquí —dijo, y después los oídos le estallaron cuando Leeteuk levantó una barrera insonorizada de aire alrededor de él y Wook.

—No nos pueden oír ahora, ¿verdad?

—No.

Una sonrisa lenta, lánguida levantó la boca de Wook y Yesung no pudo hacer nada más que mirarlo. Todavía no había olvidado ni una sola de las fantasías que involucraban a su boca. Sólo que ahora, que era el peor momento posible para pensar en ellas, regresaban de una en una en rápida sucesión.

—Las probaremos, también. Pronto —prometió—. Pero tienes que dejar de pensar en cosas sexys y centrarte en lo que Henry te dio.

Cierto. Henry. Tenían a un chico muy joven, asustadísimo y muy embarazado que salvar. El hecho de que también fuera el hermano de Wook le agregaba motivación.

Yesung valientemente hizo caso omiso de la erección y cerró los ojos para no ser distraído por la boca de Wook de nuevo. Se centró en la enredada maraña de imágenes que Henry había forzado dentro de él y dejó que le parpadearan en la mente. Iban tan rápido que no podía darles sentido. No eran más que un borrón de luz y color, demasiado insustancial para comprenderlas realmente.

—Tenemos que reducir la velocidad —susurró Wook.

Yesung lo oyó con los oídos, pero también sintió su voz dentro de la cabeza. Era extraño que estuviera tan cerca, pero no incómodo. Parecía ser capaz de invadirle la mente sin ocupar ningún espacio, sin que hubiera aglomeración en él.

Sintió una corriente de energía que fluía del cuerpo, calentando la Luceria alrededor del dedo, cuando pasaba a Wook. No tenía ni idea de lo que estaba haciendo con la energía, pero lo que fuera, se sentía bien. La presión en el interior se alivió.

Sería tan agradable desnudarlo otra vez, sólo una vez más. Esta vez, sería suave. Cuidadoso. Lo tomaría despacio y fácil. No habría más sangre. Ni dolor. Sólo placer, tanto que podría borrar todos los recuerdos de cómo le dejó sangrando.

—Basta. Estoy cansado que te machaques sobre eso. Disfruté bastante.

—Ni de cerca tanto como debiste.

—¿Cómo lo sabes?

—Lo sé. La próxima vez, así será.

—Lo veremos.

Tuvo una sensación de zumbido en el cráneo; entonces de repente, algo sobre el paso de las imágenes a través de la cabeza cambió. Se desaceleraron hasta que se movieron en la mente a una velocidad que podía ver.

—El orden es confuso —dijo Wook—. Tenemos que solucionarlo y volver a la noche en que fue secuestrado.

—¿Sabes cómo hacerlo?

—Creo que sí. Espera.

Una vez más, Yesung sintió un flujo de energía salir de él. La pequeña conexión entre ellos dio una llamarada, permitiéndole a Wook tomar más de la energía que le estiraba las entrañas.

Mientras hacía lo que fuera que estuviera haciendo, la tensión que había estado cargando durante años comenzó a ceder.

Estaba tan emocionado por esta victoria que no había prestado atención a las imágenes.
Se detuvieron, y sintió el cuerpo de Wook tensarse del mismo modo que sintió el miedo invadiendo sus pensamientos, como un pequeño zarcillo de humo.

Yesung prestó atención y vio lo que había asustado tanto a Wook.

Era el rostro de un hombre que no era un hombre en absoluto. La parte superior de su cráneo era demasiado ancha, sus ojos negros demasiado hundidos. Sus labios rojo sangre estaban despegados en una sonrisa horrible, mostrando dos hileras de dientes puntiagudos.
Sooman.

El nombre le hizo eco en la mente como un disparo de escopeta. Esta era la cosa que había secuestrado a Henry. La criatura que lo había herido. Violado.

—No le mires —le dijo a Wook—. Cambia la imagen a otra cosa.

Su voz tembló de furia.

—Quiero verlo morir.

—Yo también, pero eso tendrá que esperar hasta que podamos encontrarlo. Muéstrame algo que pueda usar.

Wook estaba temblando, aunque si era de miedo o rabia, no podía decirlo. Le recorrió con las manos arriba y abajo, con la esperanza de calmarlo. La sensación de su esbelta espalda bajo las palmas logró calmar algo dentro de él, también. Lo tenía aquí, entre los brazos, sano y salvo, y nada ni nadie iba a cambiar eso.

Wook pasó rápidamente a través de varias imágenes borrosas como si quisiera escapar de eso. La siguiente se detuvo en lo que era su dormitorio infantil.

—Eso fue antes del ataque —dijo—. La ventana no estaba rota todavía. Voy a avanzar un poco.

La siguiente vez que se detuvo, vio lo que le había parecido a Henry la noche que había sido apresada. Cuando el Sgath lo sacó por la ventana.

Wook era sólo un niño. Su pelo había sido oscuro entonces, no el encanecido –por el miedo‑ que era ahora. La sangre se filtraba por una herida en la pierna, pero la ignoró. Se extendió hacia Henry, con los labios entreabiertos, como si hablara.

—Bien. Es esto —susurró Wook—. Tienes que encontrar dónde fue. Recorreré los pensamientos uno a uno.

Lo que Henry había visto esa noche pasó corriendo en Yesung como una película. Recorrió cada imagen, en busca de señales, marcas de límites, o cualquier otra cosa que pudiera llevarle a él.

No vio nada familiar. Se estaba produciendo todavía algún tipo de distorsión. Gran parte de lo que vio estaba simplemente… equivocado.

El fracaso le oprimió, aplastando el aliento de los pulmones. ¿Cómo iba a admitir su incompetencia ante Wook? No quería que viera sus fracasos. Quería ser su héroe.

—No eres un fracasado —le dijo—. Lo volveremos a intentar.

Ya podía sentir su temblor de fatiga. Era nuevo en su poder, y no importa cuánto quisiera encontrar a Henry, Wook tenía que ser su máxima prioridad.

—Tenemos que dejarlo.

—No podemos —dijo Wook—. Estamos muy cerca.

—Tenemos tiempo para resolverlo. Nos llevará al menos un día llegar a casa y que estemos preparados para movernos.

—Quiero ir esta noche.

—Lo entiendo, pero si nos movemos demasiado pronto, no tendremos suficientes efectivos para salvarlo. Sé que no quieres eso.

Su mirada se endureció y su boca se apretó.

—Es sólo un hombre-criatura. Podría matarlo yo mismo si me acerco lo suficiente. Todo lo que necesito es un arma.

—No voy a dejar que te arriesgues de esa manera. Vamos a hacerlo bien. Nadie va a ir solo. Y punto.

—No vas a retenerme lejos de Henry. Nadie lo hará.

—Ni lo intento. Trato de ayudarte a entrar en razón. No puedo controlar las imágenes sin ti, y estás demasiado cansado ahora para ser de mucha ayuda. Lo mejor que puedes hacer por Henry es echarte una siesta de camino a casa; después lo intentaremos de nuevo.

—No voy a poder dormir. No ahora que sé lo que han hecho con él. Debería haberlo sabido antes.

—¿Por qué? Dijiste que había estado apartándose durante un tiempo.

Wook asintió con la cabeza.

—Ese es el porqué. No me quería con él cuando lo violó. Debí haber estado allí.

—No —dijo Yesung, con voz muy fuerte y fiera. Se recordó ser amable—. Te protegió por amor. No desprecies su regalo lamentándolo. Además, ¿cómo sabes que no habría sido peor para él que hubieras estado allí para presenciarlo, sufriendo con él?

—Es sólo un niño.

Yesung tomó aliento para calmarse y le alisó el pelo con la mano.

—Lo traeremos pronto a casa.

—Henry no tiene mucho tiempo.

—Lo sé.

—Si ese bebé, o lo que sea, llega antes de que lo encontremos, no podrá hacerlo.

Yesung no podía dejar que la imaginación de Wook fuera por ese camino, no cuando todavía había una oportunidad.

—Lo logrará. Pondremos a los Zea a trabajar en una manera de conseguir que pase por el parto y que sea seguro para él.

—¿Y el bebé? —preguntó Wook, estremeciéndose.

Yesung no tenía respuestas.

—Nos encargaremos de eso cuando llegue el momento.

—Ni siquiera puedo imaginar por lo que habrá pasado, cómo fue lo suficientemente fuerte para resistir y aún tratar de protegerme. ¿Quién estaba protegiéndolo?

—A partir de ahora, lo haremos nosotros. Todos nosotros. Es uno de los nuestros y encontraremos la manera de llevarlo a casa.

—Tal vez no debería haberle dicho a Heechul que está vivo. Tal vez sería más agradable para él que nunca sepa lo que le sucedió realmente a Henry.

—Heechul es fuerte. Y Henry no ha muerto todavía. Aún hay una oportunidad.

—¿Eso crees?

—Encontraste una manera de salvarme cuando estaba seguro de que era un caso perdido. Estoy seguro de que haremos lo mismo por él.

Wook se le acurrucó contra el pecho, metiéndole la cabeza bajo la barbilla.

—Continúa diciéndomelo, ¿de acuerdo? Tengo la sensación de que necesitaré oírlo más de una vez.

Yesung apretó los brazos alrededor del hombre más precioso que jamás había existido. No había renunciado a él cuando no había ninguna razón para esperar. Lo menos que podía hacer era mantener su esperanza viva el tiempo suficiente para ayudarlo a salir de esto.

Pasara lo que pasara, no iba a estar solo. Él estaría aquí con él, dándole esperanza, abrazándolo cerca, y, en caso necesario, enjugándole las lágrimas.

Wook era suyo ahora, y durante el tiempo que lo fuera, no le fallaría.

Había permanecido levantado la pasada noche, velando por él mientras estaba herido. Necesitaba descansar. Todavía no estaba convencido de que estuviera completamente sano.

—Duerme un rato —susurró. Recogió diminutas chispas de energía que flotaban en el aire y las utilizó para poner un indicio mínimo de compulsión en las palabras—. Estaremos pronto en casa.

El cuerpo de Wook se relajó contra el de él y su respiración se igualó mientras se quedaba dormido.

Yesung se recostó en el asiento, cerró los ojos, y se obligó a pasar por esas imágenes horribles de nuevo, una por una. Tenía que aprender a controlarlas, eliminar todo lo que las distorsionaba, y darles sentido para que Wook nunca tuviera que volver a verlas. Sabía que si algo le sucedía a Henry, estas imágenes serían lo que más obsesionarían a Wook.



La SM estaba zumbando de actividad cuando llegaron. El aparcamiento subterráneo estaba casi lleno de adolescentes curiosos tratando de parecer indiferentes mientras espiaban buscando una idea de lo que estaba pasando.

Yesung hizo caso omiso de todo aquello y llevó al todavía durmiente Wook directamente a su habitación. No estaba seguro de si lo hacía porque le preocupaba que se quedara en la sala de nuevo, o si era porque le gustaba la idea de tenerlo en su cama. Tal vez un poco de ambas.

Lo arropó, sano y salvo, y simplemente lo miró fijamente.

Tan bonito. Tan perfecto. El pecho le dolía de sólo mirarlo.

Deseó que hubiera más tiempo para detenerse, pero había mucho trabajo por hacer.
Era hora de hacerle frente a Shindong.

Yesung se ajustó su vieja y conocida espada alrededor de las caderas. Acababa de salir de su habitación cuando casi se topó con Zhoumi.

El rostro del hombre era difícil de leer, pero sus ojos decían mucho. Se quedó mirando el espacio en el que el collar de Yesung había estado una vez y su mano se deslizó sobre su propia Luceria.

—Tenía que verlo por mí mismo —susurró—. Es cierto.

Yesung asintió con la cabeza, peleando contra una extraña mezcla de orgullo, alegría y pesar que le hinchaba por dentro.

—Sí, es verdad.

Zhoumi le dio una palmada en el hombro.

—Eres un maldito bastardo con suerte. Y espero que me compres una cerveza por hacer de casamentero.

—¿Casamentero?

—Claro. Fui yo quien mantuvo las puertas abiertas para que los dos pudieran estar juntos. Y no creas que me he olvidado de lo que le hiciste a mi cámara el año pasado. Me lo debes.

Algo cálido se abrió camino dentro de Yesung, pero no era del todo cómodo. Tragó un par de veces para liberar las cuerdas vocales de lo que las había bloqueado.

—Gracias —logró soltar finalmente—. Eres un verdadero amigo.

—Ya era hora de que finalmente te dieras cuenta de eso, idiota —la cara de Zhoumi se agrietó en torno a una sonrisa—. Vamos. Shindong acaba de regresar. Va a necesitar una sesión de información. Mejor que proceda de primera mano.

Para cuando llegaron a la oficina de Shindong, estaba llena ya de gente. Kangin y Leeteuk estaban sentados en silencio a un lado. Changmin estaba acurrucado en un rincón, llorando. Yunho estaba cerca de él, pero no le ofrecía ningún tipo de consuelo, lo que era extraño. Conocía a los dos desde hacía siglos y apenas podían mantener sus manos lejos el uno del otro.

La mandíbula de Yunho se apretaba tan fuerte, que Yesung se preguntó si los músculos del hombre no le harían saltar la quijada.

Shindong se sentó en su escritorio, frotándose las sienes. Sus ojos estaban hundidos y los hombros caídos.

Miró a Yesung.

—¿Cuál es la emergencia?

Yesung miró a Kangin.

—¿No se lo has contado?

—Acaba de regresar de entregar a Chris a los Tvxq. Pensamos que sería mejor darle un minuto —dijo Kangin.

—Sólo dímelo y acabemos de una vez —dijo Shindong—. Ya he tenido que conducir a un amigo hasta su muerte. Este día no puede ser peor.

Shindong se veía tan cansado que Yesung decidió tener piedad con el hombre y ser breve y suave. Enderezó los hombros.

—Lo siento, pero también vas a tener que matarme. Maté a Kevin. Comprendo que esto significa que mi vida está perdida, pero te pido que me dejes ayudar a Wook a encontrar a otro Suju para ocupar mi lugar antes de llevar a cabo mi sentencia.

—Kevin no está muerto —dijo Zhoumi, con el ceño fruncido—. Lo acabo de ver hace un rato.

—Yo también —dijo Yunho.

Confundido, Yesung, dijo:

—Pero le rompí el cuello. Lo sentí.

La cara de Shindong se había oscurecido.

—Voy a hacer frente a esto en privado —dijo a Yesung—. El resto de ustedes, fuera.

—Espera —dijo Kangin a Shindong—. Yesung no te ha dicho el resto. Es sobre Henry.

Yesung realmente quería que su sentencia terminara, pero lo que él quería no era el problema.

—El hermano menor de Wook, Henry, está vivo. Y embarazado.

La sala quedó conmocionada, silenciosa.

—¿Cómo sabes eso? —preguntó Shindong—. Heechul cree que encontró sus restos en la cueva el año pasado.

—Heechul está equivocado —dijo Yesung.

—¿Cómo puedes estar seguro?

Yesung miró directamente a los ojos de Shindong y le dijo:

—Yo lo vi.

—¿Dónde? ¿Cuándo?

A Yesung no le gustaba esta parte. Wook tenía reputación de estar loco. Él creía que Henry estaba vivo, lo que hacía perder validez al argumento.

—Wook me llevó a verlo. Nosotros, ah, visitamos su mente.

Todos en la sala le miraron como si estuvieran esperando que añadiera algo más. Cuando no lo hizo, todos empezaron a hablar a la vez.

Loco. Yesung escuchó la palabra varias veces, aunque no sabía quién lo había dicho.

—¡Basta! —gritó.

Desde la dirección de su habitación, sintió despertar a Wook. La agitación lo había causado y quería arremeter contra todos en la sala por atreverse a perturbar su descanso.

La presencia calmante de Wook le enfrió la cólera, lo que le permitió hacer una pausa antes de que hiciera algo de lo que se arrepentiría. Wook estaba más cerca, y para el momento en que llegara aquí, quería estar controlado totalmente.

—Tienes que admitir —dijo Shindong—, que suena un poco inverosímil.

—¿Y matar las cosas con magia no lo es? —exigió—. ¿Qué pasa con Kevin que está vivo después de que casi le arranqué la cabeza del cuello?

Shindong sacudió la cabeza.

—Henry fue raptado hace más de una década por demonios que son conocidos por matar y comerse a los niños. Las posibilidades de que aún esté con vida son prácticamente nulas. Une eso con el hecho de que Heechul y Siwon encontraron un cadáver con la misma ropa que llevaba Henry cuando fue secuestrado, y se pone aún más difícil de creer, incluso sin la cosa de la visita-mental.

—Wook lo hace todo el tiempo. Demonios, estaba en la mente de Leeteuk anoche, aprendiendo a canalizar la magia.

Leeteuk frunció el ceño.

—No lo creo.

—Bueno, lo estaba.

—¿Tienes algún tipo de prueba? —preguntó Shindong—. Si vamos a prepararnos para un asalto, tenemos que contar con buena información, no los sueños de un hombre con problemas mentales.

Yesung sintió un destello de ira explotar debajo de la superficie de la piel. Se obligó a mantener la mano alejada de la espada, aunque no tenía ni idea de dónde había encontrado ese tipo de control. La necesidad de hacer pagar a Shindong por el insulto en sangre, latía con fuerza a través de él. Sólo la relajante presencia de Wook en la mente le detenía la mano.

—Tienes que detenerte antes de decir algo que no podré ignorar.

Desde la puerta, Yesung oyó un débil suspiro. Se vio obligado a volverse hacia el sonido y vio a Wook allí.

—No, Yesung. Déjale continuar. Sería bueno saber lo que realmente piensa.

Él estaba respirando rápido. Sus mejillas estaban rojas, como si acabara de correr hacia allí. Su pelo blanco estaba revuelto de la cama, y la marca de un pliegue de la funda de la almohada, marcaba su mejilla.

Entró, se paró junto a Yesung y se puso las manos en las caderas.

Podía sentir el dolor que irradia hacia fuera, haciéndole temblar un poco, no lo suficiente para verlo, pero lo suficiente, para que sintiera la agitación del aire entre ellos.

—No fue mi intención herir tus sentimientos, Wook —dijo Shindong, como si le hablara a un niño—. En serio. Sólo necesito saber lo que es real aquí y lo que no.

—Estaré encantado de mostrártelo, pero no vas a disfrutarlo.

Echó un vistazo a Yesung, y sabía por esa mirada traviesa en sus ojos que no le iba a gustar lo que sucedería después.

—¿Me atraparás? —Le preguntó, antes de que se desplomara al suelo como si alguien le hubiera arrancado la vida del cuerpo.


Yesung le atrapó antes de que cayera al suelo. Estaba blando, sin vida. Sólo el hilo de poder que tiraba de él le hizo saber que estaba sano y salvo. Ese hilo creció, lo que le hacía preguntarse si Henry estaba luchando contra la conexión de Wook de nuevo.

—Realmente odio cuando hace esto —murmuró mientras se acomodaba en una silla, sosteniéndolo en el regazo.

—¿Hacer qué? —preguntó Shindong. Luego se quedó inmóvil. Su cara se quedó en blanco. Sus ojos se abrieron de par en par. Sonidos pequeños, casi estrangulados salían de su garganta.

Yunho dio un paso adelante.

—No —dijo Yesung—. No va a hacerle daño.

—Parece que está haciendo precisamente eso.

—Si estuvieras viendo lo que Henry, te verías igual. El está completamente jodido.

De repente, Shindong respiró hondamente y se doblo en dos, como si tratara de no vomitar.
Wook abrió los ojos, las lágrimas se aferraban en las esquinas.

La habitación estaba completamente en silencio. Miraron a Wook con un nuevo respeto, casi rayando con el miedo. Si era tan fácil para él deslizarse dentro de la mente de Shindong, supuso que cada uno se preguntaba quién sería el siguiente, y lo que Wook podría ver si fuese a hurgar.

Yesung estaba seguro de que él no era el único hombre aquí con secretos que ocultar.

Lo que significaba que iba a tener que mantener una estrecha vigilancia sobre él, también. Si uno de los otros hombres escondía una estéril vida de prestado ‑o peor‑ no querría que Wook lo averiguara. 
No sólo iba a estar en peligro fuera de la SM, también estaría en peligro aquí. Y no había manera de que Hyukjae fuera a darle los nombres de los hombres de la banda. Él era el único que sabía quiénes eran. Yesung no iba a ser capaz de confiar en ninguno de los hombres liberados.

Yesung apretó el agarre. ¿Qué diablos iba a hacer con Wook? No tenía ni idea de cómo proteger un regalo tan preciado. La iba a cagar y conseguiría que lo mataran. Y el daño que causaría una vez que Wook se hubiera ido, no era algo en lo que a le gustaba pensar.

Todo el mundo estaba demasiado tranquilo. El silencio era mayor a cada segundo.
Yesung tuvo que aclararse la garganta antes de poder hablar.

—¿Lo crees ahora o necesitas otra visión?

—Con una es más que suficiente —Shindong se empujó en posición vertical, pero seguía estando un poco más pálido de lo normal—. Lo que me mostró era real, ¿verdad? ¿No un tuco mental?

—Es verdad —dijo Wook—. Si no estuviera tan cansado, nos podría haber mantenido allí el tiempo suficiente para que pudieras hablar con él. No me quiere cerca de él.
      

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...