Dark Pleasures (DH2)- Capítulo 10




–¿Quién los envía? –preguntó Donghae.

Leeteuk se detuvo en mitad del pasillo al escuchar a Donghae y Hyukjae, que estaban hablando en la planta baja.

–Supongo que son de Kangin –le contestó su marido.

Bostezando, Leeteuk bajó las escaleras y los encontró a ambos en la sala de estar, rodeados de bolsas y paquetes. Hyukjae ya estaba vestido para ir a trabajar. Donghae aún en pijama y, junto a él, Myungsoo estaba haciendo trizas un trozo de papel que sobresalía de una bolsa.

–¿Qué es todo esto? –preguntó Leeteuk. Hyukjae se encogió de hombros.

–Tienes razón –dijo Donghae al encontrar una nota en una de las bolsas–. Son de Kangin. –Se detuvo para leer la nota y se rió–. Lo único que dice es: «Gracias por la tirita». –Le pasó la nota a su marido.


Hyukjae dejó escapar un exagerado suspiro mientras la leía.

–En nuestra época existía la costumbre de llevar regalos cada vez que se visitaba a un amigo. Pero… joder, no tantos. –Se pasó una mano por el pelo mientras observaba la montaña de paquetes–. Kangin siempre ha sido un hombre generoso, pero… joder –volvió a repetir–. Supongo que volvió anoche y dejó todo esto aquí mientras dormíamos.

Leeteuk estaba atónito. Parecía el día de Navidad… en casa de los Rockefeller. Observó cómo Donghae sacaba docenas de juguetes para los mellizos: muñecas para Haru, un juego de construcción para Myungsoo, un tren, un caballito…

Donghae sacó una caja pequeña de una de las bolsas.

–Éste es para ti –le dijo a su marido, ofreciéndole el regalo.

Hyukjae abrió la caja y su rostro perdió todo el color. Donghae miró el contenido y jadeó.

–Es tu anillo de general –dijo, intercambiando una mirada perpleja con Hyukjae–. ¿Cómo lo habrá conseguido? –preguntó.

Leeteuk se acercó para echarle un vistazo al anillo. Como el de Kangin, tenía una espada de diamantes y una corona de laurel formada por Inyoungs sobre un fondo de rubíes.

–Se parece al que lleva Kangin. Excepto que el suyo tiene una corona.

Hyukjae asintió.

–El suyo lleva la marca de la realeza mientras que el mío es estrictamente militar.

Confundido, Leeteuk alzó la vista y miró a Hyukjae.

–¿Realeza?

–Kangin era un príncipe –le contestó escuetamente–. El único heredero al trono de Tracia.

Leeteuk se quedó con la boca abierta.

–¿Los romanos crucificaron a un príncipe heredero? Pensaba que no podían hacerlo.

La mandíbula de Hyukjae se tensó.

–Teóricamente no podían, pero el padre de Kangin lo desheredó el día que se casó con Junho.

–¿Por qué? –preguntó Leeteuk.

–Porque era un hetaira. –Hyukjae notó que Leeteuk fruncía el ceño, confundida, y añadió–: Eran jóvenes y mujeres de clase baja, entrenados para complacer a los hombres ricos y hacerles compañía.

–¡Ah! –exclamó, comprendiendo el motivo de la ira de la familia–. ¿Estaba buscando compañía cuando lo conoció?

Hyukjae negó con la cabeza.

–Kangin lo conoció en la fiesta de un amigo y quedó subyugado. Juraba que había sido amor a primera vista. Todos intentamos hacerle entender que Junho sólo iba tras su dinero, pero se negó a escucharnos. –Soltó una carcajada teñida de amargura y continuó–. En aquella época no escuchaba a nadie, era muy típico de él. Su padre lo adoraba, pero cuando descubrió que Kangin había roto el compromiso con la princesa macedonia con la que estaba prometido, para casarse con Junho, se puso muy furioso.

»Su padre le dijo que un rey no podía gobernar con una puta al lado. Discutieron y, finalmente, Kangin se fue a caballo del palacio de su padre, directo a casa de Junho y se casó con él ese mismo día. Cuando su padre lo descubrió, le dijo que estaba muerto para él.

Leeteuk sintió una opresión en el pecho al escuchar a Hyukjae; compartía su sufrimiento y notó que el corazón se le desgarraba de dolor.

–Entonces, ¿lo dejó todo por él?

Hyukjae asintió, ceñudo.

–Lo peor de todo es que Kangin jamás le fue infiel. Ustedes no podrán entender lo que eso significaba. En nuestros días no existía la monogamia. No se sabía de ningún hombre que fuese fiel a su pareja, especialmente uno de la posición y riqueza de Kangin. Pero una vez se casó con él, jamás deseó estar con nadie más. Ni siquiera miró a otro. –Los ojos de Hyukjae llamearon de furia–. En realidad vivió y murió por Junho.

El corazón de Leeteuk sufría por Kangin. Sabía que aún debía dolerle mucho. Donghae le ofreció tres bolsas que contenían cajas envueltas en papel de regalo.

–Éstas son para ti.

Leeteuk abrió la caja más grande y encontró un traje de diseño y tejido grueso. Deslizó la mano por la suave seda color azul marino. Jamás había tocado algo parecido. Mirando en el interior de las bolsas, encontró unos zapatos.

–¿Cómo sabía mi talla? –Hyukjae se encogió de hombros.

Leeteuk se detuvo al encontrar una nota dirigida a él. La letra era de trazo elegante y resuelto.

«Siento mucho lo de tu jersey. Gracias por haberlo soportado todo tan bien. D.H.»

Leeteuk sonrió, aunque se sintió un poco dolido por el hecho de que se negara a usar su verdadero nombre con él. Sin duda era la forma que utilizaba para mantener las distancias entre ellos. Que así fuera. Tenía derecho a mantener su intimidad. Tenía derecho a vivir su peligrosa vida inmortal sin ningún tipo de relación con un humano. Si quería seguir siendo Dark Hunter para él, lo respetaría.

Pero aún así… después de todo lo que habían compartido la noche anterior…

En su corazón, le daba igual el nombre que usara. El sabía quién era, conocía la verdad.

Recogió los regalos y se encaminó escaleras arriba para arreglarse antes de irse a trabajar. No obstante, lo que en realidad deseaba era darle las gracias a D.H. por su amabilidad.

Después de la ducha, abrió los regalos. Cogió la ropa que estaba sobre la cama, y lo sostuvo sobre su cuerpo. Por un instante creyó reconocer en él el exótico aroma de Kangin. El deseo le atravesó como una daga. Mientras se lo ponía, le hizo recordar el sueño. Volvió a sentir las manos de Kangin recorriendo su cuerpo.

Con un suspiro, se calzó los zapatos y bajó las escaleras; Hyukjae lo esperaba para llevarlo al trabajo.



–Siento mucho lo de Top.

Leeteuk apartó la mirada del escritorio, alzó la cabeza y contó hasta diez. Si una sola persona más volvía a decírselo, se dejaría arrastrar por la locura, iría al despacho de Top y lo despedazaría en trocitos pequeños y sangrientos.

Le había contado a todo el personal de la empresa que habían roto y, arrogantemente, había esparcido el rumor de que estaba tan destrozado que no había podido ir a trabajar el día anterior.

¡Le daban ganas de matarlo!

–Estoy bien –le dijo a la administradora de su sección con una sonrisa forzada.

–Eso es –contestó la mujer–. Mantén bien alto ese ánimo.

Leeteuk frunció los labios cuando la mujer se marchó. Al menos el día tocaba a su fin. Podría irse a casa y…

Y soñar con el hombre alto y apuesto al que nunca volvería a ver.

¿Por qué le afectaba más la idea de no ver a Kangin que el hecho que de Top hubiera cortado con él? ¿Qué tenía Kangin que hacía que lo echara tanto de menos…?

En el fondo lo tenía muy claro: era guapísimo, inteligente y heroico; era misterioso y letal. Y hacía que su corazón se acelerara cada vez que le dedicaba esa deslumbrante sonrisa.

Se había ido para siempre.

Deprimido, se preparó para marcharse. Tras meter los documentos en su maletín, salió del despacho y se dirigió al ascensor. Pulsó el botón para bajar al vestíbulo; no quería dejar a Donghae esperándolo durante mucho rato en el estacionamiento, con los mellizos. Además, estaba cansado de estar en el despacho. Éste había resultado ser el día más largo de su vida. ¿Por qué habría querido ser contable? Judith tenía razón, su vida era desquiciantemente aburrida.

Al llegar al vestíbulo, las puertas se abrieron y echó un vistazo alrededor de la estancia acristalada mientras salía. Aunque en el exterior ya había anochecido, las luces del estacionamiento eran bastante potentes y vio que Donghae aún no había llegado. ¡Joder! Estaba deseando irse a casa.

Irritado, se acercó hasta la puerta para esperar allí. Mientras soltaba el maletín, Top salió de uno de los ascensores, rodeado de sus amigos.

Genial, sencillamente genial. El día iba mejorando a pasos agigantados. Al verlo solo, Top se acercó, exhibiéndose como un pavo real.

–¿Ocurre algo? –le preguntó cuando se detuvo a su lado.

–No. Aún no han venido a recogerme –le contestó de forma educada.

–Bueno, si necesitas que te lleve a casa…

–No necesito nada de ti –le espetó antes de cruzar la puerta y detenerse en el exterior del edificio. Era mejor esperar fuera y congelarse por el viento helado antes que pasar un solo minuto más al lado del último hombre al que le apetecía ver.

Top lo detuvo al salir del edificio. Las luces de la calle arrancaban unos suaves destellos a su pelo dorado.

–Mira, Teukkie, no hay ningún motivo por el que no podamos ser amigos.

–No te atrevas a comportarte de forma caballerosa conmigo después de toda la basura que dijiste ayer. ¿Quién te crees que eres para hablarle a todo el mundo de mi familia?

–Vale, Teukkie, venga ya…

–Deja de llamarme Teukkie cuando sabes que lo odio.

Él miró sobre su hombro y Leeteuk se dio cuenta de que la mitad del personal de la empresa estaba escuchándolos.

–Vamos a ver, yo no fui el que se quedó ayer en casa porque estaba emocionalmente indispuesto a causa de lo sucedido el sábado por la noche.

La furia de Leeteuk creció por momentos. ¿Emocionalmente indispuesto? ¿Él? ¿Por él?

Lo miró de arriba abajo. Y, por primera vez, fue consciente del gusano que tenía delante.

–Disculpa, pero yo tampoco estuve en casa ayer. De hecho, ¿quieres saber dónde estuve? Me pasé todo el día en los brazos de un magnífico dios rubio. Fíjate lo deprimido que estoy por ti.

Top soltó un resoplido.

–Ya veo. Sabía que era sólo cuestión de tiempo que tu familia acabara influyendo en tu comportamiento. Estás tan loco como todos ellos. Apuesto a que no tardarás mucho en venir a trabajar vestido de cuero negro y hablando sobre desintegrar vampiros a estacazos.

Leeteuk nunca había sentido un deseo tan fuerte de golpear a alguien como el que bullía en esos momentos en su interior. ¿Cómo había podido pensar que eran compatibles? Era grosero y cruel. Peor aún, ¡juzgaba a la gente por las apariencias! Heechul podía ser un tarado, pero era su hermano ¡y nadie que no fuese de la familia tenía derecho a insultarlo!

De repente, todos los defectos que no había visto en Top salieron a la luz. Y pensar que había pasado todo un año de su vida intentando complacer a este cretino…

¡Era un idiota! Y un imbécil y un bobo…

En ese momento notó cómo se le erizaba el vello de la nuca segundos antes de escuchar el rugido de un motor bien afinado que se acercaba hasta donde estaban ellos.

Top giró la cabeza, miró a la calzada y se quedó boquiabierto.

Él miró en la misma dirección, buscando el motivo de su distracción, y se quedó petrificado al ver un impecable Lamborghini negro doblar para entrar en el estacionamiento y aparcar en la acera, justo delante de ellos.

Sus labios dibujaron una sonrisa. No podía ser…

El corazón se le aceleró cuando la puerta se alzó y Kangin bajó del coche. Vestido con unos vaqueros desgastados, un jersey gris y negro de cuello de pico y una chaqueta negra de cuero, estaba tan imponente que quitaba el hipo.

Ese andar firme, arrogante y letal le estaba aflojando las rodillas.

–¡Ay Dios! –escuchó susurrar mientras Kangin rodeaba el coche. Él se detuvo delante de Leeteuk y le devoró con la mirada.

–Hola precioso –le dijo con esa voz profunda y seductora–. Siento llegar tarde.

Antes de que pudiera reaccionar, Kangin lo abrazó y le dio un beso sofocante. El cuerpo de Leeteuk ardió en respuesta al roce de su lengua mientras él le presionaba la espalda con los puños cerrados.

–¡Hunter! –balbució mientras le llevaba, sin esfuerzo aparente, hasta el coche.

Él le dedicó esa sonrisa tan suya, maliciosa y de labios apretados. El humor y el deseo le daban un aspecto cálido y vivaz a esos ojos negros como la noche.

Con la punta del zapato abrió la puerta del asiento del acompañante y lo dejó en el interior. Recogió el maletín y el bolso que había dejado caer en la acera y se los dio antes de darse la vuelta para mirar a Top con una sonrisa de complicidad.

–Es imposible no amar a una persona cuyo único fin en la vida es verte desnudo.

La expresión del rostro de Top mientras observaba cómo Kangin cerraba la puerta del coche antes de rodearlo –con su característico andar elegante–para ocupar su asiento, no tenía precio.

Kangin se metió en el Lamborghini con un movimiento ágil y al instante abandonaron el estacionamiento.

Mil emociones bullían en el interior de Leeteuk. Gratitud, felicidad y sobre todo, alegría por verlo de nuevo, especialmente después de que tanto Hyukjae como su propia mente hubieran intentado convencerlo de que jamás volvería a encontrarse con él.

No podía creer lo que acababa de hacer por él.

–¿Qué estás haciendo aquí? –le preguntó mientras salían del estacionamiento.

–Me has estado volviendo loco durante todo el día –le contestó en voz baja–. Podía sentir tu confusión y tu dolor, pero no sabía el motivo. Así es que llamé a Donghae y me enteré de que, supuestamente, tenía que recogerte a la salida del trabajo.

–Aún no me has explicado qué haces aquí.

–Tenía que comprobar que estabas bien.

–¿Y eso?

–No lo sé. Tenía que saberlo.

Reconfortado por sus palabras, Leeteuk comenzó a juguetear con el cinturón de seguridad.

–Gracias por la ropa. Y por lo que acabas de hacer con Top.

–Ha sido un placer.

En ese momento tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no abalanzarse sobre él y acariciarlo. Para no besar a su guapísimo héroe.

Kangin aceleró y se alejó del distrito empresarial.

–Hay una cosa que no entiendo, ¿por qué iba a querer un joven como tú casarse con alguien como él?

Leeteuk alzó una ceja.

–¿Cómo sabes que…?

–Tengo ciertas habilidades psíquicas, ¿lo recuerdas? Tu mente no deja de dar vueltas a tus verdaderos sentimientos por el «estúpido cretino».

Leeteuk se encogió, avergonzado, y deseó poder ser capaz de bloquear sus pensamientos.

–También lo he oído –bromeó Kangin, haciendo que se preguntara si lo habría dicho en serio.

–¿No puedes hacer algo para dejar de fisgonear en mi cabeza todo el tiempo? Me resulta muy incómodo.

–Si quieres puedo renunciar a ese poder en tu caso.

–¿En serio? ¿Puedes prescindir de un poder cuando te venga en gana?

Él resopló.

–No exactamente. El único poder del que puedo prescindir es de la habilidad de leer los pensamientos de otra persona.

–¿Y una vez que renuncias a él puedes recuperarlo?

–Sí, pero no es fácil.

–Entonces deshazte de él.

Kangin soltó una carcajada e intentó concentrarse en la carretera, pero sólo era consciente de la presencia de Leeteuk. Acariciarlo sería llegar al paraíso.

Si el paraíso fuese una posibilidad para una criatura como él.

Apretó con más fuerza la palanca del cambio de marchas mientras la idea se abría paso en su interior.

«Ninguna pareja te amará por otro motivo que no sea tu dinero. Recuerda lo que te digo, muchacho. Los hombres como nosotros nunca conseguimos algo tan sencillo. Tu mayor esperanza será tener un hijo que te quiera.»

Emitió un pequeño jadeo cuando los recuerdos, hacía tanto tiempo reprimidos, volvieron a su mente con total claridad. Y al hilo de lo anterior rememoró las últimas palabras que le dijo a su padre.

«¿Cómo podría amar a un hombre sin corazón como tú? No eres nada para mí, viejo. Y no lo serás jamás.»

El dolor lo dejó sin aliento. La ira había sido la fuente de esas palabras, que ya jamás podrían ser retiradas. ¿Cómo pudo hablarle así a la persona que más había amado y respetado?

–Entonces –dijo Leeteuk, distrayéndolo–, ¿qué pasó anoche con Changsu? ¿Lo atrapaste?

Él agitó la cabeza para aclarar sus pensamientos y se concentró en el presente.

–Se metió en un refugio tras nuestro enfrentamiento.

–¿En dónde?

–En un refugio; el santuario de un Daimon –le explicó–. Son aberturas astrales entre dimensiones. Los Daimons pueden quedarse en ellas durante un par de días, pero, cuando la puerta vuelve a abrirse, se ven obligados a salir de nuevo.

Leeteuk estaba perplejo. ¿Sería cierto lo que describía?

–No puedo creer que haya algún tipo de poder que permita utilizar a los Daimons un refugio para eludir la justicia.

–Y no lo hay. Los Daimons descubrieron los refugios por su cuenta. –Le miró con una sonrisa pícara–. Pero no me quejo. Eso hace que mi trabajo sea infinitamente más interesante.

–Bueno, mientras no te aburras… –le dijo con sarcasmo–. No me gustaría que tu trabajo llegara a resultarte pesado algún día.

Kangin le lanzó una mirada que encendió su deseo.

–Cariño, tengo la sensación de que sería imposible aburrirse contigo cerca.

Sus palabras tocaron uno de los puntos sensibles de Leeteuk.

–Eres el único que opina de ese modo –le dijo mientras recordaba la conversación con Judith–. Siempre me han dicho que encabezo la fila que se dirige a la Ciudad del Aburrimiento.

Kangin se detuvo en un semáforo y clavó los ojos en él.

–No entiendo el por qué de ese comentario; a mí no has dejado de sorprenderme desde el momento en que me despertaste y me llamaste «guapetón».

Con el rostro encendido por el rubor, Leeteuk rió al recordarlo.

–Además –prosiguió él–, no puedes culpar a la gente por decir eso, cuando eres tú el que levanta la barrera protectora.

–¿Cómo dices?

Metió primera y continuó avanzando por la calle.

–Es verdad. Entierras la parte de ti mismo que ansía las emociones bajo una profesión tan aburrida que algún día sustituirá a los tranquilizantes. Vistes con colores apagados que ocultan tu verdadera naturaleza.

–No es cierto –le contestó, temblando de rabia–. No me conoces lo suficiente para decir eso. Y sólo me has visto vestido con un atuendo de mi elección.

–Cierto, pero conozco a la gente como tú.

–Sí, claro –murmuró con tono despectivo.

–Y he comprobado tu naturaleza apasionada de primera mano.

El rostro de Leeteuk se ruborizó aún más ante el comentario. No podía negar la verdad. No obstante, eso no significaba que tuviera que gustarle el modo en que Hunter veía a través de ella, como si se tratara de un cristal.

–Creo que tienes miedo de tu otra mitad –continuó él–. Me recuerdas a la ninfa griega Lyta. Era un ser formado por dos mitades separadas. Las dos partes luchaban entre ellas, haciéndola muy infeliz; y no sólo a ella, sino también a todo aquél que la conociese. Hasta que un día, un soldado griego se encontró con las dos mitades y las reunió. Desde aquel momento, Lyta vivió en armonía consigo misma y con los demás.

–¿Estás insinuando que te hago infeliz?

Él se rió a carcajadas.

–No. Me resultas muy divertido, pero creo que serías mucho más feliz si te aceptaras tal y como eres y no lucharas tan enconadamente contra ti mismo.

–¿Y eso me lo dice un vampiro que no bebe sangre humana? Dime, ¿no será que tú también estás luchando contra tu verdadera naturaleza?

El comentario arrancó una sonrisa a Kangin.

–Quizás estés en lo cierto. Quizás yo también sería más feliz si liberara la bestia salvaje que hay en mi interior. –Le miró con desconfianza–. Me pregunto si serías capaz de manejar esa parte de mí.

–¿A qué te refieres?

Él no contestó.

–¿Dónde te llevo, a casa de Hyukjae, a la de tu madre o a la tuya?

–Bueno, ya que vas camino de mi casa supongo que me puedes dejar allí.



3 comentarios:

  1. Ohhhhh quiero que Kangin mierda a Teukie 7w7 jdjfjdj estuvo bueno el Capi quiero más -; a esperar hasta el domingo *^* gracias por adaptar

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  2. Jo......estoy pensando seriamente que ese "sueño" no fue un sueño,digo,si según hyuk,kangin pudo haber regresado en la noche y dejar esos regalos,bien pudo ir a hacerle una "visita" a teuk....digo....^^
    Oooooooh que oportuna visita la de kangin al trabajo de teuk *0*....justo en el momento perfecto
    Estan encantados el uno con el otro,kangin regresara esa parte divertida de teuk que quiere esconder
    siiiii que lo lleve a su casa *0*

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  3. Pobre Kangin, la pelea con su padre le afecta hasta el día de hoy y todo por la culpa de Junho que terminó siendo un interesado y lo peor, fue capaz de traicionar a Kangin que solo vivía para él.

    Ese TOP es un idiota de primera, me alegra tanto que Kangin haya recogido a Teuk y que de paso le dejara claro a todos, en especial a TOP, que Teuk no anda por ahí deprimido por su culpa.

    Kangin tiene raón en lo de que Teuk necesita dejar de luchar contra su verdadero yo, ojalá ambos se ayuden a encontrarse. Y ahoraaaaa ambos se van a la casa de LeeTeuk, a ver que pasa allá.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...