Siwon se frotó
el pecho con una mano mientras subía la escalera. Escuchar a Jungwoo decir que
lo necesitaba lo había dejado sin aire en los pulmones. Pero verlo abrazar a su
hijo y presenciar el amor que se profesaban casi lo había postrado de rodillas.
Quería
recuperar a su familia. Quería la felicidad que les habían arrebatado. Y, sobre
todo, lo quería a él de forma permanente en su vida. Quería verlo sonreír todas
las mañanas, quería acurrucarse con él, con Siwan y con Sulli, quería que lo
mirara con esos ojazos brillantes por el deseo y concentrados solo en él como
había sucedido en la cocina. Y quería que le dijera una y otra vez que lo
necesitaba. Que lo deseaba. Que lo quería de la misma forma que él le quería.
Le daba igual que no recordara la vida que compartieron en el pasado. Lo que
estaba sucediendo entre ellos en esos momentos... era mucho más sensual que lo
que habían compartido antes.
Se detuvo al
llegar a la puerta del dormitorio de Sulli para recuperar la compostura. Cuando
estuvo seguro de que no iba a hacer el ridículo, llamó con suavidad.
Sulli no
contestó, pero sabía que estaba dentro. Giró el pomo y empujó la puerta con el
hombro para abrirla.
Su hija estaba
sentada en el alféizar acolchado de la ventana, apoyada en la pared y con la
vista clavada en los árboles del patio trasero. Tenía los brazos cruzados por
delante del pecho, el ceño fruncido por el enfado y una expresión tan
angustiada que Siwon no supo qué hacer ni qué decir en un primer momento. Tras
la muerte de Jungwoo, Sulli había sido su ancla. Ella fue lo que lo ayudó a
seguir adelante. Le dolía saber que ella estaba sufriendo, mientras él sentía
que le habían concedido una segunda oportunidad.
Se sentó a su
lado.
—¿Quieres
hablar del tema o prefieres seguir enfadada?
—Prefiero
seguir enfadada.
—Bueno, pues yo
quiero hablar del tema.
Sulli seguía
con la vista clavada al otro lado de la ventana.
—No me gusta él.
—No le has dado
la menor oportunidad.
—No quiero
dársela. Ya sé que no me gusta.
Siwon se frotó
la frente.
—Sulli, no sé
cómo hacer que esto te resulte más fácil. Tienes que intentarlo. Sé que no es
fácil, pero al menos debes intentarlo. Los demás lo estamos haciendo.
Su hija volvió
la cabeza con brusquedad para mirarlo con esos ojos idénticos a los de su appa,
llenos de lágrimas.
—No quiero
intentarlo. No quiero llegar a conocerlo. No quiero estar cerca de él. Y no
entiendo por qué tú sí quieres estarlo. No es el mismo. ¿Es que no lo ves?
—Sí que lo es.
En el fondo. Tienes que darle una oportunidad para que te lo demuestre.
—Te está
engañando, ¿no te das cuenta? Lo único que va a hacer es complicar las cosas. —Sulli
se puso en pie de un salto—. ¡No te quiere, no nos quiere, y cuando lo descubra
volverá a marcharse!
—No, no lo hará
—le aseguró en voz baja, frustrado porque su hija tuviera que verse obligada a
lidiar con esa situación.
—¡Sí que lo
hará! Y esta vez lo hará porque quiere hacerlo. No será un accidente. —Las
lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas. Se las limpió—. No quiero que
eso vuelva a pasar. ¡No quiero que vuelva a pasarnos!
—Cariño —dijo Siwon
al tiempo que la rodeaba con los brazos, pese a sus intentos por no dejarse
atrapar—. Eso no va a pasar, te lo prometo.
Claro que,
¿cómo podía estar seguro de ello? Jungwoo le había dicho justo la noche
anterior que quería irse, que quería olvidar todo ese lío. No podía obligarla a
quedarse si ella no estaba por la labor de hacerlo. Pero tampoco permitiría que
se marchara sin luchar. No después de lo que acababa de pasar entre ellos.
Cuando Sulli
dejó de forcejear, se apartó un poco de ella y le limpió las lágrimas de las
mejillas.
—Sulli, te
quiero. No voy a permitir que sufras otra vez. Te lo prometo.
Su hija le echó
los brazos al cuello y apoyó la frente en uno de sus hombros.
—¿Por qué
tienes que salir con él? ¿Por qué no pueden ser solo amigos?
—Porque lo
quiero, cariño — contestó en voz baja, con los labios pegados a su pelo—.
Porque lo quiero desde hace mucho tiempo, desde antes de que tú nacieras. Y ese
sentimiento no desaparece solo porque alguien quiera que lo haga. Tampoco
desaparece con el paso del tiempo. Siempre está ahí.
—Pero tú no lo
quieres a él. Quieres a appá.
Siwon se echó
hacia atrás para mirarla a los ojos. Se parecía mucho a su appa. Los mismos
ojos, la misma barbilla. El mismo carácter testarudo. Le apartó un mechón de
pelo de la cara con delicadeza.
—Él es appa,
cariño.
Sulli lo abrazó
de nuevo y enterró la cara en su pecho.
—Sulli, por
favor. —Siwon sentía el escozor de las lágrimas en los ojos—. Por favor,
inténtalo por mí. Necesito que por lo menos hagas un esfuerzo. Esta tensión me
está matando.
La niña se
sorbió la nariz y se limpió las lágrimas, aferrada a él como si fuera un
salvavidas. Se mantuvo en silencio tanto rato que Siwon no supo qué decir ni
qué hacer. Tenían que superar ese problema. Tenían que hacerlo.
—Vale —dijo Sulli
al final—. Lo intentaré. Pero no lo haré por él. Solo lo haré por ti.
No era la
respuesta que Siwon deseaba escuchar, pero era un comienzo. Era más de lo que
tenía el día anterior.
Se apartó de
ella para limpiarle las lágrimas de nuevo. Su hija lo era todo para él, pero ni
siquiera por ella sería capaz de dejar de amar a la única persona a la que
había querido en la vida.
—Gracias, Sulli.
—Le apartó el pelo de la cara—. ¿Ya no estás enfadada?
—No, supongo
que no.
Mentía. Lo veía
en sus ojos.
Pero ansiaba
creerla, lo necesitaba para mantener la cordura.
—Bien. —Se
levantó y le agarró una mano—. Vamos. Me muero de hambre. Tenemos que bajar
antes de que el abuelo se lo zampe todo. Ya sabes lo que le gustan los huevos y
las tortitas.
Sulli lo siguió
y mientras caminaba en dirección a la cocina, desde donde les llegaban las
risas de los demás, Siwon sintió, por primera vez desde hacía años, que el
hielo que tenía en el pecho comenzaba a derretirse. Por primera vez desde lo
que le parecían siglos, tenía esperanza.
Unos
amenazadores nubarrones se cernían sobre la ciudad, semioculta por una leve
neblina, y una suave brisa agitaba las hojas de los árboles. Si el clima era
indicativo de lo que iban a encontrar, Heechul no estaba muy seguro de querer
seguir adelante.
Se habían
puesto en marcha más tarde de lo que esperaba. Después de sacar su viejo
portátil y su bolso del ático, donde habían estado guardados desde el
accidente, Siwon se marchó durante una hora o así para solucionar un problema
que les había surgido en el trabajo. Ver sus antiguas pertenencias no ayudó en
absoluto a que Heechul recordara algo, pero tampoco había supuesto que lo
ayudaría. Sin embargo, le resultó extraño mirar algo que en el pasado fue suyo.
Y no sentir nada.
Se libró de la
melancolía que le provocaba la situación y, por insistencia de Siwon, se
mantuvo alejado de la editorial. La secretaria de Yunho no se tomó muy bien lo
de comunicarle el mensaje, pero no quería discutir con Siwon sobre el tema. Al
menos, no hasta que descubrieran quién estaba involucrado en su desaparición.
Comprobó la
dirección mientras Siwon conducía por el vecindario más cercano al puerto.
El coche pasó
sobre una banda reductora de la velocidad al llegar, cambió de posición en el
asiento de cuero. El nuevo Audi de Siwon, de un reluciente azul oscuro, destacaba muchísimo entre las camionetas oxidadas y los antiguos coches aparcados en la
mayoría de los caminos de acceso a las casas que se alineaban a lo largo de ese
tramo de carretera.
Lo miró de
reojo mientras conducía el lujoso coche y recordó que era un hombre de éxito. A
veces, incluso se le olvidaba que era un famoso, se le olvidaban su fortuna y
su prestigio. Cuando estaban a solas, era como cualquier otro hombre. No vivía
como alguien que había amasado millones; no actuaba como si pudiera comprar y
vender a una persona a capricho.
Pero también
había momentos en los que lo había oído hablar por teléfono con alguno de sus
socios y su actitud le había recordado lo poderoso que era realmente.
¿Cuál era el
verdadero Choi Siwon? ¿El hombre frío y centrado en el trabajo que conoció al
principio o el hombre cariñoso y tierno de los últimos días?
La tensión
sexual que reinaba entre ellos cuando estaban juntos era innegable, al igual
que lo eran los profundos sentimientos que albergaba por él. Sin embargo, las
dudas sobre su capacidad para juzgar a los demás persistían. ¿Acaso no se había
equivocado por completo con Mithra?
Recordó la
conversación que había mantenido con Siwon la noche anterior. Conocía a Mithra.
Habían trabajado juntos. Pese a lo que le había contado, ella tenía la
creciente sospecha de que no había sido del todo sincero.
—Creo que es
ahí. —La voz de Siwon la devolvió al presente.
—Es una casa
flotante.
Siwon aparcó el
coche en la acera y detuvo el motor.
—Parece que no
hay nadie en casa.
—La suerte
sigue de nuestro lado... —replicó él con el ceño fruncido.
Siwon abrió la
puerta.
—Vamos a echar
un vistazo.
El embarcadero
se meció levemente bajo los pies de Heechul a medida que caminaba. El miedo lo
llevó a clavarse las uñas en las palmas de las manos, y tuvo que hacer un gran
esfuerzo para no volver a la carrera a tierra firme.
—¿Qué te pasa?
—le preguntó Siwon.
—No me gustan
mucho las embarcaciones.
—¿Desde cuándo?
—Rodeó un cubo que alguien había dejado en el suelo.
—Desde siempre.
—Pues antes no
te molestaba. Solías pasar horas en nuestro barco.
Heechul se
detuvo al llegar a la puerta.
—¿Tienes barco?
—Tenía. Lo
vendí hace unos años.
«Qué raro»,
pensó Heechul. No se imaginaba ansioso por subirse a un barco a sabiendas de
que acabaría mareado. Un detalle más que demostraba que no era la misma personas
que Siwon recordaba. Levantó una mano para llamar a la puerta. Al no obtener
respuesta, llamó de nuevo.
Siwon se volvió
y echó un vistazo por la zona.
—Quédate aquí.
Ahora mismo vuelvo.
—¿Adónde vas?
—A comprobar
una cosa.
«Genial», pensó
él. Detestaba que lo dejara en la inopia. Pero más detestaba saber que estaba a
bordo de un barco. Echó un vistazo a las aguas verdosas que tenía debajo y
sintió que se le revolvía el estómago. No alcanzaba a entender cómo alguien
podía vivir en un barco.
La puerta principal
se abrió y vio la cara de Siwon tras la mosquitera. Abrió los ojos de par en
par.
—¿Qué estás
haciendo?
—Vamos —dijo
él, invitándolo a pasar—. La puerta trasera estaba abierta.
—Siwon, estamos
cometiendo un delito de allanamiento de morada —le recordó mientras cerraba la
puerta.
—Anoche no
tuviste el menor problema con eso.
—Era distinto.
Había un motivo para hacerlo. Pero esto me parece... tengo la impresión de que
estamos invadiendo la intimidad de otra persona.
Siwon rio entre
dientes mientras inspeccionaba la pequeña sala de estar.
—No vayas a
ponerte quisquilloso ahora. Echa un vistazo, a ver si encuentras algo. Yo voy
arriba. —Desapareció por el pequeño tramo de escaleras.
Heechul frunció
el ceño mientras reparaba en la manta naranja y marrón que descansaba sobre el
respaldo de un desgastado sillón relax de cuero con agujeros en los brazos. Un
montón de revistas del corazón yacían desperdigadas sobre la arañada mesa
auxiliar de roble. En otra mesita más pequeña había una taza de café vacía.
Heechul
inspeccionó la cocina adyacente. La mesa de formica estaba atestada de papeles.
En un plato de plástico había una rosquilla a medio comer.
Se acercó y
tocó la cafetera. Aún estaba caliente y la luz roja parpadeaba, indicando que
la máquina estaba encendida. O Kwon Dahyun había salido a la carrera o no le
preocupaba en absoluto que su modesta casa se incendiara.
Heechul ojeó
los papeles de la mesa. Facturas, recetas y una revista de moda. A la mujer le
gustaba comprar. Siguió buscando con la esperanza de encontrar algo que pudiera
relacionar a Kwon Dahyun con la pesadilla en la que se había convertido su
vida.
Su busca fue
infructuosa. Volvió a inspeccionarlo todo. Al otro lado de la cocina, vio un
periódico. Suspiró mientras se acercaba y le dio la vuelta.
En ese momento,
contuvo el aliento.
Una foto suya y
de Siwon tomada durante la conferencia de prensa del día anterior ocupaba la
portada. El fotógrafo había captado un momento durante el cual él estaba
respondiendo una pregunta y Siwon lo estaba mirando, bien sorprendido por lo
que decía o bien emocionado. Su expresión era muy tierna. Y muy distinta de
como lo había mirado poco rato antes de que comenzara la conferencia. Sin
embargo, el motivo de que Heechul contemplara la portada con los ojos como
platos no era la foto, sino el hecho de que su cara estuviera rodeada por un
círculo rojo trazado con rotulador.
Escuchó el
crujido de las tablas del suelo en la planta alta. Cogió el periódico y subió.
La segunda
planta consistía en un espacioso dormitorio dividido en una zona para dormir y
en una oficina, que contaba con una mesa y un ordenador. La mesa estaba oculta
bajo un sinfín de papeles. Sobre él colgaba una lámpara de techo.
Cuando entró, Siwon
alzó la vista de los documentos que estaba ojeando.
—Kwon Dahyun
tenía prisa por marcharse —le dijo.
—Sí, eso me ha
parecido — replicó, al tiempo que el miedo le provocaba un hormigueo en la
piel—. La cafetera todavía está caliente.
—¿Has
encontrado algo?
—Solo esto.
—Arrojó el periódico sobre la mesa.
Siwon lo miró,
pero Heechul fue incapaz de interpretar su expresión.
—¿Y tú? —le
preguntó, desterrando el terrible presentimiento que acababa de asaltarla.
—No he
encontrado mucho. —Le entregó una arrugada hoja de papel arrancada de un
cuaderno—.
¿Reconoces algún nombre de esta lista?
—El mío.
—Lo sé.
En la hoja
había escritos quince nombres. Casi la mitad de ellos estaban tachados con
rotulador rojo. El suyo era el último y no estaba tachado, sino rodeado por un
círculo.
—¿Qué significa
esto? —le preguntó a Siwon en voz baja.
—No lo sé. Pero
creo que debemos empezar a comprobar los demás nombres de la lista.
Después,
buscaremos a Kwon Dahyun y descubriremos qué narices está pasando.
No quería estar
allí.
Que le metieran
en un tubo atado a una camilla no era la idea que Heechul tenía de pasárselo
bien. Apretó los dientes e inspiró hondo para calmarse. Preferiría estar
llamando por teléfono como Siwon antes que someterse al escáner que él había
insistido que se hiciera esa tarde.
La prueba
estaba dilatándose demasiado. ¿No se daban cuenta de que era claustrofóbico?
La máquina pitó
y vibró, y la camilla salió del tubo.
«¡Gracias a
Dios!», pensó.
Siwon lo
esperaba en la sala de recepción cuando salió del vestuario. Tenía la cabeza
gacha y se frotaba las sienes con los dedos. Irradiaba tensión. Heechul tragó
saliva para deshacer el nudo que tenía en la garganta mientras cruzaba la
estancia. No parecía tan preocupado cuando entró en la sala.
—¿Siwon?
Cuando él
levantó la cabeza, las líneas de preocupación desaparecieron de su apuesto rostro.
Una sonrisa forzada apareció en sus labios; una sonrisa que no se reflejaba en
sus ojos.
—¿Estás listo?
—Sí. El doctor
me ha dicho que vuelva en una hora.
Siwon se
levantó.
—Pues vamos a
comer mientras esperamos. —Le colocó una mano en la base de la espalda y lo
instó a dirigirse al ascensor.
Heechul se
sentó en el reservado medio en penumbra del bar escogido, situado a una manzana
del hospital. Después de que les tomaran nota, le preguntó:
—¿Qué has
averiguado?
Siwon colocó un
brazo por encima del respaldo del asiento y comenzó a golpear la mesa de madera
con una pajita.
—Nada.
Estaba
mintiendo. Lo sabía.
—Vamos, Siwon.
No me ocultes cosas.
—¿Qué te parece
si nos vamos de vacaciones? Podríamos coger a los niños e irnos a alguna parte
durante un tiempo, dejar que Siwan y Sulli se conozcan. A la playa o al campo,
como tú prefieras.
—Hyukjae me
dijo que nunca se toma vacaciones, señor Choi — dijo con sorna—. Empiezas a
preocuparme. ¿Qué pasa?
Él echó un
vistazo por el bar para comprobar quién podría escucharlos, y lo imitó. Un
camarero atendía la larga barra de caoba. Había dos clientes sentados en sendos
taburetes delante de la brillante superficie. Unas cuantas mesas estaban
ocupadas por turistas.
Lo miró de
nuevo.
—Siwon, ¿qué me
estás ocultando?
Al final, él se
sacó del bolsillo el trocito de papel roto que habían cogido de casa de Kwon
Dahyun poco antes y se lo dio.
—Todas las
personas de la lista que están tachadas han muerto.
—¿¡Qué!?
Siwon puso cara
apenada mientras señalaba los nombres de la lista.
—Ataque al
corazón, accidente de tráfico y ahogamiento. Uno incluso murió de una
sobredosis hace unos pocos días. No hay indicios de juego sucio en ninguna de
las muertes.
Había cuatro
nombres sin tachar, incluido el suyo.
TT___TT esto ya no me esta gustando!!!!
ResponderEliminaraww~ No, pobre Hee, yo siendo èl, ya estaria traumado del todo!!!
¬¬ ahh~ insisto, alguien dele una buena regañina a Sulli!!!! -pero amo que siwon pensara que ni por ella, dejaria a su amado-
ahhh~ ♥
Es un poco comprensible la actitud de Sulli,ya no quiere sufrir una nueva perdida si acepta a Hee y este después decide irse porque no pertenece a esa familia,porque Hee no los recuerda. Ella solo quiere protegerse ella misma y a Siwon de no volver a sufrir. Pero tampoco debe negarse a darle una oportunidad,no es como si Hee se hubiera querido ir por gusto.
ResponderEliminarDios,¿qué hicieron con esas personas?,no solo fue Hee,además seguro ya andan detras de él... deben de estar atentos,hay peligro cerca