Volver a Amarte- Capítulo 21




Siwon se frotó el pecho con una mano mientras subía la escalera. Escuchar a Jungwoo decir que lo necesitaba lo había dejado sin aire en los pulmones. Pero verlo abrazar a su hijo y presenciar el amor que se profesaban casi lo había postrado de rodillas.

Quería recuperar a su familia. Quería la felicidad que les habían arrebatado. Y, sobre todo, lo quería a él de forma permanente en su vida. Quería verlo sonreír todas las mañanas, quería acurrucarse con él, con Siwan y con Sulli, quería que lo mirara con esos ojazos brillantes por el deseo y concentrados solo en él como había sucedido en la cocina. Y quería que le dijera una y otra vez que lo necesitaba. Que lo deseaba. Que lo quería de la misma forma que él le quería. Le daba igual que no recordara la vida que compartieron en el pasado. Lo que estaba sucediendo entre ellos en esos momentos... era mucho más sensual que lo que habían compartido antes.

Se detuvo al llegar a la puerta del dormitorio de Sulli para recuperar la compostura. Cuando estuvo seguro de que no iba a hacer el ridículo, llamó con suavidad.


Sulli no contestó, pero sabía que estaba dentro. Giró el pomo y empujó la puerta con el hombro para abrirla.

Su hija estaba sentada en el alféizar acolchado de la ventana, apoyada en la pared y con la vista clavada en los árboles del patio trasero. Tenía los brazos cruzados por delante del pecho, el ceño fruncido por el enfado y una expresión tan angustiada que Siwon no supo qué hacer ni qué decir en un primer momento. Tras la muerte de Jungwoo, Sulli había sido su ancla. Ella fue lo que lo ayudó a seguir adelante. Le dolía saber que ella estaba sufriendo, mientras él sentía que le habían concedido una segunda oportunidad.

Se sentó a su lado.

—¿Quieres hablar del tema o prefieres seguir enfadada?

—Prefiero seguir enfadada.

—Bueno, pues yo quiero hablar del tema.

Sulli seguía con la vista clavada al otro lado de la ventana.

—No me gusta él.

—No le has dado la menor oportunidad.

—No quiero dársela. Ya sé que no me gusta.

Siwon se frotó la frente.

—Sulli, no sé cómo hacer que esto te resulte más fácil. Tienes que intentarlo. Sé que no es fácil, pero al menos debes intentarlo. Los demás lo estamos haciendo.

Su hija volvió la cabeza con brusquedad para mirarlo con esos ojos idénticos a los de su appa, llenos de lágrimas.

—No quiero intentarlo. No quiero llegar a conocerlo. No quiero estar cerca de él. Y no entiendo por qué tú sí quieres estarlo. No es el mismo. ¿Es que no lo ves?

—Sí que lo es. En el fondo. Tienes que darle una oportunidad para que te lo demuestre.

—Te está engañando, ¿no te das cuenta? Lo único que va a hacer es complicar las cosas. —Sulli se puso en pie de un salto—. ¡No te quiere, no nos quiere, y cuando lo descubra volverá a marcharse!

—No, no lo hará —le aseguró en voz baja, frustrado porque su hija tuviera que verse obligada a lidiar con esa situación.

—¡Sí que lo hará! Y esta vez lo hará porque quiere hacerlo. No será un accidente. —Las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas. Se las limpió—. No quiero que eso vuelva a pasar. ¡No quiero que vuelva a pasarnos!

—Cariño —dijo Siwon al tiempo que la rodeaba con los brazos, pese a sus intentos por no dejarse atrapar—. Eso no va a pasar, te lo prometo.

Claro que, ¿cómo podía estar seguro de ello? Jungwoo le había dicho justo la noche anterior que quería irse, que quería olvidar todo ese lío. No podía obligarla a quedarse si ella no estaba por la labor de hacerlo. Pero tampoco permitiría que se marchara sin luchar. No después de lo que acababa de pasar entre ellos.

Cuando Sulli dejó de forcejear, se apartó un poco de ella y le limpió las lágrimas de las mejillas.

—Sulli, te quiero. No voy a permitir que sufras otra vez. Te lo prometo.

Su hija le echó los brazos al cuello y apoyó la frente en uno de sus hombros.

—¿Por qué tienes que salir con él? ¿Por qué no pueden ser solo amigos?

—Porque lo quiero, cariño — contestó en voz baja, con los labios pegados a su pelo—. Porque lo quiero desde hace mucho tiempo, desde antes de que tú nacieras. Y ese sentimiento no desaparece solo porque alguien quiera que lo haga. Tampoco desaparece con el paso del tiempo. Siempre está ahí.

—Pero tú no lo quieres a él. Quieres a appá.

Siwon se echó hacia atrás para mirarla a los ojos. Se parecía mucho a su appa. Los mismos ojos, la misma barbilla. El mismo carácter testarudo. Le apartó un mechón de pelo de la cara con delicadeza.

—Él es appa, cariño.

Sulli lo abrazó de nuevo y enterró la cara en su pecho.

—Sulli, por favor. —Siwon sentía el escozor de las lágrimas en los ojos—. Por favor, inténtalo por mí. Necesito que por lo menos hagas un esfuerzo. Esta tensión me está matando.

La niña se sorbió la nariz y se limpió las lágrimas, aferrada a él como si fuera un salvavidas. Se mantuvo en silencio tanto rato que Siwon no supo qué decir ni qué hacer. Tenían que superar ese problema. Tenían que hacerlo.

—Vale —dijo Sulli al final—. Lo intentaré. Pero no lo haré por él. Solo lo haré por ti.

No era la respuesta que Siwon deseaba escuchar, pero era un comienzo. Era más de lo que tenía el día anterior.

Se apartó de ella para limpiarle las lágrimas de nuevo. Su hija lo era todo para él, pero ni siquiera por ella sería capaz de dejar de amar a la única persona a la que había querido en la vida.

—Gracias, Sulli. —Le apartó el pelo de la cara—. ¿Ya no estás enfadada?

—No, supongo que no.

Mentía. Lo veía en sus ojos.

Pero ansiaba creerla, lo necesitaba para mantener la cordura.

—Bien. —Se levantó y le agarró una mano—. Vamos. Me muero de hambre. Tenemos que bajar antes de que el abuelo se lo zampe todo. Ya sabes lo que le gustan los huevos y las tortitas.

Sulli lo siguió y mientras caminaba en dirección a la cocina, desde donde les llegaban las risas de los demás, Siwon sintió, por primera vez desde hacía años, que el hielo que tenía en el pecho comenzaba a derretirse. Por primera vez desde lo que le parecían siglos, tenía esperanza.



Unos amenazadores nubarrones se cernían sobre la ciudad, semioculta por una leve neblina, y una suave brisa agitaba las hojas de los árboles. Si el clima era indicativo de lo que iban a encontrar, Heechul no estaba muy seguro de querer seguir adelante.

Se habían puesto en marcha más tarde de lo que esperaba. Después de sacar su viejo portátil y su bolso del ático, donde habían estado guardados desde el accidente, Siwon se marchó durante una hora o así para solucionar un problema que les había surgido en el trabajo. Ver sus antiguas pertenencias no ayudó en absoluto a que Heechul recordara algo, pero tampoco había supuesto que lo ayudaría. Sin embargo, le resultó extraño mirar algo que en el pasado fue suyo. Y no sentir nada.

Se libró de la melancolía que le provocaba la situación y, por insistencia de Siwon, se mantuvo alejado de la editorial. La secretaria de Yunho no se tomó muy bien lo de comunicarle el mensaje, pero no quería discutir con Siwon sobre el tema. Al menos, no hasta que descubrieran quién estaba involucrado en su desaparición.

Comprobó la dirección mientras Siwon conducía por el vecindario más cercano al puerto.
El coche pasó sobre una banda reductora de la velocidad al llegar, cambió de posición en el asiento de cuero. El nuevo Audi de Siwon, de un reluciente azul oscuro, destacaba muchísimo entre las camionetas oxidadas y los antiguos coches aparcados en la mayoría de los caminos de acceso a las casas que se alineaban a lo largo de ese tramo de carretera.

Lo miró de reojo mientras conducía el lujoso coche y recordó que era un hombre de éxito. A veces, incluso se le olvidaba que era un famoso, se le olvidaban su fortuna y su prestigio. Cuando estaban a solas, era como cualquier otro hombre. No vivía como alguien que había amasado millones; no actuaba como si pudiera comprar y vender a una persona a capricho.

Pero también había momentos en los que lo había oído hablar por teléfono con alguno de sus socios y su actitud le había recordado lo poderoso que era realmente.

¿Cuál era el verdadero Choi Siwon? ¿El hombre frío y centrado en el trabajo que conoció al principio o el hombre cariñoso y tierno de los últimos días?

La tensión sexual que reinaba entre ellos cuando estaban juntos era innegable, al igual que lo eran los profundos sentimientos que albergaba por él. Sin embargo, las dudas sobre su capacidad para juzgar a los demás persistían. ¿Acaso no se había equivocado por completo con Mithra?

Recordó la conversación que había mantenido con Siwon la noche anterior. Conocía a Mithra. Habían trabajado juntos. Pese a lo que le había contado, ella tenía la creciente sospecha de que no había sido del todo sincero.

—Creo que es ahí. —La voz de Siwon la devolvió al presente.

—Es una casa flotante.

Siwon aparcó el coche en la acera y detuvo el motor.

—Parece que no hay nadie en casa.

—La suerte sigue de nuestro lado... —replicó él con el ceño fruncido.

Siwon abrió la puerta.

—Vamos a echar un vistazo.

El embarcadero se meció levemente bajo los pies de Heechul a medida que caminaba. El miedo lo llevó a clavarse las uñas en las palmas de las manos, y tuvo que hacer un gran esfuerzo para no volver a la carrera a tierra firme.

—¿Qué te pasa? —le preguntó Siwon.

—No me gustan mucho las embarcaciones.

—¿Desde cuándo? —Rodeó un cubo que alguien había dejado en el suelo.

—Desde siempre.

—Pues antes no te molestaba. Solías pasar horas en nuestro barco.

Heechul se detuvo al llegar a la puerta.

—¿Tienes barco?

—Tenía. Lo vendí hace unos años.

«Qué raro», pensó Heechul. No se imaginaba ansioso por subirse a un barco a sabiendas de que acabaría mareado. Un detalle más que demostraba que no era la misma personas que Siwon recordaba. Levantó una mano para llamar a la puerta. Al no obtener respuesta, llamó de nuevo.

Siwon se volvió y echó un vistazo por la zona.

—Quédate aquí. Ahora mismo vuelvo.

—¿Adónde vas?

—A comprobar una cosa.

«Genial», pensó él. Detestaba que lo dejara en la inopia. Pero más detestaba saber que estaba a bordo de un barco. Echó un vistazo a las aguas verdosas que tenía debajo y sintió que se le revolvía el estómago. No alcanzaba a entender cómo alguien podía vivir en un barco.

La puerta principal se abrió y vio la cara de Siwon tras la mosquitera. Abrió los ojos de par en par.

—¿Qué estás haciendo?

—Vamos —dijo él, invitándolo a pasar—. La puerta trasera estaba abierta.

—Siwon, estamos cometiendo un delito de allanamiento de morada —le recordó mientras cerraba la puerta.

—Anoche no tuviste el menor problema con eso.

—Era distinto. Había un motivo para hacerlo. Pero esto me parece... tengo la impresión de que estamos invadiendo la intimidad de otra persona.

Siwon rio entre dientes mientras inspeccionaba la pequeña sala de estar.

—No vayas a ponerte quisquilloso ahora. Echa un vistazo, a ver si encuentras algo. Yo voy arriba. —Desapareció por el pequeño tramo de escaleras.

Heechul frunció el ceño mientras reparaba en la manta naranja y marrón que descansaba sobre el respaldo de un desgastado sillón relax de cuero con agujeros en los brazos. Un montón de revistas del corazón yacían desperdigadas sobre la arañada mesa auxiliar de roble. En otra mesita más pequeña había una taza de café vacía.

Heechul inspeccionó la cocina adyacente. La mesa de formica estaba atestada de papeles. En un plato de plástico había una rosquilla a medio comer.

Se acercó y tocó la cafetera. Aún estaba caliente y la luz roja parpadeaba, indicando que la máquina estaba encendida. O Kwon Dahyun había salido a la carrera o no le preocupaba en absoluto que su modesta casa se incendiara.

Heechul ojeó los papeles de la mesa. Facturas, recetas y una revista de moda. A la mujer le gustaba comprar. Siguió buscando con la esperanza de encontrar algo que pudiera relacionar a Kwon Dahyun con la pesadilla en la que se había convertido su vida.

Su busca fue infructuosa. Volvió a inspeccionarlo todo. Al otro lado de la cocina, vio un periódico. Suspiró mientras se acercaba y le dio la vuelta.

En ese momento, contuvo el aliento.

Una foto suya y de Siwon tomada durante la conferencia de prensa del día anterior ocupaba la portada. El fotógrafo había captado un momento durante el cual él estaba respondiendo una pregunta y Siwon lo estaba mirando, bien sorprendido por lo que decía o bien emocionado. Su expresión era muy tierna. Y muy distinta de como lo había mirado poco rato antes de que comenzara la conferencia. Sin embargo, el motivo de que Heechul contemplara la portada con los ojos como platos no era la foto, sino el hecho de que su cara estuviera rodeada por un círculo rojo trazado con rotulador.

Escuchó el crujido de las tablas del suelo en la planta alta. Cogió el periódico y subió.
La segunda planta consistía en un espacioso dormitorio dividido en una zona para dormir y en una oficina, que contaba con una mesa y un ordenador. La mesa estaba oculta bajo un sinfín de papeles. Sobre él colgaba una lámpara de techo.

Cuando entró, Siwon alzó la vista de los documentos que estaba ojeando.

—Kwon Dahyun tenía prisa por marcharse —le dijo.

—Sí, eso me ha parecido — replicó, al tiempo que el miedo le provocaba un hormigueo en la piel—. La cafetera todavía está caliente.

—¿Has encontrado algo?

—Solo esto. —Arrojó el periódico sobre la mesa.

Siwon lo miró, pero Heechul fue incapaz de interpretar su expresión.

—¿Y tú? —le preguntó, desterrando el terrible presentimiento que acababa de asaltarla.

—No he encontrado mucho. —Le entregó una arrugada hoja de papel arrancada de un
cuaderno—. ¿Reconoces algún nombre de esta lista?

—El mío.

—Lo sé.

En la hoja había escritos quince nombres. Casi la mitad de ellos estaban tachados con rotulador rojo. El suyo era el último y no estaba tachado, sino rodeado por un círculo.

—¿Qué significa esto? —le preguntó a Siwon en voz baja.

—No lo sé. Pero creo que debemos empezar a comprobar los demás nombres de la lista.

Después, buscaremos a Kwon Dahyun y descubriremos qué narices está pasando.



No quería estar allí.

Que le metieran en un tubo atado a una camilla no era la idea que Heechul tenía de pasárselo bien. Apretó los dientes e inspiró hondo para calmarse. Preferiría estar llamando por teléfono como Siwon antes que someterse al escáner que él había insistido que se hiciera esa tarde.

La prueba estaba dilatándose demasiado. ¿No se daban cuenta de que era claustrofóbico?
La máquina pitó y vibró, y la camilla salió del tubo.

«¡Gracias a Dios!», pensó.

Siwon lo esperaba en la sala de recepción cuando salió del vestuario. Tenía la cabeza gacha y se frotaba las sienes con los dedos. Irradiaba tensión. Heechul tragó saliva para deshacer el nudo que tenía en la garganta mientras cruzaba la estancia. No parecía tan preocupado cuando entró en la sala.

—¿Siwon?

Cuando él levantó la cabeza, las líneas de preocupación desaparecieron de su apuesto rostro. Una sonrisa forzada apareció en sus labios; una sonrisa que no se reflejaba en sus ojos.

—¿Estás listo?

—Sí. El doctor me ha dicho que vuelva en una hora.

Siwon se levantó.

—Pues vamos a comer mientras esperamos. —Le colocó una mano en la base de la espalda y lo instó a dirigirse al ascensor.

Heechul se sentó en el reservado medio en penumbra del bar escogido, situado a una manzana del hospital. Después de que les tomaran nota, le preguntó:

—¿Qué has averiguado?

Siwon colocó un brazo por encima del respaldo del asiento y comenzó a golpear la mesa de madera con una pajita.

—Nada.

Estaba mintiendo. Lo sabía.

—Vamos, Siwon. No me ocultes cosas.

—¿Qué te parece si nos vamos de vacaciones? Podríamos coger a los niños e irnos a alguna parte durante un tiempo, dejar que Siwan y Sulli se conozcan. A la playa o al campo, como tú prefieras.

—Hyukjae me dijo que nunca se toma vacaciones, señor Choi — dijo con sorna—. Empiezas a preocuparme. ¿Qué pasa?

Él echó un vistazo por el bar para comprobar quién podría escucharlos, y lo imitó. Un camarero atendía la larga barra de caoba. Había dos clientes sentados en sendos taburetes delante de la brillante superficie. Unas cuantas mesas estaban ocupadas por turistas.

Lo miró de nuevo.

—Siwon, ¿qué me estás ocultando?

Al final, él se sacó del bolsillo el trocito de papel roto que habían cogido de casa de Kwon Dahyun poco antes y se lo dio.

—Todas las personas de la lista que están tachadas han muerto.

—¿¡Qué!?

Siwon puso cara apenada mientras señalaba los nombres de la lista.

—Ataque al corazón, accidente de tráfico y ahogamiento. Uno incluso murió de una sobredosis hace unos pocos días. No hay indicios de juego sucio en ninguna de las muertes.

Había cuatro nombres sin tachar, incluido el suyo.



2 comentarios:

  1. TT___TT esto ya no me esta gustando!!!!
    aww~ No, pobre Hee, yo siendo èl, ya estaria traumado del todo!!!
    ¬¬ ahh~ insisto, alguien dele una buena regañina a Sulli!!!! -pero amo que siwon pensara que ni por ella, dejaria a su amado-
    ahhh~ ♥

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  2. Es un poco comprensible la actitud de Sulli,ya no quiere sufrir una nueva perdida si acepta a Hee y este después decide irse porque no pertenece a esa familia,porque Hee no los recuerda. Ella solo quiere protegerse ella misma y a Siwon de no volver a sufrir. Pero tampoco debe negarse a darle una oportunidad,no es como si Hee se hubiera querido ir por gusto.
    Dios,¿qué hicieron con esas personas?,no solo fue Hee,además seguro ya andan detras de él... deben de estar atentos,hay peligro cerca

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...