Sulli y Siwon
atravesaron el arco del pasillo y entraron en la cocina. A Heechul se le formó
un nudo en el estómago.
Sulli frunció
el ceño en cuanto lo vio.
—Genial
—masculló la niña.
Siwon le dio un
apretón en el hombro.
—Compórtate —le
susurró él.
Sulli se
dirigió al patio trasero, cerrando de un portazo al salir. A Heechul le costó
la misma vida reaccionar únicamente cerrando los ojos e inspirando hondo para
calmarse.
—Hola, Donghae.
—La sonrisa forzada de Siwon puso de manifiesto su frustración—. No sabía que
ibas a estar aquí.
—Hyukjae me ha
invitado. Espero que no suponga un problema.
—No, me alegra
verte. —Miró por la ventana—. Siempre y cuando no te importen los
fuegos
artificiales.
Donghae sonrió.
—Yo también
tengo una hija de nueve años. Me conozco la cartilla.
Siwon miró a Heechul,
enarcó una ceja para hacerle saber que reconocía su presencia y se adentró en
la cocina.
Donghae miró a Heechul
y a Siwon, ya que sin duda sentía la tensión entre ellos. Se puso en pie y
recogió los papeles.
—En fin,
supongo que eso es todo. Podemos seguir hablando después. —Se acercó al
frigorífico —. Le he dicho a Hyukjae que le llevaría una cerveza.
La mosquitera
se cerró tras él al salir. En el silencio que siguió a su marcha, Siwon abrió
una cerveza, se apoyó en la encimera de la cocina y le dio un buen trago a la
botella.
—No era mi
intención espantarlo.
Los nervios se
apoderaron de Heechul. Bastaba con estar en la misma habitación que él para
recordarle todas las intensas emociones que había sentido el día anterior
cuando lo miró a los ojos en el dichoso banco del parque. No necesitaba sentir
nada por él, mucho menos esas repentinas sacudidas que no podía definir ni comprender.
Ni el deseo que le consumía y que tenía que controlar cada vez que él se le
acercaba.
—Ya casi
habíamos terminado. No sabía que ibas a venir.
—Hyukjae me
pidió que viniera.
—Entiendo. —Hyukjae,
el pacificador.
—Puedo irme si
lo prefieres.
—Por mí no
tienes que hacerlo.
Su recelosa
mirada se clavó en él. Algo que le puso todavía más nervioso. Heechul se pasó
una mano por el pelo y enderezó la espalda.
Siwon se acercó
al frigorífico, sacó otra cerveza, la abrió y después se acercó a la mesa para
ofrecérsela. Heechul
levantó la vista, sorprendido. Cuando cerró los dedos en torno a la botella, Siwon
se sentó en la silla que Donghae acababa de dejar libre.
Se llevó la
botella a los labios y bebió un sorbo. El líquido ambarino parecía néctar. El
silencio se prolongó en la cocina, lo que aumentó aún más sus nervios.
—No tienes muy
buen aspecto —comentó él al final.
Heechul contuvo
una carcajada.
—Gracias por
comentarlo. —Se apoyó en el respaldo y cerró los ojos—. Una vida dura.
—¿Quieres
hablar del tema?
Abrió los ojos
al escucharlo.
—¿Contigo? —¿Lo
decía en serio? Ni siquiera lograban estar en la misma habitación sin empezar
una discusión.
—Podría
ayudarme a entender de dónde vienes. —Bajó la vista a su mano izquierda, a la alianza
que aún llevaba en el dedo.
La frustración
le consumió. No tenía el menor derecho a hacerle sentir culpable por la vida
que había llevado con Mithra. Pero si no sacaban el tema, se enquistaría
todavía más.
—Te molesta
mucho, ¿verdad?
Vio que apretaba
los dientes.
—Claro
que sí.
—No la llevo
para molestarte. Ni siquiera me doy cuenta de que la llevo la mayor parte del
tiempo.
—¿Y la otra
parte?
—La otra parte
del tiempo intento averiguar cómo ha podido pasar todo esto. Me está costando
mucho creer que Mithra lo hizo todo a propósito.
Siwon bebió un
buen trago de cerveza. La tensión hizo que las arrugas fueran más visibles
alrededor de sus ojos.
—A lo mejor no
lo conocías tan bien como creías.
—A lo mejor. Es
un poco inquietante pensar que puedo haberme equivocado tanto con una persona.
—¿Te hizo daño?
Su voz era
fría, pero tenía una expresión tierna en los ojos que apaciguó la frustración
que sentía.
—No. Sé que no
quieres oírlo, pero era un hombre bastante decente. Discutíamos de vez en
cuando. No siempre estábamos bien, pero nunca me hizo daño físicamente. Y
estaba loco con Siwan. Nunca cuestioné el amor que le profesaba, ni una sola
vez.
—Confiado. —El
sarcasmo de su voz hizo que Heechul tensara la espalda—. La persona que yo
conocía jamás se habría dejado llevar a ciegas. ¿No te pareció raro? ¿Aceptaste
sin más todo lo que te dijo?
—Era médico.
Dijo que era mi marido. Las personas que me rodeaban confirmaron sus palabras.
Nunca me planteé que fuera mentira porque nunca tuve motivos para hacerlo. —Se
enfadó—. No sabes lo que es despertarte sin recuerdos, sin tener ni idea de
quién eres. Ni se te ocurra juzgarme hasta que hayas pasado por eso.
El silencio
volvió a reinar en la estancia. Sus palabras flotaron entre ambos. Cada vez que
hablaban, las cosas parecían empeorar. Heechul bebió un sorbo de cerveza y
contó los segundos que marcaba el segundero del reloj de Siwon. El tictac
sonaba como un cañón en mitad de la cocina.
—¿Estabas
enamorado de él?
Su voz baja le
instó a alzar la vista. Él no le miraba a la cara, sino que mantuvo la vista
clavada en la ventana. Sin embargo, se percató de la tensión que embargaba su
cuerpo, como si se estuviera preparando para la respuesta.
No quería
mentir. Pero tampoco le hacía demasiada gracia la verdad. Por primera vez, se
sentía dividido.
—Sí —contestó
con más vacilación de la que pretendía—. O eso creía. Ahora...
Sus ojos se
clavaron en él. Heechul se encogió de hombros.
—Ahora ya no
estoy tan seguro. Ahora mismo no estoy seguro de nada.
—Joder. —Siwon
apretó los dientes. Se levantó de la silla y fue al frigorífico en busca de
otra cerveza.
Heechul inspiró
hondo y luchó contra la frustración y el sentimiento de culpa que ardían en su
pecho, aunque no debería sentir nada de eso.
—¿Crees que
algún día podremos mantener una conversación sin que acabes soltando palabrotas
a diestra y sinestra?
—No. —Le
contestó con voz fría e impasible, con los ojos clavados de nuevo al otro lado
de la ventana, en sus hijos.
Heechul se puso
en pie.
—Pues debimos
de tener un matrimonio alucinante a juzgar por esto. Por el amor de Dios, ¿qué
me convenció para casarme contigo?
—Siento
quitarte las gafas de color de rosa, cariño, pero seguimos casados.
—No me lo
recuerdes. —En ese momento, era más que consciente de esa situación, y la
realidad que eso suponía fue lo único que consiguió que refrenara sus
emociones—. Mira, Siwon, sé que esto es duro para ti. Entiendo por lo que estás
pasando, aunque yo no sienta lo mismo. He intentado ponerme en tu lugar cientos
de veces, y me resulta imposible. Pero eso no quiere decir que me dé igual.
—Ojalá le mirase, pero seguía con la vista clavada en la ventana—. No voy a
mentirte. Tienes algo que me... intriga. Aunque no tengo la menor idea de qué
se trata. Eres irritante, terco, maleducado y frío. Cada vez que estamos
juntos, me lo demuestras. Estás siendo fiel a tu reputación de hombre
desalmado, señor Choi.
La mirada que
le lanzó Siwon podría matarlo en el acto. A juzgar por su reacción, supo que
sus palabras habían dado en el clavo, de modo que suavizó la voz al continuar:
—Pero, pese a
todo, sigo perdido, porque aunque no conserve mis recuerdos, aún percibo cosas.
Ayer en el parque fue como una especie de déjà-vu. Reconocí algo al estar cerca
de ti. Y sentí algo que no había sentido antes. Pero no sé qué significa. No sé
si reconocí algo que compartimos alguna vez o si se trata de una sensación que
me empuja hacia ti. Y, la verdad, ahora mismo no puedo pensar en eso siquiera.
No quiero pensar en eso.
Se pasó una
mano por el pelo
—Esto me
supera. Tengo que pensar en Siwan y en lo que es mejor para él. Y tengo que
conseguir que Sulli deje de odiarme. Además, ¿qué diablos voy a decirles a mis
padres cuando se presenten? —Se frotó la cicatriz, que le daba punzadas—. Es
más de lo que puedo abarcar. Y ni siquiera puedo empezar a concentrarme en ti
hasta que haya solucionado alguna de esas cosas. No quiero hacerte más daño
todavía, pero no puedo mentirte y decirte que no sentía nada por él, ni tampoco
puedo fingir que el último año y medio que viví con él no existe, porque sí
existe. Ninguno de los dos puede cambiarlo. Solo podemos intentar que la
situación sea lo más normal posible para los niños que están ahí fuera.
Siwon estaba
tan callado e inmóvil que casi temió que estallara en cualquier momento.
—Puedo aceptar
eso —replicó al final—. Los niños también son mi prioridad. —Soltó la cerveza
en la encimera de la cocina y se acercó a él—. Pero quiero que te quede clara
una cosa: no soy paciente. Durante estos cinco años he pasado un infierno,
mientras tú has estado viviendo tan tranquilo. No voy a quedarme sentado y a
dejarte solucionar las cosas mientras me dejas en un segundo plano a la espera
de estar preparado para enfrentarte a mí.
Siwon se acercó
y él retrocedió hasta que sus talones tocaron la pared. La cara de Siwon estaba
a escasos centímetros de la suya, y su cálido aliento le provocó un escalofrío.
Olió el jabón con el que se había duchado, sintió el calor que irradiaba su
cuerpo. Y, de repente, tuvo el súbito y perverso deseo de colocarle una mano en
la nuca y pegar sus bocas.
Un deseo que
era una completa locura.
—Vas a tener
que lidiar conmigo ahora —siguió él con voz ronca—. Junto con todo lo demás.
Sus ojos eran
un pozo de emociones. De emociones, de pasión, de anhelo y de desafío. Un
desafío al que algo en su interior le dijo que ya se había enfrentado antes.
En vez de
cogerle la cara y saborear esa boca, tal como su cuerpo se moría por hacer de
repente, le clavó un dedo en el pecho con fuerza.
—Y tú vas a
tener que madurar, Choi. No eres el único protagonista de esta historia. Lo
hago lo mejor que puedo. Intento ser comprensivo con tus necesidades y con los
sentimientos de Sulli. Nada de esto es fácil. Para ninguno de nosotros.
La frustración,
la rabia, el sentimiento de pérdida y el miedo se aunaron y lo abrumaron.
Enterró los dedos en su camiseta y se acercó lo bastante para tomar ese sorbo
de sus labios, aunque ya no lo ansiaba tanto. Estaba cabreadísimo. Él no era el
único capaz de comportarse como un imbécil cuando le hacían daño.
—Y que no se te
olvide una cosa —añadió—: estoy aquí porque quiero. No tenía que venir a
buscarte. Y nada me obliga a quedarme salvo mi decisión. Así que déjate de pendejadas
y enfréntate a la realidad, de la misma manera que yo me estoy enfrentando a
ti.
Le soltó la
camiseta y le dio un empujón, apenas lo bastante fuerte como para moverlo. Sin
embargo, Siwon retrocedió de todas formas. Y cuando lo miró, sus ojos relucían
con una mezcla de asombro, rabia y casi habría jurado que un poco de
admiración. Una admiración que hizo que le diera un vuelco el corazón.
El deseo entre
ellos era tal que saltaron chispas. Unas chispas que le indicaron que ya habían
discutido acerca de ese tema antes. No exactamente del mismo tema, pero sí que
habían tenido ese enfrentamiento. Ese enfrentamiento cargado de tensión sexual.
No necesitaba recuerdos para saber que la química entre ellos era inflamable.
Lo sentía. Sentía que siempre había sido inflamable. Pero a diferencia de otras
discusiones, esa no terminaría con un polvo sudoroso y apasionado. No lo
permitiría.
Después de todo
lo que había sufrido, no pensaba arriesgarse a acabar abrasado otra vez. Mucho
menos con un hombre como Choi Siwon.
Lo rodeó y se
dirigió al patio trasero.
—Tranquilo. —Hyukjae
le dio un apretón en una rodilla a Heechul. Se encontraban en su casa, y él
estaba apoyado en la mesa de su despacho—. Reaccionarán bien.
Heechul enarcó
las cejas y cruzó los brazos por delante del pecho. Hyukjae esbozó
una sonrisilla maliciosa.
—Bueno, igual
les da un pasmo. Pero uno pequeñito.
—Sigo sin
entender por qué tengo que estar delante —replicó Heechul.
—Para prestarme
apoyo moral. —Hyukjae cogió el teléfono y marcó el número—. He tenido que
lidiar solo con ellos durante cinco años. Ya va siendo hora de que me eches una
mano. —Se volvió y empezó a hablar por teléfono.
Heechul miró a Siwon,
que estaba apoyado en el marco de la puerta. Le encantaría estar fuera con Donghae
y con los niños, no encerrado ahí con Siwon y Hyukjae.
—¿Siempre es
así de mandón?
—Más o menos
—contestó Siwon, que cruzó los brazos por delante del pecho.
—¿Yo lo
aguantaba?
Lo vio esbozar
una sonrisa torcida. El primer asomo de sonrisa que Heechul había visto en su
cara.
—En absoluto.
Siempre le plantabas cara. Lo mismo que has hecho conmigo en la cocina.
Heechul apartó
la mirada de Siwon para escapar de su escrutinio, miró a Hyukjae e intentó
controlar la emoción provocada por las palabras de Siwon. Hyukjae estaba
haciendo un gran esfuerzo para explicarle la situación a su madre. Heechul
frunció el ceño.
—Creo que no le
está yendo muy bien.
—Mamá —dijo Hyukjae—,
voy a poner el manos libres.
Heechul abrió
los ojos de par en par al tiempo que le daba a Hyukjae un toque con la rodilla
y negaba con la cabeza; sin embargo, eso no lo detuvo.
—Bueno, mamá
—dijo Hyukjae—, ahora estamos todos.
Al otro lado de
la línea, reinaba el silencio. Y después se escuchó la voz alegre de Lee Heejin.
—¿Está Siwon
ahí?
—Estoy aquí, Heejin
—contestó él, adentrándose en la estancia.
—Siwon, ¿está
diciendo la verdad o es una de sus bromas? Porque si está bromeando con esto,
lo borro del testamento ahora mismo. ¿Me has oído, Hyukjae?
Siwon miró a Heechul.
—No, Heejin. No
está bromeando. Es cierto.
Se produjo otro
silencio.
—¿Está... está él
ahí?
Heechul miró a Hyukjae
echando chispas por los ojos. Le iba a caer una buena por habérsela jugado de
esa forma.
—Sí, también
estoy aquí. No está mintiendo.
El silencio fue
tal que la llamada parecía haberse cortado. Y después se escucharon unos
sollozos. Seguidos por la voz de Janghoon. Hyukjae cogió el auricular,
desactivó el manos libres y le dio unas palmaditas a Heechul en la rodilla,
tras lo cual procedió a repetir la historia, en esa ocasión con su padre.
Cuando colgó,
soltó un largo suspiro.
—Vendrán
mañana. He logrado convencerlos de que te concedan un día en vez de coger el
primer avión que salga.
—Genial
—murmuró Heechul—. Ha sido muy bonito que me lanzaras al precipicio de esa
forma. Recuérdame que te devuelva el favor.
—Te sentirás
mejor después de comer. Siempre te ponías muy gruñon cuando te bajaban los
niveles de azúcar. —Se levantó del sillón y se marchó a la cocina.
Heechul sabía
que Siwon seguía detrás de él. Aunque era incapaz de explicar cómo era posible.
El caso era que percibía su presencia.
—¿Cómo crees
que reaccionarán cuando lleguen?
—Se lo tomarán
bien —contestó Siwon—. Son buena gente. Eso sí, yo me aseguraría de que Siwan
estuviera contigo cuando lleguen. Eso te dará un respiro.
—Buena idea.
—Lo miró—. ¿Tú también vas a estar?
—Creo que voy a
pasar. Hyukjae te acompañará.
Él asintió con
la cabeza. ¿Por qué le molestaba que no quisiera estar a su lado?
—Supongo que
con esto se acabaron las sorpresas de momento —dijo en voz baja.
Siwon se miró
los pies.
—Sí, supongo
que sí. Yo también se lo he dicho a mis padres esta misma mañana. Vendrán a
finales de semana, pero puedes estar tranquilo. Querrán verte, pero el motivo
fundamental de su visita será estar conmigo y con Sulli, además de conocer a Siwan.
—Bien. —La
conversación se le antojaba incómoda. Conocer a sus padres, conocer a sus
suegros... todo era extrañísimo—. Avísame cuando lleguen. Llevaré a Siwan. —
Intentó leerle el pensamiento. Fue incapaz. Dudaba mucho que alguna vez fuera
capaz de hacerlo—. ¿Les caía mal?
—¿Cómo dices?
—Que si les
caía mal a tus padres. No parecen muy contentos con la idea de volver a verme.
No como los padres de Hyukjae. —Frunció el ceño—. Como mis padres. —Le costaba
trabajo hacerse a la idea.
Tenía padres.
—Sí, les caías
muy bien —le aseguró con ternura, algo que lo conmovió—. Te querían. —Movió la
cabeza—. Saben que todo esto es sorprendente para mí, para todos. No quieren
que te sientas más incómodo de lo que te sientes ya.
La situación
seguiría siendo incómoda sin importar lo que hicieran o dejaran de hacer los
demás. Heechul no supo qué replicar. Sin embargo, ansiaba con todas sus fuerzas
poder hacer algo para mejorar las cosas.
—Vamos —dijo Siwon,
poniéndole fin al silencio antes de que lo hiciera él—. Vamos a comer algo y a
ver qué hacen los niños.
Agradecido por
la distracción, lo siguió hasta la cocina, consciente en parte de que Siwon se
esforzara por desterrar el sarcasmo y la ira. Desde el momento que habían
compartido en la cocina, se había empeñado por tratarlo con cierta compasión o,
al menos, por rebajar la hostilidad.
Cuando llegaron
a la cocina, vieron que Hyukjae y Donghae estaban preparando las hamburguesas
mientras que Sulli y Haru sacaban las patatas fritas y las salsas. Las niñas ya
habían entablado una gran amistad. Siwan se dedicaba a correr de un lado para
otro, como si fuera un añadido más del grupo. Parecía una situación normal. Dos
familias que se habían reunido para hacer una barbacoa.
Había que
observar los detalles con atención para percatarse del gigantesco lío que había
detrás de la imagen.
La parpadeante
luz del televisor atrajo la atención de Heechul. Nadie parecía prestarle atención,
así que se acercó para apagarlo. Sin embargo, se detuvo cuando estaba a punto
de hacerlo porque escuchó que el reportero mencionaba el nombre de Siwon. Acto
seguido vio su cara en la pantalla. Y contuvo el aliento.
Siwon se acercó
al instante. El reportero se encontraba en la puerta del edificio de la empresa
de Siwon, en el centro de la ciudad.
—El Canal Dos
de Noticias ha descubierto recientemente que Choi Siwon, el magnate
farmacéutico cuyo esposo murió hace cinco años en un accidente de avión, ha
recibido unas noticias sorprendentes esta misma semana.
Eish.....como si no tuvieran suficientes problemas,viene la prensa a joder el día. Ahora todos se enteraran,y los que se andan escondiendo no saldran para que los vean
ResponderEliminarBien,pues de a poquito,de a muy poquito va avanzando la convivencia con siwon,la carta alta es sulli,espero comprenda que nada fue hecho a proposito