Volver a Amarte- Capítulo 17




—No quiero tener que pagar la fianza de nadie esta noche — masculló Donghae.

Lo miró de reojo.

—No me creerás tan tonto como para dejarme coger, ¿verdad?

—Espero que no, Choi.

Donghae adoptó su sonrisa de abogado al entrar en el vestíbulo y acercarse al mostrador de recepción.

Una mujer oronda de pelo canoso estaba sentada al mostrador.

—Firmen aquí. Tienen veinticinco minutos antes de que acabe el horario de visitas.

Donghae firmó en el registro, le pasó a Siwon el bolígrafo y esperó.

La recepcionista los miró con cara de pocos amigos.


—Necesito algún tipo de identificación. —Miró en su ordenador y esperó a que Siwon y
Donghae sacaran las carteras—. La señora Jang está en el ala D, en la habitación 438.
—Golpeó un mapa con un lápiz—. Aquí. Vayan por ese pasillo de ahí. —Señaló una puerta de doble hoja.

—Gracias —replicó Donghae.

—Qué amable —musitó Siwon mientras abrían la puerta.

Cuando se hallaron solos en el pasillo, Donghae miró el reloj.

—No te retrases.

—Hecho. Diviértete.

—Ya, que me divierta. —Donghae frunció el ceño—. Panda tiene alzheimer. No me recuerda. Va a ser estupendo.

Siwon le guiñó un ojo antes de meterse en el cuarto del celador.

El olor de los desinfectantes industriales se le metió por la nariz. Encendió la linterna de bolsillo que llevaba e inspeccionó el cuartillo. Tal como le habían dicho a Donghae, había un uniforme de celador colgado de un gancho de la pared. Se lo puso, se colocó la identificación con su foto en el bolsillo de la camisa y salió al pasillo empujando el carrito de la limpieza.

Atravesó el edificio despacio, silbando como si no tuviera la menor preocupación. Una enfermera pasó junto a él, se detuvo y lo miró.

—Eres nuevo. ¿Dónde está Jacky?

Él la miró con una sonrisa.

—Enfermo. Lo estoy sustituyendo.

—Hay un charco en la 102 que tienes que limpiar.

—Sí, señora. Ahora voy.

—Necesito que lo limpies ahora mismo. Vamos.—Lo señaló con un dedo. Joder. No tenía tiempo para eso en ese instante. Pero era seguirla o levantar sospechas, algo que no les hacía falta.

Le dio la vuelta al carrito. ¿La 102? ¿Dónde diablos estaba eso? Siwon miró el mapa del edificio que había colocado debajo de las botellas emplazadas en la parte superior del carrito. Joder. En el extremo opuesto de la clínica.

La enfermera abrió una puerta.

—¿Señor Anders?

Un gruñido ahogado fue la única respuesta.

Siwon dejó el carrito en el pasillo. Arrugó la nariz al entrar en la habitación. Madre del amor hermoso, no se había presentado voluntario para eso. Casi se podía decir que la vejiga del anciano había explotado en mitad del suelo.

—Vamos a limpiar todo esto enseguida, señor Anders —dijo la enfermera. Le hizo un gesto con la cabeza a Siwon para que se pusiera manos a la obra.

Aunque por dentro soltó una retahíla, regresó junto al carrito del celador y cogió los utensilios que supuso que iba a necesitar. Veinte minutos después, volvía a empujar el carrito por los largos pasillos. Le ardía la piel y tenía la necesidad de darse una ducha para borrar el hedor de esa habitación. Y desde luego que no quería envejecer.

Una mujer estaba picando datos delante de un ordenador cuando entró en los despachos. Levantó la identificación.

—He venido para vaciar las papeleras.

La mujer apenas lo miró.

—Vale, pero no tardes. Tengo que cerrar con llave.

—Sí, señora.

Se movió por la estancia, realizando su tarea. Cuando terminó con el despacho de fuera, entró en la sala de archivo.

La puerta de brazo mecánico se cerró detrás de él. Apretó el paso hacia la ventana y la abrió.

Jungwoo estaba justo debajo de la ventana, donde había estado escondido.

—¿Por qué has tardado tanto?

—La vejiga de un viejo explotó en la otra punta del edificio — susurró él.

—¿Qué?

—Te lo explico después. No tenemos mucho tiempo. —Lo ayudó a entrar por la ventana—. En el despacho de fuera hay una secretaria que se muere por volver a casa.

Jungwoo fue derecha al archivo. Abrió el primer cajón y empezó a rebuscar entre los informes.

—No hay una carpeta para Kim.

—Prueba con Choi.

Cerró el primer cajón y abrió el siguiente.

Siwon vació la papelera. Las persianas metálicas sonaron cuando pasó por encima un cepillo para disimular el ruido de los cajones del archivador al abrirse y cerrarse.

—Nada —susurró. Le miró de nuevo.

—¿Lee?

—Aquí está —dijo él—. Menos mal que los informes se habían destruido en un incendio. —Sacó la carpeta, la abrió y hojeó el contenido.

El siseo que se le escapó llamó la atención de Siwon.

—¿Qué pasa?

—La firma de Mithra está por todas partes. —Siguió pasando de página, con la cara tan blanca que Siwon estuvo a punto de obligarlo a sentarse—. Aparece mucho la firma de una enfermera: Kwon Dahyun.

—Yo me encargo. —Siwon se acercó a otro archivador y buscó la documentación del personal—. No está aquí.

—¿En otro despacho?

—Seguramente —respondió él mientras seguía buscando en los cajones.

—¿Qué es el Midazolam?

Siwon levantó la vista.

—Es una benzodiacepina.

—¿Qué es eso?

—Un medicamento utilizado como sedante hipnótico.

Jungwoo lo miró.

—¿Un sedante? ¿Sirve para el coma?

—Es posible. Si se combina con un agente paralizante, sí.

Heechul tragó saliva y volvió a mirar su historial.

—¿Como el Anectine?

«Joder, joder», pensó él.

—Sí. 

—¿Qué me dices del Tabofren?

Siwon se quedó paralizado.

—Repite eso.

—Tabofren. Está en mi historial.

—Es un medicamento contra el cáncer.

Jungwoo levantó la vista de repente.

—Yo no tenía cáncer, ¿verdad?

Aunque negó con la cabeza, la preocupación le formó un nudo en el pecho. Alguien aporreó la puerta.

—Oye, ¿has terminado ya? Tengo que cerrar.

—Mierda. —Jungwoo se escondió debajo del escritorio.

Siwon abrió la puerta. Tenía la adrenalina por las nubes, pero se obligó a sonreír.

—Claro. Solo tengo que coger bolsas nuevas. —Silbando, volvió junto al carrito, cogió lo que necesitaba y regresó al despacho. Con el ceño fruncido, Jungwoo le llamó la atención con un gesto de la mano desde su escondrijo.

Siwon se tomó su tiempo, asegurándose de que la ventana estaba cerrada antes de salir de la estancia.

La secretaria miró el reloj.

—Te lo has tomado con calma. —Apagó las luces y lo obligó a salir de la oficina principal antes de cerrar la puerta con llave.

—Buenas noches —se despidió él.

La mujer no contestó, se limitó a enfilar el largo pasillo, y el taconeo de sus zapatos fue lo único que se oía en el espacio vacío.

Siwon llevó el carrito hasta el cuarto de celadores más cercano y regresó al despacho con cuidado. Llamó a la puerta, miró a su alrededor y esperó. La puerta se abrió una rendija por la que él se coló antes de volver a cerrarla.

Los ojos de Jungwoo relucían en la oscuridad.

—Se ve que sabes cómo hacer que un chico se lo pase bien.

—Recuerda que esto no ha sido idea mía. Mira en ese despacho. Yo miraré en este.

Se separaron para buscar en los archivadores y en los cajones de los escritorios. Cuando Jungwoo le susurró desde una habitación cercana, cerró el cajón que estaba mirando y dejó que su voz lo guiara.

—Lo tengo —dijo—. Kwon Dahyun fue despedida hace casi un año, aquí está su dirección.

—Eso está en el agua.

—No encuentro nada de Mithra.

Se escucharon llaves en el despacho exterior.

—Mierda. —Siwon lo empujó hacia la ventana—. Vamos.

Jungwoo abrió la ventana y salió. Él lo siguió e intentó cerrarla del todo antes de agazaparse entre los arbustos.

La luz brotó de la ventana, derramándose sobre los arbustos. Siwon contuvo el aliento. Cuando a Jungwoo se le escapó una risilla, le colocó una mano sobre la boca.

No se escuchó ruido alguno procedente del despacho, pero el haz de la linterna seguía allí. La luz desapareció después de lo que le pareció una eternidad. Se escucharon pasos y una puerta que se abría y que se cerraba. El silencio se impuso a su espalda.

—¿Quieres que nos cojan? — susurró Siwon.

Jungwoo le apartó la mano de su boca.

—Lo siento. No he podido evitarlo. Nunca te había visto moverte tan rápido.

—Ya me imagino los titulares de mañana: «Empresario farmacéutico arrestado por allanar una clínica al norte de la ciudad.»

Jungwoo soltó otra risilla.

—¿Te da miedo ensuciar tu reputación de niño bonito?

—Ya está más que sucia. Y no, me da miedo ir a la cárcel y acabar con un compañero de celda llamado Bubba. —Cuando Jungwoo soltó una carcajada, el corazón le dio un vuelco—. Y tampoco quiero que nuestros hijos acaben en las incapaces manos de Hyukjae. Sulli ya tiene una buena boquita.

—Porque las palabrotas no las ha aprendido de ti, ¿verdad? —En sus ojos relucía un brillo alegre.

—Claro que no.

Jungwoo sonrió. Dios, cuánto echaba de menos esa sonrisa. Su forma de iluminarle la cara, su alegre mirada. La sensación que le provocaba en el estómago. Ardía en deseos de besarlo. Ardía en deseos de tocarlo. Ardía en deseos de acabar lo que habían comenzado antes.

En cuanto volvieran y analizaran lo que acababan de descubrir, pensaba hacer justo eso.
Lo cogió de la mano.

—Vamos, larguémonos de aquí.


La luz del cuadro de mandos iluminaba la cara de Donghae, que estaba en el asiento del copiloto. Hyukjae y él estaban discutiendo acerca de qué desvío tomar para regresar a la autopista. Parecían un matrimonio de viejos.

Heechul miró a Siwon, que estaba sentado junto a él en la parte trasera. Había dejado el uniforme de celador en los arbustos, junto a la clínica, antes de irse. En ese momento, estaba estudiando su historial médico con detenimiento. Tenía el ceño muy fruncido.

Eso no pintaba bien.

—No tienes el menor sentido de la orientación —protestó Donghae—.
No, gira a la derecha en el siguiente semáforo.

—Hemos pasado por delante de un Taco Grill’s al ir —replicó Hyukjae —. Me acuerdo muy bien. Es por allí. —Señaló hacia delante.

—No, no es por allí —lo contradijo Donghae—. Está en la siguiente calle. Tú gira. —Le echó mano al volante.

—Diablos, Donghae. Déjame conducir. —Cuando él lo fulminó con la mirada, Hyukjae frunció el ceño, meneó la cabeza y giró donde él le había dicho. El gran letrero del restaurante iluminaban la calle.

—¿Lo ves? Te lo dije. Nunca discutas conmigo sobre direcciones. Salida a la autopista. Allí.

—Tengo ojos, cariño, y quiero puntos por acordarme del Taco Grill’s. Por cierto, tengo hambre.

—Tengo que ir al despacho — dijo Siwon.

—¿Por qué? —preguntó Heechul. El silencio de Siwon mientras leía su historial médico y el hecho de que no le hiciera gracia el espectáculo que estaba teniendo lugar en la parte delantera del vehículo lo tenía de los nervios.

—Tengo que comprobar una cosa. Dejame en el centro, ya volveré a casa en un taxi.

—Adiós a mi taco. —Hyukjae suspiró y pasó de largo junto al restaurante. Se incorporó a la autovía en dirección a la ciudad.

—Háblame, Siwon —le dijo Heechul —. ¿Qué te ha llamado la atención de mi historial?

Lo vio mover los papeles que tenía en el regazo.

—Parece que estuviste sumido en un coma natural durante bastante tiempo. Pero después de que Siwan naciera, te administraron medicamentos para mantenerte en él. Es como si hubieras salido por tus propios medios pero alguien no quisiera que te despertases.

A Heechul se le formó un nudo en el estómago.

—¿Qué me dices de ese otro medicamento? —Al ver que él no le contestaba, insistió—: Siwon, dímelo.

Lo vio apretar los labios. Al final, dijo:

—El Tabofren era un medicamento de SmCorp que hace cinco años estaba en la fase uno de los ensayos clínicos.

Donghae se volvió en su asiento.

Hyukjae lo miró a través del retrovisor.

—¿Qué? —Heechul puso los ojos como platos.

—Lo retiramos porque la FDA estaba muy preocupada por los efectos secundarios.

Heechul sintió que la sangre se le agolpaba en los pies. Como si se estuviera quedando sin aire.

La mano de Siwon acarició la suya.

—No te asustes todavía. Deja que investigue un poco primero.

El asintió con la cabeza, aunque en el fondo no sabía qué pensar. Ni qué hacer, por cierto. Con dedos temblorosos, se frotó la cicatriz que tenía en el lateral de la cabeza. Tragó saliva para contener el miedo.

No funcionó.

Hyukjae paró el coche delante del edificio de la empresa de Siwon.

—Donghae y yo compraremos comida y nos reuniremos con ustedes ahí arriba.

—No hace falta —rehusó Siwon al tiempo que salía del coche. Cogió la mano de Heechul y lo ayudó a bajar.

—No discutas, Siwon. —Donghae sacó el brazo por la ventanilla y le dio un apretón en los dedos a Heechul —. Volveremos enseguida.

¿Por qué tenía de repente un mal presentimiento?, se preguntó Heechul, que se pasó una mano por el pelo mientras entraba en el edificio con Siwon. Un mal presentimiento lo recorría por entero, al igual que le pasó aquel día, cuando se arrodilló en el suelo del despacho de Mithra y abrió el archivador cerrado con llave que cambió su vida.

—Hola, John. —Siwon saludó con un gesto de la cabeza al guardia de seguridad que estaba sentado tras el mostrador de recepción.

—Señor Choi. Viene muy tarde hoy.

—Tengo que hacer un trabajillo. Mi cuñado y un amigo llegarán un poco más tarde. Que suban cuando lleguen.

—Por supuesto, señor Choi. Tenía buen aspecto en la tele hoy —añadió con una sonrisa torcida.

—Gracias. —Siwon le colocó una mano a Heechul en la base de la espalda y lo instó a acercarse a los ascensores. Una mano cálida y sólida que le provocó un enorme calor allí donde le tocaba.

No podía negar que sentía cierta conexión con él. Pero no sabía qué hacer al respecto ni cómo lidiar con dicha conexión con todo lo que estaba sucediendo a su alrededor.

Heechul se sintió intimidado nada más entrar en el lugar. Su diminuto despacho cabría en un rinconcito de ese espacio palaciego. Se acordó de la conferencia de prensa y recordó la expresión acerada de sus ojos al enfrentarse a los periodistas. Choi Siwon, el rico empresario, no se parecía en nada al hombre tierno que lo había abrazado con tanta ternura después de que sangrara por la nariz.

—Toma algo para beber, ¿quieres?

Agradecido por tener algo que hacer, Heechul se acercó a la barra. Siwon se sentó en el sillón que había al otro lado de su escritorio y encendió el ordenador. Sus dedos volaban por las teclas, con la vista clavada en lo que fuera que estuviera viendo. Su silencio le indicó que no estaba dispuesto a compartir sus temores en ese momento.

Heechul luchó contra el impulso de colocarse detrás de él. Se mantuvo ocupado sirviendo dos copas y después llevó los vasos a su escritorio.

—¿Hay un aseo por aquí? —le preguntó.

Él señaló una puerta con la cabeza.

—Por allí.

—Gracias.

Pasó todo el tiempo que pudo en el elegante cuarto de baño, se echó agua en la cara en un intento por controlar sus emociones. Cuando por fin reunió el valor necesario para regresar al despacho de Siwon, se lo encontró sentado al escritorio. Pero en esa ocasión tenía la cabeza entre las manos, con los codos apoyados en la mesa. La pantalla del ordenador brillaba con imágenes de Sulli a modo de salvapantallas.

Su cuerpo irradiaba tensión, una tensión que inundaba el espacio que los separaba y se le acumulaba en el pecho, disparando sus nervios hasta niveles insospechados. Presa de los temblores, rodeó el escritorio para colocarse a su lado.

—¿Siwon?

Sin levantar la vista, él lo agarró de la cintura y lo colocó delante de él. Sintió sus rodillas en la cara interna de los muslos, provocándole un millar de escalofríos. A continuación, él se inclinó hacia delante y apoyó la frente en su vientre mientras inspiraba hondo y de forma entrecortada.

Algo iba mal. Fuera lo que fuese que hubiera encontrado era tan malo que ni siquiera podía mirarlo. Pensó en marcharse, en olvidarse de todo ese lío. Podía montarse en un avión y volver a Gangwon si quería, olvidarse de Choi Siwon y de su hija. Seguramente eso fuera lo más inteligente.

Pero al mismo tiempo sabía que nunca se iría. Estaba conectado a él, quisiera o no. Y no solo por Sulli y Siwan, sino por algo más. Algo que lo arrastraba hacia él aunque quisiera salir corriendo en dirección contraria. Algo que no comprendía pero que estaba desesperado por saber adónde la llevaba.

Le enterró los dedos, temblorosos, en el pelo y deslizó las manos por su nuca y sus hombros, sintiendo la tensión que lo embargaba.

—Siwon, me estás asustando.

Él no habló. Se limitó a clavarle todavía más los cálidos y fuertes dedos en las caderas, como si fuera su tabla de salvación.

—Háblame —le suplicó, susurrando.

Sus marcadas facciones estaban demudadas por el dolor cuando le miró. Y el miedo que sentía se convirtió en pánico al ver la culpa que inundaba esos hipnóticos ojos negros.

Heechul inspiró entre dientes.

Sin necesidad de preguntar siquiera, supo que de alguna manera Siwon estaba involucrado en lo que le había pasado.


2 comentarios:

  1. Ay no ¿que pasó? ¿cómo puede estar Siwon involucrado? carajo ㅠㅜ no puede quedar ahí!!!

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  2. Juntos son dinamita....jajajajaaj seeee,se imaginan al multimillonario limpiando la pipi de alguien jajajajaja
    lo bueno de todo esto,es que lograron obtener la información que querian.
    Lo malo,las concluciones a las que llego siwon,y ademas el pensar de Hee,que siwon tuvo mucho que ver con lo que ha pasado.......aaaaah
    todo se estaba calmando y llega esto.....o lo aclaran y deciden empezar de nuevo,y esto abrirá una brecha entre ellos.....no quiero
    pero si quiero el siguiente cap T^T

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...