No
hace mucho tiempo cuando veía a un joven ponerse tan borracho, a propósito,
como éste bonito pelirrojo lo hacía; me hubiera movido a matar. Lo habría
llevado a su casa, le habría llevado a la cama, y no me sentiría culpable en
absoluto acerca de saber que estaba tomando decisiones sin sus cinco sentidos
en pleno funcionamiento.
Me
gustaba cuando las cosas me eran entregadas sin ningún esfuerzo de mi parte, y
me gustaba que cuando me alejara, siempre podía sacudirme cualquier tipo de
responsabilidad por mala conducta y ponerla en alguien más. La rendición de
cuentas era algo extraño para mí, y la evitaba como si le debiera dinero.
Pero
los tiempos habían cambiado y en algún lugar entre morir en una cama de
hospital y volver a la vida y ver la última oportunidad que tenía en cualquier
tipo de parpadeo de normalidad dentro y fuera de los ojos de mi hermano pequeño,
la indirecta más desnuda de una conciencia había despertado en mí interior.
Ahora, cuando veía a un bonito joven muy borracho, obviamente, fuera de
control, y por seguro en busca de problemas, quería que supiera que tan pesados
podrían ser los remordimientos. Todavía quería llevarlo a su casa y llevarlo
a la cama, solo que entendía que la connotación era diferente. Ahora que la
astilla de conciencia se había ido metiendo en mí para hacer algo que nunca
había hecho y pretender que era caballeroso salvándolo de sí mismo.
Nadie
nunca me llamaría altruista o considerado, pero si no me entrometía, el bello
pelirrojo iba a meterse en todo un mundo de dolor. Sabía por experiencia propia
que algunas heridas y algunos errores podrían pesar para siempre. Llevar la
carga era agotador y él se merecía algo mejor que eso, incluso si en el momento
parecía haberlo olvidado.
Me
limpié las manos en el paño para limpiar la barra que estaba colgando del mí
cinturón a mí espalda y levanté una ceja a mi mesera, Dixie, que estaba
observando el mismo espectáculo que yo en la pista de baile, con los ojos muy
abiertos.
Era
sábado por la noche, así que el bar estaba bastante lleno, cada par de ojos en
el lugar estaba enfocado en la dirección que el pelirrojo se movía a través de
la pista de baile. Sabía que debería haberle cortado los tragos, él era un peso
ligero, pero sus grandes ojos estaban tan tristes, tan atormentados, que
encontré difícil decirle que no. Ahora que podía sentir mierdas como la empatía
y la compasión, sabía que le había servido demasiado, lo que le llevó hasta el
virtual striptease que ahora estaba suscitándose en medio de la pista de baile.
—¿Crees
que todos esos tipos tratando de engancharlo enloquecerían si supieran que
está, más que probablemente, armado?
La voz
de Dixie estaba mezclada con humor seco mientras tomaba el Jack y Coca-Cola que
mezclé para la orden que me pidió.
—Cuando
un joven está claramente intoxicado, en busca de un buen momento, y sucede que
luce como él, una bala no es un gran elemento de disuasión. Voy a sacarlo de
allí. Después de que termines con eso, ¿vigilarías la barra por un segundo?
Alzó
las cejas hacia mí con una sonrisa.
—¿Estás
seguro de que quieres hacer eso? Esa es como una manada de chacales que
circundan a una gacela caída. Se podría poner feo si vas y arruinas toda la
diversión.
—Estoy
bien con lo feo; no estoy de acuerdo con estar en el medio de la carnicería.
—No debería importarme. No debería estar preocupado. El pelirrojo era más que
capaz de cuidar de sí mismo, y como Dixie había mencionado, probablemente
estaba sacando todo lo que llevaba por dentro, pero no pude detener la oleada
de proteccionismo que flotó a la superficie cuando un torpe chico de
fraternidad puso sus manos en su diminuta cintura y lo atrajo hacia su pecho.
El no
luchó en un principio, sus sentidos y reflejos, obviamente, humedecidos por el
constante flujo de alcohol en el que había estado nadando toda la noche.
Dixie
terminó de entregar la bebida y regresó alrededor de la barra con un suspiro.
—No
puedo esperar hasta que Siwon contrate a su amigo para que esté por aquí y haga
las cosas de seguridad los fines de semana. Me encanta este lugar, me encanta
mi trabajo, pero verlos teniendo que meterse con borrachos exaltados todo el
tiempo se está volviendo rutinario.
Me
encogí de hombros y pasé junto a ella, así podría ir a poner fin a la inminente
catástrofe. El pelirrojo por fin, muy
lentamente, pudo volver a funcionar y ahora estaba luchando activamente con el
agarre del chico de fraternidad.
—Es
solo parte del trabajo.
Aunque
tenía que admitir que cuando el jefe, Lee Siwon, mencionó que tenía un viejo
compañero de pelotón que se estaba preparando para volver a casa e iba a
necesitar algo qué hacer hasta que consiguiera algo de estabilidad, me sentí
aliviado de que mi tiempo golpeando cabezas entre si cuando la gente se ponía
molesta los fines de semana fuera a llegar a su fin.
Tenía
antecedentes penales. Un largo y colorido historial delictivo, y en cualquier
momento que ponía mis manos sobre otro ser humano en cualquier tipo de forma
violenta, veía automáticamente las páginas y páginas que se firman para
ingresar a prisión. Como gran parte de mi vida antes de que hubiera muerto en
esa plancha de hospital, era algo de mi pasado que siempre me definiría y me
mantendría calmado.
Dixie
me llamó por encima de la barra mientras empezaba a hacer mi camino a través de
la multitud:
—Eres
demasiado lindo para poner esa cara delante de un puño volador, Kangin. Ten
cuidado.
Chico
de Fraternidad estaba sosteniendo su cara mientras que la sangre corría entre
sus dedos mientras cubría su nariz. El pelirrojo se encontraba sujeto por
otros dos chicos, uno con cada muñeca bloqueada mientras miraba al grupo de
hombres que le rodeaban.
El
pelirrojo era alto y ridículamente en buena forma, pero ninguno de estos chicos
ebrios tenía ni idea de por qué. Lo único que vieron fue a un joven enfiestado
que estaba desperdiciándose y los había tentado toda la noche, hubiera sido
intencional o no. Y, por supuesto, ahora que había hecho que uno de ellos
sangrara, hasta humillarlo delante de un montón de espectadores, estaba
claramente a punto de conseguir algo desagradable. Una cosa era conseguir que
tu culo fuera pateado por un joven. Otra cosa totalmente diferente era
conseguir que tu culo fuera pateado por un joven que lucía como si debiera
estar caminando por una pasarela. Tampoco ayudaba a salvar la cara del tipo que
él tuviera unos pantalones color amarillo brillante que abrazaban sus curvas a
la perfección y un pecho que debería ser ilegal cubrir.
En
medio de un latido del corazón el pelirrojo estaba en medio de un tira y
afloja entre los dos chicos que sostenían sus brazos y podía ver la ira
creciendo en los ojos llorosos del tipo cuya nariz probablemente había roto.
Le di
una mirada de advertencia. Dixie tenía razón: yo era lindo, demasiado lindo
para ser tan feo como lo era en el interior, pero para contrarrestar la
engañosa belleza de mi rostro, también era grande y había estado en problemas
desde el día que tomé mi primer aliento. Así que en general, tenía una manera
de dejarle saber a un oponente, que conmigo iba a estar en el lado perdedor en
una confrontación. El chico sangrante dio un paso atrás mientras me las
arreglaba para sacar al chico más cerca de mí, lejos del brazo del pelirrojo.
Él gruñó y maldijo, sobre todo porque en cuanto el joven estuvo libre y tuvo
suficiente cordura, chocó su rodilla derecha en las bolas sin protección del
tipo, haciéndolo doblarse de dolor.
Negué
con la cabeza mientras se daba la vuelta y se volvía descuidadamente sobre el
chico que seguía aferrado a su muñeca.
—Leeteuk.
Ya basta.
Me
ignoró. Bueno, creo plenamente que no hay nada de malo en que un joven se
defienda contra avances no deseados, y era obvio que él ya no quería las manos
de este tipo sobre sí. Pero, este joven en particular, este sorprendente joven,
que se parecía a un supermodelo, era en realidad un miembro de la policía de Seúl,
y sabía que podía causar graves daños, incluso en su estado no tan sobrio. No
podía permitir eso. No solo porque el Bar sería responsable, sino también
porque no quería que hiciera algo que en última instancia le costara su
trabajo.
Alcancé
a Leeteuk, y puse mi mano sobre los dedos que sostenían su muñeca, mientras él
movía y giraba violentamente a su captor. Hacer palanca para soltar sus dedos
era una tarea aún más difícil por el hecho de que seguía teniendo que agacharme
para evitar un codazo en la cara, o el dorso de su puño en el balanceo. Era
rápido y fuerte, algo de lo que el hombre que le estaba sosteniendo finalmente
se dio cuenta cuando consiguió darle un puñetazo en su sien. Él de repente se
soltó y se tambaleó hacia atrás, mientras yo atrapaba su brazos a los costados
y lo acercaba a mi pecho. Me incliné un poco para poder susurrarle al oído:
—Cálmate,
pelirrojo.
Los
dos nos quedamos mirando al chico que lo había agarrado, y traté de no darme
cuenta de la forma en que su pecho subía y bajaba, justo encima de mi brazo.
Incluso cuando trataba de ayudar, todos esos viejos instintos me quemaban
brillantes y calientes bajo la superficie. Quería tocarlo de una forma que no
era para nada de ayuda.
—Él me
agredió. —Sonaba como un niño malhumorado que había perdido su juguete favorito
a manos de un niño más grande en el parque.
Asentí
con la cabeza.
—Seguro
que lo hizo. Pero no hasta que pusiste tus manos sobre él.
El
encanto de un chico sureño hacía maravillas para calmar una situación volátil.
Creo que hacía que la gente pensara que no tenía la inteligencia suficiente
para ser una amenaza real a pesar de mi tamaño. La banda seguía tocando, pero
no creo que nadie estuviese prestando atención. Todo el mundo estaba viendo el
caos que Leeteuk había creado.
—Le
pegó a mi amigo en la cara y todo lo que él estaba tratando de hacer era bailar
con él. Le rompió la nariz.
Una
vez más asentí y traté de no pensar, en la forma que el absolutamente perfecto
trasero de Leeteuk estaba alineado justo con mi bragueta. Volvió la cabeza lo
suficiente, para que pudiera ver un atisbo de conciencia y pánico pasando a
través de su oscura mirada. Su lengua emergió para desplazarse por su labio
inferior, y tuve que recordarme, que ya no era un hombre que se aprovechara de jóvenes
borrachos. Al menos ya no quería ser ese hombre, pero nunca me imaginé que tuviera
una opción en la materia.
—Tu
amigo tiene que aprender a preguntar si quiere que un joven baile con él. De
acuerdo, todo el mundo vuelva a sus asuntos, podemos olvidar que esto pasó…
Fui
interrumpido mientras él me señalaba y luego entrecerraba los ojos en Leeteuk.
—Voy a
llamar a la policía.
Sentí
a Leeteuk empezar a temblar. Este era exactamente el resultado que estaba
tratando de evitar. Levanté una ceja, cambié mi Kookinio sobre él para que
estuviera detrás de mí, y crucé los brazos sobre mi pecho. Pensé que parecía
mucho más intimidante no estando cubierto por un pelirrojo demasiado sexy para
su propio bien.
—Puedes
hacer eso, pero va a terminar la fiesta. La banda va a tener que parar, todas
estas otras personas aquí, van a tener que dejar de beber, y se van a enojar,
ya que tuvieron que pagar para entrar y escuchar la música. Además, voy a tener
que llamar al dueño del bar y hacerle saber lo que está pasando, y eso es como
despertar a Godzilla de una siesta. —Froté mí pulgar por el costado de mi boca
y le di mi mejor sonrisa. Había desarmado a más de una persona que estaba en
busca de sangre, por lo general la mía, pero no me importaba usarla para evitar
que algo de la de Leeteuk se derramara—. Además, entre tú y yo, él tiene amigos
en la policía.
El
otro chico estaba tratando de averiguar si hablaba en serio o no, así que
incliné mí barbilla.
—Su
mejor amigo es un policía. Si llamas al Departamento de Policía de Seúl, lo más
probable es que lo vayan a enviar a él dado que él sabe que aquí es en donde le
gusta pasar el rato, y entonces va a decirle que tú y sus amigos pusieron sus
manos en su cuerpo sin su permiso y las cámaras van respaldar eso. —Señalé a
una de las cámaras de vigilancia que Siwon había instalados por todo el lugar—.
¿Crees que eso va a terminar bien para ti?
Parecía
que estaba considerando cómo responder cuando el vocalista de la banda de
repente gritó sobre el micrófono para que todo el bar no tuviera más remedio
que escuchar:
—Ustedes
chicos dan asco. Llévense a su sangrante amigo fuera de aquí y dejen que todo
el mundo vuelva a pasar un buen rato.
Eso
atrajo la atención del resto del bar y de repente un coro de "Dan
asco" se disparó, y los “mano larga” realmente no tuvieron más remedio que
irse. Ya no les quedaba manera de quedar bien parados, y no querían arriesgarse
a la posibilidad de que Leeteuk de hecho conociera a un policía.
Se
escabulleron hacia la puerta principal mientras yo arrastraba a Leeteuk hacia
la barra y dejaba su lindo culo en un asiento justo en el medio, donde podía
mantener un ojo sobre él. Lo encerré entre mis brazos y me acerqué para que
nuestras narices casi se tocaran.
Entre
mis dientes apretados, le dije:
—Siéntate.
Ahora, puedo llamar a Sungmin para que venga por ti, o puedes sentarte aquí,
beber agua y comer algo grasiento y terrible hasta que estés lo suficiente
sobrio para llegar a tu casa. Esas son tus únicas dos opciones, Pelirrojo.
Parpadeó
hacía mí con sus pestañas criminalmente largas, y pude jurar que parecía que
iba a llorar. Lo vi tragar y le dio a su cabeza una leve inclinación de estar
de acuerdo.
Cuando
habló, lo hizo muy bajito.
—No
llames a Sungmin. Voy a esperar para irme.
Sungmin
era su amigo más cercano, y también el chico de mi amigo Kyuhyun. Sabía que Sungmin
dejaría todo lo que estaba haciendo en un instante para asegurarse de que Leeteuk
fuera atendido. No culpaba a Leeteuk por no querer que su amigo tuviera que
recogerlo en su estado actual. Era un desastre. Todavía estaba hermoso, lucía
salvaje e indómito, pero debajo de ello todo era un desastre, coqueteando con
los problemas, así como el peligro y otras cosas malas; que es lo que había
estado haciendo activamente desde hace dos semanas. Este no era el primer
desastre que me había visto obligado a evitar debido a sus travesuras, y había
llegado el momento de decirle que tenía que parar.
Me fui
de la barra, caminé alrededor del extremo abierto, y fulminé con la mirada a
Dixie mientras ella golpeaba mi culo en su camino de vuelta a la pista.
—Mi
héroe.
Le
gruñí en respuesta. No era material de héroe. Estaba más en la línea de
archienemigo o supervillano. Le serví agua a Leeteuk en uno de los grandes
vasos de cerveza que tenía detrás de la barra.
Hice
mi camino a través de toda la barra, parando para rellenar un par de copas,
cerrar una cuenta, limpiar algunos platos vacíos hasta que llegué a la entrada
de la cocina que ocupaba toda la parte trasera de la barra. Por lo general solo
se sirve comida hasta la medianoche, pero sabía que Lee Jian, el nuevo joven que
Siwon había acordado contratar para trabajar en la cocina, como un favor a un
viejo amigo, todavía estaba en algún lugar. No había visto su ardiente cabello
rosa por la puerta principal tan pronto como terminó su turno como lo hacía
normalmente.
Él era un pequeño bocazas, que por lo que pude ver no tenía nada, salvo veneno y
actitud corriendo por sus venas. Claramente no quería estar trabajando aquí. Su appá, Minwoo, era el encargado de la cocina y su padre era el hombre que le
había vendido a Siwon el bar originalmente, pero Jian no parecía tener ningún
tipo de cariño por el lugar. De hecho, no parecía tener ningún tipo de cariño
por nada en absoluto. Actuaba como si venir a trabajar cada día fuera una
sentencia de prisión, lo que por defecto me hacía su carcelero ya que yo era su
jefe. No nos llevábamos exactamente bien. Creo que veía demasiado de mis
viejas, descuidadas e irreflexivas costumbres, destellándole en la cara cuando
me relacionaba con él.
Grité
el nombre de Jian, y cuando no recibí una respuesta di vueltas por la cocina
vacía hasta que llegué al masivo refrigerador a ras de suelo. No tenía tiempo
para desperdiciarlo buscando, así que encontré algo de queso, algo de pan, y
algunas piezas de fruta al azar e imaginé que con eso bastaría. Necesitaba
meter en Leeteuk algo que absorbiera el alcohol así podría decirle que pusiera
más atención a lo que estaba haciendo y tomara la sartén por el mango.
Estaba
pateando la puerta para cerrarla con el talón de mi bota ya que mis manos
estaban llenas cuando la puerta del enfriador de cerveza de repente se abrió y Jian
salió paseándose, jugueteando con la cremallera de su obviamente llena por
completo bolsa de mensajero. Se detuvo en seco cuando me vio, sus ojos se
ampliaron y luego los estrechó en desafío.
—¿Qué
estás haciendo aquí atrás? La cocina está cerrada. —Como si él tuviera algún
derecho a cuestionar a donde iba en este lugar. Era una táctica de distracción
que conocía demasiado bien.
Solo lo
miré fijamente y no dije nada. Miré fijamente a su bolso y luego de vuelta a su
fría mirada.
—¿Qué
hay en la bolsa?
Él cambió
su peso, y no había duda del sonido de las botellas sonando al juntarse. Estaba
tratando de contrabandear cerveza del refrigerador. Lo imaginé. Mi noche
necesitaba una complicación más que tenía que arreglar para hacerla más que un
dolor de cabeza.
—Nada.
—Fue a moverse más allá de mí y el sonido de las botellas golpeándose entre sí
se hizo aún más fuerte.
Mis
manos estaban llenas, así que solo moví mi cuerpo entero en su camino para
detenerlo. Jian tenía más de Minwoo que de Eric, su papá. Jian era pequeño y
apenas llegaba al centro de mi pecho, y tuvo que inclinar su cabeza hacia atrás
para mantenerse mirándome. Lo que le faltaba en altura, se aseguró como el
infierno de compensarlo con mala actitud.
—Devuélvelas.
No lo hagas de nuevo y esta es la última que escucharás de eso al respecto.
—Cuando estaba irritado, mi acento tendía a ser profundo, y no de la misma
forma en que era cuando usaba mi acento para conseguir algo que quería o haría
para que alguien pensara que era más agradable y más estúpido de lo que
realmente era.
—¡Fuera
de mi camino, Kangin!
—No.
No vas a robarle a Siwon. No me importa tu relación con Eric y no me importa
que, obviamente, prefieras estar afuera luchando con pumas salvajes que
trabajando aquí. No voy a dejarte tomar ventaja de Siwon. Él es un buen chico y
se merece algo mejor que eso.
Tuvimos
una lucha de miradas y por un segundo pensé que iba a tratar de pasar a mi
alrededor sabiendo que mis manos estaban ocupadas, pero creo que había una
especie de hilo invisible, una especie de aura que compartíamos que le hacía
instintivamente saber que podría escapar, pero no por mucho tiempo.
Resopló
un aliento que envió a su flequillo rosa a moverse a través de su frente. Sería
un joven muy lindo si no fuera tal dolor en el trasero y prácticamente una
década más joven que yo. Era francamente solo un niño y seguro como la mierda
actuaba como tal.
—Voy a
ir a una fiesta y no tengo dinero para la cerveza. No creí que sería un gran
problema tomar un paquete de doce del refrigerador. Después de todo, mi padre
prácticamente entregó gratis este bar al soldado. Unas cuantas cervezas parece
un trato justo.
Puse
los ojos en blanco.
—No
sería un gran problema. Sabes que a Siwon no le importaría si le preguntabas.
Pero caminar por ahí como si se te debiera algo por alguna razón desconocida no
está bien conmigo, y no voy a dejar que lo hagas.
Fruncí
mis cejas y cambié mi peso
—¿Cómo
puedes estar sin dinero? Acabas de recibir tu paga el viernes.
Dado
que trabajaba en la cocina, sabía que Siwon le pagaba un salario por hora. No
era suficiente para jubilarse, pero era lo suficiente para que no debiera
desaparecer en menos de veinticuatro horas, a menos que estuviera tramando algo
nada bueno.
En
lugar de contestarme, se dio la vuelta y se fue a poner las cervezas de vuelta
en el refrigerador. Esperé hasta que volvió a salir, y le hice abrirme el
camino para salir de la cocina de regreso al bar. Me había ido bastante tiempo
ya que la banda había terminado de tocar y eso significaba que una multitud se
había reunido y Dixie estaba de pie detrás de la barra intentando tomar las
órdenes. Empujé levemente a Jian con mi codo y deposité mi bandeja en sus
manos. Señalé a Leeteuk, que estaba sentado en medio del caos, su cabeza se
inclinó y su mirada se fijó en la superficie de la barra.
—Alimenta
al pelirrojo. Asegúrate de que se lo coma, y si alguna vez te sorprendo
tratando de robar otra vez, estás fuera de aquí. No me importa lo que le prometí
a Eric o cuánto le rompería el corazón a Minwoo.
Él me
dio una mirada siniestra y murmuró lo bastante alto para que pudiera oírlo.
—Gracioso
viniendo de ti.
No
estaba equivocado. Era ridículo viniendo de mí, así que lo ignoré y conduje
dentro del lío tratando de salir rápido de esto. Fue solo media hora hasta el
último pedido, por lo que resultó ser un poco más complicado de lo habitual.
Los fines de semana en el Bar estaban volviéndose lo suficientemente ocupados
desde la remodelación de Siwon, por lo que pensé que tal vez iba a tener que
preguntarle acerca de la contratación de otro camarero, así como también de un
guarura.
El
negocio iba bien, y con el fin de mantenerlo de esa manera, necesitábamos
asegurarnos de que las multitudes consiguieran un servicio tan bueno como el
que tenían los maltratados viejos veteranos que cubrían el lugar durante las
horas del día.
Traté
de mantener un ojo en Leeteuk. Me preocupaba que fuera a tratar de salir antes
de que pudiera hablar con él y antes de poder juzgar si estaba lo
suficientemente sobrio para conducir, pero estaba en el mismo lugar, cabeza
inclinada, ojos centrados sobre la barra, y su agua había desaparecido. También
había consumido gran parte de la comida, así que eso me hizo respirar un poco
más fácil.
Estaba
anormalmente tranquilo y deseé haber pensado antes en agarrar su camisa por él,
cuando lo saqué de la multitud. Se veía arrugado, como si acabara de salir de
la cama, y eso no estaba haciendo nada para ayudarme a recordar por qué tenía
que sacarlo de la caída en picada en la que había estado desde la semana antes
de Navidad.
Conseguí
terminar el último pedido. Le pagué a la banda y le agradecí al cantante por
ayudarme con los chicos de fraternidad, y él a su vez me preguntó si pensaba
que Leeteuk estaría interesado en salir de gira con ellos como bailarín. Me
tuve que reír y darle la noticia de que él ya tenía un trabajo de tiempo
completo. No me molesté explicando cuál era, porque dudaba que me creyera de
todos modos. Ayudé a Dixie a limpiar el suelo, y cuando empezamos a mover a la
gente hacia las puertas principales, me detuve al lado de Leeteuk y le dije:
—Espera
por un minuto.
No
respondió, pero empujó un poco de su cabello fuera de su cara y me miró por el
rabillo del ojo.
Tomé
eso como un asentimiento silencioso y ayudé a Dixie conseguir sacar a todos y
le di una mano acomodando todas las sillas arriba de modo que el equipo de
limpieza que Siwon contrató pudiera dejar reluciente el lugar antes de abrir de
nuevo mañana. Dixie y yo teníamos un sistema desde que hacíamos esto juntos
seis noches a la semana, por lo que era un trabajo que terminábamos con
bastante rapidez. Cuando terminé fui detrás de la barra, me serví un Dalwhinnie
en las rocas, y nos conduje a mi bebida y a mí de regreso al otro lado de la
barra, así podría sentarme en un taburete junto a Leeteuk.
Tomé
un trago de la bebida y la dejé caer con un golpe seco en la barra. Me pasé la
mano a través de mi oscuro cabello rubio y miré a Leeteuk por el rabillo de mi
ojo.
—¿Así
que esto es lo que haces ahora? ¿Emborracharte, enfurecer a la gente local,
medio quitarte la ropa en público, y en general actuar como tonto? Porque tengo
que decirte, después de dos fines de semana consecutivos de ello, creo que probablemente
es momento de que encuentres otro bar para acechar.
Vi sus
hombros desplomarse y emparejó mi mirada de desaprobación.
—¿Por
qué no le dijiste a esos chicos que era policía?
Suspiré
y me volví hacia él. Realmente me hubiera gustado que no fuera tan observador.
Hacía que tratar de ser sensato y racional a su alrededor fuera mucho más
difícil.
—Porque
a pesar de que puedes llevar un arma oculta legalmente debido a tu insignia,
aun así no puedes estar bebiendo mientras llevas un arma cargada. Eso es ilegal
y un dolor de cabeza que realmente no necesitas.
—De
repente te preocupas de que otros sean respetuosos de la ley.
Un
poco de su descaro estaba volviendo y ese era un cambio agradable del
abatimiento que se había instalado en él desde que lo saqué de la pista de
baile.
—No.
Me importa una mierda que otros sean respetuosos de la ley, pero tienes un
trabajo que te gusta, amigos que se preocupan por ti, y eres demasiado joven
para tirar todo por el retrete. Incluso si esa parece ser tu nueva misión en la
vida. Necesitas arreglar tu mierda, Leeteuk, antes de que estés demasiado lejos
para arreglar el desastre que pareces tan ansioso por hacer.
—Eso
es gracioso viniendo de ti.
Segunda
vez que había escuchado eso en menos de una hora. Tal vez solo tenía que
mantener mi nariz fuera de esto y dejar que todo el mundo aprendiera sus
propias lecciones duras como yo me había visto obligado a hacer. Tomé mi bebida
y sorbí otro trago.
—Arréglala
o no, pero esta es la última advertencia sobre traer esas tonterías a mi bar.
Quieres destruirte, supongo que es tu decisión, pero yo no voy a observarte
mientras lo haces.
Algo
cruzó por sus ojos, algo tan triste y perdido que realmente hizo que me dieran
ganas de estirarme hacia él y consolarlo, pero tocar a Leeteuk era como tocar
un cable de alta tensión y ya tenía suficientes problemas manteniendo mi mente
fuera de mis pantalones y mis manos para mí mismo cuando estaba a su alrededor.
Parpadeó esas largas pestañas hacia mí, sacó su lengua para pasarla por su
labio inferior, y se me olvidó cómo respirar por un segundo. Lo hizo a
propósito. No tenía ninguna duda.
—Uno
de estos días vendrás a casa conmigo cuando lo pida, Kangin. —Se inclinó un
poco sobre el taburete de la barra y puso su mano en mi muslo. Mis dedos se cerraron
alrededor del vaso en mi mano con tanta fuerza que me sorprendió que el vidrio
no se rompiera.
—¿Por
eso estás aquí? ¿De eso se trata todo el espectáculo? ¿De verdad quieres
cometer ese tipo de error? —Mi forma de hablar era lo suficientemente gruesa
para que las palabras fueran lánguidas y de sonido pesado. Sentí que la sangre
comenzaba a correr bajo mi piel y no tuve ninguna duda de que mis ojos
probablemente estaban brillando como el oro en mi rostro. No era frecuente que
alguien me inquietara, me sacara de mi juego, pero Leeteuk lo había hecho más
de una vez en nuestra corta relación.
Presionó
su peso hacia adelante y se detuvo cuando su boca estuvo tan solo a una
fracción de la mía. Casi podía saborearle. De hecho, si sacaba tan solo la
punta de mi lengua, lo estaría saboreando. Apreté mis dientes para evitar que
eso sucediera, aunque estaba bastante seguro de que sabría a caramelo y fuego.
—Parece
que todo lo que hago son errores. Al menos cometer ese tipo de error contigo
sería divertido.
Uso su
entrada en mi pierna para empujarse en posición vertical mientras se deslizaba
del taburete en un movimiento perfectamente caliente. Me hizo contener un
gemido.
—Si no
me quieres aquí, no volveré. —Se echó su pesado cabello encima de su hombro y
me dio una mirada firme con sus ojos marrón oscuro—. Realmente pensé que harías
esto más fácil.
No
dije nada mientras se alejaba, firme en esos zapatos asesinos y sin su camisa a
pesar de que era invierno en Colorado. Obviamente, estaba lo suficientemente
sobria para conducir, pero no tenía ni idea de dónde estaba su cabeza, por lo
demás.