Heechul durmió hasta el mediodía.
No había sido su intención, a pesar de haber advertido a Hanni que no lo
despertara. Lo hizo porque pensaba y deseaba no encontrarse solo en la cama por
la mañana. Antes de retirarse para la noche había dicho a su lacayo que le
llevara el caballo a media mañana, para poder disfrutar de un paseo por Hyde
Park. Durante su estancia en el campo había echado de menos montar a caballo,
algo que hacía como mínimo varias veces por semana.
Pero se había dormido. Ya era
demasiado tarde para salir a montar ese día. A las cinco de la madrugada había
mirado el reloj por última vez. Esperó toda la noche a que Siwon entrara a
hurtadillas en la casa para reunirse con él. Hasta pasó una hora con la oreja
pegada a la puerta, esperando oír el sonido de sus pasos. Qué tonto había sido.
Él no apareció.
Seguramente, Siwon se dio cuenta de
que sería demasiado arriesgado. O, tal vez, no lo tomara en serio cuando dijo
que «podría» dejarle la puerta abierta. No debió hacerse el remilgado. Aunque
también cabía la posibilidad de que él no hablara en serio. Al fin y al cabo,
lo propuso refiriéndose a su enfado, que el beso en el comedor ya había
disipado. Lo más probable es que lo dijera en broma y él albergó la esperanza
de que fuera en serio.
Se acercó a la ventana y descorrió
las lujosas cortinas color lavanda. Percibió el aroma de las dos rosas recién
cortadas que habían dejado encima de su escritorio, junto a la ventana. Su appa
no tenía un invernadero ni un jardín protegido y, sin embargo, siempre
conseguía flores frescas para la casa durante los meses de invierno.
Heechul lo saludó con la mano pero
él no miró hacia las ventanas del piso superior, no lo vio y siguió su camino. Se
vistió con una prisa enloquecida y corrió escaleras abajo, deseando que la
yegua estuviera aún esperándolo. Lo estaba pero también la montura de su
acompañante. Su lacayo, solía montar con él. ¿No acababa de pasar junto a él al
final de la escalera?
El hombre se acercó a la puerta
para decir:
—Necesito un minuto para buscar mi
abrigo, lord Heechul.
—Ayúdame primero —repuso y añadió,
ya en la silla—: Te esperaré en la Puerta Grosvenor de Hyde Park. No tardes.
No se detuvo para escuchar su
advertencia de no partir sin él. La misma impaciencia que lo había mantenido
despierto toda la noche se apoderó de él ahora, y salió al galope. Con un poco
de suerte alcanzaría a Siwon. Con mucha suerte, él propondría un nuevo
encuentro y esta vez hablaría en serio.
No tuvo suerte. También escudriñó
las pocas calles laterales que había en su camino pero Siwon ya se había ido
mientras perdía tiempo vistiéndose. Y no muy bien, según descubrió mientras
esperaba la llegada de su lacayo en la entrada del parque.
¡No había perdido tiempo buscando
uno de sus trajes de montar y había agarrado el primero que encontró. Le
pareció ver trotar a Mark en el otro extremo de la calle. No tenía sentido esperar
que lo alcanzara cuando él mismo pensaba volver hacia su casa por el mismo
camino. Quiso guiar a la yegua para darse la vuelta cuando alguien se le acercó
por detrás.
—¿De paseo por el parque?
¿De dónde demonios había salido?
Fue lo único que pudo pensar antes de responder:
—Sí. —Giró la yegua para
enfrentarse a Siwon.
Le miraba con curiosidad, quizá
porque su mano sin guante sujetaba la capa para mantenerla cerrada. Siwon no
hizo ningún comentario al respecto, se limitó a decir:
—Por alguna razón, nunca te había
imaginado a caballo, Hee. Debo reconocer que estoy bastante sorprendido.
—¿Por qué? Me gusta el ejercicio.
—Sí pero... —Hizo una pausa y rió
entre dientes—. Supongo aún conservo aquella imagen impoluta de ti, siempre
compuesto. Ya sabes, ni un pelo fuera de lugar. Ni una arruga en la ropa,
jamás. Y Dios nos libre de oler a caballo, nunca.
Heechul sonrió, también divertido.
—Es una imagen falsa y bastante
antigua. Veamos, desde entonces me has bombardeado con nieve en cantidades
respetables. Y me arrugaste bastante en el salón del... Trimage.
Terminó la frase falta de aliento,
tan súbitamente se había encendido la mirada de Siwon. Muy inapropiado e
irreflexivo de su parte recordarle lo ocurrido entre ambos en aquel salón. Y
ahora la imagen estaba presente en su propia mente, el cabello de Siwon
desordenado por sus apasionadas caricias, la ardiente sensualidad de su
expresión..., como ahora.
Por Dios, ése no era el lugar donde
despertar las pasiones. Quizás un paseo a caballo fuera, realmente, una buena
idea.
—Te echo una carrera —dijo
impulsivamente.
Su lacayo acababa de llegar. Oyó
sus palabras y quiso protestar pero entró en el parque al galope. ¡También le
había tomado mucha ventaja a Siwon, que seguía pensando en aquel salón! Por eso
no reaccionó enseguida. Heechul echó una mirada atrás, vio que echaba a correr
tras él y se rió de su amplia ventaja. Había perdido el gorro en el intento, el
viento se lo arrancó y lo tiró al suelo. No iba a detenerse para recuperarlo.
Una carrera es una carrera, y Heechul era lo bastante competitivo para querer
ganarla.
La capa se abrió cuando tuvo que
agarrar las riendas con ambas manos. Apenas sintió la mordedura del viento en
el pecho, tan rápido corría su sangre con la excitación de la carrera. La
bufanda empezó a desenrollarse y uno de sus extremos ondeaba al viento. Agarró
el otro extremo con el puño, para no perder también la bufanda. Capa, bufanda y
cabello se agitaban al viento. No le importaba. Apretó los talones, impulsando
a la yegua a correr más veloz.
Había enfilado el paso
septentrional para caballos pero, dado que el parque estaba prácticamente
desierto. El camino septentrional daba la vuelta al parque y pasaba junto al
lago mayor antes de girar de nuevo hacia el norte para concluir el circuito.
Era un recorrido mucho más largo que el del camino meridional, que raras veces
usaba. Siwon se estaba acercando pero le faltaba mucho para alcanzarlo. Ya
podía ver el embarcadero a lo lejos. En un día invernal tan agradable podría
haber patinadores en el lago...
No se hizo mucho daño al caer al
suelo. Pudo haber sido peor. Si la yegua se hubiera parado en seco cuando la
serpiente cruzó su camino, Heechul habría salido despedido por encima de su
cabeza. En cambio, la yegua se encabritó y lo tiró al suelo detrás de sí.
Maldito caballo, era tan grande que no debía asustarse de una pequeña serpiente
inofensiva, pero se asustó.
A Heechul se le cortó la
respiración pero ya se estaba incorporando sobre los codos cuando Siwon saltó
del caballo junto a él. Cayó de rodillas con tanta precipitación que se deslizó
sobre la hierba seca.
—¡Santo Dios, me has dado un susto
de muerte! —exclamó, casi furioso.
—No me he hecho daño —le aseguró.
—Pues, has tenido mucha suerte.
Deberían ahorcar a tu padre por comprarte una montura asustadiza.
—No la eligió él sino yo. Sólo tuve
que insistir durante meses para que aceptara el precio. Es así como
funcionamos, mi padre y yo. Yo fastidio y él cede para librarse de mí. No creo
que haya visto la yegua siquiera.
—Aun así...
—Estoy bien, de veras. Si me ayudas
a levantarme...
Siwon lo levantó de un tirón y, de
repente, lo estaba besando con apremio y ardor, mientras llevaba las manos a
sus nalgas y masajeaba suavemente los puntos doloridos por culpa de la caída. Heechul
gimió de placer y su estómago dio un vuelco con la impresión ardiente que
despertaron sus caricias lentas y sensuales y sus besos profundos. De nuevo le
faltaba el aliento pero no le pasó inadvertida la intensidad de la mirada de
Siwon cuando él se apartó.
Lo soltó tan bruscamente que casi
perdió el equilibrio. Y se dio la vuelta para no verlo más mientras empezaba a
sacudir el polvo de su ropa y a envolverse de nuevo con la capa.
—Espero que no acostumbres vestir
así para montar —se burló él mientras se alejaba para coger las riendas de
ambos caballos.
—No, claro que no.
Siwon ya había recuperado la
compostura, lo suficiente para volver a mirarlo.
—¿Por qué hoy sí?
—Pues, estaba..., es decir...
—Calló y renunció a buscar una excusa para no admitir que corría tras él. De
modo que, al final, dijo—: Creo que prefiero no dar explicaciones.
—Como quieras. —Siwon se encogió de
hombros—. Aunque te sugiero que vuelvas a casa enseguida.
—Es lo que pienso hacer.
Le ayudó a montar de nuevo. Cuando
lo hizo deseaba tocarlo por todo el cuerpo pero consiguió reprimir el impulso,
se limitó a juntar las manos para ofrecerle un estribo donde apoyarse. Ahora ya
se comportaba de forma impersonal, demasiado impersonal. Claro que estaban en
un parque público. Pero había muy pocas personas en la zona y a bastante
distancia.
Heechul quería preguntarle por qué
no había acudido la noche pasada. Evidentemente, él no pensaba mencionar el
tema. Sería demasiado atrevido de su parte, sin embargo. Además, su lacayo
finalmente les daba alcance. Había quedado tan rezagado —como casi siempre— que
no pudo ver la caída. En ocasiones, Heechul montaba a paso tranquilo para
hacerle un favor, porque no era un buen jinete. Tampoco su montura tenía
posibilidad de mantenerse al paso del purasangre. Normalmente, sin embargo,
Heechul corría al galope y luego esperaba que el lacayo lo alcanzara.
—Gracias por la carrera —dijo a
Siwon y añadió con un mohín—: Me gusta ganar.
—A mí también —repuso él con una
sonrisa—. Algún día lo haremos según las reglas y no tendrás la menor
posibilidad de ganarme.
Heechul rió.
—Yo no estaría tan seguro. ¿Por qué
crees que tardé dos meses en conseguir esta yegua? Su padre es campeón de
carreras. ¡No resultó barata!
—¿Querías asegurarte de ganar todas
las carreras? —preguntó él.
—¡Desde luego!
—Entonces, tal vez compre a su
progenitor.
Por alguna razón, esta conversación
le hizo sonreír durante todo el camino de vuelta a casa.
Siwon regresó a su residencia, al
este de la plaza del mismo nombre. Vivía bastantes manzanas al sur de la casa
de Heechul y esa mañana no tenía razón alguna para pasar por delante de su
residencia, excepto por estar distraído de su rutina diaria..., por él.
Estaba tan inmerso en sus
pensamientos al entrar en su casa que no vio al visitante que esperaba apoyado
en la puerta del salón. No se podía quitar de la cabeza las imágenes de Heechul
y ahora disponía de nuevas para ampliar su colección. Su risa cuando perdió el
gorro en el parque. Su cabello desparramado a su alrededor en el suelo antes
que se incorporara sobre los codos, con tan sólo una expresión dolida por haber
caído del caballo. El placer con que había reaccionado a sus caricias de los
puntos magullados.
Y, desde la noche pasada, su
expresión sensual después de besarla en el comedor..., no, no pensaría en eso
ni en la gran tentación de entrar en la casa después que apagaran la última
luz. Estuvo de pie en el frío detrás del edificio, sopesando los pros y los
contras hasta convencerse de que ni siquiera debía comprobar si la puerta
estaba abierta. Después, de vuelta a casa y ya en la cama, se enfureció consigo
mismo por no haberlo intentado siquiera.
Pero, mientras que nada lo
complacería más que volver a hacer el amor con él, sencillamente, no era una
buena idea, no, ahora que había vuelto a casa. Heechul tenía que buscar marido.
El único propósito de su esfuerzo por domarlo era que el muchacho viviera feliz
el resto de sus días... con otro hombre. Que la idea empezara a irritarlo no se
sometía a discusión.
Alguien se aclaró la garganta.
Siwon miró hacia el salón y exclamó al ver al hombre que esperaba allí vestido
en un kilt escocés:
—¡Youngwoon! ¿Por qué diablos no me
dijiste que pensabas venir a Londres? Podríamos haber hecho el viaje juntos.
—Porque no lo sabía—respondió su
amigo—. Los tíos de Leeteuk insistieron en venir para comprar una tela especial
para el traje del novio, que no se puede encontrar en otra parte.
—¿Los has acompañado?
Youngwoon resopló.
—Habría sido el momento perfecto
para pasar unos días a solas con el muchacho pero no, los tíos insistieron en
que su sobrino los acompañara, y no iba a permitir que Leeteuk visitara esta
ciudad perversa sin mí.
—No creo que la ciudad sea
perversa..., bueno, al menos, no tanto —rectificó Siwon con una sonrisa—, pero
yo tampoco habría permitido que mi prometido viniera solo..., si tuviera un
prometido.
Youngwoon arqueó una ceja.
—¿Piensas tenerlo?
—¿Cómo se te ocurre?
Youngwoon rió por lo bajo y dijo:
—Probablemente, porque acabas de
decir...
—Simplemente, te daba la razón. Y
ahora dime, si no te importa. ¿Es ésta tu primera visita a la gran ciudad?
—La primera y la última, espero.
—¿Cuánto tiempo te quedas?
—Los señores ya han encontrado lo
que buscaban y han vuelto al hotel. Partiremos a primera hora de la mañana.
—¿Tan pronto? —preguntó Siwon—.
Tienes que conocer Londres un poco antes de volver corriendo al campo.
Permíteme que te haga de anfitrión esta noche. Para llorar tus últimos días de
soltero.
Youngwoon rió.
—Hay que celebrar, hombre, no
lamentarnos. No creo que haya habido nunca otro hombre tan ansioso por llevar a
su chico al altar. ¡Me obligan a esperar tres terribles semanas! Pero no, no
voy a salir sin el joven.
Siwon suspiró.
—Supongo que encontraré alguna
fiesta, una diversión menos loca, que él también disfrutará. De hecho... —Hizo
una pausa para llamar al sirviente que esa mañana había enviado a husmear en la
casa de los Kim—. ¡Simón! ¿Has vuelto?
Simón asomó la cabeza por la puerta
al final del pasillo.
—Sí, mi Lord.
—¿Qué has averiguado?
—Todavía no han decidido qué harán
esta noche.
—Pues, vuelve e inténtalo de nuevo.
Es imposible que él deje pasar una velada sin asistir a algún evento.
—¿Quién es él? —preguntó Youngwoon.
—Heechul..., y me debes cien libras
—añadió Siwon con un aspaviento.
—Y un cuerno —replicó Youngwoon—.
Apostamos si cambiaría y sé muy bien que...
—Ha cambiado —interpuso Siwon—.
Aunque no tienes que aceptar mi palabra por ello. Mi hombre averiguará dónde
estará esta noche y me aseguraré de conseguir invitaciones suficientes para
incluir también a los tíos de Leeteuk.
—¿Hablas en serio? ¿Por qué crees
que ese arpía ha cambiado?
—Porque estuvimos juntos toda la
semana pasada—admitió Siwon.
—No me digas —dijo Youngwoon en
tono escéptico.
—No, en serio. Cuando se le conoce
mejor, es maravillosa.
Youngwoon se echó a reír.
—Ahora ya sé que me estás tomando
el pelo. ¿Qué hiciste? ¿Secuestrarlo y darle una paliza?
—Algo parecido —respondió Siwon en
tono misterioso y con una sonrisa desconcertante—. Tú mismo podrás comprobar
que no estoy bromeando. Habla con él esta noche, te sorprenderás. Hasta podría
disculparse ante ti, aunque sería exagerado, puesto que no cree haberte causado
ningún perjuicio, cosa que es cierta. No obstante, apostaría que se disculpará
ante Leeteuk, si consigues que nos acompañe. Heechul se arrepiente de cómo lo
trató.
—Muy bien, eso he de verlo. Y me
gustaría saber cómo obraste el milagro sin darle una paliza.
—Bueno, pude pegarle, intimidarlo
o, simplemente, hacerle ver cómo perciben sus actos las demás personas. Dos de
los tres procedimientos dieron resultado, y todo marchó sobre ruedas, bajo la
supervisión de mi tía Boa. Ahora vuelve al hotel y di a los jóvenes que tienen
tiempo para prepararse. Te avisaré de la hora en que pasaré a recogeros en
cuanto sepa adonde vamos.
Soogeun llamó a la puerta de
Heechul, la entreabrió y asomó la cabeza.
—¿Has decidido ya, querido?
Heechul estaba sentado a su pequeño
escritorio. Miraba el vacío inmerso en sus pensamientos en lugar de leer la
pila de invitaciones que su appa le había llevado en cuanto regresó del paseo a
caballo. Cinco invitaciones habían llegado esa misma mañana. Tras la fiesta de
la noche pasada había corrido la noticia de su vuelta a la ciudad y muchas
anfitrionas querían sacar partido de su popularidad. Su presencia solía
garantizar el éxito de una fiesta.
Había leído algunas invitaciones
antes de distraerse pensando en Siwon y ya sabía cuál quería aceptar.
—Me parece que el baile de lady
Wilcott será divertido. Me han invitado en el último momento. Se celebra esta
noche.
—Se lo comunicaré a tu padre.
—No, no se lo digas. Prefiero que
me acompañes tú. ¿Te importaría mucho?
—En absoluto, querido. Me apetecía
asistir contigo a algunos de esos eventos de la temporada pero tu padre me ha
disuadido hasta ahora. Dijo que mi presencia lo distraería demasiado y no
podría vigilarte como debe.
Heechul reprimió su reacción de
incredulidad. Qué «amable» de parte de su padre convertir en un cumplido el
rechazo a la presencia de su esposo.
—Creía que, sencillamente, no te
apetecía ir —dijo—. Sé que prefieres organizar fiestas en casa.
—Nunca he tenido una buena razón
para convencer a tu padre de que me acompañe a una fiesta. En realidad, no le
gustan las reuniones sociales..., excepto cuando es el anfitrión.
—Ya entiendo. No le digamos nada,
pues. Puedes dejarle una nota.
Soogeun rió por lo bajo.
—Es una idea interesante.
Seguramente no evitaremos que nos eche una regañina cuando lo descubra pero
habrá valido la pena, con tal de salir tú y yo solos. ¡Por Dios que me apetece
hacerlo!
Heechul sonrió cuando su appa se
fue. Ahora también a él le apetecía. No salía con su appa desde el día en que
fueron de compras antes de la temporada, y habían pasado meses desde la ocasión
anterior, en que asistieron juntos al teatro.
Había una razón adicional por la
efervescencia que crecía en su interior aquella tarde mientras Hanni lo ayudaba
a vestirse para el baile. Nada tenía que ver con su aspecto, aunque parecía
resplandecer con su traje rojo. Era su color predilecto
Su mirada rebosaba una excitación
que apenas podía contener, porque presentía que Siwon asistiría al baile
aquella noche, intuición nada realista, ya que él no elegiría un evento tan
multitudinario para la velada. Siwon no buscaba esposo. Y una noche había dicho
a su tía que ya no iba a acompañar a Donghae a otras fiestas. Un baile de gala,
por lo tanto, sería muy posiblemente el último lugar donde podría encontrarlo.
A pesar de todo, tenía el presentimiento de que lo vería aquella noche.
Debido a ese presentimiento, no
dejaba de buscarlo con la mirada. Cuando llegó el gran salón de baile quedó en
silencio a su entrada. Siempre le encantaba ese efecto. Aquella noche apenas se
dio cuenta, porque su atención estaba puesta en una única cosa: descubrir a
Siwon entre la multitud. Siendo un hombre muy alto, le bastaron unos momentos
para saber que no estaba allí..., todavía. No obstante, estaba convencido de
que llegaría.
—Sinceramente, hubiera preferido
que no regresaras a Londres hasta después de mi boda.
Heechul se volvió y descubrió que Choi
Donghae lo había seguido a través del salón. El hermano de Siwon estaba hermoso
con su traje de gala aquella noche, a pesar de su expresión disgustada.
—Hola, Donghae —dijo con una
sonrisa—. ¿Ha venido tu hermano contigo?
—No —masculló Donghae—. Sé que
volvió a casa anoche pero no lo he visto. En realidad, todavía no nos hablamos.
—No te enfades con él. A los
hombres les gusta mantener algunos asuntos en secreto —dijo Heechul—. Seguro
que tú también le ocultas algunas cosas.
—No..., bueno, es posible
—respondió Donghae con un ligero rubor y enseguida gruñó—: Vale, muy bien, sé a
qué te refieres.
—Estupendo. Y no tengas celos de
mí, Donghae. Si quieres decirme quién es el hombre que te interesa, lo
rechazaré de la forma más grosera.
—¿Por qué harías eso por mí?
—¿Por qué no? Aunque te cueste
creerlo, no deseo que todos los hombres de la ciudad caigan rendidos a mis
pies. Acaba siendo un engorro. ¡Además, no puedo casarme con todos!
Donghae le dirigió una mirada
extraña antes de decir:
—Hablas en serio, ¿no es cierto?
—Por supuesto —afirmó Heechul.
—No lo parecía al principio de la
temporada, cuando se amontonaban todos a tus pies.
—Yo los alentaba aunque, sobre
todo, lo hacía por mi padre. Pretendía demostrarle que era capaz de conseguir a
cualquier hombre y que no hacía falta que me prometiera con alguien a quien ni
siquiera conocía.
Donghae hizo una mueca.
—No sé cómo pudiste sobrellevarlo,
bueno, antes de conocer a Kang y descubrir que no es un ogro. Yo estaría furioso
con mis padres..., y también aterrorizado.
—Gracias. Es bueno saber que no
sólo yo tenía esos sentimientos.
—En realidad, tampoco te sentiste
feliz con Kang después de conocerlo. ¿Me equivoco?
Heechul meneó la cabeza.
—Supongo que algunas personas no
hacen buena pareja en ninguna circunstancia. Por fortuna, nos dimos cuenta
antes que fuera demasiado tarde.
Era sólo una pequeña mentira, ni
siquiera su mentira, y a Heechul no le supo mal pronunciarla.
Sorprendentemente, Donghae y él siguieron conversando durante veinte minutos
más. Los caballeros empezaron a interrumpirles aunque sólo para firmar sus carnés
de baile. Al final, Donghae reconoció que todavía no había puesto las miras en
ningún hombre en concreto, que le resultaba muy difícil tomar una decisión.
—No sé si puedo darte algún consejo
—intervino Heechul—, excepto que esperes que el amor resuelva tu problema.
Siwon dijo que estás convencido de que el amor va de la mano de la felicidad.
—Sí, seguramente se lo he dicho más
de una vez. ¿Es lo que haces tú? ¿Esperar que llegue el amor?
—Me temo que mi situación es un
poco distinta. Si no encuentro a un marido pronto, mi padre volverá a
intervenir y elegirá por mí.
—¡Eso es tan... anticuado!
¡El joven se indignaba por él, y
Heechul no dudó ni por un momento de la sinceridad de sus emociones! No se lo
podía creer. ¡Cuánto importaba tratar a las personas con bondad y recibir
amabilidad a cambio! ¡Santo Dios! ¿Se había pasado la vida con ideas
equivocadas, alejando deliberadamente a personas que pudieran haber sido sus
amigos?
—¡Ah, qué sorpresa tan agradable!
—exclamó Donghae mirando detrás de Heechul—. Leeteuk está en la ciudad. ¿Vamos
a saludarlo?
Heechul se volvió y vio que los Park,
tíos y sobrino, hacían su entrada en el salón de baile. Casi no reconoció a Leeteuk,
tan bello estaba aquella noche, y ni siquiera llevaba un traje de baile sino un
simple y modesto traje de noche de color verde pálido. No obstante,
resplandecía. Su pequeño príncipe lo había convertido en una mariposa. ¿El amor
era capaz de eso?
Sin embargo, Heechul empezó a
sentirse muy incómodo mientras seguía a Donghae a través del salón. Siwon le
había hecho ver con cuánta mezquindad había tratado al muchacho. Los celos no
eran una excusa válida. Una sensación de hondo arrepentimiento le oprimía el
pecho. ¡Cuando llegaron junto a Leeteuk, Heechul casi lloraba! ¡Por Dios, no se
echaría a llorar en medio del salón de baile!
Se mantuvo apartado mientras Donghae
saludaba a los jóvenes. Leeteuk sonreía mientras intercambiaba algunas palabras
con el hermano de Siwon pero su sonrisa se quebró cuando vio a Heechul. Soogeun
llegó para saludar a los tíos de Leeteuk, que eran también amigos suyos, y
distrajo a Donghae por un momento.
Heechul asió la oportunidad para
abrazar a Leeteuk y susurrarle al oído:
—Me aproveché de tu amabilidad. Lo
siento...—¡Las lágrimas empezaron a brotar!— Lo lamento mucho. Pero, sobre
todo, lamento haberte mentido acerca de Youngwoon. Di por sentadas muchas cosas
que no eran ciertas y estaba muy celoso de ti, más de una vez. Sólo quiero que
sepas que me arrepiento de todo.
No esperó una respuesta. Avergonzado
de las lágrimas que corrían por sus mejillas, salió del salón antes que alguien
se diera cuenta.
Dios!!! Esto está cada vez más bueno....
ResponderEliminarGracias por el capitulo, en verdad que disfruto mucho de la historia
Como haces sufrir a mi pobre Hee
ResponderEliminarPrimero Siwonshis lo deja plantado y ganozo...
Se cae del caballo y no le dan nada... Solo lo manosear...
Y ahora, disculpa y no sabe como tratar con ese sentimiento ...
Ojalá siwon salga al rescate...😭
Y al final, él tuvo razón... 😭
Y anda de amigotes con el pecesito, wauuuu
Tengo el sentimiento de que Siwon va a tener que obligar a Heechul a casarse con el
ResponderEliminarParece que a Siwon se le van a complicar un poco las cosas con Hee
ResponderEliminary al parecer es el único que cree que en verdad Hee ha cambiado ojala y eso cambie la perspectiva de los demás sobretodo ahora que Hee se ha disculpado con Leeteuk
gracias por el cap~~