Se alisó la ropa sin dificultad,
como si nada indecoroso hubiera sucedido en el salón. Siwon lo ayudó, casi se
echó a reír cuando vio que aún llevaba puestas las botas. Pensándolo bien,
resultaba bastante llamativo que Siwon no lo hubiera desnudado para hacerle el
amor. No dio importancia al asunto pero, evidentemente, él sí.
Antes de abrir la puerta, Siwon lo
atrajo hacia sí y le dio un último beso.
—Realmente, creo que deberíamos
hacerlo en la cama alguna vez. —Su sonrisa era un tanto turbada—. Donde pueda
dedicar el tiempo necesario a tu placer. Precipitarme como un colegial
inexperto...
Heechul le selló los labios con el
dedo.
—De inexperto no tienes nada, te lo
aseguro.
—Muy amable de tu parte pero —dijo
él—, cuando estoy contigo parece que pierdo el tiento.
—¿Buscas más cumplidos?
—¿Te parece? —repuso Siwon con una
monería.
—En tu lugar, yo tendría cuidado
antes de llamarme «amable» —bromeó—. O te verías obligado a llevarme a Londres
inmediatamente, cumplida la misión.
—Ve a cambiarte de traje antes del
almuerzo. Mi tía bajará pronto.
—Tengo que deshacerme de las
pruebas. —Heechul ya sonreía.
—¿Quieres que lo haga yo?
Apretaba en la mano sus bragas
rotas, ya que el traje no tenía bolsillos donde guardarlas, aunque preferiría
que no lo pillaran con ellas en la escalera. Miró la chimenea detrás de Siwon.
—¿Te importaría tirarlas al fuego
por mí? No puedo permitir que Hanni las encuentre.
—Por supuesto.
Heechul se las entregó con un
ligero rubor y corrió escaleras arriba. No le sería tan fácil deshacerse de sus
enaguas manchadas. No bastaría lavarlas con agua para quitar las máculas de
sangre virginal y Hanni sabía muy bien que no le tocaba tener el período. Por
el momento, decidió esconder las enaguas debajo del colchón. En cuanto tuviera
la oportunidad las cortaría en trozos y las echaría también al fuego. Pruebas
destruidas. Nadie lo sabría nunca.
Se cambió y estuvo de vuelta al
salón en menos de quince minutos, para pasar más tiempo con Siwon. Con gran
decepción descubrió que él no estaba donde lo había dejado.
Se acercó a la ventana para esperar
su regreso. Incesantemente echaba miraditas al sofá donde habían hecho el amor.
No se creía capaz de volver a sentarse allí sin ruborizarse.
Empezaba a hacerse a la idea.
Curiosamente, no se sentía diferente... No, eso no era cierto. Se sentía
maravillosamente bien. Pero no, en realidad, sus sentimientos nada tenían que
ver con el hecho de cruzar la línea de la iniciación sexual con quien le había
ayudado a cruzarla. La primera vez, ahora se daba cuenta, podría haber sido una
experiencia horrible pero Siwon no había permitido que lo fuera.
Siwon bajó al salón acompañado por
su tía. También se había cambiado de ropa y se había peinado, las caricias de
Heechul le habían alborotado el pelo por completo. Ojalá no se hubiera fijado
nadie antes que lo arreglara. Este hombre nunca aparecía desaliñado, desde
luego, no como estaba cuando lo dejó poco antes.
Ante la presencia de Boa no
tuvieron más ocasiones de hablar de lo que habían hecho, aunque Heechul
percibió la sonrisa cómplice que él le dirigió, y se la devolvió. Su
maravilloso estado de ánimo perduró a lo largo del almuerzo. Ni siquiera se
alteró cuando después de comer Siwon sugirió que se reunieran en su despacho en
lugar de en el salón.
—Creo que en estos momentos no
podría concentrarme allí —admitió en voz baja mientras cruzaba con él el
vestíbulo.
Heechul lo entendió perfectamente.
Tampoco le pareció que él planeara otro encuentro íntimo, qué lástima. Cada vez
que Siwon sugirió que se reunieran a solas en otra habitación fue para hablar
de sus pecadillos pasados. Hoy no le importaba. Seguramente, hoy soportaría
cualquier tema que él quisiera tratar.
—Hablemos de Leeteuk—dijo Siwon
cuando él ocupó el sillón frente a su escritorio.
Cualquier tema menos ése.
—Dejémoslo correr.
Se lo dijo con una sonrisa. No
quería darle la impresión de poner dificultades. Sus impresiones de Park
Leeteuk eran tan contradictorias, sin embargo, que realmente preferiría no
analizarlas.
Siwon no dijo nada más, mantuvo la
mirada fija en el abrecartas que tenía en las manos y que hacía girar entre los
dedos. Heechul sabía qué pretendía hacer, utilizar el silencio en su contra.
Esta vez no daría resultado...
—Cometí la estupidez de darle una
oportunidad —añadió Heechul tras algunos minutos de silencio—. Me pareció tan
dulce cuando vino a Londres con sus tíos para pasar la temporada en nuestra
casa... Al principio dudé de él pero luego pensé que su dulzura no era falsa,
porque era un muchacho del campo, y acabé transgrediendo mi propia regla. Pensé
que podríamos ser amigos de verdad.
Siwon emitió un prolongado suspiro.
—¿Éste es, pues, uno de aquellos casos
en que apuñalaste a un amigo por la espalda? Debo admitir que esperaba oír una
excusa más convincente.
Pareció tan decepcionado de él que
Heechul sintió que se le oprimía el pecho. ¿Qué demonios...? ¡Ni siquiera sabía
a qué se refería!
—Explícate, te lo ruego. ¿Por qué
le di una puñalada por la espalda?
—Volviste a remover el escándalo de
su familia, que ya estaba olvidado, y lo hiciste con toda la mala intención.
—No seas absurdo —repuso Heechul
bruscamente—. Le hice un favor.
Siwon arqueó una ceja con
escepticismo.
—¿Arruinando sus posibilidades de
encontrar un buen marido en Londres? Yo preferiría renunciar a este tipo de
favores.
Heechul se apoyó en el respaldo
suspirando a su vez.
—Muy bien, veo que tengo que darte
explicaciones. Seguramente no lo creerás pero intentaba ahorrarle sufrimientos
mayores en el futuro.
—¿Sufrimientos? —preguntó Siwon.
—Sí. No quería verlo sufrir
enamorándose de alguien con quien después no se podría casar, por culpa del
escándalo. Era inevitable que se supiera. Cuando fuera introducido en los
círculos sociales alguien acabaría recordando el nombre de los Park. Y fue un
escándalo muy tonto. Era absurdo suponer que todos los miembros de su familia, Leeteuk
incluido, acabarían quitándose la vida sólo porque lo habían hecho algunos de
sus ancestros. Pero ya sabes cómo es la gente. Algunos creen esas tonterías. Se
me ocurrió sacarlo a relucir y demostrar la estupidez del planteamiento. Me
habría reído de cualquiera que diera crédito al rumor. Las habladurías pronto
cesarían y nunca más se hablaría del tema.
—¡Santo Dios! ¿Pretendes decirme
que lo ayudabas? —exclamó Siwon.
Heechul rechinó los dientes.
—No tienes que mostrarte tan
incrédulo. Ésa fue la idea..., al principio.
—Ah —asintió él—. ¿Ahora ya
entramos en la parte maliciosa?
—No, ya veo que ahora tocaremos mi
último defecto. Éste y mi mal genio son, probablemente, los peores.
—¿Y cuál es ese defecto?
—Los celos.
—¿Eres consciente de lo absurda que
resulta esta afirmación? —preguntó él incrédulo—. Probablemente seas el joven más
hermoso de Inglaterra. Cada joven y mujer que conoces ha de estar celoso de ti.
¡Incluso mi propio hermano! De todas ellos, eres el único que no tiene razones
lógicas para tener celos de nadie.
—Todo lo que has dicho es verdad.
Lo sé muy bien. Pero es completamente irrelevante. Saber que no tengo razones
para estar celoso no me impide estarlo. Sé que es ridículo. Y sucede ante cosas
ínfimas. ¡No obstante, sucede! Cuando este sentimiento aparece ahí se queda, y
no sé cómo hacerle frente.
—¿Me estás diciendo que tuviste
celos de Leeteuk?
—Sí. Fue Jungmo quien despertó mis
celos cuando vio que tres admiradores míos revoloteaban alrededor de Leeteuk en
un baile. Por eso, si bien pretendía mencionar el escándalo Park con buenas
intenciones, acabé haciéndolo con despecho. Habría superado mis celos y
proseguido con el plan inicial pero Leeteuk y sus tíos decidieron volver a
casa. Y, puesto que mi familia había recibido la invitación de Raccoon Glade
para que conociera a Youngwoon, hicimos el viaje juntos. Para entonces tenía
tanto miedo de conocer al «bárbaro» que se me olvidó restar importancia al
escándalo de Leeteuk. Aunque ya no importa si, como dices, se va a casar con Youngwoon.
—Aún me cuesta creer que tuvieras
celos de Leeteuk. —De pronto, Siwon pareció reflexionar y añadió—: No fue la
única vez en que le tuviste celos, ¿no es cierto?
Heechul se ruborizó.
—No, volví a sentirlos cuando vi
que Youngwoon lo rondaba aunque pensé que lo hacía para ponerme celoso.
—¿Y?
—Vale, de acuerdo, también cuando lo
vi repetidamente contigo. Y sí, estaba celoso aquel día cuando te dije que
parecíais...
—No hace falta repetirlo —apuntó
él.
—Muy bien pero, ya que has sacado
el tema, te diré por qué no quería hablar de Leeteuk. Porque mis sentimientos
respecto a él son muy contradictorios. ¡Cuando no me devoran los celos, lo
encuentro simpático!
—Es comprensible. Todo el mundo lo
encuentra simpático.
Heechul arqueó una ceja cuando
Siwon calló.
—¿No terminarás la frase
recordándome que nadie me encuentra simpático a mí?
Él sonrió.
—En realidad, querido, tal
afirmación ya no sería cierta, de modo que, no, no puedo decirlo. —Heechul
empezó a ruborizarse, convencido de que hablaba de sí mismo, de que él ya no lo
encontraba antipática. Siwon, en cambio, concluyó—: A mi tía le caes muy bien.
Por alguna razón que no comprendía,
Heechul se sintió ofendido pero pronto apartó la sensación y dijo:
—No me has entendido. No me gustan
las demás personas de las que he tenido celos. Leeteuk es la única que me
gusta. Por eso, cada vez que me ponía celoso me parecía traicionarlo, hecho que
empeoraba las cosas. En cuanto desaparecían los celos, sin embargo, me
recriminaba mi propia estupidez y volvía a encontrarlo simpático. Sentimientos
muy inusuales en mí.
—En absoluto son inusuales.
—Quizá sea así en otros casos, pero
para mí era muy inusual —insistió.
—Tal vez esperabas que ambos aún
pudierais ser amigos.
—El «tal vez» es innecesario. Es
cierto que aún pensaba que podríamos ser verdaderos amigos y que aún deseaba
ayudarlo.
—¿Cuándo necesitó ayuda?
—Cuando pareció que daba demasiada
importancia al interés de Youngwoon en él —dijo Heechul.
—Su interés era muy auténtico.
—Ahora ya lo sé —respondió con
impaciencia—, pero ¿cómo demonios iba a saber entonces que se estaban
enamorando de veras? Le dije que Youngwoon me había besado en la posada donde
nos reunimos para disculparme.
—Mentira.
—Desde luego, aunque una mentira de
poca importancia, destinada a evitar que le hicieran daño, no a herirlo.
—Pensaba referirme a algunas de tus
mentiras. Ésa era una de ellas.
Heechul alzó la vista al techo.
—¿Por qué no me sorprende? ¿Y las
otras?
—Sólo tengo conocimiento de una más
—comentó Siwon.
—¿La lista no es larga? Te creía
mejor preparado.
—¿Ya nos estamos enfadando?
Heechul parpadeó pero luego sonrió.
—En absoluto. Me siento un poco
molesto pero ahora que lo mencionas... —Se encogió de hombros—. Ya no.
Siwon se reclinó en el asiento con
aire de sorpresa.
—Estoy sorprendido. Es todo un
cambio, Hee. ¿Qué te parece?
Esbozó una sonrisa traviesa.
—Me encanta. Resulta tan agradable
no ser víctima de mi propio temperamento. ¿Cuál es la otra mentira que conoces?
—¿Hay tantas que no lo sabes?
Heechul reflexionó por un momento y
luego dijo:
—Creo que no. Sólo recuerdo una
ocasión en que mentí deliberadamente a Leeteuk. Me llamaste rencoroso y yo lo
negué, aunque aquélla fue, probablemente, una reacción de rencor, por culpa de
los celos. Leeteuk daba demasiada importancia al momento en que Youngwoon y yo
volvimos a prometernos. Me molestaba, delataba su interés en él, y le dije que Youngwoon
insistió en que nos prometiéramos en cuanto abandonó la casa. ¡En realidad, es
la historia que el abuelo de Youngwoon quería que contásemos, de modo que ni
siquiera fue mentira! Por alguna razón, sin embargo, la información hizo mucho
daño a Leeteuk. No sé por qué. ¿Lo sabes tú?
—No, eso es algo entre Leeteuk y Youngwoon
y no es asunto nuestro. ¿Admites ser rencoroso, pues?
A Heechul no le sorprendió que se
aferrara al tema.
—Sí. ¿Ya estás contento? —dijo
Heechul.
—No mucho. La cuestión es, y es una
cuestión muy importante, querido, ahora que ya no niegas tus defectos, ¿has
aprendido algo de nuestras conversaciones? ¿O volverás a Londres para...?
—Alto ahí —lo interrumpió—. Según
parece, el que no ha aprendido nada de nuestras conversaciones eres tú. Con mi
temperamento, el responsable de exacerbar mis celos, bajo control, bajo un
control casi total en estos momentos..., y admito que te lo debo agradecer a
ti, ¿cómo puedes pensar que no he cambiado?
—Muy cierto. No veo razón, pues,
para que permanezcamos aquí. Salimos para Londres a primera hora de la mañana.
***
Heechul debería sentirse extasiado,
debería dar saltos de alegría por volver, finalmente, a casa. En cambio,
durante el viaje de regreso a Londres tuvo que reprimir las lágrimas en varias
ocasiones y, en general, se sentía muy deprimido. No conseguía entender la
razón, salvo que había vivido la experiencia más apasionante de su vida y que
pensaba que podría disfrutarla de nuevo, aunque ya no tendría más oportunidades
una vez en casa. No podía sentirse tan mal únicamente porque llegaba a su fin
el tiempo en compañía de Choi Siwon.
Siwon no tuvo que conducir el
carruaje en esta ocasión. El lacayo de Boa estaba con ellos y le adjudicaron la
tarea, de modo que Siwon pudo viajar en el interior del vehículo con las dos mujeres
y él. Llegarían a la casa de Boa antes del anochecer. Su tía mantenía un ritmo
de conversación constante y Heechul se esforzaba con desgana en participar,
pero la dama no estaría con ellos durante el resto del viaje. No es que
entonces Siwon y Heechul se quedarían solos. Hanni resultaba ser una
acompañante muy eficaz.
Acordaron unánimemente pasar la
noche en casa de Boa en lugar de buscar una posada. Disfrutaron de una cena
agradable, la última que celebraban juntos, y al final la dama mayor se
emocionó.
—No me despediré de vosotros por la
mañana. No me gustan las despedidas. Aunque me gustaría volver a verte alguna
vez, muchacho. He disfrutado de tu compañía, de veras que sí.
—Yo también lo echaré de menos
—respondió Heechul—. ¿Seguro que no quiere venir con nosotros a Londres para
disfrutar lo que queda de la temporada?
—¡Por Dios, no! La temporada es
para los jóvenes. Iré a tu boda, sin embargo, cuando encuentres al hombre con
quien quieras pasar el resto de tu vida.
Si ese día llegaba. A su vuelta a
Londres, Heechul no se dejaría atrapar en compromisos indeseados ni perdería el
tiempo ideando maneras de librarse de ellos, sino que centraría sus esfuerzos
en encontrar un marido. Si quedaban candidatos interesantes a esas alturas de
la temporada. Aunque esto no importaba. No tendría dificultades en seducir a
cualquier hombre...
Heechul reprimió la idea
bruscamente, horrorizado consigo mismo. ¿Realmente solía pensar así? Poder
observar sus actitudes pasadas desde una perspectiva tan distinta daba forma a
una experiencia esclarecedora. Había sido insensible, indiferente, egocéntrico.
¿Realmente importaba si consideraba justificado su comportamiento? ¿Que tratara
a los demás como ellos lo trataban a él o, al menos, como suponía que le
trataban?
Ahora tendría que reconsiderar
todas sus relaciones, incluida la que tenía con sus padres. Hasta podría ser
agradable no estar eternamente enfadado con su padre. Él sería la prueba más
dura. Si lograra terminar una sola conversación con él sin mostrar su
amargura...
Abandonaron la casa de Boa a
primera hora de la mañana siguiente. Como Heechul ya suponía, el viaje
resultaba un tanto incómodo sin la tía de Siwon. Él estuvo inmerso en sus
pensamientos durante casi toda la jornada, y después de intentar entablar
conversación algunas veces, Heechul abandonó el esfuerzo.
Ya se estaban deteniendo delante de
Raccoon Glade cuando descubrió que aquél era su destino. Hanni estaba
durmiendo, y cuando despertó y vio dónde estaban dijo lo que Heechul, enmudecido
por la sorpresa, no pudo decir:
—¿Qué demonios hacemos aquí?
Siwon rió entre dientes con la
expresión de ambos.
—Sólo nos hemos detenido para que
baje. Supongo que la pareja feliz se casará pronto y así me ahorro el viaje de
vuelta desde Londres.
—Pudiste mencionar que era ésta tu
intención —dijo Heechul con un leve tono de reprimenda.
—Perdona, creía haberlo dicho
—respondió él con un encogimiento de los hombros—. Aunque, pensándolo bien,
éste sería un buen momento para poner a prueba qué has aprendido, ¿no te
parece? ¿Te gustaría quedarte para la boda?
Heechul no tenía que pensarlo. Su
respuesta fue inmediata:
—No, esos dos no creerán que he
cambiado. No quiero empañar el feliz acontecimiento. No importa si vuelvo a
casa solo.
—Muy bien, pues. Te veré en
Londres, dentro de unos días, probablemente.
Otra sorpresa, ésta, mucho más
inesperada y mucho más agradable.
—¿En serio?
—Por supuesto. Sin duda,
asistiremos a las mismas fiestas.
No era la respuesta que Heechul
esperaba recibir pero logró disimular su decepción. El tiempo compartido con
Siwon había llegado a su fin. Había ganado mucho más de lo esperado de aquel
plan descabellado. ¡Un éxito para Siwon!
Sin más ceremonias, él bajó del
carruaje y cerró la portezuela. Ya estaba. Ni despedidas, ni amonestaciones,
ni...
La portezuela se abrió de nuevo y
Siwon, con expresión irritada, se inclinó hacia el interior del carruaje, lo
agarró de los hombros y le dio un beso fuerte en la boca. El deseo de Heechul
se despertó al instante y experimentó una deliciosa sensación de satisfacción
al ver el acaloramiento en la mirada de Siwon cuando él se retiró. Con la misma
brusquedad, se fue otra vez.
Hanni lo estaba mirando con las
cejas más arqueadas de lo que Heechul había visto jamás. No se ruborizó. Estaba
demasiado complacido para sentir el menor pudor.
—No preguntes —fue lo único que
dijo a su doncella, como si eso bastara.
No bastó.
—¿Desde cuándo se toma estas
libertades contigo?
Heechul hizo un último intento de
restar importancia a lo ocurrido.
—No ha sido nada. Tuvimos varias
discusiones acaloradas, durante las cuales yo lo insulté repetidas veces.
Seguramente, ha sido su manera de decir que no me guarda rencor.
Hanni aceptó la respuesta con un
resoplido.
—Le bastaría con decirlo.
Pero no sería tan apasionante,
pensó Heechul sonriendo para sí.
No parecía haber nevado en Londres
últimamente. Las calles no estaban enlodadas, sólo húmedas, como era habitual
en esa época del año. El sol había despuntado durante la última etapa del
viaje, aunque sólo un poco, antes de que empezara a lloviznar otra vez.
Heechul había decidido pasar la
última noche en una posada cerca de la ciudad, para llegar a su casa al día
siguiente alrededor del mediodía, cuando era poco probable encontrar a su padre
en casa. Tenía la costumbre de comer con sus amigos en el club y prefería tener
la oportunidad de acomodarse antes de enfrentarse a él y sus preguntas.
No había tenido ninguna noticia de
su padre y no sabía si estaba todavía enfadado porque no llevara a Youngwoon al
altar o si lo había aplacado el interés que el heredero de los Choi había
mostrado en él.
Su appa estaría en casa, por
supuesto. Soogeun raras veces abandonaba el hogar en esa época, porque estaba
demasiado ocupado organizando sus fiestas. Los amigos acudían a verlo, él nunca
los visitaba. Ni siquiera había acompañado a Heechul al comienzo de la
temporada. Su padre había insistido en acompañarla él mismo. No porque
estuviera orgulloso de su hijo, sino porque le gustaba animarse con sus éxitos.
No había reparado en gastos para su vestuario de debutante, aunque no lo hizo
por su hijo sino para que su lucimiento le reportara a él elogios por tener un
hijo tan excepcional.
La amargura estuvo a punto de
embargarle pero Heechul reconoció los síntomas y pudo reprimirla. Ahora tenía
un objetivo y, cuanto antes lo alcanzara, mejor. Se casaría con un hombre rico
y se vería libre de su padre.
—¿Deshago las maletas o prefieres
dormir una siesta? —preguntó Hanni cuando entraron en la gran residencia urbana
donde se había criado Heechul.
—No estoy cansado, adelante,
deshazlas —respondió el joven.
Sus voces llamaron la atención de Kim
Soogeun, que estaba en el salón.
—¡Has vuelto! ¡Dios mío, te he
echado de menos!
Abrazó a su appa y lo besó en la
mejilla.
—Yo también te he echado de menos, appá.
—Fue toda una sorpresa tu segundo
noviazgo con Youngwoon.
—¿Y una sorpresa todavía mayor la
segunda ruptura? —aventuró Heechul.
—Pues sí. ¡Pero mira a quién
llamaste la atención! Al heredero de los Choi. ¡Tu padre está encantado!
Heechul se encogió por dentro.
—Siwon y yo sólo somos amigos, appá.
No esperes nada de esta relación.
—¿De veras? —Soogeun frunció
ligeramente el entrecejo, su desilusión era evidente— ¿No has considerado la
posibilidad de tomarlo como esposo?
—Puede que sí pero él dejó muy
claro que no está listo para dar un paso tan importante. Y resulta bastante
agradable ser amigo de un hombre que no ha caído a mis pies para adorarme.
Soogeun alzó la vista al techo.
—Bueno, no lo descartes todavía.
Algunos hombres tardan un poco en reconocer lo bueno aunque tropiecen con ello.
Entretanto, seguiremos como si no hubieras llamado la atención del soltero más
codiciado del reino. —Soogeun sonrió—. Aunque debiste avisarnos de tu regreso.
Habría organizado una fiesta en tu honor.
Aquella afirmación no era
sorprendente en absoluto. Tampoco sorprendía descubrir de dónde había sacado
Heechul la idea de que organizar las fiestas más grandes de Londres le haría
feliz, cuando la vida entera de su appa giraba en torno de la vida social.
Seguramente, esto aún podría hacerlo feliz o, cuando menos, le divertiría, pero
ahora tenía un objetivo nuevo al que dar prioridad: librarse de la tutela de su
padre.
Para complacer a su appa, dijo:
—Aún puedes organizar una fiesta.
Será un buen medio para que todos sepan que he vuelto a Londres.
—Precisamente lo que yo pensaba.
Aunque también tengo una pila de invitaciones que he dejado de lado. Quizá te
apetezca echarles un vistazo para ver si hay algunas a las que vale la pena
responder esta semana.
—Me las llevaré a mi habitación.
—Bien, vete a descansar mientras
redacto una lista de invitados. Estoy convencido de poder seducir a algunas
personas para que rompan cualquier compromiso previo para esta noche y vengan
aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario