Soogeun logró mucho más que lo
pensado para la recepción, como descubrió Heechul cuando bajó a cenar. La casa
estaba llena de invitados, sobre todo, caballeros jóvenes a los que ya conocía
aunque también algunos que le eran desconocidos. Al menos, estaba vestido esplendorosamente
para la ocasión.
Qué bien disponer de nuevo de todo
su vestuario en lugar de las opciones limitadas que le ofrecía su baúl. Su appa
lo encontró en el vestíbulo mirando el salón. Heechul arqueó una ceja. Soogeun
comprendió y se limitó a decir:
—No esperaba que todos aceptaran la
invitación, aunque debí imaginármelo. Eres muy popular.
—¿Vendrá padre?
Soogeun se ruborizó.
—No lo he avisado de tu vuelta.
Esperaba que viniera a casa para decírselo pero él mandó una nota diciendo que
volverá muy tarde. —Soogeun se encogió de hombros—. No importa. No hace falta
que esté aquí para que disfrutemos de la velada.
Heechul casi se echó a reír. Era
fácil leer entre líneas cuando hablaba su appa. Soogeun sabía de sobra que
Heechul y su padre no se llevaban bien y se enfadaban fácilmente uno con el
otro. El hecho de no comunicar a su esposo que organizaba una fiesta esa noche
y por qué aseguraba que Heechul pudiera relajarse en su primera velada en casa
y disfrutar de la fiesta improvisada.
—¡Es estupendo tenerlo en la
ciudad, lord H!
—¡Y libre de compromisos!
—Su belleza me deja sin aliento,
Heechul, como siempre.
Uno de ellos lo condujo al otro
extremo del salón, se detuvo y dijo rápidamente:
—Nunca antes pude reunir el valor
de decirle esto. Casi eché a llorar cuando supe que se había prometido con Kang.
Puesto que ese compromiso no duró, no me arriesgo a perder esta nueva
oportunidad. Heechul, le ruego que se case conmigo. —Le miraba con adoración.
Heechul solía pronunciar negativas
bastante bruscas y éste era, precisamente, el tipo de propuesta que detestaba,
porque venía de un hombre que no se había tomado el tiempo necesario para
conocerle antes. Sus rechazos, sin embargo, dejaban una expresión de decepción
dolorosa en los rostros de sus pretendientes y, en esos momentos, no quería
enfrentarse a ella.
Para evitarlo, se limitó a decir:
—Hable con mi padre, Vizconde Moor.
—¿En serio?
Pareció arrebatado interpretando la
respuesta como una aceptación, y rectificó amablemente:
—Sencillamente, no depende de mí.
Estaba convencido de que el
caballero se negaría y él no tendría que afrontar la decepción del vizconde. Muy
cobarde de su parte pero no estaba acostumbrado a sentirse culpable por
rechazar propuestas de matrimonio. En el pasado era demasiado egoísta para que
esto le incomodara. ¡Ahora se enfrentaba a la muerte de las esperanzas de esos
jóvenes y le causaba tristeza!
Hongki y Geunsuk lo rescataron de
sus incómodos sentimientos cuando se abalanzaron sobre él y lo arrastraron
lejos de allí, impacientes por conocer con todo detalle por qué no se había
casado con Kang Youngwoon. Heechul no se entretuvo en los pormenores, como
habría hecho en otro momento. Se limitó a repetir lo que había anunciado el
abuelo de Youngwoon, que habían acordado amigablemente que no harían buena
pareja.
Luego preguntó:
—¿No teníais que estar en otra
parte esta noche?
—Nada tan importante que nos impida
darte la bienvenida a casa —respondió Hongki.
Sus palabras casi parecían sinceras
aunque Heechul sabía la verdad. Tanto Hongki como Geunsuk tenían la gran
habilidad de decir exactamente lo que pensaban que él quería oír. Por
desgracia, normalmente, para hacerlo tenían que mentir. Él tenía la culpa,
pensó Heechul. Si no hubiera tenido una conducta tan espantosa durante tantos
años, los jóvenes de su círculo podrían haberse comportado de forma muy
diferente con él.
—Hemos venido para averiguar qué
fue lo que retrasó tu regreso a la ciudad —dijo Geunsuk—. Tu appa nos dijo que
fuiste a visitar a los Choi. ¿Es eso cierto?
—¿No le creísteis?
Geunsuk se ruborizó un poco. Ambos
jóvenes eran muy guapos aunque no se podían comparar con la belleza de Heechul.
Ostentando títulos menores, no esperaban encontrar un marido de primer orden
esa temporada. De hecho, lo que esperaban era ser los primeros en elegir de
entre los rechazados por Heechul y ambos deseaban que éste se decidiera cuanto
antes.
—En realidad, pensamos que lo
habían informado mal —dijo Geunsuk, proporcionado la causa de su rubor.
Qué forma tan diplomática de
sugerir que Soogeun les había mentido.
—¿Que yo le había informado mal?
—preguntó Heechul.
—Sí —admitió Geunsuk, que se
apresuró en puntualizar—: Sabíamos que tú y Choi no os lleváis demasiado bien.
No podíamos imaginar la razón, siendo él tan guapo, pero vimos que echabais
chispas cuando estabais juntos. Por eso estábamos convencidos de que
rechazarías cualquier invitación de su familia. Pensamos que dijiste a tu madre
que estarías con ellos cuando, en realidad, no estabas allí en absoluto.
Ah, de modo que estaban convencidas
de que había mentido a su madre. Siwon tenía toda la razón en ese sentido. Si
enfilas el camino de las mentiras, ya siempre dudarán de tus palabras. Ambos
jóvenes sabían que mentir se le daba muy bien.
Curiosamente, en el pasado se
habría jactado del tiempo, no de la razón, pasado con Siwon. Ahora prefería que
no supieran nada y no quería hablar de ese tema.
Geunsuk y Hongki no solían
insistir. Pensó que le bastaría decirles:
—Pasé momentos difíciles en Raccoon
Glade cuando descubrí que no quería casarme con Kang. Temía que no me
permitiría retirarme. Pero, al final, tuvimos una buena conversación y ambos
acordamos que sería mejor no casarnos. Yo sólo necesitaba un poco de tiempo
para recuperarme y considerar mis opciones. Además, no tenía prisa en volver a
casa y afrontar la furia de mi padre. Ya sabéis cuánto deseaba él ese
matrimonio.
Cabía la posibilidad de que, entretanto,
los jóvenes hubieran hablado con Jungmo y supieran la verdad sobre el asunto
pero el «tiempo para recuperarse» tenía sentido en cualquier caso. Dónde pasara
ese tiempo de recuperación era irrelevante.
Le sorprendió, pues, que Geunsuk
preguntara con mordacidad:
—¿De modo que no estabas visitando
a los Choi?
Antes que se le ocurriera la forma
de apoyar su mentira, Hongki dijo:
—Bien, eso lo explica todo.
Heechul siguió la dirección de su
mirada y vio que Choi Siwon hacía su entrada en el salón. En el instante de
verlo se le aceleró el pulso. No tenía la menor idea de por qué había venido,
pero tampoco podía negar que estaba encantado de verlo. No esperaba volver a
encontrarse con él, al menos, no tan pronto.
—¿Por qué no querías decirnos que
lo has conseguido? —preguntó Geunsuk, agitado.
—Quizá porque no estoy seguro de
mis sentimientos. —Heechul oyó su propia respuesta y gimió para sí. Justo lo
que no deseaba confesar.
—¡Santo Dios, te has enamorado!
—exclamó Hongki.
—En absoluto, te lo aseguro —replicó
Heechul inmediatamente. Aunque temía haber pronunciado una de las mentiras más
grandes de su vida.
Soogeun mantenía a Siwon ocupado,
lo hacía desde el momento de su llegada. A Heechul no le sorprendió que su appa
lo hubiera invitado pero sí que él estuviera en Londres para aceptar la
invitación, puesto que lo había dejado en Raccoon Glade el día anterior. Youngwoon
y Leeteuk no podían haberse casado ya. ¿O sí se habían casado y Siwon se perdió
la ceremonia?
No pudo satisfacer su curiosidad de
inmediato. Había dispuesto de unos pocos minutos para charlar con sus amigos
pero, enseguida, se vio rodeado de nuevos admiradores, de modo que fue bastante
más tarde cuando encontró la oportunidad de hablar con Siwon a solas.
Había muchos invitados a la cena,
hecho frecuente en las fiestas de los Kim, y Soogeun era muy hábil disponiendo
largas mesas de bufé cargadas de aperitivos para los comensales más frugales, a
la vez que platos abundantes para los apetitos más voraces.
Heechul tuvo que abandonar el salón
para lograr estar solo, y, cuando volvió, pudo dirigirse directamente a Siwon.
El joven acababa de servirse un plato colmado de manjares y miraba a su
alrededor en busca de un asiento vacío. No había ninguno. Todas las sillas del
salón estaban ya ocupadas ahora que la mayoría de los invitados estaban cenando.
—Quizás el comedor esté vacío —le
sugirió Heechul en un susurro conspirador cuando estuvo a su lado.
Los ojos de Siwon se posaron en él
y no se apartaron. Heechul contuvo el aliento. Qué guapo era. Siempre parecía
ejercer ese efecto sobre él y esa noche estaba especialmente atractivo, con su
chaqueta negra de paño fino, que tan perfectamente delineaba sus hombros
anchos, y la corbata nivea atada con holgura al cuello. Su cercanía le aceleró
el pulso. Dios, ojalá no fuera evidente el efecto que tenía en él.
Él no debió de notar nada fuera de
lo común, porque preguntó:
—¿Quedan sillas allí o han sido
todas trasladadas al salón?
Heechul logró dominar la
respiración.
—Te sorprendería la cantidad de
sillas que mi appa tiene en reserva. Considera que sus aptitudes se echan a
perder si organiza fiestas pequeñas.
Miró el plato sobrecargado de Siwon
y él explicó con una sonrisa:
—Hoy no he comido.
—¿Probamos el comedor? —propuso.
—¿Por qué no te sirves primero?
—No tengo hambre.
Siwon arqueó una ceja.
—Nunca tratamos el tema de tu
delgadez, ¿verdad?
Estaba bromeando..., o no.
—¿Realmente crees que estoy muy
delgado? —preguntó Heechul y se miró a sí mismo con gesto de preocupación
ceñuda.
—No quieras saber lo que realmente
pienso de tu figura.
Heechul se ruborizó al instante,
probablemente, porque alzó la vista y descubrió que la mirada de Siwon brillaba
al recorrer su cuerpo. Con un gesto precipitado, cogió una pequeña salchicha
envuelta en un hojaldre delgado de entre las ofertas de la mesa y le mostró el
camino al comedor.
Estaba casi vacío aunque no del
todo. Dos caballeros cenaban en un extremo de la larga mesa, a la vez que
mantenían una discusión acalorada. Uno de ellos le había pedido en matrimonio
hacía tan sólo un cuarto de hora. La segunda proposición de la velada.
Dirigió a los dos jóvenes una
sonrisa cordial y luego apartó la mirada, para indicar que no le interesaba
reunirse con ellos. Ocupó un asiento en el extremo opuesto de la mesa y esperó
que Siwon se sentara a su lado. Se asombraba de haber podido contener la
curiosidad tanto rato.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—prorrumpió en un susurro—. Se suponía que estabas en Raccoon Glade.
—Youngwoon y Leeteuk no se casarán
hasta dentro de unas semanas. Parece que los tíos de Leeteuk insistieron en una
ceremonia formal, con todos los detalles que lleva tanto tiempo preparar. Youngwoon
apenas logra contener la impaciencia, ya que él preferiría no tener que
esperar, y pensé que no era el lugar para que yo también esperara, de modo que
volví a Londres.
—Lástima que no lo supieras antes
que yo prosiguiera viaje.
—Desde luego. Ésa es la razón por
la que no he comido hoy —explicó Siwon—. Pensaba que podría darte alcance esta
mañana pero no pude averiguar en qué posada os alojasteis.
—Aun así, me sorprende verte aquí,
que hayas aceptado la invitación de mi appa. Hubiera jurado que no deseas que
tu nombre sea relacionado con el mío en modo alguno.
—Mi presencia aquí no relaciona
nuestros nombres, querida. Y todavía no he ido a casa para encontrar la
invitación. Sencillamente, he pasado para ver si habías llegado bien a casa.
—Muy amable de tu parte —dijo
Heechul.
—Tengo mis buenos momentos.
Tenía más que unos momentos buenos.
Claro que también tenía bastantes momentos malos, cuando no se mostraba amable
en absoluto sino muy autoritario, aunque Heechul ya se los había perdonado.
Habían terminado en una nota positiva, quizá demasiado positiva...
—Además —añadió él mientras
empezaba a cenar—, ahora me interesa que encuentres la felicidad con el hombre
adecuado. Fue parte de nuestro pacto, si lo recuerdas.
Heechul se quedó muy quieto. Él no
se dio cuenta. ¿Hablaba en serio? ¿Pensaba hacer de casamentero después de lo
que habían vivido juntos?
—¿Lo fue? —repuso con cierta
brusquedad—. No recuerdo que lo mencionaras.
—No me pareció necesario,
tratándose de algo que tiene que ver con tu felicidad —respondió Siwon en su
característico tono desenvuelto—. Todavía piensas casarte, ¿no es cierto?
—Por supuesto.
—Entonces pasarás el resto de tu
vida con ese hombre afortunado, quienquiera que sea, y debemos asegurarnos de
que serás feliz con él.
—¿Nosotros debemos? ¿Y cómo vamos a
estipular antes de tiempo que él podrá hacerme feliz?
Siwon lo miró sorprendido.
—No me digas que aún te contentas
con un bolsillo abultado. El dinero no da la felicidad, Hee, sólo hace la
desdicha más llevadera. A la larga, no te hará feliz.
Heechul mordió la salchicha que
llevaba en la mano y la masticó deliberadamente.
—¿Y qué me hará feliz? —preguntó.
—El amor, por supuesto.
—Jamás hubiese dicho que eras un
romántico.
—Yo tampoco. —Siwon sonrió—. Sólo
intento ver la situación desde el punto de vista del género. Basándome en las
opiniones de mi hermano sobre el tema, que no sabría decirte cuántas veces he
tenido que escuchar, él está convencido de que el amor lo hará extáticamente
feliz. Es decir, parece que el amor y la felicidad van de la mano.
—Probablemente sí. No he tenido esa
experiencia. Pero también hay otras cosas que te pueden hacer feliz.
Siwon suspiró. Seguramente, ya se
había dado cuenta de la irritación en su voz.
—No me digas que has vuelto a las
andadas, que todos nuestros esfuerzos en común...
—Ah, basta ya. —Heechul soltó
también un suspiro—. Sencillamente, tengo un objetivo nuevo, llegar a un
punto..., y pronto, donde ya no tenga que cumplir los deseos de mi padre. Él
toma decisiones pensando en su propia felicidad, no en la mía, y ya estoy harto
de ello.
—Eso significa que aceptarás la
primera proposición que te hagan.
Siwon parecía tan preocupado que quiso
reconfortarlo, de modo que rió por lo bajo y dijo:
—Al menos la mitad de los varones
que están aquí me han pedido ya en matrimonio esta noche, algunos, durante esta
última hora. Aún no he aceptado ninguna de sus proposiciones.
—¿Hay aquí alguno... que te
interese? —preguntó él dubitativo—. Quizá sepa algo de ellos que tú no sabes.
Heechul se encogió de hombros.
—En realidad, no. —Tomó un momento
para volver a sonreír a uno de los presentes. Los dos hombres habían
interrumpido su conversación cuando entró en el comedor y, desde entonces, no
dejaban de echarle miradas furtivas—. No he renunciado a mis criterios...,
todavía.
—Nunca dijiste qué es lo que buscas
en un hombre, aparte de la riqueza.
—Lo sé.
—¿Sigue siendo un secreto? —inquinó
Siwon.
Heechul suspiró.
—No, simplemente no quería hablar
del tema contigo cuando me lo preguntaste. No confío demasiado en los hombres
que declaran su amor por mí al instante. Y eso es lo que todos han hecho. —Con
un gesto de la mano abarcó... todo Londres—. Espero al hombre que dedicará un
tiempo a conocerme primero..., como tú.
No se ruborizó. No debió decir eso
pero ya le había advertido que no tenía que preocuparse de que intentara
echarle el guante, y por qué.
—Para serte sincero, Hee, es un
objetivo excelente aunque, seguramente, se habría vuelto contra ti...
—Tonterías —interpuso, adivinando
que pensaba referirse a su comportamiento del pasado—. Sé que te gustaría
recibir todo el crédito de mi nuevo «yo» pero, de hecho, lo único que hiciste
fue abrirme los ojos a algunas realidades y ayudarme a controlar algunos
defectos que se me iban de la mano. No obstante, ya antes tenía algunas
virtudes aunque no las manifestara públicamente.
—Sí, me di cuenta —admitió él.
—¿De qué?
—De que no carecías de virtudes por
completo. Tu forma de ganarte a mi tía enseguida es un buen ejemplo.
—¿Ganármela? —Heechul sonrió—. Le
gusté desde el principio y lo sabes.
—Sí, supongo que fue así. Y ahora
deberías volver a tus invitados. Una cosa es pasar unos minutos conmigo, pero
si nos excedemos, se desatarán las lenguas.
—Lo sé. —Se levantó para irse—.
Gracias por venir a ver cómo estoy. Muy tierno de tu parte.
Los ojos de Siwon destellaron.
—Por Dios, no uses nunca esta
palabra cuando hablas de mí. Conseguirás darme una mala reputación, lo juro.
—¿Prefieres que te consideren un
libertino irremediable?
—¡Por supuesto!
Heechul sabía muy bien que estaba
bromeando y le siguió el juego:
—Tu secreto está a salvo conmigo.
Se dio la vuelta para irse. Él le
cogió del codo. Heechul contuvo la respiración y cerró los ojos por un momento.
Había estado bien sentarse allí inmerso en la conversación en lugar de fijarse
en la proximidad de él. El contacto, sin embargo, le hizo recordar con detalle
lo que habían vivido juntos y lo maravilloso que fue..., y las palabras de Hongki...
—¿Cómo fue el reencuentro con tu
padre? —preguntó Siwon. La razón por la que lo había retenido le hundió el
ánimo.
No se volvió para mirarlo, temeroso
de hacerlo en esos momentos.
—No ha estado en casa desde mi
regreso y ni siquiera sabe que he vuelto.
—¿Por qué no esperas a ver cómo va
eso antes de tomar decisiones precipitadas?
—¿Yo? ¿Precipitado? —Lo dejó con un
suave resoplido y lo oyó reír mientras se alejaba.
Distraído tras su encuentro con
Siwon, Heechul no pudo elegir peor momento para pasar del comedor al salón. Ni
siquiera vio que su padre estaba en la puerta principal, quitándose el largo
abrigo para entregárselo al sirviente que aguardaba. Él, no obstante, le vio
enseguida.
—¿Heechul? ¿Cuándo has vuelto?
No hubo sonrisa de bienvenida. No
abrió los brazos para darle un cálido abrazo. Sencillamente, parecía curioso.
Kim Janghoon, Conde de Gangwon,
mediaba los cuarenta. Conservaba todo su cabello oscuro y sus ojos tenían una
mirada incisiva. De constitución alta. No era un hombre feo aunque tampoco se
lo podía llamar apuesto. Quizá fuera por eso que se asombraba tanto de haber
engendrado a un hijo tan incomparablemente hermoso y que decidiera sacar algún
beneficio propio de aquel regalo de la naturaleza.
—Volví esta tarde. Appa, como ves,
organizó una fiesta de bienvenida e invitó a muchos de mis admiradores.
Su padre prestó atención al barullo
que salía del salón.
—¿Era necesario?
Heechul calló. Había mencionado a
los admiradores porque, normalmente, a su padre le habría encantado la idea de
exhibirlo y conseguir aún más peticiones de matrimonio..., bueno, le habría
encantado antes de decidir que quería a Kang Youngwoon como yerno. Además,
siempre había fomentado la inclinación de Soogeun por dar fiestas. En esto,
marido y su joven esposo estaban completamente de acuerdo.
—No era necesario. Pero hace feliz
a appá, de modo que cumple una función.
—No me hables en ese tono, jovencito.
Heechul casi se echó a reír. El
tono de su voz no había cambiado en absoluto, por el contrario, era más suave
que el que solía emplear con su padre. Obviamente, sin embargo, él esperaba una
reacción más brusca. Al fin y al cabo, desde que lo prometiera con Youngwoon,
entre ellos sólo había habido discusiones acaloradas.
—Ven a mi despacho. Quiero hablar
contigo —le dijo.
—¿No puede esperar? Tengo
invitados.
—No, no puede esperar.
Sin decir nada más, pasó por su
lado y se dirigió al otro extremo del vestíbulo, donde estaba su despacho.
Heechul respiró profundamente y lo siguió. No iba a permitir que alterara la
paz de espíritu recién encontrada. De alguna manera conseguiría dominar su mal
genio. Nunca antes lo había logrado en presencia de su padre y éste sería un
buen comienzo.
Él ya estaba sentado tras el
escritorio cuando entró en el despacho. Odiaba esa estancia, donde habían
tenido la mayoría de sus discusiones. Hubo un tiempo, hacía muchos años, cuando
le gustaba entrar en esa habitación para buscar a su padre...
Normalmente se sentaba frente al
escritorio pero esa noche se acercó a la única ventana con vistas a la esquina
de la calle. Sorprendentemente, había empezado a nevar otra vez. Aún no lo
suficiente para cubrir la calle pero ya era bonito cómo caía en torno a las
farolas. La visión de la nieve calmó la tensión que crecía en su interior.
—¿Has recibido ya una proposición
de Choi? —preguntó Janghoon mientras encendía una de las lámparas de su
escritorio.
Heechul cerró los ojos antes de
preguntar:
—¿Ésta era tu esperanza?
—Mi esperanza no. Una expectativa.
Es lo único que haría portable la ruptura de tu compromiso con Kang..., por
segunda vez.
Alzó la voz para dar énfasis a las
últimas palabras. Heechul aún no dio la vuelta para enfrentarle. Solía entrar
en este despacho a menudo, en busca de un poco de atención. Jamás notaba que
raras veces la recibía. Es curioso cómo los niños dan ciertas cosas por hecho,
corrió el amor de sus padres.
—Choi Siwon es un libertino —dijo
con voz cansina. Esto debería bastar para poner fin a la conversación aunque no
con su padre.
—¿Y?
Lo que pensaba. Este dato no lo amilanaba
en absoluto. Si Siwon tuviera la peor reputación posible, su padre aún
aprobaría aquella visita. El título de los Choi era lo único que le importaba.
—Y no tiene intención de casarse
conmigo ni con nadie más. —Por fin se volvió para ver la reacción de su padre—.
Creo que sus palabras fueron «no en este siglo».
—Tonterías. Eres capaz de hacer
cambiar de opinión a cualquier hombre en ese sentido.
Era un cumplido..., en cierto modo.
Ojalá pudiera aceptarlo como tal, en lugar de sentirse ofendida.
No pensaba contarle cómo había
luchado con uñas y dientes contra aquella «invitación» ni cómo lo habían
secuestrado, prácticamente. Ni a su padre le importaría ni él daba ya daba
importancia al asunto. De aquel viaje había sacado mucho más de lo que nunca
podría soñar. Y el hecho de no haberse enfadado todavía con ese hombre era un
magnífico ejemplo de los beneficios que le había aportado la injerencia de
Siwon en su vida.
—¿Está, al menos, enamorado de ti,
como todos los demás? —preguntó Janghoon.
—No, aunque de alguna forma somos
amigos.
—¿Me estás diciendo que no te ha
comprometido? ¿Es un libertino famoso y ni siquiera trató de seducirte?
Heechul se ruborizó intensamente y
la ira creció en su interior.
—¿De modo que sabías que es un
libertino? ¿Y, aun así, diste tu permiso para que fuera a visitarlos?
—Claro que sí. Es el mejor partido
de toda Inglaterra. Dime, pues. ¿Por qué no lo atrapaste?
Intentar ponerlo a la defensiva no
daba resultado. Para ponerse a la defensiva tenía que haber cierta medida de
culpabilidad, por ínfima que fuera. El no se sentía culpable. Y Heechul
empezaba a perder el control de su ira.
—Quizá porque no quería.
—¿Has perdido el juicio?
Heechul cruzó la estancia a grandes
zancadas y apoyó las manos en el escritorio para poder inclinarse hacia delante
y traspasarlo con la mirada.
—No, creo que, por fin, lo he
recuperado. ¿Quieres saber por qué él no me sirve? —preguntó Heechul—. Sí, es
increíblemente guapo, rico y noble. Es todo lo que podría desear de un hombre.
Sin embargo, hay una cosa que lo hace inaceptable para mí.
—¿Cuáles?
—¡Tú lo deseas demasiado como
yerno! Después de echarme, ni más ni menos, que a los lobos en Yorkshire, no
pienso hacerte feliz con mi matrimonio. ¿Te sorprende?
Su padre se puso de pie y le
devolvió la mirada iracunda.
—¿Que eres un hijo obstinado y
vengativo? No me sorprende en absoluto. Pero te casarás con él. ¡Me importa un
bledo cómo consigas llevarlo al altar, tú hazlo! O tomaré cartas en el asunto.
No tenía sentido intentar
explicarle que hablaban de la vida de Heechul, no de la de su padre. Lo sabía
por experiencia. Furioso, se marchó del despacho. Demasiado enfadado para
reunirse con los invitados en el salón, se dirigió al comedor.
Siwon aún estaba allí. Acababa de
levantarse de la mesa, su plato ya vacío. Los otros dos hombres se habían ido
aunque Heechul no sabía si su presencia lo habría detenido, ya que no pensó
siquiera en lo que iba a hacer. Sencillamente, se acercó a Siwon y lo besó con
fuerza en la boca.
Él consiguió dominar la sorpresa.
De hecho, le devolvió el beso casi al instante, dejando el plato encima de la
mesa para tener ambas manos libres para atraerlo hacia sí. No hizo falta más
para que el enfado de Heechul desapareciera, dejando la pasión en su lugar. Y
era una pasión poderosa. Aumentó cuando él le chupó la lengua, que
valerosamente había introducido en su boca. Y creció todavía más cuando él le
cubrió una nalga con la mano, apretándole con firmeza contra su erección.
¡Dios, lo que ese hombre era capaz
de hacerle sentir! ¡Ira, pasión, ternura, placer, todo lo había sentido en sus
manos, y cuánta excitación! Era su ruina y su salvación. ¿Cómo diablos había
permitido que se convirtiera en alguien tan importante para él? ¿Estaba Hongki
en lo cierto? ¿Se había enamorado sin darse cuenta?
Siwon lo besó con avidez,
acariciándole la espalda y haciéndole estremecer de placer durante varios
minutos más, hasta que a Heechul se le ocurrió que no podía haber elegido un
lugar peor para compartir un rato de intimidad con él. La puerta estaba abierta
de par en par. Había docenas de personas del otro lado del vestíbulo.
Cualquiera pudo pasar para verlos fundidos en un abrazo ardoroso.
Dio un paso atrás de inmediato,
alarmado con la idea. Pero su corazón seguía desbocado. Sus mejillas estaban
arreboladas. Hasta sentía los labios hinchados y, seguramente, lo estaban.
Temía ofrecer el aspecto de alguien a quien acababan de besar. Él también.
Heechul lo había despeinado. Ahora le alisó el cabello con gesto rápido. Sin
embargo, no podía hacer nada para apagar el fuego que aún ardía en sus ojos.
Siwon aspiró profunda y
temblorosamente antes de decir:
—Ha sido algo inesperado.
Heechul tardó un momento en
recuperar el aliento.
—Lo he aprendido de ti —respondió,
aludiendo al beso que él le diera el día anterior cuando volvió de improviso al
carruaje. Esbozó media sonrisa para quitar hierro al asunto.
—¿Has discutido con tu padre?
—¿Cómo lo has adivinado? —preguntó
secamente.
Siwon le acarició la mejilla con el
dedo.
—¿Quieres dejarme abierta la puerta
trasera esta noche?
La idea casi lo dejó paralizado de
deliciosa expectación.
—Podría —dijo sin aliento.
Mientras subía corriendo a la
planta superior, para recuperar la compostura y quitarse de la cabeza la idea
de volver a hacer el amor con Siwon, sabía que esa noche dejaría la puerta
abierta.
En serio aborrezco al padre de Heechul gracias por el cap bye.
ResponderEliminarJajajaja a siwon lo único que se. Le ocurre es que le deje la puerta abierta! Jajajajajajajaja
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