Mira ahora para bajo —dijo Siwon, por
encima del sonido de los motores—, y verás las montañas de Hyunday.
Heechul hizo lo que le decía, aunque estaba
tan distraído por estar tan cerca de él, que igualmente podría haber
contemplado los rascacielos de una ciudad.
No saber lo que les deparaba el fin de
semana estaba poniéndolo nervioso. Con esfuerzo, se obligó a sí mismo a no
pensar en el príncipe sexy y sofisticado que estaba sentado junto a él en el
jet de lujo, y se concentró en sumergirse en la belleza de su tierra natal.
Bajo ellos se encontraba una isla de
aspecto cautivador que brillaba como una joya colocada en un mar azul intenso.
A lo lejos, vio las cumbres de las montañas que Siwon había mencionado, y
conforme el avión describía un círculo, vio las playas y los brillantes edificios
blancos distribuidos en grupos, como montones de perlas.
—¡Vaya! —exclamó—. ¿Eso de ahí es una
ciudad?
Él sonrió.
—Es nuestra capital. No sé si
puede considerarse una ciudad, es bastante pequeña... aunque tiene una
catedral.
—Entonces es una ciudad —afirmó él.
Siwon se inclinó hacia delante para mirar
por la ventanilla. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que se había
quedado un tiempo allí? Había hecho visitas fugaces a su padre, por supuesto,
pero no había regresado desde que su hermano pequeño Hyuk los había sorprendido
a todos al casarse con un joven inglés.
Al principio esa unión había sido
considerada como la más inadecuada posible, y Siwon había esperado que se
produjera una respuesta explosiva por parte de su hermano mayor Kangta. Pero Hae
parecía habérselo ganado, y Kangta, contra todo pronóstico, lo había aceptado
en el seno de la familia. Y él se había asegurado su lugar en ella para siempre
al darle a Hyuk un hijo y heredero.
Siwon endureció su expresión. ¡Incluso Hyuk,
el salvaje y despreocupado Hyuk, había sucumbido a las expectativas que
conllevaba su posición!
Contempló la suave mejilla de Heechul y su
mata de pelo brillante. Sí. Heechul iba a ser un placentero elemento disuasorio
contra la sutil presión de palacio para que sentara la cabeza de una vez, con alguien
adecuado. Su presencia a su lado lo protegería de aquellos en Hyunday que
buscaban marido. Esbozó una sonrisa. Además, lo mejor de todo era que podría
relajarse y disfrutar del mejor sexo que había experimentado en su vida.
—¿Estás nervioso? —preguntó suavemente.
Heechul
asintió, incapaz de hablar por el nudo que tenía en la garganta. ¿Que si estaba
nervioso? Bueno, sí, si el nerviosismo también incluía un profundo pánico. El
siempre había creído que era una persona adaptable, y su trabajo lo había
llevado a todo tipo de lugares y a conocer a todo tipo de personas, pero no
existía ningún manual que le explicara cómo manejar una situación como aquélla.
Para empezar, no se sentía él, ni siquiera
parecía él. Sus pantalones claros de lino eran de talle bajo y le favorecían
mucho. Se decía que uno tenía lo que pagaba, ¡y Siwon había pagado una
millonada por ellos! Iban conjuntados con una camiseta que le sentaba tan bien
que, lo que debería ser una prenda de todos los días, ascendía a otra
dimensión.
Y bajo la carísima ropa, llevaba una ropa
interior igualmente cara, de seda que se deslizaba como miel sobre sus curvas y
que lograba hacerlo sentirse sexy de verdad.
No tenía mucho sentido sentirse así, porque
Siwon había mantenido sus manos alejadas de él lo máximo posible desde que
habían subido al jet privado.
Heechul lo comprendía, pero eso no lo hacía
más fácil. Él estaba representando su papel frente a los dos pilotos y la
guapísima azafata, así como frente a los soldados que los habían escoltado al
avión. Tal vez hubiera rechazado la vida principesca, pero eso no significaba
que no se adaptara a ella cuando se veía obligado a ello. Era una simple
cuestión de buenos modales y linaje.
En consecuencia, Siwon no lo había tocado
ni besado. Tampoco le había murmurado palabras provocativas al oído,
anunciándole lo que iba a hacerle después en la cama. Había estado distante,
casi hasta el punto de la indiferencia, y eso lo había asustado, porque parecía
reforzar lo que él sabía en el fondo de su corazón.
Tal vez le gustara lo
suficiente a Siwon como para haberlo invitado a pasar el fin de semana allí,
pero desde luego no lo amaba, y por tanto era vital que no se enamorara más de
lo que ya estaba.
¿Cómo podía no seguir enamorándose?
Contempló las nubes que se deslizaban como
algodón al otro lado de la ventanilla. ¿Qué haría si se enterara de que había
una epidemia de gripe? Haría lo indecible por protegerse. Debía hacer lo mismo
con sus emociones y disfrutar del fin de semana por lo que era.
El ruido del motor cambió y el avión
comenzó a descender hacia el minúsculo aeropuerto. Heechul se alisó el pelo
hacia atrás, confiando en que el gesto no delatara sus nervios.
—¿Va a ir alguien a recibirnos? —preguntó.
—Sólo un chofer. Le dije a mi hermano que
no enviara una delegación.
—¿Quería hacerlo?
Siwon sonrió amargamente.
—A Kangta le gusta la pompa y la ceremonia,
lo cual es una suerte, ya que uno de estos días va a encontrarse sumergido en
ellas.
Heechul dudó.
—¿Cómo está tu padre?
—Se está muriendo lentamente —respondió Siwon
con naturalidad, y vio que él daba un respingo.
¿Cómo explicarle que ser pragmático era su
manera de enfrentarse a ello? Había aprendido muy pronto el dolor y lo
irrevocable de la muerte cuando su madre murió. Entonces Hyuk era sólo un bebé,
y Kangta, como primogénito y heredero, estuvo rodeado en todo momento y
protegido por un grupo de cortesanos.
Pero a Siwon le tocó en la edad
posiblemente peor de todas para verse privado de madre. Seguramente ésa fue la
razón por la que lo enviaron a vivir a Estados Unidos con la hermana de su
madre. Él quería mucho a su tía, pero no era su madre, y lejos de sus hermanos
y de Hyunday, su sensación de soledad y aislamiento aumentó.
Luego, al regresar, ya no lo había considerado
su hogar nunca más.
Ningún lugar lo había sido desde entonces.
Una limusina negra los esperaba en la pista de aterrizaje, y los condujo a un
palacio que Heechul creyó que sólo existía en los cuentos de hadas.
—Es el palacio Arco Iris —explicó Siwon
mientras se acercaba a un edificio decorado con mosaicos que brillaban a lo
lejos en un destello multicolor.
—Es precioso —murmuró Heechul—. ¿Es ahí
donde tú naciste?
—Sí —respondió él secamente.
—¿Y en qué escuela estudiaste?
—En ninguna. Teníamos tutores en el
palacio.
Así que había sido aislado del mundo
exterior, de la misma forma que después parecía haberse aislado a sí mismo.
Heechul
lo miró de reojo. Su perfil estaba tenso conforme las puertas se abrían
y el coche llegaba a un amplio patio delantero, salpicado de hermosas estatuas
y brillantes flores tropicales.
—¿Les importa a tus hermanos que yo esté
aquí? —preguntó inseguro.
Su rostro no mostró ninguna reacción. Hyuk
se había interesado por ello, de hecho, se había interesado demasiado, en su
opinión, y le había interrogado sobre por qué llevaba a un joven a Hyunday,
hasta que él le había dejado las cosas claras: Heechul era su amante, ni más ni
menos.
—No empieces a querer emparejar a todo el
mundo —le había dicho irónicamente—, sólo porque tú te hayas enamorado.
Kangta había sido completamente diferente.
Había afirmado sin alterarse que era impensable que Siwon llevara un joven al
palacio si se trataba sólo de un amante.
Habían tenido una discusión exaltada sobre
esa terminología. Siwon le había dicho a Kangta que él era un hombre moderno y
urbano que no estaba de acuerdo con una descripción tan discriminatoria.
Kangta había tratado por todos los medios
de explicarse.
—No pretendo insultar a ese... Heechul
—había dicho exasperado—. Pero, aunque te consideres un «hombre moderno y
urbano», eres un príncipe. Me temo que no puedo respaldar la idea de que
cohabites con él en Hyunday.
Consciente de que él tenía todas las de
ganar, Siwon había respondido fríamente:
—Entonces no iré.
—¡ Eso es impensable!
—¡Exacto!
A pesar de lo mucho que se había enfadado Kangta,
Siwon se había mantenido inflexible: no sólo iba a llevar a Heechul consigo,
además quería que compartieran habitación en el palacio.
—¡No voy a comportarme como un adolescente
de instituto, metiéndome en su cuarto a escondidas por la noche! —había
bramado.
—¡Piensa en tu posición! —había replicado
su hermano.
—Lo hago, ¡constantemente! He escogido
vivir mi vida siguiendo mis propias reglas, y te estoy pidiendo que lo
respetes.
Siwon miró a Heechul a sus ojos y esbozó
una ligera sonrisa.
—No —dijo alegremente—, A mis hermanos no
les importa que estés aquí.
Aquello podía considerarse una distorsión
de la verdad, pero él prefería llamarlo diplomacia. A veces era mejor decirle a
la gente lo que querían escuchar.
El coche de lujo se detuvo y aparecieron
varios sirvientes por las ornamentadas puertas del palacio. Heechul salió del
coche, sintió el sol cayendo sobre su cabeza y la sensación de estar en un
sueño fue más fuerte que nunca.
Siwon habló con uno de los sirvientes en coreano
mientras otros sacaban el equipaje del coche y lo introducían en el palacio. Siwon
se giró hacia él y sus ojos negros centellearon.
—¿Quieres que vayamos a nuestras
habitaciones? —le sugirió con desenfado—. Tal vez quieras cambiarte de ropa. A
mi hermano Kangta le gustaría hablar contigo antes de bajar a cenar.
Heechul se dio cuenta de que no era una
pregunta, sino una orden, presentada con sutileza y encanto, pero una orden de
todas maneras. Por mucho que Siwon afirmara que había dejado de lado su vida de
príncipe, estaba arraigada en su interior. No podía escapar a su educación y
olvidarla sólo porque él quisiera.
En Hyunday, Siwon iba a ser inevitablemente
el Príncipe, y como amante suyo, Heechul tenía su propio papel que cumplir.
«Así que, cumple con tu papel», se dijo a sí mismo, «pero no bajes las
barreras, ni por un segundo».
Recordó lo que Puff, su compañera de piso,
le había dicho al despedirlo.
—¡Le vas a encantar a todo el mundo!
¡Simplemente sé tú mismo, cielo!
¿Qué significaba eso exactamente? ¿Que
debía dejarse arrastrar por sus sentimientos? No, en aquel caso no. Intuía que
se trataba más bien de ser natural y de trato agradable... en otras palabras,
de ser el invitado perfecto. Se adaptaría a todo y viviría a fondo aquella
experiencia.
—Suena maravilloso —afirmó con serenidad.
Siwon lo condujo hasta sus habitaciones a
través de amplios pasillos de mármol, decorados con espectaculares pinturas, y
luego a través de un patio interior, fresco y lleno de deliciosos aromas, con
una fuente con una cascada que sonaba como música.
Heechul se la quedó mirando unos instantes
mientras tomaba aire maravillado. Era imposible no sentirse sobrecogido ante
tanta belleza.
—Te gusta —comentó él.
Heechul se giró hacia él y vio la mirada
opaca de sus ojos negros.
—¿A ti no?
Él se escogió de hombros.
—Yo crecí aquí. Uno siempre ve las cosas de
manera diferente cuando está dentro. Y los recuerdos cambian la forma en que
ves las cosas.
Heechul advirtió la dureza de su voz.
¿Acaso su niñez rota le había provocado cicatrices que nunca podrían curarse?
Pero preguntárselo sería entrometerse en su vida. Y Heechul no quería hacerlo.
Había otras maneras de decirle que lo comprendía.
—Sé a qué te refieres —dijo, pensativo—. Es
como quien vive junto al mar, se acostumbra tanto a verlo que no lo valora. ¡Y
supongo que nada le prepara a uno para crecer en el tipo de sitio por el que la
mayoría de los mortales pagan por ver!
Hubo una pausa y entonces, inesperadamente,
Siwon se echó a reír. Su estatus social era tan elevado, que rara vez la gente
le gastaba bromas al respecto... Aunque, al pensarlo mejor, Siwon se dio cuenta
de que él casi nunca dejaba que la gente le gastara bromas.
Su risa rompió la tensión reinante. Siwon
contempló a Heechul. Con los pantalones de lino y la ceñida camiseta, estaba
más elegante de lo habitual.
¿Había intentado cambiarlo, y en aquel
momento el joven al que admiraba y deseaba se desvanecería, como arena entre
los dedos?
De repente, quiso verlo desnudo, desprovisto
de toda la ropa cara que él había insistido en comprarle.
—Vamos a nuestra habitación, cariño —dijo,
vacilante.
Heechul supo perfectamente qué era lo que
él quería por su mirada, pero no iba a desafiarlo en público, en el patio del
palacio. O por lo menos, le pareció que era algo público; no se veía a nadie,
pero no podía quitarse de la cabeza la idea de que los observaban.
Tal vez tuvieran un circuito cerrado de
televisión, pensó con cierta histeria.
Apenas tuvo oportunidad de advertir cómo
era la lujosa habitación en azul hielo y dorado, porque Siwon lo tomó entre sus
brazos, apretando su cuerpo fuerte y delgado contra el de suyo. Sintió la
inconfundible evidencia de su deseo y se derritió como respuesta.
—Siwon —susurró cerca de su oído mientras
él le introducía la mano en sus pantalones— No debemos.
—¿No debemos qué? —preguntó él, con los
ojos brillantes como un metal indefinible mientras observaba cómo se dilataban
sus pupilas y sentía su miembro endurecer al mover los dedos sobre su pantalón.
Heechul cerró los ojos y sintió que las
rodillas le flaqueaban.
—Tu hermano... —dijo, entre jadeos—. Estará
esperando.
Los pantalones cayeron al suelo junto a sus
tobillos, y él esbozó una sonrisa triunfal.
—Igual que yo, cariño —dijo con severidad—.
¡Y no puedo esperar más!
Todo sucedió muy rápido. Siwon lo desvistió
de sus ropas caras, lanzándolas descuidadamente al suelo como si no importaran
nada, y Heechul se sintió de pronto como un maniquí que él podía vestir y
desvestir cuando le apeteciera. Como si fuera una posesión suya. ¡ Y no lo era!
«Maldito seas», pensó. «¡Maldito seas,
príncipe Choi Siwon, con tu actitud caballerosa y tu determinación para
conseguir lo que quieres!
Pero, ¿acaso él no lo quería también? Oh,
sí, con tantas ganas...
Tironeó de la camisa de seda de él,
haciendo saltar varios de los botones, que rodaron por el suelo, y le oyó
soltar una risa de placer conforme deslizaba sus dedos entre el vello de su
pecho.
—Heechul... —gimió él.
Ese sonido de rendido placer encendió a Heechul,
y de alguna forma llegaron hasta la cama, quitándose la poca ropa que les
quedaba encima.
Heechul respiraba a un ritmo frenético al
colocarse a horcajadas sobre él.
—¿Has... has echado el cerrojo a la puerta?
—preguntó, con voz temblorosa.
—¡Sí! —respondió él en coreano. Esa simple
palabra fue suficiente para que descendiera sobre él, jugueteando con la punta
de su miembro contra su entrada y luego haciendo como que dudaba, como si
estuviera a punto de cambiar de idea.
—Heechul... —rogó él, ahogando un grito
ante el inmenso placer cuando lo introdujo dentro de sí. Él estuvo tan lleno,
tan tenso, que creyó que iba a explotar.
Siwon empezaba a moverse, atormentándolo
cambiando de ritmo, hasta que él no pudo soportarlo más. Lo agarró por las
caderas, aumentando el ritmo y observándolo con placer entornar los ojos y
echar la cabeza hacia atrás, y Heechul murmuró la palabra «sí» una y otra vez,
hasta que vació toda su semilla dentro de él.
Siwon sacudió la cabeza ligeramente, sin
poder creérselo, y se hundió en las almohadas arrugadas, atrayendo hacia él el
cuerpo sudoroso de Heechul. Quería dormir, pero Heechul comenzó a sacudirlo,
con el rostro sonrojado.
—¡Siwon, despierta!
Él negó con la cabeza y movió sus caderas
para acomodarse.
Le tocó en el hombro.
—¿No habías dicho que teníamos que hablar
con tu hermano?
A regañadientes, Siwon abrió los ojos,
maldiciendo en su interior mientras miraba el reloj de su muñeca y después a él.
Con su mata de pelo alborotado y el intenso brillo de sus ojos, parecía
exactamente lo que era: un joven enormemente sexy y desvergonzado que acababa
de ser poseído. Siwon sintió que se endurecía de nuevo, y deseó estar lejos de
las limitaciones de su antigua vida. ¿Qué no daría él por volver a poseerlo de
nuevo?
—¿Cuándo puedes estar preparado?
La pregunta le salió más lacónica de lo que
él esperaba, pero estaba tratando desesperadamente de distanciarse, y por
primera vez no le resultaba fácil. ¿Sería porque Heechul era el amante más
parecido a él que había tenido nunca?
Heechul se sonrojó aún más.
—Necesito darme una ducha rápida —dijo—. Y
tengo que sacar algo que ponerme de la maleta.
—Algunas de tus prendas ya estarán
colocadas en los armarios —anunció él—. El resto lo están planchando. Ahora
date prisa, cariño. El baño está por ahí.
Aún temblando, Heechul salió de la cama y
se dirigió tambaleándose hacia la puerta que él le había indicado.
Príncipe Choi ka verdad que te detesto, por lo menos en este capítulo. Tan frío y controlado que no te das cuenta lo que está pasando el pobre Hee.
ResponderEliminarYa te ca a tocar sufrir y creo que lo voy a disfrutar un poco bastante
Cada quien haciendoae un lio con sus propios comentarios y con sus propias concluciones,ni con ellos mismos estan conformes.
ResponderEliminarEsa frialdad de uno,y luego el otro,así a dónde van a ir
estan que se mueren,pero ninguno define,ninguno quiere ser el que se decida,el miedo,el no poder lograrlo y el que "no sea lo correcto'' los limita
Gracias por el capitulo!!! no puedo creer que se comporten asi ambos tienen conclusiones!! que hacen que no puedan ver que ambos estan enamorados!!
ResponderEliminarcuidate
>///< Gracias por el cap, en verdad que a Siwon se le dificulta el tener las manos lejos de Hee.
ResponderEliminarAhora esperemos a ver como resulta la reunión con el resto de los principes. Cuando se dara cuenta Hee que esta embarazado??? Pronto?? Please que sea asi, ya quiero ver la reaccion de Siwon cuando se entere
Si tan solo estos dos dijeran en voz alta todo lo que piensan, las cosas serían más fáciles. Me pregunto como irá a salir esa dichosa reunión y que irá a pasar con HeeChul, espero que no lo hagan sentir mal, ni nada parecido.
ResponderEliminarGracias por el capítulo.
Bye ^^
Estoy de acuerdo con comentarios anteriores si estos dos se dijesen las cosas que sienten y piensan la historia tomareia otro rumbo, aunque la idea es que la historia lleve el rumbo que ya lleva.
ResponderEliminarLa verdad ha de ser un gran fastidio ser un principe, tantas restricciones y tantas reglas que seguir, puaj no podria vivir asi.