Yesung llegó justo cuando el amanecer
había iluminado el cielo con una luz difusa amarillo limón.
Amarga y fresca.
—¿Qué haces aquí fuera? —preguntó
sentándose a su lado en el balancín—. Creía que aún estabas durmiendo.
—No. No estaba cansado.
—Has estado llorando.
¿Qué esperaba? ¿Que hubiera pasado la
noche dibujando cómics y riéndose de su poca cabeza? Lo había destrozado. Había
pisoteado su corazón sin que se le moviera un pelo al hacerlo.
—Sí —contestó—. No por lo que crees,
sino porque he protagonizado un espectáculo indigno.
—No te culpes, Wook. Intentamos algo que
nunca tuvo la posibilidad de funcionar. No tenía que ser, ya está.
Wook se aventuró a mirarlo, su espalda
masculina curvándose hacia delante, sus manos juntas sobre el regazo, el
contorno orgulloso de su perfil iluminado por la luz de la mañana, y pensó que
nunca había conocido un dolor tan grande como el que le atravesaba en aquel
momento.
—¿Entonces por qué estás aquí?
Sacó un papel doblado de su bolsillo.
—Me puedes localizar en cualquiera de
estos teléfonos. Quiero que me hagas saber si estás embarazado. Prométeme que
lo harás, Ryeowook.
—Quédatelos —replicó apartando la cara—.
No los necesitaré. Ya no hay posibilidad de ello —aseguró.
Aun así él no hizo
ademán de marcharse. Incapaz de soportar estar tan cerca de él sin tocarlo, se
levantó del balancín y caminó hacia la barandilla—. ¿No me has oído? —gritó —.
Ya no estás en apuros, Yesung puedes irte volando al amanecer con el engreído
de tu novio sin mirar atrás. ¿No es eso lo que quieres?
—Estoy empezando a pensar que ya no sé
lo que quiero —confesó en voz baja—. Supongo que lo único que sé es lo que no
puedo tener, y no puedo tenerte, Ryeowook. Mereces algo mejor.
—¡No malgastes saliva! —replicó sin
preocuparse de que viera que le caían lágrimas por el rostro, ni de que su
último recuerdo de él fuera una imagen penosa—. Estoy harto de me repitan
siempre la misma canción, sobre todo cuando no es más que una mala excusa para
no comprometerse. Te gusta ser un tipo duro que tira las muletas y aguanta el
dolor a cualquier precio. ¿Por qué no tienes el mismo valor para enfrentarte a
la verdad ahora? Tu poca disposición para comprometerte conmigo no tiene nada
que ver con no ser lo bastante bueno para mí sino con tu monumental egoísmo. Ni
tú te crees el sermón que estás echando. Tienes demasiado ego para semejante
humildad.
—Wook —lo llamó yendo hacia él—. Si
fuera tan simple...
La noche anterior, apenas una hora
antes, habría dado cualquier cosa por correr a sus brazos. Pero de repente, la
idea de que lo tocara lo hizo apartarlo con tanta fuerza, que él apenas pudo
mantener el equilibrio.
—Lo único simple aquí eres tú, si crees
que me puedes ablandar con amabilidad esta mañana, después de todo lo que
hiciste anoche. Quiero que salgas de mi propiedad y de mi vida, Kim Yesung.
Ahora que sabes que no estoy embarazado, estoy seguro de que querrás
complacerme en ambas cosas.
No esperó a escuchar su respuesta. No
salió de la cabaña hasta que vio a través de la ventana del salón que el
hidroavión despegaba.
Dos días más tarde, llegaron para
recogerlo y llevarlo al continente. No miró hacia atrás. No quería ver nunca
más la isla, la ensenada donde Yesung lo había encontrado la noche en que fue a
nadar, o la lancha en la que habían hecho el amor.
El tiempo veraniego duró mucho aquel
año, hasta bien entrado octubre, con días de cielos azules y noches claras con
la promesa de un invierno que aún no estaba preparado para llegar. Pero no todo
se posponía. Justo después de Acción de Gracias, cuando la mentira que le había
contado a Yesung aún no se había convertido en verdad, Ryeowook fue al médico
para que confirmara lo que ya sabía desde hacía más de un mes.
—No hay duda —afirmó reapareciendo
minutos después de que le hubiera dado el test de embarazo—. Vas a tener un
bebé, a primeros de mayo si tus datos son correctos, lo que significa que estás
en el segundo trimestre. ¿Por qué has tardado tanto en venir a verme?
Lee Donghae lo conocía demasiado bien
para fingir, lo había visto pasar por muchas crisis con Eric.
—Por rechazo.
—¿No quieres este bebé?
—Quiero...
Yesung.
De repente, cerró los ojos ante el dolor
de anhelar lo que nunca se había ido. Hacía casi tres meses y el dolor de
echarlo de menos no disminuía. Mientras viviera lo seguiría amando.
—¿Un aborto?
—¡No! —exclamó abriendo los ojos de
susto para encontrarse con la mirada preocupada de Donghae—. Eso nunca se me ha
pasado por la cabeza.
—Pero no tienes esposo, ¿verdad?
—No. No tengo esposo, ni lo tendré.
Tendré este bebé yo solo.
—¿Sabe el padre que estás embarazado?
—No. Y no quiero que se entere nunca.
—Te estás enfrentando a una enorme
tarea, Ryeowook. Y después de lo que has pasado los últimos años, ¿estás
preparado para el reto de ser appa soltero?
—Amar a un niño, preocuparme por alguien
más me da un objetivo en la vida. No veo a este bebé como una carga, Donghae.
—Aunque, según has admitido, te habías
negado a admitir que estabas embarazado hasta hoy. ¿Estás seguro de que estás
preparado para la tarea a largo plazo a la que te enfrentas? Porque si no estás
seguro, hay otras opciones además del aborto. Hay una lista de espera muy larga
de parejas deseando adoptar un bebé.
—Nunca podría hacer algo así —aseguró.
—Piénsalo bien antes de descartar esa
idea completamente. No es una decisión que se deba tomar con prisa, y estoy
seguro de que, hagas lo que hagas, pondrás los intereses del niño por encima de
todo lo demás.
Aunque no lo dijo claramente, la opinión
de Donghae estaba clara. Si realmente se preocupaba por su hijo, se aseguraría
de que creciera con dos padres y un hogar estable, en lugar de dejarlo a merced
de un appa que suspiraba por un hombre al que no podía tener.
El tema le atormentó al salir a la
abarrotada calle principal. Eran poco más de las doce y las aceras estaban
repletas de multitud de personas aprovechando el buen tiempo durante la hora de
la comida. No era de extrañar que no viera a Yesung y que hubiera pasado de largo
si no le hubiera cortado el paso.
—Hola —saludó casi tan desconcertado
como él—. Creí que trabajabas en las afueras.
—Y trabajo allí —respondió intentando
encontrar algo impersonal que decir, algo que borrara sus últimas
desafortunadas impresiones sobre ella, además de no revelar su secreto—. Tenía
una cita en la ciudad hoy.
«¡Tonto! ¡Y si te pregunta qué clase de
cita!».
No lo hizo.
—Te has cortado el pelo —comentó tras
observarlo.
—Sí.
—Está corto.
—Sí —respondió consciente de que sus
respuestas eran breves. Intentó sonreír, pero fue desastroso porque le
temblaron los labios.
—Siempre te imagino con el pelo un poco largo.
«¿Piensas en mí? ¿Mucho?».
—Me apetecía cambiar.
—Los cambios son buenos —dijo. Se
balanceó y levantó las cejas—. ¿Qué tal estás?
—Bien —contestó poniéndose el bolso
delante aunque su chaqueta holgada camuflaba cualquier indicio de su embarazo.
—¿Y el perro?
—También está bien. ¿Y tú?
—Bien —respondió mirándolo desde el
pecho, hasta las piernas pasando por la cintura— Tienes buen aspecto.
Él tenía un aspecto fantástico.
Bronceado, delgado y musculoso.
—Gracias.
Sonrió y Ryeowook pensó que se le partía
el alma de deseo.
—Has ganado un poco de peso desde la
última vez que te vi.
Cierto. A pesar de que las náuseas lo atacaban de vez en cuando, el embarazo le sentaba bien. Estaba resplandeciente
y no era el primero qué lo notaba.
—Sí. Últimamente me siento mucho mejor.
Se subió la manga de la cazadora y miró
la hora.
—¿Tienes prisa por ir a algún sitio?
Si tuviera un poco de sentido común,
habría argumentado otra cita y habría desaparecido de su vista a toda
velocidad, pero el juicio nunca había sido su punto fuerte en lo referente a Yesung.
Era arrastrado por él tan inevitablemente como la marea se rendía al influjo de
la luna y del sol.
—No especialmente.
—Bien, tengo una hora y media antes de
ir al aeropuerto. ¿Te gustaría comer conmigo?
—¿Te vas de la ciudad?
¿Qué importaba? Como si vivía en Canada.
—Sí. Vuelvo a trabajar. Ya no llevo
bastón, ¿ves? Podría bailar un chachachá si quisiera, sin problemas.
—Debes de estar muy contento.
—Con algunas cosas —respondió con
ambigüedad, apartándose para dejar pasar a un grupo de personas. Después, se
acercó otra vez y le agarró del brazo—. Este no es el mejor lugar para mantener
una conversación. Permíteme que te invite a una hamburguesa o algo mientras
tengo tiempo.
«¡Declina la invitación! Cuanto más
estés en su compañía, más oportunidades tendrás de decir o hacer algo que
despierte sus sospechas. ¿Qué pasa si tienes que vomitar? ¿Y si nota que la ropa
te queda tan estrecha?».
Al notar que dudaba, tomó la decisión
por él y lo condujo hacia la puerta giratoria de un hotel cercano al centro
médico.
—Vamos, Wook. El que hayas ganado algo
de peso no significa que no puedas comer nada.
Pero en lugar de dejarlo pasar, se
introdujo en la misma parte de la puerta, y por unos escasos segundos,
estuvieron solos en su pequeño mundo de cristal.
Pudo sentir el calor de su cuerpo,
detectar el aroma de su loción para el afeitado, algo que nunca había usado en
la isla. Su aliento le movía el cabello de la nuca, erizándole el vello. Si
pudiera detener el tiempo, si se rompiera el mecanismo de la puerta y quedaran
atrapados allí durante horas, si pudiera tenerlo una sola noche y conociera
otra vez el éxtasis por el que merecía la pena vivir, si ese fuera el precio
que tuviera que pagar...
Pero mientras su mente funcionaba al
cien por cien, su cuerpo no se quedaba atrás y se inclinó hacia él como una
flor desesperada por sentir el calor del sol.
Tuvo que hacer un esfuerzo para no
aferrarse a sus rodillas y suplicarle que no lo abandonara otra vez. «La noche
después de que hiciéramos el amor, dijiste que, si estuviera embarazado, todo
cambiaría. Pues lo estoy, Yesung. Vamos a tener un bebé».
Chantaje. La sola idea resultaba sucia y
desagradable.
—Te llevaría al piso de arriba, al
restaurante, pero tomo el avión a las dos, así que me temo que tendremos que ir
a la cafetería —informó.
—Está bien. No tengo mucho apetito.
Tendría suerte si podía tragar un solo
bocado, tenía el estómago revuelto.
Encontró un reservado al fondo del salón
y esperó hasta que llevaron los sándwiches que habían pedido para hablar.
—Dijiste que últimamente te sientes
mejor. ¿Quieres decir que has estado enfermo?
—No —contestó deprisa y con nerviosismo.
Él se dio cuenta.
—¿Es que... has conocido a alguien?
Ryeowook se miró los dedos entrelazados
en su regazo, porque no podía soportar su mirada inocente. ¿Cómo podía
preguntar eso, cuando le había abierto el corazón la última noche en la isla?
¿Le creía tan frívolo como para cambiar sus sentimientos en unas semanas? ¿O
estaba esperando aliviar su conciencia por haberle presentado a Sungjoon de
aquel modo?
—¿Ryeowook?
—Sí —respondió lanzándole una mirada
desafiante—. He encontrado a alguien.
—¿Es algo serio?
—Muy serio.
Fue a probar otro bocado de su sándwich,
pero cambió de opinión.
—A esto le falta algo. O es que no tengo
tanta hambre como creía.
—El mío está delicioso —aseguró Ryeowook.
—Ese hombre al que has conocido... ¿Vas
a casarte con él?
—Digamos que es una relación estable.
—¡Bien! En ese caso, enhorabuena. Me
alegra que te hayan ido tan bien las cosas.
—¿Y tú, Yesung? —preguntó—. ¿Sigue
siendo Sungjoon parte de tu vida?
—No mucho.
—¿Quieres decir que solo es uno de tantos?
—Si estás hablando de conocidos, sí. Si
me estás preguntando si tenemos una relación significativa, la respuesta es no.
Nunca la tuvimos y nunca la tendremos. Para empezar, no tengo tiempo, y aunque
lo tuviera, no es mi tipo. Pero hablando del tiempo... —dijo mirándose el reloj
y pidiendo la cuenta—. Mi vuelo está lleno. Debería correr si no quiero
encontrarme con que le han cedido mi asiento a otra persona.
Él se levantó y Ryeowook habría hecho lo
mismo si hubiera confiado en la capacidad de sus piernas para sostenerle. Pero
la tensión de mantener las apariencias se había cobrado su precio. Estaba
temblando de la cabeza a los pies y tenía tantas ganas de vomitar, que no
estaba seguro de llegar al lavabo antes de hacerlo.
Tras un velo de tristeza, observó cómo
pagaba la cuenta. Después, regresó junto a él y por una vez pareció que le
faltaban las palabras. Empezó a decir algo muchas veces y luego cambió de
opinión.
Al final, le dio un beso en la mejilla.
—Adiós Ryeowook, y buena suerte.
No lo había visto partir la última vez y
no quería verlo en ese momento. Y aunque quisiera, no habría sido capaz de
verlo. Estaba cegado por las lágrimas.
En otros tiempos, habría pensado en
tomarse un par de semanas libres en el Caribe como gratificación. Se la merecía
por todas las veces que había estado trabajando en una plataforma del mar del
Norte en medio de un temporal de invierno. Pero esa vez, ni siquiera el encanto
del caribe habría sido suficiente para devolverle el antiguo entusiasmo.
Demasiado a menudo, sus pensamientos lo llevaban al hogar y lo dejaban
desconcertado. La palabra «hogar» nunca había significado mucho para él hasta
hacía poco.
El trabajo en Sudamérica había sido pan
comido. Ningún fallo estructural grave del que preocuparse, nada de buceo en
profundidad, solo una inspección desde un vehículo de control remoto y una
montaña de informes y dibujos para enseñar en las reuniones. Desde el punto de
vista profesional, había ganado muchos puntos y desterró cualquier duda de que
estuviera acabado como resultado de aquel accidente en Oriente Medio.
Sin embargo, para él la emoción había
desaparecido. Por primera vez en su vida, había tomado su vuelo de vuelta a Corea
sintiéndose insatisfecho. Dentro de cincuenta años, cuando estuviera criando
malvas o preparando su noventa cumpleaños, ¿a quién le importaría que una vez
hubiera estado en la vanguardia del diseño de plataformas petrolíferas
submarinas? ¿Qué clase de legado era ese, si no quedaba nadie que a él le
importara que se sintiera orgulloso de sus logros?
Lo que le llevó a la raíz del problema: Ryeowook.
Demasiado a menudo, cuando debería haber estado concentrado en otras cosas, se
había introducido en sus pensamientos, y aunque lo intentaba, no había
conseguido expulsarlo de ellos.
De nada valía recordar que estaba
haciendo exactamente lo que le había dicho: seguir adelante con su vida.
De
nada valía enumerar las razones por las que Ryeowook estaba mejor sin él. Lo
mirara por donde lo mirara, siempre llegaba a la misma conclusión. Lo había
estropeado todo.
La pregunta que lo acosaba todo el
tiempo que estuvo fuera era si sería demasiado tarde para rectificar.
Mientras el avión estaba a punto de
aterrizar en el aeropuerto de Incheon, supo que no tendría descanso hasta que lo
averiguara.
No aparecía en la guía de teléfonos,
pero fue fácil localizarlo. Empezó a llamar a los bancos en cuanto abrieron al
día siguiente de llegar, dio en el blanco a la tercera llamada y arregló una
cita con su ayudante esa misma tarde a las cuatro.
—Shin —contestó cuando le preguntó su
nombre y el asunto a tratar—. Shin Donghee. Quiero hablar sobre un préstamo a
corto plazo para una propiedad que estoy pensando en comprar.
Encontró la sucursal con facilidad,
entre una floristería y una tienda de delicatessen, en un centro comercial
agradable rodeado de cerezos sin hojas debido al viento del otoño. La pared de
su despacho era de cristal, así que, aunque la puerta estaba cerrada, lo vio
enseguida.
Escondido bajo el periódico que había
comprado, lo observó. Estaba sentado detrás de la mesa hablando por teléfono.
Deseó haber tenido otra explicación para el alivio que sintió al ver que no
llevaba alianza, pero lo cierto era que su mayor temor había sido que estuviera
comprometido o, peor, casado con el competidor sin rostro que había mencionado
durante la comida hacía tres semanas.
Si fuera su prometido, le regalaría un
anillo de compromiso para alejar a otros hombres, porque seguramente habría
cientos llamando a su puerta. Al contrario que el joven satisfecho con los
placeres simples que había conocido en la isla, en la ciudad parecía frío,
seguro, profesional y elegante, acorde con la comunidad de clase alta en la que
trabajaba.
Era fácil imaginarlo escogiendo un vino
en la licorería especializada junto a la joyería, o entrando en la carnicería
francesa del otro lado de la calle para comprar algún artículo con el que
preparar la cena para su nuevo novio.
Pondría velas en la mesa y flores que
habría comprado en la floristería. Encendería la chimenea del salón, con el
perro tendido sobre la alfombra roncando como una locomotora.
Se cambiaría el traje llevaba por algo elegante
y seductor. Y él, don perfecto fuera quien fuera, levantaría la copa para brindar,
y después de la cena, lo llevaría al dormitorio y...
Cerrando el periódico de golpe, Yesung
se acercó a la recepción, donde un cartel identificaba al jovencito imberbe que
la atendía.
—Tengo una cita a las cuatro con el
joven Lee.
—¿Señor Shin? Por favor, tome asiento
mientras le aviso de que está aquí.
Unos minutos más tarde, regresó donde
estaba Yesung escondido detrás del periódico.
—El joven Lee lo atenderá ahora, señor
Shin.
Sin estar seguro de por qué había ido
allí, Yesung se levantó y se acercó a la puerta. Ryeowook miró hacia arriba con
una sonrisa agradable. Estaba casi de pie cuando se dio cuenta del hombre que
tenía delante.
Al reconocerlo, se quedó tan pálido, que
pensó que se iba a desmayar y se dejó caer sobre la silla, con la mano que
había extendido para saludarlo sobre el pecho.
—¿Shin Donghee? —preguntó mareado—. ¿Shin
Donghee?
Yesung se encogió de hombros y le
dirigió una sonrisa de victoria.
—Fue lo único que se me ocurrió.
—¿Por qué te tenías que inventar algo?
¿Por qué no dijiste tu nombre?
—No estaba seguro de que quisieras
verme, y por el modo en que estás reaccionando, creo que tenía razón.
Ryeowook parecía confundido.
—¿Para qué has venido? —preguntó con la
mano aún sobre el corazón.
Se sentó en una silla frente a él y puso
los codos sobre la mesa.
—Porque no podía seguir lejos de ti.
—¿Por qué?
La pregunta tenía tal tono de
desesperación, que si no supiera que no había un motivo, habría creído que
tenía miedo de él.
—Porque he estado pensando mucho en ti
—respondió.
—¿Porque nos encontramos el otro día,
quieres decir?
—Desde antes de eso —respondió
tamborileando los dedos sobre la mesa para enfrentarse a lo que se había estado
negando los últimos tres meses—. Tú siempre has sido sincero conmigo, Ryeowook.
Es una de las cosas que más admiro de ti. No creo que pudieras mentirme aunque
tu vida dependiera de ello, y creo que ha llegado el momento de que tenga el
valor de decirte la verdad. Así que no, no ha sido porque me encontré contigo.
Has estado en mi cabeza desde que dejé la isla.
—¡Esto no es necesario! —protestó
débilmente—. Estoy bien, de verdad. No tienes por qué sentirte culpable.
—No lo hago por necesidad ni por
culpabilidad, Wook. Es porque me he dado cuenta de que fui un idiota por salir
de tu vida del modo en que lo hice, y porque quiero rectificar —explicó
respirando profundamente. Se concentró en el reflejo de los dos sobre la
superficie brillante de la mesa—. Y porque quiero preguntar qué papel juega ese
nuevo hombre en tu vida.
—¿Qué nuevo hombre?
—El que mencionaste cuando comimos
juntos.
—¡Ah, él...!
El tono ligeramente histérico de su voz
le avisó de que algo no estaba funcionando como debía.
—Sí, él —repitió arrugando los ojos—.
¿Es que lo has olvidado? Dijiste que iba a en serio. Creo que usaste la palabra
«relación estable».
—Lo era... lo es.
¡Estaba mintiendo! Si sus mejillas
sonrojadas no fueran una señal fiable, su mirada lo delataba. Y como era tan
poco habitual en él, la pregunta que había que responder era por qué.
—¿Dónde lo conociste? —preguntó
fingiendo curiosidad.
—Aquí —respondió rápidamente.
—¿En el banco?
—Sí. En el banco.
—Me gustaría conocerlo. Preséntanos. Al
fin y al cabo, Wook, tus amigos son mis amigos.
—Hoy no está aquí.
—¿Porqué?
—Está de vacaciones esta semana.
—Qué mala suerte —dijo. Lo sometió a
otro escrutinio. Wook se cerró la chaqueta tratando de ocultar su recién
aumentado abdomen—. Pero al menos eres libre para cenar conmigo.
—¡No puedo! —exclamó.
—¿Por qué no? Comiste conmigo hace unas
semanas sin que te pasara nada. ¿Por qué no cenar hoy?
—Melo —respondió—. No puedo dejar a Melo.
Ladra cuando no estoy en casa y molesta a los vecinos.
—¿Así que nunca lo dejas solo?
—Nunca.
—¿Y durante el día mientras trabajas?
—Solo sucede por la noche.
No sabía qué estaba ocurriendo, pero
algo era seguro, sus sospechas eran ciertas.
—Me estás esquivando, Wook —acusó inclinándose
sobre la mesa mirándolo fijamente.
—Sí —susurró mientras su valor se
desvanecía.
—¿Por qué, cariño?
—No puedo decírtelo —contestó. Sus
preciosos ojos, espejo de su alma, brillaban con lágrimas
contenidas.
—Después de lo que hemos pasado juntos,
puedes contarme todo. ¿Acaso no lo sabes?
—Esto no. No es el momento ni el lugar.
—Entonces vayamos a otro sitio. Te
llevaré a casa.
—Tengo mi coche fuera —objetó—. Y unos
asuntos que cerrar aquí.
Más decidido que nunca a llegar al fondo
de lo que estuviera provocando ese extraño comportamiento, se puso en pie.
—De acuerdo. Si hoy no, ¿cuándo
entonces?
—Pronto...
—Te llamaré mañana. ¿Cuál es tu número?
—No importa. Deja un mensaje aquí y te
llamaré yo.
—Como quieras.
Yesung salió de su despacho, pasó
corriendo ante el guardia de seguridad y a través de la puerta principal hacia
donde había dejado su coche. Lo puso en marcha y encontró aparcamiento al otro
lado de la calle bajo un cedro, donde las sombras del atardecer camuflaban su
Porsche negro al mismo tiempo que le ofrecían una vista del área bien iluminada
detrás del centro comercial que indicaba «Aparcamiento solo autorizado para
empleados».
Si había dicho la verdad, no lo perdería
de vista cuando se marchara. Y si creía que se había librado de él tan
fácilmente, se equivocaba.
Veinte minutos más tarde, su paciencia
fue recompensada. Lo vio claramente cuando detuvo su coche bajo una farola,
después giró a la derecha hacia las casas alineadas junto al muelle.
Dándole unos metros de ventaja, salió
tras él.
Yo sabía, yo sabia que ese encuentro marino daría frutos. El problema ahora radica en como se tomará Yeye la mentira de Ryeo, aunque si se ofende mucho le foy unos golpecitos para encarrilarlo.
ResponderEliminarPd: mujer la verdad que extrañe tus publicaciones y no quise bombardearte el Twitter para preguntar si te había pasado algo
Y me tenías revisando el blog todos los dias desde hace semanas mujer!!! casi muero de ansiedad!!!! y lo peor la dejas ahí (>_<)
ResponderEliminarKyaaa yota extrañaba mucho tía actualizaciones u.u ya iba a atacar tu twiter y tu ask xdd realmente me preocupe :$ graciaaas por volver y por actualizar :333 ame el capitulo... Y la vaerdad yeyebno tiene derecho a enojarse.. el quiso quitar A wookie de su vida y de la manera mas yo ta e infantil del mundo... Aaa que rabia acordarme como le rompió su corazoncito :// aaa quiero la cobtii porfis :333 y cuidare :33 gracias
ResponderEliminarSee ya era obvio que Wook estaba embarazado y por todo lo que paso tiene derecho a esquivarlo yeyo fue muy estupido!!! me gusto este capitulo!! y te extrañe!!! casi muero!! cuidate gracias
ResponderEliminarCarajo!!1 Estos dos siempre tan intensos.
ResponderEliminarYo no se porque les da por ocultar su embarazo, es algo que a la larga se les devolvera de mala manera.
Pero ya quiero que Yeye se entere, era claramente obvio que Wook estaba embarazado
Vaya momento el que escoge Yesung para darse cuenta que si siente algo por RyeoWook, después de que ha pasado tiempo y de seguro Wookie debe estar hecho un lío y no es para menos con todo lo que le hizo Yesung, sumado a lo que todavía siente por él y sobre todo lo el hecho de que está embarazado xD
ResponderEliminarAhora solo falta ver que hará cuando se entere.
Gracias por el Mp ^^
waaaaaa lo va descubrir que esta embarazado y no le dijo, ahora Yeye ya se dio cuenta que lo ama se enojara mucho con Ryeo....waaaa gracaspor el mp
ResponderEliminarEstúpido Yesung,todavía se atreve a ir a verlo aún cuando le hizo todo ese numerito con el otro.... hombres....hombres.
ResponderEliminarPore Wook,de por si Jong ya tenia su mundo alterado,ahora con que tendrá un hijo,y viene este y se le aparece,y nada más aparte de eso,se da la tarea de buscarlo porque el niño se siente solo.....estúpido Yesung.
Y ahora además de buscarlo lo sigue... pero bueno,según el conoce a Wook y sabe que algo le oculta....ahora veamos como descubre su embarazo...me pregunto,pensara que es de alguien más,o de antemano sabrá que es de él?
estúpido yesung
omg!! esta embarazado y ademas lo oculto de Yesung!!! que pasara ahora..porque lo descubrira antes de hablar con el!!!
ResponderEliminarmuchas gracias por el mp!
saludos!
Waaaa genial yesung alfin te diste cuenta que fuiste un idiota espero que cuando se entere del estado d wooki no lo avandone otra vez ...
ResponderEliminarYa quiero seguir leyendobse me iso corto u.u y esta genial n.n