Heechul estuvo tan ocupado seleccionando
qué debía ponerse para conocer al príncipe heredero, y preguntándose por qué
había pedido hablar con él antes de la cena, que un asunto vital se le escapó
por completo.
Su Alteza Serenísima, el príncipe heredero Choi
Kangta.
Heechul se puso en pie conforme el
imponente hermano de Siwon entraba en la habitación, y sintió el pulso
acelerado y la boca seca.
Era extraño, aunque comprensible, que nunca
le hubieran impresionado ni el título ni la posición de Siwon, pero sí estaba
claramente nervioso ante su primera entrevista con el heredero al trono. Tal
vez fuera porque había conocido a Siwon en un entorno social, una fiesta,
cuando podría haber sido cualquiera; mientras que ahí, en palacio, se sentía
como un niño pequeño que hubiera sido escogido entre sus compañeros de clase
para entregarle un ramo de flores a la reina.
Aunque Siwon le había dicho que no lo hiciera,
se sorprendió a sí mismo realizando una especie de reverencia, y él asintió en
respuesta, con una sonrisa altanera en sus labios.
—Por favor, siéntese —dijo él, señalando
una silla cerca de la suya, y miró a su hermano— ¿Siwon, puedes dejarnos solos?
Siwon asintió serenamente con la cabeza, en
un gesto que contradecía el frío brillo de ira de sus ojos.
—Prefiero quedarme. A Heechul le gusta
tenerme cerca, ¿no es así, cariño?
Heechul tenía un hermano, y reconoció la
rivalidad y las cuentas pendientes entre Siwon y su hermano. Los dos hombres se
miraban el uno al otro, cada uno desde un extremo del salón del trono, y él se
sintió como el tercero en discordia. Aquello no prometía nada bueno para el
bautizo, a menos que lograra conciliarlos para que ninguno de los hombres
perdiera su posición y su prestigio.
—Sí, Siwon, me gusta —dijo suavemente—.
Pero me encantaría hablar con tu hermano a solas, si crees que puedo
apañármelas.
Siwon entrecerró los ojos y se enzarzó en
un silencioso duelo con él. Estaba haciendo que pareciera que él le vigilaba
para asegurarse de que no cometía ningún error monumental en cuanto a modales,
y no le dejaba otra opción que no fuera retirarse. Frunció el ceño. ¿Por qué los
jóvenes y mujeres siempre jugaban a unos juegos tan complicados?
—Voy a saludar a mi nuevo sobrino —dijo
bruscamente, y dirigió a su hermano una mirada burlona—. Kangta, ¿podrías
indicarle a Heechul cómo se llega a la habitación del niño cuando hayáis
finalizado vuestra pequeña... charla?
Kangta asintió.
—Sí —respondió en coreano.
Cuando Siwon salió de la habitación, Kangta
se giró hacia Heechul con una expresión de curiosidad en sus ojos negros, que
eran incluso más duros que los de Siwon.
—Resulta muy curioso —comentó en un tono
suave pero con una nota de censura de fondo—, que mis hermanos se sientan
atraídos por jóvenes que están a años luz de ellos en cuanto a educación y
experiencia.
Heechul no creyó que él tuviera intención
de insultarlo, pero indudablemente aquello era un insulto, aunque estuviera
presentado en términos dulces. «No estás a la altura de Siwon», eso era lo que
él estaba diciendo en el fondo, y Heechul se lo quedó mirando. ¿Acaso creería
que no lo sabía ya? ¿Que no se había dado cuenta de las flagrantes diferencias
desde el primer momento? Pero su orgullo le hizo querer mantener su dignidad,
no afirmar lo obvio y rebuscar en su humilde pasado.
Su entrenamiento le había aportado
lecciones de incalculable valor a la hora de mantener una charla superficial, y
las utilizó en aquel momento.
—A lo mejor les gusta la variedad —comentó,
con desenfado.
El entrecerró los ojos, como si sospechara
que lo había malinterpretado deliberadamente. Se detuvo por un momento y,
cuando habló, el barniz de seda de sus palabras había sido reemplazado por el
timbre más duro de la verdad.
—Tengo entendido que lleva viéndose con él
casi un año.
—¿Siwon le ha contado eso? —preguntó
sorprendido.
—No exactamente.
Heechul se dio cuenta entonces de que todo
lo que Siwon hacía era observado y trasladado al príncipe heredero. No dudaba
de que Kangta lo hacía porque quería lo mejor para Siwon, pero, ¿no era eso un
método poco sutil de espionaje?
De pronto, Heechul sintió un afán protector
hacia su amante. Y se puso a la defensiva.
—No nos vemos muy a menudo —respondió
apresuradamente—. Por la naturaleza de mi trabajo.
—Y por la naturaleza de Siwon.
Sus miradas se encontraron. Él le estaba
diciendo que Siwon no era de los que sentaban la cabeza, y de nuevo sus
palabras no fueron nuevas. Porque él también sabía eso.
—Tal vez—dijo lentamente.
—Entonces, ¿es una relación moderna?
—continuó él suavemente—. ¿Son ustedes simples amantes?
Heechul nunca habría empleado el
calificativo «simples», pero no pudo evitar sonreír fugazmente, como el sol que
se filtra entre nubes de lluvia.
—Desde luego que lo somos.
Hubo otro silencio breve y entonces él
habló, con tanta indiferencia que podría haber sido un comentario sin importancia,
de no ser por el brillo de interrogación de sus ojos negros.
—Y usted no tiene ninguna esperanza de
convertirse en joven príncipe de Hyunday algún día, ¿verdad?
Heechul sintió un profundo dolor ante aquel
insulto, que implicaba que tenía ambiciones sociales, que no tenía sentimientos
hacia Siwon como persona... y por Dios santo que sí que los tenía, aunque un
instinto profundo de autoprotección lo había hecho esforzarse al máximo para
reprimirlos. En aquel momento, sus propios sentimientos se redujeron a algo
insignificante al darse cuenta de lo opresiva que podía ser la vida de un
príncipe. ¡No le extrañaba que Siwon la hubiera rechazado!
Las palabras se le escaparon antes de que
tuviera tiempo de pensar en las consecuencias.
—¡No, resulta que no tengo esa esperanza!
—replicó—. ¡Pero si lo amara, entonces nada de lo que usted dijera me detendría
de desearlo, independientemente de lo «poco adecuado» que usted me creyera como
pareja de Siwon!
Kangta esbozó una irónica sonrisa, una
combinación de admiración y alivio, y Heechul se dio cuenta de que le había
contestado exactamente lo que él quería. Acababa de dejarle claro que eran sólo
amantes, y que Siwon no tenía ninguna intención ni deseo de convertir su relación
en algo más que eso. El no representaba ningún problema, ninguna amenaza. A Heechul
no le extrañaba que la tensión hubiera abandonado el cuerpo de Kangta.
—Bien —dijo él lentamente—. Me alegro de
que nos comprendamos.
Se puso en pie, haciéndole un gesto para
que lo siguiera, y Heechul se encontró preguntándose fugazmente cómo sería
organizar todas y cada una de las situaciones. Decidir cuando quedarse quieto
de pie, cuándo sentarse, cuándo hablar o no hablar. ¿Alguna vez aquella carga
sería demasiado pesada incluso para él?
¿Por eso sonreía tan raramente?
—Sí, Su Alteza Serenísima —respondió con
tranquilidad.
Él asintió, como reconociendo su
reverencia.
—Hay un miembro del personal de servicio
esperando fuera para conducirlo al bebé.
Heechul se despidió con otra reverencia y
salió de la habitación, para seguir a un sirviente silencioso por uno de los
largos y amplios pasillos, sintiéndose como un renacuajo que hubiera sido
lanzado a un agua infestada de tiburones. ¿Era aquello lo que sucedía detrás de
las puertas de palacio, tejemanejes entre bambalinas?
«Es lo que es», se dijo a sí mismo, «y
alguien como tú no va a poder cambiarlo».
Sus pensamientos atribulados abandonaron su
cabeza en cuanto entró en la habitación del niño. La escena que le dio la
bienvenida hizo que el corazón le diera un vuelco de añoranza.
Apenas advirtió al hermano menor de Siwon,
ni al joven de pelo castaño que estaba junto a él. Lo único que podía ver era a
Siwon, su amante «ocasional», pensó con una punzada de dolor, acunando al bebé
en sus brazos.
Le pareció que había algo muy dulce en un
hombre no acostumbrado a los bebés y que estaba tratando con uno, aunque
«dulce» no era la primera palabra en la que uno pensaba para un hombre como Siwon.
Pero parecía dulce. Hasta aquel momento,
siempre que le había visto hacer lo que fuera, parecía no costarle esfuerzo,
pero mientras sujetaba al bebé tímidamente, Heechul captó su mirada casi
angustiada. ¿Necesitaba un poco de seguridad, tal vez? ¿Acaso no estaba
acostumbrado a sostener algo tan precioso y necesitaba saber que estaba
haciéndolo bien?
El joven de pelo castaño le sonrió
abiertamente.
—¡Vaya, Siwon, lo estás haciendo muy bien!
—exclamó, con un acento que sorprendió a Heechul, porque no era muy distinto
del suyo.
El príncipe Hyukjae había desafiado las
convenciones y se había casado con un joven
ingles.
Heechul vio que Siwon se ponía tenso antes
de que él se adelantara. Todos levantaron la vista, pero todo pareció pasar a
un segundo plano, porque lo único que existía para Heechul eran los ojos de
ébano que lo cautivaban con su fuego; oscuro.
—El es Heechul —presentó Siwon, en un tono
que no comprendió muy bien—. ¡Ya ha vuelto de su pequeña charla con Kangta!
¿Le había molestado que él insistiera en
enfrentarse a su hermano solo? ¿Y aquello no partía, no tanto del deseo de
querer protegerlo, como del hecho de que le gustaba tener el control de todo?
Dejando a un lado sus pensamientos
atribulados, Heechul sonrió y se acercó a él.
—Qué bebé tan precioso —dijo con suavidad,
y tímidamente acarició su cabecita.
El joven podía ser un joven príncipe, pero
ante todo era un appa, y sonrió abiertamente a Heechul con un profundo orgullo.
—¿A que sí? —susurró, esbozando una sonrisa
contagiosa mientras le tendía la mano—. Soy Hae y éste es mi marido, Hyuk.
Hyuk, el príncipe Choi Hyukjae, era más
joven que Siwon, pero tenía el mismo cuerpo delgado y musculoso. Ambos hombres
eran arrebatadoramente guapos, pero las facciones de Hyuk eran más suaves que
las de su hermano, y destilaba un cierto aire de serenidad al contemplar a su esposo
y a su hijo.
«Eso es amor, no lujuria», pensó Heechul. Y
una nube le rozó el corazón.
—Encantado —murmuró él, besándole la mano
en un gesto que logró ser a la vez cortés y gloriosamente pasado de moda.
Luego Hyuk se giró hacia su hermano, con
una mirada traviesa en sus ojos.
—Sin duda es un joven valiente a la par que
hermoso, ¿no?
—¿Valiente? —preguntó Heechul, enarcando
las cejas.
—Habrás necesitado mucho valor para tratar
con mi hermano mayor —bromeó Hyuk.
—¿Cómo ha estado Kangta? —preguntó Siwon,
arrastrando las palabras.
—Encantador —respondió Heechul con
diplomacia, y advirtió que Hae le dirigía una fugaz mirada de comprensión.
«Apuesto a que él tuvo que soportar el
mismo interrogatorio», pensó. Pero en su caso, Hae tenía garantías.
Estaba
enamorado de Hyuk, y él de Hae. Mientras que en su caso, estaba allí porque...
porque...
Frunció ligeramente la frente. ¿Por qué lo
había llevado allí Siwon? ¿Para que le calentara la cama por las noches? Desde
luego que no. El nunca había mostrado necesidad de compañía.
Con un gran esfuerzo, Heechul apartó de su
mente aquellas preguntas sin respuesta y bajó la vista hacia el pequeño dormido
en brazos de Siwon. Resultaba un gran contraste, el bebé diminuto en aquellos
poderosos brazos.
—¿Cómo se llama?—preguntó.
—Sik —respondió Hae, esbozando otra
sonrisa—. Bueno, ¡en realidad es Choi Hyungsik! ¿Te gustaría sujetarlo?
—¡Claro que sí! ¿Puedo?
—¡Por supuesto que puedes! ¡Bueno, si Siwon
puede soportar el soltarlo! —respondió Hae con picardía.
—¿Te gustan los bebés? —preguntó Hyuk
suavemente.
Heechul contempló ese rostro que era tan
parecido al de Hyuk y a la vez tan diferente.
—Me encantan —respondió Heechul con fervor.
Siwon entrecerró los ojos.
—Toma Heechul —dijo en un murmullo—. Será
mejor que lo sujetes tú.
Se produjo un momento muy íntimo al sujetar
al bebé que Siwon le estaba tendiendo con el mismo cuidado que si fuera una
bomba con temporizador, y al principio sujetó al bebé de la misma forma. Por un
momento, fue muy consciente de que tenía a un príncipe en sus brazos, tal vez
el futuro rey de Hyundai, ya que ni Siwon ni Kangta habían dado señales de
tener descendencia. Todos los bebés eran preciosos, pero aquél en concreto...
Todos esos pensamientos quedaron olvidados
en cuanto olió el aroma particular a bebé y vio la calidez y la confianza de su
sueño inocente. Instintivamente, lo atrajo más hacia sí. También por instinto,
el bebé movió la cabeza, buscando su pecho, y Heechul se sonrojó. La risa de Hae
disipó cualquier vergüenza, pero Heechul levantó la vista y se encontró con la
mirada de Siwon, y su sentimiento de aprensión aumentó.
¿Se estaba preguntando, como le sucedía a él,
qué había pasado con el joven independiente que había llevado allí para
acompañarlo? Era cierto que dejaba salir su sensualidad en la habitación, pero
parecía que a él no le gustaba que estuviera acunando a su sobrino, haciéndole
carantoñas y sonrojándose.
Pero ahí estaba el asunto: debajo de todo, él
era una persona normal con deseos normales. Estaba muy bien, en un principio, decirse
a sí mismo que iba a tener un romance salvaje y apasionado, que no permitiría
que se entrometiera ninguna emoción. Pero algunas personas estaban programadas
para reaccionar de una cierta manera, sobre todo cuando había bebés cerca.
—Ven, Heechul, dámelo —dijo Hae, alargando
los brazos—. Será mejor que le dé de comer antes de que bajemos a cenar. Puede
que Kangta consienta muchas cosas en lo que concierne a su sobrino, ¡pero dudo
que aprobara el que yo empezara a darle de comer en un banquete de estado!
¡Un banquete de estado! ¡Siwon no le había
dicho nada de eso! Aunque, cuando lo pensó mejor, ¿qué era lo que él esperaba,
que cenarían cada uno con su bandeja, delante del televisor?
Miró a Siwon, pero ni siquiera estaba
orientado hacia él. Su mirada se paseaba distraídamente por la habitación. Como
si estuviera viéndola por primera vez.
Como si estuviera preguntándose qué
demonios estaba él haciendo allí.
Cuando acudieron a cenar, Heechul agradeció
su suerte por haber permitido que Siwon le comprara ropa para el viaje, porque
de no haber sido así… De no haber sido así, hubiera parecido un extraño, en
lugar de simplemente sentirse un extraño.
Se había lisado el cabello, como a veces
llevaba al trabajo, y su pelo brillaba en un lustroso tono rojizo, añadiéndose
al impacto del traje de gala bello por sencillo.
Advirtió que a Siwon se le dilataron las
pupilas al verlo, pero aunque una parte de él se emocionó ante aquella
silenciosa y sensual aprobación, algo en su expresión severa lo puso en
guardia.
Porque aquella noche él estaba muy
distante. Y no sólo en cuanto a distancia física. Estaba sentado al otro
extremo de una larga mesa, adornada con hermosos centros de flores, copas de
cristal tallado y porcelana.
Era como si él fuera un globo de helio y
alguien hubiera cortado la cuerda que lo mantenía unido a la tierra, dejándolo
volar más alto de aquella atmósfera aristocrática en la cual se movía con tanta
facilidad. Y mientras, él era el niño pequeño que se quedaba mirando la cuerda
que caía rápidamente, sabiendo que nunca recuperaría el globo.
«Oh, para ya, Heechul, y recupera la compostura»,
se ordenó a sí mismo. ¡Todo, porque él no le sonreía desde el otro extremo de
la mesa!
¡Para ser un joven que no buscaba
significados donde no los había, estaba siendo muy quisquilloso!
Así que se obligó a esbozar una sonrisa,
aceptó una copa de champán y rió obedientemente lo que decía el anciano conde
que estaba a su derecha. Después de un rato, se relajó y la risa le salió
natural, mientras conversaba con un lord a su izquierda que estaba de visita, y
que claramente había salido de Gran Bretaña para flirtear en nombre de su país.
También le resultó fácil ignorar a los jóvenes y mujeres que estaban intentando
abiertamente llamar la atención de Siwon, como un grupo de buitres haciendo
círculos sobre un bocado especialmente delicioso.
Siwon miró a Heechul, preguntándose por qué
las cosas que parecían tan simples tenían la manía de complicarse.
Cuando había tenido al bebé en los brazos
esa tarde, ¿qué había provocado aquel extraño sentimiento de incomodidad y la
punzada de una pena olvidada durante tanto tiempo? ¿Habían sido los recuerdos
de su madre y de su muerte? ¿O se trataba simplemente de que acudir a la isla
con una pareja hacía que todo pareciera diferente? Él estaba recibiendo un
trato diferente, como si tener pareja le convirtiera en alguien más humano y
más accesible.
¡Pero no era así! Heechul estaba allí como su
amante. Como pareja suya, Heechul estaba enviando un mensaje poderoso a las
matronas de Hyundai que siempre intentaban presentarle a sus «preciosos» hijos.
¿Acaso él no había deseado siempre una
relación con alguien que pensara como él? ¿Alguien a quien le gustaran las
cosas buenas, como el sexo y la risa, y que no desarrollara el espectro de emociones
que hacían la vida tan deprimente y tortuosa?
¿Era eso lo que le preocupaba? ¿El hecho de
que Heechul se había transformado en un joven sensiblero nada más ver a Sik? El
problema era que él tenía una imagen suya en la cabeza. Al salirse de esa imagen
se había dado cuenta de que no le conocía.
Lo miró desde el otro extremo de la mesa. Heechul
estaba riéndose de algo que el hombre inglés estaba susurrándole al oído. Siwon
frunció los labios.
Aquél era todo el asunto, en el fondo. Que
él en realidad no lo conocía, ni deseaba hacerlo. Eso era lo que mataba la
pasión, cuando uno empezaba a caer en la trampa de preocuparse, de compartir y
de analizar hasta el mínimo detalle. O mejor dicho, cuando la gente caía en esa
trampa. Él no quería comprometerse.
Heechul giró la cabeza y lo miró, y
deliberadamente él se humedeció los labios con la lengua. Esperó a ver qué
hacía después, y sintió una punzada de frustración al verlo girar la cabeza de
nuevo fríamente y continuar hablando con el hombre que estaba a su lado.
Después de eso, la noche se convirtió en
una pesadilla que había que soportar. Siwon estaba impaciente por encontrarse a
solas con él de nuevo, pero sabía que debía esperar, y el asunto se volvía más
exasperante ante el hecho de que Heechul parecía estar tomándoselo con calma.
A Siwon se le hizo interminable hasta que
pudo acercarse, cuando por fin lo logró, acercó su cabeza a su oído.
—¿Nos marchamos ya? —sugirió suavemente.
Heechul lo miró con recelo, aunque por
dentro estaba furioso. Desde que habían visitado al niño, él le había ignorado
completamente, excepto por su ocasional mirada de carácter sexual. Y ahora, a
la primera oportunidad, quería acostarse con él. ¡Ni siquiera lo había invitado
a bailar!
—Pero Siwon, eso sería un gesto de mala educación—le
regañó dulcemente—. ¿En qué estás pensando? ¡La orquesta acaba de empezar a
tocar y tengo, al menos, tres ofertas para salir a bailar!
¡El apostaba a que sí! No le gustó el tono
de su voz, ni lo que decía. ¿Acaso unas pocas horas en palacio le habían hecho
olvidar su lugar?
—¡No necesito que me des consejos sobre
cómo comportarme en mi propia casa! —le espetó él.
—¡Bueno, pues yo creo que sí! —replicó,
suavemente.
«Que sufra un poco», pensó. Y entonces
ahogó un grito, porque Siwon lo tomó entre sus brazos sin avisarle, apretando
su cuerpo firme contra la suavidad del suyo.
—¿Qué demonios crees que estás haciendo?
—preguntó.
—¿A ti qué te parece? —le preguntó él
mientras le acariciaba la nuca, trazando minúsculos círculos que le hicieron
estremecerse—. Estoy reclamando el primer baile.
Reclamando. Sonaba posesivo... de hecho,
era posesivo. Entonces, ¿por qué estaba permitiéndole que le acariciara así?
¿Era incapaz de resistirse a él o simplemente no quería hacerlo?
Heechul echó la cabeza hacia atrás, y
sintió el aliento cálido de él sobre su piel.
—Siwon —dijo débilmente—, debes detener
esto.
—Pero si no estoy haciendo nada —replicó
él, mientras apretaba su ardiente dureza contra él.
—Sabes perfectamente lo que estás haciendo
—dijo, ahogando un pequeño grito—. Estás usando el baile para seducirme.
Dios mío, era cierto. Él podía oler el
deseo en la piel de Heechul, y lo aspiró como un hombre que hubiera estado a
punto de ahogarse.
—¿Y no te gusta?
Heechul abrió los ojos de par en par y
empezó a jadear, como si hubiera estado corriendo una carrera muy, muy larga.
No entendía cómo era posible sentir una abrumadora pasión al mismo tiempo que
un dolor profundo y pesado en su corazón al darse cuenta de que aquello era lo
que Siwon quería de él.
Probablemente, lo único que quería.
Pero lo había torturado, así que iba a
probar su propia medicina.
—Oh, me encanta —le susurró—. Pero está
haciéndome desear que estemos solos. Así podrías bajarme los pantalones...
—¿Y... por qué querría yo hacer eso?
—preguntó él, estremeciéndose.
—Para comprobar si llevo o no algo debajo,
por supuesto.
—¿No llevas? —preguntó él con voz ronca.
—Bueno, sí, de hecho llevo. Pero podríamos
prescindir ¿no crees?
Fugazmente, se apretó contra él, y le tocó
a él gemir.
—Y luego podrías subirme en brazos,
enrollar mis piernas alrededor de tu cintura, y podríamos hacerlo aquí...
aquí... aquí mismo y ahora mismo, Siwon. Porque eso es lo que tú querrías, ¿o
no?
Él cerró los ojos. La ardiente sacudida del
deseo amenazaba con dejarlo incapaz de hacer nada, excepto tal vez materializar
su escandalosa fantasía.
—¿Puedes sentir lo que me has provocado?
—preguntó.
¿Que si podía? Heechul tragó saliva.
—Ehm, sí.
—¿Y cómo demonios voy a poder abandonar la
pista de baile?
—Piensa en algo que te repugne sólo de
pensarlo y que haga desaparecer ese deseo en un instante.
Hubo una larga pausa. Y por fin lo
encontró, fue fácil. Pensó en el matrimonio, y de repente regresó al punto en
el que deseaba estar. Con todo controlado.
Heechul lo miró, advirtiendo que sus ojos
negros habían adquirido un destello gélido, y de pronto se sintió furioso
consigo mismo. ¿Por qué había jugado a ese estúpido juego con él?
—Siwon... —comenzó, y extrañamente su voz
sonó débil e insegura.
Él esbozó una sonrisa de anticipación casi
cruel. Estaba disfrutando de la sensación, una vez que las tornas habían
cambiado y era él el que sufría de deseo.
—Te dejo para que bailes, Heechul —dijo él
suavemente—. Cuando quieras sexo, házmelo saber.
Y algo en su mirada hizo sentirse a Heechul
inexplicablemente asustado.
Ummm.yo cada vez veo las cosas mas enredadas entre estos dos. Por como van las cosas Hee si quedara embarazado en algun momento??
ResponderEliminarGracias por la actualizacion ^_^
No quiero que avances lo confieso lei una parte de este libro nada de lo ahora solo quería ver cuando quedaba embarazado y nooo odio a siwi no lei lo que seguía solo quería saber en que cap era y nol así como va ya veo todo clarooo x.x no lo vuelvo a hacer lo prometo u.u pero aún así siwon malo ..... Tonto simba T.T
ResponderEliminarGracias yoga por seguir actualizando <3
Estupido corrector del celular 77.... Perdon mi culpa :///
EliminarEl capitulo estuvo muy bueno!!! pero que líos entre ambos!!! celos posesión inseguridad!!! quiero saber mas
ResponderEliminargracias por el cap!!!
HeeChul estaba tan ocupado que un asunto vital se le olvido por completo...me late que por eso tendrá una linda sorpresa xD
ResponderEliminarCreo que HeeChul está intentando hacer lo mejor que puede, pero Siwon no se la pone fácil con el trato que está dándole, siendo frío y nada cortés con él. No me gusta la manera en que Siwon está utilizando a HeeChul.
Gracias por el Mp, nos leemos en el siguiente capítulo.
Bye ^^
Estos dos se estan enterrando ellos mismos en sus pensamientos e ideas
ResponderEliminarjuegan algo que no podran controlar,y ya empezo ganando uno,o al menos eso parece. Se supone que ninguno quiere un compromiso,pero entre mas tiempo estan juntos,mas se unen,por ahora,ya ninguno de los dos sabe lo que exactamente quiere.....estan jugando con fuego y se van a quemar
Ay la actitud de Siwi es un poco chocante, aunque tiene sus causas para serlo, pobre Hee ha de ser muy duri tratar con alguien asi.
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