Días después, solo en su cabaña, Hae
seguía pensando en él, no había podido dejar de revivir en su mente todo lo que
había sucedido.
Después de su ducha, Hyukjae había
seguido sus instrucciones al pie de la letra. Le había pedido que fingiera que
no había pasado nada y así lo había hecho él. Hyukjae había ido a revisar el
coche, aún enterrado en la nieve, mientras que él había recogido el cuarto de
estar y había colocado cada cojín en su lugar. En menos de una hora, la
habitación había recuperado su aspecto impersonalmente cómodo.
También había encendido dos velas
aromáticas para borrar el olor a sexo y a él.
Habían cenado en la cocina, hablado
del tiempo en tono civilizado y se habían ido cada uno a su dormitorio lo antes
posible.
Entonces, Hae había estado seguro de
que Hyukjae no era el tipo de hombre que se dejara llevar por los sentimientos.
Ni sentía nada por él. Le había hecho el amor y le había gustado y, tal vez,
habría seguido adelante y habría mantenido una aventura. Pero, cuando le había
dicho que eso no era lo que quería, Hyukjae sólo se había encogido de hombros y
no le había dado importancia. Sabía que, para Hyukjae, involucrarse
emocionalmente era una complicación innecesaria. Lo admitiera él o no, había
enterrado con su esposo su capacidad de sentir.
Al día siguiente, la nieve había
empezado a derretirse y, al levantarse por la mañana, Hae se había encontrado
con que Hyukjae ya estaba vestido y listo para irse.
Desde entonces, Hae no había sabido
nada de él. Había ido a visitar a Kyu y a Sungmin y se había enterado de que Hyukjae
había aprobado la idea del bar. No se había mostrado demasiado entusiasmado
pero, al menos, no le había retirado a Kyuhyun el acceso a su herencia.
Hae estaba inmerso en su trabajo,
aunque sin poder dejar de pensar en Hyukjae, cuando sonó el teléfono. Como
siempre y aunque sabía que no era posible, el corazón le dio un brinco, pensando
que podría ser él.
Al otro lado del auricular, habló Kyu,
destrozado, atragantándose con las palabras.
–Estoy en el hospital –dijo él,
conmocionado.
–¿Hospital? ¿Por qué? ¿Qué pasa?
¿Estás herido? –preguntó Hae, temiendo lo peor y agarrando con fuerza el
teléfono.
–Es Sungmin. Se ha adelantado.
–Pero si no sale de cuentas hasta
dentro de un par de meses –dijo Hae, sintiendo que el sudor le humedecía la
frente.
–Tienes que venir, Hae –rogó Kyu,
lleno de pánico–. ¡Está en el quirófano ahora y me voy a volver loco de
preocupación!
–Voy para allá.
–Y tienes que… decírselo a Hyukjae…
–¿Decirle qué? –preguntó él, nervioso
al oír su nombre. Kyu le había contado que no había querido decirle a su
hermano nada sobre Sungmin para no tentar a la suerte.
–No puedo explicarle lo de Sungmin en
este estado de ánimo –dijo Kyu, con la voz tintada de preocupación.
El sereno Sungmin era la roca sólida
en su relación. A Kyu no se le daba demasiado bien sobrellevar crisis, pensó Hae,
sintiendo el pánico de él.
–Sé que debería habérselo confesado la
última vez que lo vi, pero…
–De acuerdo. Iré al hospital en cuanto
pueda. Dame el número de teléfono de tu hermano, Kyu…
Quince minutos después, Hae salió
hacia el hospital. Aún no había llamado a Hyukjae. Había decidido hacerlo
después de ver a Kyu y a Sungmin y de asegurarse de que estuvieran bien. El
teléfono móvil le quemaba en el bolsillo y tenía los nervios de punta.
Llegó al hospital en un tiempo récord,
pero tardó un poco en aparcar. Cuando entró, el estrés le había provocado un
tremendo dolor de cabeza.
Kyu se acercó a él con aspecto de
estar asustadísimo. Le dijo a Hae que el bebé estaba bien pero que se lo habían
llevado a cuidados intensivos. Era un niño.
–Me han dicho que lo bautice de
inmediato… por si acaso… –dijo Kyu, y los ojos se le llenaron de lágrimas.
–No va a pasar nada, Kyu –aseguró Hae,
y le dio un abrazo–. No pienses en eso, no te hará bien. ¿Cómo está Sungmin?
–Ha perdido mucha sangre…
–Pero… ¿se recuperará, verdad?
–No me lo han dicho. Las próximas
horas son cruciales, Hae. Tengo que volver con él. ¿Has…?
–Lo llamaré dentro de un minuto.
Quería llegar al hospital primero y asegurarme de que estuvierais bien. Los
tres. ¿Está despierto Sungmin? ¿Le puedes dar un abrazo de mi parte? Me quedaré
por aquí un rato, Kyu…
Kyu se lo agradeció y lo dejó solo,
con la difícil tarea de llamar a su hermano.
Hae se dirigió a la cafetería, con los
nervios de punta. El olor a hospital le provocaba nauseas. En una habitación
del piso de arriba, su amigo estaba luchando por sobrevivir y, en una sala
aparte, el bebé que tanto habían esperado estaba enfrentándose a las
complicaciones de haber nacido prematuramente. Los hospitales no eran un sitio
donde se pudiera estar tranquilo. Incluso en la cafetería todos parecían estar
esperando noticias, buenas o malas.
Hae pidió café y se retiró a la mesa
más alejada.
Kyu le había dado un montón de
números. En el primero que marcó, el de su móvil, obtuvo respuesta enseguida.
Al oír su voz, varonil y
aterciopelada, Hae se derritió igual que si él hubiera estado sentado a su
lado, hablándole al oído. Algo que le sorprendió, teniendo en cuenta la
situación.
–Hyukjae, soy yo, Donghae.
A kilómetros de distancia, en su
despacho de Seul, con su secretaria enfrente, Hyukjae se quedó helado. Le hizo
un gesto a la secretaria para que lo dejara solo.
Las últimas dos semanas habían sido un
infierno para Hyukjae. No había podido controlar sus pensamientos, incluso
había perdido la concentración en las reuniones de trabajo, algo inusual en él.
No había podido dejar de pensar en él, de recordar su olor, su sabor…
Entonces, al oír su voz al otro lado
de la línea, volvió a sentirse enojado consigo mismo por su debilidad.
–¿A qué debo este honor? –preguntó él
con frialdad.
–Mira, sé que te sorprenderá oírme…
–¿Cómo has conseguido mi número?
–Eso no importa. Hyukjae, ha pasado
algo…
Al notar la ansiedad en el tono de Donghae,
Hyukjae se puso en pie y comenzó a recorrer su despacho con inquietud.
–¿De qué estás hablando? ¿Dónde
diablos estás?
–Estoy… en el hospital –respondió él,
y pensó que no tenía sentido explicarlo por teléfono. Supo que tendría que
volver a verlo, aunque fuera lo último que quería hacer en el mundo– ¿Podrías
venir? Te lo explicaré cuando te vea. Siento haberte molestado…
–¿Nombre?
–¿Cómo?
–El hombre del hospital.
Hyukjae lo anotó en una hoja de papel
y se la guardó en el bolsillo. Tenía varias reuniones previstas para esa tarde
y pensaba salir de viaje esa noche. Pero todo eso perdió importancia de pronto.
–Dime qué pasa –pidió él, intentando
recuperar la compostura–. Soy un hombre ocupado.
–Lo sé y lo siento, pero prefiero no
decírtelo por teléfono, Hyukjae. Es importante.
–Estaré allí dentro de media hora.
–¿Cómo vas a hacerlo? –preguntó–.
¿Volando?
–Eso es –respondió él, calculando
cuánto tiempo tardaría en llegar allí en su helicóptero privado–. ¿Dónde
quedamos?
Hae cayó entonces en la cuenta de que
lo más probable era que Hyukjae tuviera una flota de aviones y helicópteros
privados.
–Estaré en la cafetería –dijo.
Hyukjae colgó.
Tras tomar la segunda taza de café, Hae
volvió a ver a Kyu para pedirle noticias, pero no había novedades.
Intentó distraerse leyendo el
periódico sin poder evitar levantar la vista cada cinco minutos hacia las
puertas, buscando a Hyukjae.
Hae pensó que, si se ponía furioso
porque su hermano le había ocultado la existencia de Sungmin, sin duda la
pagaría con él. ¿Acaso no decían que siempre se castiga al mensajero?
Cuando estaba leyendo la página de
cotilleos, Hyukjae llegó a su mesa. Levantó la vista despacio, intentando
controlarse pero, al verlo, no pudo evitar sentir un ataque de nervios.
Hae había esperado que su imaginación
hubiera exagerado el atractivo de aquel hombre y el terrible impacto que tenía
sobre él. Pero no había sido así. Más bien, con esos pantalones oscuros hechos
a medida, una reluciente camisa blanca y la chaqueta colgada por encima del
hombro, Hyukjae tenía un aspecto más peligroso todavía y más impresionante.
Hae hizo amago de levantarse y volvió
a sentarse, esbozando una forzada sonrisa.
–¿Quieres café? –dijo.
–Lo que quiero es saber por qué estoy
aquí –replicó él con frialdad.
Hyukjae se sentó. Había sufrido una
tremenda ansiedad durante todo el vuelo y se tranquilizó al ver que Donghae estaba
sano y salvo. Aunque tenía ojeras y el pelo revuelto, como si hubiera estado
pasándose los dedos por él en un gesto de preocupación.
–Es una larga historia, Hyukjae…
–¿Mi hermano está bien? respóndeme
sólo a eso.
–Kyu… está bien.
–¿Y… tú?
–Estoy bien, gracias por preguntar.
–¿Entonces qué diablos pasa? –inquirió
él en tono imperioso.
–Voy a contártelo. ¡Pero deja de
presionarme!
–No tengo tiempo de esperar a que
pongas en orden tus pensamientos.
–Se trata de… tu hermano, Hyukjae.
–Dijiste que estaba bien.
En una milésima de segundo, Hyukjae
cayó en la cuenta de que había desaprovechado todas las oportunidades que el
pasado le había brindado de salvar la distancia entre su hermano y él. Se
preguntó si sería demasiado tarde, pero se recordó que Donghae le había dicho
que Kyuhyun estaba bien. Aunque estaban en un hospital…
–Lo está. Más o menos.
–¿Cómo que más o menos? ¡Ve al grano, Donghae!
–¡No es fácil! –exclamó. Sobre todo
cuando Hyukjae lo miraba de ese modo, exasperado. Era lógico que él no mostrara
nada de paciencia, pues el tiempo era dinero y acababa de sacarlo de su
trabajo.
¿Pero cómo iba a explicarle lo de Sungmin
en un par de frases?, se dijo. Mientras había estado esperando, había pensado
en lo que iba a decir y deseó haberlo escrito y dárselo a él para que lo
leyera.
–¿Recuerdas cuando me preguntaste… por
qué Kyu tenía tanta prisa por tener el control de su herencia?
–Continúa –ordenó él. No había
esperado que la explicación tuviera nada que ver con eso pero, con Donghae,
nada se regía por las leyes de probabilidad.
–Bueno, había una razón –afirmó, y lo
miró, pensando que estaba delante de un extraño frío y distante–. Y yo
comprendo por qué Kyu… hizo lo que hizo…
Al ver la expresión de ansiedad e
incomodidad en el rostro de Donghae, Hyukjae sacó sus propias conclusiones.
–¿Quieres decirme que mi hermano tiene
un problema con el dinero? sabía que apostaba, pero ¿es que se le ha ido de las
manos? –preguntó Hyukjae, y maldijo para sus adentros. ¿Podía ser que su
hermano tuviera problemas financieros? Pensó que, tal vez, Kyuhyun había tenido
miedo de contárselo y reconoció que él mismo podía ser bastante poco compasivo
e intolerante.
–¿Se ha metido en problemas y ha
terminado en el hospital a causa de ello?
–Kyu lleva meses sin jugar, Hyukjae.
No…
–Drogas, entonces. ¿Es eso? –quiso
saber él, ansioso, perdiendo su habitual aura de seguridad y autoridad.
Donghae le tocó la mano. Durante un
segundo, se estableció un vínculo entre ellos, como si hubiera surgido un
puente entre el abismo que los separaba.
Hyukjae apartó la mano.
–Ya está bien, Hyukjae –dijo Hae con
firmeza, y entrelazó las manos para evitar tocarlo de nuevo–. Estás sacando
todo tipo de conclusiones. Kyu no tiene problemas con el juego ni es un
drogadicto. De hecho, es al revés. Está más centrado que nunca y ésa es… hay
una razón para que haya cambiado…
–Escúpelo ya, Donghae, porque me estoy
cansando.
–Está enamorado.
–¿Está enamorado? ¿Y por qué está en
el hospital? Dime, quién es el destinatario del afecto de mi hermano –inquirió
él, mirándolo con desconfianza.
–No de mí, si es lo que estás pensando
–repuso él, sintiéndose ultrajado–. ¿Crees que podría haberme… si…? –comenzó a
decir, y respiró hondo, tratando de calmarse. Hyukjae no podía evitar ser de
otra manera, se dijo. Sospechaba por naturaleza.
–Está enamorado y lleva mucho tiempo
enamorado de un joven llamado Sungmin.
–Es imposible –negó Hyukjae–. No he
oído nunca ese nombre.
–¡No te creas tan superior, Hyukjae!
–le espetó Hae–. Vives en una burbuja, ¿lo sabías? ¡Crees que lo sabes todo
sobre todo el mundo!
Sin inmutarse, Hyukjae se lo quedó
mirando. De alguna manera, se sentía aliviado. Su hermano estaba bien. Donghae estaba
bien. Y no era la persona de la que se había enamorado Kyuhyun.
–Me estoy esforzando por entender de
qué va esto. Mi hermano está enamorado. Ya lo ha estado antes y volverá a
estarlo.
–No. ¿Acaso crees que te he pedido que
vengas para contarte que Kyu ha encontrado a la persona de sus sueños?
Hyukjae se sonrojó. El alivio lo había
distraído del punto principal. Lo había distraído, incluso, de pensar que había
secuestrado el helicóptero de la empresa para un asunto que resultaba no ser
tan urgente.
–Dices que se llama Sungmin.
–Ha tenido que ser ingresado. Su hijo
ha nacido antes de tiempo.
El silencio que siguió a aquella frase
fue aplastante. Hyukjae se quedó aturdido y Hae no supo si reírse por la
expresión de él o si correr a ponerse a salvo.
–Estás de broma.
–¿Tengo aspecto de contar chistes? Kyu
me llamó esta mañana. Estaba aterrorizado. Lleva aquí dos horas, loco de
preocupación. Por eso, me pidió que te contara… la verdad sobre Sungmin…
–¿Por qué se me ha ocultado todo esto?
–¿Podrías no gritar, Hyukjae? –le
susurró–. Recuerda dónde estamos.
–¿Podemos ir a otra parte? –preguntó
él de forma abrupta.
–No. Yo quiero estar aquí. Sungmin es
mi mejor amigo. Una vez me preguntaste cómo había conocido a tu hermano. Pues
fue a través de Sungmin, y la razón por la que te lo ocultamos fue porque Kyu
temía…
–Los dos me mentisteis.
–No mentimos… –dijo Donghae, aunque se
sintió incómodo por haber sido cómplice de Kyu.
–Creo que tengo que ir a ver a mi
hermano.
–No es buen momento para una
discusión. No lo permitiré.
–¿No lo permitirás? –repitió él en
tono intimidatorio.
Sin embargo, Hae no estaba dispuesto a
dejar que Hyukjae se descargara con Kyu.
–Eso es. No voy a dejar que te
confrontes con Kyu…
–Me has malinterpretado. Nunca dije
que quisiera confrontarme con él…
–No hace falta que lo digas. Kyu no
está en muy buena situación ahora mismo y no necesita que tú empeores las
cosas.
Hyukjae se quedó sin palabras. Nunca,
en su vida adulta, nadie le había prohibido nada. Y allí estaba él, mirándolo
como el director de un colegio ante un niño que se hubiera portado mal.
–Creo que deberíamos hablar –continuó Hae,
ignorando la expresión ultrajada de él–. Puedo explicarte por qué Kyu no quiso
contarte nada…
–Ni tú. Ni siquiera cuando estuve en
tu casa, haciendo el amor contigo.
Hae se puso rojo. No necesitaba que
nadie le recordara aquellos momentos. Los recordaba muy bien él solo.
–Quizá deberíamos buscar otro lugar
donde hablar –dijo.
–¿Temes que monte una escena?
–Sé que no harías eso –repuso Donghae,
sin estar tan seguro, y se levantó–. Iré a ver a Kyu, le diré que voy a salir
una hora o así y volveré aquí a buscarte.
Hyukjae asintió con la cabeza.
Necesitaba tiempo para pensar. Estaba enojado porque le habían engañado pero,
bajo la superficie, estaba anonadado ante la noticia de que Kyuhyun tenía un
bebé y que había mantenido en secreto algo así porque…
Iba a ser un día horrible, pensó Hyukjae.
En vez de seguir pensando, sacó el móvil y llamó a su secretaria.
La secretaria se quedó atónita al otro
lado de la línea cuando Hyukjae le dijo que cancelara todas sus citas por el
momento. Y que, si tenía algo urgente que decirle, se lo enviara por correo
electrónico.
Hyukjae colgó el teléfono al mismo
tiempo que vio a Donghae caminando hacia él.
Durante una milésima de segundo, se
olvidó de todo y sólo le vio a él: su figura, su atractivo rostro, su testaruda
expresión, ese cabello que, de manera inexplicable, resultaba tan sexy.
–He hablado con Kyu –dijo Hae, sin
sentarse. Sonrió–. Las cosas van bien para appa e hijo. El niño tendrá que
quedarse en el hospital durante, al menos, un par de semanas, pero los médicos
dicen que está muy bien y Sungmin está sonriendo, lo que es buena señal. Le he
dicho a Kyu que tú y yo vamos a tomar café en la ciudad y que volveremos
enseguida.
Hae quería tener la oportunidad de
poner a Hyukjae al día y, con suerte, calmarlo para que no se enojara con su
hermano. Aunque reconoció, para sus adentros, que también había una parte de él
que quería seguir hablando con Hyukjae, a pesar de que la conversación que iban
a tener podía convertirse en un infierno.
–Tengo el coche en el aparcamiento
–indicó, mientras caminaban hacia allá–. Por cierto, ¿cómo has hecho para
llegar tan rápido?
–En helicóptero.
–Siento… haberte sacado de tu…
trabajo…
–Lo sé. Ya te habías disculpado. ¿Ése
es tu coche? –preguntó él con tono burlón.
–¿Algún problema? –replicó Hae, poniéndose
en jarras, agradecido por tener algo de lo que hablar al margen de la delicada
situación presente, que no pensaba abordar hasta estar sentados en la
cafetería. Abrió la puerta de su viejo y estropeado Land Rover
–Muchos problemas –contestó Hyukjae–.
Pero tu coche no es uno de ellos.
En media hora, habían aparcado y
estaban dirigiéndose a la cafetería. Habían ido casi todo el camino en
silencio. Hyukjae parecía inmerso en sus pensamientos, mirando por la ventana,
y a Hae le pareció bien no tener que hablar de superficialidades.
–No han decidido qué nombre le pondrán
al bebé –comentó él al fin, para romper el silencio.
–¿Cómo es… ese joven?
–Hablaremos de eso… cuando estemos sentados,
tomando un café.
–¡Voy a necesitar algo más fuerte que
un café!
Hae asintió. Eran casi las cinco y
media. En vez de dirigirse a la cafetería, giró hacia un bar restaurante que
servía bebidas y comidas durante todo el día. Era espacioso, moderno, cómodo y,
a esas horas, estaba casi vacío. Sobre las siete y media, solía llenarse con la
gente que salía de trabajar.
–Bien –comenzó a decir Hyukjae en
cuanto la camarera hubo tomado sus pedidos, agua mineral para él y whisky para Hyukjae–.
Dime cómo es ese joven. Supongo que, si Kyuhyun lo ha mantenido oculto, no es
la clase de chico que llevas a casa para presentarlo a tus padres –comentó con
una sonrisa cínica–. Nadie mantiene escondida a una persona, a menos que se avergüence de ella.
–Nada de eso. ¡Kyu no se avergüenza de
Sungmin! ¿Por qué iba a hacerlo? Es un chico excelente y yo lo sé bien. Crecí
con él.
–Qué irónico que ahora estés alabando
a una persona que, hasta hoy, no parecía existir. De pronto, aparece de la nada
y me dices que es lo mejor del mundo. ¿Cómo puede ser eso?
–A causa de la herencia.
–Ah. Así que mi hermano y tú se
compincharon para mantener todo esto en secreto hasta que él tuviera el control
sobre su herencia, ¿es eso?
–No nos compinchamos, Hyukjae.
–¿No? Pues me estoy rompiendo la
cabeza para pensar en una palabra más adecuada.
–No vas a ponérmelo fácil, ¿verdad?
–¿Esperabas que lo hiciera?
–No –admitió Hae. Tomó su vaso y se
quedó mirando las burbujas del agua durante un momento, antes de darle un
trago–. Por eso es por lo que Kyu sintió que no podía contártelo.
–Nunca he intentado dirigir la vida amorosa
de mi hermano –afirmó Hyukjae, y se encogió de hombros–. Él siempre ha sido
libre para hacer lo que quiera con la persona que quiera.
–Mientras que sus relaciones fueran
pasajeras. Se esperaba de él que se casara con alguien de familia rica.
–Nunca puse ninguna regla respecto a
eso –señaló él, apretando los labios.
–Pero se sobreentendía. ¡No tienes por
qué negar lo protector que eres con todo ese dinero que tienes en el banco!
¡Casi me acusaste de ser un buscón cuando nos conocimos! –exclamó, y respiró
hondo, intentando mantener la calma y centrar la conversación en la importancia
de Sungmin para Kyu–. Sungmin no viene de una familia privilegiada. Y Kyu pensó
que, por eso, no lo aprobarías.
–Al menos, debería habérmelo dicho él. Quería la herencia, necesitaba el dinero, porque el joven en
cuestión estaba embarazado pero, en vez de poner sus cartas sobre la mesa,
prefirió tomar un atajo. Con tu complicidad.
–No fue así –repuso Donghae,
sonrojándose–. Él sabía que no lo aprobarías. De hecho, sabía que intentarías
intervenir y, además, que tenías la mano ganadora porque tú manejas los hilos
financieros.
–Olvida lo de que el joven venga o no
de una familia rica. Debe de haber alguna otra razón para no haberme hablado
nunca de él –sugirió Hyukjae, queriendo llegar al meollo de la cuestión cuanto
antes.
Hyukjae estaba conmocionado y sabía
que ese joven debía de haber pasado por un calvario con el parto prematuro
pero, de todos modos, tenía que seguir pensando con la cabeza. Era obvio que Donghae
no lo entendería.
Cualquiera que llevara toda la vida
esperando a un caballero andante no pensaba con la cabeza, se dijo él.
–Pensó que lo tacharías de
cazafortunas por… el aspecto que tiene…
Hyukjae se bebió el whisky de un
trago. Por fin estaban llegando a alguna parte.
–¿Y qué aspecto tiene? No, déjame
adivinar. ¿Rubio? ¿Grandes ojos? ¿Cuerpo exuberante y sensual?
–Algo así –farfulló Hae. Tomó aliento
para continuar–. Y trabajó en un club nocturno. Se conocieron allí.
–¿En un club nocturno? ¿Haciendo qué?
¿Recepcionista? ¿Contable?
–No –respondió Hae, y parpadeó–. El…
servía las mesas, por decirlo de alguna manera.
–¿Decirlo de alguna manera?
–Bueno, la verdad es que hacía
striptease. Más o menos. Nada demasiado fuerte, por supuesto.
–Nada más lejos de mí pensarlo
–replicó él con ironía.
Entonces, Hyukjae comenzó a hacerse
una imagen mental de lo sucedido. ¿Cuáles habían sido los motivos de ese joven?
¿Cuánto tiempo había tardado en olvidar supuestamente la píldora anticonceptiva
y en quedarse embarazado?
ya nacio el baby del kyumin!! por suerte los dos estan bien!
ResponderEliminarahora el problema es con Hyuk...espero que Hae pueda convencerlo
de que Min no es como el piensa que es!!
yyyyyyyyy... NO HA DEJADO DE PENSAR EN HAEEEE!!! :3
gracias por el mp!
Yota, gracias por el MP, porque no escribes Kyumin de esta historia despues?, que bobo es Hyuk.aish me encanto la actualizacion.
ResponderEliminarJodeeer con todas la vueltas que dio hasta yo me desespere de que le dijera algo xdd y el mono tonto ese esuqe o ha visto muchas novelas o es que su imaginación es mas grande que la yeyeconda... Como se pasa tremeeendas películas el solo dios mío y lo peor es que no deja que hae termine de hablaaar a mono tonto no acepta su amor por el pezz que ansias de que salga el siguiente cap 9.9 gracias yota por seguir publicando :33
ResponderEliminarSino fuera porque lo amo yo personalmente apalearia a Hyuk, este hombre piensa sólo con el bolsillo cuando se trata de Kyu y con la...... cuándo se trata de Hae.
ResponderEliminarTantas vueltas para confesar el embarazo hasta yo me perdí en la explicación.
Mi Eunhaedependencia brota por todos mis poros de lo feliz que me hace tu adaptación
Que lindo ya nació el Bebe de Kyu y min!! y que estén bien!!
ResponderEliminarHyuk como eres de mal pensado cuando conozca amin se dara cuenta que no es como el supone!!!
Hae tan lindo tratando de explicar todo!!
Gracias por el MP esperare la actualizacion!!
Nacio el bebé....y que bueno que los dos estan bien
ResponderEliminarAy Hyukjae haciendose ideas,pues claro,hae no le dice nada en concreto y luego con los antecedentes de Kyu,que mas se puede pensar,pero bueno,habria que darle una oportunidad,ya debio de haber visto el cambio de kyu y no puede pensar de una manera no tan ruda
ya que el bebé y min estan bien,kyu deberia de hablar con hyuk y sincerarse
se mueren por hablar de lo que paso....lo séeeeee
A Hae le dieron una tarea demasiado difícil, decirle la verdad a HyukJae es bastante complicado sobre todo por el carácter que tiene. Me gusto mucho que Hae no lo dejará hablar con KyuHyun en esos momentos, lo menos que KyuHyun y SungMin necesitan ahora son los reclamos de Hyuk.
ResponderEliminarEspero que Hae logré hacer entrar en razón a Hyuk con respecto a SungMin, a ver si deja de ser tan terco y desconfiado.
Por cierto el reencuentro de ambos fue lo que ambos querían aunque no lo admitieran.
Me encantó el cap, esperaré por la próxima actualización.
Saludos ^^
aishhh si se mete con Min me metere dentro del fic y lo asesinare, Hyukjae tonto.
ResponderEliminarSabia que se iba a poner a sacar sus propias conclusiones.
Pobre Kyu y Min el bebe se les adelanto, debio ser horrible y mas con el hermano y cuñado que se gastan
Esperemos que Hae lo haga entrar en razon.
Ummm como era de esperarse de hyun, ya esta sacando sus conclusiones mas perversas del porque sugmin se metio con Kuy....
ResponderEliminarBueno, será esperar y ver que es lo que pasa. Espero que no sea muy duro con Kyu y Min
Gracias por el cap