— ¿Cómo
sabéis que mi hermano participará? — preguntó él, sorprendido.
Heechul se
puso pálido y se volvió de inmediato. ¿ Cómo podía admitir que los había oído
hablar de la carrera sin descubrir que entendía la lengua de ellos?
— ¿Acaso
él no correrá?
Afortunadamente, Siwon se conformó con esa pregunta.
— Correrá,
pero también correré yo. ¿También a mi deseáis derrotarme?
Heechul lo
miró de soslayo.
— Supongo
que no convendría derrotaros delante de todos — dijo, y con una sonrisa
traviesa, añadió— : Basta con que sepáis que puedo hacerlo.
Siwon
estalló en carcajadas.
— Pronto,
un día, aceptaré ese desafío, Heechul. Pero no ahora. Tengo en la mente un
deporte mucho más interesante.
Intentó abrazarlo pero Heechul pasó debajo de su brazo y se acercó a la entrada del cubículo, listo para hacer el panel a un lado y huir. Lo miró de frente y levantó una mano para tratar de de tenerlo.
— Sabéis
que no dormiré voluntariamente con vos, Siwon. Dormiré afuera, si es necesario.
Siwon se
le acercó un paso pero eso fue todo.
— Este día
he disfrutado de vuestra presencia a mi lado, Heechul—dijo en tono sereno— .
Había esperado un placer todavía más grande para esta noche. Pero no os
castigaré por eso — se acostó sobre la paja y con señas lo llamó— . Venid. Será
mejor que durmáis lo que podáis.
Heechul no
esperaba que Siwon cediera, por lo menos con tanta facilidad. Bajó la guardia y
casi suspiró desilusionado. Dudó poder dormir mucho estando tan cerca de él,
pero estaba decidido a intentarlo, por lo menos. Sin embargo, Siwon estuvo
encima de él antes que hubiera terminado de acostarse y su peso lo dejó
inmovilizado.
Vio la
expresión de triunfo de él y rápidamente sus ojos se ensombrecieron.
— ¡Me
engañasteis!
— No — rió
él— Yo dije solamente que no iba a
castigaros y no lo he hecho.
Le besó en
la boca para silenciar toda posible discusión. Heechul trató de volver la
cabeza a un lado pero él le tornó la cara entre sus grandes manos y su lengua
se hundió en su boca. La presión del cuerpo de él, su fuerza, su deseo... todo
fue algo embriagador que terminó con las objeciones de Heechul,
y toda resistencia fue rápidamente olvidada cuando él se puso a un costado y
metió una mano dentro de su ropa.
Antes de
que Heechul hubiera tenido tiempo de pensar en la locura de todo ello, ambos
quedaron desnudos. Las manos de él se movieron suavemente sobre su cuerpo,
acariciando, tocando con dedos expertos que encendían fuegos por donde pasaban
y le arrancaban gemidos de placer. No le importó. Su amor por él era lo único
que contaba, su intenso deseo de sentir dentro el miembro duro y palpitante de
él.
Y cuando
por fin lo penetró profundamente, Heechul gritó extasiado. Fue tan natural como
si hubieran estado hechos el uno para el otro. Sorbió la fuerza de él y le
entregó su voluntad. Hasta los momentos posteriores fueron hermosos, cuando
quedaron estrechamente abrazados, exhaustos, respirando agitadamente, llenos de
contento.
Pasaron
varios minutos pero Siwon no se apartó. Heechul abrió los ojos y vio que él lo
miraba fijamente, con una expresión tierna aunque extraña en la cara. Se
preguntó qué significaba esa expresión y entonces recordó las palabras que
había pronunciado en el momento culminante de la pasión.
Preso del
pánico, su primera reacción fue empujar a Siwon. Quería huir, ocultarse. No
había pensado declararle sus sentimientos en esta forma y, ciertamente, no tan
pronto. Todavía no estaba seguro de él. Sus manos no lograron apartarlo y al
final él es las sujetó a los costados para inmovilizarlo.
— ¿Habéis
dicho la verdad? ¿Me amáis, Heechul? — Heechul cerró los ojos bajo esa
penetrante mirada. Hubiera podido mentir pero con eso no habría ganado su
confianza. Y necesitaba esa confianza por sobre todo lo demás si quería que los
dos fueran felices alguna vez.
— Sí, os
amo — dijo en un susurro las mismas palabras que antes había gritado.
Ya estaba
hecho y ahora se sintió bien. Abrió los ojos y vio que él le sonreía con
ternura. Eso lo animó.
— ¿Estáis
seguro, Heechul?
— Sé lo
que siento, Siwon. Estoy completamente seguro.
—
¿Entonces me daréis vuestra palabra de que nunca más huiréis de mí?
La
pregunta lo sorprendió pero respondió con prontitud.
— Tenéis
mi palabra.
— Bien.
Este ha sido un día memorable que no olvidaré.
El se puso
de lado y Heechul permaneció con los ojos
muy abiertos, sin poder creer lo que acababa de suceder. Como él no dijo
nada más, se incorporó apoyándose sobre su codo y lo miró de frente.
— ¿Eso es
todo lo que tenéis que decirme, Siwon?
— Me
complace que os hayáis entregado a mí, Heechul — replicó él y le volvió la
espalda— . Es tarde y estoy cansado. Dormid ahora.
Sus
palabras fueron como un golpe físico. Nada dijo de retribuirle su amor, sólo
que le complacía que se le hubiese entregado. Heechul miró fijamente la espalda
musculosa.
— Creo que
esta noche os he dado más placer del que merecéis.
— ¿Qué?
Siguió
dándole la espalda y súbitamente Heechul se sintió cegado por una furia
intensa, roja. Lo sacudió con violencia p ara llamarle la atención.
— Quiero conocer vuestras intenciones, Siwon. ¿Os casaréis conmigo?
El lo miró ceñudo.
— Un vikingo no puede casarse con un esclavo. Vos ya estáis enterado de eso.
— ¡Vuestro padre me daría la libertad! ¡Vos podéis darme la libertad!
— No, Heechul,
no serviría de nada. No me casaré con vos. Si os dejara en libertad, os
perdería — enseguida trató de calmarlo— . Como esclavo os conservaré para
siempre, Heechul. Seréis como un esposo para mí.
— ¡Hasta
que me vuelva
viejo! — replicó con furia— . ¡Entonces me dejaréis a un lado, como
haríais con una yegua!
— No será
como decís.
—
¡Palabras, vikingo! — gritó, aturdido por el dolor— . Si me conocierais un poco
sabríais que tengo más orgullo que muchos. Nunca podré venir libremente a vos
sin los votos del matrimonio. Sois el único hombre con quien me casaría. Si me
rechazáis, nunca estaré satisfecho.
— Lo
estaréis con el tiempo.
— Con el
tiempo mi amor se convertirá en amargo rencor. ¿No lo entendéis?
— ¡Pedís
demasiado, Heechul! — dijo él secamente— . ¡He jurado no casarme nunca!
— ¿Ni amar
nunca'?
— No hay
amor en mí. Fue destruido hace tiempo — le tomó
una mano y se la estrechó— Pero a vos, Heechul, os estimo por encima de todos.
No puedo daros más que eso.
— Pero
podéis cambiar.
El meneó
lentamente la cabeza.
— Lo
siento, Heechul.
— También
yo — murmuró,
y añadió, para
sí mismo— porque no me dais ninguna esperanza, Siwon.
El dolor y
la decepción le arrancaron lágrimas. Se volvió para ocultar su angustia y lloró
silenciosamente.
Las
estrellas de la madrugada salpicaban el cielo negro. Una mujer sola bajó
furtivamente al fiordo. Ya no le quedaba mucho tiempo para cambiar sus planes. La
idea que se le había ocurrido la noche anterior era atrevida y muy peligrosa.
Su destino era la orilla opuesta del fiordo y la población de los Wayjei. Como
ella vivía sobre el lado norte del fiordo, ellos la considerarían una enemiga.
Esperó que
una pesada bolsa haría que olvidaran eso. Sabía que aquí nadie hubiera hecho lo
que ella quería, pero un Wayjei, sí. Por lo menos, eso era lo que esperaba.
Sólo en
una oportunidad anterior había pisado ese lado del fiordo. Eso fue hacía mucho
tiempo, se preguntó si recordada el camino hasta la casa de Yang Hyun Suk.
Habían pasado muchos años. Llego a tierra y empezó a caminar, alejándose de la
costa. lba apretadamente en vuelta en su capa para protegerse del frío. Una
gruesa capucha de piel le ocultaba las facciones, como era su intención. N o
quería que la identificaran por si su plan, apresuradamente concebido, llegaba
a fracasar. Era un plan muy sencillo, pensó. ¿Cómo podía fracasar?
Según los
cálculos de la mujer, había menos de media legua de marcha hasta llegar a la
población de los Wayjei. No tuvo que andar toda esa
distancia. En un denso grupo de árboles fue alcanzada por dos jinetes que
llegaron al galope y con sus caballos la inmovilizaron contra el tronco de un
árbol. Los hombres rieron de la cobardía de la mujer. Por esto y por su baja
estatura la reconocieron como tal, aunque al principio creyeron que ella era
una de los suyos.
Uno de los
hombres se apeó. Era el más joven de los dos e iba envuelto en gruesas pieles:
esto le daba un aspecto dos veces más grande que su tamaño normal, que ya era
inmenso.
— Una
mujer a estas horas, y sola, debe de ir a reunirse con su amante. No
necesitaréis seguir buscando pues habéis encontrado dos en vez de uno para
satisfaceros.
El otro
vikingo permaneció montado. No era mucho mayor que el primero pero igualmente
grande y amenazador. Su expresión indicó que los comentarios de su compañero lo
impacientaban.
— Basta, Seungri
— dijo, aunque no sonó como una orden. Después se dirigió a la mujer— . ¿Cuál
es vuestro nombre, mujer?
— Adosinda
— mintió ella.
— No
conozco a nadie de ese nombre — dijo Seungri— . ¿Y vos, Seunghyun?
— No. ¿De
dónde venís, Adosinda?
Ella
vaciló. El corazón le latía aceleradamente.
— De...
del otro lado del fiordo.
Los dos
hombres se pusieron muy serios.
— ¿Sois
del clan Choi?
—
Remotamente. Muy remotamente.
— ¡Si
venís del otro lado del fiordo debéis saber que no sois bienvenida aquí! —
exclamó Seunghyun.
— Esto es
un complot, Seunghyun — dijo el vikingo más joven— . Os dije que los Choi están
muy quietos desde hace demasiado tiempo. ¡Han enviado una mujer para que entre
en nuestras casas y nos mate mientras dormimos! ¿Quién sospecharía de una
mujer?
— ¡No es
verdad, lo juro! — gritó ella— . ¡Nadie sabe que he venido aquí!
— No
mintáis, mujer. Yo
soy Seungri, tercer hijo
de Yang Hyun Suk. Fue a Daesung, mi hermano mayor, quien mató Choi Yunho.
¡Si veo que nos engañáis, moriréis instantáneamente!
— ¡No
quiero haceros daño! — insistió ella, presa de pánico— Vine sin armas.
— ¿Por
qué, entonces, venís donde no se os quiere?
— Busco
vuestra ayuda.
— ¡Tratáis
de engañarnos! — la acusó Seungri.
— ¡No, no!
No conozco a ningún hombre que me ayudaría porque mi intención es desairar a un
Choi, ¿y qué pariente o vasallo lo haría? No, sólo un Wayjei me ayudaría a
llevar a cabo mi plan.
— Vuestras
palabras suenan falsas. ¿Qué Choi trataría de matar a otro? — preguntó Seunghyun.
— Una
mujer... una mujer que tendría mucho que ganar con ello.
—
Escuchadla, Seunghyun. Ahora siento mucha curiosidad.
— Lo que
yo quiero que hagan es muy simple y os pagaré bien por ello. Hay un joven
esclavo, capturado recientemente... una beldad celta de pelo renegrido. Él se
interpone en mi camino y quiero que desaparezca.
— ¿Muerto?
— No me importa lo que hagáis con él cuando lo tengáis aquí — continuó la mujer— . Podéis guardarlo para vosotros mientras no escape... y os digo que intentará escapar. También podéis venderlo lejos de aquí y ganaros otra bolsa. O, sí, hasta matarlo. A mí no me importa.
— ¿Y cómo
el robo de un esclavo podría desairar a un Choi? — preguntó Seunghyun.
— Fue Choi
Kangta quien lo trajo aquí y lo dio a su segundo hijo, Siwon. En poco tiempo, Siwon
quedó hechizado por él. Aprecia a este joven como a un tesoro y quedará devastado
cuando él huya.
— ¿Huya?
La mujer
rió con una risa cascada y maligna.
— Debe
parecer así. Siwon lo buscará pero al final renunciará. Sin embargo, si él cree
que no se marchó voluntariamente, que fue llevado por la fuerza, no descansará
hasta encontrarlo.
— A mí me
suena a trampa — dijo Seunghyun— . Cruzamos el fiordo
y encontramos a los Choi esperándonos.
— Si
sabéis algo de los Choi, también debéis saber que ellos no recurren a esas
artimañas. Ellos pelean limpiamente, Wayjei — dijo la mujer.
— Eso es
verdad — admitió Seungri de mala gana— Yunho vino y desafió a mi hermano. Fue
una pelea limpia.
— Quizá
sea así — replicó Seunghyun con
escepticismo— Pero vuestro padre tendría que ser informado de este plan... él
conoce bien al enemigo. Sería una tontería aceptar el plan de esta mujer sin el
consejo de Yang Hyun Suk.
El joven Seungri
pareció ofenderse.
—
¿Sugerís, Seunghyun, que yo no puedo decidir este asunto solo?
— No, sólo
que me parece prudente informar a vuestro padre. Después de todo, hace años que
entre los clanes no hay derramamientos de sangre, excepto la matanza de ganado
sin valor y de perros extraviados. El plan de esta mujer podría provocar una
venganza de naturaleza diferente.
— También
podría hacernos más ricos sin que nadie se enterase — repuso Seungri, lleno de
codicia.
— ¿Y el
esclavo? — insistió Seunghyun— . ¿Cómo explicaríais su presencia aquí?
— Amigo
mío, buscáis una tormenta cuando aún no ha comenzado. Retendremos al esclavo en
nuestra granja hasta que decidamos qué hacer con él. Es simple.
La mujer
se acercó un paso, contenta de ver que la codicia de estos hombres se imponía
sobre sus sospechas.
— No
debéis temer que de esto resulten venganzas ni derramamientos de sangre — le
aseguró— . Todo debe hacerse de modo que parezca que el esclavo escapó. Por lo
tanto, no se sospechará de vosotros ni de vuestro clan. Y tenéis esto que ganar
— agregó, mostrándoles la bolsa de oro— . También tendréis la satisfacción de
haber perjudicado a un Choi sin que él lo sepa. Si me dais vuestra palabra de
que haréis como yo os diga, recibiréis el pago ahora y no volveréis a saber de
mí. ¿Estáis de acuerdo?
El hombre
que estaba en el suelo no volvió a consultar con su amigo sino que respondió
prestamente.
— Primero
decidnos cómo creéis que este plan que tenéis puede llevarse a cabo y después
tendréis nuestra palabra.
La mujer
sonrió, confiando que pronto tendría lo que quería.
Heechul
despertó con los fuertes gritos y el sonido de los cascos de los caballos que
se alejaban galopando de la casa. Su primera observación fue que se encontraba
solo. Enseguida los sonidos que lo habían despertado arrojaron un poco de luz
sobre sus turbios pensamientos. La carrera de caballos ya había comenzado.
Rápidamente
se vistió, tomó su capa y salió del establo. El aire vivificante de la mañana
terminó de despertarlo y ahora se asombró de haber seguido durmiendo en medio
de toda la excitación de la carrera.
El
recuerdo de la noche anterior era como una llaga que lo corroía interiormente y
la idea de quedarse para la continuación de las festividades le resultó
aborrecible.
En la
multitud que se había reunido para la partida de la carrera, Heechul divisó a
su tía y fue lentamente hacia ella. Boah se veía fresca y descansada después de
una buena noche de sueño y recibió a Heechul con una cálida sonrisa.
— Pensé
que estaríais aquí para desearle buena suerte a vuestro vikingo — dijo Boah de
buen humor— . El os estuvo buscando.
— Si
hubiera querido mis
buenos deseos habría podido despertarme
— replicó Heechul en tono indiferente.
— ¿Qué
sucede, Heechul? — preguntó Boah— . No os veis nada bien esta mañana.
— Sólo
estoy cansado. No dormí bien en el establo.
La
preocupación de Boah se traslucía en su expresión.
— Mis
habitaciones están vacías. Podéis dormir un rato allí si lo deseáis. Los
hombres no regresarán hasta mediodía.
— No, tía.
Regresaré a casa. No deseo celebrar nada pues no tengo nada a qué estar
agradecido.
— ¿Qué ha
sucedido, Heechul? Parecíais tan dichoso la última vez que hablamos.
— He sido
un tonto.
— ¿A causa de Siwon? ¿Acaso él no os estima como. .. como habíamos pensado?
— Me
estima, tía, pero no lo suficiente — replicó y empezó a caminar hacia el
establo— . No lo suficiente — repitió.
— ¡Heechul,
esperad! — dijo Boah— . El preguntará por vos. ¿Qué le diré?
Heechul se
volvió y se encogió de hombros.
— La
verdad. Que he regresado a casa y que no volveré. Decidle que lo veré cuando
haya tenido bastante con estas celebraciones.
Desde la
casa de Kangta hasta la de Siwon, sobre
el acantilado, había una corta
distancia, pero a Heechul le
pareció un viaje interminable. Caminó un buen rato sin
rumbo, cavilando acerca de la actitud remota y altanera de Siwon.
Después de
llegar al establo demoró unos momentos antes de darse cuenta de que Jackie no
estaba allí. Eso fue un golpe de suerte. Ahora no tendría que explicar por qué
estaba solo. La casa también estaba vacía y tan fría como el exterior, si no
más. Heechul se puso fuera de sí por una nueva cólera nacida del dolor. Puesto
que Siwon no estaba aquí para desahogarse con él, eligió lo que tenía más a
mano: sus presentes. Se arrancó las ajorcas de oro y las arrojó contra la
pared, pero las joyas cayeron al suelo sin romperse.
Decepcionado,
encendió un fuego y arrojó en él los brazaletes, pero el proceso de fusión del
oro era demasiado lento y de ningún modo satisfactorio. A continuación, se
quitó su hermoso la ropa y desgarró cada prenda, una por una hasta que quedaron
en el suelo convertido en un montón de tiras.
La vista
del fruto de sus acciones destructivas le arrancó lágrimas ardientes.
— ¡Era
demasiado rico para un esclavo, así que una esclavo no debe tenerlo! — gritó.
Después le acometió el remordimiento cuando pensó en la bondadosa mujer que lo
había confeccionado para él— . Yoomi se pondrá triste — cayeron más lágrimas— .
¡Mirad lo que me hicisteis hacer, Siwon! Fue vuestra culpa y de nadie más —
dijo en tono infantil, y se arrojó sobre la cama— . ¡Maldit o seáis, vikingo!
El sueño
llegó inesperadamente y duró la mayor parte de la tarde. De pronto, un sonido
fuera de su puerta lo despertó. Inmediatamente se metió debajo de los
cobertores, fastidiado de que lo encontrasen en esta situación. Un segundo
después, antes que hubiera podido ocultar por completo su desnudez, la puerta
se abrió con violencia y Siwon entró en la habitación, con el rostro hecho una
máscara de furia.
— ¡No os
di permiso para regresar aquí!
— Ya lo sé.
— ¡Sin
embargo, hicisteis lo que quisisteis! — gritó él antes de que sus ojos se
posaran en la ropa estrozada. Después se volvió hacia Heechul con renovada
cólera y lo arrancó de la cama— . ¡Vine aquí
para llevaros de regreso conmigo, pero veo que lo habéis echo imposible!
Heechul
enrojeció intensamente. El no lo soltó.
— ¿No
puede haber en
la casa de
vuestro padre un invitado vestido
de tosca lana, vikingo? — le dijo con voz cargada de sarcasmo para ocultar su
humillación.
— No, eso
no puede ser — repuso él fríamente— . ¡Y puesto que preferís las ropas de
esclavo, eso será lo que tendréis, porque no recibiréis más presentes de mí!
— ¡Yo nada
os pedí!
El hizo
ademán de golpearlo pero cambió de idea y lo apartó de un empellón. Heechul cayó
contra la cama.
—
Permaneceréis en esta casa puesto que así lo preferís. Encontraré otro para divertirme en la fiesta
Esas
palabras golpearon a Heechul con más fuerza que un golpe físico.
— ¿Creéis
que eso me importa? — gritó, aunque su voz tembló por la mentira.
— Poco me
importa si os importa o no — replicó él, hiriéndolo aún más— . Y en adelante
obedeceréis mis órdenes porque estoy cansado de ser indulgente con vos.
— ¿Qué
haréis, vikingo? — preguntó con temeridad— . ¿Me quitaréis la vida tan
descuidadamente como tomaste mi amor?
Siwon le miró
un largo momento, sus ojos recorrieron sus suaves curvas, se detuvieron en el
pecho agitado y descansaron en el rostro, donde contemplaron la orgullosa
belleza de él, su desafío, su carácter indómito. Heechul era como una criatura
salvaje, indomable, pero vulnerable.
— No, no
os quitaré la vida, Heechul — dijo él con voz grave, impresionado por el
esplendor del joven— Tomaré nuevamente vuestro amor... ahora.
Antes de
que Heechul pudiera gritar, él se le arrojó encima al tiempo que se quitaba los
pantalones y desenvainaba su virilidad, que palpitaba de deseos de penetrarlo. Heechul
quedó sacudido y lleno de repugnancia por este ataque.
Demasiado
furioso para pensar, se resistió salvajemente y lo arañó en los brazos desnudos
hasta que la sangre goteó sobre la cama. Pero él no se detuvo ni trató de
sujetarle las manos, siguió insistiendo hasta que su simiente de vida se vertió
dentro de su cuerpo y entonces se desplomó.
Cuando se
levantó de la cama y se abrochó los pantalones, Heechul tembló de indignación
por la forma brutal en que él le había tomado sin ninguna consideración, sólo
para satisfacer sus necesidades animales. Nunca se lo perdonaría.
— Recordad
mi advertencia, Heechul — dijo él cuando salía por la puerta— . No abandonéis
esta casa.
Aun ahora
afirmaba su poder, le recordaba que le pertenecía, que sólo podía hacer lo que
él le permitiera. Siwon despreciaba su amor, pero quería controlarle la vida.
— ¿Me
habéis oído, Heechul? — Lo miró con ojos como carbones encendidos.
— ¡Que el
demonio os lleve, vikingo! ¡Que nunca encontréis vuestro Valhalla sino que os
pudráis en el infierno con la hija de Loki!
Siwon
pareció ponerse pálido.
— Esas son
palabras duras, Heechul, aunque las digáis encolerizado. Otro os mataría por esa
maldición.
—
¡Hacedlo! ¡Matadme! — gritó— . ¡Ya no me importa!
Siwon no
respondió pero salió rápidamente de la habitación antes de que la cólera
volviera a adueñarse de él. Fue directamente al establo y por segunda vez no
advirtió la ausencia de Erin. Montó al pobre animal que esa mañana había
corrido como nunca, aunque Yunho lo mismo venció a Siwon en la carrera. Esa
derrota había amargado considerablemente su humor, pero el último golpe fue
comprobar que Heechul se había marchado. Siwon salió del establo, furioso.
— ¡Maldito
joven! — gruñó contra el viento— . Primero gritaba que me odiaba con todas sus
fuerzas, después cambió y dijo que me amaba... ahora, otra vez me odia. ¡Le doy
todo lo que tengo para darle, pero no, eso no es suficiente! ¡Que Loki se lo
lleve! No voy a seguir soportando sus caprichos.
Siwon
espoleó a su caballo sin piedad. Esta noche se ahogaría en hidromiel y
olvidaría al arpía obstinado que quedaba en la casa.
Afortunadamente, Siwon se conformó con esa pregunta.
Intentó abrazarlo pero Heechul pasó debajo de su brazo y se acercó a la entrada del cubículo, listo para hacer el panel a un lado y huir. Lo miró de frente y levantó una mano para tratar de de tenerlo.
— Quiero conocer vuestras intenciones, Siwon. ¿Os casaréis conmigo?
El lo miró ceñudo.
— Un vikingo no puede casarse con un esclavo. Vos ya estáis enterado de eso.
— ¡Vuestro padre me daría la libertad! ¡Vos podéis darme la libertad!
— No me importa lo que hagáis con él cuando lo tengáis aquí — continuó la mujer— . Podéis guardarlo para vosotros mientras no escape... y os digo que intentará escapar. También podéis venderlo lejos de aquí y ganaros otra bolsa. O, sí, hasta matarlo. A mí no me importa.
— ¿A causa de Siwon? ¿Acaso él no os estima como. .. como habíamos pensado?
— Ya lo sé.
wow ahora si la cosa se puso fea Siwon es un tonto gracias por el cap bye.
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