La primera
nevada demoró en llegar y no ocurrió hasta fines de otoño. Cuando vino, una
tormenta que duró toda una semana heló lagos y estanques y dejó un manto de
nieve de un metro a un metro y medio de espesor. La tierra quedó melancólicamente
amortajada de blanco.
Pocos
querían salir a desafiar el viento helado y la nieve que caía. Siwon era uno de
ellos. Cuando empezó la tormenta , llevaba ausente dos semanas y cuando la
nevada cesó, todavía no había regresado.
El mismo
día que calmó el viento, Kangta vino a la casa de Siwon trayendo consigo,
además de su caballo, una hermosa yegua de manto plateado. Su esposa le había
dicho que según a ella le había contado Boah que ese animal en especial había
pertenecido a lord Heechul. Ahora él llevaba tres largos meses cavilando sobre el
joven de pelo renegrido. El disgusto que hacia él mostraba su propio hijo no lo
hacía sentirse mejor. Lamentaba habérselo dado a Siwon, porque aunque no había
venido a visitarlo personalmente en esos meses, temía que a Heechul no le
hubieran ido muy bien las cosas con el mal humor de su hijo.
Kangta le
había dado al jovencito a Siwon en la esperanza de que el temple y la belleza
de Heechul apartarían la mente del muchacho de la perra que lo había convertido
de un joven animoso en un hombre cínico y frío.
Cuando Siwon
buscó al hermano del joven, y después, un mes más tarde, habló largamente con
la tía, Kangta supuso que el deseo que mostraba su hijo de saber más acerca de Heechul
era un comienzo prometedor y que pronto Siwon volvería a ser el de antes. Pero
después de eso, la sombría disposición de Siwon no mejoró; en realidad,
empeoró. Por qué Kangta no podía adivinarlo. Ahora Siwon se iba a las montañas
por períodos de varias semanas a la vez y su padre lo veía muy poco.
Las
ausencias de Siwon se hicieron más prolongadas y este último
viaje al norte ya llevaba unas tres semanas. Aunque Kangta había empezado a
preocuparse ligeramente por el bienestar del muchacho, esperaría unos pocos
días más antes de iniciar una búsqueda, como Yoomi venía pidiéndole que hiciera
desde que empezara la tormenta.
— ¡Eh,
viejo! ¿Dónde estáis?
Jackie vino
desde el fondo del establo, envuelto de pies a cabeza en una capa de pieles
multicolores.
— Os oí —
gruñó el anciano con voz cascada. Kangta lo miró con expresión de disgusto.
— Veo que Siwon
sigue desperdiciando pieles en los pobres infelices como vosotros los
sirvientes
— Ajá,
estamos mejor vestidos que los pobres que poseéis vos — replicó Jackie,
sonriente.
Kangta no
hubiera tolerado ese comentario de ningún otro, pero estimaba sinceramente al
viejo. El hombre había servido al padre de Kangta y ahora servía a su hijo, y
por muchos años se habían divertido intercambiando bromas y reproches con buen
humor, cada vez que se encontraban. Kangta gruñó y contuvo una carcajada.
— Traje
una nueva potranca
para vuestro establo
— dijo— .¿Tenéis espacio para ella?
— Claro
que tengo espacio — repuso Jackie, tomando las riendas de ambas cabalgaduras— .
Claro que hay espacio.
— Pero no
es para Siwon.
— ¿Cómo?
— No. La
yegua es un presente para el joven celta — dijo Kangta roncamente— Y no
olvidéis decírselo a mi hijo cuando regrese.
— ¡Por
todos los santos! — exclamó Jackie— . ¿Desde cuándo sois tan generoso con un
esclavo?
— Eso a
vos no os importa, viejo gruñón. ¿Dónde está el joven? ¿En la casa de los
esclavos?
— No. Él vive
en la casa grande.
Kangta se
sorprendió por esta noticia y enseguida rió por lo bajo.
— Quizá,
después de todo, no fui tan tonto.
— ¿Me
pedís mi opinión?
— replicó Jackie, con
sus viejos ojos brillantes de buen humor.
— ¡Ocupaos
de vuestro trabajo! — ladró Kangta y se
encaminó a la casa grande.
Heechul
estaba en el área de cocinar, donde pasaba al mayor parte de sus horas de
vigilia, pues era el lugar más abrigado y agradable de la casa. Sobre la mesa
estaban los restos de su desayuno. A un lado estaba el conejo que habían
empezado a trozar para la cena, pero que habían dejado sobre la tabla de
cortar.
Cuando Siwon
se marchó en una expedición de caza, Jooahn vino a quedarse. Exasperó a Heechul
con sus insisten tes exigencias. Pero pasada una semana, la mujer regresó a su
casa y cuando vino la nieve no volvió más. Sin su autoritaria presencia, Donghae
y Leeteuk se quedaron en su alojamiento y Heechul no quiso aventurarse a salir
de la casa grande para buscarlos. Ni siquiera Jackie venía ahora a hacerle
compañía porque había traído del depósito provisión es suficientes para una
quincena y prefería quedarse en su abrigado establo.
Heechul
había llegado al punto en que hubiera recibido de buen grado el regreso de Jooahn.
Aunque los dos no se comunicaban, la charla constante de Jooahn consigo misma
era divertida y a veces interesante.
En una
ocasión, Heechul descubrió que Jooahn abrigaba un odio intenso y profundo hacia
Yoomi y que ese odio se extendía hasta alcanzar a los dos hijos de Yoomi. Esto
a Heechul le resultó desconcertante, puesto que Jooahn trabajaba para Siwon. Se
preguntó si Siwon conocía los verdaderos sentimientos de Jooahn.
Heechul
arrojó otro leño al fuego. Después se recostó en su silla y miró fijamente las
llamas danzarinas. Odiaba admitirlo, pero en realidad
echaba de menos a Siwon.
Cuando él
estaba presente, vivía en un estado constante de aprensión, sin saber cuándo él
le pediría algo o si obedecería o no. Cuando él estaba aquí, nunca notaba lo
lentas que transcurrían las horas. Estaba alerta todo el tiempo, vivo como
nunca lo había estado antes. Y de noche, Dios misericordioso, de noche era un
manojo de nervios, esperando y temiendo que Siwon viniera nuevamente. Pero él
nunca lo hizo desde la noche que lo tomó por la fuerza.
Estaba
profundamente ofendido por el trato que él el dispensaba. Quizá lo habría
perdonado si él se hubiera mostrado tierno como antes. La única noche que Siwon
se había mostrado gentil y él había sido complaciente fue maravillosa.
Heechul no
podía olvidar la belleza de aquello, o el placer, como ningún otro, que él le
había dado. Después, él la había abrazado en forma posesiva, como si realmente
le amara, y había disfrutado en la proximidad compartida.
Pero esta
última vez, cuando él se mostró tan cruel... Dios, cómo lo odiaba por ello. Al
dia siguiente escapó de la casa y trató de disipar su cólera con una alocada
cabalgata en el caballo más veloz que Jackie le permitió montar. Eso ayudó en
cierto grado.
No vio al
jinete que desde una colina observaba su galopar. Nada le importaba en ese
momento excepto que por un rato, por lo menos, su vida parecía más llevadera.
Pero no duró mucho. Ni bien vio el rostro colérico de Siwon y comprobó que él no
se disculpaba por el duro tratamiento que le había dado, nuevamente se sintió
furioso.
Heechul
suspiró con tristeza. El lo ignoró dos largos meses. Después empezó a salir de
cacería y a ausentarse por varios días a la vez. Cuando no salía en sus
expediciones volvía a la casa muy tarde. Se preguntaba si había estado con Zhoumi.
O quizás, había ido a buscar a Donghae o a Leeteuk en su alojamiento.
¡Quizá los
esclavos de su padre, hasta Jaejoong, eran más de su agrado! En esas ocasiones,
Heechul caminaba de un lado a otro cada vez más furioso. Se
decía que tenía todo el derecho de estar ofendido, pues hubiera podido
encontrarse durmiendo cómodamente en su cama en vez de tener que aguardar el
regreso del amo.
Una noche
en particular, cuando Siwon llegó muy tarde por tercera vez consecutiva, Heechul
fue a acostarse pese a su tardanza. Por fin él llegó, de un humor violento,
alcoholizado, y aunque su comida estaba calentándose sobre las brasas, lo
despertó y arrastró por la escalera para que lo sirviera.
Su actitud
era belicosa y no admitía negativa, pero Heechul estaba demasiado furioso para
temerle. Llenó un tazón de madera con sopa humeante y lo dejó sobre la mesa,
derramando sobre Siwon la mitad del contenido. Sabía que Siwon debió sentir
dolor , pero el hecho de que no lo demostrara lo calmó un poco. El lo despidió
y Heechul se retiró rápidamente.. Al día siguiente no se dijo una sola palabra
sobre el incidente.
Heechul se
sobresaltó cuando oyó los fuertes golpes en la puerta. Sintió que el pulso se
le aceleraba, porque sólo Siwon podía anunciarse así. El se preguntaría por qué
la puerta estaba atrancada. Ciertamente, todas las puertas eran cerradas con
tranca desde que él salió una mañana por agua y encontró un perro muerto en el
umbral. Jooahn se puso blanca cuando vio el animal casi despedazado, pero no
dijo nada, dejando a Heechul en la incertidumbre sobre quién pudo hacer una
cosa semejante.
Abrió la
puerta, preparada para decir a Siwon por qué la había cerrado con tranca. Pero
allí estaba Kangta, envuelto en una gruesa chaqueta de pieles que lo hacía
parecer dos veces más enorme de lo que era. Verlo fue un golpe para él, pero en
menos de un segundo sus ojos relampaguearon de furia.
No lo
pensó dos veces, corrió hasta la mesa y tomó el cuchillo que había estado
usando para cortar el conejo. En su ciega furia fue descuidado. Se volvió para
atacar, pero Kangta ya estaba detrás de él. Lo tomó de la
muñeca y con la otra mano fue abriéndole los dedos hasta que el cuchillo cayó
al suelo. Después lo hizo a un lado cayendo sobre la silla que estaba junto al
fogón, casi derribándolo.
Allí se
quedó, respirando agitadamente, y vio que él levantaba el cuchillo y enseguida
miraba a su alrededor para ver si había otros en la habitación, antes de cerrar
la puerta. Cuando por f in lo miró, sus ojos quedaron como clavados y pareció
que pasaron horas hasta que él se movió. Kangta caminó hasta la mesa, apartó el
largo banco y se sentó a horcajadas sobre él.
— No
quiero haceros daño, jovencito — las palabras de Kangta brotaron roncas. Se
aclaró la garganta y continuó, en tono más suave — ¿No podéis comprender lo que
digo? ¿Todavía no aprendisteis a hablar en mi lengua?
Heechul no
parpadeó ante la pregunta y siguió inmóvil. Lo miró con recelo. ¿Qué razón
tenía ese hombre para venir aquí en ausencia de Siwon?
Kangta
jugó con el cuchillo que tenía en sus mano se inclinó la cabeza, mirando la
larga hoja que brillaba a la luz del fuego.
— No
esperaba menos de vos — dijo en un suave susurro.
Heechul
frunció el entrecejo. ¿De qué estaba hablando? Tuvo que esforzarse para seguir
escuchando cuando él continuó.
— No debía
venir, supongo. Es demasiado pronto para
que hayáis olvidado lo que hice, o para que comprendáis la razón que
tuve. Yo odiaba a vuestro pueblo, jovencito, por lo que le hicieron a mi hijo.
Cuando tengáis un hijo vuestro comprenderéis. Siwon pudo perdonarlos porque
aprendió compasión de su madre, pero yo no. Nosotros somos un pueblo orgulloso
y vengativo, pero me equivoqué al querer vengarme de vos y de vuestra familia
pues vosotros no teníais culpa alguna. Fueron los celtas norteños quienes
hicieron prisionero a mi hijo y lo encerraron en una sombría mazmorra durante
un año, cuando él sólo tenía diecisiete años. Le negaron
alimento, excepto una bazofia ni siquiera apropiada para los perros. Lo
torturaron por diversión, pero tuvieron cuidado de no matarlo, por que su
intención era usarlo contra otros vikingos que fueran a atacarlos. Cuando Siwon
escapó y regresó a nosotros, era apenas un esqueleto. Le llevo más de un año
recuperar todas sus fuerzas y sanar de sus cicatrices.
Kangta
levantó la vista hacia Heechul y lo miró con sus ojos llenos de tristeza.
— Sé que
no entendéis lo que estoy diciendo, jovencito. Oís mi voz, pero no comprendéis
mis palabras. Así es mejor — suspiró.— Os estimo mucho. Admiro vuestro coraje y
lamento haberos arrebatado de vuestra tierra. Esto, sin embargo, vos nunca lo
sabréis, porque yo soy un hombre muy orgulloso. Nunca os diría estas palabras
si vos pudierais entenderlas. Pero por lo menos puedo tratar de hacer una
reparación y esperar que un día no me odiéis como me odiáis ahora.
Heechul
estaba tentado de hablar a Kangta en su lengua, para que supiera que entendía
cada palabra. Eso le hubiera dado cierta satisfacción al humillarlo en esa
forma, pero no quiso revelar el secreto que podría servirle de mucho cuando
estuviera listo para escapar. Además, sentíase turbado por lo que su propio
pueblo había hecho con Siwon y entendía por qué Kangta pudo querer vengarse,
aunque no estaba dispuesto a perdonarle lo que él y sus hombres hicieron en su
tierra. Después de todo, Siwon se había arriesgado a que lo capturaran cuando
decidió hacer una incursión. Sin embargo, hubieran debido matarlo al hacerlo
prisionero y no conservarle la vida para torturarlo por diversión.
Kangta se
puso de pie y dejó caer sobre la mesa el largo cuchillo. Heechul lo vio caer y
enseguida volvió a mirar al enorme vikingo.
— Sí, sé
que me mataríais si tuvieseis la oportunidad — dijo Kangta con su habitual
hosquedad— . Pero no lo intentéis. Todavía no tengo deseos
de morir con tantos años de luchas por delante, cuentas que arreglar y nietos
que ver y tener en mis brazos antes de reunirme con Odín en el Valhala.
Kangta se
acercó al fuego para calentarse las manos. Fue como si desafiara a Heechul a
que se apoderase del cuchillo que estaba sobre la mesa. Eso, o quería
demostrarle que estaba dispuesto a confiar en él. Prudentemente, siguió donde
estaba.
El
continuó hablando, quizá para aliviar su conciencia.
— Desde
que por primera vez puse mis ojos en vos, habéis pesado mucho en mi mente. Pero
veo que habéis vivido bien aquí, en el hogar de mi hijo — lo miró con expresión
taimada— . Sí, habéis vivido bien, aunque el humor de Siwon se ha vuelto más
negro que antes. ¿Sois vos la causa? — súbitamente gruñó— . ¡Bah! Como si
fuerais capaz de responderme aunque entendieseis lo que os digo. Soy siete
veces tonto por hablar con un persona que no sabe nada de lo que le digo. Y más
tonto, aún, por haberle regalado una hermosa yegua a un joven esclavo. Que se
adueñó de mí para tomar esa decisión...bueno, ya está hecho. A Siwon no le
gustará, pero quizás os permita cabalgar en la yegua plateada cuando sepa que
fue vuestra en vuestra tierra.
Heechul
tuvo que bajar los ojos para que él no viera la súbita alegría allí reflejada.
No podía creerlo. ¿Gibok aquí? ¡Y entregada a él! ¡No a Siwon, a él!
Kangta se
acercó a la puerta para marcharse. Heechul miró con curiosidad la espalda del
vikingo. ¿Por qué habrá echo eso? Después de todo lo que la había hecho pasar,
era inconcebible que ahora se mostrase tan amable. Como en respuesta a la
silenciosa pregunta, Kangta se volvió desde la puerta.
— Jackie os
contará lo de la yegua. No espero que esto cambie vuestros sentimientos hacia
mí, pero es un comienzo — rió por lo bajo— Mi acción ciertamente os dará
ocasión de preguntaros cuáles fueron los motivos.
Cualesquiera
que fueran esos motivos, Gibok estaba aquí y nuevamente era suya. Ahora tenía
una razón para aventurarse al helado invierno. Necesitaría pantalones para
cabalgar con comodidad y protegerse del frío.
De pronto Heechul
danzó alegremente en la habitación . Hacía tiempo que no se sentía tan feliz.
El hecho de que Kangta fuera el responsable no disminuía su placer.
Siwon, por
otra parte, podría prohibirle salir montando a Gibok después de aquel encuentro
con los dos hombres que lo atacaron. Una nube cruzó por su frente, pero sólo
duró un momento. El no podía detenerlo ahora que estaba ausente, y cuando
regresara, bueno, que el diablo se lo llevase.
¡Que Siwon
intentara detenerlo ahora!
Heechul
entró en el establo y cerró la gran puerta enseguida para no dejar pasar el
frío. Estaba bien envuelto en la pesada capa de piel de oso que Siwon le había
arrojado un día cuando ya habían pasado los últimos signos del verano.
El establo
estaba abrigado y el olor acre a caballo y estiércol lo llenó de nostalgias. De
niño, había pasado la mayor parte de su tiempo libre en el establo de su
padre... siempre que no estuviese practicando con sus armas
o cazando con Sooman.
A Jackie no
se lo veía en ninguna parte. Probablemente estaba durmiendo en el fondo, pero Heechul
no estaba ansioso por despertarlo todavía.
Apenas
pudo contener su excitación cuando recorrió el establo en busca de Gibok.
Cuando vio a la yegua de flancos plateados, corrió hacia el animal con los ojos
llenos de lágrimas.
— Oh, Gibok,
mi dulce Gibok. ¡Creí que nunca volvería a verte! — gritó Heechul.
En
realidad, había empezado a dudar de que alguna vez volvería a ver algo de su
tierra, incluidas su tía y su hermanastro. Una vez le había pedido a Siwon que
lo llevara a visitarlos, pero se negó sin dar ninguna explicación, y él era
demasiado orgulloso para volver a pedírselo.
Heechul
abrazó con fuerza el cuello de Gibok. La yegua resopló y meneó la cabeza en
respuesta a las caricias.
— Me
alegro tanto de volver a verte — dijo suavemente— que hasta te perdono por
haberme derribado la última vez que te monté. Esto ha sido un infierno, pero
ahora tú me lo harás mas tolerable.
— ¿Quién
está alli? — gritó Jackie desde el fondo del establo, y apareció— Oh, sois vos,
jovencito. ¿Qué os trae por aquí?
Heechul se
mordió nervioso el labio inferior. Detestaba engañar a Jackie, pero no podía
confiar su secreto a nadie, ni siquiera al hombre a quien consideraba su amigo.
— Kangta vino ayer a la casa — dijo Heechul por fin—
. Habló mucho, pero yo no entendí nada de lo que dijo — Heechul se volvió nuevamente
hacia Gibok y la alegría que asomó a su
voz fue sincera—. ¡Encontré a mi yegua, Jackie! ¿Qué hace ella aquí?
Jackie rió
por lo bajo, ignorando que Heechul estaba engañándolo.
— La
potranca es vuestra otra vez, jovencito, os la ha regalado el
mismo Kangta .
— ¿Dijo él
por qué?
— No, sólo
dijo que yo tenía que asegurarme de que Siwon entendiera que el animal es vuestro,
no suyo — Heechul no pudo contener la risa.
— ¿Creéis
que Siwon se enfadará?
— Claro
que sí. Se pondrá furioso, tal como últimamente se ha puesto furioso por todo.
No puedo imaginar qué le pasa a ese muchacho. Ahora está peor que hace unos pocos
años, cuando su mal carácter estalló por primera vez.
— ¿Os
referís a cuando Zhoumi huyó?
— Sí.
—
¿Suponéis que Siwon está de mal humor porque Zhoumi ha regresado? — se aventuró
a preguntar Heechul.
— No
podría decirlo con seguridad.
Heechul,
como todos los demás, no entendía la hosca actitud de Siwon. El no se había
mostrado tan quisquilloso cuando lo conoció.
Al
principio Heechul esperó ser él la causa de su mal humor, pero no imaginaba
ninguna razón concebible para serlo. N o, la causa era Zhoumi, estaba seguro. Zhoumi
era una parte de Siwon, aunque él ahora lo odiase. Empero, la única razón por
la que tanto la odiaba era que la había amado mucho. Este pensamiento
perturbaba intensamente a Heechul y lo desechaba cada vez que se presentaba,
pues no quería demorarse en esa posibilidad.
— Voy a
montar mi yegua, Jackie — anunció con decisión— . ¿Tenéis alguna objeción?
— No,
pero... — Cuando él no continuó, Heechul sonrió.
— ¿Queréis
saber si regresaré? — El asintió en silencio. Heechul añadió— Todavía no he
sido provocado a abandonar la casa de Siwon.
— Pero
ahora tenéis vuestra yegua y es un animal robusto que conocéis y en el que
confiáis. Podría llevaros donde quiera que quisierais dirigiros.
— No puede
llevarme a mi tierra, Jackie — murmuró y por un momento algo de su reciente
alegría se borró de sus ojos— . Ahora venid, ayudadme a ensillarla. Hace meses
que no cabalgo y todavía más que no monto a Gibok. No cabalgaré mucho porque
estoy seguro de que el frío me hará volver a la casa enseguida.
— Por lo
menos, ahora admitís que éste es vuestro hogar — dijo Jackie mientras ponía la
silla sobre el lomo de Gibok.
— El hogar
está donde está el corazón, y mi corazón está más allá de ese negro mar.
— Por
vuestro propio bien, jovencito, espero que un día vuestro corazón esté aquí.
No entiendo al padre de Siwon pero me imagino que tendrá una muy buena razón para regresarle su caballo, y Siwon porque no regresa donde estara gracias por el cap bye.
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