— ¿De modo
que no quiere trabajar para vos? — preguntó Hyukjae.
— No,
trabaja en el establo.
—
¿Permitís eso? — preguntó Hyukjae, sorprendido.
— Es lo
único que acepta hacer — admitió Siwon de mala gana, y su ceño se acentuó.
Las
carcajadas de Hyukjae resonaron en el salón.
— ¡De modo
que el joven tenía razón! Sois vos quien ha sido domado, no él.
— ¿Él dijo
eso?
La risa de
Hyukjae se apagó y él arrugó el entrecejo ante la expresión de cólera que
apareció en el rostro de su amigo.
— Vamos, Siwon.
No quisiera causar con mis palabras un daño al joven.
— ¡No
sufrirá ningún daño, pero por Thor, no estará tan satisfecho consigo mismo por
la mañana!
Una nube oscura pareció haber envuelto a Siwon. Hyukjae lo miró y suspiró interiormente. Lamentó mucho sus palabras apresuradas y esperó que el joven no tuviera que sufrir demasiado a causa de ellas.
Siwon se
dirigió a la casita de los esclavos, con una furia profunda corroyéndolo
durante el camino. Abrió sigilosamente la puerta de la vivienda y entró. Un
suave resplandor rojizo del fuego moribundo lo ayudó a encontrar a su presa. Se
le acercó.
Heechul
estaba profundamente dormido sobre un tapete frente al hogar, el verlo tan
dulce e inocente en su sueño inflamó la sangre de Siwon. Que cuando despierto
era un demonio, fue olvidado. Se inclinó y retiró la manta con suavidad.
Cuando el
aire frío que entraba por la puerta tocó sus pies desnudos, Heechul arrugó la
cara y acercó sus piernas a su pecho en busca de calor perdido. Su forma menuda
estaba oculta dentro de un basto y voluminoso camisón, que sin duda le había
dado Leeteuk, que dormía en el otro extremo de la habitación.
Siwon
recordaba bien los miembros sedosos que ahora estaban tan abrigadamente
envueltos, los brazos suaves y los muslos largos y bien formados, el vientre
firme y liso.
También
pensó en la delicada curva de su cintura y en las nalgas redondeadas que pedían
que las acariciaran, la aterciopelada suavidad de su espalda y los huecos
satinados del cuello que había besado.
Siwon
rápidamente se sacó de la mente esos pensamientos antes que lo dominaran y lo
hicieran actuar como un semental en celo sin importarle la privacidad. Con un
rápido movimiento, aplicó una mano sobre la boca de Heechul para impedirle que
lanzara un grito de alarma, porque con ello hubiera
despertado a los otros. El joven abrió instantáneamente los ojos, pero antes de
que pudiera ver quién estaba raptándolo, él lo levantó y la apretó contra la
pétrea dureza de su pecho y se llevó hacia la noche el cuerpo que se retorcía .
Cuando
llegó al establo lo dejó en el suelo. Heechul lo miró furioso, con el pelo
cayéndole sobre los hombros hasta la cintura, como una capa renegrida. Entonces
lo reconoció y su ánimo se serenó por completo.
— Oh, sois
vos — dijo en tono que sugería que él no merecía toda su preocupación.
— ¿Y quién
otro podía ser?
— Uno de
vuestros amigos — repuso él— . Apostaría que ese llamado Yang querría hacerme
pagar lo que le hice. También a vuestro hermano le gustaría llevarme a la cama.
— ¿Y vos
les teméis?
— No, pero
no soy tonto como para tomarlos a la ligera — le respondió.
— Sólo a
mí me tomáis a la ligera, ¿verdad? — gruñó él. Heechul lo miró sorprendido.
—¿Por qué
debería temeros, vikingo? Me habéis mostrado lo peor de vos, pero en realidad
no fue tan malo — Siwon dio un paso hacia él, nuevamente encolerizándose.
— ¿Deberé
cargaros el resto del camino o caminaréis voluntariamente?
— No, no
iré con vos. No me gusta que me despertéis para vuestro placer.
— No se
trata de mi placer Heechul.
— ¿No?
— Entonces
¿qué?
—
¿Vendréis?
Antes de
que pudiera decir sí, porque se le había despertado la curiosidad, él lo tomó
de un codo y empujó con rudeza hacia adelante. Heechul se
apanó y se detuvo cuando las piedras del suelo le recordaron que estaba descalzo.
— ¿Por qué os detenéis? — preguntó él en tono
de impaciencia.
— ¿Deseáis
que mis pies queden ensangrentados? Parece que, después de todo, tendréis que
cargarme — dijo con una sonrisa traviesa.
El vaciló
un largo momento y lo miró torvamente antes de atraerla de un tirón y levantarlo
del suelo. Inmediatamente Heechul le rodeó el cuello con los brazos y oyó que
él gruñía de desaprobación. Con pasos rápidos llegaron al fondo de la casa y a
la escalera que subía al primer piso. El subió deprisa, de a dos peldaños por
vez. El peso de Heechul parecía ser nada más que un saco de plumas en sus
brazos poderosos.
Una vez
dentro de la casa, lo dejó deslizarse hasta el suelo, pero Heechul, a
propósito, mantuvo sus brazos alrededor de su cuello un momento más de lo
necesario antes de dejarlos caer a sus costados. El permaneció impasible y lo
empujó para que lo precediera.
Heechul no
había estado en la casa desde el día que él tomó su inocencia, vaciló cuando
vio que estaban acercándose a las habitaciones de Siwon, pero él le hizo entrar
y cerró la puerta. Se volvió, con los brazos en jarra y los ojos
relampagueantes de furia.
— ¿Me
habéis engañado, vikingo? ¿Con qué propósito estamos aquí? — preguntó Heechul
colérico.
— Nuestro
propósito, como decís vos, espero que sea prolongado. Conociendo vuestra
aversión a las corrientes de aire, elijo esta habitación
por ser en el presente la más abrigada de la casa.
— Qué
considerado — murmuró él con sarcasmo. Sin duda, la habitación era acogedora.
Ardía un fuego en el hogar que calentaba toda la estancia. Dos enormes
alfombras idénticas, que casi se unían, cubrían el frío piso con dibujos azules
y dorados. Dos grandes tapices colgaban en las paredes. Uno representaba a un
grupo de campesinos trabajando la tierra bajo un cielo luminoso y el otro
narraba una historia en miniatura contra un fondo amarillo. Un diván sin
respaldo también había sido añadido a la habitación.
Heechul
observó todo esto con sorpresa antes de volver a mirar a Siwon.
— Bueno,
¿me diréis por qué estoy aquí? ¿Y por qué fuisteis a buscarme en esa forma, con
tanto secreto?
El se
encogió de hombros y se acercó a la mesilla d onde había un odre de vino y un
plato de queso.
— No sabía
de qué humor estaríais, de modo que preferí no arriesgarme a que hicierais
alboroto y despertarais a todos.
Heechul se
puso rígido.
— Hemos arreglado todo. ¿Qué queda por arreglar?
— No hemos
arreglado nada, Heechul.
— Sin
embargo, yo trabajo para vos — replicó, levantando la voz— . ¡Me gano mi
comida! ¿Qué más queréis de mí?
El fue
hasta el gran cofre que estaba contra la pared y sacó de él una bata de seda
gris elegantemente orlada con piel blanca. Después fue a pararse frente, a unos
pocos centímetros, de modo que Heechul debió levantar la cabeza para mirarlo
cuando él le habló.
— Si,
habéis trabajado, alegremente, pero no como yo quería. En su
momento yo os lo concedí porque no veía otro camino. Los esclavos, se supone,
no tienen que disfrutar de su trabajo, pero vos sin duda lo disfrutáis — hizo
una pausa— . Basta ya.
— ¿Cómo?
Una
sonrisa helada asomó a los labios de Siwon.
—
Empezaremos de nuevo — dijo— Haréis las tareas originariamente destinadas a vos
y empezaréis con esto — dijo entregándole la corta bata— Hay un pequeño
desgarró n debajo del brazo que necesita ser reparado.
Heechul lo
miró pasmado.
— ¡Señor
del cielo! — gritó con exasperación.
— Vuestro
Dios no puede ayudaros, ni tampoco el mío. Sólo me tenéis a mí para tratar.
— ¡No lo
haré, Siwon! — replicó Heechul furioso y arrojó la bata al suelo— . ¡Sabéis que
no lo haré!
El volvió
a encogerse de hombros y a acercarse a la mesa.
— Entonces
— dijo, por encima de su hombro — permaneceréis en esta habitación hasta que
cambiéis de idea.
— No, sólo
hasta que os quedéis dormido, vikingo.
— Entonces,
parece que nuevamente
tendréis que ser
vigilado. Bugsy — llamó, y el mastín blanco bajó de la cama. Heechul ni
siquiera lo había visto, pues su blanca pelambre se confundía con el armiño del
cobertor— . Quedaos en el suelo y cuidad que el joven no se vaya — ordenó Siwon.
El animal
pareció comprender cada palabra. Volvió la cabeza y miró a Heechul con
indiferencia, antes de acercarse a la puerta, donde volvió a echarse. Heechul
le lanzó una mirada asesina y enseguida dirigió esa misma mirada al amo del
can.
— He
tratado de no odiaros, vikingo, pues vos no sois personalmente culpable de que
yo esté aquí, ¡pero estáis haciéndolo difícil!
El curvó
los labios en una sonrisa cínica.
— Odiadme
todo lo que queráis. Eso no cambiará nada. Mis sentimientos hacia vos no son
muy diferentes, porque habéis sido un joven de mal carácter y porfiado desde
que llegasteis, una espina en mi costado de la que puedo prescindir — Bebió un
largo sorbo de vino y empezó a quitarse la ropa.
— ¿Y ahora
qué?
— Hemos
llegado a una situación sin salida, así que esta noche no habrá discusiones. A
la cama.
— Ya no
estoy cansado — dijo Heechul torvamente.
— ¿Y
entonces?
— ¡Podéis
obligarme a permanecer en esta habitación , pero no dormiré en esa cama con
vos! — estalló.
— ¿No? —
dijo él y enarcó una ceja— . Por el juego que habéis jugado desde la última vez
que estuvisteis aquí acostado yo hubiera pensado que estaríais más que dispuesto
a hacerlo otra vez.
— ¡Os
equivocasteis! — replicó Heechul con las mejillas encendidas.
— Bueno,
no importa. Puesto que yo me opongo a compartir mi cama, vos dormiréis ahí.
Pero no temáis. No me aprovecharé de vos para que no encontréis placer en esta
habitación. Ahora, a la cama, y si no es para dormir, que sea entonces para
pensar en vuestra terquedad.
Su propio
cuerpo impulsaba a Heechul al estado de conciencia. Parecía gritarle:
despierta, despierta y mira los placeres que te aguardan.
El sueño
se disipó y sus ojos se abrieron lentamente por la sorpresa que le causaban las
sensaciones que experimentaba y después se agrandaron cuando comprendió qué
estaba sucediendo.
Heechul
yacía de costado, de cara a la pared, con los brazos sobre la almohada y debajo
de su cabeza, una pierna levantada y flexionada en la rodilla y la otra
extendida. Estaba acostado sobre el cobertor de armiño, tal como cuando se
quedó dormido con Siwon a su lado. Pero ahora su camisón estaba subido y
amontonado alrededor de su cintura, dejando sus muslos y piernas completamente
desnudos.
Permaneció
perfectamente inmóvil y logró mantener la respiración regular, como si siguiera
durmiendo. El pecho de Siwon se apretaba contra su espalda y su calor
atravesaba el camisón. Un brazo descansaba sobre su cintura y la mano, debajo
de la tela, le acariciaba el pecho con suavidad. Sentía en su nuca el aliento
de él, ardiente y cosquilleante, y la mano que empezó a moverse lenta mente
hacia abajo, siguiendo la curva tensa de su vientre, y después sobre su cadera
y su muslo.
La
sensación le erizó la piel de las piernas. Después, la mano se movió
diestramente hacia la cara interna del muslo y empezó a ascender, con lentitud
exasperaste, hasta que por fin se detuvo sobre el suave montículo entre sus
piernas. Allí la mano se demoró, los dedos se abrieron camino hacia la carne
húmeda, caliente, que ya se estremecía de deleite.
Con
asombro, Heechul oyó que de sus propios labios escapaba un suave gemido. Sabía
que hubiera debido correr, huir, pero en cambio se volvió lentamente hasta
quedar de espaldas y abierto a esos dedos que exploraban. Una sonrisa seductora
le curvó los labios cuando vio la ardiente mirada en los ojos de Siwon.
— Os llevó
mucho tiempo despertaros — murmuró él, en tono burlón.
Le
sorprendió que él pudiese ser tan cálido y tierno cuando habitualmente
se mostraba tan brusco y rudo. Pero no le importó y esto también le sorprendió;
en realidad estaba ansiando este momento. La última vez que había estado así
tendido experimentó un auténtico placer, pero también sintió que goces aún más
intensos podían ser alcanzados.
— Yo
hubiera podido jurar, señor vikingo, que dijisteis que no encontraría placer en
esta cama — dijo y pasó los dedos entre los vellos de su pecho — ¿No podéis
cumplir vuestra palabra por una sola noche?
— Parece —
replicó él con voz ronca, y bajando sus labios hacia los suyos para besarlo
suavemente— que hablé en forma apresurada. Pero debéis culparos vos mismo,
porque, en verdad, vuestros modales varoniles desaparecen una vez que estáis en
la cama, —lo miró y sonrió— . ¿Por qué es eso?
Heechul se
encogió de hombros y sonrió con picardía.
— Compruebo
que ser un joven, en ocasiones tiene sus ventajas. Y no soy demasiado tímido
para admitirlo.
— ¡Tímido,
ja! — rió Siwonl— . ¡ Eso jamás!
— Vos lo
sabéis muy bien, vikingo — replicó, y le puso una mano en el cuello para
atraerlo más— . Ahora, no os sorprendáis de mis acciones.
Lo besó
con voracidad, y aunque acababa de advertírselo, él lo mismo se sorprendió. Que
su proximidad lo había tentado hasta donde ya no podía controlarse, era un
hecho. Que ahora estaba enloqueciéndolo de pasión, era todavía más cierto. Heechul
lo impulsó a que lo tocara y él lo hizo sin vacilar. Abrió sus piernas para él,
y él le penetró profundamente. Lo tomo de las nalgas para apretarlo aún más contra él y lo montó como un semental que cabalga al
viento. Antes de la embestida final, él sintió que envolvía las piernas
alrededor de sus muslos y entonces se perdió en esa esfera blanca de fuego y
deleite que lo había llevado a quebrar su palabra y hacerlo suyo.
Respirando
agitadamente, Siwon descansó todo su peso sobre su pequeño cuerpo, con su
cabeza apoyada contra el cuello de Heechul. Por fin se movió para incorporarse,
pero Heechul le unió los brazos detrás de su cabeza y con las piernas siguió
rodeándole las caderas. Siwon lo miró, intrigado, y notó el sesgo seductor de
los ojos, la sensual crispación de los labios.
—
Mostradme vuestra fuerza, vikingo — jadeó Heechul, retorciéndose sensualmente
debajo de él— .Continuad.
— Por
todos los dioses, ¿no tenéis vergüenza ?
— preguntó él, con incredulidad.
— ¿Por
qué? — replicó Heechul, sin amilanarse— . ¿Es vergonzoso que esto me guste?
¿Tengo que fingir que no es así?
— No, pero
ningún joven jamás me ha pedido más!
— ¡No me
comparéis con vuestros otros jóvenes, vikingo! — le dijo con vehemencia, y lo
soltó— ¡Marchaos, entonces, si no tenéis fuerza para satisfacerme!
El le tomó
las manos con que le empujaba el pecho y se las llevó a los costados.
— La
táctica que empleáis es indecorosa, zorro — dijo él, en tono despectivo.
Con
lentitud, empezó nuevamente a moverse dentro de él y al mismo tiempo le aplastó
los labios con un doloroso beso. Apenas fue necesario un momento para que la
chispa del deseo se reavivara. Siwon entró con un ritmo regular, decidido, y
después le soltó los brazos y le tomó la cara con las manos. Su beso se volvió
más intenso, más exigente. Sintió que le pasaba las manos por la espalda y palpaba los músculos
endurecidos.
Heechul
empezó a gemir con suavidad y nuevamente le rodeó el cuello con los brazos y lo
apretó cada vez más fuerte, como si quisiera abrazarlo por toda la vida. Aun en
su feroz acceso de pasión, él notó su salvaje abandono y por fin Heechul sintió
que el aliento se le quedaba en la garganta, se puso rígido, y clavó las uñas
en los hombros de Siwon, como si fueran zarpas de gato. El nombre de él escapó
de sus labios en un ronco susurro. En ese instante, él se le unió en ese tan
buscado reino del placer explosivo.
Esta vez
no protestó cuando él se apartó y se puso a un lado. Ambos estaban exhaustos y
respiraban pesadamente. Cuando Heechul le tocó el hombro con suavidad, la mente
de Siwon se rebeló, porque temió que Heechul se atrevería a pedirle todavía
más.
— Todavía
no es de mañana — dijo con cansancio y sin abrir los ojos— Volved a dormiros.
— Sólo
quería danos las gracias, Siwon. Eso es todo.
El abrió
los ojos y alcanzó a ver la expresión tierna en su cara, antes de que se
volviera y se bajara el camisón. El miró fijamente la nuca de Heechul y otra
vez se sintió sorprendido e intrigado por las muchas facetas que tenía el
carácter de este joven. La de ahora era la que más le gustaba.
Sus
facciones se suavizaron.
— Venid —
dijo roncamente, y lo atrajo a sus brazos.
Sabía que
no se resistiría y esto lo complacía aún más. Heechul se acurrucó contra él, y Siwon
supo, sin ninguna duda, que podría acostumbrarse a este joven sin mucho
esfuerzo.
— Es
lindo, Siwon, no pelear con vos — dijo Heechul suavemente contra el pecho de
él, ya medio dormido. El sonrió e inconscientemente lo estrechó más. El efecto
que tenía sobre él era sorprendente. Si seguían así abrazados, pronto él
volvería a desearlo.
— Sí, Heechul,
es muy lindo.
Heechul y Siwon
estaban sentados frente a frente ante la mesa pequeña, con el desayuno entre
los dos. El se apoyaba lánguidamente en el respaldo de su silla, picoteaba
malhumorado su comida y a cada instante dirigía a Siwon una mirada furiosa.
Pero él estaba demasiado absorto en su comida para notarlo.
Ahora
hacía una semana que él lo tenía confinada a esta habitación, con la única
compañía del odioso mastín blanco. Siwon traía personalmente a Heechul las
comidas, pero lo dejaba solo durante el día y sólo regresaba de noche. No
volvió a tocarlo desde aquella noche y hasta accedió cuando insistió que
dormiría en el diván en vez de en la gran cama con él.
Al
despertar aquella mañana después de la primera noche juntos, Heechul quedó
apabullado por el recuerdo de lo que había hecho. No era él quien había actuado
no mejor que un prostituto vagabundo, sino su despreciable cuerpo. Ese
instrumento traidor que elegía conocer todos los frutos de su despertar, hasta
había provocado e incitado a Siwon para que se lo enseñara.
Siwon había
avivado dentro de él un fuego que no soñaba que existía, pero nunca más. El
delicioso placer que había experimentado podía ser negado. Sí, esa clase de
éxtasis no le era necesaria, porque tendría que renunciar a demasiadas cosas
para alcanzarlo nuevamente...
Aunque era
demasiado tarde para cambiar lo sucedido, Heechul se condenaría antes que
permitir que volviera a suceder. Había sido un tonto al pensar que Siwon
cambiaría de idea a causa de ello: él seguía decidido a que le sirviera como
exigía.
Por eso,
no podía perdonarlo, no después de la ternura que había tenido lugar entre los
dos.
Con Bugsy
descansando entre sus pies, Heechul le ofreció distraídamente un bocado de
carne, acostumbrado a hacer lo mismo en su casa. Cuando el Bugsy
blanco le rozó la mano con el hocico pidiéndole más, comprendió lo que había hecho
y al levantar la vista vio que Siwon lo miraba ceñudo. Bien, pensó con perversa
satisfacción. Eso era mejor que la expresión de seguridad en sí mismo que lucía
tan a menudo en los últimos días.
— ¿Qué os
disgusta, vikingo? — preguntó en tono inocente, aunque sus ojos brillaban con
picardía— ¿Teméis que os haya quitado la lealtad del Bugsy? – como la expresión
de él se ensombreció todavía más, Heechul sonrió más ampliamente e insistió—
¿No sabíais que nos hemos hecho buenos amigos? ¿Pero qué esperabais después de
encerrarnos juntos? No pasará mucho tiempo antes de que ni siquiera
levante la cabeza cuando yo salga de esta habitación.
Siwon lo
miró fríamente un largo momento antes de responder:
— Si decís
la verdad, entonces
es tiempo de poner
una cerradura en la puerta.
La cara de
Heechul se puso gris.
— ¡No lo
haríais!
—
Ciertamente que lo haría — replicó él en tono glacial— . Esta noche, en
realidad, pues no tengo nada mejor que hacer.
— Sólo
estaba bromeando, Siwon — dijo Heechul tratando de tomarlo a la ligera— Podéis
confiar en que vuestro Bugsy hará lo que le ordenéis.
— Es en
vos en quien no confío — replicó él secamente, y se dirigió con pasos airados a
la puerta.
— ¿Cuánto
tiempo me tendréis aquí? — preguntó furiosamente.
En la
puerta, él se volvió y lo miró con una expresión de desdén.
— No soy
yo quien os tiene aquí, Heechul, sino vos mismo. Sólo tenéis que servirme como
yo deseo y disfrutaréis los mismo privilegios que los otros esclavos.
— ¡Sois un
asno pomposo e insufrible! — estalló poniéndose de pie y apretando los puños— .
¡Primero os pudriréis en el infierno!
— Vos sois
un joven terco — replicó él desdeñosamente— . Pero veréis que yo puedo serlo
más.
Con eso
abandonó la habitación y dejó a Heechul tan furioso que levantó un jarro lleno
de leche y lo arrojó contra la puerta
cerrada.
Viendo el
daño causado, no se detuvo allí. Con un fulgor destructivo en los ojos, derribó
la mesilla; la fuente de comida cayó al suelo y Bugsy debió hacerse a un lado,
gimiendo, para que no le cayera encima. Con decisión fue hasta la cama y
arrancó los cobertores , después fue hasta el cofre de Siwon. Con maligno
placer, desparramó su contenido por la habitación.
Tan
concentrado estaba Heechul en su tarea que no oyó que Siwon regresó.
De pronto se
sintió tomado de atrás y arrojado sobre la cama.
—
¡Vuestras pataletas son propias de una criatura, no del joven que creí que
erais! — estalló él, y lo siguió hacia la cama.
Cuando Heechul
se volvió para mirarlo, él estaba de rodillas, con una mano levantada para
golpearlo. Miró ese puño sin parpadear y lo desafió a que hiciera lo peor. Pero
Siwon vaciló un momento demasiado largo y el impulso pasó. Bajó el brazo con una
maldición y salió de la cama. Después, lo miró desde arriba con furia
despiadada.
— Habéis
decidido cuál será vuestra tarea. Pondréis esta habitación en orden antes de la
noche, o tendréis que acostaros sin comer. Y si pensáis que una comida de menos
no tendrá importancia, pensadlo otra vez porque se os negará alimento hasta que
hayáis hecho el trabajo—Con eso, salió dando un portazo.
— ¿Qué
haré, Bugsy? — preguntó Heechul suavemente, como si el fuerte animal pudiera
tener una solución a su problema— . ¿Deberé morirme de hambre por despecho?
Esto no es de mi agrado, pero le demostraría a ese chacal dominante que no
puede darme órdenes.
—¡Maldito
sea! — gritó— . ¿Por qué me hace esto a mí ? ¡Quiere quebrantar mi orgullo y
pisotearlo en el polvo!
Todo iba
muy bien antes de esto, pensó Heechul. Y ahora me hará pasar hambre. Sí, él ha
dicho las palabras y no puede volverse atrás.
«Esta vez,
seré yo quien tendrá que ceder», pensó Heechul.
Una nube oscura pareció haber envuelto a Siwon. Hyukjae lo miró y suspiró interiormente. Lamentó mucho sus palabras apresuradas y esperó que el joven no tuviera que sufrir demasiado a causa de ellas.
— ¿No?
— Hemos arreglado todo. ¿Qué queda por arreglar?
Sera que cede porgue es muy necio gracias por el cap bye
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