Era tarde
cuando Siwon llegó por fin para su comida. Heechul vio inmediatamente los
pantalones manchados de sangre y lo miró inquisitivamente a la cara.
— No sabía
que teníais enemigos en vuestra tierra — dijo en tono pensativo, con voz ronca.
— Eso es
verdad, pero hoy no encontré a ninguno — replicó él y se le acercó con una
sonrisa en los labios— . Debo decepcionarte, y deciros que la sangre no es mía
sino del ciervo que Yesung está desollando ahora.
— ¿Yesung?
— Es otro
de mis esclavos.
La forma
indirecta de recordarle su posición no pasó inadvertida para Heechul. Sus
mejillas enrojecieron y sus ojos despidieron chispas.
— Se
diría que sois
un chambón para
la caza —
comentó despectivamente y sus ojos volvieron a las manchas de sangre— .
¿No sabéis que una flecha en la cabeza produce una herida más limpia y deja la
piel intacta? — Siwon soltó una carcajada .
— Primero
asegurasteis que sabíais de caballos más que yo. Ahora pretendéis enseñarme a
cazar. ¿Cuándo cesaréis de sorprenderme?
Heechul se sintió
enfurecido un momento.
— Vuestra
comida os aguarda
— dijo secamente,
ansioso de alejarse lo antes
posible de él— . ¿Dónde la tomaréis?
—
¿Significa esto que vos me serviréis? — preguntó él al tiempo que sus ojos
recorrían atrevidamente su cuerpo— . ¿Dónde están los otros?
— Quizá
no sepáis que
es tarde, vikingo
— replicó con
irritación— . Los otros se han retirado a dormir.
— ¿Y vos
me esperasteis pacientemente?— ahora él estaba detrás, quitándose su capa de
pieles— . Este cambio en vos es realmente notable, Heechul. Me extraña que no
hayáis ido a acostaron y dejado que los otros atiendan mis necesidades. ¿Es
posible que os guste mi compañía?
— ¡Ooohhh!—
exclamó Heechul, se puso
de pie de un
salto y lo enfrentó— . ¡Sois un chacal presumido!
¡Preferiría pasar mi tiempo con un asno que rebuzne antes que con vos!
Empezó a retirarse de la habitación, pero lo detuvo una orden cortante de él.
— ¡No os
he dado permiso para que os retiréis! — El se volvió, furioso, echando fuego
por los ojos, pero apretó los dientes y esperó que continuara. Lo enfureció aún
más la sonrisa de Siwon. ¡Estaba disfrutando del momento!
— Me
serviréis la comida — dijo él en tono neutro — Primero prepararéis agua para mi
baño.
— ¿Un
baño? ¿Ahora? — preguntó con incredulidad.
El asintió
con un gesto y Heechul no pudo contener un gemido. Sentía las manos doloridas y
entumecidas de lavar ropa porque no estaban acostumbradas a ese trabajo, el
agua caliente y el jabón abrasivo, ¡Ahora tendría que llevar cubos de agua
hasta la habitación de él! Se estremeció ante la idea.
— ¿Por qué
vaciláis? — preguntó Siwon, viendo las emociones conflictivas que se transparentaban
en su cara— . Un baño es asunto sencillo.
—
¡Preparadlo vos, entonces! — siseó él— . Yo no llevaré agua hasta vuestra
habitación.
— No os he
pedido que lo hagáis — replicó él — Tomaré mi baño aquí. ¿Eso os conviene?
Claro que
sí, estuvo a punto de decir. Pero en cambio respondió con
sequedad.
— Como
gustéis.
Tomó dos
cubos grandes y salió hacia el gran depósito de agua de lluvia al lado de la
casa. El viento le hizo temblar. Llenó los cubos, casi los dejó caer cuando las
asas se hundieron en sus dedos doloridos y los llevó a la c asa.
Siwon
había movido la tina en forma de barril que se guardaba debajo de la escalera y
la había puesto frente al fuego. Dio un paso atrás y observó en silencio cuando
vació el agua fría en la tina. Cuando los cubos le resultaron otra vez
livianos, Heechul perdió la mueca de disgusto de su cara y de mala gana salió
de la abrigada área de cocinar para volver a llenarlos.
Cuando
regresó, esta vez Siwon lo recibió en la puerta.
—
¡Preparad mi comida! — ladró él con impaciencia y le arrebató los cubos— . ¡A la velocidad con que os movéis, tendré
que esperar toda la noche para tomar mi baño!
Heechul
cruzó a toda prisa la habitación y fue hasta el fogón, agradecido de la
impaciencia de él, aunque no quiso admitir que podía ser amabilidad. Siguió
dándole la espalda y llenó una fuente de madera con el guisado que Donghae
había preparado más temprano. Una hogaza de pan achatado y un jarro de cerveza
fueron puestos en una bandeja al lado del guiso.
Con los
calderos puestos a hervir sobre el fuego, Siwon se acercó a la mesa y se sentó
en el largo banco ante su comida . Esta vez Heechul se puso detrás de él y
observó los anchos hombros, los enormes brazos desnudos donde sobresalían
músculos poderosos.
Heechul
sacudió la cabeza para apartar la mirada, pues de pronto se sintió casi
hipnotizado. El solo mirar a este hombre agitaba en su interior algo que no
podía explicar y que le asustaba.
— ¿Habéis
comido?— preguntó Siwon por encima del hombro.
— Sí, hace
mucho — murmuró.
Heechul se
mordió el labio y él siguió comiendo. Le había servido la comida y el baño
estaba preparado, pero no quería abandonar esta habitación abrigada y tampoco
quería permanecer aquí y sentir el extraño efecto que esta noche tenía en él la
presencia de Siwon.
Dio vuelta
a la mesa y lo miró de frente.
— ¿Puedo
retirarme ahora..., Siwon? Avivaré el fuego en vuestra habitación antes de
acostarme.
Siwon lo
miró fijamente un largo momento antes de responder. Sus ojos pasaron de la cara
a al suave pecho de Heechul que se movía suavemente con la respiración debajo
de la basta tela de su blusa y después bajaron hasta la curva de las caderas,
acentuadas por el tosco cinturón que había ajustado en su cintura. La ropa era
tosca y primitiva, pero en nada disminuía la esbelta belleza del joven.
— ¿Y bien?
— preguntó ruborizado por la atrevida mirada de él. Siwon lo miró a los ojos y
sonrió de buen humor.
— Podéis
avivar el fuego de mi habitación, pero regresad después aquí.
— ¿Por
qué?
La sonrisa
de él se acentuó ante la su evidente confusión.
— No
debéis cuestionar mis órdenes, sino cumplirlas sin demora, Heechul.
Reprimió
la furiosa réplica que hubiera querido hacer y salió de la habitación. Pensó
que pronto sabría la razón. Encendió fuego en la habitación de Siwon y en la suya
y después volvió lentamente al área de cocinar. A propósito se había demorado y
cuando entró en el hall Siwon había terminado de comer y ya había echado agua
hirviente en la tina. Estaba de espaldas al fuego, quitándose la túnica. Él le
había traído una bata para que se cubriera después del baño y se la había
puesto sobre un hombro. Cuando Siwon lo vio, le sonrió y le arrojó su túnica.
— Mojadla
antes de que se estropee. Tendréis el resto dentro de un momento — dijo, y se
inclinó para desatar las corre as entrecruzadas que le ceñían los pantalones.
Heechul le
lanzó una mirada asesina que él no vio y metió la túnica en un cubo que él
había dejado con agua. Cuando Siwon empezó a quitarse los pantalones, Heechul
le volvió rápidamente la espalda y enrojeció intensamente. Había supuesto que
él querría intimidad para tomar su baño. ¿Cómo se atrevía a desnudarse en su
presencia cuando estaba completamente vestido? ¿Acaso no tenía vergüenza?
— Tomad —
dijo él a sus espaldas, pero Heechul no se volvió— ¿Qué os pasa?
Como
siguió sin moverse, él soltó una carcajada y le arrojó los pantalones a los
pies. Heechul oyó el ruido del agua cuando él se metió en la tina y sólo
entonces levantó los pantalones y los metió en el cubo del agua. Cuando por fin
se volvió con cautela para mirarlo, sus ojos fueron atraídos por el torso
bronceado, los músculos abultados y nervudos, los brazos poderosos que
seguramente, si hubiera sido necesario, habrían podido exprimir la vida de un
oso.
— ¿Queréis
acompañarme, Heechul?
Lo miró a
los ojos y vio que él había estado vigilándolo mientras lo contemplaba. Su
rostro enrojeció todavía más.
— ¡No! —
exclamó— ¡Me bañé esta mañana!
En verdad,
hasta había usado la misma tina, pero Siwon sólo estaba bromeando... tenía que
ser así.
— Si no
queréis acompañarme, ¿querríais entonces frotarme la espalda?
Heechul vio
el humor en los ojos de él y eso lo enfureció.
— ¡No, no
quiero!
— ¿Y si yo
os lo ordeno?
—
¡Entonces en vuestra espalda sentiréis mis uñas y no la esponja! — replicó— Yo os sirvo en la
forma normal. No me exijáis más, vikingo. ¡Si abusáis de lo que habéis ganado,
lo perderéis todo!
— Ahora
me amenazáis otra
vez — dijo Siwon con
fingida exasperación— ¡De modo que no es mucho lo que habéis cambiado,
al contrario de lo que quisisteis hacerme creer!
— Acepto
serviros en vuestra casa, pero no en esta
forma íntima —repuso Heechul en tono calmo, aunque sus ojos echaban
chispas— . ¿Puedo irme ahora?
El suspiró.
— Si,
marchaos. Vaciarán la tina por la mañana .
Heechul
salió y subió la escalera corriendo. Entró e n su pequeña habitación y la cerró
de un portazo. Inmediatamente lo lamentó, porque Siwon oiría el ruido y sin
duda se reiría por haberlo alterado tanto. ¿Por qué él insistía en seguir con
estas pequeñas batallas de voluntades? ¿Insistiría hasta que por fin hiciera
todo lo que le pidiese? ¡No, jamás llegaría ese día!
Heechul se
quitó la ropa y la dejó prolijamente doblada sobre la única silla de la
habitación. Había un cofre pequeño a los pies de la cama, pero estaba vacío y
no tenía nada que guardar en él. El camisón y la ropa que
le habían dado venían de la c asa depósito y eran ropas de esclavo. También le
habían dado un peine con mango de hueso y un par de zapatos de cuero blando que
eran demasiado grandes para sus pies delicados. Vaya posesiones, pensó con algo
de humor, y recordando cuánto había desapreciado la ropa que poseyó una vez.
El sueño
eludía a Heechul y él sabía por qué . No podía relajarse hasta saber que Siwon
estaba acostado. Trató de dejar que el crepitar del fuego lo adormeciera, pero
fue inútil. Tenía el cuerpo tenso, rígido corno una tabla. Esperó y esperó, por
lo que le parecieron horas, para oír que se abría y cerraba la puerta del
pasillo. ¿Por qué le era tan necesario, antes de poder dormirse, saber que Siwon
se había acostado?
Cuando se
abrió la puerta de su propia habitación, Heechul tuvo la respuesta. ¿Cómo sabía
que él iba a venir? ¿Fue la atrevida mirada que él le había dirigido antes lo
que le puso sobre aviso?
El
apareció en la puerta, vestido sólo con la corta bata de seda que le había
llevado. Heechul sacudió la cabeza. No permitiría que sucediese algo. Siwon
tenía la fuerza, pero él podía derrotarlo con astucia.
— ¿Qué
deseáis, Siwon? — preguntó con voz ronca.
— A vos —
fue todo lo que dijo él.
Heechul se
incorporó sobre un codo.
— ¿Supongo
que ésta es una de esas ocasiones que antes mencionasteis, cuando vuestro
cuerpo desea a un joven?
El gruñó,
disgustado por la pregunta.
—
Recordáis bien — dijo.
— ¿Por qué
no iba a recordarlo? Después de todo, no es Siwon, el hombre, quien me desea,
sino solamente su cuerpo — dijo en tono ligero— . ¿Me tomaréis aquí o preferís
que sea en vuestra cama?
El arrugó
el entrecejo, desconcertado por su complacencia. Heechul no sentía nada de la
calma que exhibía, aunque la vacilación de Siwon lo ayudó.
— Veo que
no podéis decidiros, Siwon. Bueno, esta cama es demasiado pequeña para recibir
vuestro cuerpo de modo que iré con vos.
Salió de
la cama con graciosos movimientos y caminó hacia la puerta con una sonrisa
sensual en los labios. Se detuvo cerca de él y le puso una mano en el pecho.
— ¿Habéis
cambiado de idea, Siwon? Decídmelo ahora, antes de que yo llegue más lejos.
El
desconcierto de él ante su docilidad lo hizo ponerse sombríamente ceñudo.
— Venid,
entonces — dijo y salió de la habitación antes que él. Heechul sentía que su
corazón le latía con fuerza, casi dolorosamente. Siwon se pondría furioso con él
por la treta que le jugaría, pero no sufriría las consecuencias de esa cólera a
menos que lo atrapara y estaba decidido a que eso no sucediera. Cuando llegó a la
escalera, se lanzó hacia abajo con frénetica velocidad y corrió hacia la puerta
trasera. Afuera, en la oscuridad de la noche, encontraría un lugar donde
ocultarse hasta que la ira y el deseo de Siwon se hubieran enfriado.
Pero Siwon
había cerrado la puerta con llave, cosa que no previno, y antes de que pudiera
correr el pesado pestillo él estuvo a sus espaldas. Heechul gritó cuando él lo
levantó en brazos y lo cargó sobre su hombro, dejándolo sin aliento, pero sólo
por un momento. Pateó y se retorció hasta que él casi lo dejó caer cuando subí
a la escalera. Una sonora palmada en sus nalgas no cesó con su resistencia;
sólo la aumentó.
En la
habitación principal, él cerró la puerta de un puntapié, cruzó la estancia y
arrojó su carga sobre la cama. Esperó y observó cómo se alejaba de él hacia los
pies de la cama, preparado a saltar si lo perseguía. Una mueca cínica asomó a
los labios de Siwon, pero no hizo ningún movimiento por sujetarlo.
— ¿De un
extremo al otro, eh? — comentó él con las manos en las caderas— . Y yo pensé
que aquí os sentirías cómodo entre los dos.
— Habláis
en acertijos — dijo Heechul lleno de recelos, aliviado al ver que él no estaba
furioso.
— ¿De
veras? Entonces explicadme vuestra actuación de hace unos pocos minutos. ¿Qué
fue todo eso?
— No sé de
qué estáis hablando — le dijo a la defensiva, con el mentón en alto.
El meneó
la cabeza y dejó caer sus manos a los costados.
— Hubiera
debido no esperar sinceridad de un joven. Hubiera debido percatarme de que
estabais jugando falsamente conmigo. Os mostrasteis demasiado complaciente y
eso me desconcertó, pero no esperaba tretas sucias de vos. Tampoco esperaba que
huyeseis de mí como un virgen asustado. ¿Qué juego estáis jugando, Heechul?
Explicadme las reglas.
— Yo no
juego a ningún juego. ¿De veras esperáis que os abriré pasivamente los brazos?
— Sí,
nuestro último encuentro me llevó a creer que lo haríais.
Le sonrió.
— ¡Patán
engreído! — estalló Heechul, recuperado su coraje— . ¿Habéis olvidado que la
última vez me mentisteis? Dijisteis que no os aprovecharíais de mí, pero eso
hicisteis. Y fue solamente mi curiosidad lo que permitió que lo hicierais.
El rió
burlón.
— De
modo que fue
curiosidad lo que os
llevó a enardecer
mi pasión.
— ¡Mentís!
— exclamó— . ¡Vos me despertasteis, vikingo, no yo vos!
— Pero no
tratasteis de escapar. Y por Thor, fuisteis vos quien no quiso dejar que me
marchase y que me pidió descaradamente que continuase. ¿Negáis eso?
Heechul se
encogió de hombros. Enseguida, sonrió traviesamente.
— Eso
no podéis entenderlo,
¿verdad? Para vos,
el acto estuvo completo. Pero
algo faltó para mí — como el entrecejo de él se acentuó, agregó rápidamente—
Aunque no fue vuestra culpa. Sucedió que a mí me llevó más tiempo resolver el misterio.
— ¿El
misterio?
— Sí.
Llegar al final como llegasteis vos. Comprobar qué es lo que hace el acto tan
deseable. ¿Os parece eso una prueba suficiente de sinceridad, vikingo?
— ¿Y lo
disfrutasteis?
— Sí, lo
admito.
El le miró
torvamente.
—
¿Entonces, por qué demonios ahora huisteis de mí?
— Que una
vez yo haya disfrutado, vikingo, no significa que quiera volver a hacerlo, como
hacéis siempre vosotros los hombres. Mi curiosidad quedó satisfecha y, por lo
tanto, no necesito una repetición del acto.
— ¡El
acto! — gruñó él, profundamente ofendido — Ha y
una palabra mejor para llamarlo.
— ¿Cuál? —
dijo en tono desdeñoso— . Seguramente, no será hacer el amor, porque no fue
amor lo que hicimos. No para mí, y especialmente para vos. Vos, el hombre, ni
siquiera participáis. Habéis admitido francamente que es sólo vuestro cuerpo lo
que desea aliviarse. Entonces no acudáis a mí en busca de ese alivio cuando
cualquier joven os serviría.
— Pero he acudido a vos —replicó
él, con una sonrisa decididamente perversa en los labios.
Los ojos
de Heechul se nublaron de furia.
— ¡Me
niego! ¡No quiero ser usado para satisfacer los deseos de vuestro cuerpo!
— De modo
que os rehusáis — dijo él con ligereza y con la sonrisa todavía en los labios—
. Eso no me impedirá tomaros.
Los ojos de Heechul brillaron de astucia.
— Es una
suerte, supongo, que vuestro cuerpo no sienta esos impulsos muy a menudo. Pero
decidme, vos, el hombre, ¿buscáis alguna vez conquistar un joven?
— ¿Por qué
iba a hacerlo?
— ¿Ni
siquiera a Zhoumi?
Heechul esperó
despertar su cólera con la pregunta y posiblemente hasta sufrir un castigo a
causa de esa cólera. Pero no esperó la ira glacial que crispó las facciones de
él y le hizo estremecerse.
— ¿Cómo
es que sabéis
de Zhoumi?— preguntó él
en un tono mortalmente calmo.
— ¿No
habéis aprendido que nunca se debe presentar batalla a un enemigo hasta conocer
todo lo posible de él? Yo me propuse conoceros a fondo.
— ¿Me
consideráis enemigo vuestro?
—
Ciertamente, no sois amigo ni aliado, de modo que sí, somos enemigos.
— No — repuso él con frialdad— . Somos amo y esclava. Hacemos la guerra con palabras, no con armas. Y ahora estoy cansado de las palabras.
—
¿Entonces dejaréis que me marche? — preguntó, esperanzado.
El
repentino salto de Siwon a través de la cama lo tomó por sorpresa y poseído por
el pánico se apartó de él. Pero no fue lo bastante rápido y él lo tomó de un
pie con firmeza mientras el resto de su cuerpo caía ruidosamente al suelo. El
impacto lo dejó sin aliento y le arrancó lágrimas de dolor. Heechul se maldijo
en silencio por dejar que brotaran las lágrimas. Un arma: lágrimas. Él no
quería valerse de esa arma.
— ¿Os
lastimasteis?
— ¿Eso qué
importa? — estalló.
— ¿Estáis lastimado? — insistió él con rudeza.
— ¡Lo
único que me lastima es vuestra mano en mi pie! — mintió y secó los ojos con las palmas de las manos— ¡Soltadme, maldito!
— No, Heechul
— dijo él con suavidad— . Aún no.
Sin
soltarle el tobillo, él le levantó el camisón con la otra y mano. Cuando lo
pateó con el otro pie, él rió y también se lo aferró. Después se lo retorció
hasta que tuvo que ponerse de espaldas. Quedó acurrucado a los pies de la cama,
sosteniéndole un tobillo con cada mano. Heechul lo miró con incredulidad cuando
él empezó a incorporarse lentamente y a separarle las piernas mientras se
levantaba.
— ¡Basta, Siwon!
¡Basta!
Pero él
continuó levantándolo del suelo, cada vez más arriba, hasta que lo tuvo
suspendido en el aire, sobre la cama. Heechul no sabía si usar sus manos para
afirmarse o para volver su camisón a su lugar, porque ahora la prenda caía
alrededor de su cabeza, dejando expuestas sus piernas desnudas. Pero antes de
que pudiera decidirse, él lo bajó suavemente sobre la cama hasta dejarla de
espalda. Sin embargo, siguió sujetándolo y le separó
lentamente las piernas.
Cuando él
cayó de rodillas, Heechul trató de apartarse, pero él se lo impidió. Después,
con un rápido movimiento, le puso las piernas sobre sus hombros y al mismo
tiempo se dejó caer, inmovilizándole las piernas con sus brazos a fin de que Heechul
no pudiera bajarlas. Ni siquiera tuvo que quitarse la bata corta porque la
prenda se había abierto durante la lucha y su miembro palpitante se apretó
contra él, buscando la húmeda caverna.
— ¡Sois
una bestia depravada! — exclamó Heechul.
— No.
Estoy decidido a teneros, Heechul. Eso es todo .
Heechul le
lanzó una mirada asesina.
— Hasta
ahora os habéis ganado mi cólera, pero si a hora me forzáis, Siwon, también os
habréis ganado mi odio. Y mi odio no es una cosa preciosa. Nunca tendréis paz
si lo hacéis.
La
respuesta de él fue penetrarlo profundamente, arrancándole lágrimas con su
brutal arremetida. Lo poseyó sin piedad rápidamente, mientras Heechul le
murmuraba su odio al oído. Cuando terminó, dejó caer una por ver sus piernas y
en seguida se hizo a un lado. Ni bien lo soltó, saltó de la cama como si el
lecho quemara y huyó corriendo de la habitación, dando un portazo al salir.
Poco después, se oyó el portazo de la otra habitación.
Siwon
golpeó la cama con un puño.
— ¡Que
Loki se lo lleve! — rugió. Lo que él había esperado que sería un encuentro
placentero se había convertido en una amarga victoria.
— ¿Yesung?
Empezó a retirarse de la habitación, pero lo detuvo una orden cortante de él.
— No — repuso él con frialdad— . Somos amo y esclava. Hacemos la guerra con palabras, no con armas. Y ahora estoy cansado de las palabras.
— ¿Estáis lastimado? — insistió él con rudeza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario