Siwon
salió de la floresta de pinos del este, pero detuvo su caballo en el borde
cuando vio el jinete que cruzaba el campo abierto de altas hierbas y con
gruesos parches de nieve. Pudo ver claramente al jinete porque el cielo
crepuscular tenía un suave color azul que daba luz suficiente sin los rayos del
sol.
Siwon se
irguió y admiró la gracia del caballo gris plateado que corría raudamente por
el campo, pero no reconoció al animal como uno de los suyos y de sus vecinos.
Sin embargo, recordó haber visto un caballo así en el establo de su padre.
El jinete
era pequeño. Seguramente no era su padre, ni Yunho. ¿Su madre, quizá? Siwon
sintió que su curiosidad aumentaba hasta que vio que el sombrero de pieles del
jinete caía volando al suelo dejando ver una melena renegrida. Entonces se
enfureció.
Heechul
había robado el caballo de su padre. No había respuesta posible: Heechul estaba
huyendo. Su primer impulso fue perseguirlo y demostrarle inmediatamente que
había fracasado. Pero los movimientos de su propio caballo le recordaron que su
semental estaba cansado y que no se encontraba en condiciones de lanzarse a la
carrera.
Antes que Siwon
pudiera tomar una decisión, Heechul a frenó su caballo y se volvió hacia el
sombrero caído, pero no se detuvo para levantarlo. En cambio, colgándose
audazmente de lacrines del animal, se inclinó e intentó levantar el sombrero,
sin conseguirlo.
Siwon se
puso rígido. ¡Hubiera podido quebrarse su tonto pescuezo si hubiese soltado las
crines del animal! Con renovada cólera, vio que se volvía y lo intentaba otra
vez. Ahora tuvo éxito, detuvo el caballo, lanzó el sombrero al aire y volvió a
lanzarlo, como una criatura que hubiese ganado un codiciado premio. Aun a la
gran distancia que los separaba, él oyó su risa, inconfundible y desinhibida,
como le había oído una sola vez.
Antes que Siwon
pudiera recobrarse de sus confusas emociones, Heechul lo sorprendió aún más
galopando en la dirección desde donde había venido, Siwon se relajó y su furia
disminuyó. Su preocupación fue olvidada. En su mente predominó el hecho de que
no estaba tratando de escapar, como él creyó al principio.
Ahora no
tendría que aplicarle el castigo destinado a un esclavo fugitivo. Eso lo dejó
complacido porque no deseaba tener que castigar a Heechul. Ahora ya no podía
verlo porque había descendido la ladera que llevaba hasta la casa. El sonido de
su risa seguía resonando en sus oídos, lo mismo que el día cuando lo vio que le
ofrecía a Coran llevarlo en la grupa hasta la casa. Todavía lo fastidiaba
pensar que había disfrutado de la compañía de un esclavo más que de la suya.
En muchos
sentidos, Heechul era todavía una criatura. Sus berrinches y sus actitudes
desafiantes eran pruebas de ello, lo mismo que las tontas cabriolas que acababa
de presenciar en el prado. Y seguía aferrándose tercamente al pasado, a sus
días de infancia cuando lo dejaban en libertad de vivir como el hijo varón de
lord Sooman, no como un jovencito. Boah le había contado muchas cosas acerca de
Heechul, cosas que contradecían la mayoría de las afirmaciones de Jaejoong. No
sabía a cuál de los dos creer. Se inclinaba a tomar por cierta la descripción
de Jaejoong porque confirmaba su propia opinión de las parejas en general. Pero
había visto la prueba de las palabras de la tía en el sentido de que Heechul
todavía no había madurado por completo.
¡Por los
dioses, estaba hechizado! No podía sacarse de la cabeza a ese pequeño zorro por
más que lo intentaba. Había esperado que su larga ausencia de la casa ayudaría,
pero aun cuando estaba rastreando a sus presas, Heechul y sus caprichos
ocupaban sus pensamientos. Era un pobre consuelo que Heechul hubiera desplazado
a Zhoumi, porque ahora sus pensamientos eran igualmente sombríos.
Siwon
espoleó su caballo en dirección a la casa. Regresaba con una variedad de pieles
que estarían curtidas y preparadas para la primavera, cuando él zarpara
nuevamente hacia los mercados comerciales del Oriente. Había sorprendido a dos
osos negros, a los que despertó de su sueño invernal y había derribado a uno.
Esta era
una excusa perfecta para llamar a su vecinos y ofrecer un festín para todos. A Heechul
eso no le gustaría, pero que Loki se lo llevara. La piel de oso sería vendida
en la primavera, y quizá también Heechul. Esta sería una forma de sacarse de la
cabeza al joven celta. ¿O no?
Heechul se
detuvo frente al fuego en el área de cocinar, con una abrigada manta sobre los
hombros, y se frotó las manos para desentumecerlas y calentarlas. Era dudoso
que se habituara jamás a un clima frío, pero la próxima vez que saliera al
exterior estaría mejor preparado.
Unos
suaves golpes llamaron su atención y lentamente se apartó del hogar para abrir
la puerta trasera. Se puso detrás de la puerta para protegerse de la súbita
ráfaga de viento helado y cerró rápidamente, si bien entraron Donghae, Leeteuk
y Rayna.
La anciana
chasqueó la lengua, se quitó la capa y la colgó junto a la puerta.
— ¿Por qué
atrancáis las entradas de esta casa? Al amo no le gustará.
— ¿No
habéis sabido del perro muerto que apareció en los escalones de la puerta? —
replicó Heechul con causticidad.
— Todos
hemos oído hablar de ese animal, pero eso no es razón para atrancar la puerta —
repuso Rayna, y se acercó al fogón para añadir leña al fuego— Sí, fue otra del
clan Wayjei , sin duda — continuó— . La guerra entre ellos y los Choi todavía
no ha vuelto a alcanzar el punto en que se producen derramamientos
de sangre. Se limitan a matarse mutuamente los animales.
— ¿Qué
guerra? — preguntó Heechul.
— Ahora no
hay tiempo para esas historias — interrumpió Donghae, quitándose su capa— El
amo Siwon ha regresado y ordenó que preparemos un festín.
El pulso
de Heechul se aceleró al saber que Siwon estaba nuevamente en casa, pero al
mismo tiempo el recuerdo del último festín lo hizo estremecer.
— ¿Dónde
está él?
— Fue a
reunir a los vecinos para traer el oso que cazó — respondió Leeteuk con
alegría, obviamente ansioso de tener otra vez una gran reunión de hombres— Jackie
nos envió aquí para poner las ollas a hervir y preparar el hall. Traerán
barriles de cerveza del depósito.
— ¿Y
cuánto durará el festín?
— No se
puede saber aún. Como es invierno, no hay otra cosa que hacer. Podría durar
semanas.
¿Cómo
actuaría Siwon después de estar ausente tres semanas? ¿Se alegraría de verlo?,
se preguntó Heechul. Se reprochó sus tontos pensamientos y empezó a limpiar con
energía el hall. Debía recordar que había jurado odiar a Siwon.
No podía
concederle nada, ni siquiera una sonrisa de bienvenida. De modo que cuando Siwon
entró en el hall, Heechul se había puesto de mal humor. Sin embargo, al verlo
de pie donde terminaba el tabique que separaba el área de cocinar del frío
hall, sintió que su corazón latía, más a prisa y que su cólera quedaba por el
momento olvidada. El estaba tomado del brazo de Hyukjae y reía de algún
comentario que había hecho el otro. Entonces lo vio y sus ojos lo tocaron como
una tierna caricia.
Heechul se
perdió en esos ojos aun brillantes de hilaridad, pero no por mucho tiempo. Una
perversa vocecilla interior lo hizo volver a la realidad y
arrepentido apartó la vista.
Pocos
segundos después sintió la presencia de Siwon a sus espaldas. El lo tomó de un
codo y sin decir palabra la condujo fuera del hall. Pasaron junto a Hyukjae,
quien sonrió, pero nada dijo, y vieron que Gorn y otros dos entraban en ese
momento por la puerta trasera. Siwon los ignoró y lo llevó arrastrándolo casi
escaleras arriba.
Cuando
llegaron arriba, se apartó de él.
— ¿Adónde
me lleváis, vikingo? — preguntó en un ronco susurro.
— A la
cama — replicó él, y lo alcanzó con un rápido movimiento antes de que pudiera
escapársele.
— ¡Pero
tenéis huéspedes abajo! — protestó. Siwon rió abiertamente, un sonido que Heechul
había oído raras veces.
— Ellos
pueden esperar, yo no — dijo.
Mientras lo
llevaba en brazos a su habitación, Heechul se sintió abrumado por el deseo que
inundó sus sentidos. Cerró con fuerza los ojos y luchó contra el impulso de
sucumbir a las insinuaciones de Siwon.
— ¡Dejadme
en el suelo!
— Como
gustéis.
Lo dejó
caer sobre la cama y enseguida lo siguió y le sujetó los muslos con sus
rodillas. Heechul se incorporó con todas sus fuerzas y lo empujó con ambos
brazos, pero no consiguió ni siquiera hacerlo tambalear.
— ¿Puede
ser que no me hayáis echado de menos ? — dijo él en tono burlón mientras se
quitaba el cinturón y lo arrojaba a un lado.
Heechul se
apoyó en los codos y lo miró con altanería.
— ¿Por qué
debo echaros de menos? No sois el único hombre de por aquí, vikingo.
La
frialdad que asomó instantáneamente a los ojos de Siwon lo sorprendió.
— No
retozaréis con ningún hombre que no sea yo.
Ahora la
cólera se inflamó dentro de Heechul y sus ojos se ensombrecieron.
— ¿Y qué
hay de vuestros amigos? ¡Me dijeron que vos permitís que se acuesten con
cualquiera de vuestros esclavos!
El sonrió.
— ¿Por fin
habéis aceptado que sois mío, Heechul?
— ¡No,
pero vuestros odiosos amigos creen que lo soy! — replicó con furia.
— Bueno,
por ese lado no debéis temer. Ellos no os molestarán.
—
¿Entonces les diréis que me dejen tranquilo? — preguntó sorprendido.
— Sí.
— ¿Por qué
haréis eso? — preguntó, con escepticismo— . Ciertamente, no lo haréis por mí.
— Es
suficiente que todavía no haya decidido compartiros — admitió él en tono
despreocupado.
Los ojos
de Heechul se ensombrecieron aún más.
—
¡Todavía... todavía! ¡Sois despreciable! Cuando os canséis de mí me arrojaréis
a los lobos, ¿verdad? Bien, dejad que os diga una cosa. Me habéis advertido que
no retoce con hombres. Ahora yo os advierto lo siguiente: si encuentro un
hombre de mi agrado lo tendré, sea esclavo o libre. ¡Vos no me detendréis!
— Os haré
azotar — dijo él con frialdad.
—
¡Entonces hacedlo ahora, maldito vikingo! — exclamó Heechul—. ¡No me dejaré
amenazar!
— Eso os
gustaría ¿verdad? — él lo tomó de las muñecas y obligó a extender los brazos
sobre la cama, al tiempo que se inclinaba sobre su cuerpo— . Tenéis formas muy
astutas de distraerme par a hacerme olvidar mis propósitos.
— ¡No fue
ésa mi intención! — gritó Heechul, lleno de frustración,
y retorciéndose debajo de él.
— Estaos
quieto, entonces.
Heechul
sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas cuando él le soltó una mano para
bajarle y bajarse los pantalones. Se sintió como una ramera. Se sintió sucio,
pero él no podía entenderlo.
— ¡Os
odio, Siwon! — siseó, tratando con desesperación de contener las lágrimas de
debilidad.
El nada dijo,
le separó las rodillas y metió la mano entre ellas. Pero cuando por fin volvió
a mirarlo a la cara y vio las lágrimas quedó inmóvil.
— ¿Por qué
lloráis?— preguntó en una voz sorprendentemente suave— ¿Os hago daño?
— No. Soy
capaz de soportar todo el dolor que podáis infligirme.
— ¿Por qué
lloráis, entonces?
— ¡Yo
nunca lloro! — exclamó.
— ¿Negáis las lágrimas que caen de vuestros ojos, Heechul?— meneó la cabeza— ¿Es porque trato de haceros otra vez el amor?
— Vos no
hacéis el amor, vikingo. Os imponéis por la fuerza a una víctima involuntaria.
— ¿No
queréis dejar que os haga el amor?
— No...,
no quiero.
El se
inclinó y besó las lágrimas que caían por sus mejillas.
— ¿Por qué
lo mencionáis, entonces? — preguntó con
suavidad.
— Vos no
comprenderíais.
— Ah, pero
comprendo — dijo él. Le tomó la cara entre sus manos y lo besó tiernamente— .
Preferís que os haga el amor con gentileza a que os obligue — le besó en el
cuello— Pero más que eso, preferiríais que no os toque — volvió a besarlo en
los labios, esta vez con pasión, y le rodeó el cuello con los brazos sin que lo
notase— . ¿No es así, Heechul?
Heechul se sintió
como una marioneta
en sus manos y respondió mecánicamente:
— Sí, es
así.
— Iros,
entonces.
Heechul
abrió muy grandes los ojos, roto ahora el hechizo sensual.
— ¿Qué?
El rodó a
un costado y se abrochó los pantalones.
— Podéis
marcharos. ¿No es eso lo que queréis?
— Pero no
comprendo — replicó evidentemente sorprendida, y salió enseguida de la cama— .
¿Ya no me deseáis más?
El rió.
— Me decís
que me odiáis, que no deseáis mis atenciones, y cuando accedo a vuestros
deseos, discutís conmigo. Decidíos, Heechul. ¿Habéis cambiado de forma de
sentir?
— ¡Oh! —
exclamó, y salió furioso de la habitación. Heechul bajó la escalera corriendo y
encontró a Donghae que se dirigí a al hall con las manos llenas de jarros
vacíos. Al oír que Siwon salía de la habitación, detuvo a Donghae.
— Yo
llevaré estos jarros — se ofreció. Rápidamente tomó los jarros antes que Donghae
pudiera negarse.
Cuando
entró en el hall, gimió interiormente al ver para quiénes eran los jarros. Kangta
y Yunho habían llegado, junto con Yang y otros dos hombres. Heechul apretó los
dientes y se acercó a la larga mesa donde estaban reunidos los hombres.
Cuando
pasó junto a Hyukjae él le hizo un guiño que le hizo sonreír pese a sí mismo.
Entregó los jarros a los dos hombres que no conocía. Ellos los hundieron en el
enorme caldero lleno de espumoso hidromiel que estaba sobre la mesa. Después
dejó uno delante de Yang, quien afortunadamente estaba absorto en una discusión
con Gun y no notó su presencia. Cuando
por fin llegó
junto a Kangta y Yunho, su expresión estaba
llena de odio.
Dejó los jarros
ante ellos y en ese momento su expresión cambió
rápidamente por una sonrisa apretada cuando encontró la mirada de Siwon, que
estaba sentándose a la mesa.
En el
instante siguiente, Heechul ahogó una exclamación cuando Yunho lo tomó de la
cintura y le hizo sentarse sobre su regazo.
— De
modo que, después
de todo, habéis
domado al zorrito, hermano — dijo Yunho dirigiéndose a Siwon y
riendo por lo bajo— .Yo no lo hubiera
creído posible.
— ¿Acaso
no dije que lo haría? — replicó Siwon. Heechul se obligó a quedarse quieto. Si
hubiera sido otro quien lo sujetaba y no Yunho, habría pensado en coquetear con
él.
Pero no con Yunho, a quien despreciaba.
— Ya hace
tres meses que lo tenéis y raras veces estáis en casa para hacer uso de él.
¿Por qué no me lo vendéis? — ofreció Yunho— . Os daré tres de mis mejores
caballos... cuatro, si insistís.
Heechul
observó atentamente a Siwon, esperando su respuesta. El tenía el entrecejo
fruncido, como si estuviera pensando. Cuando no respondió inmediatamente, Heechul
sintió que el pánico crecía en su interior. No había pensado que él pudiera
venderlo. Comprendió, con pavor, que él era realmente su dueño. Tenía el
derecho a venderlo y nada podría decir.
Heechul
estaba a punto de revelar su secreto, de dejar que todos supieran que había
entendido las palabras de Yunho y rogarle a Siwon que se negase. Pero la voz
impaciente de Yunho lo detuvo.
— ¿Y bien?
¿Qué decís, hermano?
—
Hubierais podido tener al jovencito por nada, pero en cambio elegisteis al
hermano — le recordó Siwon.
— En
realidad, no pensé que fuera posible domesticarlo. Yo quería un joven de
carácter, pero éste casi me arranca la lengua con los dientes cuando lo probé.
Sin embargo, parece que vos lo habéis domado.
— ¿De modo
que habéis cambiado de parecer? Creo que os gustaría iniciar un harén como
tienen esos califas de Oriente. Sois afortunado al tener un esposo tímido a
quien no le importan vuestros retozos, Yunho.
Alrededor
de la mesa sonaron las risotadas de todos los que estaban escuchando y hasta Kangta
se les unió. Todos excepto Yunho rieron y Heechul se estremeció cuando él le
apretó la cintura con más fuerza.
— No
habéis respondido, Siwon — dijo Yunho con voz fría.
— ¿Por qué
queréis al joven? — preguntó Siwon con seriedad— . No es tan complaciente ni
agradable como creéis. Su lengua es tan filosa como la hoja de vuestra espada,
pero, por supuesto, vos no le entenderíais. Es obstinado, desafiante, terco y
decididamente de mal carácter. Su única virtud es la belleza.
— Por la
razón que acabáis de dar es que lo deseo. Admiro su carácter.
— Lo
dejaríais baldado, Yunho, porque no tendríais paciencia con su terquedad — dijo
Siwon en tono cortante, pero enseguida suavizó su tono y añadió— : sin embargo,
no importa, todavía no tengo deseos de venderlo.
— Entonces, disfrutaré ahora del zorrito —
dijo Yunho, y se levantó de la mesa, sin soltar la delgada cintura de Heechul
que sujetaba con su enorme brazo.
Siwon
también se puso de pie con una expresión sombría y amenazadora en el rostro.
— No,
hermano, no quiero venderlo ni compartirlo.
Yunho
vaciló un momento. Después rió nerviosamente, soltó a Heechul y volvió a
sentarse. Heechul quedó inmóvil y sintió la tensión en la habitación como un
peso alrededor de su cuello.
Kangta
había guardado silencio mientras sus hijos discutían, pero ahora se aclaró la
garganta y se dirigió a Yunho en tono severo.
—
Contentaos con el joven de pelo llameante que tenéis en casa y olvidaros de éste.
Él pertenece a Siwon por mi palabra y si él decide venderlo
alguna vez, me lo venderá a mí porque yo puedo ofrecerle más de lo que vos
estaríais dispuesto a pagar.
Los dos
hijos miraron al padre con incredulidad.
— Habéis
dicho que no confiabais en él para tenerlo en vuestra casa por temor a que
tratara de mataros — le recordó Siwon a su padre— . ¿Por qué querríais volver a
comprarlo?
— Os lo di
a vos en la esperanza de que querríais conservarlo, pero si no lo queréis,
entonces prefiero verlo libre antes que en posesión de algún otro.
—
¿Pagaríais la fortuna que yo exigiría sólo para dejarlo en libertad? — preguntó
Siwon.
— Sí.
— ¡Esto es
inaudito, padre! — protestó Yunho.
— No
obstante, lo haría.
Heechul
miró atónito a Kangta . Nuevamente debió agradecerle, ¡Maldito vikingo! ¿Cómo
podría matarlo, ahora que sabía esto?
— ¡Id a
ocuparos de la comida, joven! — ordenó Siwon en un tono irrazonablemente
cortante.
Heechul se
volvió y vio que él le miraba ceñudo, de lo que dedujo que no estaba satisfecho
con las palabras de su padre.
— No es
necesario que gritéis, vikingo. No soy sordo — amonestó con altanería y se
volvió para retirarse. Se detuvo al pasar junto a Hyukjae y se inclinó para
susurrarle al oído—. Pare ce que tendréis que esperar para siempre para
encontrarlo de buen humor. Pobre Donghae.
— Pobre de
mí — respondió él también en un susurro y con una expresión llena de
preocupación. Después sonrió—. Las cosas serían más fáciles si vos le
sonrierais.
Heechul se
irguió y rió en voz alta.
— Es
una vergüenza que
me hayáis sugerido
semejante cosa, Hyukjae.
Enseguida
se dirigió al área de cocinar, sin advertir que Siwon lo seguía con
sus ojos que
ahora tenían el
color oscuro de las aguas turbulentas de lo más
profundo del mar.
— ¿Negáis las lágrimas que caen de vuestros ojos, Heechul?— meneó la cabeza— ¿Es porque trato de haceros otra vez el amor?
Pero no con Yunho, a quien despreciaba.
No entiendo al padre de Siwon y Heechul me desespera veremos que pasa gracias por el cap bye.
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