Bulgar,
sobre el recodo oriental del río Volga, con un gran puerto de reembarque donde
se encontraban Oriente y Occidente. Aquí, los largos navíos vikingos
comerciaban con caravanas de las estepas de Asia Central y mercaderes árabes de
las provincias orientales. De Bulgar partía hacia el este la legendaria Ruta de
la Seda que llegaba a China.
Una variada
humanidad se congregaba en Bulgar, desde ladrones y asesinos hasta mercaderes y
reyes. Al comenzar el verano, Siwon Choi: atracó aquí su espléndido navío y se
abocó a la tarea de incrementar la fortuna que había acumulado en su viaje.
Portentoso negocio el comercio.
Después de
pasar inesperadamente el invierno con una tribu de eslavos nómadas, Siwon no
tenía deseos de demorarse. Estaba ansioso por emprender el regreso. Todavía
tenía que hacer un aparada a deshacerse de veinte esclavos que le había dado
Aleksander Stasov y poder, así, hacer el viaje de retorno a mayor velocidad. Su
primer viaje a Oriente había estado lleno de sorpresas, pero había sido muy
satisfactorio.
A mitad de
camino a su destino final encontraron un barco que estaba siendo atacado por un
grupo de eslavos que vivían a lo largo de la orilla del río. Los gritos desgarraban
el aire sereno. Siwon ordenó tomar los remos y alcanzaron al barco antes que el
sanguinario ataque terminara. El y sus hombres abordaron el navío más pequeño y
sin velas y mataron a los atacantes que no huyeron con suficiente rapidez al
divisar su gran navío vikingo.
Sólo un
jovencito con su pequeño hijo quedaban con vida y eso porque se habían ocultado
dentro de un gran barril. Uno de los hombres de Siwon y veterano viajero,
hablaba la lengua eslava del joven. Descubrió que era hijo del poderoso jefe de
una tribu eslava. Su esposo había sido muerto y él Iloró junto a su cuerpo
mutilado mientras relataba la masacre.
Los
atacantes eran miembros de una tribu enemiga que había venido a matarlo a él y
a su criatura en venganza par ciertas acciones de su padre. Este ataque no
había sido el primero.
Siwon mantuvo
inmediatamente un consejo con sus hombres a fin de decidir qué harían con el
joven. Se impuso la sensata opinión de Hyukjae, el amigo mas
íntimo de Siwon y tan allegado a él como un hermano de sangre. Puesto que ya se
habían hecho enemigos entre los que huyeron, no necesitaban hacerse de más
devolviendo al joven a su tribu a cambio de un rescate. Viajarían por esta ruta
en el futuro y podría resultar ventajoso tener amigos en la región . Así fue
que devolvieron al jovencito y el niño al padre del joven sin pedir recompensa.
Se celebraron festines en honor a ellos, uno tras otro, y los días se
convirtieron en semanas. Llegaron las lluvias y tuvieron otra excusa para
quedarse, porque Aleksandr Stasov era un anfitrión excelente y a ellos nada les
faltaba. Finalmente se hizo demasiado tarde para hacer la última parada y
volver a sus tierras antes del frío, de modo que se quedaron para pasar el
invierno.
Al llegar
la primavera, el agradecido jefe los despidió con veinte esclavos y una bolsa
de plata para cada tripulante en total, el tiempo que perdieron valió la pena.
Y así,
jóvenes en su primer viaje a Oriente, se demoraron y gozaron de lo novedoso y
desusado. Siwon compró muchos presentes para su familia. Algunos los
distribuiría a su regreso; otros los guardaría para ocasiones y ceremonias
especiales. Hizo hacer para su madre collares y brazaletes con piedras
preciosas que compró baratas a los árabes y también adquirió seda china. Para
su padre encontró una espada espléndida como la suya, con su preciada hoja de
Renmm y Ia empuñadura ricamente cincelada e incrustada con oro y plana. Para su
hermano Yunho compró un casco de oro, símbolo de liderazgo.
Compró regalos
para sus
amigos y chucherías
para Jooahn, la mujer que dirigía su
casa y mandaba a sus esclavos durante su ausencia. Para sí mismo fue
extravagante sedas y bracitos bizantinos para hacer ropas y tapices de Oriente
para su casa y un barril de utensilios de hierro que haría las delicias de sus
esclavos.
Este día
de mediados de verano, con un cielo sin nubes y casi blanco en su intensidad, Siwon
entró en la casa del orfebre, acompañado de su amigo Hyukjae.
El
hombrecito levantó la vista de su banco de trabajo y fijó sus ojos entornados
en los dos recién llegados. Ambos eran de gran estatura, con pechos amplios, y
en sus brazos desnudos se retorcían los músculos como gruesas cuerdas. Tenían
cuerpos sólidos y fuertes sin una onza de carne en exceso. Uno tenía pelo
rojizo; el otro era rubio e iba afeitado. El rubio tenía ojos fríos y
escépticos para alguien tan joven. El otro tenía ojos sonrientes.
Estaba
esperando al vikingo rubio porque éste le había pedido que le hiciera un bello
medallón de plata con la imagen de un hermoso joven grabado en el reverso. Le
había dado un dibujo de esta muchacha y el orfebre estaba orgulloso de su obra.
En el anverso había un airoso navío vikingo de nueve remos, y sobre el barco un
martillo con alas entrecruzadas y un espadón. En el reverso estaba la imagen de
la joven, cincelada con fino detalle, fiel reproducción del dibujo. ¿Un novio,
quizá? ¿O una esposo?
— ¿Está
terminado'? — preguntó Siwon.
El hombre sonrió
y, abriendo un saquito forrado de piel, sacó el medallón con su larga cadena de
plata.
— Esté
terminado.
Siwon
arrojó una libra de plata sobre la mesa, tomó el medallón y pasó la cadena por
su cabeza sin siquiera mirarlo. Pero Hyukjae, picada su curiosidad levantó el
grueso disco del pecho de Siwon y lo examinó con atención.
Admiró los
símbolos de poder, de riqueza y de fuerza, pero cuando volvió el medallón sus
cejas se unieron en un ceño de desaprobación.
— ¿Por
qué? — Siwon se encogió de hombros y se di rigió a la puerta, pero Hyukjae lo
siguió y lo hizo detenerse. — ¿Por qué torturaros así? — preguntó Hyukjae—. El
no es digna de vos.
Siwon alzó
las cejas sorprendido.
— ¿Y vos
lo decís?
Hyukjae
hizo una mueca.
— Sí, yo
lo digo. Es mi hermano, pero no puedo perdonarle lo que hizo.
— Bueno,
no os inquietéis, amigo mío. Lo que sentí a por Zhoumi ha muerto... hace mucho.
—
¿Entonces, por qué esto? — preguntó
Hyukjae señal ando
el medallón.
—Un
recordatorio — respondió Siwon con voz dura— . Un recordatorio de que en ninguna
pareja se puede confiar.
— Me temo
que mi hermano os ha dejado su marca, Siwon. No sois el mismo desde que él se
casó con ese gordo mercader.
Una sombra
pasó por los ojos del hombre más joven, pero sus labios se curvaron en una
cínica sonrisa.
—
Simplemente, ahora soy más sabio. Nunca más caeré en las redes de los encantos
de una pareja. Una vez abrí mi corazón y no lo volveré a hacer. Ahora ya los
conozco, sé cómo son.
— No todas
son iguales, Siwon. Vuestra madre es diferente. Nunca he conocido una pareja
más buena o más generosa.
Las
facciones de Siwon se suavizaron.
— Mi madre
es la única excepción. Pero vamos, basta de esto. Hoy, en nuestra última noche,
me propongo beberme un hand de cerveza y vos, amigo mío, tendréis que llevarme
al barco cuando haya terminado.
Sentado en
medio de su gran cama, Heechul pulía su espada con el cuidado que se dedica a
una posesión muy apreciada. Ciertamente, apreciaba mucho su espada. Finamente
forjada y templada, a medida para él, el arma era liviana, pero tenía el filo
de una navaja. Era un presente que le dio su padre el día que cumplió diez
años. Su nombre estaba grabado en la empuñadura de plata, rodeado de rubíes y
brillantes zafiros del tamaño de guisantes grandes.
Heechul
valoraba esta espada más que a todas sus otras posesiones, si no por otra
razón, porque era un símbolo del orgullo que sentía su padre por sus hazañas.
Ahora la
apoyó contra su frente, perdida en sombrío s pensamientos ¿Su cuerpo lo
convertiría en prisionero en la tierra de su esposo? ¿Podría volver a empuñar
esta espada para pelear como cualquier hombre por lo que era suyo? ¿O tendría
que actuar en todo como un joven esposo, sin volver a usar jamás sus
habilidades?
¡Malditos
los varones y sus costumbres establecidas! El no sería tratado así. ¡Sometido y
gobernado, jamás! No se mostraría complaciente. ¡El era Kim Heechul no un
doncell gimiente y cobarde!
Resoplando
de indignación, Heechul no oyó que su tía entraba en la habitación y cerraba
silenciosamente la puerta. Boah miró a su sobrino con ojos cansados y tristes.
Boah había
cuidado a su esposo durante meses de sufrimientos, perdiendo cada día más sus
fuerzas. Cuando él murió, también murió una parte de ella, porque lo amaba
profundamente. Ahora había estado haciendo lo mismo por su hermano Sooman.
¡Señor del Cielo, no más muertes, por favor!
Heechul se
sobresaltó cuando percibió por el rabillo del ojo la figura encorvada de su
tía. Se volvió y apenas reconoció a Boah. La mujer tenía el
pelo en desorden y el vestido manchado, pero era su cara lo que resulta mas
turbadora por lo diferente: blanca como la harina, los labios tensos, círculos
oscuros alrededor de los ojos enrojecidos.
Heechul se
levantó de la cama y condujo a su tía hasta el largo canapé dorado junto a la
ventana.
— Boah,
habéis estado llorando y eso no es propio de vos — Miro con preocupación — .
¿Qué sucede?
— Oh, Heechul, muchachito. Vuestra vida está
cambiando tanto. No es justo que todo suceda a la vez— Heechul sonrió
débilmente.
— ¿Habéis
estado llorando por mí tía? No es necesario
— No,
querido, no por vos, aunque lo haré seguramente. Es vuestro padre, Heechul. Sooman
ha muerto.
Heechul
retrocedió. De repente se puso mortalmente pálido.
— ¿Cómo
podéis bromear con una cosa así? — dijo en tono
de acusación— ¡Eso no puede ser!
— Heechul—
suspiró Boah, y estiró una mano para acariciar a su sobrino en una mejilla
— Yo no os
mentiría. Sooman murió hace una hora.
Heechul
meneó lentamente la cabeza, negando las palabras.
— No
estaba tan enfermo. ¡El no puede morir!
— Sooman
tenía la misma enfermedad que mi marido, pero por lo menos no sufrió tanto.
Los ojos
de Heechul estaban del tamaño de platillos y llenos de horror.
— ¿Vos
sabíais que él iba a morir?
— Sí, lo sabía.
— En
nombre de Dios, ¿por qué no me lo dijisteis? ¿Por qué me dejasteis creer que se
pondría bien?
— Fue su
deseo, Heechul. El me prohibió decírselo a nadie, especialmente a vos. Sooman
nunca pudo soportarlas lágrimas y bastante tuvo con las mías.
Ahora las
lágrimas brotaron de los ojos
de Heechul. Eran algo totalmente
desconocido para él porque nunca las había vertido antes.
—Pero yo
hubiera debido cuidado en vez de seguir mis actividades como si nada malo
sucediera.
— El no
quería que sufrieras mucho, Heechul. Y hubierais sufrido si lo hubieseis sabido.
De esta forma, sufriréis un tiempo y después lo olvidaréis. Vuestro inminente matrimonio
os ayudará.
— ¡No!
¡Ahora no habrá boda!
— La
palabra de vuestro padre ha sido entregada, Heechul — dijo Boah con un asomo de
impaciencia — . Debéis honrarla aunque él haya muerto.
Heechul no
pudo seguir conteniendo los sollozos que le desganaban el corazón.
— ¿Por qué
tuvo que morir, tía? ¿Por qué?
Lord Kim Sooman
fue sepultado en una mañana despejada y azul. Los pájaros acababan de empezar a
saludar el día y la fragancia de las flores silvestres flotaba en el fresco
aire matinal.
Heechul,
ahora con los ojos secos, vestía de negro de pies a cabeza. Llevaba una túnica
y pantalones ceñidos con tiras de cuero y encima una flotante capa orlada con
cordones de pinta. Los únicos colores llamativos eran el blanco de su cara y la
plata reluciente de su espada.
Su tía
había expresado desaprobación por este atuendo, pero Heechul se mantuvo
inflexible. Su padre lo había tratado y criado como a un hijo varón y él vestiría
como ese hijo para la despedida final.
La gente
de la aldea estaba presente y muchos lloraban en alta voz. Boah estaba a la
derecha de Heechul con un brazo sobre los hombros del muchacho. Jaejoong y Yoochun
estaban a la izquierda. Yoochun pronunció palabras de alabanza y de glorias
pasadas, pero Heechul no las escuchó.
Heechul se
encontraba perdido sin él, y un terrible sentimiento de vacío lo envolvía. Pero
se mantuvo orgulloso para que lo vieran sus gentes. Sólo sus ojos, mortecinos,
faltos de brillo , delataban su dolor.
En eI
momento que Yoochun terminó de hablar se hizo un silencio solemne. Y entonces,
con gran sorpresa de los presentes, un jinete surgió al galope de entre los
árboles y se apeó junto a las gentes reunidas. Saltó de su caballo y se dirigió
enseguida hacia donde estaba Heechul.
— Vuestro
prometido ha llegado — dijo muchachito, sin aliento — . Yo regresaba de
Anglesey y en el camino pasé al grupo.
— ¿Cómo
sabéis que es mi prometido? — preguntó Heechul con aprensión. No estaba
preparado para esta noticia con su padre recién sepultado.
— ¿Quiénes
otros podrían ser, si no? — replicó el hombre — . Es un grupo numeroso de
hombres enormes y rubios. Son vikingos, sin duda.
Voces
alarmadas brotaron de la multitud, pero Heechul sólo pudo pensar en su propia
situación.
— ¡Dios de
los Cielos! ¿Por qué ahora? — gritó.
A esto el muchachito
nada pudo responder. Boah lo atrajo hacia sí.
— Por qué,
no importa, querido. Está hecho. — Entonces se dirigió al mensajero:— ¿A qué
distancia están ellos?
— Al otro
lado de aquellos árboles. — El hombre señaló al noroeste — Una milla,
aproximadamente.
— Muy bien
— repuso Boah — . Debemos recibirlos en la mansión. Vosotros, aldeanos,
regresad a vuestra aldea. Nada debéis temer de estos vikingos Vienen en son de
paz.
De regreso
en la mansión, Heechul empezó a pasearse nerviosamente en la gran cámara de
recepción. Fergus aguardaba con ansiedad junto al resto de
la familia. El era responsable de que los vikingos estuvieran aquí y deseaba
recibirlos bien. Había pasado una larga temporada en una tierra hostil hasta
encontrar al clan Choi. El jefe del clan en persona había recibido a Fergus y
concertado el pacto en nombre de su hijo, dando solemnemente su palabra de que
todo sería según lo convenido. Con la muerte de lord Sooman, el joven novio valía
una fortuna, pues las tierras y la mansión ahora le pertenecían y, por lo
tanto, a su marido. Sin duda, los vikingos quedarían contentos.
— Heechul,
querido, sería más apropiado que os pusierais un traje mas elegante, menos
tosco — sugirió Boah.
— No.
— Heechul,
no podéis recibir a vuestro futuro esposo así. ¿Qué pensará él?
— ¡He
dicho no! — dijo Heechul y siguió su nervioso caminar. Jaejoong miraba
complacido a su hermanastro. Se divertía porque adivinaba que Heechul estaba
inquieto. Suponía que el joven debía de estar preguntándose con preocupación si
su prometido querría casarse antes de zarpar. La boda podía ser esta misma
noche, o al día siguiente. Y después vendría la noche de bodas, y el terror. Jaejoong
casi rió abiertamente. Habría dolor esa primera noche y Heechul creería que
sería así siempre, gracias a él.
Qué dulce
venganza. Si por lo menos pudiera estar allí para mirar. Heechul estaba
pensando exactamente eso. No estaba preparado para el matrimonio y no lo
estaría nunca. No le habían enseñado a sufrir dolor sin vengarse. ¡Pelear!
Santo Dios, ¿y si mataba a su marido por reclamar sus derechos? Sería su propia
sentencia de muerte.
Estos
pensamientos desbocados se sucedían en su mente cuando la primera piedra golpeó
contra la puerta de la mansión. Exclamaciones de sorpresa salieron de todas las
gargantas. Miradas inquisitivas se encontraron con miradas confundidas, pero
cuando del patio llegó un grito ahogado, seguido de otra piedra contra la
puerta, Heechul salió a la ventana para observar la escena
con ojos incrédulos.
— ¡Santo
Dios, están atacando!
Un
sirviente yacía decapitado en el sendero que iba a los establos y el patio estaba
lleno de vikingos que blandían hachas y espadas. Dos hombres manejaban una
pequeña catapulta de tosca construcción. Una tercera piedra golpeó la puerta.
Desde el pie de la colina se elevaban oscuras espirales de humo: la aldea ardía
Heechul se
volvió hacia el grupo que estaba a sus espaldas. Janghoon se encontraba entre
ellos y le miró con expresión acusadora
— ¿Es así
como vuestra gente viene por un novio? — Janghoon no encontró una respuesta
apropiada, pero Fergus habló con vacilación.
— Estos vikingos no pueden ser los que yo
busqué
— Mirad,
entonces y ved si los
conocéis! —ordenó Heechul con brusquedad.
— Heechul,
calmaos — dijo Boah, aunque su voz revelaba su ansiedad
Fergus fue
hasta la ventana y le llevó nada más que un segundo reconocer al alto jefe del
clan Choi. Kangta el Ansioso estaba al frente de sus hombres, gritando órdenes.
— ¡Esto no
es posible! — gritó Fergus, enfrentando
al pequeño y aterrorizado grupo del salón—. ¡EI dio su palabra!
Otro
pedrusco contra la puerta impulsó a Heechul a la acción.
—Janghoon, ¿estáis
con nosotros o con vuestros
traidores parientes? Debo saberlo antes de volveros la espalda.
El pareció
profundamente ofendido.
—Con vos,
milord. No quiero
parentesco alguno con estos escandinavos que no hacen honor a
su palabra.
— Así sea —
replicó Heechul — . Esos tontos nos han dado
tiempo de preparSeunghyuns apedreando una puerta que no esté atrancada. Yoochun,
id a atrancada antes que hagan más daño.
Yoochun se
apartó de ella con los ojos llenas de horror.
— ¡Heechul. son treinta o más contra nosotros
tres!
—Cuatro,
maldito seas! — replicó él — . ¿Creéis
que yo me quedaré quieta mirando?
—Heechul,
sed razonable, ¡No tenemos posibilidad alguna!
— ¿Sugerís
que nos rindamos? Tonto, ¿os habéis olvidado de las islas de Gyeongsang? Los
que no pelearon, lo mismo que los que lo hicieron, encontraron todos el hacha
ensangrentada. ¡Ahora, atrancad la puerta! Fergus, reunid a los sirvientes y
armadlos. Janghoon, asegurad los fondos de lacia y reuníos conmigo en el hall.
Estaremos esperando a los malditos bastardos cuando la puerta finalmente ceda.
Todos
partieron a seguir sus instrucciones sin hacer más preguntas. Jaejoong seguía
acurrucado en un rincón, llorando histéricamente. Boah también estaba próxima a
las lágrimas cuando aferró a Heechul de un brazo para detenerlo.
— ¡No podéis luchar contra ellos, Heechul! ¡Os matarán lo mismo que a un hombre!
— Me
matarán de todos modos, tía. Mi padre me entrenó para esto. ¡Moriré luchando
con honor antes que llorar de autocompasión como está haciendo Jae!
— A vos no
os matarán, Heechul, si no os resistís —insistió Boah— Ellos toman a las parejas
y..
— ¡Jamás!
— la interrumpió Heechul— . ¡Prefiero
mor ir a ser un cautivo de los vikingos!
Con eso, Heechul
salió resueltamente de la estancia y dejó a Boah y Jaejoong entregados a sus
plegarias. Pero antes de que todos los sirvientes estuvieran reunidos y
armados, la barrera se rompió y un escalofriante grito de guerra llegó desde el
patio. Un momento después, una docena de hombres sedientos de sangre
irrumpieron a través de la puerta destruida e invadieron el hall.
Heechul
estaba de pie en el arranque de la escalera, con las piernas
separadas y la espada desenvainada. Un hacha le pasó a pocos centímetros. Yoochun
fue el primero en caer. Janghoon vino desde atrás y enfrentó a dos de los
suyos. Luchó gallardamente, pero era viejo y se cansó en enseguida. Sin
embargo, derribó a uno antes de que la espada del otro le atravesara el cuerpo
y pusiera fin a su vida.
Cinco
hombres vinieron hacia Heechul. Cuatro pasaron junto a él y subieron la
escalera para perderse en el laberinto del primer piso. El enfrentó sin temor
al restante. Le dolían el brazo y la espalda por el esfuerzo, pero los gritos
que llegaban a través de la puerta cerrada de la cámara de recepción aumentaron
su determinación. Con una fuerza que no sabía que poseía, arrancó la espada de manos
de su atacante y le atravesó un brazo con la suya. Se hizo a un lado de un
puntapié, pero rápidamente otro hombre más viejo lo reemplazó. Heechul siguió
luchando aunque sus fuerzas empezaban a flaquear, hasta que la espada del
hombre le partió la suya en dos con un poderoso golpe.
Heechul
miró estúpidamente el arma rota en su mano. No vio el golpe mortal que venía
hacia él, ni oyó el grito angustiado de Fergus.
— ¡No! ¡El
es lord Heechul!
Enseguida,
Fergus se interpuso entre él y la brillante espada y lo empujó hacia atrás. La
poderosa espada de doble filo le seccionó el brazo, que cayó al suelo con un
ruido sordo y pavor oso. Fergus, con su vida apagándose lentamente, cayó a los
pies de Heechul.
Kangta el
Ansioso miró al joven con curiosidad. Pensar
que había luchado con él y que casi lo había matado. Hubiera sido un deshonor
que no habría podido soportar. Así que éste era el joven que querían casar con
su hijo.
Un doncell
hermoso, sin duda, ahora que lo veía como lo que era. Y con un espíritu y
coraje como nunca antes había visto en un joven. Hasta había logrado herir a
uno de sus hombres. Ese regresaría a su casa lleno de vergüenza. Vencido por un
jovencito. ¡Ja !
Era muy
malo que él fuera el enemigo. Esta beldad de pelo renegrido habría sido un buen
nuero. Habría tenido hijos con fuerza y coraje sin igual. En realidad, era una
lástima.
Los
sirvientes, que llegaron en último término, cayeron todos alrededor de Heechul.
Corría la sangre por todas partes. Los gritos de la cámara de recepción habían
cesado. Dos vikingos salieron de allí riendo y palmeándose las espaldas antes
de reunirse a los demás para saquear la mansión. Boah y Jaejoong, ¿estaban
muertos?, s e preguntó Heechul.
De la cima
de la escalera llegó otro grito espasmódico y Heechul se volvió y vio su
origen. Alane estaba allí, con una daga corta en la mano. El arma cayó de sus
dedos y Heechul vio, horrorizado, que la vieja sirvienta, con el rostro gris y
los ojos desorbitados, caía por la escalera para terminar en un charco de su
propia sangre. Un hacha estaba grotescamente clavada en su espalda, de la que
manaba a borbotones la sangre carmesí.
Fue el
horror final, el último acto de locura que empujó a Heechul más allá de sus
resistencias. Algo estalló en su mente y la oscuridad lo envolvió, aunque no
alcanzó a borrarlo todo, porque todavía siguió oyendo voces y manteniéndose
erecto. Alguien, otra persona, gritaba y gritaba. Sonaba muy cerca, él sabia
que si estiraba una mano podría tocar a quienquiera que producía ese grito
torturante. Pero no podía mover sus brazos. No importaba cuánto se esforzaba,
no podía moverlos.
— Kangta,
¿puedes hacer que ese joven cese de gritar? Su locura está empezando a
inquietar a los hombres. Ellos preferirían entregarlo a Hel que escuchar eso.
— Hay una sola forma que conozco — replicó Kangta
el Ansioso, con voz cansada.
Heechul no
sintió el golpe, pero por fin la oscuridad fue total. Ya no oyó el terrible
alarido de la persona querida.
— ¡No podéis luchar contra ellos, Heechul! ¡Os matarán lo mismo que a un hombre!
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