La marcha
hasta la costa fue lenta. El viaje de regreso llevó dos horas más que el de venida
Los caballos, el ganado, los cerdos y los carros cargados con el botín hacían
más lento el avance. Pero llegaron al barco antes de que cayera la noche.
El largo navío vikingo era un horror para los prisioneros, todos parejas. Era un barco esbelto de dieciocho metros de largo y por lo menos cinco de ancho en el medio. Sobre la proa habían tallado intrincadamente un monstruo del infierno de maligno aspecto. Este barco les arrancada de su tierra y cortaría todos los lazos con el mundo que conocían.
El
orgulloso navío estaba encallado en una pequeña caleta oculta por
árboles altos. Dos hombres habían quedado para custodiarlo. Les habían ordenado
hacerse a la mar en caso de problemas. Pero no hubo problemas y los centinelas
recibieron a los guerreros que regresaban con gritos y vivas.
Habitualmente,
los vikingos pasaban la noche en tierra; pero debido a la cantidad de enemigos
que habían escapado a los bosques durante el ataque, posiblemente en busca de
ayuda, y también a las huellas que habían dejado detrás al trasportar el
ganado, Kangta el Ansioso izó esa noche la vela cuadrada de color blanco.
Un puñado
de hombres ofreció el sacrificio a Thor para asegurarse buen viaje mientras los
demás ponían la carga a horda.
Las parejas
fueron embarcadas en la popa, donde se levantó para ellas una improvisada
tienda. Fuera de eso, les dejaron tranquilas. Los hombres habían saciado su sed
de sangre y satisfecho sus apetitos carnales, y no necesitarían volver a
hacerlo hasta que el barco tocara tierra otra vez.
Todas
habían sido violadas, algunas varias veces, excepto Heechul, quien hasta
después que el barco zarpó siguió inconsciente par el golpe que le había dado Kangta.
Eran siete prisioneros en total: Boah y Jaejoong junto con Jokwon
y otras tres jóvenes de la aldea. La mayoría de los hombres habían muerto,
salvo los que lograron huir a los bosques o los que quedaron tan gravemente
heridos que no podrían durar hasta la noche.
Heechul
sabía todo esto y para él era una tortura adicional. Había fracasado en la
protección de su gente y en su propia protección. Su derrota a manos del jefe
vikingo, un hombre que ya había dejado atrás la juventud, era un golpe
vergonzoso que no podía soportar. Su odio a ese hombre superaba todo
razonamiento. El lo había dejado indefenso: él lo había golpeado. El había
demostrado, de una vez por todas, que era un jovencito. Tendría que pagar por
esto y por todo lo demás.
El navío
se deslizaba sobre las olas como un esbelto monstruo, dejando atrás a Gales. Sus
compañeros eran alimentados dos veces al día con bacalao seco, carnes ahumadas,
panes achatados y mantequilla. Era una comida seca y fría que muchas no podían
retener. Jaejoong corría frecuentemente al costado del banco para vaciar su
estómago. Los hombres encontraban esto divertido y sus risotadas aumentaban su
vergüenza.
Heechul
comía sólo lo suficiente a fin de conservar sus fuerzas para el objetivo que se
había propuesto: matar a Kangta el Ansioso. No quería hablar con sus compañeros
ni escuchar sus temerosos lloriqueos. Boah trató de consolarlo, pero él no
podía tolerar ninguna blandura y ni siquiera le dirigió la palabra. Su
vergüenza era demasiado grande, su amargura demasiado nueva. Prudentemente, Boah
renunció por el momento.
Kangta el
Ansioso se acercaba de tanto en tanto para observar a Heechul. Era un hombre
enorme. Su pelo era de color leonado.
Era un
hombre capaz de infundir temor en los corazones de sus enemigos, pero no en el
de Heechul. Cuando le miraba con curiosidad, y parecía que
casi con admiración le sostenía la mirada con ojos tan cargados de hostilidad y
odio venenosos que él se alejaba malhumorado.
Kangta
casi lamentaba lo que había hecho, pero nunca lo admitiría en voz alta.
Había dado
su palabra de honor a un enemigo. Sin embargo, no había deshonor en quebrantar
la palabra dada a un enemigo. A un amigo, sí; pero no a un enemigo.
Quien
había arreglado el matrimonio prometió que muchas riquezas acompañarían al
joven novio y, sin sospecharlo, reveló dónde se encontraban. No habría novio
para el hijo de Kangta , pero el oro estaba allí para quien quisiera tomarlo.
El jefe regresaba a su casa más rico y sus hombres tenían su parte y estaban
contentos.
Cuando Kangta
miraba al joven le divertía su expresión de desafío. Su orgullo igualaba al de
él, pero él se preguntaba cuánto le duraría. El pensamiento de que un espíritu
así pudiera terminar quebrantado le dejaba un regusto amargo en la boca.
Se había
sentido renuente a matarlo aun cuando lo creía un varón, pero no pudo
permitirse perder más hombres por su culpa. Y entonces, descubrir que era el
joven ofrecido en matrimonio a su hijo, y que era tan hermoso además...
Después
del valiente esfuerzo y el notable despliegue de coraje. Kangta se sintió decepcionado al verlo desmayarse. Cuando vio morir a la vieja pelirroja,
enloqueció y empezó a gritar y gritar con sus pequeños puños apretados contra
sus sienes. ¿Había visto caer a su padre? ¿La mujer pudo ser su madre? Pero no,
la mujer mayor, de pelo negro, que ahora estaba cerca de él se le parecía más.
Si por lo menos pudieran hablar la misma lengua, entonces tendría las respuestas
que buscaba. Pero tendría que esperar hasta llegar a su
tierra, donde Yoomi podría hablar con los cautivos.
Por ahora,
sólo podía preguntarse acerca de esta beldad celta. Era una joya, sin duda, y
resolvió mantener a sus hombres alejados de él. Su virginidad la hacía aún más
valiosa seguramente, sería del agrado de su hijo Siwon.
Navegaron
por el mar de Irlanda y se detuvieron en la isla de Man para pasar la noche y
preparar una comida caliente. Los hombres que lo desearon violaron otra vez a
las parejas, pero no se acercaron a Heechul y a su mirada de odio salvaje.
Algunos lo creyeron loco.
Después de
muchos días navegando enfrentaron una inesperada, violenta tormenta. Olas
enormes se abatieron sobre el barco y el océano les abrió los brazos. Allí,
serpientes con lenguas feroces estaban esperando. Hasta Jaejoong, cuyas burlas
a la silenciosa retirada de su hermanastro y cuya actitud condescendiente hacia
Heechul estaban en el punto más alto, quedó reducido a llorar lastimeramente
por su vida hasta que la tormenta pasó.
Boah tenía
gran dificultad en tratar de calmarles, pues sus propios nervios estaban
agotados. Rogaba a Heechul que la ayudase, pero no recibía respuesta.
Comprendía algo de lo que Heechul estaba sintiendo y por qué
seguía sumido en el silencio, pero creía que no era éste el momento de abdicar
de su liderazgo. Unas pocas palabras animosas del joven hubieran calmado los
temores. Jaejoong tampoco podía ayudarla, pues gritaba y lloraba como si el
mundo estuviera acabándose.
Si Boah no
hubiera estado tan afligida ella misma, casi hubiese sentido placer al ver el
estado a que Jaejong había quedado reducido. Era indignante que el joven no
hubiera vertido una sola lágrima por la pérdida de su marido. Sólo pocas horas
antes, el insolente había estado jactándose de que no tenía miedo a lo que le
deparase el futuro, tan seguro se sentía que todos los hombres de a bordo,
incluido el jefe, lo deseaban a él más que a los demás, especialmente desde que
a Heechul lo dejaban tranquilo. Jaejoong estaba seguro de que podría encontrar
para él una posición cómoda en la nueva tierra.
Quizá Jaejoong
no se jactaba en vano. Eran más los hombres que lo buscaban cada vez que
pasaban la noche en tierra. Y él ya no se les resistía como hiciera la primera
vez. Hasta el jefe buscaba a Jae.
Boah se
estremeció al recordar su propia violación a manos de dos de esos brutos que
entraron violentamente en la cámara de recepción aquel funesto día. Desde
entonces sólo la molestaron una vez, y fue, nada menos, el mismísimo jefe,
quien por lo menos no se mostró tan rudo como los hombres más jóvenes. En
realidad fue un tierno interludio, porque ella había perdido la voluntad de
luchar y él fue gentil a su modo. Ella llevaba largo tiempo de viuda y en
muchos años no había tenido un hombre. Sin embargo, Boah rezaba para que no
volviera a suceder. Nada podía esperar de Choi Kangta, pues él, según palabras
de Fergus, ya estaba casado. No había nada que Boah pudiese esperar, en
realidad.
La
tormenta no duró demasiado, pero dejó a todos flojos y exhaustos. Un día,
después, milagrosamente, avistaron tierra. La larga línea de la costa noruega
se extendía hasta donde alcanzaba la vista. No volvieron a
detenerse por provisiones, sino que deseosos de llegar, navegaron día y noche,
cada vez más al norte, hasta que por fin cambiaron rumbo y se dirigieron hacia
tierra.
Promediaba
el verano y el verde brillante de los árboles y la hierba fue una bendición
para los ojos. El cielo era de un color azul profundo y salpicado de nubecillas
blancas. Adelante, una masa de nubes aparecía aislada en el cielo, en forma de
un poderoso martillo: el martillo volador de Thor.
Las parejas
vieron la nube, pero nada sabían de eso. Los hombres, en cambio, soltaron un
grito ensordecedor. Era una buena señal, porque significaba que Thor les daba
sus bendiciones.
Rocosos
acantilados se levantaban a ambos lados del barco como empinadas murallas.
Cuando las orillas fueron otra vez parejas, el navío se dirigió a la costa
impulsado por los remos .
El viaje
habla terminado.
El caserío
era rústico, por decir lo menos. Apenas a unos cuatrocientos metros del fiordo
se levantaba una gran casa sin ventanas hecha de madera, flanqueada por varias
casas más pequeñas y cobertizos para el ganado. En los campos, más allá del
caserío, había otras casas primitivas bastante separadas.
Heechul y
las otras parejas fueron atadas de las muñecas antes de desembarcar como si
fueran una carga ordinaria, y dos hombres les escoltaron hasta una de las casas
más pequeñas.
Todos los
ojos siguieron a la delgada figura de negro que caminaba con andar orgulloso y
sin temor. Los otros cautivos se movieron con lentitud. Fueron empujados al
interior de la casita y la puerta fue cegada y asegurada desde afuera. Quedaron
rodeados, de oscuridad.
— ¿Y
ahora, qué pasará? — gritó Jokwon.
— Si lo supiera, no
estaría tan asustada —respondió una de las muchacha — Esto de no saber
es lo más terrible.
— Pronto lo sabremos, tened la seguridad —dijo Jaejoong
con impaciencia—. ¡Esta oscuridad
es insufrible! ¿Habéis
visto que ninguna de esas casas
tiene ventanas? ¿Estos valientes vikingos tendrán miedo de la luz?
— Estamos muy al norte, Jae — replicó Boah — Supongo que acá hace más frío,
que en todos los inviernos que aveis conocido. Las ventanas, no importa lo bien
tapadas que estuviesen, dejarían entrar el frío.
— Vos
tenéis una respuesta para todo — siseó Jaejong con sarcasmo — . ¿Cuál será
nuestro destino, Boah? ¿Qué será de nosotros?
Boah
suspiró de cansancio. Estaba en el centro de la habitación junto a Heechul,
pero no podía ver nada en las negras tinieblas. No podía
decir lo que temía: que ahora, todos eran nada mas que esclavos. No había razón
alguna para asustarles aún más, porque sus sospechas todavía no estaban
confirmadas.
— Como vos
dijisteis, Jae, lo sabremos muy pronto — respondió por fin Boah.
Heechul
guardó silencio, incapaz de ofrecer tranquilidad. El también adivinaba cuál
seria el destino de todos, pero su mente retrocedía ante esa posibilidad.
Su
frustración por su incapacidad de protegerles cuando más lo necesitaban le
hacían tener la boca cerrada en una fina línea ¿Qué podía hacer sin un arma y
con las muñecas atadas? Habían sido violados y maltratados, pero él no había
podido impedirlo.
El hecho
de que no lo hubiesen violado no le servía de mucho consuelo. Sólo podía
suponer que lo reservaban para el casamiento convenido. Eso no sucederá jamás,
porque prefería morir a ser novio de un vikingo. Sólo deseaba vengarse y de
alguna manera lo lograría.
El navío
fue descargado, el botín encerado en la casa del tesoro y el ganado llevado al
campo. En la casa principal estaban preparando un festín. Un gran jabalí giraba
en un asador en el centro de la habitación. Las esclavas, se afanaban en el
área de cocinar preparando panes achatados y fuentes de pescado.
Los
hombres, reunidos alrededor de largas mesas en la estancia principal, no
perdían tiempo y hundían sus jarras en un gran recipiente de hidromiel. Algunos
se desafiaban a quién bebía más; otros apostaban a los bebedores. El gran
sillón en forma de trono de la cabecera de la mesa estaba vacío, pero la
presencia de Kangta todavía no era echada de menos.
En la casa
de baños hervían calderos de agua sobre un fuego. El humo y el vapor se
combinaban para irritar los ojos. Una tina gigante, lo bastante grande para
acoger a cuatro o mas sin dificultad, estaba en el centro de la habitación.
Con una
copa de hidromiel en la mano, Kangta descansaba en la tina, con el agua hasta
la cintura. Una bonita muchacha esclava se inclinaba sobre un costado y le
frotaba la espalda. Su hijo primogénito, Yunho, estaba sentado en un banco
contra la pared.
— ¿Seguro
que no queréis acompañarme? — preguntó Kangta de mal humor, y en seguida
continuó — : Maldito fastidio, este baño ritual que me impone tu madre. En
cualquier otro momento no me importaría, pero ella sabe que estoy ansioso por
unirme al festín y lo mismo me obliga a venir primero aquí.
— No
estáis solo, padre — repuso Yunho con una son risa — . Nos hace lo mismo a mí y
a Siwon cuando regresamos de nuestras incursiones. Ella debe suponer que la
sangre de nuestros enemigos sigue adherida a nuestra piel y que debe ser
limpiada enseguida.
— Cualquiera que sea la razón — gruñó Kangta— Loki se ríe de mi disgusto. No
sé por qué me someto a esto.
Yunho rió
abiertamente.
— Habéis
dicho más de una vez que vuestra esposa gobierna el hogar y vos gobernáis el
mar.
— Muy
cierto, excepto que esa mujer se aprovecha del poder que le he dado. Pero basta
¿Siwon ha regresado?
— No.
Kangta se
puso ceñudo. La última vez que su segundo hijo no había regresado para el
invierno lo tomaron prisionero los cristianos. Pero entonces él estaba haciendo
incursiones de pillaje. La primavera anterior a la última Siwon había zarpado
para probar suerte en el comercio, así que Kangta todavía no se afligiría, por
lo menos hasta que volviera el frío.
— ¿Y mi
bastardo, Ahnta, dónde está?
— Pescando
ballenas, frente a la costa — respondió secamente Yunho
— ¿Cuándo
partió?
— Hace una semana.
— De modo que regresará pronto.
Yunho se
puso de pie. Era un hombre de treinta años, de contextura robusta, viva imagen
de su padre. Detestaba a su medio hermano y le molestaba cualquier atención que
su padre le dedicara.
— ¿Por qué
te preocupas por él? Es verdad que su madre es una mujer libre, pero él es lo
mismo un bastardo, nada diferente de los que engendraste con las esclavas.
Kangta
entornó sus ojos.
— Las
otras son mujeres. Tengo solamente dos hijos legítimos y a Ahnta. No me
reproches mi preocupación por él.
— ¡Loky se lo lleve! No es vikingo. ¡Es un
flojo!
— Mi
sangre, aunque en poca cantidad, está en sus venas. No volveré a hablar de
ello. Ahora, decidme qué sucedió durante mi ausencia. ¿Hubo problemas con el
clan Wayjei?
Yunho
encogió sus anchos hombros y volvió a sentarse.
— Dos
vacas fueron halladas muertas cerca de los campos, pero no hubo pruebas que
acusaran a los Wayjei. Pudo ser obra de un esclavo descontento.
— ¿Pero
vos lo dudáis, hijo?
— Sí. Lo
más probable es que hayan sido Taeyang o Seungri, o uno de sus primos. ¡Nos
están pidiendo, no, rogando represalias! ¿Cuándo nos daréis licencia para
atacar?
— Esta diferencia se zanjará limpiamente — replicó
Kangta con fastidio — Nosotros fuimos los últimos que atacamos abiertamente.
— ¿De modo
que ahora les toca a ellos? — dijo Yunho con voz cargada de sarcasmo — . i
Thor! Que vos y Yang Hyun Suk hayáis sido una vez amigos no es razón para
conducir esta batalla con honor. Han pasado años sin derramamiento de sangre.
— Estáis demasiado acostumbrado a combatir a
nuestros enemigos extranjeros, Yunho. Nunca habéis luchado
con los nuestros. Se hará con honor. Yang Hyun Suk no puede ser culpado de lo
que pasó, pero tiene que responder por sus hijos y ponerse de su parte.
—
¿Olvidáis que perdisteis vuestra única hija legítima a causa de sus hijos? —
dijo Yunho.
— No lo
olvido. Odín es mi testigo, un día los otros pagarán como pagó Daesung. Pero no
habrá ataques sigilosos, nada de juego sucio. Se hará con honor — Kangta se
levantó de la tina y fue rápidamente envuelto en una bata de lana por la
hermosa esclava — ¿Supongo que también aparecieron muertas dos vacas de ellos?
Yunho
sonrió y pareció relajarse.
— Sí — dijo.
— Bien —
repuso Kangta — . De modo que otra vez les toca a ellos. Y ahora que Yoomi no
puede criticarme por nada, me vestiré y me reuniré con vosotros en el festín.
— Me dijeron que regresasteis con parejas cautivas.
— Así es. Siete en total.
— Siento
curiosidad — continuó Yunho — . Dicen que también venía un hombre pequeño con
pelo negro. Ya tenéis suficientes esclavos varones. ¿Por qué trajisteis a ése?
Kangta rió
por lo bajo y los ángulos de sus ojos se arrugaron.
— Ese de
quien habláis es un jovencito. En realidad, es el que ellos querían casar con
vuestro hermano.
— ¿Eh? ¿Lord
Heechul? Estoy ansioso por verlo.
— El tiene
un coraje que nunca había visto en un joven. Luchó con nosotros espada en mano
y hasta hirió a Thorne. Fue un espectáculo magnífico de contemplar.
— Yo lo quiero.
— ¿Qué?
— Dije que lo quiero — repitió Yunho — Siwon detesta a los jóvenes y
vos tenéis a Yoomi.
Mi esposo es tímido, lo mismo
mis esclavos. Quiero un joven con espíritu.
— Ni siquiera lo habéis visto aún — señaló Kangta— Esta pequeña beldad tiene mas espíritu del
que podríais desear.
Es malignamente hostil, lleno de amargo odio.
—Su
espíritu puede ser doblegado — dijo Yunho, con los ojos brillantes de
anticipación — Lo quiero lo mismo.
— No es necesario que su espíritu sea doblegado
—dijo Kangta con dureza — . Mi deseo es dársela a Siwon, es lo que él necesita
para terminar con su odio a los jóvenes —no añadió que Heechul todavía era
virgen, porque entonces Yunho seguramente lo querría y como primogénito tenía
derecho a exigirlo — . Hay un joven de pelo rojizo y con espíritu que puede ser
mas de vuestro agrado. Tiene mejores curvas, como os gustan a vos y es más
complaciente.
— ¿Y si
escojo a lord Heechul?
—Me
agradaría que no lo hicierais, Yunho — le advirtió Kangta .
— Veremos
— repaso Yunho, sin comprometerse cuando
salían de la casa de baños.
La puerta
se abrió con violencia. El polvo se arremolinó y quedó flotando suavemente en
el rayo de luz solar, que cayó sobre el piso de tierra de la pequeña casa.
Cuando los
prisioneros fueron sacados al patio, todos se protegieron los ojos del sol
deslumbrador. Les escoltaron hasta la casa principal; les empujaron por la
puerta abierta que dejaba escapar el humo de los fuegos y les dejaron parados
en el centro de la estancia atestada.
Boah
reconoció a los hombres sentados ante dos largas mesas y en bancos contra la pared.
Eran del barco. Un hombre, a quien no había visto antes, examinaba un hermoso
caballo gris que había sido traído a la habitación con ellos. Boah ahogó una
exclamación cuando vio que era Gibok, la yegua de Heechul. Si Heechul viera
eso, Boah no se atrevía a pensar en lo que su, sobrino sería capaz de hacer.
Afortunadamente,
no Io vio. El joven miraba con disimulado odio a Kangta el Ansioso y ni
siquiera miró los caballos cuando fueran sacados de la habitación.
Kangta
ocupaba la cabecera de una mesa. Era servido por muchachas vestidas de lana
rústica sin reñir, esclavas, sin duda. A su lado había una mujer no mucho mayor
que Boah, lujosamente vestida de seda amarilla.
El hombre
alto que examinó a Gibok vino donde estaban. Empujó a Boah a un lado y se
detuvo frente a Heechul. Le levantó el rostro para examinarlo, como hiciera
momentos antes con la yegua, pero él lo golpeó en la mano con sus muñecas
atadas y con ojos llenos de furia lo desafió a que volviera a tocarlo.
Heechul
olió la masculinidad de él, el olor a sudor y a caballos. Miró con codicia la
daga que colgaba del ancho cinturón del hombre, pero la risa profunda de él le
hizo levantar nuevamente la vista.
— ¡Por
Thor, si que es bello!
— Tal como dije, Yunho — replicó Kangta desde su lugar en la mesa.
Yunho se
sonrió y se movió de izquierda a derecha para mirarlo desde ángulos diferentes.
Los ojos de Heechul no reflejaban ningún temor pese a que sabía que estaba
indefenso con las muñecas atadas adelante, a menos que pudiera aferrar un
cuchillo con ambas manos. Tan absorto estaba en este pensamiento que no notó
que Yunho se le acercaba aún más.
Susurrándole
al oído, de modo que nadie que entendiera su lengua pudiese oirlo, él dijo:
—
Arrancaré esa expresión sanguinaria de vuestros ojos, milord. Quebrantaré ese
espíritu que tanto admira mi padre .
El no pudo
saber que Heechul entendió cada una de sus palabra.
Heechul
sintió mas irá, que deprecio por esta fanfarronería hasta que un brazo lo
atrajo y él aplastó sus labios hambrientos contra los suyos. Con una mano le
cubrió el pecho y retorció cruelmente su pezón, mientas lo ahogaba con su
fuerza. Sus brazos de nada le servían, atrapados entre su cuerpo y el de él,
pero sus dientes se cerraron sobre la lengua que violaba su boca. El se apartó
justo a tiempo y le dio un empujón, de modo que cayó entre las otras parejas.
— ¡Hijo de
Hell — gritó Yunho y se adelantó para golpearla, pero fue detenido por Kangta ,
quien gritó su nombre, Yunho bajó el brazo y se volvió a su padre con aire
acusador —¡El quiso derramar mí sangre sin importarle que por eso habría
muerto!
— Os advertí que está llena de odio — replicó Kangta.
— Un odio por el que sería capaz de morir
— ¡Bah!
Está loco, creo. Dadlo a mi hermano Siwon , entonces, como es vuestro deseo. El
odia a los jovencitos y gozará maltratando a éste. Dejadlo que use este cuerpo
para descargar su odio y veremos si no se matan entre ellos. Yo tomaré al de
pelo de fuego.
— Basta de charla, Yunho — dijo la mujer
vestida de seda amarilla en tono de reproche — . ¿Olvidáis que vuestra madre y
vuestra esposa están presentes?
—
Perdonadme, señora — replicó Yunho sin amedrantarse — Lo olvidé, ciertamente.
He terminado aquí. Ahora podéis hacer como quiere mi padre e interrogarles.
— No
estaba enterada de que necesitaba el permiso de mi hijo para hacerlo — replicó
la mujer en tono frío y autorita rio.
Fuertes
risotadas de los que escuchaban el diálogo irritaron a Yunho. Una mirada de
advertencia de su padre lo contuvo. Yunho abrió los brazos.
—
Perdonadme otra vez, señora. Sé que no debo entablar duelos verbales con vos.
El largo navío vikingo era un horror para los prisioneros, todos parejas. Era un barco esbelto de dieciocho metros de largo y por lo menos cinco de ancho en el medio. Sobre la proa habían tallado intrincadamente un monstruo del infierno de maligno aspecto. Este barco les arrancada de su tierra y cortaría todos los lazos con el mundo que conocían.
Wow las cosas se ponen interesante odio al hermanastro de Heechul debieron matarlo pero bueno sigue con vida destilando veneno, vera a Siwon lo querrá para el como todo lo que es de Heechul veremos que vida le depara gracias por el cap bye.
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