Aquella
mañana, cuando Jungsoo paseó siguiendo la ruta que tomaba todos los días, tuvo
cuatro encuentros que lo convencieron de que tendría que abandonar sus viejas
costumbres, al menos durante un tiempo.
Sabía que
podía seguir adelante si conseguía apartar a Youngwoon de su pensamiento, pero
eso era imposible si la gente no hacía más que recordárselo, y Youngwoon, que
aún era nuevo en la comunidad, iba a ser tema de conversación recurrente durante
bastante tiempo. Ahora también el nuevo vecino empezaba a adquirir cierto
protagonismo, pero Youngwoon, como correspondía a su elevado título nobiliario,
continuaba siendo de mayor interés.
Las dos
primeras personas con quienes se encontró le dijeron que Youngwoon se había
marchado a Londres, probablemente para comprarle a su novio un regalo de bodas.
El tercer encuentro, con una anciana amiga de sus tios, no fue muy distinto.
-Y yo le
pregunto a usted, ¿sabría lord Choi dónde encontrar regalos de boda, o más bien
dónde encontrar jóvenes de mala reputación? Lo último, por supuesto. Si el
joven lord regresa con un regalo, será con una de esas nefandas enfermedades.
-Y la anciana se echó a reír, admirada de su ingenio.
-Usted es Jungsoo,
el amigo de Youngwoon, ¿verdad? -Al verlo asentir, él continuó-: Quería
conocerlo en Raccoon Glade, pero usted ha dejado de venir. Me pregunto por qué.
Casi todos los demás jóvenes regresaron a Londres al no tener posibilidades de
conquistar al muchacho, lo cual es comprensible. Pero usted no creo que
estuviera interesado en eso.
-Así es.
-Entonces,
¿por qué ha dejado de venir?
Aquella
pregunta tan directa, y en un tono tan acusador, hizo que Jungsoo se
ruborizara. Por desgracia, Junjin se dio cuenta y lo interpretó del modo
correcto.
-Así que
es eso, ¿no? ¿Ha permitido que sus sentimientos por el muchacho vayan más allá
de la pura amistad?
Admitirlo,
especialmente ante él, era casi una garantía de que llegaría a oídos de Youngwoon,
lo cual, dadas las circunstancias, era lo último que Jungsoo deseaba. Sin
embargo, mentir, algo que él detestaba pero que no tenía más remedio que hacer
en este caso, lo ruborizó todavía más.
-Está
usted muy confundido. Youngwoon es encantador, lo aprecio mucho, pero, créame,
como a un simple amigo.
Su
interlocutor lo miró con escepticismo, pero estuvo de acuerdo con su
afirmación.
-Uf, me
alegra oírlo. No es que usted no sea un joven encantador, estoy seguro de que
lo es, pero ¿sabe usted? El viejo Eric estaba preocupado por el tiempo que el
muchacho le estaba dedicando, y Youngwoon nos aseguró lo mismo que usted, que
no es usted más que un amigo, aunque muy bueno. Incluso me arriesgaría a decir
que ahora es su mejor amigo, por lo cual me pareció extraño que lo hubiera
abandonado usted...
-¿Cómo
dice? -le interrumpió, ahora bastante tenso, aunque debido más bien al
comentario sobre la preocupación de Eric referente al rumor, que a su
última acusación-. ¿Cómo que yo lo he abandonado? Que me sintiera un poco
indispuesto y guardara cama durante unos días no significa que lo haya
abandonado. Y he hablado con él desde que se comprometió.
-Ah, bien.
No lo sabía -respondió él y, luego, incómodo, añadió-: ¿Le mencionó, bueno...
la estupidez que condujo a su ...?
Tosió,
renunciando a preguntarle qué sabía él, sin atreverse a mencionarlo. Jungsoo
estuvo a punto de reírse al verlo tan azorado, aunque no lo habría hecho con
mucho humor, puesto que aquel tema seguía haciéndole sufrir.
Pero se
apiadó de él y admitió:
-Si se
refiere a si Youngwoon me explicó que no le habría pedido a Heechul que se
casara con él y si mencionó lo que le obligó a renovar el compromiso, sí, lo
hizo.
Junjin
suspiró aliviado.
-Entonces,
puedo hablarle sin tapujos. Bien, no me gusta dar rodeos. Por eso me preocupa
que usted no venga. ¿Sabe? Ahora mismo, Youngwoon necesita amigos. Espero que
usted pudiera animarlo un poco cuando habló con él.
¿Animarlo?
El encuentro con Youngwoon en el camino había sido muy doloroso. Enterarse de
que estaba obligado a casarse con Heechul fue casi tan malo como pensar que
quería hacerlo. Y, por otra parte, los dos le daban versiones muy distintas de
la relación. Heechul era conocido por sus mentiras, así que su afirmación de
que Youngwoon seguía mostrando pasión por él podría haber sido una invención
suya. Pero ¿y si era Youngwoon quien mentía cuando decía que no quería a Heechul
por esposo?
Él le
había recordado que, en realidad, solo lo había comprometido a él. ¿Había sido aquella
su intención desde el principio? ¿Le había pedido a Heechul que se casara con
él en un momento de pasión y se había arrepentido justo después? ¿Y usó luego a
Jungsoo para proporcionarle una escapatoria?
Jungsoo no
quería pensar así de él, aunque lo cierto es que podía haber ocurrido tal que
así. Al fin y al cabo, ¿por qué iba Heechul a mentir respecto al momento en que
le pidió que se casara con él? ¿Solo porque Jungsoo había sido incapaz de
ocultarle que la respuesta era de suma importancia para él?
No
obstante, se estaba engañando, intentando ver defectos a Youngwoon con la
esperanza de que eso extinguiera su amor por él. No funcionaba. Jungsoo no
pensaba realmente que él le hubiera mentido. Pero, incluso si lo había hecho,
era obvio que ahora lo lamentaba.
Aquel día,
Jungsoo había querido animarlo. Había sentido un fuerte impulso de hacerlo.
Pero ¿cómo podía animar a alguien estando él tan abatido?
Decidió
eludir la pregunta de Junjin por completo, y cambio de tema:
-Acabo de
enterarme de que Youngwoon se ha ido a Londres. Tal vez el viaje haga que deje
de pensar en...
-No, ha
ido en busca de Kim Jungmo, así que no pensará en otra cosa.
Oír
aquello lo sorprendió y lo esperanzó.
-Entonces,
¿sabe dónde buscarlo?
-No exactamente
-dijo él, desilusionándolo-. No quería quedarse de brazos cruzados mientras los
hombres de Eric lo buscaban, así que ha ido él mismo. Aunque no tiene muchas
posibilidades de encontrarlo, y lo sabe. Queda muy poco tiempo para la boda.
-Supongo
que así es.
Jungsoo
consiguió contenerse y no suspirar.
-Yo quería
posponerla, pero Eric opina que cualquier demora por nuestra parte daría pie a
que se difundiera el rumor.
-Entonces,
deben confiar en que Youngwoon tenga suerte.
-Una
esperanza muy vaga. Pero si el muchacho consigue salir de este embrollo y
vuelve a buscar esposo, tengo la impresión de que le pedirá a usted que se case
con él.
Jungsoo
parpadeó.
-¿A mí?
-Sí, pero
sería por motivos equivocados, ¿sabe? Él quiere tenerlo cerca, eso es todo.
Demostró hasta qué punto lo desea cuando lo invitó a la fiesta, aun cuando eso
significara traer también a Heechul Le habría buscado una habitación en Raccoon
Glade si eso no hubiera resultado impropio. Creo que se casaría con usted solo
para tenerlo con él de forma permanente. Tanto valora su amistad. Pero es solo
eso. No se deje engañar pensando que Youngwoon siente algo distinto por usted.
Los dos lo lamentarían si usted se dejara engañar.
Jungsoo
rogó para aguantar en pie unos minutos más, hasta que pudiera alejarse de
aquella dolorosa conversación. Ya había oído a Junjin la primera vez, cuando le
había dicho que para Youngwoon no era más que un amigo. Había desterrado aquel
pensamiento porque recordarlo le destrozaba el corazón. Pero ahora Junjin había
vuelto a abordar el tema y esta vez era imposible ignorarlo. Un amigo. No era
más que un amigo. Jamás sería algo más que eso.
-Está
usted preocupándose por algo que tiene pocas posibilidades de suceder, pues
solo faltan dos días para la boda.
-Cierto
-suspiró él-. Y le pido disculpas, por tener la necesidad de advertirle; solo
por si acaso. Vendrá usted a la boda, ¿verdad?
¿Estar
allí y presenciar cómo Youngwoon y Heechul se unían para siempre? Por nada del
mundo. Lo cual lo obligó a decir otra mentira, aunque está vez indirecta.
-Estoy
segura de que todos los que reciban invitación asistirán. Ahora debo regresar a
casa sin falta. Mis tíos pensaban que no iba a demorarme tanto y empezarán a
preocuparse...
Jungsoo no
lo oyó resoplar por segunda vez cuando se marchó a toda prisa. Junjin ya
empezaba a lamentar lo que le había dicho. No tenía duda de que era cierto,
pero se dio cuenta, cuando ya era tarde, de que había puesto el carro delante
del caballo. No había ningún motivo para advertirlo de nada, pues con toda
probabilidad Youngwoon se casaría con otro. Si conseguía evitarlo, sería
entonces cuando llegara el momento de las advertencias, no antes.
La carta
llegó a la tarde siguiente. Dejó a Jungsoo perplejo por completo. Estaba
convencido de que se trataba de una broma. Era demasiado absurda. Si habían
secuestrado a alguien importante, ¿por qué pedían únicamente cuarenta libras a
modo de rescate? Si hubieran sido cuarenta mil, o incluso unos cuantos millares
más, podría haberla tomado en serio, pero ¿solo cuarenta libras, una cifra tan
poco habitual? Tenía que ser una broma.
Pero no
podía ignorarla sin más. Ni siquiera estaba seguro de que la persona que
firmaba la carta fuera quien decía ser. Si era una broma, no la habría enviado
esa persona. Pero no tenía otras cartas suyas con las que compararla. Así que,
ante la improbable posibilidad de que la carta fuera legítima, Jungsoo tenía que
actuar.
Se la
enseñó a sus tíos. Aunque el remitente le pedía que la mantuviera en secreto, Jungsoo
no podía marcharse sin darles una explicación.
Los dos
coincidieron en que tenía que ser una broma, y de muy mal gusto. Pero, sin
duda, estaban impacientes por vivir una pequeña aventura, aunque no fuera más
que una pérdida de tiempo. Así pues, los tres se pusieron en camino a última
hora de aquella misma tarde.
Sus tíos sabían
que no podrían acompañarlo hasta su destino, porque las instrucciones decían
que Jungsoo debía presentarse solo con el dinero. Pero arguyeron que no podía
viajar solo y que deseaban estar cerca de él para averiguar cuanto antes la
identidad del bromista.
Jungsoo no
lo veía como una aventura, pero sí como una buena excusa para no asistir a la
boda a la mañana siguiente, pues era más que improbable que pudieran estar de
regreso a tiempo. Incluso si se ponían en camino justo después de confirmar que
la carta no era más que una broma, no llegarían a casa hasta altas horas de la
noche, o incluso de madrugada. Así, podría levantarse muy tarde, cuando la boda
ya se hubiera celebrado.
Llegaron
cuando ya había anochecido. Por eso tuvieron dificultades para encontrar la
dirección consignada en la carta. A esas horas no había mucha gente en la calle
a quien preguntar, y en dos ocasiones les indicaron mal el camino. Ya era casi
media noche cuando al fin encontraron la residencia.
Hyesung y Minwoo
iban a esperar en el carruaje, cerca de él. La carta hacía hincapié en que Jungsoo
debía ir solo para que nadie resultara herido, pero ellos se negaron en redondo
a dejarlo solo. Y tenía que ponerse a gritar tan alto como pudiera si
necesitaba ayuda. Su cochero, estaba informado de su misión y había traído una
pistola y un garrote de muy mal aspecto. Por otra parte, sus tíos también
llevaban un arma cada uno.
En su
opinión, aquellas precauciones eran del todo absurdas. Estaba convencido de que
se encontraría con la casa vacía, o con otra carta aguardándole en el porche,
riéndose de lo tonto que había sido al venir.
La
completa oscuridad que reinaba en el interior de la vivienda respaldaba su
hipótesis. No había ni una sola luz, ni siquiera mortecina, en ninguna de las
ventanas. La casa era muy hermosa, de dos pisos.
En el
porche no había ninguna carta. Intentó abrir la puerta principal, pero estaba
cerrada. Como es lógico en una casa vacía, se dijo Jungsoo. Pensó en ir a la
parte de atrás para ver si había otra puerta que pudiera estar abierta, pero se
imaginó que probablemente tropezaría con algo en la oscuridad y, por otra
parte, él no quería, mantener su visita en secreto. Así pues, llamó con energía
a la puerta. Cuanto antes se confirmara que en la casa no había nadie, antes
podrían regresar.
La puerta
se abrió. Aquella fue la primera sorpresa de Jungsoo. La segunda fue que lo
arrastraran dentro y cerraran la puerta. La casa seguía estando a oscuras, pero
oía respiraciones y pasos. Y luego alguien destapó un farol y se hizo la luz.
Sin embargo, el farol seguía cubierto con algo delgado como una gasa y la
iluminación era tan tenue que solo se distinguían las siluetas.
Jungsoo
estaba rodeado por cuatro hombres. Tuvo que girar sobre sí mismo para verlos a
todos. No estaba impresionado, aunque tenía que admitir que, después de todo,
la carta que había recibido no era una broma.
Era un
grupo patético: iban mal vestidos y tres de ellos estaban tan escuálidos que Jungsoo
se preguntó si estaban habituados a comer todos los días. Iban desaliñados,
incluso sucios, lo cual sugería que debían de bañarse con tan poca frecuencia
como comían. Podían ser menores que él o incluso mayores que sus tíos;
resultaba difícil distinguirlos debajo de tanta mugre.
El cuarto
hombre era algo distinto; al menos, había hecho un esfuerzo para parecer
presentable. Iba limpio y debía de rondar los veinticinco años. Su ropa estaba
en mejor estado, no parecía famélico. De hecho, tenía buena figura. También era
el único de los cuatro que no le apuntaba con una pistola. Aquellas tres armas,
que Jungsoo vio enseguida, lo instaron a guardar silencio.
Jungsoo
supuso que serían delincuentes, aunque, si lo eran, saltaba a la vista que no
debía de irles muy bien. Las armas que llevaban, por ejemplo, indicaban que
debía tratarse de principiantes. No parecía que las hubieran usado durante
bastante tiempo. Todos ellos estaban fuera de lugar en aquella hermosa casa.
Cuando Jungsoo
empezó a recobrarse de su sorpresa, se dio cuenta de que dos de aquellos
hombres también se habían sorprendido con su aparición. Sin embargo, no tardó
en saber por qué, cuando empezaron a hablar sobre él, todos a la vez, por lo
que le costó un poco seguirles el hilo.
-Otro
joven.
-Sí,
¿verdad? ¿Estás pensando lo que yo?
-Podemos
enviar al otro para que traiga un rescate por este, digo yo.
-Yo estaba
pensando lo mismo.
-Me alegro
de que estemos de acuerdo. -Las palabras iban acompañadas de una sonrisa-. Esto
podría convertirse en una buena línea de trabajo.
-Y tampoco
puede decirse que tenga prisa para dejar esa cama tan blanda que tengo arriba.
-¿Trae
usted el dinero, señor?
Era la
primera vez que se dirigían a él. Jungsoo todavía estaba asimilando la noción
de que aquellos individuos querían retenerlo allí, si había comprendido bien. Y
no se le ocurría una forma razonable de quitarles la idea de la cabeza, por lo
que intentó ganar tiempo.
-Bueno, no
sé muy bien de qué están hablando -respondió, y se echó un farol-. Y, ¿qué
están ustedes haciendo en mi casa?
-¿Su casa?
El caballero dijo que era la suya.
-¿Qué
caballero?
-El que
hemos encerrado en el sótano, que es adonde irá a parar usted si no ha traído
el dinero.
-Bien, si
me lo plantea así, estoy seguro de que puedo regresar con algo de dinero -le
dijo al último que había hablado-. ¿Cuánto necesitan?
-¿Nos está
tomando el pelo? ¿No ha recibido la carta que le ha traído aquí?
-¿Una
carta? Caramba, sí. Pero esta semana se me han roto los lentes y no he podido
leerla. ¿Era para decirme que ustedes habían atrapado a alguien que había
allanado mi casa? En ese caso, su acción es loable y, desde luego, se merecen
ustedes una recompensa. ¿Es ese el dinero del que están hablando?
Los
hombres intercambiaron miradas, desconcertados, hasta que uno de ellos dijo:
-Señor,
limítese a decirme sí o no. ¿Lleva usted cuarenta libras encima?
Aquella
cantidad tan poco habitual cobraba sentido ahora, cuarenta dividido por cuatro.
Aunque seguía siendo una cantidad irrisoria.
-Caramba,
sí, ahora que lo dice...
-¿Sí o no?
-Ha dicho
que sí -señaló uno de ellos. Un gruñido de frustración.
-Lo he
oído, pero eso iba a ser más que un simple sí o no.
-Está
chiflado -dijeron detrás de él,- No te
esfuerces por entenderlo..
-Tú
asegúrate de que tiene el dinero.
Le
quitaron la bolsa. Jungsoo protestó indignado.
-¡Eh!
¡Oiga ... !
-Está
vacío -se lamentó el hombre que se lo había quitado-. Dígame usted, ¿por qué
lleva el bolso vacío?
-Ya te he
dicho que no intentes comprender a los ricachones. Están todos chalados.
Jungsoo
oyó otro gruñido de frustración a su izquierda.
-¿Dónde
está el dinero, señor?
-En el
bolsillo, naturalmente. Cualquier inocentón sabría que no debe llevar el dinero
en la bolsa, cuando son el primer objetivo de los ladrones. Usted acaba de
quitármelo de un tirón, ¿no? Eso lo certifica.
Ellos
volvieron a mirarse, pero esta vez seriamente enojados. De hecho, Jungsoo no se
sorprendió cuando lo tomaron por el brazo y se lo llevaron al piso de arriba.
Supuso que
no debería haber puesto en práctica con ellos su táctica de decir tonterías. No
las apreciaban en lo más mínimo. Pero, después de oír que se estaban planteando
retenerlo allí, necesitaba tiempo para pensar en todo lo que eso entrañaría. Ya
lo sabía en parte y no le gustaba nada. Así pues, ahora necesitaba hallar la
forma de que lo dejaran marchar.
Aquello
era primordial. Después de todo, si no salía pronto de la casa, sus tíos
querrían entrar y también tendrían que retenerlos. Y si los retenían a los
tres, ¿a quién pedirían el dinero del rescate? Desde luego, a su pariente
lejano no, el que había heredado el título de su bisabuelo y se negaba incluso
a reconocerlos como parte de la familia.
Cuando lo
metieron a empujones en un dormitorio del piso de arriba y cerraron de un
portazo, pensó que dispondría de tiempo para pensar, y lo habría hecho, si Kim Jungmo
no hubiera estado también allí.
La
habitación estaba a oscuras. Lo único que le indicó a Jungsoo que no estaba solo
fue una voz temblorosa, que le sonó familiar, proveniente de algún punto de la
habitación, lamentándose:
-¿Y ahora
qué quiere?
-Soy yo, Jungsoo
-dijo hacia el lugar de donde procedía la voz-. ¿No me esperaba?
-¡Oh! ¡Sí!
Pero ¿por qué ha tardado tanto? Hace días que les di la carta para que la
echaran al buzón.
-Yo no la
he recibido hasta hoy.
-Bah, esos
idiotas -dijo Jungmo con desdén-. Debería haber imaginado que no sabrían ni
enviar una carta.
Bueno, no
importa, al fin ha llegado. Y no puede imaginarse cuánto se lo agradezco.
-No hay de
qué -respondió Jungsoo-. Pero me sorprende que se pusiera en contacto conmigo.
Pensé que la carta era una broma.
Un
suspiro.
-Ojalá lo
fuera. Pero Jungsoo, siento de veras haberlo mezclado en esto. Lo cierto es que
no se me ocurrió nadie más con quien ponerme en contacto cerca de aquí. Habría
tardado muchísimo en contactar con mis padres y, además, ellos creen que yo
sigo en Raccoon Glade y no quería que pensaran lo contrario. Les molestaría
mucho saber que me marché pero no fui directamente a casa, y luego sucedió
esto.
Jungsoo
decidió no mencionar aún que sus padres ya sabían que Jungmo no estaba donde se
suponía.
Primero
quería asegurarse de que se encontraba bien, y para ello tenía que verlo.
-¿No hay
aquí ninguna lámpara que pueda encenderse? Se me hace bastante raro hablar con
usted a oscuras.
-Hay
bastantes, sí, pero no he sido previsor. Ya he gastado todo el combustible, y
ellos no me traen más. Sin duda, no quieren molestarse en buscarlo, los muy
gandules -añadió Jungmo con aspereza.
Sin
embargo, al cabo de unos instantes, la luz de la luna entró a raudales en la
habitación cuando Jungmo corrió las cortinas de las dos ventanas. Como Jungsoo
llevaba varios minutos sumido en la completa oscuridad, aquella tenue
iluminación fue casi como encender una luz.
-¿Mejor?
-dijo Jungmo, volviendo a sentarse en el borde de la cama.
-Mucho
mejor -respondió Jungsoo, y se sentó junto a él para examinarlo de cerca.
Jungmo
tenía buen aspecto, aunque estaba un poco desaliñado. Iba vestido con la misma
ropa que llevaba al marcharse de Raccoon
Glade, y parecía que no se la hubiera quitado ni una sola vez.
-¿Le han
dado de comer? -preguntó Jungsoo preocupado-. ¿Lo tratan bien?
-Sí, me
han dado de comer, pero casi siempre me traen barras de pan robadas, de eso no
me cabe la menor duda, porque me figuro que ellos no hacen el pan. La despensa
no estaba llena, solo había unas pocas provisiones, y seguro que las han
agotado enseguida. Y en cuanto a cómo me han tratado, bueno, me han tenido
encerrado aquí arriba casi todo el tiempo.
-¿Qué es
exactamente lo que está pasando aquí? -preguntó Jungsoo a continuación-. ¿Es
esta su casa?
-No,
pertenece a mi primo John. Llegamos muy tarde, directamente desde Raccoon
Glade. La casa estaba un poco
desordenada y John enseguida sospechó que había entrado alguien. Sin embargo,
no esperábamos que los intrusos siguieran aquí, ni que estuvieran. durmiendo en
el piso de arriba. De hecho, se sorprendieron tanto como nosotros. Por lo
visto, encontraron la casa vacía y decidieron que sería un buen lugar para
quedarse a pasar el invierno, o hasta que el propietario apareciera. Son
vagabundos, o al menos es lo que me ha parecido entender.
Jungsoo
también había llegado a esa conclusión.
-Supongo
que no dio tiempo a llamar a las autoridades.
-No hubo
tiempo de pensar en nada lógico, si es a eso a lo que se refiere. Es lo primero
que deberíamos haber hecho. Lo sé. Pero supongo que John estaba demasiado
furioso para pensar o hacer las cosas como es debido. Es comprensible. Habían
entrado en su casa. Aún seguían allí. Montó en cólera. Pero no tendría que
haber intentado echarlos a los cuatro él solo.
-¿A los
cuatro?
-Sí, ya
sé, aunque hubiera sido un condenado atleta, y no lo es, la pelea era demasiado
desigual. Y, después de todo, ellos solo querían huir. Así pues, todo podría
haber salido bien si John no hubiese montado en cólera. Cuando intentó darle a
uno una paliza, los otros tres acudieron en su ayuda y fue John el que terminó
mal.
-¿Le
hicieron daño?
-Imagino
que hirieron su orgullo más que otra cosa. Pero esa victoria los envalentonó.
Lo ataron y lo metieron en el sótano, y luego me encerraron aquí. Pasaron
varias horas antes de que subieran con el plan del rescate y me ordenaran que
escribiera esa carta, por solo cuarenta libras. ¿Puede creerlo? -añadió con un
bufido de indignación-. Mis padres tienen...
-Sé que es
una cantidad ridícula -lo interrumpió Jungsoo-. Pero probablemente no para
ellos, y eso carece de importancia. Van armados. ¿Lo iban antes?
Jungmo
frunció el ceño.
-No, yo no
vi ningún arma. Vaya, vaya, se están convirtiendo en verdaderos delincuentes,
¿no es cierto? Deben de haberlas adquirido después de que esto empezara.
Probablemente, las habrán robado, como hacen con el pan. Eso ha sido una
estupidez. Ahora alguien puede resultar herido.
-Mientras
no seamos ninguno de nosotros...
-Oh, no me
preocupa que seamos ninguno de nosotros. Es más probable que se disparen entre
ellos. Parecen unos verdaderos ineptos. Dudo que hayan hecho nada similar en
toda su vida y están un poco perdidos. Tampoco me sorprendería que hubieran
montado este tinglado para quedarse más tiempo aquí. Por lo visto, esto les
encanta, aunque es natural, después de haber vivido en la calle.
-Ya me he
dado cuenta. Y se les ha ocurrido otra razón para quedarse más tiempo. Planean
retenerme aquí y enviarlo a usted en busca de mi rescate.
Jungmo
bufó con desesperación.
-¡Ni
hablar! No le he pedido que venga para ponerlo en la deplorable situación en la
que yo me encuentro. Son estúpidos. No hay otra explicación. Bueno, tendremos
que informales de que esta no es forma de hacer las cosas.
-Eso no es
lo único que tenemos que explicarles -dijo Jungsoo, con patente preocupación-.
Tendré que decirles que van a venir más personas si yo no me marcho pronto.
Usted lleva varios días tratando con ellos. ¿Funcionará si les damos el rescate
y permitimos que se marchen?
-¿Va a
venir alguien?
-Sí, mis
tíos -suspiró Jungsoo-. Están esperándome fuera, en el carruaje.
-Dios
santo -dijo Jungmo. Y volvió a decirlo cuando oyeron que alguien llamaba a la
puerta-. Oh, querido.
Dios. Quien iba a imaginar que jungmo estaba secuestrado y no de fugitivo. Espero que Siwon y Kangin den con la mansión pronto también.
ResponderEliminarGracias por el capitulo