Todo pasó
demasiado deprisa. Siwon había echado la puerta abajo cuando vio que tardaban
en responder, saltando la cerradura, tenía los hombros fuertes, y luego había
musitado:
-¿Qué
diablos? -Justo antes de caer al suelo.
A la luz
del farol que había en el porche de la parte de atrás, Youngwoon lo vio
desplomarse, vio el arma en la mano del hombre que lo había golpeado en la cabeza,
y se abalanzó sobre él. Se oyó un disparo.
Se oyeron
gritos de alarma en la parte delantera de la casa, en el piso de arriba, en la
casa contigua. A aquellas horas de la noche, el disparo había roto el silencio
en aquel tranquilo paraje. El olor a pólvora quemada impregnó el aire. La bala
había pasado junto al cuello de Youngwoon y él la había oído perfectamente. Fue
eso lo que lo enojó tanto como para dejarle al hombre la cara hecha un cromo
antes de dar cuenta de él.
Deberían
haber abordado aquello con más cautela en lugar de dejarse llevar por la
impaciencia que se había apoderado de ellos. Pero tras dos días de búsqueda,
viendo cómo la gente les cerraba la puerta en las narices y huyendo de los
perros, ahora que un golfillo los había traído hasta aquí, atravesando patios
traseros y saltando vallas en lugar de venir por la calle, encontrarse con la
casa desierta... no los había calmado precisamente.
Luego se
cercioró de que Siwon no estuviera muerto. No lo estaba, e incluso empezaba ya
a gimotear un poco. Fue en busca del farol que había en el porche. El golfillo
había desaparecido. No le sorprendió.
Cuando
regresó a la cocina, donde estaban tendidos los dos cuerpos, Youngwoon solo
tuvo tiempo de dejar el farol en la mesa antes de que aparecieran otros dos
hombres en el umbral. Uno llevaba una pistola lista para disparar. Youngwoon no
había pensado en recoger el arma con que habían golpeado a Siwon en la cabeza.
-¿Qué
diablos?
-¿Qué ha
pasado aquí?
-Un
pequeño malentendido, creo -explicó Youngwoon-. He venido a ver a Kim John, o
mejor dicho, a su primo. ¿Trabajan para él?
Los dos
hombres se miraron antes de que uno dijera:
-Desde
luego, pero estas no son horas para venir de visita. Vuelva por la mañana, caballero.
-Me
quedaré para solucionar el asunto que me ha traído hasta aquí, sí no tiene
inconveniente.
-Usted se
marchará si sabe lo que le conviene -dijo el hombre que iba armado y, por si Youngwoon
no la había visto, agitó el arma.
Sin
embargo, el otro intervino y dijo con cordialidad:
-Está
bien. Le llevaremos con el señor Kim. Sin duda se alegrará de verlo.
El
sarcasmo que Youngwoon percibió en las palabras de aquel hombre no fue la
primera señal de que algo iba mal, sino el hecho de que llamara «señor» a Kim,
cuando este tenía un título menor, según Siwon, lo bastante importante como
para que sus sirvientes se refirieran a él como «lord Kim».
El farol
que Youngwoon había llevado a la cocina iluminaba el corto pasillo que conducía
al recibidor de la casa, aunque la luz era débil, y el resto de la casa estaba
a oscuras. Tendría que habérselo llevado. Uno de los dos hombres debería haber
pensado también en ello. Parecía extraño que no hubiera luz en la casa, a menos
que todo el mundo estuviera durmiendo. No obstante, los hombres iban vestidos,
lo cual indicaba que no se habían levantado de la cama para investigar los
ruidos en la parte trasera de la casa.
Sin
embargo, los ruidos debían de haber despertado a todos los miembros de la casa,
incluyendo a las personas del piso de arriba. Al menos, eso fue lo que pensó Youngwoon
al ver por el rabillo del ojo una silueta en lo alto de las escaleras. Empezó a
volverse en esa dirección, pero notó el cañón de la pistola en la espalda,
instándolo a que continuara andando.
Aquella
fue la última señal que necesitaba para constatar que algo iba mal. Si se
equivocaba ya daría explicaciones más adelante, pero en aquel momento se
volvió, le dio un golpe en el brazo al hombre que lo apuntaba con el arma y le
propinó un puñetazo en la nariz. El tipo salió impulsado hacia atrás, tropezó
con una mesa del recibidor y ya no se movió.
El otro
hombre, que había abierto la comitiva y ahora estaba detrás de él, rugió y le
saltó a la espalda, rodeándole el cuello con los brazos para intentar
estrangularlo. No estaba consiguiéndolo, ni por asomo, aunque él debía de
pensar lo contrario, porque se reía eufórico. Youngwoon, que a aquellas alturas
ya estaba fuera de sí, tiró de aquel hombrecillo escuálido hasta darle la
vuelta, lo sostuvo ante él y fue a darle un puñetazo. Pero lo vio gritar y
desmayarse antes de que él lo golpeara. Disgustado, lo dejó caer al suelo.
Y luego se
asombró al oír una voz que reconoció en el acto, a pesar de lo enojada que
sonaba.
-¿Cómo ha
podido usted ignorar el arma de esa forma?
Youngwoon
no respondió y, en cambio, inquirió:
-¿Qué
diablos está haciendo usted aquí?
La persona
tampoco respondió, concentrado aún en su primera pregunta. Furioso, dijo:
-¡Podrían
haberle matado!
Youngwoon
se dio cuenta entonces de cuál era la causa de su enojo e intentó restarle
importancia.
-Cuando tu
futuro es tan deprimente, exponerte a un peligro no significa lo mismo que
cuando lo esperas todo de la vida.
-Ha sido
una imprudencia, por mucho que usted diga -insistió él con voz tensa. Youngwoon
no iba a discutírselo.
-¿Contestará
usted ahora a mi pregunta?
-Sí, desde
luego... si ha dado usted cuenta ya de todos ellos -respondió.
-¿De
todos, quiénes?
-Los
pobres diablos que allanaron la casa y fueron tan estúpidos como para tener a Jungmo
y a John secuestrados durante toda la semana. En total son cuatro.
-Yo solo
me he encontrado con tres...
-Entonces,
nosotros nos encerraremos aquí arriba mientras usted termina. Pero tenga
cuidado. Al menos tres de ellos iban armados y... - El guardó silencio cuando
volvieron a llamar a la puerta principal-. Probablemente debe de ser nuestro
cochero. Déjele entrar. Le ayudará a buscar al que queda. Y John está en el
sótano. Por favor, asegúrese de que se encuentra bien.
Youngwoon
se quedó allí durante unos instantes después de que Jungsoo desapareciera en la
oscuridad, sorprendido aún de haberlo hallado allí, y aún más sorprendido de su
capacidad para dar órdenes. Pero luego sonrió, recordando su enojo y su
preocupación a causa del pequeño roce con el peligro que él acababa de tener.
Arriba, Jungsoo
regresó a la habitación de Jungmo y, palpando el marco de la puerta en busca de
un pestillo, que fue fácil de encontrar, lo corrió. Aún estaba asombrado de que
la puerta no hubiera estado cerrada con llave, a diferencia de cuando lo habían
subido arriba. Concluyó que su cháchara debía de haber puesto a aquellos
hombres tan nerviosos que sencillamente se habían olvidado de volver a cerrarla
después de meterlo dentro. Si lo hubiera sabido, él y Jungmo ya podrían estar
fuera y haber huido en el carruaje que las esperaba fuera. Y las autoridades
podrían haber ido a liberar al primo de Jungmo. Aunque ahora ya no importaba.
-Nos han
rescatado -le dijo a Jungmo-. Bueno, casi, o al menos están a punto de hacerlo,
así que deberíamos quedarnos aquí hasta que no haya peligro.
-¿Quién?
-Kim Youngwoon
de Shinhwa.
-Pero ¿qué
está haciendo él aquí? -preguntó Jungmo.
-Buscándolo,
seguro. De hecho, creo que lord Eric tiene a varios hombres buscándolo desde
que se marchó de Raccoon Glade, así que sus padres están al corriente de que
usted no está donde ellos creían.
-Oh, vaya.
Ahora voy a tener que pagar por ello -se quejó Jungmo-. ¿Qué motivo puede tener
Kang para buscarme? A menos que, mmm..., no importa.
-Está bien
-le dijo Jungsoo, leyéndole el pensamiento a Jungmo-. Lo sé todo sobre lo que
usted presenció en Raccoon Glade la noche de su partida.
-¿Lo sabe?
-Sí, Youngwoon
me lo explicó.
-Bueno,
supongo que no debería sorprenderme. Parecían ser muy buenos amigos.
-Sí,
amigos -dijo Jungsoo en un tono de voz que empezaba a sonar a lamento. Se
reprendió mentalmente. No iba a permitir que eso fuera a hacerle perder la
calma en un momento como aquel-. Pero ¿por qué se marchó usted aquella noche
con tanta prisa?
-¿Por qué
lo hizo usted?
Jungsoo
parpadeó.
-¿Cómo
dice?
-Lo vi
marcharse corriendo antes de que aquello ocurriera, vi que Youngwoon lo seguía.
Esperaba, créame, que eso diera algún fruto, que él, le pidiera que se casara
con él. -Un suspiro-. Pero supongo que: solo quería asegurarse de que usted
estaba bien, porque al cabo de una hora, allí estaba de nuevo, citándose con ese
brujo, así que era evidente que habían hecho las paces. Para mí, eso fue la
gota que colmó el vaso. Heechul había vuelto a ganar. Consigue todo lo que
quiere.
-Eso
parece, ¿verdad? -observó Jungsoo, suspirando también.
-Lo
gracioso fue que yo llegué a pensar que se estaba, empezando a hacer justicia
cuando Youngwoon rompió su compromiso con él. Heechul había instigado la
ruptura, pero el tiro le había salido por la culata y se dio cuenta demasiado
tarde de que, a fin de cuentas, él era un buen partido. Luego, el averiguar que
había sido algo temporal, que después de todo él iba a conseguirlo, fue
demasiado para mí. Los jóvenes como Heechul ganan a pesar del mal que hagan.
¡No es justo! Y que él volviera a ganar, tan pronto, después de haber intentado
denigrarme y convencer a todos de que soy un mentiroso, lo cual no es en
absoluto cierto.... me partió el alma. Tenía que marcharme, y deprisa, antes de
ponerme en evidencia.
Jungsoo lo
comprendía a la perfección, pues a él le había sucedido exactamente lo mismo.
Había tenido que marcharse por la misma razón, antes de que las lágrimas que no
podía contener lo pusieran en una situación embarazosa.
-¿Así que
vino directamente aquí?
-Sí.
Necesitaba un poco de aislamiento para asimilar las cosas conseguir que no me
afectaran. Creí que solo me llevaría uno o do días... Pero esos estúpidos
vagabundos frustraron mis planes.
-En lo que
respecta al tiempo sí, pero ¿ha conseguido este aislamiento lo que usted
esperaba?
-Sí. De
hecho, he concluido que siempre odiaré a Heechul. Ha hecho demasiadas cosas
para que lo perdone, y no solo a mí. Pero no voy a permitir que eso me amargue
más. Voy a mantenerme alejado de él de ahora en adelante, e intentar olvidar
que existe siquiera.
-Si
siempre lo ha odiado, ¿por qué seguía usted relacionándose con él?
-Porque no
siempre ha sido así. De hecho, somos amigos desde la infancia, créalo o no. Nos
llevábamos muy bien, tanto que yo a menudo estaba en su casa y podía ver con
mis propios ojos cómo la consentían sus padres. Por eso, hasta cierto punto
entendía que fuera como es, y tendía a perdonarlo, hasta que conocí a Jay.
-¿Jay?
-El hombre
de quien me enamoré. De hecho, él me cortejaba. Y conocía a Heechul. Me aseguró
que no estaba impresionado por su belleza. Sin embargo, a él no le gustó que Jay
lo ignorara por completo y decidió intervenir. Y el mismo día en que empezó a
tener atenciones con él, Jay se sumó a la multitud de necios «adoradores del dios».
Dejó de visitarme. Empezó a visitarlo a él. Yo estaba desolado. Y lo peor de
todo era que yo sabía que Heechul no lo quería para sí. Simplemente le había
molestado que él lo ignorara. En cuanto Jay empezó a adorarlo, se lo quitó de
la cabeza. Pero para mí fue demasiado tarde. Jay intentó volver a cortejarme,
pero yo no lo acepté. A los otros amigos de Heechul tal vez les dé igual
quedarse con lo que él deja, pero a mí no. Debería haberlo perdonado. Sabía que
lo que sentía por Heechul no era real, que se había cegado con su belleza. Pero
fui demasiado obstinado y él terminó casándose con otro.
-Lo
siento.
-No lo
haga -respondió Jungmo-. Mi orgullo tuvo gran parte de culpa.
-Pero
después de aquello ustedes siguieron siendo amigos, ¿no? ¿O lo que acaba de
explicarme no hace mucho que ocurrió?
-De hecho,
yo termine nuestra amistad justo entonces, pero él vino a suplicarme que lo
perdonara. Juró que no había intentado robármelo y dijo que, si era capaz de
fijarse en otra persona con tanta facilidad, no era digno de mí. Fuera como
fuese, me dejé convencer porque habíamos sido muy buenos amigos. Pero entre él
y yo ya nada volvió a ser lo mismo, y poco a poco yo fui amargándome cada vez
más, viendo la forma en que manipulaba a los demás para salirse con la suya,
presenciando sus pataletas cuando tenía
celos de alguien. Hasta usted fue víctima de sus celos.
-¿Yo? -Jungsoo
casi se echó a reír al pensar en que alguien pudiera tenerle celos, y en
particular Heechul.
-No hablo
de celos normales -aclaró Jungmo-. El nunca se ha interesado realmente por
ningún hombre. Y sé que a usted le costaría creerme, después de que Heechul me
haya tachado de mentiroso en público, pero él es quien volvió a poner en
circulación ese viejo rumor sobre su familia. Y no fue un lapsus. Lo hizo a
propósito, cuando vio que unos cuantos de sus admiradores habituales estaban
pendientes de usted y no de él. De eso es de lo que tuvo celos. Detesta no ser
el único foco de atención. Pensaba que debía saberlo, puesto que parecían
llevarse muy bien.
A Jungsoo
le costaba creerlo. No es que dudara de lo que Jungmo acababa de decirle, sino
que le parecía desmesurado que Heechul hubiera hecho algo así por tan nimio
motivo.
-Ya me
había dado cuenta de que Heechul nunca había sido amigo mío -admitió Jungsoo.
-Bien. Al
menos a usted ya no consigue engañarlo, como a los pobres de Geunsuk y Hongki.
En cuanto a mí, al final empecé a despreciarlo y el único motivo de que
siguiera frecuentándolo era porque esperaba, deseaba, que alguien, cualquiera,
acabara poniéndolo en su sitio. Yo quería estar allí para presenciarlo. Es
absurdo por mi parte, lo sé. Pero a Heechul nunca le han dado su merecido, ni
probablemente se lo den nunca.
-Tal vez
le ayude saber que Youngwoon no quiere casarse con él
-Entonces,
¿por qué se habían citado?
-No lo
habían hecho. Lo que usted vio no es lo que parecía.
-Oh,
venga, Jungsoo, no sea ingenuo. Era evidente que estaban punto de acostarse.
-¿En una
habitación que Heechul compartía con un montón de jóvenes? ¿Sabiendo que
cualquiera de ellos podría haberlos sorprendido?
Jungmo
frunció el ceño.
-No lo
tuve en cuenta. Entonces, ¿qué estaba haciendo Youngwoon allí?
-Dejarse
llevar por su genio, o eso me ha confesado. Encarándose a él. Lo había estado
buscando para exigirle respuestas. Eso es todo.
-Desde
luego, no me sorprende. Heechul es de sobra conocido por enfurecer a la gente,
y eso impulsa a las personas a hacer
cosas que habitualmente no harían.
Jungsoo se
ruborizó al ver tan bien descrita su horrible reacción con Heechul aquella
noche.
-Sí,
bueno, vuelven a estar prometidos, pero solo porque él convenció a la familia
de Youngwoon de que usted difundiría ese rumor para desprestigiarlo. Ese es el
motivo de que lord Eric haya estado buscándolo. No quiere que Youngwoon se case
con él. Youngwoon tampoco lo desea. Pero su conciencia le impide no hacerlo,
habiendo sido su genio lo que le llevó allí, y no casarse con Heechul provocaría
su desprestigio.
-Dios
santo, ¿está usted diciendo que él lo ha conseguido por mí? ¿Que se lo he
servido en bandeja de plata, por así decirlo? Oh, no, rotundamente no. Si esa
es la única razón por la que él se casa, entonces tiene mi palabra de que no le
contaré a nadie lo que vi. Su maldita reputación está completamente a salvo en
ese caso, si ello significa que, por fin, no conseguirá lo que quiere.
Jungsoo
sonrió, aliviado al menos por Youngwoon.
-Me
inclinaba a pensar que usted actuaría así.
Jungsoo
esperaba que Youngwoon llamara a la puerta en cualquier momento. No esperaba
que la puerta se abriera sola, pero así ocurrió, y la razón era que había
olvidado que la puerta tenía llave.
El cuarto
secuestrador se hallaba en el umbral, llave en mano. Era el menos desaliñado de
todos, el que no llevaba arma, al menos ninguna que él hubiera visto. Lo cual
no significaba que no pudiera tener una consigo. No obstante, era el que
parecía menos peligroso del grupo, hasta el momento.
Sus
primeras palabras tampoco le dieron motivo para alarmarse.
-Vengan,
señores. He venido a rescatarlos. Abajo hay un maldito escocés fuera de si.
-Resulta
que el escocés es amigo nuestro -señaló Jungsoo.
-Me lo
temía -dijo él, mordiéndose el labio inferior de una forma que dejaba patente
su preocupación-. Bueno, entonces uno de ustedes va a venir conmigo para
rescatarme a mí. Y preferiría que no fuera usted, don Cotorro.
Jungsoo,
algo indignado por cómo lo había calificado, respondió muy tenso:
-No va
usted a importunar a mi amigo más de lo que ya lo ha hecho reteniéndolo aquí.
Si quiere salvarse, le sugiero que lo haga. Ahí tiene una ventana.
-Estamos
en el piso de arriba -se quejó él, como si Jungsoo lo hubiera pasado por alto.
-¿Y qué?
Imagino que cualquier caída sería menos dolorosa que tener que medir sus
fuerzas con Kim Youngwoon.
Él se
volvió hacia Jungsoo para discutir.
-Vamos a
ver, señor, aquí soy yo el que manda, y voy a servirme de uno de ustedes para
salir de este embrollo, ¡sobre todo cuando ni siquiera nos ha dado las malditas
cuarenta libras que nos debe!
-Bueno, si
es solo eso lo que pide...
Jungsoo no
tuvo que terminar la frase. Jungmo, que conocía a la perfección la estancia en
la oscuridad, había conseguido encontrar un objeto pesado y aprovechó que el
individuo le había dado la espalda para golpearlo en la cabeza.
Luego dejó
el objeto en el suelo, se sacudió las manos con energía y le dijo al tipo
inconsciente:
-Eso ha
sido por haberme dado solo pan para comer.
Jungsoo
empezó a sonreír, pero la puerta volvió a abrirse. Esta vez era Youngwoon,
quien, después de mirar al hombre tendido en el suelo, lo miró y le dijo en
tono acusador:
-Pensaba
que iba usted a cerrarse por dentro.
-Bueno,
eso hice -respondió a la defensiva-. Supongo que me olvidé de que él tenía la llave.
-Sí, ya
veo -dijo Youngwoon disgustado mientras se cargaba a la espalda al hombre
inconsciente. Al salir, añadió-: Ahora pueden bajar. Su primo ha ido en busca
de alguien para que se lleven a estos tipos.
-Entonces,
¿está bien?
-Sí, está
bien. Más avergonzado que otra cosa por perder el control. Y también un poco
enojado consigo mismo, añadiría.
-¿Ha
informado a mis tíos de que todo está bajo control? -preguntó Jungsoo cuando lo
siguió al piso de abajo.
-No tenía
a este tipo y ni siquiera sabía que sus tíos estaban aquí...¿Dónde están?
Jungsoo se
ruborizó al recordar que todavía no los había mencionado. Supuso que las
aventuras no eran santo de su devoción, y que no hacía más que meter la pata
una y otra vez.
-Están
fuera, en nuestro carruaje. Ahora mismo vuelvo -dijo, salió corriendo por la
puerta principal antes de que Youngwoon notar su azoramiento.
Tranquilizar
a sus tíos asegurándoles que ya nadie corría peligro le costó más de lo que
calculaba. Llevaba demasiado tiempo dentro de la casa para que ellos no
estuvieran preocupados. Pero cuando los dos empezaron a reñir sobre si debían
regresar a casa de inmediato o intentar encontrar una posada abierta a aquellas
horas, supo que estaban lo bastante calmados como para que él pudiera volver un
momento a la casa.
Tenía que
darle a Youngwoon la buena noticia de que Jungmo no iba a contarle a nadie lo
que había visto aquella noche en Raccoon Glade, si es que el joven todavía no
se lo había dicho. Jungmo había bajado con él, por lo que tal vez Youngwoon ya
debía saber que no tendría que casarse con Heechul.
Le
sorprendió encontrarlo solo junto a las escaleras, y no parecía precisamente
alguien que acababa de resolver con éxito un secuestro, ni alguien que acababa
de librarse de un matrimonio que no deseaba. Daba la impresión de que acababa
de perder a su mejor amigo.
Alarmado,
preguntó:
-¿Qué ha
sucedido?
Youngwoon
estaba tan desconsolado que apenas lo miró:
-No va a
ayudarme. Se ha negado rotundamente a guardar silencio si no me caso con Heechul.
Jungsoo
frunció el ceño.
-Tonterías.
Acaba de asegurarme que lo haría.
-Entonces
le ha mentido. Está encantado de poderle dar a Heechul su merecido. Son sus
palabras exactas. Y no hay más que hablar.
Jungsoo se
sentó en las escaleras, un poco aturdido por la sorpresa.
-No lo
entiendo. Él creía que usted ya volvía a estar prometido con Heechul, que por eso
se hallaba allí esa noche. Le entristeció creer que Heechul estaba volviendo a
conseguir lo que quería. Por eso se marchó. Estaba abatidísimo. Pero cuando le
expliqué lo que había sucedido realmente, y que usted solo se casaba con Heechul
para proteger su reputación por lo que había visto, Jungmo juró que no lo contaría jamás. ¿Por qué ha cambiado
de opinión, Youngwoon? ¿Qué le ha contado?
-La
verdad.
-¿Y yo no?
-preguntó Jungsoo sin salir de su asombro.
-Sí, lo ha
hecho -lo tranquilizó él-. Pero había un detalle más que usted desconocía y que
yo no pensé ocultar. Me olvidaba de cuánto odia a Heechul ese joven. Yo solo
estaba apelando a su compasión, pero por lo visto eso es menos importante que
su deseo de impedir por una vez que Heechul
consiga lo que quiere.
-¿Qué
verdad?
-Heechul
no quiere casarse conmigo más de lo que lo deseo yo. Después de la charla que
tuvo con Eric, en la cual lo puso al corriente de las responsabilidades que
debería asumir como el próximo joven a marques, ha decidido que ser mi esposo
le supondrá demasiado trabajo. Siwon tenía razón. Él solo estaba interesado en
el título, no en mí, y ahora que el título entraña más de lo que esperaba,
quiere volver a romper el compromiso.
Jungsoo no
sabía si reír o llorar. Le aliviaba muchísimo que Heechul no quisiera a Youngwoon,
que en realidad nunca lo hubiese querido a él, sino lo que entrañaba. Pero iba
a tenerlo de todos modos, por su forma de ser, porque había inspirado unos
sentimientos tan funestos contra él que el que en un tiempo fue su amigo
prefería vengarse que hacer lo que consideraba correcto.
-Volveré a
hablar con él.
-Por mí
encantado, pero lo he visto en sus ojos, el triunfo que acabo de servirle en
bandeja de plata. Ahora tiene el medio para tomarse la revancha con su enemigo.
No renunciará a ello.
Jo...ya me había emocionado.
ResponderEliminarJungmo no diría nada...pero parece que darle su merecido a Hee,tiene mas peso que una vuena acción.
Aunque no lo culpo,Hee se ha ganado a pulso las cosas y bueno...hasta a mi me cae mal.
Me duele por Teuk y Kangin pero...Hee esta teniendo una buena lección.
Pero,ojala Jungmo recapacite o pase algo *0*