Jungsoo no
había hecho en su vida nada tan... ajeno a su naturaleza como lo de aquella
tarde. Fue el enojo, que tan poco familiar le resultaba, lo que lo impulsó a
buscar su abrigo y marcharse de Raccoon Glade sin tan siquiera decírselo a sus
tíos. Pero fue la vergüenza la que se abrió paso, la que caló hasta sus mismos
huesos, lo que le incitó a salir corriendo, sin esperar al carruaje.
Le parecía
imposible haberle dicho aquellas cosas a Heechul. Responder a la crueldad con
crueldad no era lo adecuado, por muy satisfactorio que pudiera resultan Sí, Heechul
se merecía todas y cada una de las palabras que le había dicho, pero ¿había
alguna excusa para que Jungsoo pusiera en entredicho sus principios y su
naturaleza?
Podría
haberse marchado sin decirle nada. Ese mero desplante habría bastado para
transmitirle el mensaje: estaba harto de él y no toleraría más su maledicencia.
Pero no, Jungsoo se había dejado llevar por la ira que se había apoderado de él
y se había situado a su mismo nivel.
Su deseo
era no tener que volver a Raccoon Glade, al menos mientras Heechul siguiera
allí, pero no sabía qué excusa podía darles a sus tíos para no hacerlo.
Consideró la posibilidad de decir la verdad, pero luego lo descartó. Después de
todo, Minwoo se culparía, porque el appa de Heechul era amigo suyo. Es posible que
también se sintiera obligado a informar a lord Soogeun sobre el horrendo
comportamiento de su hijo, y luego se sentiría culpable también por eso. Al
menos, Jungsoo podía ahorrarle a su tío aquel mal trago.
Jungsoo no
dudó ni por un instante que el principal argumento de Heechul fuera cierto. El
quería recuperarlo, solo que aún estaba demasiado enojado para admitirlo. ¿Cómo
iba a ser de otra forma?
Heechul
era demasiado hermoso para que cualquier hombre se resistiera a querer hacerlo
suyo. Sin embargo, Jungsoo no pensaba que Youngwoon estuviera utilizándolo para
darle celos a Heechul. Tal vez a Donghae, pero no a él. Su amistad era genuina.
Tenía que serlo. No podía equivocarse tanto con él o sobre su propia valía.
Y luego se
apoderó de él la tristeza, al aceptar que el hombre a quien amaba estaba
enamorado de otro, de alguien que ni siquiera era digna de él. Sabía que tarde
o temprano tendría que afrontarlo, pero ¿tan pronto?
Como es
natural, aquella reflexión dio paso a las lágrimas, y fueron tantas que pronto
se encontró corriendo sin rumbo fijo, sin ver hacia dónde iba. Cuando estuvo a
punto de tropezar con una rama, se detuvo un momento para secarse las lágrimas
y descubrió que había estado corriendo en círculo y que casi había vuelto a Raccoon
Glade. Esa fue la razón de que el carruaje que en aquel momento abandonaba la
mansión lo alcanzara en tan poco tiempo.
-¿Qué
diablos está usted haciendo? -oyó Jungsoo antes de que Youngwoon bajara del
asiento del cochero y lo metiera en el carruaje.
En el
interior no había luz. Youngwoon se había montado en el primer vehículo que
había encontrado con los caballos ya enganchados, el que había de llevarlos a él
y a sus tíos de regreso a casa al final de la velada.
Así pues,
él no pudo ver sus lágrimas cuando lo siguió al interior del carruaje para
resguardarse del frío.
Por ese
motivo, su segunda pregunta fue igual de contundente que la primera.
-¿Qué ha
sucedido ahí dentro que lo ha impulsado a salir corriendo de la casa?
-Nada.
-¿Nada?
¿Tan turbado estaba que ni siquiera ha podido esperar al cochero?
-Me gusta
andar..
-¡Iba
corriendo!
-Hace
frío...
-Va a
tener que decirme la verdad, querido, y basta de excusas. Lo he visto hablando
con Heechul. ¿Qué le ha dicho que lo ha turbado de esta manera?
-Youngwoon,
yo solo quiero irme a casa. Si no quiere que vaya andando, entonces lléveme
usted.
Ahora que Jungsoo
había dicho varias palabras seguidas sin que él lo interrumpiera, Youngwoon
debió de notar que le temblaba la voz,
porque le tocó la mejilla con el dedo, palpó las lágrimas que esperaba
encontrar y lo abrazó, ahogándolo casi con su propia turbación.
-Lo siento
-musitó-. No tiene que hablar de ello si no quiere. Soy un animal insensible.
Youngwoon
no era nada de eso. De hecho, estaba intentando enmendar su error limpiándole
las lágrimas de los ojos y las mejillas con sus propios labios. Y, como si
fuera una progresión natural, empezó a besarlo en los labios. Jungsoo no se
resistió. Le resultaba imposible imaginarse resistiéndose a los besos de Youngwoon,
se los diera por compasión, por amistad o por..
La pasión,
como la ira, era una emoción asombrosa por la rapidez con que podía surgir y
apoderarse de uno. La completa oscuridad aguzaba el resto de los sentidos,
sobre todo el del tacto y, lo que Jungsoo sentía a flor de piel, combinado con
lo que sentía en sus entrañas, era demasiado intenso para poder resistirse.
Jungsoo ni
siquiera lo intentó. Sabía perfectamente lo que podía suceder, lo que estaba
sucediendo, y se hallaba en una situación única para que no le importara. Podía
ignorar si estaba bien o mal porque ya había decidido que jamás se casaría,
pero allí estaba el hombre a quien amaba, ofreciéndole una pequeña muestra de lo que podría ser convertirse en
su esposo.
No iba a
negarse. Aceptaría todo lo que él estuviera dispuesto a darle, incluyendo
aquellos furtivos momentos de pasión, sus sueños hechos realidad.
Sin
embargo, había un elemento de irrealidad, de incredulidad, resultaba difícil
creer que algo tan maravilloso pudiera ser cierto; debía de ser un sueño. Pero
lo fuera o no, no había razón para rechazarlo.
Había que saborearlo al máximo, y eso es lo que estaba haciendo Jungsoo.
A Youngwoon
le resultó fácil deslizar los dedos por la
nuca y sujetarle la cabeza para besarlo con mayor profundidad. Su lengua
era traviesa y atrevida, tentando los sentidos de Jungsoo, incitándolo a unirse
al juego. Y luego, de súbito, se volvió imperiosa, ardiente en su deseo, y Jungsoo
recibió también aquello con el asombro y la emoción que cada nueva sensación le
producía.
Empezó a
respirar de forma entrecortada hasta darse cuenta de que estaba demasiado
ocupado en gozar como para pensar en algo tan prosaico. A partir de entonces,
hizo un esfuerzo por respirar con normalidad, o lo intentó, aunque sus
esporádicos jadeos sugirieran lo contrario. Le resultó más fácil, no obstante,
cuando él empezó a besarlo en el cuello. Pero aquello despertó toda una serie
de nuevas sensaciones que lo obligaron a jadear otra vez y a temblar de placer.
El abrigo
se le abrió, no se había molestado en abrochárselo y se lo había puesto
precipitadamente al salir de la mansión, cuando él lo besó un poco más abajo. Youngwoon
era tan alto que le resultaba un poco incómodo tener que encorvarse para llegar
a donde pretendía y Jungsoo no se sorprendió cuando se puso de rodillas ante él.
Le estaba
besando debajo del cuello, pero la emoción que sintió no tenía límite, porque
hasta entonces nunca lo habían besado en esa parte del cuerpo; de hecho, apenas
lo habían besado en ningún sitio.
Jungsoo apoyó
las manos en los hombros de Youngwoon, las movió vacilante hacia su cabello,
volvió a colocarlas en sus hombros; no sabía qué hacer exactamente con ellas,
lo que deseaba era apretarlo contra sí.
En el
carruaje estaba empezando a hacer bastante calor. Lo notó casi al mismo tiempo
que él, porque le quitó el abrigo y luego se quitó la chaqueta, y no pudo más
que asentir interiormente en señal de aprobación. Cuando Youngwoon le abrió su
camisa, quitándose la de él camisa, volvió a asentir sin moverse.
Qué no
habría dado Jungsoo por tener una vela en aquellos instantes, o por que
apareciera la luna, por cualquier tipo de luz, de hecho. Pero estaban
completamente a oscuras. Contemplar los torsos desnudos de las estatuas, los
únicos que había visto, no era lo mismo que palpar con las yemas de los dedos
la cálida piel de un hombre que deseaba tanto ver como tocar.
Jungsoo no
pudo evitar preguntarse si él sentía lo mismo, porque parecía estar intentando
imaginar su cuerpo a través únicamente del tacto, tocándolo por todas partes.
Le recorría los brazos, los hombros, el cuello..., su pecho.
El grito
que ahogó Jungsoo cuando él le cubrió los pezones con las manos tan solo
expresó sorpresa. Su fina camisa aún se interponía entre los dos, aunque, en lo
que a Jungsoo respectaba, podría haber estado desnudo por completo, tan cálidas
eran sus palmas y tan firmes sus caricias.
Cuando
volvió a reclamarlo con la boca mientras empezaba a amasarle sus turgentes puntos,
Jungsoo notó una oleada de calor en sus entrañas que se le extendió por el
cuerpo y escapó en un largo gemido de placer. Y, sin embargo, aquello no fue
nada comparado con las sensaciones que le invadieron cuando él lo echó en el asiento
y continuó instruyéndolo en las delicias del amor.
El
carruaje era grande y lujoso, lo cual no era sorprendente, puesto que era el
vehículo que portaba el escudo de armas del marqués. Los asientos eran anchos,
mullidos, de un terciopelo muy suave. Las ventanas cerraban herméticamente para
impedir que penetrara el frío, como en una pequeña habitación de una casa; con
camas estrechas. Aun así, no era el lugar que Jungsoo habría elegido para perder
la virginidad, pero ninguno de los dos tenía elección. Lo que estaba ocurriendo
había surgido de forma espontánea, no estaba planeado, pues de lo contrario tal
vez no estaría sucediendo.
En lo más
hondo de su ser, Jungsoo temía que Youngwoon se detuviera, que en cualquier
momento fuera a recobrar el sentido común como había hecho después del beso en
la terraza, o que él mismo despertara del sueño, si es que lo era. Aquel temor
imprimió una imperiosidad muy real a las emociones que le invadían. Quería
saborearlo todo muy despacio y, a la vez, deseaba darse prisa para no perderse
nada.
Si Youngwoon
hubiera dicho simplemente: «voy a hacerte el amor», él podría haberse relajado
y gozar así de cada instante. Pero Jungsoo sospechaba que el impulso de Youngwoon
solo había sido eso, un impulso, y que por ello podría extinguirse en cualquier
momento si la razón se interponía. Le habría gustado saber cómo impedirlo, pero
en su inocencia desconocía cómo incitarlo a que se apresurara sin decírselo,
posibilidad del todo descartada, ya que sus palabras romperían el hechizo y los
devolvería bruscamente a la realidad.
Las manos
de Youngwoon seguían recorriéndolo para formarse una imagen mental de él, o eso
parecía, rodeándole la cintura, las caderas, deslizándose por los muslos.
Cuando retiró las manos arrastró consigo las enaguas de Jungsoo. Sin embargo, él
apenas lo notó, ahora que sentía el calor de sus palmas en la piel desnuda. Youngwoon
moldeó una y otra vez sus muslos, sus pantorrillas, el hueco de la rodilla,
hasta le quitó los zapatos y le hizo un masaje en los pies. No estaba dejando
ninguna parte de su cuerpo sin explorar y lo hacía con mucho atrevimiento, sin
las vacilaciones que él experimentaba al
devolverle sus caricias.
Se
preguntó si aquella osadía sería un rasgo escocés. Pero no, eso era absurdo.
Los ingleses, suponía, podían ser igual de osados, aunque algunos tenían unos
modales tan exageradamente correctos que imaginó que a lo mejor incluso pedían
permiso antes de besar o tocar una rodilla
o...
Ocurrió
sin más, antes de que Jungsoo llegara a darse cuenta o anticipara su caricia.
De repente, su mano estaba allí, apoyada firmemente en la unión de sus piernas,
presionando y frotando con la palma. Volvió a besarlo con ardor, capturando sus
jadeos. ¿Esperaba tal vez una protesta? Oh, no. Nada de protestas sobre lo que
estaba sintiendo ahora. Ninguna en absoluto. Solo asombro por otra nueva
sensación más, pues para entonces creía que ya lo había sentido todo.
Él seguía
sin apresurarse. Y Jungsoo seguía deseando que lo hiciera. Por eso se alegró
cuando Youngwoon volvió a sentarse a su lado y colmó sus sentidos con su
abrumadora presencia. Su fragancia, embriagadora y viril. La dura textura de su
piel, sus músculos de acero, su áspero vello, que le hacía cosquillas, su mera
corpulencia, que le hacía sentir tan pequeño... Y su peso cuando él cubrió muy
despacio su piel con la suya, su aterciopelada virilidad llenándole, la...
Jungsoo
gritó, no tanto por el instante de dolor, sino debido a la sorpresa. Y Youngwoon
se apresuró a compensarle por ello, llenándole la cara de besos, jurándole que
era inevitable, pero que ya no volvería a dolerle nunca más.
Él le
creyó, como no podía ser de otro modo, porque el dolor ya había desaparecido,
permitiéndole sentirlo dentro en toda su plenitud y experimentar de nuevo todas
esas sensaciones cuando empezó a moverse. El placer se apoderó al instante de él
y fue aumentando en intensidad con la misma rapidez, tentándolo, extasiándolo,
llevándolo a un punto culminante tan exquisito que apenas fue capaz de asimilarlo
en toda su belleza.
Ahora Youngwoon
lo besaba con ternura. También había llegado al clímax, aunque Jungsoo no se
había dado cuenta por la intensidad de su propia experiencia. Pensó que tal vez
ahora que todo había terminado sentiría vergüenza, pero no, solo notó una
tremenda lasitud. Podría haberse quedado dormido si no hubiera sido porque Youngwoon
aún lo reclamaba con sus besos.
Youngwoon
le ayudó a vestirse, lo cual fue una suerte, porque a Jungsoo se le cerraban
los ojos. Ahora el largo día y las contradictorias emociones que lo habían
poblado empezaban a hacer mella en su persona. Había sido el día más insólito,
asombroso, turbador y finalmente maravilloso de su vida, y sin embargo apenas
podía mantenerse despierto para saborearlo.
Esta vez Youngwoon
no se excusó por sus actos. De hecho, apenas dijo nada, aparte de «Hablaremos por
la mañana», antes de dejarlo sola en el carruaje que debía llevarlo a casa. El
trayecto solo duró unos minutos y consiguió permanecer despierto.
Él lo
acompañó hasta la puerta y le dio un último beso muy dulce y el consejo de que
durmiera un poco. Sus tíos aún no habían llegado y con toda probabilidad no lo
harían durante unas cuantas horas más, mientras durara la fiesta. ¿Dormir? Ya
estaba dormido antes de recostar la cabeza en la almohada; después no
recordaría haberse metido en la cama aquella noche.
***
Jungsoo se
despertó con una sonrisa en los labios saboreando todavía su sueño. Porque
haber hecho el amor con Kim Youngwoon tenía que haber sido un sueño. Una cosa
tan maravillosa y a un tiempo tan improbable, no podía ser real. Continuó
pensando de ese modo hasta fijarse en su ropa apilada en el suelo, en lo alto
del montón estaban sus enaguas manchadas de sangre.
Se sentó
entonces, maravillado y sorprendido a la vez. Se quedó un rato en la cama,
sumido en una especie de ensoñación, recordando y reviviendo aquel increíble
placer, aquella completa... felicidad. Podría haberse pasado todo el día en
aquel estado de eufórico estupor si los golpes en la puerta no lo hubieran
advertido de la llegada de la doncella que compartía con Minwoo y Hyesung. Al
oírlos se apresuró a esconder las enaguas antes de que la puerta se abriera.
Le parecía
imposible haber conseguido vestirse y encontrarse con sus tíos en el piso de
abajo sin que nadie notara que su vida había cambiado y que la felicidad que
sentía le resultaba casi insoportable. Quería compartir aquella felicidad,
confesar todo lo que había sucedido, pero, por descontado, no podía hacerlo.
Tal vez lo comprendieran. Tal vez se emocionaran tanto como lo estaba él y
esperaran que su boda se anunciara de inmediato. Y aquel era el motivo por el
cual no podía decir nada.
Youngwoon
no le había pedido que se casara con él, aunque sí había dicho que hablarían
por la mañana, lo cual sugería que lo haría. Ahora Jungsoo esperaba que lo
hiciera, y eso era lo que lo hacía tan feliz, pero también le dejaría claro que
no estaba obligado a hacerlo. Si solo había sido un impulso por su parte, Jungsoo
no iba a obligarlo a casarse con él explicando lo ocurrido. Pasara lo que pasase,
no lo lamentaría nunca.
¿Cómo iba
a hacerlo si lo amaba? Si él le pedía que se casara con él, debía hacerlo por
propia voluntad, no porque sus tíos se lo exigieran.
Aquella
mañana Jungsoo estaba impaciente por ir a Raccoon Glade para encontrarse con Youngwoon
y metió prisa a sus tíos para que subieran al carruaje. Sin embargo, le resultó
un poco desconcertante ir sentado en aquel vehículo, con los recuerdos que
ahora tenía de lo sucedido en su interior, aunque si se ruborizó un poco
durante el trayecto, sus tíos no repararon en ello.
Llegaron a
tiempo para el desayuno y sus tíos fueron directamente a la sala donde lo
servían. Jungsoo, confiando en encontrar antes a Youngwoon, declinó unirse a
ellos. Sin embargo, se topó con Siwon, que parecía decidido a detenerlo.
Jungsoo
pensó que debía decirle que no estaba en lo cierto, al menos en parte. No había
hecho falta «despertar» a Youngwoon, como Siwon había sugerido. Simplemente,
necesitaba una oportunidad y él se la había proporcionado anoche, con su
precipitada huida de la mansión, impulsándolo a seguirle. Aquello demostraba
por qué no podían los jóvenes quedarse nunca a solos con un hombre por el que
se sentían atraídos: la tentación era demasiado fuerte para poder resistirse.
Pero,
ocupado como estaba en buscar a Youngwoon entre la multitud del salón, solo escuchaba
a Siwon a medias, aunque aun así reconoció la ironía en su tono de voz y el
claro disgusto que transmitía.
-Esta
fiesta se ha convertido en una celebración por todo lo alto -dijo-. Aunque
pensándolo bien, dudo que ninguno de los bandos tenga muchos motivos para celebrar
nada. Los necios que beban los vientos por ese joven rey de hielo no tendrán
ganas de celebrarlo, aunque en realidad deberían hacerlo, puesto que se han
librado de un destino peor que la propia muerte. A pesar de no saberlo aún. Y
para los jóvenes que creían tener alguna oportunidad con nuestro estimado
recién llegado, incluido usted, querido, esto será una triste decepción.
Aquel
último comentario consiguió captar la atención de Jungsoo lo suficiente como
para preguntar:
-¿De qué
está usted hablando?
-Estoy
hablando de noticias frescas que atentan contra el sentido común.
-Bien,
gracias por tener la amabilidad de transmitírmelas de una forma que también
atenta contra el sentido común.
-No me
haga caso, Jungsoo. Pero preferiría no ser yo quien lo ponga al corriente -dijo
Siwon, suspirando antes de marcharse.
-Bien, eso
me lo aclara todo -musitó Jungsoo para sus adentros.
Estaba
pensando en ir tras él para que le diera una explicación, al menos una que
tuviera sentido, pero entonces vio que Minwoo irrumpía en la sala acercándose a
él para decirle:
-¡No puedo
creerlo!
Jungsoo
reconoció signos en Minwoo que evidenciaban que estaba a punto de montar en
cólera y, como de costumbre, intentó apaciguarle.
-Ni yo
-dijo asintiendo de manera enfática, pero luego, sonriendo, añadió-: ¿Qué es lo
que no puedes creer?
-No te
molestes en utilizar esa táctica conmigo, querido. Esto es demasiado inaudito
para tomárselo a broma. Y esta vez yo estaba convencido de que tenía razón. Eso
demuestra que las especulaciones deberían dejarse para los corredores de bolsa
de Londres.
Jungsoo
parpadeó. ¿Acababa su tío de hacer una broma o hablaba en serio?
-¿Has
comprado acciones?
Minwoo bufó.
-No estoy
hablando de acciones, sino de los caprichos del amor. Sé que tú mantenías que
solo erais amigos, pero yo estaba seguro de que había algo más...
-Espera un
momento -lo interrumpió Jungsoo entre exasperado y divertido-. ¿Que tengo yo
que ver con esto? ¿De cuál de mis amigos estás hablando?
Minwoo lo
miró con el ceño fruncido.
-¿No me
digas que aún no te has enterado? Lo anunciaron anoche, justo después de que Hyesung
y yo nos marcháramos, por lo visto. Por eso no nos hemos enterado hasta ahora.
Tú te habías ido a casa porque te dolía la cabeza, pero seguro que a estas
alturas ya te lo habrá dicho alguien. La gente no habla de otra cosa esta
mañana.
Aquello
estaba empezando a sonar igual que la absurda conversación que Jungsoo acababa
de mantener con Siwon, y empezaba ya a temerse lo peor.
-¿Qué se
anunció?
-Que Heechul
y Youngwoon han hecho las paces por la riña que provocó su ruptura y vuelven a
estar prometidos.
Jungsoo
palideció. La impresión lo aturdió momentáneamente y tuvo que asirse al brazo
de Minwoo para mantener el equilibrio. Minwoo no se dio cuenta. Continuó
abundando en el tema.
-Yo no le
encuentro ningún sentido, ninguno en absoluto. ¿Por qué tomarse todas estas
molestias e incurrir en los gastos de celebrar una fiesta para reunir aquí a
todos estos jóvenes en edad de prometer, si
sabía desde el principio que no era más que una riña que podría
solucionarse?
-¿Si lo
sabía quién?
-Eric, por
supuesto. Espero que se dé cuenta de la desilusión que ha producido su anuncio.
¿Celebrarlo? Es una maldita tragedia.
Tragedia
no. Golpe sí. Inesperado, en realidad no. Solo que, por unos instantes, Jungsoo
había olvidado que aquel era el resultado más probable. Así que Heechul había
estado en lo cierto desde el principio y, por desgracia, también Jungsoo.
Lo que
había sucedido anoche entre Youngwoon y él solo había sido un impulso por su
parte, una oportunidad que un varón en su sano juicio no dejaría escapar, y
desde luego él no había intentado impedir que sucediera. Ni tampoco podía
arrepentirse de no haberlo hecho, ni siquiera ahora.
Sin
embargo, lo que le dolía, lo que tanto lo abatía, era que Youngwoon hubiese
hecho las paces con Heechul y le hubiera
pedido que se casara con él justo después de hacer el amor con Jungsoo. Si
hubiera pasado algún tiempo entre una cosa y otra, incluso aunque solo hubiese
sido una semana, el golpe no habría sido tan fuerte. Ahora bien, hacer el amor
con él parecía haber sido el catalizador para que Youngwoon se diera cuenta
de cuáles eran sus verdaderos
sentimientos.
Heechul
entró en la sala justo entonces y recibió las poco entusiastas felicitaciones
de unas cuantas personas allí presentes, aunque él no pareció darse cuenta,
pues estaba radiante con aquel triunfo. Siwon había acertado en una cosa: nadie
tenía auténticas ganas de celebrar aquel acontecimiento. Los varones jóvenes
presentes, con la salvedad de Siwon, que
parecía detestarlo de
un modo genuino, estaban sin duda decepcionados, si
no deshechos, de que Heechul volviera a estar prometido. Y había al menos un
joven con las esperanzas destrozadas.
Jungsoo no
podría soportar oír a Heechul jactándose de su victoria, pero sabía que lo
haría si tenía oportunidad. Y sospechaba que la única forma de impedirlo era
marchándose enseguida, antes de que el joven de Londres se percatara de su
presencia.
-No me
encuentro bien, tío Minwoo.
-No te
culpo, querido. Yo también tengo ganas de vomitar. ¿Nos vamos a casa?
-Sí, por
favor.
No entiendo!
ResponderEliminarQue paso aqui?!
Necesito saber!
Wow...wow...woooow
ResponderEliminarStop-rewind & play
¿Qué paso aquí?...pareciera que me salte capítulos...es irreal.
O sea...Teuk se va de la fiesta después de decirle unas cuantas a Hee(las cuales merecia),se va caminando bajo la lluvia y en eso BANG,llega Kangin y ¿Quéeeeee?
¿Teuk le entrega su florecita así sin más?
Madre mía...cuando sus tíos se enteren.
O sea ,Kangin va,lo ayuda,le truena el cachuate,lo deja en su casa,le da un beso y aconseja que duerma que mañana hablan...Teuk llega al otro día a la casa de Kangin y qué encuentra...la noticia de que Kangin y Hee hicieron las paces...y que de nuevo estan comprometidos....me niego rotundamente
¿Qué paso en esos horas?
Espero que todo sea una treta,como dice Teuk,si hubiera pasado un tiempo estaria "bien"...pero joder,que ha sido a unas cuantas horas despues de haberlo tenido.
Me niego...me niego rotundamente.
Dios. Este cap me deja super confundida, que fue lo que paso con Kagin?? Como puede ser tan canalla.
ResponderEliminar