Jungsoo se
paseaba de un lado a otro, los profundos árboles verdes de su bosque creando un
muro de protección alrededor de él. Había llamado finalmente a Mona, e incluso
mientras se paseaba, estaba cuestionándose su decisión. Había hablado con los
cinco hombres de su clan, los que él consideraba los más sabios de su gente, a
los que siempre había pedido consejo. Al igual que él, se sentían atraídos por
la idea de su Rey teniendo por fin una pareja. Por supuesto, Jungsoo había
argumentado que podría no ser capaz de amarlo… muy bien podría encontrarlo
repulsivo.
Después de
discutirlo muchas veces, él finalmente cedió a su curiosidad y le dijo a su
clan que iba a ayudar a Mona a cambio de una pareja. No mencionó las piedras
porque no creyó ni por un minuto que Mona sería capaz de cumplir ese asunto. Él
todavía no sabía exactamente lo que quería que hiciera por ella, pero por
debajo de la destrucción del mundo tal como lo conocía, imaginó que podría
tratar con su conciencia. Su cabeza se levantó al sentir el aire cambiar a su
alrededor. El bosque se oscureció, más ominoso. Las hojas de los árboles se
acallaron, y pareció como si toda la vida se hubiese congelado de antemano, o
tal vez para no ser notados por el mal moviéndose a través de los bosques.
—¿Me llamó, gran
Rey? —Mona sonrió. Era una sonrisa que decía que estaba dispuesta a excavar su
corazón con una cuchara para helados y disfrutaría de cada minuto lleno de
gritos.
—Lo hice
—respondió secamente.
—¿Hay algún lugar
donde pudiéramos hablar de mi propuesta en privado? —preguntó.
—Sígueme. —Se dio
la vuelta y comenzó a caminar rápidamente por entre el follaje espeso—. Deja al
corcel —gritó por encima del hombro.
Mona entrecerró
los ojos, vigilando de cerca al hechicero. De mala gana, obedeció.
La pareja se
dirigía a la montaña y Jungsoo llevó a Mona hacia el lado opuesto. Él se
inclinó hacia delante, colocando su palma contra una piedra y murmuró en un
idioma que Mona nunca había oído. Esto fue especialmente desconcertante, ya que
no había muchos idiomas sobrenaturales con los que Mona no estaba
familiarizada. Observó mientras la piedra ante ella lentamente se desintegraba.
Jungsoo dio un paso a través de la apertura, sin mirar hacia atrás para ver si
ella lo seguía.
Cuando Mona
entró, trató de no mostrar su sorpresa por la gran Sala que tenía delante.
El suelo era de
piedra, pero había hermosas alfombras esparcidas a través de él. Las paredes
estaban hechas de una madera exótica y grandes vigas se extendían a través del
techo. El centro de la habitación estaba ocupado por un sofá de cuero grande,
dos sofás de dos plazas y un sillón tapizado también en rico cuero oscuro. Una
gran mesa de centro redonda yacía en medio del grupo. La pared a lo largo del
lado izquierdo de la habitación presumía de altas estanterías que se extendían
a través de toda su longitud. Desde el piso hasta el techo, los estantes
estaban llenos de libros, tomos, y un surtido de otros pergaminos. Era claro
para Mona que Jungsoo extraía su poder de la sabiduría antigua, en lugar del
sacrificio de sangre como ella. Plantas en macetas y árboles pequeños llenaban
las esquinas y colgaban de las vigas en el techo. En varios lugares a lo largo
de la pared, habían apliques iluminados por una llama mágica inquebrantable.
Jungsoo esperó
hasta que Mona hubo tomado su ración de la Sala. Él sabía que se sorprendería.
¿Quién podría imaginar que tal vivienda fue tallada profundamente en la
montaña? La habitación en la que se encontraban era sólo una pequeña parte de
la fortaleza del hechicero. Jungsoo tomó una pequeña medida de comodidad en la
expresión de preocupación en su rostro. Cuando ella por fin lo miró, él le hizo
un gesto para que tomara asiento en el sofá. Él tomó asiento en el sofá de dos
plazas frente a ella.
Mona recuperó la
compostura rápidamente. Cruzó las piernas y se inclinó hacia atrás, viéndose
para todo el mundo relajada, como si estuviera de vacaciones de verano. Nada en
su rostro delataba el hecho que ella estaba dispuesta a pedirle al Rey ayuda
para destruir a toda una raza de seres vivos.
—Así que, dime,
bruja, ¿cuál es tu propuesta? —preguntó Jungsoo con los ojos entrecerrados.
Mona le chasqueó
la lengua.
—Vamos, Rey,
hablemos como viejos amigos.
—Pero nosotros no
somos viejos amigos, Desdémona. No somos ningún tipo de amigos, viejos o lo
contrario. Estás aquí para un asunto de transacción. Pongámonos a ello y
terminémoslo.
Mona puso los
ojos en blanco y dejó escapar un suspiro de exasperación.
—Está bien,
directo al trabajo y nada de jugar. Vas a envejecer antes de tiempo. —Se
inclinó hacia delante, descruzando las piernas y apoyando los codos en las
rodillas—. ¿Sabes del velo por el que las Fae cruzan?
—Sí, ¿y qué?
—Sabes que no es
el único velo que existe en este mundo, ¿cierto? —Mona alzó una ceja, poniendo
a prueba la honestidad del Rey.
Jungsoo respondió
lentamente, con cautela.
—Sé de otro velo.
—Necesito ese
velo abierto —dijo Mona rotundamente.
Jungsoo se
enderezó mientras sus ojos se agrandaban.
—¿Por qué
querrías probablemente abrir ese velo? ¿Entiendes las consecuencias de tal
acción?
Mona agitó la
mano como si espantara su preocupación.
—Pueden ser
controlados. Sé que sabes esto. Sabes cómo. ¿Cierto, sabio Rey?
—Ser zalamera
conmigo no te llevará muy lejos, Desdémona.
—Bien, sin
zalamería, lo que sea. ¿Sabes cómo abrir el velo? —Su paciencia se estaba
agotando.
—Sí —respondió él
brevemente.
Mona esperó a que
lo elaborase pero cuando no lo hizo, resopló:
—¿Estás dispuesto
a hacer una negociación?
—¿Una pareja por
el conocimiento de cómo abrir el velo hacia el inframundo? —El escepticismo en
su voz hizo que Mona pensara por un momento que él estaba dispuesto a echarla
de su montaña.
—Sí —respondió
ella con impaciencia.
—¿Dónde está esta
pareja? ¿Quién es? ¿De qué especie?
Mona se rió entre
dientes.
—Ansioso,
¿verdad? Ella es hermosa. Desafortunadamente, es amable, así que me disculpo
por eso por adelantado. Y supongo que también tengo que pedirte disculpas por
el hecho de que es humana. Pero sé que no es un problema para tu especie.
—Pareja Humana
—murmuró Jungsoo.
Él ni siquiera
había considerado que la bruja traería un humano a la mezcla. Era cierto, su
especie era compatible con los humanos, pero era un emparejamiento poco común.
—¿Sabe algo del
mundo sobrenatural? —preguntó.
Mona sabía que
tenía que ir con cuidado aquí, sin querer revelar demasiado, demasiado pronto.
—Es consciente de
nuestro mundo —respondió ella. Mona no mencionó el hecho de que los humanos no
tenían ni idea de que existían hechiceros. Pero eso era sólo un detalle menor.
No había problema.
—Así que, no va a
desmoronarse cuando me conozca, ¿no?
—Rey Hechicero,
será aprensiva, pero estoy segura que tienes el encanto suficiente para
doblegarla a tu voluntad. Ten fe en ti mismo, Jungsoo. Seguramente puedes
manejar a un pequeño ser humano. —Mona se estaba cansando de la conversación y
quería que Jungsoo se diera prisa y aceptara. Le exigiría un juramento de
sangre. No era estúpida; simplemente no tomaría su palabra en esto.
—Quiero a la pareja
humana antes de abrir el velo —exigió.
Mona se tocó la
barbilla con el dedo índice mientras pensaba en su petición.
—Bien —respondió
ella con brío—. Te la traeré en unos días. Ahora, por supuesto, requiero un
juramento de sangre.
Jungsoo se
levantó bruscamente. Furia emanó de él.
—¿Te atreves a
pedirme A MÍ, al Rey de los Hechiceros, compartir sangre contigo? —Escupió la
última palabra como si tuviera suciedad en la lengua. Si hubieran salpicado
agua sobre su piel en ese momento, habría salido chisporroteando mientras la
ira enrojeceía su carne.
Mona se puso de
pie y, aunque no era tan alta como Jungsoo, ni tan grande en estructura, se
negó a dejarse intimidar.
—No soy idiota,
Rey. ¿Cómo voy a saber que una vez que tengas a la pareja vas a seguir adelante
con tu parte del trato?
—Yo no rompo mi
palabra. —Sus palabras fueron un gruñido cercano.
—Bueno, perdóneme
si no me fío de la palabra de un Rey Hechicero que es consumido con la
oscuridad. Uno cuyo pueblo está disminuyendo en número y cuya magia está
menguando. No se puede confiar de la gente desesperada, Jungsoo. Y aunque
puedas ser reacio a pensar en ello, gran Rey, tú estás desesperado. —Las
palabras de Mona, aunque algo ciertas, no hizo la decisión de realizar un
juramento de sangre más fácil.
Jungsoo conocía
todas las consecuencias de un juramento de sangre; si se rompía el pacto,
entonces Mona no sólo tendría el derecho de castigarle, ella también tendría
derecho a dos de sus personas y hacer que sufran en el Limbo. Ese era un
destino peor que la muerte. Por supuesto, había una manera de salir del
juramento de sangre. Si él tomaba la vida de la bruja, no tendría que cumplir
el trato. Él hizo su elección y antes que pudiera cambiar de opinión un
cuchillo se materializó de la nada en su mano. Rápidamente se trazó una línea
profunda a través de la palma. Mona sonrió e hizo su piel ponerse de gallina.
Ella también tenía un cuchillo y se cortó su propia mano. Se agarraron de la
mano cortada del otro y Mona habló mientras sus sangres se mezclaban.
—En este día, yo,
Desdémona, última de las brujas, te mantengo fiel a un juramento de sangre. El
trato es así: Te proporcionaré una humana adecuada para que tomes como
compañera. Si es posible obtener las piedras, sin causarme algún daño, entonces
voy a ayudarte. A cambio de mis servicios, tú, Jungsoo, Rey de los Hechiceros,
abrirás el velo al inframundo. Me darás el conocimiento para controlar las
hordas y luego cerrarás el velo una vez que hayan servido a mi propósito.
¿Tenemos un trato?
Mona se encontró
con la mirada del Rey, sin inmutarse cuando sintió su mano apretarse alrededor
de la suya.
—Hago este trato
contigo este día. Obligado por el juramento de sangre, estaré de acuerdo con
tus términos. —Con un último apretón doloroso por parte de Jungsoo, soltaron
las manos del otro, ambos bruscamente dando un paso atrás a una distancia
segura del otro.
—Volveré en dos
días con tu mujer —dijo Mona mientras se volvía para irse.
—¿Cuándo voy a
tener que desempeñar este cometido? —preguntó él, su rostro una máscara de
calma que apenas disimulaba la rabia que había debajo.
—Te daré aviso
amplio cuando llegue el momento. —Esa fue la única respuesta que recibió antes
que Desdémona saliera de su casa a una velocidad inhumana.
Jungsoo cerró los
ojos mientras caía en el sofá.
—¿Qué he hecho?
—susurró en la gran Sala vacía. Había permitido que su propio deseo de una pareja
pusiera la vida de su especie en riesgo. ¿Y por qué? Por una pareja que podría
nunca amarlo y nunca perdonarlo por permitirle a Desdémona apartarle de su vida
humana. Lo hecho, hecho está, pensó. Simplemente debo hacer lo que pueda para
hacer que funcione.
Henry y Changmin
vieron como Mona huía de la montaña del Rey Hechicero. Habían oído todo lo que
necesitaban oír y no era bueno. Dambi les había dicho que continuaran su misión
de reconocimiento y luego separarse. Changmin estaba asignado con el grupo de Siwon
y Henry para ir a las montañas y reunirse con el grupo de Junjin.
—Sé que Dambi nos
dijo que nos fuéramos una vez que tuviéramos esta información, pero tal vez deberíamos
seguir a la bruja por sólo un poco más —sugirió Henry—. Tal vez entonces
podamos averiguar la identidad de la pareja humana que está trayendole al Rey Jungsoo.
Changmin asintió
y comenzó a descender la montaña. Ambos se movieron en silencio mientras
maniobraban a través de las rocas, arbustos, y grietas. Rápidamente alcanzaron
a Desdémona y utilizaron su magia para ocultarse a sí mismos de ella. Changmin
bordeaba el lado derecho del corcel a unos 50 metros de distancia mientras que Henry
le reflejaba en el lado izquierdo de la bestia. Corrieron de manera fluida,
esquivando los árboles con rapidez, Haetando sin hacer ruido sobre los troncos
caídos. Las hojas y las plantas a su alrededor se quedaron sin tocar, nunca
revelando a las hadas que habían corrido por allí.
Mona finalmente
se detuvo al borde de un pequeño pueblo. Desmontó y murmuró algo al oído del
caballo. Luego simplemente se alejó, dejando al caballo donde se encontraba.
Changmin miró a Henry,
quien se encogió de hombros y empezó a seguir a la bruja. Changmin decidió
quedarse con el caballo y vigilar la espalda de Henry.
Henry siguió a
Mona en una taberna y se sumergió inmediatamente en un entorno de humo oscuro.
Música sonaba y el balbuceo de conversación ondulaba a través de la Sala. Hizo
su camino lentamente, cuidadoso de no golpear a nadie. Alcanzó a ver a Mona en
la parte trasera de la Sala. Ella miró brevemente antes de pasar por una
puerta. Henry aumentó su ritmo, apretándose a través de mesas muy pegadas y
clientes en movimiento. Cuando por fin llegó a la puerta presionó su oído a la
misma. Usando su audición superior, escuchó voces. De repente la puerta se
abrió de un tirón y Henry se encontró siendo tirado adentro.
—Desenmascárate,
Fae —gruñó Desdémona.
Henry tropezó
mientras ella lo empujaba hacia atrás, pero luego se contuvo. Se quitó la capa
y se levantó en toda su altura, con los hombros hacia atrás, y no mostró miedo
o debilidad.
—¿Por qué estás
siguiéndome?
—¿Quién dijo que
estoy siguiendote? —Henry sonrió—. Realmente no eres mi tipo.
Mona puso los
ojos en blanco.
—Oh, por favor,
muchacho. Estaba follando con los faraones egipcios cuando todavía estabas
mudando tus dientes de leche. —Ella empezó a rodearlo y Henry giró con ella,
nunca dándole la espalda—. Ahora bien, porque eres tan agradable a la vista,
voy a preguntar de nuevo. ¿Por qué estabas siguiéndome?
Henry inclinó la
cabeza hacia un lado y lanzó una sonrisa que tendría a cualquier otra
derritiéndose en el acto. Cruzó los brazos sobre su pecho, lo que acentuaba
eficazmente sus brazos cincelados.
—Está bien, lo
admitiré. Estoy aburrido.
—¿Aburrido?
—repitió Mona con escépticamente.
—Sí, aburrido. He
estado por aquí haciendo mis buenas acciones, peleando la buena batalla y, la
verdad, se está haciendo un poco viejo. Por no hablar de las pollitas… hablando
de aburrido. Así que estoy buscando un cambio, un poco de emoción, alguna
indulgencia, si querrías. —La voz de Henry adquirió una cualidad seductora
mientras entrecerraba los ojos hacia Mona y permitía que se mostrara un poco de
su verdadera apariencia.
Un Fae en su
verdadera forma está cerca a la perfección en belleza. Y aunque Henry era, de
hecho, hermoso, estaba muy lejos de lo delicado.
—Creo que eres
algo con lo que definitivamente podría darme el gusto. —Tomó pasos lentos y
medidos hacia ella, sin dejar de permitir un poco más de su verdadera forma
mostrarse.
Los ojos de Mona
siguieron el movimiento de los labios de Henry cuando habló. Sus ojos viajaron
hasta sus musculosas piernas mientras él se acercaba a ella. Henry necesitaba
atraparla con la guardia baja si iba a desaparecerse a sí mismo fuera de allí.
Ella había estado usando algún tipo de poder para mantenerlo en la habitación,
pero cuando él la distrajo, su concentración en el hechizo disminuyó.
Cuando estaba a
escasos centímetros de su rostro, él extendió la mano y lentamente pasó sus
dedos por el especo cabello negro de ella. Él tiró suavemente de la franja
blanca de cabello que enmarcaba su mejilla derecha.
—Me gusta esto
—murmuró—. Es bastante único.
Henry levantó la
otra mano y suavemente trazó sus labios con su dedo. Vio como Mona cerró los
ojos y se entregó a su seducción, atrayendo su magia de nuevo hacia su interior
mientras lo hacía.
Henry se inclinó
y puso sus labios junto a su oído. Sopló suavemente en él antes de hablar. Mona
se acercó aún más a él mientras escuchaba con atención a sus palabras.
—Desdémona. —Ella
gimió ante el sonido de su nombre en sus labios—. Tengo que Decirte algo. —Sus
palabras fueron acompañadas por el aire caliente acariciando su piel.
—Por favor
—susurró ella.
—Antes que mi
tiempo se acabe, voy a ver la luz desvanecerse de tus ojos mientras eres
enviada al infierno que tanto mereces. —Aunque sus palabras prometían
destrucción, la cadencia de su voz aún la mantenía en un seductor éxtasis.
Justo cuando lo
que dijo se registró en su mente, Henry desapareció de la Sala de vuelta a
donde había dejado a Changmin. Al salir, oyó un escalofriante grito perforante,
un sonido que juraba venganza por engañarla. Henry sabía que lo que realmente
la enojaba era que había demostrado ser capaz de ser seducida, que todavía
tenía esos impulsos.
Él sonrió para
sus adentros mientras se acercaba a Changmin.
—¿Qué hiciste? —Changmin
entrecerró sus ojos hacia él.
Henry se encogió
de hombros inocentemente.
—¿Qué? Todo lo
que hice fue seducir a la bruja malvada.
La boca de Changmin
se abrió mientras miraba a su amigo.
—¿Sedujiste a
Desdémona?
Henry le hizo un
gesto de que lo siguiera más adentro en el bosque.
—Tenemos que llegar
a Dambi y Decirle lo que hemos descubierto.
Changmin seguía
sin moverse.
—¿Te acostaste
con la bruja? —casi gritó.
Henry se dio la
vuelta y puso los ojos en blanco.
—¿En serio, Changmin?
¿De verdad crees que estoy tan desesperado? Sólo la distraje para poder salir.
Mira, te lo explicaré cuando lleguemos a Dambi. Salgamos de aquí.
Changmin y Henry
entraron más allá en los árboles, luego ambos cerraron sus ojos. Alcanzaron el
vínculo Fae, en busca de Dambi. Una vez que la encontraron le hicieron saber
que estaban en camino. Ella les dio la imagen del lugar al que ella quería que
aparecieran y luego se habían ido. El bosque se tornó tan tranquilo como si
nunca hubieran estado allí.
Dambi esperó, de
pie detrás de la pequeña cafetería. Henry y Changmin le habían hecho saber que
estaban regresando y ella no quería que los lobos supieran que estaban aquí
todavía.
Hubo una ligera
ondulación en el aire, y luego Henry y Changmin se presentaron delante de ella.
—Él sedujo a
Desdémona —soltó Changmin.
Henry resopló
mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho.
—No la seduje a
la cama. Santo cielo, Changmin.
La cabeza de Dambi
se movió de golpe de Changmin a Henry.
—¿Tuvieron
contacto directo con ella? —preguntó, su voz llena de preocupación.
—Sabía que estábamos
siguiendola, a pesar de que estábamos encubiertos.
—Entonces, ¿cómo
acabaste con ella? —preguntó Dambi enérgicamente.
—La seguí a una
taberna. Ella fue hasta el final a la parte posterior y a través de una puerta.
La seguí, todavía encubierto, y cuando llegué a la puerta y traté de escuchar
ésta se abrió y fui arrastrado al interior.
Cuando dejó de
hablar, Dambi lo miró.
—¿Tengo que
sacártelo a golpes o vas a seguir adelante con ello?
Henry trató de
disimular su risa como una tos. A juzgar por el brillo en los ojos de Dambi, no
funcionó.
—Ella me preguntó
por qué la seguía —continuó rápidamente—. Traté de desaparecerme pero ella
estaba previniéndolo con un hechizo. Así que decidí que la distracción era el
mejor curso de acción. —Le disparó a Dambi su sonrisa derrite corazones, y una
chispa en sus ojos—. Así que hice mis movimientos con ella.
Dambi negó con la
cabeza.
—¿Hiciste tus
movimientos? —preguntó con indignación—. ¿Y funcionó?
Henry se agarró
el pecho como si hubiera sido apuñalado.
—Dambi, ouch. Me
hieres con tu escepticismo en mis habilidades seductoras. —Él dio un paso hacia
Dambi, sus ojos cambiando a modo dormitorio—. ¿Debo demostrar lo persuasivo que
puedo ser? —Su voz, haciéndose más suave, era una caricia sobre la piel. Changmin
se estremeció y sacudió la cabeza para aclararse la mente y recobrarse del
hechizo que él parecía tejer.
Dambi permaneció
quieta, aparentemente no afectada.
—Así que, ¿eso
funcionó, es lo que estás tratando de Decirme?
Henry dejó
escapar un suspiro exasperado mientras iba de Don Juan a agitado Fae en un
abrir y cerrar de ojos.
—Sí, maldita sea,
funcionó. La distraje lo suficiente como para que dejara de pensar en el
hechizo y pensara en escenarios más interesantes. Ella incluso dijo por favor
—les dijo con una sonrisa arrogante.
Dambi guardó
silencio durante dos segundos y luego rompió a reír con el cuerpo temblando.
Fue capaz de recomponerse unos momentos más tarde, y se secó las lágrimas de
sus ojos.
—Oh, hombre,
daría tu riñón izquierdo para haber visto la expresión de su cara cuando se dio
cuenta que había sido engañada por un hombre, y un Fae en eso.
—Me alegro que te
sientas lo suficientemente cómoda con nuestra relación como para repartir mis
órganos —le dio Henry secamente.
Dambi le despidió
con la mano.
—Así que, por
favor, dime que hiciste algo más que tratar de hacer a la cabeza de mofeta
pensar que querías meterte en sus pantalones.
—Definitivamente
tenemos más para ti —comenzó Changmin—. Ella se reunió con el Rey Hechicero.
Dambi gimió.
—Eso es lo que me
temía.
—Pero hemos
escuchado toda la conversación —añadió Henry sombríamente—. No fue bueno, Dambi.
—Ella le está
pidiendo a Jungsoo que abra el velo al inframundo. Y a cambio de su ayuda, ella
le está prometiendo una pareja. —Changmin hizo una pausa para dar énfasis—. Una
pareja humana; una que está familiarizada con el mundo sobrenatural.
Los ojos de Dambi
se ensancharon ante las palabras de Changmin, el significado de las mismas
golpeándola con fuerza en el pecho. Sabía que Desdémona estaba desesperada,
sabía que no había luz que quedara en ella, y aún así la sorprendía, la
profundidad que su depravación había alcanzado.
—¿Están pensando
lo que estoy pensando? —le preguntó Dambi a sus camaradas.
Henry asintió
solemnemente.
—¿Qué el maldito
infierno va a desprenderse y la ira de un Alfa, su hijo, y dos manadas van a
descender sobre Mona y el Rey Hechicero cuando se enteren de que Sora Park ha
sido intercambiada para ser la compañera del Rey? Porque eso es lo que estoy
pensando.
Pero que rey tan tonto...ese pacto incluyo algo más que abrir el portal...quiere controlar a lo que este del otro lado...ella había dicho que solo queria que le abriera el portal...le aumento al trato...bueno,bruja tenia que ser...😒
ResponderEliminarAl menos...ya tienen conocimiento de que hay planeado,eso les puede ayudar bastante y de no confiarse.
Esa bruja se las sabe,sabe a dónde ir,con quien ir y demás...espero que sabiendo eso no se confien y esten un paso adelante...o almenos que el golpe no sea tan catastrófico...no para ellos pero sí para la bruja por jugar sucio.
O_____O
ResponderEliminarSanta pacha del agarradero!!!
A esta bruja se la llevo el que ma trajo!
Y que lástima del rey hechicero!
Se dejo embaucar de una víbora~
Ahhhh
Jajajajajaja no puedo con mi vida!
Jajajajaja Henry~ por el amor del cielo! Jajajajaja niño! Casi traumas a Mimi~ jajajajaja