Había estado toda la tarde evitando
cualquier contacto físico con él. A pesar de que iba contra su naturaleza, se
había apartado y no le había ayudado a entrar y salir del bote ni a subir el
camino hacia el club. Él había dejado claro muchas veces que lo prefería así.
Se las había arreglado solo los demás días, y el hecho de que hubiera
abandonado sus vaqueros por algo más elegante no significaba que no pudiera
manejarse como siempre.
Pero después, tras haberse tocado, no
parecían poder dejarlo estar. Con naturalidad, deslizó las manos sobre sus
caderas y las dejó allí. Y con la misma naturalidad, Ryeowook rodeó su nuca con
los brazos.
—Hueles muy bien —murmuró él apoyando la
barbilla en su cabeza.
Bien. Cuando estaban cenando hubiera
situado esa frase solo un poco por encima de «algo en los ojos», pero las cosas
habían cambiado. La tensión que cargaba el ambiente se había suavizado con la
intimidad cálida que nacía de las cenizas de su anterior desacuerdo.
—Bailas muy bien, Yesung.
Era mentira, un último esfuerzo por
mantener bajo control una situación que ya había ido demasiado lejos. Excepto
cuando se tropezaban con los pies del otro, lo único que podían hacer era
mecerse con la música.
Pero no importaba. Era suficiente estar en sus brazos,
sentir sus muslos chocando contra los suyos, fundirse en su mirada brillante
por la pasión y darse cuenta con sorpresa que estaba excitado por su cercanía y
era incapaz de ocultarlo.
—Quizá no ha sido tan buena idea —afirmó
apretándole más contra él.
Pero el modo en que le abrazaba indicaba
lo contrario, y cuando la música terminó y él sugirió que se fueran, le dio su
bastón y fue con él completamente consciente de que el objetivo de su partida
sería totalmente diferente al que ambos habían esperado media hora antes.
Aún era de noche y el agua estaba
calmada excepto cuando la agitaba la barca. Al principio, mientras Yesung
navegaba por el extremo sur de la isla, se sentó bien sobre la popa, feliz simplemente
de admirar su silueta poderosa iluminada por las luces del cuadro de mandos.
Wook le había colocado muchas etiquetas
desde que se habían conocido, que era obstinado, difícil, odioso y demasiado
orgulloso. En ese instante, había llegado el momento de reconocer la verdad.
También era sexy, viril y descaradamente masculino.
Durante años, había permanecido inmune
al deseo, se había contentado con dejarse llevar, en lugar de dejarse atrapar
por la corriente de emociones que definía la vida. Aquella noche con poco más
que un roce y una mirada, Yesung lo había despertado a otra realidad.
Había llegado a una bifurcación en el
camino de su existencia, y la decisión sobre lo que iba a suceder después era
solo suya. Un camino continuaba por las tranquilas aguas, que hasta ese momento
eran lo que Ryeowook quería, hacia la tranquilidad sin complicaciones. El otro
llevaba al desorden, a la pasión, al fuego y a la incertidumbre. ¡A la vida!
Una desviación en el ángulo de la luz de
la luna sobre el océano lo alertó de que estaban llegando a las aguas calmadas
al abrigo del puerto del oeste. Excepto por el rugido del motor la noche
discurría en silencio. Excepto por su figura, alta y silenciosa al timón, no
había nadie en el mundo que le importara, y ya había esperado lo suficiente
para que él lo supiera.
Fue hacia Yesung, se apoyó sobre su
espalda, colocó la cabeza en su hombro y le rodeó la cintura con las manos. Su
vientre estaba duro como el acero, su piel fría y suave bajo la tela de su
camisa. Separando los dedos exploró el contorno de sus costillas y de los
músculos del pecho.
El no dijo nada ni dio ninguna muestra
de que notara que lo estaba tocando. Pero se le aceleró el corazón y, cuando se
atrevió a bajar las manos por los costados hacia las caderas, escuchó su
respiración profunda.
Aun así no hizo ningún esfuerzo por
responder y, de repente, inseguro de sí mismo, se apartó, temeroso de haber
malinterpretado las señales que habían formado un mensaje tan claro pocos
segundos antes.
Solo entonces Yesung se movió, apagó el
motor de modo que la noche se cernió sobre ellos como una manta gruesa, y dejó
que la lancha se dejara llevar por la corriente.
—Ni se te ocurra echarte atrás —ordenó
con la voz ronca.
Era más una petición que una orden y le
llenó de confianza. Dejó que sus manos vagaran por su vientre plano y duro, y
después por donde su carne se endurecía y calentaba contra los pantalones. Con
su roce, le recorrió un temblor, poderoso como un pequeño terremoto.
Horrorizado por su osadía, intentó
retirarse a un territorio más seguro, pero él le cubrió la mano con la suya
para apretársela más contra él.
—No puedes parar ahora, Wook.
—No quiero —admitió débilmente, con la
sangre corriéndole por las venas como fuego— Yesung, no quiero parar nunca.
Entonces se giró y Yesung lo empujó
contra su cuerpo. Apoyándose en el cuadro de mandos lo colocó entre sus muslos
de modo que pudo sentir su erección a través de la ropa.
Su respuesta no era menos intensa. Nunca
había conocido semejante deseo, semejante dolorosa necesidad. Anhelante levantó
el rostro hacia él. Yesung se erguía sobre él, cubriendo la luz de la luna, las
estrellas, todo menos la reluciente espera de su beso. El se detuvo a apenas un
milímetro de sus labios.
—Espero que sepas dónde te estás
metiendo, Wook.
—Lo sé —susurró con los labios
temblorosos—. No tienes que preocuparte, Yesung. Soy un joven adulto. Puedo
cuidarme solo.
Unas palabras valientes que estaba
preparado a admitir en ese momento.
Entonces, él se relajó y le dio un beso
tan arrebatador, que le temblaron las rodillas. Aferrándose a Yesung, separó
los labios. Su lengua coqueteó con la suya, le acarició la comisura de la boca,
y se abrió paso con picardía entre sus dientes avanzando y retrocediendo
rítmicamente hasta dejarle sin aliento.
Mientras tanto, sus manos eran un
instrumento de tortura exquisita dedicado a descubrir cada milímetro de su
piel. Sintió como su camisa caía. Por encima del suave bramido de la sangre,
oyó cómo se abría la cremallera del pantalón y sintió el frío aire de la noche
sobre la piel desnuda. Sintió su roce, sus dedos cálidos y levemente ásperos,
sus manos firmes y posesivas.
Al escuchar un suave gemido de placer,
le bajó lentamente el pantalón y el boxer por debajo de las caderas hasta los
tobillos. Temblando con una mezcla de esperanza e inquietud, se quedó desnudo
ante él, más vulnerable que nunca en su vida.
Y después puso la boca sobre su pecho,
creando una turbulencia que arrancó cualquier simulación de modestia que alguna
vez pudiera haber albergado.
Arqueó la espalda para permitirle el
acceso cuando le recorrió con la mano las costillas y el vientre. Tras un
momentáneo temblor de placer, le permitió trazar el delta de sus caderas con la
lengua.
Cuando depositó besos sobre sus muslos
abrió las piernas temblando, incapaz de resistirse más. Consintió y le permitió visualizar la dulce erección que no podía controlar, prueba irrefutable de su
entrega.
Sin importarle mostrar su cuerpo desnudo, se sacudió contra él casi llorando ante la creciente tensión
que amenazaba con hacerle estallar si no paraba... Aunque si lo hacía,
seguramente moriría.
¿No podía sentir su corazón latiendo
descontrolado bajo sus costillas? ¿No podía escucharlo interrumpiendo el
profundo silencio de la noche? ¿No sabía que estaba inundado de un deseo
punzante, que un latido profundo y primitivo nacido en el centro de su ser
estaba extendiendo sus dulces tentáculos de destrucción hasta las puntas de sus
dedos?
—¡Ye... sung —suspiró, con su cuerpo
ondulándose de deseo mientras él atormentaba uno de sus lugares más sensibles—.
¡Por favor, ven a mí!
Yesung levantó la cabeza y lo miró fija
y profundamente con los ojos llenos de fuego. Se desabrochó el cinturón y se
sacó la camisa del pantalón. Le tomó la mano y se la llevó a la cremallera.
—No voy a hacerlo yo todo, cariño
—susurró mirándole.
Sus palabras sonaron ásperas. Su pecho
se expandió. Una película de sudor brillaba en su rostro. Se debatía en su
propia agonía que solo él podía aliviar.
Lo tocó con delicadeza y nerviosismo.
Inseguro de su habilidad para devolverle una fracción del éxtasis que él le
había augurado, rondó por su músculo tenso hasta que él, impaciente por el
esfuerzo, se abrió la cremallera y le cerró la mano con fuerza alrededor de su
miembro. ¡Era apabullante, magnífico!
Percibió sus necesidades de modo que
supo instintivamente cómo satisfacerlo.
Él cerró los ojos. Respiró con fuerza.
Dejó caer la cabeza hacia atrás, depositó las manos sobre su cabeza agarrándole
por su cabello.
Rodeándolo con firmeza, se inclinó hacia
él y presionó su boca contra el pulso que latía en la base de su cuello
bronceado. Sabía a verano y supo que nunca olería el mar ni vería la arena
tibia por el sol ni la sombra olorosa de las encinas sin pensar en él.
Sabía a pasión desatada y comprendió que
nunca habría otro hombre como él, no importaba cuántos otros pudieran cruzarse
en su camino.
Y en un rincón de su mente supo que lo
que iba a obtener aquella noche no iba a ser suyo para siempre. Su boca se
volvió ávida y exigente y sus manos hábiles y agresivas.
Sofocando un gruñido, Yesung lo apartó
de él y recorrió con el dedo su cuerpo hasta la hendidura oscura entre sus nalgas,
un movimiento leve y electrizante que lo dejó suspendido a medio camino entre
el cielo y el infierno. Después deslizando su brazo alrededor de él, lo tumbó
en el amplio asiento acolchado de estribor, y suavemente, como si hubiera
estado hecho para acogerlo, reclamó lo que era suyo.
Un espasmo se apoderó de él, una
contracción de sorpresa e incomodidad tan breve, que apenas quedó registrado
antes de que se distendiera para admitir el ritmo de su acto sexual. Aferrándolo,
entró en él una y otra vez. Y cada vez se erguía para encontrarse con él,
suspirando en cada sacudida, tan vigorosa dentro suyo, remontando la cresta de
cada ola, y cayendo con él como si fluyera y refluyera a su alrededor.
«Te quiero», quería decirle, con la
pasión rebosando por cada poro de su piel y reduciendo la propia conservación a
un pálido e irrelevante recuerdo. Pero no lo hizo, en su lugar levantó el rostro
para buscar a ciegas con la boca.
¡Cuánto había echado de menos el amor de
una pareja! Con su cuerpo contrayéndose de deseo, se abrió a él, suave y
dispuesto. ¡Qué impaciente y que voraz se sentía! Pero él sentía lo mismo por
satisfacerle.
Agarrando sus caderas lo levantó hacia él y se movió hasta que él
suplicó abiertamente que lo aliviara.
Cuando sucedió fue... algo que nunca
había conocido antes. ¡Incomparable... sublime!
Después, con el barco meciéndose
suavemente y con su brazo sobre él, la necesidad de decir «te quiero» surgió
otra vez. Eran las palabras adecuadas para ese momento. Las únicas palabras que
expresaban las emociones que Yesung había hecho renacer en él.
Pero otro sonido rompió el silencio, un
golpe contra el casco del barco, seguido por otro más fuerte.
Levantándose de
golpe, Yesung miró hacia la oscuridad y dejó escapar una protesta.
—¿Qué es eso? ¿Estamos encallando?
Sintiéndose desnudo sin sus brazos
rodeándole, se arrinconó en una esquina del asiento.
—No —respondió encendiendo el motor y
virando el barco a popa—. Nos ha golpeado un tronco, nada más. Pero nos hemos
ido a la deriva. Será mejor que te pongas la ropa antes de que alguien decida
venir a rescatarnos heroicamente.
Mortificado, se revolvió para buscar su
ropa. ¡Qué rápido se había hecho pedazos el romanticismo!
Mucho más tarde, mucho después de haber
amarrado el barco mientras su casa estaba a oscuras, Yesung renunció a intentar
dormir.
¡Habían hecho el amor sin preservativo!
Arrastrando su arrepentimiento hasta el porche,
se tumbó en la hamaca y, en las frías horas de la medianoche, se enfrentó a la
gravedad de sus actos. Que un tipo con su experiencia hubiera cometido
semejante imprudencia era inexcusable desde todo punto de vista.
Sabía que a Ryeowook le había dolido su
silencio después de hacerlo, y el modo en que había acabado la velada con un
breve «Buenas Noches» y sin la más mínima muestra de afecto. Hasta un idiota de
su magnitud podría imaginar porqué habían temblado sus labios al intentar
sonreír, y reconocer la caída triste de sus hombros al girarse para volver a su
casa.
Probablemente se había lamentado por
haber sido tan fácil y había llorado hasta dormirse porque no le había dicho lo
que necesitaba oír para hacer que se sintiera mejor.
Ese era el problema con los jóvenes y mujeres.
Siempre tenían que analizar todo y encontrar razones para justificar sus
acciones, especialmente en lo relativo al sexo. No era suficiente aceptar que a
veces las cosas sucedían sin más.
Eso era lo que había ocurrido aquella noche.
No había planeado saltar sobre él, ni siquiera tocarlo. No era su tipo.
¿Entonces por qué de repente lo había
deseado tanto, que casi había llegado al clímax antes de tiempo? ¿Y por qué
entonces, cuando su apetito animal había sido satisfecho con creces, pensar en Ryeowook,
en su grácil cuerpo bañado por la luz de la luna, le ponía frenético otra vez?
¿Por qué no podía achacar lo sucedido a una combinación de circunstancias y a
un juicio equivocado por ambas partes?
Dobló la pierna y frunció el ceño. Supo
por qué. Ryeowook tenía una dulzura y una generosidad que habían despertado su
desconfianza.
Era la clase de joven que reptaba dentro
del subconsciente del hombre mientras dormía o pensaba en otras cosas, y se
quedaba allí de modo que nunca volvía a librarse de él. Lo había supuesto
durante días y en ese momento tenía la prueba para su teoría.
Esa certeza lo carcomía mientras
amanecía por el este. Cuando la razón debía haber prevalecido, él lo deseó. Aun
cuando la fatiga le podía, pero el dolor de la pierna le impedía dormir y la
obstinación que le caracterizaba no le permitía tomar un calmante, lo deseaba.
Y supo que no podría tenerlo. Nunca.
Porque no podía darle lo que Ryeowook realmente quería.
—¿Cómo te ves dentro de cinco años? —le
había preguntado el día anterior cuando
servía la comida.
Ryeowook se había mirado las manos, unas
manos suaves y bonitas hechas para abrazar a un bebé, y después había mirado a
lo lejos.
—Estoy pensando en hacer un curso sobre
seguros para trabajar en el departamento de planificación financiera del banco.
Sería un reto interesante.
—Pareces tan emocionado como lo estaría
yo si me enfrentara a un tratamiento de quimioterapia.
—Es un objetivo realista. Las otras
cosas que quise en el pasado... No tenían que ser para mí.
—¿Estás hablando de hijos?
—Sí.
—Demonios, Wook. El que seas un joven viudo
no significa que no puedas tener hijos. Si tener un hijo es tan importante para
ti, ¿qué te impide perseguir tu sueño?
—¿Te refieres además de tener treinta y
un años?
—Esa no es una razón. Hoy en día muchos
esperan hasta los treinta y tantos para pensar en tener hijos.
—Si quedarme embarazado fuera mi única
ambición, supongo que sería una opción. Pero un bebé merece tener sus dos padres. En eso estamos de acuerdo los dos.
—Entonces cásate otra vez.
—¿Solo para tener un hijo? Eso no es
suficiente. El matrimonio debería ser entre dos personas que se necesitan
porque están enamoradas, no porque desean tener hijos, y no sé si alguna vez
volveré a estar preparado para ese compromiso.
Pero había estado mintiendo, a él y
sobre todo a sí mismo. Si algún joven había nacido para el matrimonio, esa era Ryeowook.
Tanto si quería admitirlo como si no, Ryeowook estaba como el barco la noche anterior:
a la deriva y golpeado por lo que se cruzara en su camino. Necesitaba un ancla,
alguien estable en quien poder confiar. Alguien como el hombre al que había
perdido.
Él no podía cumplir ese papel. Lo había
sabido el día anterior y nada había cambiado. ¿Entonces por qué demonios había
hecho el amor con él aquella noche? Además de engañarlo, se había arriesgado a
hacer lo único que se había prometido no hacer jamás: ser el padre de un hijo
no deseado.
Ya estaba pagando el precio por ello. El
modo en que le latía la pierna le avisaba de que había retrasado su
recuperación por lo menos un mes. Se sentía peor que una rata. La fruta
prohibida sabía tan dulce que le hacía desear más, lo que significaba que tenía
un problema. Y como no confiaba en poder alejarse de la tentación, iba a tener
que asegurarse de que Ryeowook eligiera mantenerse lejos de él.
Solo esperaba que ese fuera el único
precio que iba a tener que pagar.
Solo un romántico sin esperanza
esperaría que él apareciera por su casa a la mañana siguiente con un presente y
alguna señal de que había encontrado su encuentro amoroso memorable. Antes de
que hubieran llegado a puerto, había dejado claro que se arrepentía de todo.
Ryeowook tampoco se sentía muy orgulloso
de sí mismo. El abandono con que le había respondido lo llenaba de vergüenza.
Pero fingir que no había pasado nada, o peor, intentar evitarse
indefinidamente, se le antojó absurdo. Tarde o temprano iban a encontrarse cara
a cara y, cuanto antes lo superara, mejor.
—He preparado dos tartas esta mañana y
pensé que querrías una —diría—. Y sobre lo de anoche, no significa nada, Yesung,
ambos lo sabemos, así que olvidémoslo. No hay razón para echar a perder nuestra
amistad. Lo siento, pero no puedo quedarme a tomar un café. Quiero sacar a Melo
a dar un paseo antes de que haga demasiado calor...
Así que se convenció a sí mismo,
ensayando su charla hasta que le quedó perfecta.
Cuando llegó a su casa, unos pasos y
unos insultos lo guiaron hasta el porche. Allí estaba dándole la espalda,
vistiendo solo unos pantalones cortos en lugar de sus vaqueros.
Apoyándose en la barandilla estaba
ejercitando su pierna herida, balanceándola con un peso metálico atado a la
suela del zapato. Una tarea dura a juzgar por el sudor que cubría sus hombros.
La escena tenía un aire íntimo que le
dejó paralizado y pensó en aplazar lo que quería decir para otro momento. Si
las tablas no hubieran crujido a su paso podía haberlo conseguido, porque
estaba muy distraído con su tarea.
Pero el sonido lo hizo mirar por encima
de su hombro y lo vio. En el segundo que pasó antes de moverse diferentes
expresiones recorrieron su rostro. Sorpresa, disgusto y ultraje se siguieron
con rapidez, advirtiéndole claramente que era tan bienvenido como una plaga.
Tomando aliento se preparó para la tormenta que se iba a desatar.
—¿Desde cuándo te he dado permiso para
aparecer sin invitación? Esto no es un espectáculo.
A pesar de estar preparado, la ira fría
de su voz lo dejó perplejo. ¿Cómo podía hablarle así, como si fuera su enemigo?
Habían compartido un momento de intimidad unas horas antes. Lo había besado
como si fuera el único sobre la tierra. Le había hecho el amor y conmovido
hasta llorar para después caer exhausto y satisfecho en sus brazos. ¿Por qué
era tan horrible verla entonces?
—Ya lo sé. Solo he pasado para...
—¡Cállate! ¡Cállate y lárgate de aquí!
Como él se quedó quieto, listo para
desaparecer, pero demasiado consternado para hacerlo, Yesung se abalanzó sobre
la camiseta que estaba tendida sobre la barandilla y agarró torpemente el
bastón.
—¡Bien! Si tú no te vas, me iré yo.
Pero en su intento de abandonar la
escena antes que soportar su presencia, se tambaleó y se cayó.
Entonces vio lo que había intentado
esconder. Unas cicatrices rosadas que cruzaban su pierna como vías de tren
empezando por el tobillo y acabando en su muslo.
—¡Vaya...! —exclamó incapaz de controlar
su compasión y sabiendo cómo lo interpretaría se tapó la boca.
Después fue a
intentar levantarlo, un gesto inútil.
—¡Déjalo! —rugió—. No necesitó tu ayuda
ni tu lástima.
—¡No es por lástima! —gritó—. ¡Yesung,
por favor! No me apartaste anoche. Compartimos mucho. ¿Por qué no me dejas que
te ayude ahora?
Impulsado por la rabia y por una buena
dosis de su orgullo infernal, finalmente consiguió levantarse y le dedicó un
torbellino de insultos.
—¡Qué típico, intentar atrapar a un
hombre en un momento de debilidad! Solo porque hice lo que tú deseabas anoche
no supongas que puedes aparecer por aquí siempre que te apetezca para meterte
en mi vida.
—¿Que hiciste lo que yo deseaba? ¿A
quién crees que estás engañando? Puedes negar todo lo que quieras ahora, pero
lo cierto es que tú deseabas hacer el amor tanto como yo, Kim Yesung, y el que
fueras capaz de entregarte tanto lo prueba.
—Bueno, es un error que no quiero
repetir —accedió avergonzado.
—Esa es la mejor noticia que he
escuchado hoy.
—¿Para eso has venido aquí? ¿Para
insultarme?
—No. Te he traído una tarta. Creí...
esperaba que sería...
—Sabiduría popular, a un hombre se le conquista
por su estómago. Así que, si crees que comprándome con repostería casera vas a
ganar más puntos y conseguir meterme en tu cama, estás muy equivocado.
—No creas que es un soborno —replicó—.
Considéralo más un pago por los servicios prestados. Y cómetela mientras está
caliente porque es lo último que vas a recibir de mí. Y por lo que respecta a
meterte en mi cama, antes dormiría con un escorpión.
—Parece que al final estamos de acuerdo
en algo.
¡Era terrible, sin corazón, inhumano! Y él
era más que estúpido por haber creído por un minuto que podía apelar a su
naturaleza bondadosa, ¡no la tenía!
Fue a darse la vuelta antes de que viera
el brillo de las lágrimas en sus ojos, pero Yesung era más observador de lo que
él creía. Una sombra de arrepentimiento cruzó su rostro y alargó la mano como
si fuera a tocarlo. Después, en el último momento, cambió de opinión.
—Wook, espera un minuto.
Déjenme pegarle es lo único que pido. Yesung juro que si pudiera te haría tortura china bsjo las uñas con astillas de bambú.
ResponderEliminarPero el tiempo se encargará de hacerte pagar por todo el sufrimiento que le estas causando a Wookie.
Este par,tan necio es uno,como lo es el otro,ademas de orgulosos.
ResponderEliminarPero ese "buenas noches"? Por favor,ni que fueran un par que andaba buscando sexo y que pagaron por ello,ninguno de los dos es un prostituto para decirse eso.
Pero bueno,lo hecho esta hecho,y luego vienen y la embarran de nuevo,pero entre tanta palabreria sacaron la verdad,sabrmos que detras de esas palabras,hay mas.
Y ahora qué le dira,pedira disculpa? Le recalcara las buenas noches?
wook dale un cachetada de mi parte
Estúpido tronco que mato la pasión!!!! no puedo creer por que se dijeron esas palabras hasta ami me dolió, Yesung deja de ser tan orgulloso!!! me encanto esta historia esta cada vez mas emocionante gracias por actualizar rápido de verdad mis ansias por seguir leyendo mas me matan!!!
ResponderEliminarcuidate!!
aaaahh!! Yeye del mal que se te paso por la cabeza para tratarlo asi despues de pasarlo tan bien en el bote! y no lo niegues que te encanto!! mas te vale disculparte porque Wook no se merece ese trato!
ResponderEliminarEs un bobo yeye, como no lo reconoce le gusta y mucho, diablos como no puede entender y Wookie, tambien le gusta y mucho creo que esta enamorado ahora que haran despues de tener sexo sin proteccion y que pasara habra bebe ojala...
ResponderEliminarEste par da un paso hacia adelante y dos para atrás, es obvio que las cosas no serían fáciles, pero Yesung se pasó de la raya, fue muy cruel, al menos RyeoWook ha reconocido ante si mismo que siente algo por Yesung, pero esté ni siquiera entiende bien lo que siente. Y ahora?? después de todo lo que dijo, para que detiene a Wookie, espero que no sea para empeorar todo, si es que se puede claro.
ResponderEliminarGracias por el Mp.
Cuídate :D
ok, no crei que fuera a ocurrir todo esto despues de haberse "unido", que tontos son!!! sobre todo Yesung, por que no terminar sincerandose en lugar de pelando? Nunca se van a entender si siguen con esas estupideces en la cabeza, ademas cómo esta tan seguro Yesung de lo que necesita Wook, eso solo lo puede saber Wook, se4 ha comportado como un idota, merce la ley del hielo
ResponderEliminarWaaaaa u.u yesung no seas tan obstinado si igual q te encanta wooki y esa noche de amor q tuvieron no seas malo con el...
ResponderEliminarO.O waaa wooki tiene una posibilidad de estar embarazadooo ya quiero seguir leyendo y espero q yesung cambie su actitud q es un asco ≧﹏≦
Par de tontos obstinados y tercos y...aah!! Me desesperan!! Primero no, luego si, luego otra vez no y...así no se puede!!! Aish!!
ResponderEliminarY...y...que Wook este embarazado y Yesung nunca lo sepa por terco jum!! Ok no XD Pero seria genial que si tuvieran un bebé >.< jijiji
...entre otras cosas...amms...tiempo que no me pasaba a comentar!! Sorry, pero mi cel no publicaba los comentarios y mi lap estaba castigada T.T lo bueno es que regresé :) Gracias por los MP ^^
Y nos leemos pronto, espero con ansias el siguiente capitulo!!
Saludos!!