Siwon miró su reloj y una mueca de disgusto
arruinó por un instante la perfección sensual de sus labios.
¡El llegaba tarde!
Pero su irritación dejó paso a una suave
sonrisa al imaginar los embriagadores placeres que se avecinaban. Heechul no
tenía la culpa de que su avión llegara tarde. De hecho, ni siquiera sabía que
él iba a estar allí.
Siwon se preguntó cómo reaccionaría cuando
descubriera que había ido a buscarlo, ya que era un raro espécimen, alguien que
constantemente lo sorprendía.
Fijó la mirada en el tablón de llegadas. El
avión había aterrizado y en breve los auxiliares de vuelo estarían paseándose
por el vestíbulo...
Siwon tuvo la sensación de ser observado, y
sus brillantes ojos negros se abrieron ligeramente al ver a un joven que lo
miraba como si quisiera lamerlo entero y luego devorarlo. Lo predecible era
aburrido, pensó él, volviendo la cabeza y viendo un débil destello de rojizo,
conforme un joven con un glorioso pelo rojo
caminaba pavoneándose hacia la puerta de salida.
La mayor parte del cabello estaba escondido
bajo un sombrerito muy chic, ladeado graciosamente, pero el color era
suficiente para hacerlo destacar, al igual que la gracia natural con la que se
movía. Llevaba un pulcro uniforme azul marino, sus largas piernas enfundadas en
unos ajustados pantalones. ¿Acaso era ese uniforme el que lo hacia diferente? ¿O se
trataba de algo inherente a la naturaleza de Heechul?
No. Heechul era un puro contraste, un
enloquecedor y excitante contraste de aspecto y actitud. Su pelo parecía una
llama, pero su expresión era fría, y parecía indiferente a los hombres que se
hacían a un lado para dejarlo pasar y luego continuaban parados, siguiendo el
movimiento de sus caderas con ojos hambrientos.
Siwon sintió que el deseo tensaba su
cuerpo, pero no se movió. Aún no podía verlo, y él quería observar su reacción
cuando eso sucediera...
Delante de él, Heechul veía el alboroto de
la multitud. El aire acondicionado le helaba la piel conforme atravesaba el
aeropuerto. Aquella ciudad le provocaba muchas asociaciones mentales y
recuerdos, algunos buenos y otros peligrosamente buenos. «Hola, Nueva York»,
pensó.
—¿Vas a ir directamente al hotel? —le
preguntó Zhoumi.
Heechul se giró. Su compañero estaba
aplicándose brillo labial sin usar espejo, y Heechul le hizo un gesto para
indicarle que se había salido por un lado.
—Sí, ¿por qué no iba a hacerlo?
—Bueno, no estaba seguro —respondió Zhoumi,
con una sonrisa traviesa, mientras se limpiaba el brillo corrido—. No sabía si
ibas a ver a tu príncipe o no.
El énfasis en aquella palabra era habitual,
y Heechul se había acostumbrado a las bromas después de un tiempo, aunque al
principio no había sabido muy bien cómo reaccionar. Había sido una situación
peculiar, no sólo para el resto del equipo de cabina, sino para él también.
¡Las chicas y jóvenes normales y corrientes no salían con príncipes! Pero
parecía que sí que salían. De hecho…
De repente, sus pensamientos se paralizaron
y sus pasos estuvieron a punto de hacer lo mismo. Algún tipo de instinto le
hizo seguir caminando adelante, adelante... porque, por un instante, casi había
creído ver a Siwon.
—¿Aquél de allá no es él? —preguntó Zhoumi con
curiosidad, siguiendo la dirección en la que miraba Heechul.
Gracias a Dios, estaban suficientemente
lejos para que él no fuera capaz de ver que se había quedado pálido. O al
menos, eso era lo que Heechul creía, porque seguro que la sensación de mareo
que estaba experimentando tenía que notarse físicamente de alguna forma. Era
como si la sangre hubiera abandonado sus venas, como si sus extremidades no lo
sostuvieran. «Sigue caminando», se dijo. «Simplemente, sigue caminando».
—¡Sí que lo es! —exclamó Zhoumi—. ¡Oh, Dios
mío, es él! ¡Ha venido a buscarte! ¿No te parece romántico?
Heechul enarcó las cejas.
—No sueles sorprenderte tanto cuando los
novios de otros acuden a buscarles —comentó secamente.
—Eso es porque no salen con príncipes —se
explicó Zhoumi con tono de reprimenda.
Heechul negó con la cabeza.
—Él es sólo un hombre —replicó débilmente,
pero sabía que sus palabras no sonaban muy convencidas.
Porque él no era sólo un hombre. Lo
recorrió con la mirada conforme caminaba hacia aquellos brillantes ojos negros
que no se apartaban de su caminar. Fuera o no un príncipe, era el tipo de
hombre con el que la mayoría no tenían la suerte de cruzarse ni siquiera una
vez en sus vidas. Había algo en su manera de moverse que llamaba la atención,
un aire de arrogante seguridad entremezclada con un sentimiento de
superioridad. ¿Era la sangre azul y la educación lo que le habían dotado de
esas cualidades, que le hacían destacar por encima de la multitud, o las habría
tenido de todas formas?
Estaba de pie junto a una columna, medio
oculto entre las sombras, y Heechul supo que se había ocultado de los
reporteros. Siwon había renunciado a la vida de príncipe, pero su legado
implicaba que nunca podía librarse de todo lo que conllevaba tener un título.
La gente quedaba fascinada por el título, pero más habitualmente quedaban
fascinados por él. ¿Quién podía culparlos?
Una y otra vez, Heechul había observado
cómo los demás lo adulaban y estaban pendientes de sus palabras, hombres,
jóvenes y mujeres, pero especialmente jóvenes
y mujeres. Bebían de su mirada oscura e impresionante, de su hablar sexy y con
acento, arrastrando las palabras, y de su sensualidad despreocupada, que le era
tan natural como respirar.
Era un hombre entre un millón, y Heechul
aún no estaba seguro de qué había visto en él. Algunas veces se sentía como si
estuviera viviendo en una burbuja, y que un día se rompería y se quedaría con
la gris y dura realidad de una vida sin Siwon.
«No lo conviertas en más de lo que es, un
romance ocasional, ni más ni menos», se recordó a sí mismo. Y si él, por ser
quien era, daba un aire de cuento de hadas al romance, entonces debía disfrutarlo,
pero sin hacerse ilusiones.
Esbozó una media sonrisa como si se la
hubieran pintado en el rostro, hizo un gesto de despedida a Zhoumi y se acercó
a donde él esperaba, una figura perturbadora enfundada en un carísimo traje de
lino. El clamor del éxtasis de su corazón le ensordecía, pero le dirigió a él
una mirada tan segura como la que le dirigiría a uno de sus pasajeros de
primera clase que le hubiera pedido una copa de champán.
—Hola, Siwon —dijo en voz baja pero clara—.
No esperaba verte aquí.
Siwon podría haber sentido admiración si no
lo hubiera abrumado la frustración. ¿Es que nada le afectaba, salvo el sexo?
Porque sólo entonces Heechul se dejaba ir completamente. Viendo su sonrisa
serena que parecía reírse de sus pecas de colegial, a Siwon le costaba
imaginárselo susurrando su nombre, o gritándolo, o estremeciéndose entre
gemidos ahogados en su hombro.
Siwon sintió que el corazón se le
aceleraba, sus instintos estaban sosteniendo una batalla con su raciocinio. La
frialdad había hecho que destacara del resto y que él tomara la determinación
de poseerlo. ¿Había imaginado, de alguna manera, que lograría derretirlo y
someterlo a su voluntad, como a todos los demás, para luego marcharse tan
felizmente?
—Tal vez no me hubiera molestado en venir si
hubiera sabido que ibas a recibirme con tan poco entusiasmo —comentó él con
suavidad.
Heechul vio el brillo de sus ojos negros,
reconociendo en ellos, como había sucedido desde el principio, que él era un
hombre acostumbrado a cuantiosas muestras de afecto y que estaba aburrido de
eso. Así que Heechul no le había dado ninguna. Desde muy pequeño, Heechul había
aprendido a hacer lo que los demás querían. Algunas personas lo llamarían
necesidad de agradar; él lo definía como asegurarse de que se llevaba bien con
sus compañeros.
—Y bien, ¿qué te gustaría que hiciera?
¿Rodearte el cuello con los brazos y gritar de alegría? —murmuró.
—Puedes esperar a después para hacerlo, en
la cama —respondió él burlonamente, y fue recompensado con un débil rubor en
aquellas mejillas de piel blanca.
Quizá el rubor escapaba a su control, pensó
Heechul, pero el destello de desafío de sus ojos, no. Elevó la barbilla y le
devolvió la burla.
—A lo mejor estoy cansado y quiero dormir.
—Y a lo mejor no.
Él acercó su mano a su rostro y lentamente
lo recorrió con un dedo, terminando deliberadamente en sus labios, haciendo que
temblaran ligeramente y se entreabrieran. Quiso besarlos, pero no lo hizo.
Podía imaginarse los titulares de la
prensa. Un beso erótico en público en un periódico significaba campanas de
boda.
Pero si él era frío, Heechul lo era aún
más, y los ojos de Siwon centellearon cuando sus miradas se cruzaron.
—Dame tu maleta —dijo él en un tono
uniforme—. Tengo el coche esperando.
Ya había cumplido con su papel, el papel
que requería la situación. No se había abalanzado sobre él. Ni siquiera había
manifestado un escalofrío de placer cuando le había tocado. Pero ya no podía
más. Heechul lo deseaba, enormemente. Le dejó agarrar su pequeña maleta y se
permitió el lujo de sonreírle.
—Qué amable. ¿Vas a conducir tú?
¿Amable? De repente, Siwon sintió la
poderosa necesidad de romper su gélida compostura.
—No —dijo suavemente, mientras atravesaban
el vestíbulo, ajenos a las miradas curiosas que despertaban—. Tengo un chofer escondido
detrás de un cristal tintado, así que no podrá ver cuando empiece a besarte. El
cristal también insonoriza, así que, cuando tu respiración comience a acelerarse
al meter mi mano entre tus muslos, él no lo oirá.
Heechul sintió la boca seca de forma
insoportable.
—Oh, Siwon, no sigas... —susurró.
Él sintió su delicioso endurecimiento y
supo que debía parar. Pero no aún.
—Y tampoco se enterará cuando te quite los
pantalones y te coloque sobre mí...
—Siwon...
—Profundamente sobre mí...
—Si... Siwon...
Él acercó sus labios a su oído y habló en
un suspiro mientras aspiraba su fragancia.
—Y te moveré arriba y abajo, arriba y
abajo, llenándote completamente, hasta que jadees de placer...
—¡Siwon! —exclamó Heechul, jadeando, medio
mareado y con el pulso acelerado.
Siwon percibió que sus pasos se tornaban
vacilantes, y lo agarró del brazo justo en el momento en el que una limusina
negra se detenía delante de ellos. Dio unas órdenes en coreano al conductor y
luego se metió en el asiento trasero, deslizándose junto a él y cerrando la
puerta, encerrándolos en un mundo suntuoso y tenuemente iluminado. Lo rodeó con
sus brazos.
Heechul estaba tan caliente, que apenas
pudo pronunciar su nombre cuando lo tumbó sobre el asiento y el sombrero se le
cayó de la cabeza.
—Siwon...
La respuesta fue una dulce presión de su
boca besándole, transportándolo a ese lugar donde lo único que importaba era el
tacto, el sabor y el olor de él. Entrelazó sus dedos entre el sedoso cabello
color ébano y acercó su cuerpo entregado al de él. Se quedó helado, entre la
excitación y el horror, conforme sintió su mano en su rodilla y recordó sus
palabras.
Seguro que no iba a...
Pero Siwon estaba moviendo su mano, y él se
retorcía en respuesta a la dirección que estaba tomando, y sus caderas contradecían
las palabras que se obligó a decir.
—No, no podemos —protestó, con la voz
teñida de deseo—. No debemos. No aquí.
—¿Por qué no? La idea te ha puesto a cien.
Sabes que es cierto —replicó él, acariciándolo—. Lo he visto en tus ojos.
—Puede que... Oh, Dios.
Heechul cerró los ojos y echó la cabeza
hacia atrás conforme los dedos de él se deslizaban, atormentándolo, hacia el
origen de su deseo.
—Puede que me haya puesto a cien. Pero eso
no significa que esto esté bien.
La mano se detuvo.
—¿Entonces debo detenerme, gatito mío?
La frustración se apoderó de Heechul. Negó
con la cabeza, sin poder evitarlo.
Él acercó su boca a su oído. Le encantaba
verlo así, dócil, suyo. Con su frialdad transformada en un deseo ardiente y
urgente.
—No te oigo, Heechul.
—No
—susurró—. No pares. Por favor, no pares.
Una sensación de triunfo lo invadió, y
apartó la barrera de sus boxer para sentir su carne sensibilizada hasta el
límite. Pero terminó casi antes de haber empezado. Sintió el cuerpo de Heechul tensándose
conforme apretaba sus dedos contra su miembro. Lo agarró del cuello e hizo que
lo besara, sus piernas se separaron y gimió suavemente de placer, como un gato.
Se quedaron en esa postura un rato, con las
bocas pegadas, su mano tocándolo mientras continuaba sacudiéndose en espasmos
contra él. Cuando terminó, Heechul se retiró, con el rostro cubierto de sudor,
aún estremeciéndose, y sacudió la cabeza.
—¿Por qué lo has hecho? —preguntó, y tomó
aire como si estuviera a punto de ahogarse.
Él sonrió, mientras le acomodaba la ropa.
—Porque tú querías que lo hiciera.
—Deberíamos haber esperado.
—Pero tú no querías.
No, él no quería. Había pasado mucho
tiempo, demasiado, y lo había echado de menos. ¿Le habría echado él de menos,
aunque sólo fuera un poco? Elevó sus ojos hacia los de él, pero como siempre,
sus brillantes profundidades de ébano eran impenetrables. Quiso besarlo de
nuevo, pero un beso parecía algo demasiado íntimo. ¿No era una locura después
de lo que acababa de suceder?
—¿Y tú qué? —preguntó con voz ronca, colocando
su mano sobre él súbitamente.
Vio que él cerraba los ojos fugazmente y
gemía, antes de agarrarle la mano y llevársela a la boca. Dejó que su
respiración recuperara el ritmo normal y entonces habló.
Heechul pudo sentir su cálido aliento en
sus dedos.
—Pero yo sí puedo... esperar, cariño —dijo
él, también con voz ronca—. Ésa es la diferencia entre nosotros.
Él siempre era tan controlado, siempre...
Y, al demostrar su autodisciplina, ¡resaltaba la falta de ella que había tenido
Heechul! Pero sabía que se trataba de algo más que de su férrea determinación.
Tal vez podía hacerle cambiar de opinión en lo físico, pero en lo mental no
tenía ninguna oportunidad.
Siwon se había deshecho de las limitaciones
que implicaban ser un príncipe, pero nunca olvidaba la responsabilidad que el
título conllevaba. Su mente debía de haberse impuesto a las necesidades de su
cuerpo. Debía de haber imaginado las peores posibilidades: que los molestara el
chofer, o la policía, o los fotógrafos, y entonces uno de los príncipes de Hyundae
sería descubierto con un auxiliar de vuelo inclinado laboriosamente sobre su regazo.
Heechul enrojeció y se apartó, sintiéndose
de repente una golfa, como debía de parecerle a alguien de fuera. «Joven baja
de avión y permite que hombre se aproveche de él en un coche». Y un hombre,
además, que nunca le había hecho ninguna promesa de compromiso alguno ni nunca
lo haría. ¿Estaba valorándose a sí mismo demasiado poco? Y, de ser así, ¿cuánto
tiempo iba a permitir que aquello continuara?
—¿Cariño?
—preguntó él con voz suave.
En cualquier otra persona sería fácil creer
que se trataba de ternura, pero la ternura era un concepto extraño para Siwon.
Él vio que sus ojos se nublaban y su dureza
desapareció repentinamente. Se inclinó hacia delante hasta que sus frentes se
tocaron, y comenzó a acariciarle el pelo.
—Perdóname, Heechul —dijo suavemente.
Heechul cerró los ojos. ¿Por qué le pedía
perdón? ¿Por haberlo elevado al cielo en un tiempo indecentemente corto?'¿O por
recordarle que, en lo referente a sexo, era el maestro y él la marioneta?
Abrió los ojos.
—Me haces sentir vulnerable —admitió.
Él se encogió de hombros.
—A veces un joven debe sentirse vulnerable.
—¿Y un hombre no? —preguntó, provocándolo.
—Por supuesto que no —respondió él, con los
ojos destellando desafiantes—. Por eso somos el sexo
fuerte, ¿no lo sabías?
Estamos preparados para pelear en guerras y cazar, no para quedarnos tumbados
boca arriba como dóciles gatitos.
—¿Igual que acabo de hacer yo, quieres
decir?
Él rozó sus labios con los suyos.
—Mmm. Has estado perfecto. Me gusta verte
así.
—Oh, te obsesiona el poder —dijo, molesto.
Siwon esbozó una pequeña sonrisa.
—Pero eso te gusta.
—A veces.
No siempre. A veces cambiaría cien éxtasis
por verlo mostrar una mínima chispa de vulnerabilidad, pero eso era como desear
que del cielo llovieran diamantes en lugar de gotas de agua.
—A veces desearía que te relajaras un poco
más.
—Ya me relajaré más tarde —le prometió él
suavemente, asiéndole entre sus brazos—. Te lo prometo.
—No me refiero sólo a cuando tenemos sexo
—añadió Heechul—. Puede que sea un concepto desconocido para ti, Siwon, pero
puedes relajarte en otras ocasiones.
—Shhh. Suficiente. Ya es suficiente, cariño.
Heechul apoyó la cabeza sobre el hombro de
él y se quedó callado, pero no feliz, mientras registraba su reprimenda no
expresada en voz alta. ¿Lo estaba él fastidiando? Miró por la ventanilla
mientras el coche recorría Park Avenue y se detenía delante de un edificio
antiguo y hermoso.
Giró la cabeza y se encontró con que Siwon
le observaba atentamente.
—¿Por qué nos detenemos aquí?
—Porque hemos llegado.
Heechul frunció el ceño.
—¡Esto no parece un hotel!
—Es que no lo es —contestó él, sonriendo,
como si no hubiera nada en juego.
Pero sí lo había, y los dos lo sabían.
—Creí que te gustaría ver mi apartamento.
Asi que,un Siwon controlador,un par que no es de demostrar algo más que las ganas de hacerlo.
ResponderEliminarUno de ellos llegara al limite y sabrá que necesita algo más que solo sexo,sino tambien palabras de cariño,una que otra demostración de amor.
Lo lleva a su departamento,eso puede ser por dos cosas.....una,que siwon este sintiendo algo más,u otra,que era lo más cerca que estaba para calmar sus ancias......aunque parece que todo esta planeado y hay algo más....pero nunca se sabe
par de necios
Waaa aqui lo que noto en esta relacion es falta de comunicacion. Al parwcer ninguno de los dos quiere dar a conocer como se siente
ResponderEliminarohhhhhhhhhhhhh may gad es que me encanta, simplemente me encanta.
ResponderEliminarMe encanta cuando Siwon es así fuerte y manipulador, y que Hee se haga el fuerte pero al final se derrita con una caricia de Siwon.
El capítulo ha estado genial, la imagen de Hee de azafato me dió risa jajaja, no me lo imagino todo controlado con los pasajeros.
Y por shisus, que hasta yo me morí con lo que planeaba Siwon hacer con Hee en el auto, eso fue HOT HOT!
Espero que actualices pronto,,, y nada que ver con este tema ... pero no te olvides de EunHae xD lo estoy esperando con ansias !
Chau
Ohhhhhh que genial me encanto!!!! Hee no pudiendo decir no y luego con esa palabra Cariño fue algo mas que sexo!!! y que lo llevara a su departamento me deja intrigada!!! esperare el proximo cap
ResponderEliminarcuidate gracias por el MP
oh, creo que entiendo que Hee si sienta desconcertado con el hecho de estar en el apartamento de Siwon, creo que él piensa que Siwon ve aquello como una relacion pasajera y eso, por eso su desconcierto, es mas me atrevo a pensar que ambos sienten que para el otro no existe una relacion real.
ResponderEliminarSon unos tontos.
Pues al parecer a ninguno de los dos se le da por expresar muy bien lo que sienten, y ambos tienen ideas de su relación pero no resuelven sus dudas, ojalá eso no les ocasione más de un problema luego.
ResponderEliminarGracias por el Mp, nos leemos en el próximo capítulo.
Bye ^^
oh! Interesante!! Me esta gustando esta historia!! Gracias por comenzar a adaptarla :)
ResponderEliminarMe gusta las personalidades de este SiChul, son interesante y ya quiero saber a donde llegan.
De pronto sentí la necesidad de darle una paliza a Siwon, espero que no sea asi en el resto de los capitulos XD o terminaré queriendo molerlo a palos XD jijiji
Gracias por seguirme avisando como siempre :)
PD: dime que continuaras adaptando centinelas T.T me quede con ansias de leer mas T.T
PD: ~~corro a leer EunHae!! ^^
Saludos!