Heechul no podía leer nada en el brillo de
ébano de los ojos de Siwon, y logró mantener su expresión desenfadada, aunque,
en el fondo, se sentía impresionado. ¡Siwon quería llevarlo a su casa! Bueno, a
una de sus casas. Por fin. Pero, ¿por qué?
—¿Tu apartamento? —preguntó lentamente. No
era precisamente el tipo de entusiasmo que él esperaba, lo cual le demostraba
que en la vida no se podía esperar nada.
—¿No te gustaría verlo?
Le sonrió.
—Pues claro que me gustaría. Hasta aquel
momento siempre se habían alojado en hoteles. A él, como auxiliar de vuelo, le regalaban
noches de hotel y, Siwon, como exitoso promotor inmobiliario que era, alquilaba
suites de lujo por todo el mundo. Tenía apartamentos en Nueva York y París,
pero Heechul no conocía ninguno de los dos.
No debería vivir como un gran logro
conseguir poner el pie en casa de su novio, pero de alguna forma Heechul lo
sintió así. ¿Era aquello lo que pasaba al salir con un hombre como Siwon, que
empezaba a ver como normal un comportamiento poco normal?
Él se agachó para recoger el sombrero del
suelo de la limusina.
—¿Quieres que te lo ponga yo?
Heechul sintió que se sonrojaba mientras
negaba con la cabeza.
—Odio ese sombrero —dijo, con más fervor de
lo que requería una opinión sobre un sombrero, pero estaba leyendo la expresión
de los ojos de Siwon demasiado bien.
Siwon estaba recordando cómo se le había
caído el sombrero, y lo que había sucedido a continuación y, a pesar de sus
propias reservas, Heechul sintió una ola de renovado deseo.
—Te queda muy chic —susurró él.
Y luego, como le deseaba con tanta fuerza,
le tomó la mano y la besó.
—Ven, entremos. El chofer meterá tus
maletas en la casa.
—¿Estás seguro de esto? —murmuró él
mientras subían en el ascensor hacia el ático.
En realidad, Siwon había tenido alguna
reserva, hasta que se había dicho a sí mismo que iba camino de convertirse en
un ermitaño. Y sabía instintivamente que podía confiar en que Heechul no
chismorrearía sobre su casa.
Con despreocupación, Siwon deslizó un dedo
por su cintura.
—Quiero que alguien pruebe mis platos.
Heechul no logró ocultar su sorpresa,
después de intentar imaginárselo en la cocina, sin conseguirlo.
—¿Quieres decir que tú cocinas?
—En realidad, no —respondió él, y sus ojos
destellaron—. ¿Y tú?
Heechul asintió con gravedad.
—Oh, sí. Me gusta cocinar. De hecho, me
encanta servir a los hombres, en general. Así que espero que me dejes servirte
en cuanto entremos ahí. Lo harás, ¿verdad, Siwon?
Siwon necesitó tres segundos para registrar
el tono sarcástico de su voz, y lo tomó entre sus brazos.
—Eres un brujo perverso. Kim Heechul
—gruñó, y comenzó a pasear sus labios por su mejilla.
Heechul cerró los ojos mientras la esencia
primitiva y de limón silvestre de él invadía sus sentidos como una potente
droga. El comentario burlón le había gustado, porque en su voz había percibido
una ligera nota de desconcierto.
Siwon no podía comprenderlo, lo sabía, y
además lo había fomentado activamente, pero aquello era mucho más que un juego
para él. Siwon se había cerrado a él, así que, ¿por qué tenía que recaer sobre sí
mismo la responsabilidad de que aquella relación funcionara?
En aquel momento tenía un aire de misterio
que a Siwon le resultaba muy seductor. Si
permitía que él apartara esa cortina de misterio y dejara que la luz del
día iluminara hasta el fondo, ¿quién sabía qué pasaría?
Heechul giró la cabeza, y sus labios
rozaron dé forma cálida, suave y provocativa los de él. Él abrió mucho los
ojos, sorprendiéndolo con su intenso brillo.
—Te deseo —afirmó él, con voz ronca.
—Eso esperaba —respondió.
—Te deseo tanto que podría hacerlo...
—¿Aquí? —se adelantó Heechul, acariciándolo
descaradamente una vez más.
Pero esa vez Siwon no lo apartó. Esa vez
gimió. Heechul continuó deslizando sus dedos sobre su miembro duro como una
roca, y acercó su boca al oído de él, como él había hecho en el aeropuerto.
—¿Quieres que te desabroche los pantalones,
Siwon? —le preguntó suavemente—. ¿Quieres que te libere y que te tome en mi
boca lentamente? ¿Que deslice mi lengua arriba y abajo hasta que ya no puedas
contenerte y...?
Siwon rugió como un león hambriento cuando
el ascensor se detuvo, descorrió las puertas como si fueran el enemigo y abrió
la puerta de su apartamento, dando gracias a Dios de haber tenido la previsión
de dar el día libre a su personal.
Cerró la puerta de un portazo y Heechul, a
pesar de su curiosidad cuidadosamente reprimida, no tuvo oportunidad de
advertir ningún objeto característico de un príncipe, porque Siwon lo llevaba
de la mano de una forma que no permitía discusión. Pero, de nuevo, ¿quién
quería discutir? Desde luego, él no.
Siwon abrió la puerta del dormitorio
bruscamente, y sólo cuando estuvo cerrada se quedaron los dos frente a frente,
como dos abogados alerta, a punto de pelearse.
Él respiraba aceleradamente, y el corazón
de Heechul latía tan rápidamente, que creyó que iba a desmayarse. No vio la
belleza de la vista de Nueva York que ofrecía el ventanal, no podía ver nada
más que la belleza del rostro de aquel hombre. Su intenso deseo hizo que por un
momento sus rasgos parecieran casi crueles, y la certeza de que lo había
llevado al límite le inundó de un sentimiento de audacia.
Siwon había despertado en él un sentimiento
de pasión y de experimentación al que ninguno de sus otros amantes, pocos, se
habían acercado siquiera.
¿O acaso sucedía que, como él era un amante
tan hábil y experimentado, sentía que debía forzar sus límites para poder
ponerse a su altura?, se burló una voz en su interior.
Heechul se llevó las manos a las caderas y
lo observó con los ojos entrecerrados, creando un contraste entre su
provocativa pose y la apariencia acartonada, casi mojigata, de su uniforme azul
marino.
—¿Le gustaría que me desnudara para
usted... señor? —preguntó, en un tono de sumisión.
Siwon gimió. ¿Podría soportar la espera? Y
a la vez, ¿cómo no esperar? Para un hombre que estaba hastiado porque siempre
obtenía lo que quería, aquel desafío era algo que quería saborear.
Porque, ¿acaso la sensación de tener deseo
no le hacía sentirse más vivo que cuando lo satisfacía? ¿Alguna vez había
sentido la sangre correrle por las venas como le estaba sucediendo en aquel
momento? ¿O el dolor de su ingle amenazaba con hacerlo caer al suelo de
rodillas delante de él, completamente rendido?
Siwon asintió, sin decir nada porque no
confiaba en sí mismo, mientras se desplazaba hacia la cama y se tumbaba sobre
las almohadas.
—Sí, desnúdate —ordenó secamente—.
Desnúdate para mí, ahora.
Heechul dejó escapar un suspiro conforme su
pulgar y su índice rozaban la solapa de su chaqueta, acariciando el tejido con
tanta sensualidad como si fuera su piel. De alguna forma, casi era un alivio
poder jugar a aquel juego, porque el juego lo sacaba de la realidad, y la
realidad era que sospechaba que estaba enamorándose. Menudo peligro.
Por lo menos, mientras fingía ser un joven fatal,
se sentía capaz de contenerse y no abalanzarse sobre él y tomar su hermoso
rostro entre las manos como si fuera una maravilla, llenarlo de besos sinceros,
y decirle una y otra vez que él alegraba su corazón y reavivaba sus sentidos.
Pero no era eso lo que Siwon quería de él. Heechul
era suficientemente perceptivo como para haberse dado cuenta de que él era
feliz con un romance ocasional. Y, como no quería que el juego terminara,
seguía las reglas que él había dispuesto. ¿Lo convertía eso en un ser débil? ¿O
simplemente en alguien receptivo?
Siwon lo vio dudar y gruñó, luchando contra
la urgencia de que se uniera a él en la cama.
—Desnúdate.
Su voz resonó en la habitación, una orden
simple y directa.
Su voz era dura, pensó Heechul, pero nunca
había visto sus ojos de aquella manera, tan encendidos de deseo y necesidad, y
tuvo que armarse de valor para no derretirse bajo aquella mirada. Desliza la
chaqueta de sus hombros y la colgó pulcramente en el respaldo de una silla.
—Oh, Heechul —murmuró él.
Él lo estudió detenidamente.
—¿Voy muy despacio para ti, Siwon?
Él captó el desafío de su voz. «¡Di que sí
e irá aún más despacio!». Negó con la cabeza, sin atreverse, o más bien sin ser
capaz de hablar.
Heechul comenzó a desabrocharse los botones
de su camisa blanca y vio que él se humedecía los labios con la lengua,
conforme la prenda se unía a la chaqueta. Lentamente, se desabrochó el pantalón
azul marino y lo dejó caer al suelo. Dio un paso y salió de el. Escuchó la
brusca respiración de Siwon al quedarse de pie delante de él, vestido sólo con su
boxer. Comenzó a acariciarse el pecho.
—Ven aquí —susurró él.
Negó con la cabeza.
—Aún no. Quítate la camisa.
Siwon sintió la garganta seca conforme sé
quitaba la prenda de seda azul y la lanzaba a sus pies.
—Ahora los pantalones —le ordenó suavemente—.
Quítatelos.
Siwon sentía el corazón saliéndosele del
pecho.
—¿Por qué no lo haces tú? —murmuró.
—Porque quiero que lo hagas tú.
—¿Ah, sí? —preguntó él, arrastrando las
palabras.
Él era consciente de que Heechul lo estaba
tratando como ningún joven o mujer lo había tratado nunca, y, lo que era más
perturbador, él se lo estaba permitiendo. Pero la tensión sexual que aumentaba
segundo a segundo era demasiado poderosa como para resistirse.
En su estado de excitación extrema, se
quitó cuidadosamente los pantalones y los calzoncillos, y observó con un cierto
triunfo burlón cómo Heechul abría los ojos y la boca al ver lo excitado que
estaba.
—Oh, Siwon —susurró, maravillado.
Los dedos que habían estado haciendo
círculos alrededor de sus pezones se movieron para presionar su miembro y echó
la cabeza hacia atrás. Cerró los ojos, y por un momento Siwon se preguntó si
iba a masturbarse delante de él. Y, a pesar del acuciante deseo que sentía
hacia Heechul, ¿eso no sería insoportablemente erótico de observar?
Poseído por una abrumadora necesidad, se
colocó la mano sobre sí mismo con tanta gula como si fuera un adolescente, y
cuando levantó la vista se encontró con que Heechul lo observaba. Sus ojos se
encontraron en un instante de completa y silenciosa comprensión.
—Muy bien, Heechul —dijo él, con voz
temblorosa—. Ya has jugado a hacer tu striptease. Es suficiente. Te quiero
aquí. Ahora.
Su orden fue lo suficientemente cortante
como para hacerle olvidar la áspera nota de su voz al decir striptease. Heechul
sintió que las manos le temblaban mientras se quitaba el bóxer y lo lanzaba a
un lado, y atravesó la habitación hacia él casi corriendo. Entonces se sentó a
horcajadas sobre él, colocándose con cuidado sobre su miembro y gimiendo de
placer conforme él lo llenaba.
Heechul empujó hacia delante sus caderas,
como si estuviera montando a caballo. Pero él le hizo tumbarse boca arriba,
asumiendo la posición de dominio.
—Ahora —gruñó él, mientras lo penetraba una
y otra vez, y cada dulce y salvaje embestida lo acercaba más al clímax— ¡Ahora!
Siwon inclinó la cabeza para besarlo. El
tacto de sus labios prendió una mecha que nacía en el corazón de Heechul, y
unas llamas imparables comenzaron a cosquillearle. Heechul pronunció un grito
ahogado. Quería decirle a Siwon que sólo él lograba hacerle sentir de aquella
manera. Pero para Siwon él simplemente representaba buen sexo, y podía
conseguir buen sexo de muchos.
Y entonces la liberación lo inundó, enormes
olas poderosas que lo sacudieron hasta su centro más profundo, haciéndole
olvidarse de todo excepto de la maravilla del momento. Se agarró fuertemente a
él y hundió el rostro en su hombro mientras Siwon comenzaba a tensarse dentro
de él. El hecho de sentir su comienzo del orgasmo sólo aumentó su propio
placer.
Cuando todo hubo terminado, Siwon se tumbó
boca arriba, mirando maravillado hacia el techo. No lograba recordar haber
tenido sexo tan bueno como aquél. Nunca. Bostezó, consciente de que sus
defensas estaban bajas, y que se deslizaba irrevocablemente hacia el oscuro
túnel del sueño.
Heechul se quedó tumbado muy quieto hasta
que la respiración de él se volvió regular, lenta y profunda, y sólo cuando
estuvo seguro de que se había dormido, se arriesgó a incorporarse de costado
para mirarlo.
Cuando dormía, Siwon era hermoso y
extrañamente accesible de una forma que nunca lo era cuando estaba despierto.
Entonces no podía evitar tejer fantasías imposibles respecto a él. Sólo durante
el sueño su rostro de rasgos marcados y bellos se relajaba. La boca, sensual y
a la vez cruel, suavizaba su rictus, y el penetrante brillo de sus ojos quedaba
oculto tras sus espesas pestañas, que se curvaban con inocencia de niño sobre
su mejilla. Tenía la cabeza apoyada sobre una mano.
Heechul se movió ligeramente hacia la
cabecera de la cama, se apoyó sobre un montón de suaves almohadas y contempló
la habitación detenidamente por primera vez.
¡Así que aquél era el dormitorio del
príncipe!
No había mucho que lo identificara como una
residencia de un príncipe, parecía simplemente la casa de un hombre muy rico.
La cama era más grande de lo que había visto nunca, y las vistas desde la
ventana eran espectaculares. No había reparado en gastos en los muebles sobrios
y elegantes. Todo era minimalista y claramente masculino, sin ser por ello duro
ni frío.
Sólo una fotografía en un marco de plata
junto a la cama aportaba alguna seña de su identidad y, a menos que él lo
supiera, podría haber sido el retrato de una familia rica y privilegiada
cualquiera.
Pero no lo era.
Era una foto de Siwon junto a su madre, su
hermano mayor Kangta y su padre, el Rey. Siwon, con sus ojos y su pelo negros,
debía de tener cuatro o cinco años. Heechul contempló la figura de la hermosa y
joven reina. Aún no se apreciaba ningún signo de su embarazo de Hyukjae, el más
joven de los hijos. Nadie podía saber que un año después de posar para aquella
foto estaría muerta. «Gracias a Dios, los humanos no podemos ver el futuro»,
pensó, con una súbita punzada de dolor.
Observó al joven Siwon. En el rostro del
niño era posible ver al hombre. Su cara era dulcemente hermosa, su expresión
casi grave, como si estuviera decidido a ser un chico maduro para la madre cuya
mano agarraba con fuerza.
Pero Heechul había aprendido aquello
posteriormente. Le parecía fácil averiguar cosas sobre alguien cuando uno tenía
interés, y más cuando eran de dominio público. Cuando lo conoció, no había
sabido que él era un príncipe. Al menos, no al principio.
Para Heechul, él había sido simplemente un
hombre arrebatadoramente guapo que había iniciado una conversación con él en
una fiesta.
Había sido una de esas fiestas a las que Heechul
no había tenido especiales ganas de ir, estaba haciendo escala antes de
regresar a Londres y quería desesperadamente irse a dormir, pero la tripulación
del vuelo no había hecho caso de sus objeciones. Según parecía, iba a ser una
gran fiesta. Una de sus compañeros había dicho que iba a ir un príncipe, pero Heechul
no le había creído. ¿Quién lo hubiera hecho?
Al entrar en el carísimo chalet, Heechul
miró a su alrededor con interés. Era como internarse en una carpa beduina
suntuosamente decorada, con cojines bordados, colgaduras desde el techo con
ricos brocados, y el embriagador aroma del incienso. El hipnótico sonido de la
musica contribuía al sueño de estar en un decorado de una película.
—¿Cuándo aparecen las bailarinas de danza
del vientre? —preguntó.
—¡Shh! —lo silenció alguien—. ¡Sabes que la
gente suele malinterpretar tu sentido del humor!
Así que Heechul decidió observar, más que
participar, y fue a instalarse en un rincón medio en sombras que le permitía
tener unas maravillosas vistas del lugar. Agarró un vaso de ponche, lo probó y
lo dejó apresuradamente en una mesita auxiliar, con una mueca de disgusto.
—Está asqueroso, ¿no cree? —pronunció una
bella voz, teñida de un rico acento, que provenía de unos pasos más allá.
Heechul estaba a punto de reprenderlo por
haberlo sobresaltado cuando sus palabras murieron en sus labios.
—Está... está un poco cargado de especias
—admitió, parpadeando ligeramente, como si no pudiera creer lo que estaba
viendo.
—Y también cargado de alcohol.
—Sí, eso también —repitió, y lo vio
sonreír.
Se quedaron mirándose el uno al otro,
percibiendo la poderosa química sexual que existía entre ambos.
Siwon vio su rostro era pálido y estaba
salpicado de pecas, y a él le gustaban las pecas. Sus enormes ojos color miel
lo miraban con cautela, y eso también le gustó.
Heechul pensó que era el hombre más guapo
que había visto nunca. Pero también era cierto que nunca había visto a ningún
hombre que tuviera su aspecto.
Era alto y delgado, pero con un cuerpo
poderoso. Tenía el pelo tan negro como la noche y los ojos levemente más
claros, y un porte casi aristocrático. Heechul se preguntó si sería japonés o
incluso filipino. Desde luego, era asiático.
Y ciertamente tenía pareja, se dijo a sí
mismo. Seguramente legiones.
Siwon esperó, pero Heechul no dijo nada, y
eso le gustó aún más. Se preguntó si lo sabría y si estaría fingiendo que no lo
sabía.
—¿No es usted de por aquí? —preguntó
lentamente.
—No.
—¿Está de vacaciones? —insistió él.
—En realidad, no. Trabajo para Aerolíneas Cherry.
—¿Como piloto?
—Usted hace muchas preguntas.
Los ojos de él destellaron.
—Uno de los dos tiene que hacerlas.
Los ojos de Heechul destellaron en
respuesta.
—Soy auxiliar de vuelo. Pero gracias por no
haberlo supuesto desde un principio.
—Las suposiciones son un aburrimiento, ¿no
cree? —le preguntó él despreocupadamente.
Algo en su forma de hablar, una cualidad
desconocida por debajo del aterciopelado acento de su voz, le fue difícil de
reconocer al principio, porque nunca antes lo había oído. Y entonces él le dio
una pista silenciosa en la forma orgullosa en que sostenía su cabeza y en la
curva de ligero desdén de su sensual boca, cuando una bailarina de danza del
vientre comenzó a comérselo con los ojos desde el otro extremo de la
habitación.
Heechul se dio cuenta de que se trataba de
la conciencia de ser privilegiado, una sensación de valía propia, rozando la
arrogancia, que él irradiaba de una forma casi tangible. Era altanero y al
mismo tiempo
gloriosamente cercano e imposiblemente remoto.
—Usted es el príncipe, ¿verdad? —preguntó Heechul
lentamente, sintiendo una punzada de decepción.
¡Qué mala suerte encontrar a alguien de
quien podría haberse enamorado locamente, y luego descubrir que estaba fuera de
su alcance!
Él entrecerró los ojos.
—¿Lo sabía usted?
Heechul negó con la cabeza.
—No. Acabo de adivinarlo. Alguien comentó
que iba a haber un príncipe esta noche, pero yo no lo creí —explicó con una
mirada cándida—. Qué carga para usted, que todo el mundo lo reconozca.
—Soy la presa más codiciada por las
anfitrionas ambiciosas para sus fiestas de sociedad —comentó él secamente.
—Sí, lo supongo.
¿Aquel comentario era arrogante, o
simplemente sincero? Heechul dejó escapar un suspiro y le dirigió una pequeña
sonrisa de compasión. Tenía claro que no iba a ponerse a dar vueltas a su
alrededor, impresionado por su título.
—Bueno, ha sido un placer conocerlo...
—Pero no lo hemos hecho, ¿no cree? —dijo él
repentinamente—. Conocernos, quiero decir. Tal vez deberíamos remediarlo...
Su sonrisa era irresistible, igual que su
voz, y sin previo aviso tomó su mano entre las suyas.
—Soy Siwon.
—Heechul —dijo, sin aliento, porque el
tacto de él estaba haciéndole perder la cabeza—. Kim Heechul. Pero será mejor que
me deje usted marchar... no quiero monopolizarlo.
—Mentiroso —le provocó él con suavidad,
manteniéndolo agarrado por la muñeca—. Sabes que los dos queremos monopolizar
al otro.
Jajajajaja así que,de esa forma se conocieron......y ellos tan dorectos y sinceros
ResponderEliminarbueno,solo al principio porque despues Hee queria irse,cuando en verdad Siwon supe lo que querian los dos
y ahí empezo todo.pero que más pasó,como Hee se decidio a seguirlo?, o fue al reves?
tan mandones los dos.....a ver que pasa al final
jejejejeje en verdad fue una forma muy particular en la que se conocieron. Lo que le paso Hee tiende a pasar, cuando no se esta buscando nada (al menos lo que la mayoria busca) el solo llega a ti ^_^
ResponderEliminarEspero que la comunicación entre ellos mejore, ya Siwon dio el primer paso al llevarlo a su apartamento,
Gracias por el cap ^,~
que lindo capitulo!!! la forma en que se conocieron fue tan casual y me pareció arrogancia lo de Siwon lol!!!
ResponderEliminary tierno que Hee pudiera ver todo lo especial y sus características mientras siwon dormia
Creo que esos dos están locos él uno por el otro, solo que no se dan cuenta cuanto, Siwon lo llevó a su apartamento, lo cual al parecer no lo hace con nadie, pero creo que HeeChul sabe lo que siente por Siwon es solo que le da miedo que el encanto se rompa y se separen.
ResponderEliminarMe gustó mucho como se conocieron, fue divertido ver que HeeChul no reconoció a Siwon.
Gracias por el cap.
Bye^^
monopolicemos todos!!! ok no
ResponderEliminarque forma de conocerse, tan casual y tan propia.Creo que hay algo mas en Siwon. algo que no se ha dicho y quisiera saber que es.