—Permíteme que te haga una pregunta
—prosiguió Heechul con una mirada incisiva—. Si fuera responsable de esas
maquinaciones de la peor especie, como las has llamado, ¿en qué diferirían de
lo que haces tú, manteniéndome aquí prisionero hasta que mi comportamiento
cambie..., a tu gusto? Has tomado cartas en el asunto de manera totalmente
arbitraria, sin preguntar si yo deseaba tu ayuda, que no la deseaba. Respóndeme
a esto, Siwon, si puedes. ¿Cuál es la diferencia?
La expresión de Heechul era de
autosuficiencia, probablemente porque pensaba que lo había llevado a un punto
de donde no podría salir.
—Veo las similitudes pero estás
pasando por alto la situación en general. Atrapar a un hombre en un matrimonio
que ninguno de los dos deseabais os haría infelices durante el resto de
vuestras vidas. No hay forma de escapar de eso sin causar un grave escándalo.
¿Realmente quieres comparar eso con unas cuantas semanas durante las cuales
nadie sale perjudicado, nadie acaba siendo desdichado, y tú serás capaz de
casarte con una persona mucho mejor cuando terminemos?
—¡Vete al infierno!
Siwon consiguió reprimir una
sonrisa.
—Puedes seguir intentando enviarme
allí, querido, aunque este halo está firmemente sujeto a mi cabeza. No seas mal
perdedor.
Él chasqueó la lengua.
—Ese mal genio, Hee. Es una ocasión
excelente para aprender a controlarlo, ¿no te parece?
Él le dedicó una pequeña sonrisa.
Siwon no adivinaba cómo lo conseguía cuando su mirada se le clavaba como una
daga.
El tono de su voz, sin embargo,
rezumaba sarcasmo cuando Heechul replicó:
—¿Qué has dicho? ¿De qué estábamos
hablando? Ah, sí, de las muchas vidas que he arruinado. Volvamos a eso. —Se
levantó como una flecha del sofá y empezó a ir y venir por la estancia,
distrayéndolo por completo de la conversación.
—¿Quién es? —preguntó Heechul
deteniéndose para contemplar el retrato sobre la repisa de la chimenea.
Siwon apartó con desgana los ojos
de la espalda del joven para seguir la dirección de su mirada.
—Es mi abuela.
Heechul lo miró con una ceja
arqueada y preguntó en tono burlón:
—¿La mujer de la que huía tu abuelo
cuando venía aquí?
—No, la mujer a la que siempre
volvía con anhelo. De hecho, cuando sus hijos fueron mayores, la traía aquí a
menudo para estar a solas con ella.
—Lo siento —dijo Heechul,
sorprendiéndolo—. Sólo pretendía meterme contigo. Supongo que no se me da bien.
Parecía realmente arrepentido y él
quiso reconfortarlo.
—Este retrato tiene una pequeña
historia. Pillé al artista ahogándose en un río por donde pasaba.
—Nadando, querrás decir.
—Bueno, es lo que pensé yo también.
Era un día caluroso. Pero resulta que no, intentaba ahogarse, sólo que no lo
conseguía. ¡Salía una y otra vez a la superficie! No vio el tronco que flotaba
hacia él. Grité para prevenirle. No me oyó. Y el tronco lo arrastró bajo el agua.
—Pero tú lo salvaste.
—Para su gran enojo —respondió
Siwon riéndose por lo bajo—. Hasta intentó pegarme varias veces después de
escupir tosiendo todo el agua que había tragado. Enseguida empezó a llorar sus
desgracias y a explicarme por qué le había hecho un flaco favor salvándolo.
Resulta que estaba tan dedicado a su arte que se negaba a hacer cualquier otro
tipo de trabajo, y se moría de hambre, porque nadie compraba sus pinturas. El
muy tonto vivía en una aldea pequeña donde nadie podía permitirse comprar su
obra, y ni siquiera se le había ocurrido mudarse.
—¿Y tú le encargaste el retrato de
tu abuela para ayudarlo económicamente ?
—No, en realidad, él encontró una
miniatura de mi abuela que yo siempre llevaba encima y pintó el retrato para
regalármelo. Yo me limité a arrastrarlos, a él y a su arte, hasta la ciudad más
cercana, donde ahora tiene tanto éxito que se ve obligado a rechazar encargos.
Porque es realmente muy bueno. —Siwon señaló el cuadro—. Lo supe en el momento
de ver esta pintura. La miniatura no era un retrato fiel, pero él con su ojo de
pintor, supo ver a mi abuela como era de verdad. Según mi padre, este retrato
es la viva imagen de ella cuando era más joven. Yo quise colgarlo en Shiyuan
Hall pero la abuela se ponía melancólica cuando lo miraba.
—¿Por qué, si se le parece tanto?
—preguntó Heechul.
Siwon se encogió de hombros.
—La juventud perdida y todo eso,
supongo. Está muy mayor.
—Ya...
Heechul volvió a sentarse junto a
él en el sofá, al parecer, un poco más relajado. Siwon se aclaró la garganta
para indicar que retomaba el tema anterior y adivinó:
—Vas a alegar que no has arruinado
ninguna vida, ¿no es cierto?
—Todo lo contrario. Es obvio que
arruiné la vida de Jungmo. Debí dejar que se casara con ese hortera que le
gustaba. Pudo ser bastante feliz con un marido infiel, desde luego, más feliz
de lo que es ahora.
—¿Deduzco que se lo quitaste?
—No hubo necesidad. Aún no había
cumplido los dieciséis cuando él me pidió en matrimonio, mucho antes de conocer
siquiera a Jungmo. Se convirtió en un auténtico fastidio, siempre trataba de
robarme algún beso. Al final, pedí a mi appa que dejara de incluirlo en su
lista de invitados, cosa que hizo. Entonces él empezó a cortejar a mi mejor
amigo, siendo así invitado a las mismas fiestas donde íbamos los dos, y admitió
que lo había hecho sólo para estar cerca de mí.
—¿No se lo dijiste a Jungmo?
—Claro que sí, repetidas veces. Él siempre
se reía de mis advertencias. Estaba tan locamente enamorado que no quería oír
una sola palabra contra él. Al final, le permití que me diera un beso, sabiendo
que Jungmo nos pillaría. Como no quería escuchar, le di la prueba que
necesitaba.
—Supongo que aquello puso fin a tu
relación con él —dedujo Siwon.
—Así fue, por poco tiempo. Jungmo
lloró. Me dijo algunas cosas desagradables. Me echó la culpa de todo. Pero
pronto volvió y me dijo que lo comprendía, que me perdonaba.
—Obviamente, no lo hizo.
—Obviamente no —repitió Heechul con
voz ahogada—. Nunca volvimos a ser como antes.
La tristeza estaba escrita en cada
una de sus facciones, haciendo que Siwon se sintiera como un sinvergüenza.
Pretendía que Heechul reconociera todas las cosas que había hecho mal pero,
evidentemente, aquélla no era una de esas cosas. Había intentado ayudar a un
amigo y, como resultado, había perdido su amistad.
En esos momentos prefería
enfrentarse a su ira y la forma más rápida de despertarla fue señalar:
—¿Lo ves? No ha sido tan difícil
controlar tu mal genio.
Heechul se puso de pie.
—¿Poniéndome triste con recuerdos
dolorosos? Si éste es el remedio, gracias, pero paso.
Salió de la estancia con pasos
decididos. Él no pensaba intentar detenerlo. Acababa de darle mucho en que
pensar, especialmente, algunas excusas bastante aceptables de cada una de las
transgresiones que él había puesto sobre la mesa hasta ese momento. Por
supuesto, todavía les quedaba afrontar lo peor: su trato abominable con una de
las personas más dulces y amables que él había conocido nunca, Park Leeteuk.
Heechul subió hasta el final de la
escalera y se sentó en el último peldaño. No quería encontrarse con Hanni, que
podría estar en su habitación y querría saber por qué estaba tan triste. No
deseaba hablar con nadie más que con Siwon. De hecho, esperaba que él lo
siguiera para disculparse. Le ofrecía la oportunidad de hacerlo con no alejarse
demasiado. Muy ingenuo por su parte. Él no lo siguió.
—Un penique por tus pensamientos,
muchacho.
Heechul había oído los pasos que se
acercaban por el pasillo pero esperaba que fuera una de las criadas. No hubo
suerte.
Se puso de pie para hablar con la
tía de Siwon.
—No le gustaría conocerlos
—respondió.
—O sea, que quieres doce chelines.
Sus palabras arrancaron una sonrisa
de Heechul, aunque muy breve.
—Su sobrino es intratable,
totalmente despótico, odiosamente obstinado. No atiende a razones.
—Suponía que te habría conquistado
a estas alturas. Se le da bien encantar a los jóvenes.
Heechul resopló.
—En otra vida, quizás. A mí me
parece tan encantador como un jabalí furioso. —Boa rió por lo bajo. A Heechul
la situación no le parecía divertida en absoluto. Hablaba totalmente en serio—.
Permítame que le haga una pregunta, lady Boa. Quise abordar el tema ayer pero
Siwon me convenció de que estaría perdiendo el tiempo, porque está usted
decididamente de su parte. ¿Lo está? ¿Realmente aprueba que me retenga aquí
cuando yo deseo regresar a mi casa?
—Me aseguró que tus padres
aceptarían encantados tu breve estancia aquí. ¿Exageraba?
—No, no exageraba —admitió
Heechul—. No me cabe duda de que recibieron su nota con entusiasmo. Pero ¿no
importa también lo que yo pienso y deseo?
Boa lo miró de reojo.
—¿Tienes edad para que cuente tu
opinión en este asunto? ¿O te encuentras todavía bajo la tutela de tus padres?
Si tienes edad para tomar tus propias decisiones, muchacho, yo misma te llevaré
de vuelta a Londres, si eso es lo que quieres.
Heechul profirió un amargo suspiro.
—No, no tengo edad. Y esto es
completamente injusto. Tengo edad para casarme pero no para decidir con quién.
Tengo edad para tener hijos pero no la sensatez necesaria para elegir quién
será el padre.
—No te sorprendas si no estoy de
acuerdo contigo. Porque ya puedo decir esto ahora, cuando todas las decisiones
que me conciernen dependen de mí. Pero te comprendo y confieso que pensaba lo
mismo cuando era más joven. Cuando conocí al hombre con quien me quería casar
resultaba frustrante no poder hacerlo sin el permiso de mi padre. Siendo él
escocés, cabía la posibilidad de que mi padre dijera «Olvídalo, búscate un buen
inglés». No lo dijo pero pudo hacerlo, y yo no podría hacer nada al respecto.
—Podría escapar para vivir con el
hombre a quien amaba —opinó Heechul.
Boa ahogó una risita.
—No soy tan rebelde como tú,
muchacho. No desobedezco las normas ni saco la lengua a los dictados de la
sociedad.
—Yo tampoco —protestó Heechul.
—Aunque te gustaría —adivinó Boa—.
Ésta es la diferencia.
Heechul no podía negarlo.
—Aun así, esto es..., un ultraje.
—Las intenciones de mi sobrino son
buenas. Le gusta ayudar a la gente. Normalmente, no se lo piensa dos veces. Y,
desde luego, no es la primera vez que se toma muchas molestias para
conseguirlo. Cuando se marchó de Inglaterra no hizo el típico viaje por Europa.
Él solo rescató a un grupo de huérfanos de los abusos que sufrían. Uno de ellos
le robó la cartera y luego explicó que lo había hecho para sacar a su hermana
del horrible orfanato de donde él mismo se había escapado. Tardó un año, pero
Siwon encontró un buen hogar para cada uno de aquellos huérfanos. También ayudó
a evacuar toda una ciudad inundada en Francia. Salvó unas cuantas vidas, según Donghae,
a quien Siwon escribió sobre el tema. Éstos son sólo algunos ejemplos de cómo
suele ayudar cuando es necesaria una ayuda.
¿Debía suponerse que eso
justificaba lo que hacía con él?
—¡Yo no pedí su ayuda!
—No, aunque él afirma que causaste
muchos problemas en ese encuentro de Raccoon Glade donde ambos estuvisteis. En
tu lugar, yo desearía evitar volver a hacer algo parecido.
—Tengo algunos defectos —gruñó
Heechul—. No lo niego.
—Todos los tenemos, muchacho.
—Puede que los míos sean un tanto
excesivos.
Boa rió por lo bajo.
—Un tanto, ¿eh? Entonces, quizá te
convengan unas lecciones de moderación. Sólo para limar las exageraciones.
—¿Cómo se puede controlar un
temperamento incontrolable? —Heechul sabía que su pregunta no tenía respuesta.
La dama mayor, no obstante, le dio
una respuesta nacida de su experiencia.
—Mordiéndose la lengua.
Heechul sonrió y dijo:
—Usted no tiene mal temperamento.
—Lo tenía, y bastante malo.
—¿De veras?
—No lo creerías. ¡A mi marido le
divertía mucho, siendo él un escocés totalmente carente de temperamento!
Heechul rió. El sonido de su risa
sacó a Siwon del salón. Viéndolo en lo alto de la escalera en compañía de su
tía y, aparentemente, de mucho mejor humor, preguntó:
—¿Te sientes mejor?
Heechul lo miró ceñudo.
—En absoluto.
Él alzó la vista al techo y volvió
a entrar en el salón. Boa chasqueó la lengua.
—Realmente te saca de quicio, ¿Verdad
que sí?
—Sin proponérselo siquiera —dijo
Heechul en voz baja, por si acaso Siwon pudiera oírle todavía. Enseguida, sin
embargo, rectificó—: No, retiro lo dicho. Lo cierto es que parece realizar un
esfuerzo consciente en lograr precisamente eso.
—¿Una estrategia, quizá? Para
ayudarte a afrontar tu mal genio de una forma más aceptable.
—Entonces, necesita otra lección
sobre estrategias, porque ésta no funciona —opinó Heechul.
—¿Intentas, siquiera, suavizar ese
temperamento infame del que hablas?
Heechul suspiró.
—En realidad, ya lo he suavizado.
He dejado de gritarle.
Boa sonrió pero enseguida se tornó
pensativa y dijo:
—Deja que te pregunte una cosa.
¿Por qué no quieres estar aquí? Tienes a uno de los solteros más codiciados de
Inglaterra saliéndose de su camino para ayudarte. Imagino que querrías
aprovechar la ocasión.
—Pues no.
—Pero ¿por qué no? Él intentó
explicarme que no te cae bien pero no entiendo cómo este muchacho puede no caer
bien a nadie. Es de buen ver, es ingenioso, es agradable y proviene de una de
las familias más prestigiosas del reino, si me permites que lo diga.
—Odio decir esto pero, en realidad,
usted no tiene una opinión objetiva. Es perfectamente comprensible, siendo él
su sobrino. ¡Aunque nada de lo que acaba de decir tiene importancia cuando él
no tiene derecho a interferir en mi vida de este modo!
Boa frunció el ceño.
—Es decir, ¿no piensas cooperar y
sacar beneficio de sus esfuerzos?
Heechul profirió un largo suspiro.
—Aunque no lo parezca, ya estoy
cooperando. Es lo único que se me ocurrió para terminar con este asunto y poder
volver a casa.
—¡Donghae! ¿Qué demonios haces
aquí?
La última persona a quien Siwon
esperaba ver era a su hermano pequeño. Nunca antes había visitado el Trimage y
ahora se encontraba en el umbral de la puerta del salón, quitándose con gestos
rápidos el polvillo de nieve que le cubría el abrigo. Nevaba otra vez desde
hacía una hora, más o menos, desde que Heechul se había ido. A Donghae no le
gustaba la nieve aunque Siwon no creía que fuera por eso que parecía tan molesto.
El joven le ahorró una mirada
feroz.
—¿Qué hago aquí? Pierdo un precioso
baile para venir a averiguar qué haces tú aquí. Se supone que te reunirías
conmigo en Londres. ¿Por qué no has venido?
—Nunca dije...
Él no había terminado de
interrumpirlo.
—Todo el mundo preguntaba por ti.
Todos mis amigos se desilusionaron cuando vieron que no volvías a la ciudad
conmigo
—Ya te advertí que no te
acompañaría a más fiestas —dije Siwon—. La que celebramos en Raccoon Glade fue
la última. En Londres viven muchos primos jóvenes y dos tías nuestras, acompañantes
más que suficientes para ti, querida. No importa cuándo llegue a Londres, ¿no
crees?
—De acuerdo pero es a ti a quien
quieren ver todos.
Siwon arqueó una ceja.
—¿«Todos» se refiere al corrillo de
niños tontos a los que llamas amigos?
—Pues ellos te adoran. Todos los
jóvenes señores y damas te adoran.
—No todos —respondió él pensando en
su invitado—. Quítate el abrigo. Aquí dentro hace bastante calor. ¿O no piensas
quedarte?
Donghae no advirtió el tono
esperanzado de su voz y, con un bufido, se marchó hacia la chimenea y acercó
las manos al calor.
—No me lo quitaré todavía, gracias.
Estoy aterido, no me importa reconocerlo. Las ascuas del brasero no duraron
todo el viaje. Se apagaron hace un par de horas. Mi doncell y yo tuvimos que
cubrirnos con la misma manta para mantener el calor aunque casi sin resultado.
¿Y por qué diablos sólo tienes una manta en tu carruaje?
—Porque, generalmente, el brasero
calienta bastante y no necesito mantas. ¿Has venido en mi carruaje?
—Pues, claro que sí. Yo no tengo.
Jamás he necesitado uno. Padre tiene media docena en las cocheras de Shiyuan
Hall y podría utilizar cualquiera de ellos si hubiera salido de allí. Pero
vengo directamente de tu residencia de Londres.
Antes de conocer a Heechul, Siwon
podría afirmar con toda sinceridad que su hermano era el joven más hermoso que
conocía. Su opinión no obedecía a un sentimiento de lealtad familiar. Era muy
fundamentado. Con su cabello castaño oscuro, unos ojos negros con un brillo especial y las facciones
aristocráticas de la familia, nadie dudaba de que haría sombra a todos los
demás debutantes de la temporada. Claro que nadie de su familia había visto u
oído hablar de Kim Heechul antes de la fiesta en Raccoon Glade. Y nadie,
incluido Donghae, llegaba a la suela del zapato de Heechul en cuanto a belleza.
—Y nos perdimos... —masculló lo joven.
—¿En serio? Debió de ser
interesante.
—En absoluto.
—¿Os perdisteis por culpa de la
nieve que cubre los caminos? —preguntó Siwon.
—No, eso fue lo único que nos
condujo hasta aquí. Al final, encontramos surcos de carro en la nieve y los
seguimos. Pero yo suponía que tu cochero ya había estado aquí. Sólo después de
perdernos reconoció que no lleva mucho tiempo a tu servicio y que nunca había
estado tan al norte en su vida. El tipo pudo haberlo mencionado antes.
—La mayoría de mis sirvientes son
nuevos, Hae. No mantuve a muchos de los viejos cuando partí hacia Europa. ¿Cómo
supiste que estaba aquí?
—Supuse que habías vuelto a casa, a
Shiyuan Hall. Envié a tu lacayo a averiguar qué te retenía y regresó con la
noticia de que no habías ido a casa desde Raccoon Glade, sino que los habías
avisado de que vendrías aquí. No me lo podía creer. ¿Por qué venir aquí, a este
lugar tan apartado y en esta época del año?
Siwon se encogió de hombros.
—¿Por qué no?
—¡Estás perdiendo la temporada!
Él rió entre dientes.
—La temporada no me interesa en
absoluto. Eres tú quien busca a un buen partido, no yo. ¿Ya has encontrado uno?
Donghae puso cara de asco.
—No. La mitad de los hombres que me
interesan apenas se fijan en mi presencia.
Siwon rió.
—¡Qué exagerado!
—Te agradezco el voto de confianza,
pero es la verdad. Lo único que les interesa es hablar de ese engreído de Kim Heechul
y preguntarme si sé por qué no ha vuelto a Londres todavía. La noticia de que,
al final, no se casó con Kang Youngwoon no tardó en llegar a la ciudad. ¿Sabes
por qué no se casaron?
—Decidieron que no harían buena
pareja. —Siwon no estaba dispuesto a decir nada más sobre el tema.
—Eso resulta muy desalentador.
—¿Por qué?
—No seas obtuso, Siwon. Obviamente,
porque vuelve a entrar en la competición, y no hay demasiados hombres perfectos
donde elegir —dijo Donghae.
Siwon sonrió ante su razonamiento.
—¿Tu marido tendría que ser
perfecto?
—No, claro que no..., bueno, un
poquito. Aunque, ahora que él vuelve a buscar marido, yo iré de segundo.
—Vanidad y celos al mismo tiempo.
Deberías avergonzarte, Hae.
Él se ruborizó.
—No te burles. Estamos hablando de
mi futuro.
—No, estamos hablando de tu
impaciencia. Si te relajaras y disfrutaras de tu primera temporada en Londres,
el hombre adecuado aparecería antes que te dieras cuenta.
—Y se enamoraría de él, no de mí
—replicó Donghae con un murmullo petulante.
—Estás realmente celoso.
El joven profirió un largo suspiro.
—No puedo evitarlo. Dios, es tan
hermoso que resplandece. ¡Resulta cegador!
Siwon ahogó la risa que le suscitó
aquel comentario y se limitó a decir:
—Estoy completamente de acuerdo.
Donghae parpadeó y entrecerró los
ojos.
—No te atrevas a decirme que
también tú caíste fulminado.
—En absoluto.
—Bien, porque no es un buen joven,
desde luego, no lo bastante bueno para ti. Es vanidoso y mordaz y demasiado
orgulloso para su propio bien.
—¿Son éstas las últimas
habladurías? —preguntó Siwon curioso.
—No, las últimas habladurías son de
su vuelta al mercado matrimonial y de lo encantados que están los hombres por
ello. Lo mismo observé yo cuando lo conocí en Raccoon Glade. ¿Sabes que tuvo la
desfachatez de decirme que estaba perdiendo el tiempo allí? Ni siquiera se
había vuelto a prometer con Kang cuando me lo dijo. Tan seguro estaba de que lo
aceptaría.
—Lo cierto es que perdías el tiempo
allí. Youngwoon ya estaba enamorado de su vecino, Leeteuk. Aunque tardó un poco
en darse cuenta.
—Pues, mejor para él. ¿Es por eso
que Heechul y él volvieron a cancelar su compromiso?
—En parte. Su matrimonio no fue
idea de ellos sino de sus familias, y ambos se sintieron contentos de poder
librarse del noviazgo. Ahora quítate el abrigo, tómate un té y luego vuelve a
casa.
—No seas pesado, Siwon. ¿Olvidas
que me invitaste a pasar la temporada contigo?
—Aquí no.
—No, claro que no.
—Tampoco conmigo —la corrigió él—.
Te invité a utilizar mi residencia en la ciudad, ya que nuestro padre no tiene
una casa en Londres. No dije que pasaría la temporada allí contigo.
—¡Pues, esto sí que es bonito! —se
enfadó Hae—. Imaginé que estarías allí. Te he echado de menos. Has estado en el
continente durante casi dos años. Pensaba que te gustaría pasar un tiempo
conmigo, ahora que has vuelto.
—Y lo haré, cuando vuelva a
Londres.
—Pero ¿cuándo volverás? Todavía no
me has dicho qué haces aquí, en este lugar tan extraño.
—¿No se te ha ocurrido que podría
estar aquí con un invitado?
Donghae palideció.
—¡Santo Dios, nunca lo pensé! Me
siento tan avergonzado. Me iré enseguida..., en cuanto entre en calor.
—Bien.
—¿Bien? ¿No intentarás convencerme
de que me quede..., al menos para pasar la noche?
—En absoluto. Estás a tiempo de
llegar a una fonda antes del anochecer.
Donghae suspiró cuando, por fin, se
quitó el abrigo y se sentó junto a él en el sofá. Sacó una pequeña pila de
cartas del bolsillo y se las entregó.
—Te he traído el correo, por si
hubiera algo importante.
—Quieres decir por si hubiera una
invitación a alguna fiesta que me interesa. —Siwon hojeó rápidamente las
cartas. Sólo le interesaba la respuesta del padre de Heechul. La abrió y leyó
deprisa exactamente lo que esperaba leer.
—Eso también —admitió Donghae y,
acto seguido, volvió al tema de antes—. Y no es tan temprano. La fonda donde
dormí anoche está a seis horas de distancia.
Él lo miró y señaló:
—Os perdisteis, ¿lo recuerdas?
Donghae suspiró de nuevo.
—Muy bien, a cuatro horas de
distancia. Será casi de noche cuando lleguemos. Preferiría salir a primera hora
de la mañana. ¿Quién es él? ¿Lo conozco?
Pronunció las últimas preguntas
rápidamente, con la esperanza, sin duda, de pillarlo desprevenido. No dio
resultado. Y Siwon sólo podía esperar que Heechul no eligiera ese preciso
momento para hacer su aparición.
—Sí, lo conoces, y no, olvídate de
saber quién es. Esto, querido, no es asunto tuyo. Tampoco es lo que imaginas.
No se trata de una cita amorosa.
—Ah, claro que no —respondió
pensativa—. Vienes con una pareja a un lugar tan apartado que bien podría estar
en otro país y ¿quieres convencerme de que es un encuentro inocente?
—Exacto. La tía Boa está aquí para
demostrarlo.
—¿Está aquí? —exclamó Donghae
encantado—. ¡Estupendo, hace siglos que no la veo! Ahora sí que debes permitir
que me quede unos días.
—La viste hace sólo dos meses, en
la fiesta de cumpleaños de padre. Y no, no puedes...
Se interrumpió y se quedó mirando
por la ventana. Estaba leyendo un libro cuando llegó Donghae y no había visto
llegar su carruaje, aunque ahora podía ver perfectamente que se marchaba.
—Dime que tu visita no es un ardid
para obligarme a volver a Londres, Hae. ¿Has mandado el carruaje de vuelta a
casa?
Donghae se enfadó con su tono
acusador.
—¿Cuando he de viajar en él? Claro
que no.
—Maldita sea —exclamó él, y se
levantó bruscamente del sofá.
Jajajjajaj se escapa el prisionero!
ResponderEliminarSuenen todas las alarmas!
Este par son todo un caso , pero Heechul fue más listo y huyo veremos si logra regresarlo a su cautiverio gracias por el cap bye.
ResponderEliminarJajajajajaja se le voló el prisionero!!!!! 😂😂😂
ResponderEliminarA Hae le va a dar un ataque cuando descubra al invitado de su hermano 😁😁
Jajajaja
ResponderEliminarEse Hae se va a llevar una sorpresa.... Jajajaja esta huyendo.... Jajajaja