—¿Qué significa que lo has
secuestrado? Explícate, joven, he debido de oírte mal.
Siwon le dio a su tía unas
palmaditas en la mano. No pensaba gritar. No hacía falta, porque se había
sentado cerca de ella, en el lado izquierdo, y su oído izquierdo todavía
funcionaba bastante bien. Aunque en esos momentos tenía el cuello y los oídos
envueltos con una bufanda. Un chal grueso le cubría los hombros. Le sorprendía
que además no llevara guantes.
Santo Dios, sí que hacía calor en
el salón. Siwon se aflojó el cuello de la camisa. Estaba casi congelado después
de conducir el carruaje todo el día pero, tras dos minutos en la estancia, ya
había tenido que quitarse la chaqueta.
—No has oído mal. Pero no es lo que
piensas. Dentro de unos días contaré con la aprobación de sus padres de
quedármelo todo el tiempo que quiera.
—¿Te lo van a vender? —preguntó la
tía.
—No, no, nada de eso. Pensarán que
estoy considerando el matrimonio, y es cierto, aunque no el mío. El joven es el
mismísimo arpía, grosero y malvado en todos los aspectos. Propaga mentiras sin
importarle en absoluto que puedan hacer daño a alguien.
—Como medio Londres —dijo Boa con
un resoplido.
—Al menos, ellos piensan que
propagan la verdad cuando hacen circular un rumor. Heechul sabe muy bien que
los rumores que inicia son mentiras.
—Entonces, ¿qué demonios haces con él?
—Me he propuesto enmendarlo. Su
belleza no tiene igual—reconoció Siwon—. Imagínate que fuera tan hermoso
también por dentro.
—¿Entonces sería lo bastante bueno
para ti?
—No me metas en tus planes de
casamentera, tía. Cuando lo conozcas no te gustará en absoluto, te lo aseguro.
—Pero tú vas a corregirlo, así que
pasaré por alto mis primeras impresiones.
Siwon meneó la cabeza.
—¿Por qué será que ustedes siempre
ven el lado bueno de las cosas?
—Porque los hombres sois unos
pesimistas y no lo veis nunca. Bueno, admito que tú podrías ser una excepción,
ya que te crees capaz de cambiar a ese chico para mejor.
—Es una esperanza, desde luego, no
una certeza a priori. Si lo consigo, sin embargo, yo mismo seré su mentor en
Londres, para asegurarme de que encuentra un buen marido. Que no seré yo, por
cierto —aclaró Siwon—. Me quedan muchos años de libertinaje desenfrenado por
disfrutar antes de pensar siquiera en sentar la cabeza.
—¿Por qué haces esto, entonces?
—Si has de saberlo, es una apuesta.
Un amigo mío está convencido de que Kim Heechul es una causa perdida. Yo no estoy
tan seguro. Así que apostamos.
—Debí suponerlo —repuso Boa en tono
de desaprobación—. Es una mala costumbre esta, muchacho, de aceptar los
desafíos tan fácilmente. Y ¿por qué me parece que, en este caso, te propones
hacer trampas?
—¿Yo? —Siwon sonrió—. De ninguna
manera. Se trata de una pequeña ventaja. Aunque alguien tenía que recoger el
guante. El chico no renunciará a sus malos hábitos sin ayuda, no cuando piensa
que no tiene malos hábitos. A propósito, quiero que esto vaya lo mejor posible.
¿Qué te parecería si vienes con nosotros a Trimage? Serías una acompañante
espléndida para él.
—¿Por qué no os quedáis aquí?
Siwon consideró la posibilidad por
un momento, pero luego negó con la cabeza.
—Tu casa no está lo bastante
aislada. Hay vecinos demasiado cerca.
—¿Y?
—No pretendo encerrarlo con llave
—advirtió él—, pero sí quiero asegurarme de que no abandonará su pequeña
estancia en el campo. No podré ayudarlo si se escapa, como comprenderás.
—Como quieras —dijo ella
encogiéndose de hombros. Luego admitió—: Siempre me ha despertado curiosidad la
locura de mi padre, como la llamábamos. Nunca he estado en Trimage. Él nunca
invitaba a la familia cuando iba allí para huir de nuestro alboroto en Shiyuan
Hall.
—Jamás lo habría imaginado. ¿Tú?
¿Una niña alborotadora?
—Yo no he dicho eso —repuso ella
con desdén aunque sus ojos castaños destellaron—. Eran siempre los demás los
que chillaban..., al menos los que lo hacían más fuerte.
—Saldremos a primera hora de la
mañana —dijo Siwon mientras se arremangaba y se pasaba la mano por la frente—.
Y no le digas a Heechul adonde vamos. Aún cree que viajamos de vuelta a
Londres. —Al final, no pudo evitar preguntarlo mientras miraba el fuego que
rugía en la chimenea—: ¿Realmente tienes tanto frío, tía?
—No, sólo quiero que William se
sienta útil —reconoció ella con un susurro, por si el viejo mayordomo estuviera
escuchando—. Estuvo hablando de jubilarse. Lo echaría mucho de menos si lo
hiciera. Aquí vienen muy pocos a visitarnos y no tiene que atender la puerta
como antes. Pero sí que amontona la leña para mí.
Siwon rió.
—¿Te importaría si abro una ventana
por unos minutos?
Ella le sonrió.
—Por favor.
***
Por la noche había nevado, aunque
no tanto como para cubrir el suelo con un manto duradero. Por un rato, no
obstante, sería precioso. Heechul opinaba lo contrario también en eso. Le
encantaba la nieve pero no podía tolerar sus consecuencias, cuando empezaba a
derretirse y se ensuciaba. Por supuesto, sólo estaba acostumbrado a ver la
nieve de Londres después que el pesado tráfico de carruajes la transformara en
lodo.
Su cochero, le divertía pensar en
el heredero de los Choi en estos términos, lo estaba esperando en el vestíbulo.
Heechul lucía su más hermoso traje de viaje sólo para él, el mismo que llevara
para Kang Youngwoon cuando intentó remediar la relación con él. Con el cabello
rubio enmarcado en un gorro de piel blanca y el largo abrigo de terciopelo azul
claro con una capa corta rematada con la misma piel blanca, sabía que su
aspecto era inmejorable. Se lo había dicho el espejo de la habitación.
Le resultaba divertido que el
apuesto y rico Lord Choi actuara como su cochero. No dejaba de ser un detalle
por su parte, pensaba, o al menos eso le había parecido por un momento. Después
de reflexionar sobre el tema anoche, sin embargo, se preguntaba por qué ese
hombre asumiría una tarea tan ardua, especialmente teniendo en cuenta que él le
resultaba antipático.
Se lo había dejado muy claro en las
pocas conversaciones que mantuvieron en Raccoon Glade. En cuanto a hacerle de
cochero, finalmente, llegó a la conclusión de que Siwon debió de encontrarse
encallado en la finca después que su hermano regresara a Londres sin él.
Probablemente no le hacía ningún favor, como había querido insinuar. Y eso
estaba bien. Decididamente, no deseaba sentirse en deuda con él.
Por otra parte, no le importaría
que la gente asociara sus nombres, como sucedería si todos sus conocidos lo
vieran conducir su carruaje cuando llegaran a Londres. Y la gente que conocía
estaba pendiente de ver pasar su carruaje..., al menos, los hombres. Eso sólo
podía beneficiarlo, siendo la familia de él tan bien considerada. Porque era
cierto que todavía le quedaba encontrar un esposo, preferiblemente antes del
fin de la temporada.
Sin la amenaza de un matrimonio
arreglado y no deseado pendiente sobre su cabeza, podría dedicar la atención
necesaria a la búsqueda del hombre más apropiado para él. Sus criterios no
carecían de realismo. Simplemente quería, necesitaba, conocer a un hombre que
no adorara su belleza al instante; un hombre que se esforzara en conocerla tal
como era en realidad, un hombre que no declarara su amor eterno hasta las
náuseas cuando fuera imposible que le quisiera..., aún. De lo más sencillo,
pensó con amargura.
—Aquí estás —dijo Siwon al pie de
las escaleras y enseguida añadió—: Juraría que dijiste «temprano».
Heechul rechinó los dientes. Allá
iban sus esfuerzos por deslumbrarlo y conseguir que se arrepintiera de haberlo
tratado con brusquedad. ¡Siwon apenas lo miró mientras se ponía el abrigo sobre
los anchos hombros!
En realidad se había levantado
hacía horas, después de acostarse tan temprano anoche. Había retrasado su
aparición únicamente para que los demás pudieran dormir un poco más antes de
otra larga jornada de viaje. La próxima vez reservaría su consideración para
alguien que supiera valorarla.
—Anoche estaba agotado —se limitó a
decir—, por eso no bajé a saludar a tu tía. ¿Tendré ese placer antes de nuestra
partida?
—Ah, desde luego; de hecho, ella
nos acompañará. Pensé que no te importaría compartir tu carruaje.
—¿Tienes miedo de que nos vean
juntos sin acompañantes? —se burló Heechul al alcanzar el escalón inferior.
—Sabía que lo comprenderías. A
nadie le gusta que sus favores le estallen en la cara.
—Si realmente se está haciendo un
favor. En este caso, lo dudo —repuso Heechul secamente—. Por qué no confiesas
que tu hermano te dejó abandonado en Raccoon Glade, de modo que, en esencia, el
favor te lo estoy haciendo yo...
—¿El favor de permitir que viaje en
el calor de tu bonito carruaje? —lo interrumpió él arqueando una ceja.
Heechul sintió que se ruborizabo.
¿Qué demonios...? Él jamás enrojecía. El color rosa parecía una erupción de
manchas en sus mejillas de marfil. No le quedaba bien en absoluto.
Habiéndole desconcertado, Siwon, al
menos, no esperaba una respuesta y prosiguió:
—¿Por qué no convenimos en tolerar
mutuamente nuestra compañía mientras dure el viaje y luego olvidarnos del tema?
—Bien —contestó—. Dado que el viaje
no durará mucho, supongo que podré soportarlo.
En ese momento una dama mayor salió
del salón y se reunió con ellos, seguida por su doncella, ambas vestidas para
el viaje. Heechul supuso que se trataba de la tía de Siwon. Envuelta no sólo en
un abrigo sino en una capa pesada y con gruesos pañuelos de lana en la cabeza, era
difícil distinguir su rostro de querubín bajo tanta ropa.
—Usted debe de ser lady Boa —dijo
Heechul con una sonrisa y tendió la mano para saludarlo—. Soy Kim Heechul. Es
un placer conocer...
—Habla más alto, muchacho —repuso Boa
con irritación—. Estoy bastante sorda.
—¡He dicho que es...!
—No hace falta que grites —lo
interrumpió Boa—. Aún no estoy tan sorda.
Heechul sonrió.
—¿La ayudo hasta el carruaje?
—Mis pies funcionan muy bien,
jovencito.
Heechul no se sintió ofendido por
las ariscas contestaciones de la dama. Le resultaban bastante divertidas.
—Muy bien. Mi doncella salió más
temprano para encender el brasero. Se sentirá cómoda y caliente.
—Excelente. Lo agradezco —dijo Boa,
y añadió dirigiéndose al mayordomo que esperaba de pie a un lado—: Cuida del
fortín, William. Presiento que no tardaré en volver.
—Por supuesto, milady —respondió el
mayordomo mientras Boa salía de la casa.
Heechul, se fijó en la mueca que
hizo Siwon ante los comentarios de su tía. Si no lo detestara, le habría
asegurado que comprendía que los achaques de la edad pueden tornar a las
personas bastante desagradables. Al parecer, sin embargo, estaba equivocado con
respecto a la causa de su incomodidad, porque él le impidió que siguiera a Boa
agarrándolo del brazo con firmeza. Aquél no era el hombre de aire habitualmente
garboso, incluso en sus momentos más sarcásticos. Aquél era el Choi serio, el
demonio que ya había visto en dos ocasiones anteriores, cuando la ira había
eliminado todo rastro de cortesía de sus modales.
—¿Qué diablos significa esto?
—exigió saber y añadió sin tomar aliento—: Ni se te ocurra que podrás utilizar
a mi tía para tus maquinaciones. No pienso tolerarlo.
Heechul parpadeó pero luego
comprendió. Realmente, Siwon opinaba lo peor de él. La amabilidad con que había
tratado a su tía debió de escandalizarlo, pensó con ironía.
—Qué idea tan divertida. Odio tener
que corregirte, Lord Choi, de veras que sí, pero lo cierto es que la gente
mayor me cae bien. Son los únicos que no intentan competir conmigo o
aprovecharse de alguna manera de nuestra relación. Tu tía y yo nos llevaremos
muy bien, te lo aseguro. No te preocupes, no volveré mi lengua viperina contra
ella. Tú, en cambio...
—Lo he entendido, no es necesario
darme más explicaciones —interrumpió él en tono mucho más suave—. Sube al
coche. Cuanto antes terminemos con esto, mejor para mí.
—Qué extraño, estamos completamente
de acuerdo —repuso mientras se dirigía a la puerta.
Heechul tenía la molesta costumbre
de tener que decir siempre la última palabra. Por supuesto, él también, por eso
le desagradaba tanto el hábito del joven.
Siwon empezaba a tener sus
reservas. Desde luego, ya antes tenía muchas pero, qué diablos, ver cómo el
joven trataba a si tía había sido una gran sorpresa. Cuando Heechul se portaba
bien era la viva desmentida de todo lo que sabía de él. Y su tía también lo
había notado y hasta aludió al tema cuando dijo a William que estaba convencida
de que no tardaría en volver.
La explicación de Heechul parecía
razonable, demasiado razonable. Le había despertado dudas que no debería
albergar sabiendo que era un gran maquinador. Simplemente, no lo conocía lo
bastante bien como para saber cuándo era sincero y cuándo mentía. Pensándolo
bien, tenía que ser un embustero muy experto o no habría podido eludir el castigo
de la mitad si quiera de las transgresiones que le atribuían.
Pasaron otro largo día en el
camino. La época del año era mala para viajar tan al norte. De hecho, la época
del año era mala para que se dedicara a conducir carruajes. Había pedido a Boa
que preparara una canasta de comida, así no tendrían que detenerse para el
almuerzo. Cuanto más avanzaban hacia el norte, más nieve encontraban en el
camino y más helado era el viento.
Finalmente llegaron a última hora
de la tarde y el humo que salía de al menos una chimenea le aseguraba de que el
guarda estaba en casa y que pronto dispondría de un buen fuego para calentar
sus huesos ateridos. Antes de alcanzar el calor, sin embargo, tendría que
enfrentarse a la indignación de Heechul que, por una vez, estaría justificada.
Se preparó para una confrontación
desagradable y abrió la puerta del carruaje.
—Será mejor que entren corriendo en
la casa —les previno—. Aquí fuera hace algo más que frío.
—Hacía demasiado calor en el coche
—se quejó Heechul—. Me dio sueño y me quedé dormido a pesar de no estar cansado
en absoluto.
Heechul fue el primero en bajar del
carruaje, con la ayuda de Siwon. No se alejó a toda prisa, como él hubiera
deseado. Miró la gran mansión que tenía delante y preguntó en tono de
exigencia:
—¿Y dónde estamos ahora? ¿En casa
de otra tía?
—No, ésta es de mi propiedad.
—Pero ¿por qué nos hemos detenido
aquí? Sin duda, estamos ya tan cerca de Londres que podrás conducirnos hasta
allí antes de la noche.
—Estamos muy lejos de Londres,
querido. Bienvenido a Trimage.
Mientras Heechul asimilaba las
palabras de Siwon con el ceño fruncido en señal de confusión, su desaprobación
se intensificó al mirar más allá del carruaje, a los páramos desiertos que se
extendían hasta donde alcanzaba la vista. Cuando Siwon había venido en
primavera el paisaje era magnífico, con los brezales en plena floración. En
esos momentos, el escenario era desolador.
—Espero que haya servicio aquí
—dijo Boa mientras él la ayudaba a apearse del coche y, acto seguido, le
advirtió—: Yo no cocino.
—Quédate tranquila, tía. Hay un
guarda que ha cuidado bien de la casa durante muchos años y que, anteriormente,
fue empleado de mi padre. Su esposo hace las veces de amo de llaves y de
cocinero cuando estoy aquí. Creo que también tiene un hijo. Estoy seguro de que
dispondremos de un buen servicio esta noche o mañana, a más tardar.
Boa asintió y se acercó apresurada
a la puerta, la siguió su guapa y joven doncella, que echó a Siwon una mirada
de admiración al pasar delante de él. Siwon apenas se dio cuenta, estaba
demasiado pendiente de Heechul en ese momento quién se mantenía firme, aunque
ya parecía bastante incrédulo.
—¿Por qué tengo la impresión de que
nuestra estancia aquí será prolongada? —quiso saber.
—Porque lo será.
—Y un cuerno. Exijo que me lleves a
Londres, como dijiste que harías.
—Puedes exigir todo lo que quieras.
Yo me quedo aquí. Y jamás dije que te conducía a Londres, sólo que íbamos en la
misma dirección, cosa que es cierta. Y la dirección era ésta.
Siwon ayudó a Hanni a bajar del coche.
La doncella se frotaba los ojos soñolientos y les echaba miradas confundidas,
habiendo oído parte de lo que decían. Heechul lo agarró del brazo.
—No entres en la casa. Nos vamos.
Siwon pasó por alto el anuncio de
Heechul y se alejó. Seguramente no estaba acostumbrado a que los hombres le
dieran la espalda y él oyó cómo contenía el aliento, indignado. Aun así, no
pensaba quedarse en la fría intemperie para contestar sus preguntas.
—Lord Choi —lo llamó el joven y
añadió con un tono más alto—: ¡Siwon! —Y todavía más fuerte— ¡Maldita sea,
Siwon, detente inmediatamente!
Siwon no se detuvo aunque sí se
entretuvo en la puerta lo suficiente para saludar al empleado:
—Deja los equipajes aquí fuera y
ocúpate de los caballos. De momento lleva los animales a tu casa. Te ayudaré a
subir los baúles cuando haya entrado un poco en calor.
—Desde luego, miLord —dijo el
hombre—. ¿Cuánto tiempo piensan quedarse?
—Para serte sincero, no tengo la
menor idea aunque necesitaré personal de servicio mientras estemos aquí. Mira qué
puedes hacer al respecto. Ah, y el joven que hace tanto ruido allí atrás... es
una situación complicada pero no le hagas caso...
—Lo he oído —espetó Heechul al
llegar junto a él—. ¡Y no pienso tolerarlo!
El guarda se alejó apresurado para
cumplir con los recados. Heechul se volvió enseguida y ordenó a su doncella:
—Que no desenganche los caballos.
La propia doncella parecía ya
indignada y, con un brusco asentimiento de la cabeza, se marchó tras el hombre
con una mirada de determinación en los ojos. Siwon sabía que de nada le
serviría, pero no iba a quedarse en el frío y esperar a que el joven lo
descubriera.
Con un suspiro, tendió el brazo e
indicó a Heechul que lo siguiera al interior de la casa.
—Si te tranquilizas te lo explicaré
todo, Heechul, te lo prometo, en cuanto tengamos un momento a solas. No
permitir que incomodes a mi tía con la escena que harás, sin duda. Ten un poco
de paciencia, te lo ruego, porque primero quisiera calentarme. Mientras tú has
hecho el viaje cómodamente y en calor yo, desde luego, no.
Puso rumbo al salón, donde estaba
convencido de que encontraría a su tía. Lo detuvo un silbido de Heechul:
—¡No te atrevas a darme la espalda
de nuevo!
Él se volvió para mirarlo.
—¿He mencionado la palabra
«paciencia» ? —preguntó secamente—. Juraría que sí.
—¿Qué te hace pensar que la tengo?
Pues no es así. Ninguna en absoluto.
—Pues supongo que éste es otro tema
que debemos tratar, podemos empezar ahora mismo. Presta atención, Heechul.
Entrarás en el salón, te sentarás y permanecerás callado hasta que hayan
abierto la casa y todo el mundo esté instalado.
—¿Y si no lo hago?
—Entonces, tal vez me calle las
razones por las que está aquí. Pensándolo bien, las explicaciones no son
necesarias...
—Esto es ridículo —lo interrumpió
Heechul—. Puedes quedarte con tus malditas explicaciones. ¡Yo me voy a casa!
Se dio la vuelta para marcharse y
casi colisionó con su doncella, que regresaba murmurando:
—El guarda no me ha hecho caso.
Sólo obedece las órdenes de su amo.
Siwon oyó el gruñido gutural que
emitió Heechul al recibír la noticia. Sonrió sardónicamente.
—¿Cuál de los dos habría conducido
el carruaje si mi hombre se hubiera visto obligado a desobedecer mis órdenes?
Heechul se volvió rápidamente y lo traspasó
con la mirada.
—Tú...
Él se encogió de hombros y añadió:
—Si deseas una explicación, y hay una
perfectamente válida, sugiero que hagas lo que te he dicho porque, realmente,
no tengo por qué explicar nada para conseguir lo que me he propuesto. Desde
luego, eso te dejaría en la ignorancia, dando palos de ciego, aunque estoy
seguro de que saldrías adelante.
—¡No puedes hablar en serio!
—exclamó Heechul.
—La paciencia es una virtud. Ya que
no la posees..., ni la paciencia ni ninguna otra. Dejaremos que ésta sea tu
primera lección. Practica, querido, ya puedes empezar.
Heechul seguía echando chispas. ¡El
vizconde había perdido el juicio! ¿Por qué no se lo había comunicado nadie
anteriormente?
Atravesó con la mirada la espalda
de Siwon, que se encontraba de pie delante de la chimenea, calentándose las
manos. Si mostraba tan indiferente a su presencia como si él no estuviera en la
estancia. Le parecía que ya llevaba una hora sentado allí en el salón,
practicando la paciencia y sin dirigir una sola palabra nadie.
A Boa la habían conducido a su
habitación, en la planta superior de la casa, en cuanto estuvo caldeada. Antes
de subir no hizo más que un leve comentario sobre el silencio enfurecido de
Heechul.
—No pongas mala cara, muchacho, no
te sienta bien. Si juegas bien tus cartas, saldrás vencedor en esto.
¿Qué quería decir? No preguntó,
porque Siwon estaba en el salón. Lo averiguaría más tarde, cuando pudiera
hablar a solas con la mujer que, evidentemente, estaba al tanto de lo que
pasaba. ¿Aprobaba la tía de Siwon la conducta de su sobrino? Eso parecía, aunque
Heechul esperaba que no. Le convendría tener de su parte a alguien más que a Hanni.
Hasta que Siwon le diera la explicación prometida, sin embargo, guardaría
silencio aunque la frustración lo enfureciera.
Estaba sobre ascuas, bufando de
cólera. Nunca antes se había enfadado tanto. Tramaba planes para hacerle pagar
el ultraje. E intentaba averiguar por sí mismo, sin tener que preguntarle a él,
qué estaba haciendo allí. ¡Ni siquiera sabía dónde estaban!
Esa mañana, mientras miraba por la
ventanilla del carruaje, se había preguntado vagamente por qué atravesaban un
paisaje tan desolado. No había más que casas dispersas de tanto en tanto, ni
siquiera unas pocas pero, antes de quedar dormido, había supuesto que,
sencillamente, Siwon conocía caminos secundarios que evitaban el tráfico pesado
de entrada a Londres. Pero, a juzgar por lo que había visto en el exterior, es
decir, un horizonte vacío, esta casa era la única en muchas millas a la redonda
y no acertaba a adivinar dónde se encontraba.
Descubriría dónde estaban y qué
creía que hacía ese hombre llevándolo allí en lugar de a su casa. Estaba tan
convencido de su gran importancia que pensaba que podía... ¿qué? ¿Cuál era su
motivación?
El único motivo que se le ocurría
era el mismo que estaba acostumbrado a afrontar, que lo deseaba por su belleza,
como todos los demás hombres, y que, dado el prestigio de su familia, se
encontraba en posición de secuestrarlo convencido de no tener que sufrir
consecuencias. ¿Para ponerlo en una situación comprometida? ¿Para convencerlo
de que le quería, cosa que era imposible?
—¿Hemos aprendido la paciencia hoy?
—preguntó Siwon.
La gélida mirada de Heechul se
dirigió de nuevo a la espalda de Siwon. Había usado un tono de gran
superioridad. Sabía que tenía las de ganar. ¡Y ni siquiera se había dado la
vuelta para decírselo a la cara!
Rígidamente, expresando cada matiz
de la furia que le poseía, Heechul gruñó:
—¡No..., en..., absoluto!
—Pues, muy mal. —Siwon puso rumbo a
la puerta.
Incrédulo, Heechul lo observó por
un momento. ¡Realmente iba a marcharse!
Siwonshis hará que Hee se arranque todos los lindos, delicados y dorados cabellos de su cabe sita loca!!!
ResponderEliminarJajajajaja me encanta!!!! 😎
Nunca digas,de esa agua no he de beber.
ResponderEliminarDemasiadas negaciones en tan poco tiempo Siwon....
Secuestro más que confirmado,y ya tengo mis dudas.
Oh Siwon,esa amabilidad de Hee te desconcerto y hasta te enojaste
Y Hee teniendo que dar esa respuesta tan vanal,pero bueno,de otra forma no le hubiera creído...y ahí es cuando siento que Siwon,se llevará sorpresas.