Era toda una
distinción ser el joven debutante más hermoso y deseable del mercado
matrimonial del siglo, a la vez que el joven más odiado de Inglaterra.
Curiosamente, Kim Heechul se había esforzado en ganar ambas distinciones. Era
su perdición ser tan bello, porque las personas que lo rodeaban se comportaban
como consumados idiotas.
Los reunidos
en Raccoon Glade, la finca rural del marqués de Kang, no eran diferentes.
Heechul se detuvo en lo alto de la gran escalinata. Esperaba encontrar el
vestíbulo vacío, pero no hubo suerte. Al parecer, muchos de los que habían
venido para asistir a su boda con el heredero del marqués estaban congregados
allí abajo y algunos, que por lo visto ya sabían que la boda se había
cancelado, se disponían a partir. Otros parecían confusos y charlaban
animadamente. Sin embargo, en el instante en que Heechul apareció todas las
miradas se volvieron hacia él y, como de costumbre, empezaron los murmullos.
Quizá la
gente allí abajo tuviera la impresión de que se disponía a hacer su gran
entrada. Le gustaba hacerlo y tenía mucha práctica en ello. Pero esta vez no.
Se trataba más bien de una gran salida, aunque no por decisión propia. Hubiera
preferido pasar inadvertido.
—¿Cuándo me
contarás lo que pasó? —preguntó su doncella, apostada a su lado.
—Nunca
—respondió Heechul con rigidez.
—Pero se
supone que hoy os casabais.
—Calla,
tenemos público, por si no te has dado cuenta.
Hanni no
expresó nada más y siguió a Heechul escaleras abajo. El murmullo se
intensificó. Heechul llegó a oír algunos retazos de conversaciones.
—Primero se
prometen, luego ya no, después vuelven a estar prometidos y ahora resulta que
han cambiado de opinión otra vez. Él es demasiado inconsecuente, si quieres
saber mi opinión.
—El novio
dijo que cancelaron la boda de mutuo acuerdo.
—Lo dudo; él
es muy exigente, aunque yo también lo sería si tuviera su aspecto.
—Estoy de
acuerdo. Es un pecado ser tan bello.
—Cuidado,
querido, se te notan los celos.
—... un
malcriado, si me lo preguntas.
—¡Chitón, te
va a oír! Ya sabes que tiene una lengua viperina. No te conviene que hable mal
de ti.
—Santo Dios,
qué hermoso es. Un ángel, un...
—... de
vuelta a la lista de casaderos. No me importa admitir que estoy encantado. Esto
me da una segunda oportunidad.
—Creía que te
rechazó antes de empezar la temporada siquiera...
—A mí y a un
sinfín de otros pretendientes, pero no sabíamos que ya se había prometido con Kang.
—No pierdas el
tiempo. Tu título no es lo bastante importante para él. Conseguiría casarse
con un rey, si se lo propusiera.
Y más voces,
sin cara:
—Me sorprende
que sus padres no apuntaran tan alto. Son unos arribistas espantosos, ¿sabes?
—Y él ¿no?
—Acaba de
rechazar al heredero de un marqués. ¿Qué te sugiere esto?
—Que sus
padres estarán furiosos con él, como lo estuvieron cuando...
—Aunque Choi,
allí, podría tener una oportunidad, como futuro duque de Shiyuan. Me sorprende
verlo de vuelta en Inglaterra.
—No le
interesa el matrimonio. ¿O no sabías que se fue de Inglaterra sólo para escapar
de las casaderas...?
Heechul
fingía no oír ninguno de aquellos cuchicheos pero la mención de Choi Siwon,
vizconde de Shiyuan, lo impulsó a buscarlo con la mirada. Ya sabía que se
encontraba allí, en el vestíbulo, despidiendo a algunos conocidos o,
posiblemente, disponiéndose a marchar él también. Fue el primero que vio al
alcanzar la escalinata. Evidentemente, un hombre tan apuesto como el heredero
de Shiyuan había atraído su atención desde el primer momento de conocerlo.
Hasta había
considerado brevemente la posibilidad de tomarlo por esposo antes de volver a
prometerse con Kang Youngwoon. Choi, sin embargo, se había pasado
irremisiblemente al campo enemigo, el campo de los que lo tenían en muy baja
estima. ¿Cómo lo había llamado? «Un cotilla malicioso.» Incluso amenazó con
arruinarlo si le contaba a alguien que creía que él se acostaba con Park
Leeteuk.
Lo cierto es
que lo creía. ¿Por qué, si no, prestaba tanta atención al tonto de Leeteuk?
Aunque pudo, simplemente, decirle que se equivocaba en lugar de insultarlo. Y
ojalá hubiera sido cualquier otro menos él quien lo encontró llorando en el
piso de arriba.
—¿Cómo iremos
a casa? —susurró Hanni cuando alcanzaron el último escalón.
—En mi
carruaje, por supuesto —respondió Heechul.
—Tu carruaje
no tiene cochero. Ese condenado aún no ha vuelto.
Heechul lo
había olvidado. El cochero, hombre de su padre, desde el principio no quería
llevarlo, y había insistido en que
perdería su empleo si no regresaba a Londres en el acto para informar a sus
padres de adonde había ido. Como si él no pensara enviarles una nota.
Todo a su
debido tiempo, sin embargo. Cuando se le pasara la rabia por la bofetada que le
había dado su padre cuando Youngwoon rompió el primer compromiso y los echaron
a todos de Raccoon Glade.
—Supongo que
tenemos que tomar prestado a uno de los lacayos del marqués. Ese mismo servirá,
el que está bajando mi equipaje. Puedes decírselo mientras espero en el salón
—dijo Heechul.
Hubiera
preferido esperar fuera, lejos del resto de los invitados del marqués pero,
aunque ya llevaba puesto su abrigo de viaje, la prenda estaba diseñada para
realzar su silueta y no para proporcionarle calor y, hallándose en pleno
invierno, sencillamente hacía demasiado frío para estar al aire libre, por
breve que fuese la espera.
Entró en la
sala. No estaba vacía. El ocupante era Kim Jungmo, la única persona que
desearía no volver a ver jamás, el que solía ser su mejor amigo y era ya su
peor enemigo. Y era demasiado tarde para buscar otro lugar donde esperar. Jungmo
ya lo había visto.
—¿Huyes con
el rabo entre las piernas? —se burló Jungmo.
Ay, Dios,
otra vez no. ¿No había dicho ya bastante su ex amigo cuando llegó para impedir
un matrimonio que todos los implicados consideraban un trágico error? Parecía
que no.
—Claro que no
—repuso Heechul, manteniendo el control de sus emociones. No conseguiría hacerle
llorar otra vez—. Debió de resultarte mortificante hacerme ese favor hoy para
que no tuviera que casarme con el escocés.
—Ya te dije
que no lo hacía por ti. Eres la última persona a la que quisiera ayudar —aclaró
Jungmo.
—Ya, ya lo
sé, te hacías el héroe únicamente por Youngwoon. Aun así, me salvaste de tener
que casarme con él. Supongo que debo agradecértelo.
—¡No lo
hagas! —gruñó Jungmo agitando su cabello—. Deja de fingir, Heechul. Tú y yo nos
odiamos...
—¡Basta!
—Heechul lo interrumpió antes que reabriera la herida—. Aquí no tienes a tu
público para envilecerme a sus ojos, de modo que digamos la verdad. Eres el
único amigo verdadero que he tenido y lo sabes. ¡Te quería! Si no te quisiera,
no habría intentado protegerte de Jey mostrándote la verdad acerca de él. Tú,
en cambio, preferiste culparme a mí de su perfidia. ¿Qué fue lo que dijiste?
¿Que la única razón por la que seguías tolerando mi presencia era porque
esperabas ser testigo de mi caída? Y me llamaste malicioso, ¿a mí?
—Te dije que
ya apenas me reconozco —contestó Jungmo a la defensiva—. Pero eso es culpa
tuya. Me volviste tan resentido que ni siquiera me gusto a mí mismo.
—No, no fui
yo, fue él. Tu precioso Jey, que te utilizó para acercarse a mí. Ahí está, por
fin lo he dicho. También intenté ahorrarte esto. Me suplicaba que me casara con
él mientras te hacía la corte, pero ya no pretendo protegerte de la verdad, Jungmo.
—¡Qué
mentiroso eres! Y me tildaste de mentiroso a mí delante de tus amigos.
—Ah, ¿Así que
vuelven a ser «amigos» esos dos sanguijuelas? ¿Cuando hoy mismo declaraste que Hongki
y Geunsuk no son amigos míos? Como si no lo supiera. Y el día que te llamé
mentiroso me provocaste. Sabes bien que así fue. ¿Cuánto tiempo pensabas que
soportaría tus comentarios maliciosos y sarcásticos sin tomar represalias?
Sabes mejor que nadie que tengo poca paciencia. Aunque intentaba tenerla
contigo. Desde luego, no tengo ninguna con Hongki y Geunsuk, ambos sabemos que
me rondan porque está de moda ser vistos conmigo. Aunque se te olvidó
mencionarlo hoy, ¿no es cierto?, cuando me injuriabas por todos mis defectos.
Alegaste que yo los utilizaba a ellos —resopló Heechul
—Sabes muy
bien que ocurre todo lo contrario, que cada uno de mis supuestos amigos me
utiliza a mí y a mi popularidad para conseguir sus propios fines. Por Dios, tú
mismo lo decías cuando aún eras mi amigo.
—Sabía que
encontrarías excusas —dijo Jungmo, airoso.
—La verdad no
es una excusa —repuso Heechul—. Conozco todos mis defectos, y mi mal genio es
el peor de ellos. Pero ¿quién suele disparar mi mal genio?
—¿Qué tiene
eso que ver con tu genio? —preguntó Jungmo.
—Tú sacaste
el tema, Jungmo. Dijiste que Hongki y Geunsuk estaban siempre conmigo para
tratar de aplacarme, para que no volviera mi mal genio contra ellos. Toda una
alegación. ¿Te importaría discutirla ahora que no hay un público al que
impresionar con tu maldad?
Jungmo lo
miró boquiabierto.
—No soy yo el
malvado, Heechul, eres tú. Yo sólo dije la verdad. Te volviste contra ellos en
el pasado aunque hoy tuviste la osadía de intentar negarlo.
—Porque
tratabas de sacar las cosas de quicio. Claro que perdí la paciencia con ellos,
muchas veces, pero no mencionaste que ocurrió porque son unos aduladores. Todos
mis supuestos amigos lo son. Son, precisamente, sus lisonjas y sus elogios
hipócritas los que suelen disparar mi mal genio en primer lugar.
Jungmo meneó
la cabeza.
—No sé por
qué intenté siquiera mostrar tu carácter malicioso. Nunca cambiarás. Siempre
estarás pendiente de ti mismo y harás infelices a los demás.
—Oh, vamos
—dijo Heechul—, ambos sabemos exactamente por qué dijiste todo lo que dijiste
hoy. Hasta reconociste que sólo seguías fingiendo ser mi amigo para poder
presenciar mi caída. Y bien, querido, ¿te parece que he caído? Yo no lo creo.
Regresaré a Londres y me casaré con uno de esos idiotas que declaran amarme,
pero ¿qué harás tú? ¿Te sientes feliz ahora que has derramado toda tu amargura
a mis pies? Pero espera, no has conseguido precisamente la venganza que
deseabas, ¿no es cierto? Sencillamente, me he salvado de un matrimonio
desastroso..., gracias a ti. Muchísimas gracias. Te lo digo de corazón.
—¡Vete al
diablo! —espetó Jungmo y salió airoso del salón.
Heechul cerró
los ojos y trató de contener las lágrimas. Debió haber salido del salón en
cuanto vio que Jungmo estaba allí. No debió remover la horrible escena que
había tenido antes con su ex amigo.
—¿Debo
aplaudir? Y yo que creía que vuestra representación había terminado hace rato.
Heechul se
envaró. Era él. Dios, no se podía creer que hubiera llorado sobre su hombro
aquel mismo día. Aunque ya se había sobrepuesto a la horrorosa debilidad y
había recuperado el control.
Se volvió y
arqueó una ceja.
—No se puede
hablar de una representación cuando creíamos estar a solas. ¿Escuchando
indiscretamente, Lord Choi? Qué torpeza tan vergonzosa de tu parte.
Él sonrió sin
arrepentimiento y dijo:
—No pude
evitarlo, ante esta fascinante transformación. Cuan efímera ha sido el doncell
en apuros. Veo que el imperioso joven rey de hielo vuelve a estar en plena
forma.
—¡Vete al
diablo! —repuso Heechul tomándose prestada la frase de despedida de Jungmo. Y,
como hiciera su ex amigo, salió también airoso del salón.
***
—¿A qué se
refería? —preguntó una voz.
—¿Por qué me
siento ofendido?
—Debió de
oírte cuando hablabas de él. Te dije que no hablaras tan alto.
—Yo no
cotilleo —dijo la voz.
—Es justo lo
que hacías. Pero no te preocupes. Un joven tan hermoso como él siempre
suscitará cotilleos.
Siwon se reía
entre dientes mientras escuchaba los cuchicheos indignados en el vestíbulo. El
joven rey de hielo, el apodo que él mismo había dado a Kim Heechul, el ex
prometido de su amigo, no sólo había salido airado del salón para mostrar su
enfado con los comentarios que hiciera sobre él. También había dicho al nutrido
grupo que esperaba en el vestíbulo: «No os preocupéis por mí, sólo estoy de
paso. Podréis seguir cotilleando en un momento», antes de desaparecer escaleras
arriba.
Las lenguas
se afanaron de nuevo, con más volumen esta vez, ahora que sabían que Heechul no
estaba en la sala contigua. Qué criatura tan fascinante, mucho más compleja de
lo que pensaba al principio, cuando lo único que conocía del joven era su
capacidad de iniciar y propagar rumores maliciosos.
Siwon no
esperaba hacer amigos nuevos en este pequeño rincón del país.. Siendo el
primogénito del Duque de Shiyuan y el principal heredero del título, nunca le
habían faltado los amigos, verdaderos o no, aunque había perdido el contacto
con la mayoría de sus compañeros cuando se marchó al extranjero hacía ya varios
años. Le sorprendía que Kang Youngwoon le hubiera caído bien tan rápidamente,
quizá fuera porque el escocés estaba tan irritable cuando se conocieron que le
resultó muy fácil sacarlo de quicio, cosa que a Siwon le divirtió mucho.
Tenían edades
parecidas, ambos hombres eran altos y vigorosos, de constitución atlética y
bastante apuestos aunque, por lo demás, no se parecían en nada. Sus sus
posiciones eran idénticas, ya que ambos se encontraban en lo más alto de las
listas de los solteros más codiciados de la temporada y ambos iban a heredar
títulos preciados.
Siwon, no
obstante, no buscaba esposo ni pensaba hacerlo en bastantes años. Youngwoon,
por su parte, tenía dos abuelos que coincidían en que no era demasiado pronto
para que les diera el próximo heredero, razón por la que habían invitado a tantos
debutantes jóvenes a Raccoon Glade, para los que, para variar, Siwon no era el
objetivo de su persecución. Todos sabían que Youngwoon buscaba esposo y Siwon,
no.
Curiosamente,
el joven que más interesaba a Youngwoon no había sido invitado a la fiesta. Park
Leeteuk, su encantador vecino. Un chico adorable, ninguna belleza pero
igualmente encantador con su maravilloso sentido del humor, capaz de alegrar
hasta el ánimo más funesto.
¡Siwon sólo
bromeaba a medias cuando le pidió que se casara con él! Pronto, sin embargo,
entabló amistad con Leeteuk, y quién no, y hasta hizo sus pinitos como
casamentero, algo que nunca había hecho antes, para conseguir que Youngwoon y
Leeteuk se dieran cuenta de que estaban hechos el uno para el otro.
—¿Qué es todo
este barullo? —preguntó Youngwoon al reunirse con Siwon en el vestíbulo de la
entrada.
—¿De verdad
necesitas preguntarlo? —respondió Siwon con un mohín e hizo ademán para que
entraran en el salón, donde nadie podría oírlos—. Heechul pilló a tus invitados
cotilleando sobre él e incluso hizo un comentario al respecto.
—¿Todavía no
se ha ido?
—Creo que
está esperando su carruaje. Pero jamás adivinarás lo que pasó cuando Kim terminó
de vilipendiar a Heechul. Yo mismo sigo un poco aturdido por ello.
Siwon había
escuchado casi todas las alegaciones anteriores de Jungmo, cuando llegó para
salvar el día y derramó tal cantidad de bilis, que explicaba por qué era el enemigo
de Heechul. Algunos de aquellos comentarios los había vuelto a oír hacía poco
en el salón, aunque Jungmo no se mostró tan venenoso cuando pensaba que Heechul
y él estaban a solas. De hecho, pareció ponerse un tanto a la defensiva,
actitud que indujo a Siwon a preguntarse si alguien conocía toda la historia.
Antes, sin
embargo, le había parecido que Heechul no estaba lo bastante arrepentido por
todos los problemas que había causado y se había propuesto castigarlo un poco.
Desde luego, no esperaba lo que ocurrió cuando lo encontró solo en el piso
superior.
No mantuvo a Youngwoon
en suspense por más tiempo.
—Kim Heechul estuvo
llorando desconsoladamente entre mis brazos. ¡Fue la más asombrosa de las
experiencias!
Youngwoon no
se sorprendió, de hecho, emitió un resoplido bastante audible.
—¿De modo que
no sabes distinguir entre las lágrimas falsas y las verdaderas?
—Todo lo
contrario —aclaró Siwon—, eran muy verdaderas. Mira mi hombro. Mi chaqueta aún
está un poco húmeda.
—Un pequeño
berrinche, sin duda —se mofó Youngwoon, sin apenas mirar la chaqueta de Siwon.
Éste rió,
porque Youngwoon no había presenciado la escena para ver correr las lágrimas
por las mejillas de Heechul.
—¡Por Dios
que son de verdad! —le dijo a Heechul cuando lo apartó de sí después de colisionar
en el pasillo superior. Hasta rozó su mejilla húmeda con el dedo antes de
añadir—: ¿Y no pensabas compartirlas con nadie? Estoy impresionado.
—Déjame... en
paz —consiguió farfullar él con dificultad.
No lo dejó.
Con cierta torpeza, y absolutamente asombrado de su propio impulso, lo atrajo
de nuevo hacia sí y le permitió utilizar su hombro. Una debilidad espantosa la
suya, dejarse conmover por unas lágrimas que eran verdaderas, desde luego; pero
ahí estaba él y, en este caso, no le cabía duda de que lo iba a lamentar.
Suspiró para
sus adentros pero no cabía esperar ayuda. El cuerpo esbelto de Heechul temblaba
de emoción, y resultaba increíble la cantidad de desconcierto que se vertía
sobre su hombro. No es que pensara que se derritiera el hielo que tenía en su
interior. Por supuesto que no. Jamás pensaría eso. Los Choi no criaban idiotas.
Ahora, sin
embargo, le dijo a Youngwoon:
—Eres un gran
escéptico, viejo amigo, pero sé distinguir la diferencia. Las lágrimas falsas
no me hacen ningún efecto, ninguno en absoluto, pero las auténticas me llegan a
las entrañas, nunca falla. Son mis entrañas las que me dicen qué es verdadero y
qué no lo es. Pongamos por ejemplo las lágrimas de mi hermano, mis entrañas me
dicen que siempre son falsas.
—Las lágrimas
de Heechul indicarían que lo hirió el ataque verbal de Jungmo, pero yo tengo
pruebas de lo contrario —dijo Youngwoon.
—¿Qué
pruebas?
—Cuando aún
pensaba que tendría que cargar con él, temía que sería imposible hacerle
cambiar, que estaba demasiado absorta en sí mismo. Estaba convencido de que se
trataba de una causa perdida —afirmó Youngwoon—. De modo que me enfrenté a él.
Le dije que no me gustaban sus modales, que no me gustaba la malicia de la que
era capaz ni su manera de tratar a la gente, como si fuera lo único que
importaba. Pero estaba desesperado y le dije que sólo podríamos convivir en paz
si cambiaba. ¿Crees que accedió a intentarlo?
—Si realmente
le dijiste todo eso, lo más probable es que se pusiera a la defensiva —sugirió
Siwon.
Youngwoon
negó con la cabeza.
—No,
sencillamente declaró lo que piensa de verdad. Dijo que sus modales no tienen
nada de malo, hasta puso énfasis en la palabra «nada». Ahí está tu prueba. El bello arpía nunca cambiará su conducta. Apostaría mi vida por ello.
—Yo no me
jugaría la vida aunque tampoco rechazaría una apuesta amistosa. Cincuenta
libras por que te equivocas —arriesgó Siwon—. Todos somos capaces de cambiar,
incluso él.
Youngwoon rió
entre dientes.
—Que sean
cien libras. Me encantan las apuestas sin riesgo. Aunque ahora él volverá a
Londres, para causar estragos allí, y espero no volver a verlo en mi vida.
¿Cómo resolveremos la apuesta, pues?
—Yo también
volveré a Londres o..., humm...
Se le ocurrió
una idea tan sorprendente que hasta él mismo se escandalizó y, desde luego, no
pensaba formularla en voz alta. Necesitaba analizarla con suma atención y
considerar las posibles consecuencias.
—¿Qué?
—preguntó Youngwoon impaciente.
Siwon se
encogió de hombros con indiferencia para despistar a su amigo.
—Sólo he
tenido una idea que necesito pensar mejor, amigo mío.
—Bueno, ahora
que me he salvado de un destino peor que la muerte, ¡Tener que casarme con ese
arpía!, me basta con saber que ya no lo veré tan a menudo. Ahora pediré en
matrimonio al joven que me conviene, al joven que amo.
Siwon sabía
que su amigo se refería a Park Leeteuk y dio por hecho que la respuesta sería
afirmativa. Juzgando por la sonrisa de Youngwoon, él también lo daba por hecho.
Aunque Leeteuk hubiera declarado que sólo eran amigos, era evidente que estaba
enamorado de Youngwoon.
—Aún no sé
dónde voy a alojarme, así que manda la invitación a Shiyuan Hall. Ellos sabrán
dónde localizarme.
Youngwoon
asintió y se marchó en busca de sus abuelos para darles la buena noticia. A
solas en el salón, Siwon pensó en la idea insólita que se le había ocurrido.
Únicamente disponía de pocos minutos para decidir si actuar en consecuencia o
descartarla como ridicula. El carruaje de Heechul pronto aparecería delante de
la casa y no le quedaba tiempo para deliberar exhaustivamente. Tenía que actuar
de inmediato o dejarlo correr.
No me digas k lo va secuestrar , eso seria epico
ResponderEliminarlo es secuestro es tomar un camino diferente jajajajaj
ResponderEliminarNo se ni que pensar, ese Hee
ResponderEliminarSerá que él de verdad quería ayudar???
Me encanta mi Siwonshis!!!! 😎
Cria fama y echate a dormir
ResponderEliminarPor todo lo que se ha visto que ha dicho y hecho...quien le va a creer a Hee sus buenas intenciones.
Las lagrimas conmovieron a Siwon...no me extraña,digo...creo en que sí,algo debe de dolerle a Hee sobrellevar todo eso,pero como dije antes...cria fama.
Wow pensé que ya no podía entrar a este blog y cuando entró por equivocación bum si se pudo y sobre todo me encuentro con esta historia que se ve muy buena
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