—¿Hemos aprendido la paciencia hoy?
—preguntó Siwon.
La gélida mirada de Heechul se
dirigió de nuevo a la espalda de Siwon. Había usado un tono de gran
superioridad. Sabía que tenía las de ganar. ¡Y ni siquiera se había dado la
vuelta para decírselo a la cara!
Rígidamente, expresando cada matiz
de la furia que le poseía, Heechul gruñó:
—¡No..., en..., absoluto!
—Pues, muy mal. —Siwon puso rumbo a
la puerta.
Incrédulo, Heechul lo observó por
un momento. ¡Realmente iba a marcharse!
Se puso en pie de un salto, con la
intención de interponerse entre él y la puerta. Pero, cuando hacía un rato le
habían llevado una bandeja de comida, habían acercado la mesilla al sofá donde
estaba sentado. No había comido pero ahora sus rodillas chocaron con la mesilla
e hicieron caer al suelo una taza y un platillo de té, sobresaltándolo.
Siwon se detuvo en el acto.
—¿Estás bien? —preguntó en tono de
auténtica preocupación.
—Sí..., no, no lo estoy.
—Siéntate. Supongo que podremos
practicar la paciencia otro día.
Heechul no iba a corregir esa
interpretación equivocada de su respuesta, no cuando parecía que Siwon cambiaba
de opinión sobre negarle una explicación de lo que hacían en ese lugar. Él se
sentó en el mismo sofá que ocupaba Heechul, aunque en el otro extremo. No
obstante, se volvió para mirarle cuando se sentó de nuevo.
—¿Me dirás ahora por qué estoy aquí
en lugar de en Londres?
—Desde luego. Tú y yo vamos a...
—¡Lo sabía! —interpuso Heechul incisivamente—.
Piensas comprometerme para obligarme a casarme contigo. ¡Pues, no lo voy a
hacer...!
Interrumpió su perorata cuando él
se echó a reír. Parecía realmente divertido. Si no estuviera tan enfadado, se
avergonzaría de estar tan incuestionablemente equivocado. Él no tardó en
confirmárselo.
—¡Santo Dios! ¿De dónde has sacado
esta espantosa idea?
Ya menos acalorado, Heechul
preguntó:
—¿Qué otra razón puedes tener para
traerme aquí?
—Te lo iba a explicar cuando me has
interrumpido. Ya que lo has mencionado, sin embargo, permíteme que te asegure
que la presencia de mi tía garantiza que no habrá ningún escándalo a raíz de tu
estancia aquí. No te verás comprometido en absoluto, te doy mi palabra.
—Hasta que mi padre se entere de
este ultraje —predijo él.
—¿A qué ultraje te refieres, querido?
¿A que la familia Choi te haya invitado a hacernos una visita? ¿A que me he
interesado personalmente en tu debut esta temporada? Tu padre ya está enterado,
a estas alturas. Le envié una nota antes de partir de Raccoon Glade.
—¿Una visita? ¿Sin pedírmelo?
—¿Habrías declinado la invitación?
No parecía esperar más que una
respuesta. Se alegró de darle otra:
—Sí, la habría declinado.
—¿Y tu padre?
—No, él me habría sacado de la casa
a empujones —respondió Heechul, incapaz de disimular la amargura de su voz.
Enseguida deseó haber callado el
comentario cuando Siwon dijo en tono de suficiencia:
—Lo que pensaba.
Heechul le recordó ceñuda:
—Es mi permiso el que necesitabas,
sin embargo.
Eso no disipó en absoluto su aire
de suficiencia; incluso sonrió al corregirlo:
—No, en realidad, como descubriste
hace poco a raíz de tu primer compromiso con mi amigo Youngwoon, sólo es
necesario el permiso de tus padres. Terriblemente injusto, pensarás, sin duda,
pero cierto, a pesar de todo.
Volvía a mostrarse airoso y
sardónico. Y Heechul pensó que a ese maldito hombre le encantaba hacer hincapié
en el poco control que él tenía sobre su propia vida.
—Ésta no es, precisamente, tu
«residencia familiar» —señaló—. ¿Y dónde demonios estamos, exactamente?
—En Northumberland.
—¡Eso está casi en Escocia!
—Más que a tiro de piedra. El
condado es grande. Aunque, sí, colinda con Escocia.
—¿De modo que mentías en la nota
que enviaste a mi padre? —dijo Heechul en tono triunfal—. Tu familia no vive
aquí. Cuando le cuente la verdad...
—Ni siquiera has oído todavía la
verdad, Heechul —interpuso Siwon, mostrándose al fin un tanto molesto—. Aunque,
para cuando vuelvas a ver a tu padre, podemos esperar que tu visión de las
cosas será más positiva.
—Tú puedes esperarlo —repuso,
haciendo alarde de su propia altivez.
—No —respondió él, pensativo—. Creo
que ya lo he formulado bien..., puesto que no te irás de aquí hasta que tengas
un talante más positivo.
Heechul quedó boquiabierto ante las
implicaciones de esas palabras.
—No puedes tenerme prisionero aquí.
—¿Y por qué no?
Su respuesta era tan diferente a lo
que pudiera esperar que se puso de pie bruscamente para gritarle:
—¡Por que no tienes ningún derecho!
—¿Tus reacciones son siempre tan
extremadas?
—¡Me estás provocando más allá de
los límites de mi tolerancia!
Siwon chasqueó la lengua,
indiferente a su rabia.
—En absoluto. Y seguiremos la
conversación sin histrionismos, si no te importa, de modo que siéntate y
compórtate, y entonces quizá sepas que hay una muy buena razón para que estés
aquí.
—¿Cuál?
—Tu propia felicidad —dijo él
sencillamente—. ¿O vas a decirme que ya eres todo lo feliz que se puede
esperar?
No era feliz en absoluto, pero ése
no era su maldito asunto.
—Yo me ocuparé de mi felicidad,
muchísimas gracias.
—¿Como lo has hecho hasta ahora?
¿Arruinando la vida de otras personas? ¿Eso te hace feliz? ¿O el hacer a los
demás desgraciados? Ah, no, espera, debe de ser iniciar rumores que no
contienen ni una pizca de verdad. Seguro que eso te lleva al éxtasis.
Heechul sintió que un rubor asomaba
en sus mejillas. Se puso a la defensiva:
—No sabes nada de eso, únicamente
lo que has oído de los demás. Aunque ¿qué tiene que ver eso con mi felicidad?
¿Y por qué te preocuparía el tema? Es más: ¿cómo podrías hacerme feliz tú, a
quien tanto desprecio?
—¿De veras me desprecias?
Heechul lo miró incrédulo.
—¿No lo sabías ya? ¿Tenías dudas?
¿Después de las cosas horribles que me dijiste en Raccoon Glade?
Él se encogió de hombros.
—No fue horrible advertirte que no
iniciaras un rumor sobre Leeteuk y yo.
—Diste por hecho que haría correr
un rumor cuando no pensaba hacerlo. Simplemente, pretendía ayudarlo para que no
saliera herido. Creía de verdad que te acostabas con él debido a toda la
atención que le prestabas. Y, si yo llegué a esa conclusión, los demás,
también. Pero, en lugar de decirme, simplemente, que estaba equivocado, ¡Amenazaste
con arruinarme si volviera a mencionarlo!
—Con buenas razones, teniendo en
cuenta tu acreditada predilección por iniciar rumores.
—Aún no se ha cerrado el círculo de
cosas que no conoces de primera mano, ¿verdad? —replicó Heechul con cierta
sequedad—. Sin embargo, ha quedado claro que tú no puedes contribuir a mi
felicidad. De modo que mañana me llevarás a casa.
Siwon no le hizo el menor caso.
—No, creo que no. Y nunca dije que
yo te haría feliz. No obstante, te ayudaré a encontrar tu propia felicidad, a
estar en paz contigo mismo, por así decirlo.
—¡Ya estoy en paz! —espetó Heechul.
—Sí, es evidente, de veras que sí
—respondió él y se puso de pie.
—¿Adonde vas? —exigió saber.
—A buscar mi cena y a dormir bien
toda la noche. Intuyo que mañana será un día agotador.
—¡No has terminado tu explicación!
Siwon arqueó una ceja.
—Ah, ¿no? Pues, aquí la tienes en
pocas palabras, querido. Vamos a convertirte en un joven amable y considerado,
cuya compañía será apreciada por la gente. El placer de estar contigo nada
tendrá que ver con tu asombrosa belleza, sino con tu carácter maravillosamente
dulce y agradable. Cuando logres convencerme de que lo hemos conseguido, te
llevaré a casa.
El encuentro con Heechul había ido
mucho mejor de lo que esperaba, pensó Siwon cuando se acostó en la cama de
roble tallado de la suite principal. Obligar a Kim Heechul a callar no resolvía
el problema pero, desde luego, había sido un placer. Cuanto menos, le había
permitido zafarse de su compañía durante el resto de la noche.
Heechul ya se había acostado. Siwon
se aseguró de que así fuera antes de retirarse también él. Realmente, podría
haberse fugado en el frío de la noche, por estúpido que fuera eso, sólo para
demostrar algo. Sin embargo, Siwon no conseguía dormir tan bien como deseaba.
No debió permitir que la
indignación del joven le pusiera tanto a la defensiva que no lograra sacarle
una buena ventaja. No pretendía mantener en secreto su apuesta con Youngwoon.
Pero ¿de veras era necesario que Heechul supiera que la campaña por la mejoría
de su carácter había empezado con una apuesta? No, no lo era.
Lo que ya le había contado debería
ser suficiente para que trabajaran juntos. Cuando se le pasara el enfado.
Cuando reconociera que su comportamiento era reprobable por todos..., menos por
él mismo, claro está. Youngwoon tenía razón. Evidentemente, a Heechul le
parecía que no tenía nada de lo que avergonzarse, que su conducta era
impecable. Aunque también puede que jamás hubiera tomado la distancia necesaria
para considerar a fondo sus propios actos y cómo los percibían los demás.
¡Santo Dios! ¿Acaso le buscaba excusas? Esas malditas dudas volvían a irrumpir
en su pensamiento.
No había contado con la gran
dificultad de pasar por alto su increíble belleza. Preferiría admirarle que
encontrarlo antipático. Preferiría hacerlo callar con un beso que...
¿De dónde diablos había surgido esa
idea? Aunque ya lo sabía. Había tenido que hacer acopio de toda su fuerza de
voluntad esa noche para que no supiera lo mucho que le atraía. No obstante, se
trataba de un efecto visual, de eso estaba convencido. Ahora que era consciente
de lo que alimentaba sus dudas podría tomar medidas para..., sí, eso daría
resultado, pensó secamente. No mirarlo en absoluto. Así avanzarían mucho.
Se dio la vuelta y golpeó la
almohada con el puño, indignado con los pensamientos que le mantenían
despierto.
—¿Por qué haces esto?
Siwon no se detuvo en su camino
hacia la mesa del comedor ni miró a Heechul, que estaba sentado solo a la mesa.
Apartó la vista en el momento de entrar en la estancia. Se preguntó cuánto rato
llevaba esperándolo. En su plato sólo quedaban unas migas de tostada.
—¿Te importa si desayuno antes de
empezar?
—Sí que me importa.
—Entonces, es un momento excelente
para practicar la lección de ayer, ¿no te parece?
Al oír la voz de Siwon, Bam entró
en el comedor con una bandeja de platos distintos para que eligiera. Él y su appa,
Mark, habían llegado la noche pasada a tiempo para servirles una cena fría.
Eran buenas gentes del campo, felices de ser de ayuda.
—El surtido es escaso, milord —dijo
Bam mientras depositaba la bandeja delante de él—. Mi padre ha ido al mercado
para llenar la despensa pero no creo que vuelva hasta tarde por la noche o,
incluso, mañana. Aquí guardaba provisiones suficientes para unos días aunque
nada extraordinario.
—No hace falta que te disculpes —le
dijo Siwon con una sonrisa—. Sé que no esperabais nuestra visita.
El muchacho asintió y se apresuró
en volver a la cocina. Heechul tamborileaba con los dedos sobre la mesa. Los
miraba fijamente.
—Yo no llamaría a esto paciencia
—comentó Siwon a su invitado.
—Ya te advertí que no tengo. Es uno
de mis defectos, no me importa reconocerlo. Ni pizca de paciencia.
Al menos, el tono de su voz era
moderado..., de momento.
—Admites que es un defecto. ¿No te
gustaría deshacerte de él?
—Claro que me gustaría, pero no
necesito tu ayuda para eso —replicó.
Siwon untó con mantequilla un
pedazo de pan recién horneado y bien tostado.
—¿Cuántos años tienes? ¿Dieciocho?
¿Diecinueve? ¿Y aún no has aprendido a ser paciente? Claro que necesitas ayuda.
No me importa jugar a ser maestro.
—Jugar a ser demonio, querrás
decir.
Lo miró con una risa reprimida.
—Cosas peores me han llamado y, sí,
seguro que tú también te formarás una opinión peor de mí antes de acabar con
esto. Entretanto, sin embargo, aceptarás mi ayuda con cortesía. —Heechul
resopló. Siwon rió sin tapujos—. Muy bien, pues, sin cortesía.
Ahora fue Heechul quien lo traspasó
con la mirada. Siwon se encogió de hombros y volvió a su indiferencia o, como
mínimo, lo intentó. Al menos, el desayuno le ofrecía la posibilidad de mirar
otra cosa. Maldita sea, estaba radiante esta mañana con su traje matinal rosa
ribeteado con un cordón lila, ni un pelo fuera de lugar. Se preguntó si había
ocasión en que no estuviera magnífico. Efectivamente, la ira no mermaba su
belleza.
Tras varios minutos de tamborileo
Heechul preguntó:
—¿Dónde está tu tía?
—Supongo que huyendo de tu agria
disposición.
—¿Es necesario que me insultes con
cada palabra que profieres? —espetó.
—¿Es lo que hago? Me pregunto por
qué.
Vio el ligero rubor que asomó en
las mejillas del joven. Le sentaba muy bien. Se preguntó por qué no llevaba
maquillaje para conseguir ese efecto..., no, más valía que no lo hiciera. Ese
joven ya era demasiado hermoso.
Cedió lo suficiente para contestar:
—Tiene por costumbre no aparecer
antes del mediodía. Está despierta, de eso estoy seguro. Simplemente, le gusta
pasar las mañanas sola en su habitación, haciendo punto. Y es una ávida
lectora. Para ello prefiere la soledad. No me cabe duda de que uno de sus
baúles está lleno de libros.
—No necesitaba tanta información,
gracias.
—¿No estás habituado a charlar,
sencillamente, sin ser el centro de la conversación?
Su rubor aumentó sensiblemente.
¡Aja! Por fin, algo que eliminaba el resplandor etéreo que lo envolvía, algo
que lo hacía parecer más normal.
—¿Esperabas atraerla a tu terreno?
No te molestes. Está firmemente de mi parte.
Heechul no lo negó.
—Es imposible que apruebe lo que
haces.
—No tiene que aprobarlo. Sabe que
contaré con las bendiciones de tus padres, y eso le basta. Debería bastarte a
ti también.
—Bendiciones que has obtenido
fraudulentamente, aprovechándote del aprecio ridiculamente grande que tiene mi
padre por los títulos que superan al suyo.
Siwon advirtió la amargura de su
voz y no era la primera vez que la percibía cuando hablaba de su padre. Según
parecía, su progenitor no le caía demasiado bien. Aunque tampoco el conde de Gangwon
podía quererlo mucho, habiendo intentado imponerle un matrimonio que,
indudablemente, él joven no deseaba.
Heechul no esperaba una respuesta,
aunque permaneció callado unos minutos. Incluso dejó de tamborilear con los
dedos. Lo miraba fijamente, sin embargo, cosa que lo hacía sentir muy incómodo.
En Raccoon Glade, antes de prometerse de nuevo con Youngwoon, había flirteado
descaradamente con Siwon. En su momento, habría querido advertirle que en su
familia eran los hombres los que tomaban la iniciativa y que no toleraban ser
perseguidos por los ávidos de matrimonio. Sin embargo, debía de sentirse un
poco atraído por él o no se le habría acercado. Aunque aquello ocurrió antes de
la repulsa, cuando lo había enfurecido tanto con las insinuaciones de que se
acostaba con Leeteuk.
A Heechul le había hablado con
demasiada dureza y, desde entonces, le resultaba antipático. Tampoco a él le
caía bien, y su antipatía mutua haría esta campaña mucho más difícil para
ambos. Aunque no pensaba intentar ganar de nuevo su aprobación sólo para
facilitar la tarea. Demonios, claro que no. Ya le costaba bastante pasar por
alto su belleza sin que batiera sus largas pestañas para seducirlo.
—Si has terminado de desayunar
—dijo Heechul finalmente—, me gustaría obtener una respuesta a mi primera
pregunta.
Sólo había desayunado a medias,
pero Heechul había planteado ya tantas preguntas que él no había contestado,
que respondió a pesar de todo:
—¿Cuál fue?
—¿Por qué me haces esto?
—Ah, eso otra vez. Por una serie de
razones.
—Dame una.
—Resultas antipático a todo el
mundo menos a un cortejo aparentemente interminable de hombres, que todavía no
han descubierto que eres un arpía.
—No soy un arpía. Aunque esto nada
tiene que ver contigo, así que dame otra razón.
—Muy bien, me resulta bastante
extraño que alguien tan hermoso como tú sea tan evidentemente infeliz. Me he
propuesto enmendar esa situación, mi buena acción del año, podríamos llamarla.
Y debo manifestar mi desacuerdo con tu respuesta a mi primera razón. Me siento
inclinado a proteger a los desvalidos, siempre ha sido así, y a ayudarlos
cuando está en mi mano. En tu caso, lo está.
—Tu disposición a favor de los
desvalidos es bien conocida —admitió Heechul—. Yo mismo había oído hablar de
ella. ¡Pero no soy un desvalido! Y tu insinuación de que lo sea...
—Claro que lo eres, querido —lo
interrumpió él tranquilamente—. Nombra a una sola persona a la que caigas bien,
aparte de tus padres y de ese cortejo de idiotas que ya hemos mencionado.
—Mi doncella —replicó Heechul en
tono triunfante, contento de haber encontrado una respuesta.
Siwon alzó la vista al techo.
—Las doncellas no cuentan.
—Vete al infierno —repuso él y
abandonó la mesa, sorprendiéndolo.
—¿Adonde vas?
—Volveré a casa andando —le informó
sin volverse para mirarlo. Siwon echó a reír. Eso lo detuvo antes que alcanzara
la puerta—. Hablo en serio —dijo volviéndose bruscamente, por si él lo dudaba—.
Ya encontraré a alguien que pueda ayudarme a regresar a Londres.
—Seguro que sí aunque,
probablemente, no será antes de la noche. ¿Y qué harás entonces? Aparte de
quedar helado o perderte sin remedio, además de congelarte.
Heechul permaneció inmóvil,
congestionado de furia. Siwon se apiadó de él.
—Vamos, siéntate y te explicaré por
qué no es una buena idea. Come otra tostada —añadió mientras pasaba junto a él
para volver al otro lado de la mesa.
Heechul no hizo caso a su
ofrecimiento. Levantó la silla que había dejado vacía, la estampó contra el
suelo para mostrar su furia, por si él no se hubiera dado cuenta, y, terminada
su actuación, volvió a sentarse recatadamente.
—Te escucho —gruñó.
El impulso de reír de Siwon era
casi irreprimible. Logró contenerlo aunque no sin tener que morder la tostada
que aún sostenía en la mano. Su gesto, claro está, lo obligó a esperar la
respuesta, y ya había quedado claro que no se le daba bien esperar. Sus
histrionismos, sin embargo, resultaban verdaderamente divertidos, porque eran
sinceros y no fingidos. Siwon intuía que estaba acostumbrado a conseguir lo que
deseaba de esa manera. Tendría que añadir «niño malcriado» a su larga lista de
defectos.
—¿Y bien? —espetó Heechul con una
mirada aún más gélida.
Siwon bajó la vista a su plato
antes de contestar:
—¿Acaso se me olvidó mencionar lo
apartado que está Trimage? Mi abuelo compró esta enorme extensión de tierra
aquí arriba precisamente porque está muy alejada de cualquier núcleo habitado.
Y para rematar, mandó construir la casa en el centro mismo de la propiedad.
—¿Por qué? —inquirió con sincera
curiosidad.
—Excelente pregunta, que también mi
familia se ha hecho en más de una ocasión. Mi abuelo pretendía tener un retiro
íntimo donde la familia no pensaría en visitarlo sin pensárselo dos veces. No
le importaba reconocerlo. En aquella época su casa estaba llena de niños muy
alborotadores.
—No le hacía falta algo tan
grandioso sólo para encontrar intimidad.
—Claro que no pero, bueno, al fin y
al cabo, era un duque —dijo Siwon con un guiño—. Una residencia modesta,
sencillamente, no sería apropiada.
—Aquí mantenía a su amante, ¿no es
cierto? —preguntó Heechul con sorna.
Menos mal que Siwon ya había
tragado el trozo de tostada o se habría atragantado.
—Santo Dios, no alcanzo a
comprender cómo funciona tu cerebro. No, él adoraba a su mujer y a sus hijos.
Nunca permanecía lejos de ellos por mucho tiempo. Sencillamente, necesitaba
estar completamente solo y tranquilo durante un par de semanas al año.
Heechul se encogió de hombros con
indiferencia, como si no lo hubiera insultado a él y a su familia con sus
especulaciones sin fundamento.
—Sólo ha sido una suposición.
—No, ha sido una demostración de
primera mano de tu célebre malicia.
Heechul contuvo el aliento.
—¡En absoluto!
—No conociendo a mi familia y,
desde luego, no habiendo visto siquiera a mi abuelo, lo que llamas «suposición»
es una calumnia mezquina y maliciosa. A propósito, cuando un hombre tiene una
amante no lo instala en un lugar tan inaccesible que necesite viajar más de un
día para ir a verle.
—Hablas por experiencia, supongo.
Lo estaba haciendo de nuevo. ¿No se
daba cuenta? ¿Formaban la vileza y la malignidad parte tan sustancial de él que
no sabía ser de otra manera?
Heechul adivinó acertadamente sus pensamientos.
—Ah, vamos, no esperarás que sea
cortés contigo, ¿verdad? Ni siquiera he empezado a insultarte. Dame tiempo,
estoy precalentando.
Siwon tuvo que morderse el labio
para reprimir la carcajada. Santo Dios, no había contado con su ingenio.
—Desde luego, no espero que seas
cortés..., todavía. Es lo que pretendo conseguir, ¿lo recuerdas? Aunque, sí,
hablaba por experiencia. Al fin y al cabo, soy un famoso libertino. ¿O no lo
sabías?
—Lo sabía. Sencillamente, no me lo
creía.
—¿Por qué no?
—Porque serás el próximo duque de Shiyuan
—contestó gravemente—. Y eso significa que deberías ser lo bastante juicioso
para no asumir el título con escándalos colgando de tus faldones.
—Ah, ya entiendo. ¿Consideras
escandaloso que un hombre soltero tenga un amante?
Heechul frunció el entrecejo.
—Pues, no, supongo que pensaba en
un hombre casado.
—No importa, querida. Puedes
admitir que, simplemente, no pensabas en absoluto. Sueles hacerlo, ¿lo sabes?
Hablar sin pensar.
Allí estaba de nuevo ese rubor que
tanto le favorecía. Debería esforzarse más en exasperarlo, para hacer aflorar
las manchas que le afeaban.
Heechul siseó:
—Si has terminado de arrastrarme
por el lodo, volvamos al tema que nos ocupaba.
—¿La razón por la que no sería una
buena idea huir a pie de aquí?
—Pues, eso también. ¿No esperarás
que me crea que esta casa está tan aislada que no podría encontrar ayuda en el
vecindario?
Siwon rió por lo bajo.
—No hay ningún vecindario. Aunque
puedes preguntar a los criados. Te dirán que la casa de Jackson, es la única en
cincuenta millas a la redonda y que el mercado más cercano está mucho más
lejos. ¿O no has oído a Bam cuando ha dicho que su padre no volvería antes de
la noche porque había ido al mercado?
—¡Esto es intolerable!
—Bueno, es la razón por la que te
traje aquí en lugar de a otra de mis propiedades —explicó Siwon—. Aquí, al
menos, eres libre de explorar la casa y el terreno.
—¿En lugar de estar encerrado bajo
llave?
—¡Exactamente!
Heechul parpadeó.
—No lo decía en serio.
—Lo sé pero yo sí. Muy en serio. Y
cuanto antes comprendas mi determinación en ayudarte, antes podremos irnos de
aquí.
—¿Y cómo te propones ayudarme,
exactamente? —La voz de Heechul condensaba sarcasmo—. ¿Piensas abrir una
escuela de simpatía? ¿Y abducir a los alumnos?
—No seas ridículo.
—Tu plan es absurdo de principio a
fin pero, si no hay un aula donde presentarme, ¿qué programa debo seguir?
—Nunca antes había intentado algo
tan desalentador, por qué no avanzamos paso a paso y a ver cómo nos va.
A Heechul la palabra «desalentador»
le dolió.
—Ya que es obvio que me consideras
una causa perdida, ¿por qué no admites que has cometido un error y me llevas a
casa?
—Si te considerara una causa
perdida, no estaríamos aquí. Y no, llevarte a casa no es una opción..., todavía.
Heechul rechinó los dientes.
—Aún no has contestado de forma
satisfactoria por qué decidiste inmiscuirte en mi vida. ¿Se te ocurrió,
siquiera, que puedo estar encantado de ser como soy? ¿Que tal vez no quiera ser
de otra manera?
—Tonterías. Te sientes desgraciado
y, por culpa de eso, procuras hacer desgraciados a todos los que te rodean.
Resulta tan condenadamente evidente, Heechul, que hasta un niño podría verlo.
¡Ah, por Dios, ni te atrevas a llorar!
Heechul salió corriendo del
comedor, logrando ocultar las lágrimas que habían asomado a sus ojos. Él no
trató de detenerlo. ¡Malditas lágrimas! Las lágrimas sinceras eran su perdición
y no quería que Heechul lo descubriera y lo usara en su contra. No sospechaba
poder acertar tanto en su interpretación de la conducta del joven. Ahora la
pregunta era: ¿Qué lo había hecho así?
Bien hecho Siwonshis, hiciste llorar a Hee
ResponderEliminarQue malo eres....
Si él es malito, pero estas siendo muyyyy y duro y algo inflexible.
Siwon se topará con pared...todo se le vendrá abajo,todo se enredará y al final no sabrá cómo llegará a tal resultado.
ResponderEliminarLos dos están taaaaaan mal en los conceptos de cada uno,pero no culpo,al menos no a Siwon,es cierto que todos conocen a Hee por lo que se dice y muchos lo odian...yo lo detesté,y con justas razones.
A Siwon no se le conoce mucho,solo que es un entrometido.
Y sé,que esto se va a complicar para los dos😂😂😂😂😂😂