Aquella
mañana, cuando Jungsoo paseó siguiendo la ruta que tomaba todos los días, tuvo
cuatro encuentros que lo convencieron de que tendría que abandonar sus viejas
costumbres, al menos durante un tiempo.
Sabía que
podía seguir adelante si conseguía apartar a Youngwoon de su pensamiento, pero
eso era imposible si la gente no hacía más que recordárselo, y Youngwoon, que
aún era nuevo en la comunidad, iba a ser tema de conversación recurrente durante
bastante tiempo. Ahora también el nuevo vecino empezaba a adquirir cierto
protagonismo, pero Youngwoon, como correspondía a su elevado título nobiliario,
continuaba siendo de mayor interés.
Las dos
primeras personas con quienes se encontró le dijeron que Youngwoon se había
marchado a Londres, probablemente para comprarle a su novio un regalo de bodas.
El tercer encuentro, con una anciana amiga de sus tios, no fue muy distinto.
-Y yo le
pregunto a usted, ¿sabría lord Choi dónde encontrar regalos de boda, o más bien
dónde encontrar jóvenes de mala reputación? Lo último, por supuesto. Si el
joven lord regresa con un regalo, será con una de esas nefandas enfermedades.
-Y la anciana se echó a reír, admirada de su ingenio.