Kevin estaba de pie en forma humana fuera del cuarto de baño mientras Kwanghee
tomaba una ducha. Heechul se había marchado hacía poco, después de amenazar por
última vez de perseguir al ex de Kwanghee y hacerle daño.
Si Kevin alguna vez pusiera las manos encima del bastardo, no dejaría
demasiado de él para que Heechul se molestase. No, el no debería sentirse de
esa manera. Después de todo, si Kwanghee no hubiera estado despechado por ese
hombre, no habría sido suyo anoche.
Y él podría no haber sabido nunca que era su compañero.
Pero este era el razonamiento humano y el razonamiento humano no tenía un
lugar en su mundo animal.
—No soy humano —suspiró, sintiendo el profundo dolor de aquella declaración.
Al menos no era totalmente humano.
Nadie, ni siquiera él, estaba realmente seguro de qué era.
Era un maldito híbrido que no pertenecía a ningún verdadero grupo. Mitad
Arcadiano, mitad Katagaria, Kevin había nacido en la forma natural de un cachorrito
de lobo sólo para encontrar su forma de nacimiento cambiada a humano una vez
que alcanzó la pubertad.
Él se estremeció al recordar el día que había cambiado. El terror de
ello. El miedo. La turbación. Toda su vida, había existido únicamente como lobo,
y luego durante unos meses, contra su voluntad, había estado encerrado dentro
de un cuerpo humano e incapaz de transformarse de nuevo en un lobo, en
absoluto. Su nuevo cuerpo le había sido ajeno. No sabía como comer como un
hombre, como sobrevivir o adaptarse. Incluso caminar había sido difícil al
principio. Había sido atacado por emociones y sentimientos humanos. Sensaciones
humanas.
Lo peor de todo, se había vuelto débil. Desvalido.
Nada le había sido más desagradable que comprender que no podía defenderse.
Que estaba totalmente dependiente de su hermano para sobrevivir.
Cada noche había rezado para que al llegar la mañana pudiera ser animal
otra vez, y cada mañana se daba cuenta con horror que era un hombre.
Si no fuera por Hyunsik y Yewoon, su manada lo hubiera matado. Por
suerte, su hermano y su hermana lo habían protegido de los demás y lo habían
ayudado a ocultar el hecho que ya no era más un lobo puro.
Durante siglos había ocultado a todo el mundo, hasta a sí mismo, el hecho
que después de su pubertad tenía un corazón humano.
¿Cómo tal cambio podía haber sido posible?
Sin embargo aquí estaba él: una contradicción viviente. Una imposibilidad
viviente. Y estaba unido a un humano corriente.
Kevin apretó su mano marcada. Él no podía ocultar la verdad de su cambio
físico a los Destinos. Ellos sabían lo que era y habían procurado atarlo a un
humano.
¿Por qué?
La vida como híbrido era bastante difícil. La última cosa que quería era
engendrar niños que serían aún más parias que de lo que él era.
¿Serían humanos o Were-Hunters?
Y todos esos argumentos que le decían porque no podía emparejarse con Kwanghee
no servían de nada cuando el corazón humano dentro de él ansiaba al joven del
otro lado de aquella puerta cerrada.
Incluso ahora podía imaginarse como luciría allí, desnudo. El agua que se
deslizaba contra su pálida piel, cómo sus manos se deslizaban sobre su
cuerpo, enjabonando sus muslos, su...
El lobo en él exigía que pateara la puerta y lo reclamara.
El hombre en él solamente quería sostenerlo muy cerca y protegerlo. Nunca
había estado tan dividido. Tan confuso.
¡Tan condenadamente caliente!
Kevin arrastró su mano sobre el lindo pijama que Kwanghee había sacado de
una de sus cajas y había dejado sobre la silla al lado de la puerta. Ellos
mantenían su aroma único, lo levantó el sostén e inhaló la riqueza de Kwanghee mientras
su ingle ardía y se tensaba.
Era todo lo que podía hacer para no meterse en la ducha y tomarlo otra
vez. Pues eso no haría otra cosa que aterrorizarlo.
Era humano y no sabía nada de su mundo. No sabía nada de él.
Una ola de desesperación lo consumió. Él no sabía como hacerle la corte a
una pareja humana. Sin mencionar que haber sido unido a él, realmente no lo
afectaba en absoluto.
Kwanghee podría abandonarlo y vivir una vida agradable, normal con otro
hombre. Podría enamorarse de alguien y tener los hijos del hombre.
Dejarlo hacer eso sería la cosa más decente de hacer. Según las leyes
mismas que gobernaban a su gente, no podía obligarlo a tomarlo como su
compañero. Sus propios padres eran la prueba de eso. Durante tres semanas su
padre había mantenido a su madre encadenada contra su voluntad. Él brutalmente
había intentado obligarla a que aceptara a un macho Katagaria como su
compañero.
Ninguna cantidad de violencia había funcionado.
Su madre Arcadiana le había rechazado, hasta después de saber que estaba
embarazada. Para ella, todos los Katagaria eran animales que deberían ser
matados sin compasión. Vicioso hasta para las normas Katagaria, su padre nunca
había intentado mostrarle otro lado de sí mismo.
Por otra parte, su padre nunca había tenido un lado más sensible. Juhak
era violento normalmente, mortal en el peor de los casos. Kevin y Hyunsik
tenían bastantes cicatrices internas y externas, como para demostrar eso.
Entonces la ventana de las tres semanas de oportunidad de apareamiento se
había cerrado para sus padres y los había dejado a ambos frígidos y estériles.
Desde entonces sus padres habían vivido en guerra abierta con la gente de cada
uno.
Y con sus propios hijos.
—No me mires con que los ojos de la puta, cachorro. Te arrancaré la
garganta —. De hecho, su padre había pasado toda la vida de Kevin tratando de
no mirarlo.
Un vez Kevin se había encontrado a su madre, ella había aclarado su
propia posición.
—Mi forma básica es humana y es solo por eso que tú y tu hermano
Katagaria están vivos. Yo no podría haberlos matado mientras eran cachorros
desvalidos aún cuando sé que debería haberlo hecho. Pero ahora que has crecido,
no tengo ninguno de semejantes remordimientos. Todos ustedes son animales
salvajes para mí y si vuelvo a verte otra vez te mataré como a tal.
Francamente, él no podía culparla por eso, considerando lo que su padre
le había hecho. Él nunca había esperado bondad de otros y hasta ahora no había
sido decepcionado.
Excepto con el clan del oso. Él todavía no entendía su tolerancia hacia
él y a Hyunsik. Sobre todo con Hyunsik, quien no podía proteger a los osos o
trabajar para mantenerse.
¿Por qué los recogerían cuándo su propio clan lobo los mataría si los
encontraran?
Kevin soltó un profundo suspiro como si la realidad cayera
estrepitosamente sobre él. Había estado viviendo bajo pena de muerte sin una
manada que lo ayudase a protegerse o a crecer. Ninguna manada para proteger a
su compañero. Él no podía exponer a Kwanghee al peligro que era una parte
diaria de su vida.
No importaba lo que los destinos hubiesen decretado, él no podía tener un
compañero humano. Kwanghee nunca lo aceptaría a él y a su mundo. No pertenecía
a eso más que lo que su madre había pertenecido a su padre.
Ellos eran de diferentes especies.
Su trabajo era estrictamente protegerlo hasta que su señal se hubiera
ido. Entonces Kwanghee estaría libre y él...
—Seré un eunuco de mierda —gruñó él, susurrando, odiando la idea misma de
ello. ¿Pero qué más había?
¿Mantenerlo encadenado como su padre había hecho con su madre?
¿Golpeándolo para que se sometiera?
Nada de eso funcionaría. Además, Kwanghee era su compañero. Él no podía
imaginarse a sí mismo lastimándolo de ninguna manera. A diferencia de su padre,
él entendía lo que significaba “protector”.
Kevin había pasado su vida entera protegiendo a Yewoon y a Hyunsik.
Apartando a su manada y el abuso de su padre de ellos. Él no podía lastimar a
la persona que los Destinos habían designado para él.
Él oyó que Kwanghee cerraba el agua. Destellando de nuevo a su forma de
lobo, se obligó a no entrar en el cuarto donde encontraría la tentación.
Pero claro, el no tuvo que hacerlo. Kwanghee salió unos segundos más
tarde envuelto en una toalla.
Él rechinó sus dientes ante esa imagen. Kwanghee dejó caer la toalla al
piso.
Tuvo que hacer un esfuerzo para no aullar, especialmente cuando se
inclinó para revisar una caja de ropa para buscar su ropa interior.
Kwanghee comenzó a oír un extraño sonido de su nueva mascota. Dándose
vuelta, vio que el lobo lo miraba fijamente con una intensidad que era
sumamente salvaje e inquietante.
Un temblor de miedo lo atravesó.
—¿No vas a atacarme, verdad, muchacho?
Él se le acercó meneando su cola. Se levantó de un salto de improviso y
le lamió su mejilla, luego de un salto se volvió al otro lado del cuarto.
Bien, esto era extraño.
Frunciendo el ceño, agarró su ropa interior y se las puso, entonces rápidamente
se vistió con su pijama. Le quedaban un poco ajustados, era por eso que estaban
guardados. Su madre le había dado un nuevo guardarropa completo hacía dos años
cuando había seguido una dieta de proteína líquida que le había hecho bajar
doce kilos. Eso había funcionado, pero en un año cada gramo de peso había
regresado más otros cinco kilos.
Kwanghee suspiró y sacó el asunto de su mente. Que se jodiera Jongmin y
sus dietas. Como su madre y abuela antes que él, estaba destinado a ser redondo,
y por mucho que hiciera nada cambiaría el hecho que cromosómicamente estaba
dañado.
—Yo debería haber nacido en los años cincuenta cuando estaba de moda ser
rechoncho.
Suspirando, se acercó al sofá para dormir. El lobo se le acercó y
pegó su nariz cerca de la suya.
—Lo siento, chico —dijo, acariciando su cabeza—. No hay espacio para ti
esta noche. ¿Mañana conseguiremos una cama verdadera, bien?
Él hocicó su cara.
—Eres una buena compañía, ¿verdad? —. Parecía que le gustaba más cuando
lo acariciaba bajo su barbilla. Él cerró sus ojos y meneó su cola mientras ella
con cuidado lo rascaba allí. —¿Veamos... como voy a llamarte?
Lo meditó, pero sólo un nombre apareció en su mente.
—No seas estúpido —se dijo a sí mismo—. Sería ridículo llamarlo por algo
de una sola noche.
Y aún así...
—¿Te importaría que te llamara Kevin?
Él abrió sus ojos ante eso y le lamió la barbilla.
—Bien entonces, serás Kevin Dos. Kevin para abreviar, sin embargo.
Kwanghee se alzó sobre su cabeza para apagar la lámpara, luego se
acurrucó para dormir.
Kevin se sentó en la oscuridad, mirándolo silenciosamente. Él no podía
creer como iba a llamarlo en su forma de lobo. Si él no supiera mejor...
Pero no, Kwanghee no tenía ningún tipo de poderes psíquicos. Tal vez sólo
le gustaba su nombre. Esperó a que quedase profundamente dormido antes de
cambiar a su forma humana otra vez y asegurarse que todas las puertas y
ventanas estuvieran cerradas. Una vez que estuvo seguro que estaría bien por un
rato, destelló de su apartamento de regreso a su cuarto en El Empire.
También estaba oscuro allí. Él abrió la puerta y se dirigió al cuarto
siguiente, donde estaba Hyunsik. Como había estado desde la noche que Kevin le
había traído aquí, su hermano estaba en forma de lobo, yaciendo en estado
comatoso sobre la cama.
Kevin suspiró fatigado, mientras cruzaba el cuarto.
—Vamos, Hyunsik —dijo, moviéndose hacia la cama—. Espabílate. Te echo de
menos, hermanito, y yo realmente necesitaría a alguien con quien hablar ahora
mismo. Tengo un serio problema entre manos.
Pero era inútil. Los Daimons habían tomado más que la sangre de su
hermano. Habían robado su espíritu.
La vergüenza por la que había pasado Hyunsik era más de lo a que un lobo
podía enfrentarse. Kevin lo entendía. Él mismo lo había sentido cuando había
averiguado que era humano.
No había nada peor que ser atacado y ser incapaz de defenderse. Se
estremeció mientras los recuerdos lo atacaban.
La primera vez que se había convertido en humano había estado en medio de
una lucha con un jabalí enojado. La bestia lo había embestido de tal forma que
todavía sentía dolor en sus costillas si se movía de la manera incorrecta. En
un minuto, había sido un lobo, y el siguiente estaba de espaldas mientras el
jabalí lo mordía, lo arañaba con sus garras y le clavaba los colmillos.
Si Hyunsik no hubiera venido...
—Levántate, hermanito — susurró—. No puedes seguir viviendo así.
Hyunsik no lo reconocía en absoluto. Kevin deslizó su mano sobre la piel
marrón oscura de su hermano, luego se volvió para dejarlo allí.
Afuera, en el pasillo, pasó a Ha Minwoo. En su forma humana, él sostenía
un tazón de sopa de ternera en sus manos mientras iba en dirección a la
escalera.
El único hijo joven del clan Oso, era rubio, alto, delgado con una cara
excepcionalmente hermosa. Sus hermanos tenían un trabajo de jornada completa
impidiendo que los hombres humanos fueran tras él siempre que daba una mano en
el bar que estaba pegado a la casa.
Era un trabajo que se tomaban muy seriamente.
—¿Está comiendo? —le preguntó Kevin.
—A veces —dijo tranquilamente—. Conseguí darle un poquito de sopa en el
almuerzo, esperaba que pudiera tomar un poco más esta noche.
Él había sido un don del cielo a él. Solo Minwoo parecía ser capaz de
llegar a Hyunsik. Su hermano parecía de algún modo más alerta siempre que él
estaba cerca.
—Gracias. Realmente aprecio que lo cuides por mí —De hecho, pasaba mucho
tiempo con Hyunsik. Era suficiente para hacerlo extrañarse, pero Hyunsik no se
había movido de su cama ni una vez desde la noche Kevin le había traído ahí.
Él asintió.
—¿Minwoo? —Le preguntó mientras pasaba frente a él.
—No importa. Era un pensamiento estúpido—. No había nada entre su hermano
y el osa. ¿Cómo podría haberlo?
Kevin siguió caminando por el pasillo, hacia la escalera. Bajó, cruzó el
vestíbulo, y entró la pequeña antecámara donde una puerta unía la Casa Ha con
el bar El Empire al otro lado.
Esta daba a la cocina del bar donde dos Were -Hunters, la protegían del
inocente personal humano de la cocina, quienes no tenían ninguna idea de por
qué solo unos pocos elegidos podían pasar por la entrada, al otro lado. Era
sobre todo por aquellos del clan Oso que tenían cachorros en el último piso de
la Casa Ha. De vez en cuando, uno de los cachorros podía intentar escapar de su
niñera y rodar escaleras abajo.
La última cosa que los Ha necesitaban era a alguien llamando a control
animal porque ellos hubieran hecho un zoológico no autorizado de su casa.
Desde luego la idea de un humano entrando y encontrando a un lobo,
panteras, leones, tigres, y osos dormidos en sus diversas camas era bastante
divertida para Kevin. O aún peor, el dragón que dormía enroscado en el ático.
Alguien realmente debería tener una cámara. Por si acaso.
Mientras Kevin se acercaba a la puerta vaivén que conducía al área del
bar, esta fue lanzada hacia atrás. Ha Jeup venía atravesándola corriendo a la
forma humana como un murciélago huyendo del infierno.
Kevin se apartó del camino.
Ha Donghyun, uno de los cuatrillizos, tiró a Jeup al piso justo delante
de los pies de Kevin y comenzó a aporrear a su hermano más joven. Jeup intentó
pararlo, pero fue imposible. Donghyun era un oso mucho más viejo, más fuerte, a
quien le gustaba luchar.
Kevin agarró a Donghyun y lo separó antes que le hiciera daño al
cachorro.
—¿Qué haces?
—Matando a Gilligan —gruñó Donghyun, intentando pasar a Kevin para
agarrar Jeup otra vez.
—Pasa porque me gusta la canción —dijo Jeup defensivamente, limpiando la
sangre en sus
labios mientras se movía para esconderse. Taeheon dio al cachorro una
toalla para secar su cara.
Donghyun curvó sus labios.
—Sí, pero es que no pasamos esa condenada canción del infierno, por eso,
idiota. La mitad de la jodida clientela salió corriendo por la puerta.
Mama Osa entró del lado de la Casa Ha para ver a Jeup sangrando.
—¿Qué diablos? —preguntó, tomándolo por los hombros para poder examinar
su corte en el labio. —¿Mi ángel, qué pasó?
Toda madurez abandonó a Jeup cuando se enfrentó a su madre. Hasta dejó que
una parte de su corto cabello cayera sobre sus ojos.
—Donghyun me atacó.
Donghyun arrancó su brazo del asimiento de Kevin.
—Él puso “Sweet Home Alabama” en la máquina de discos, ma.
Mew hizo girar sus ojos hacia su cachorro más joven.
—Jeup, sabes que sólo la ponemos cuando el Dark Hunter Shindong atraviesa
nuestras puertas como una cortés alerta a nuestra clientela. ¿En que estabas
pensando?
Kevin sofocó una risa. Shindong era el líder de los Dark-Hunters. Era un
hombre de muchas dicotomías y de un poder increíble, y más que nadie Kevin
sabía lo que era aterrarse y cagarse de miedo de él. Siempre que entraba en el
bar, la mayor parte de los Weres, y todos los Daimons se dirigían a la puerta.
Sobre todo si tenían algo que ocultar.
Jeup le dirigió a ella una mirada malhumorada.
—Es que es buena una canción, ma, y quería oírla.
Donghyun se abalanzó a la garganta de Jeup, pero Kevin lo alejó.
—Él es demasiado estúpido para vivir —gruñó Donghyun—. Pienso que
nosotros deberíamos cortar su garganta y ahorrarnos la angustia.
Taeheon soltó una extraña risa.
El personal humano se quedó sabiamente al margen, y volvieron a sus
asuntos como si nada pasara. Ya estaban acostumbrados a los hermanos y a sus
constantes discusiones entre ellos.
Mew gruñido en su hijo mayor.
—Todos éramos estúpidos a su edad, Donghyun. Incluso tu —. Ella acarició
a Jeup en el brazo y lo impulsó hacia la puerta de la Casa Ha—. Mejor estás
lejos del bar por el resto de la noche. Papá y tus hermanos necesitarán tiempo
para enfriar sus temperamentos.
Jeup asintió, luego se volvió a mirar a su hermano y le sacó la lengua.
Donghyun hizo un sonido de oso que causó que cada humano en la cocina lo
mirara fijamente. La cara de Mamá decía que ya lo pagaría una vez que tuviera a
su cachorro mayor lejos de la mirada y de los oídos de los humanos.
—Pienso que mejor vuelves al bar, Donghyun —dijo Kevin, dejándolo ir.
—Bien —gruñó Donghyun—. Haznos a todos un favor, ma. Cómete a tu menor.
Sacudiendo su cabeza, ella dijo al personal de cocina que volviera a
trabajar. Kevin empezó a ir al bar.
—Kevin, querido, espera.
Él la miró. Ella se movió para pararse a su lado.
—Gracias por salvar a Jeup. Donghyun nunca ha aprendido a dominar ese
carácter suyo. Hay veces que temo que nunca vaya a hacerlo.
—Está bien. Él me recuerda mucho a Hyunsik. Cuando no está comatoso,
obviamente.
Ella miró hacia abajo, luego frunció el ceño. Levantando la mano de él,
miró fijamente a su palma marcada.
—¿Estás emparejado?
Él cerró su mano en un puño.
—Esto pasó esta noche, más temprano.
La mandíbula de ella se aflojó antes de que lo jalara hacia atrás a su
casa. Ella cerró la puerta, luego lo enfrentó.
—¿Quien?
—Un humano.
Ella maldijo
—Oh, querido —suspiró ella—. ¿Qué
vas a hacer?
Kevin se encogió.
—No hay nada para hacer. Lo protegeré por lo que dure, luego lo dejaré
hacer su vida.
Ella le dio una mirada perpleja.
—¿Por qué te condenarás a tantos años sin ninguna pareja? Si lo dejas ir,
bien puede que nunca te emparejes otra vez.
Kevin comenzó a marcharse, pero ella tiró para que se detuviera.
—¿Qué debería hacer, Mew? —preguntó, usando su verdadero nombre en vez de
Mamá, como la llamaba la mayoría—. Soy un ejemplo vivo de por qué tenemos que
reproducirnos dentro de nuestra propia especie. La última cosa que quiero es
extender mi enfermedad a otra generación.
Ella parecía horrorizada por sus palabras.
—Tu no estás enfermo.
—¿No? ¿Entonces cómo lo llamarías?
—Estas bendito, como lo está Colt.
Él la miró boquiabierto incrédulo por sus palabras. Era una palabra que
nunca aplicaría para sí mismo.
—¿ Bendito?
—Si —dijo ella sinceramente—. A diferencia del resto de nosotros, tu
sabes lo que es el otro lado. Has sido tanto animal como humano. Nunca sabré lo
que es ser humana. Pero tu sí.
—No soy humano.
Ella se encogió de hombros.
—Lo que quieras... Pero conozco a otros Arcadianos que se han emparejado
con humanos. Si lo deseas puedo hacer que vengan a hablar contigo.
—¿Con qué objeto? ¿Ellos eran de sangre mezclada como yo?
—No.
—¿Entonces qué van a decirme? ¿Si mi compañero tiene niños, serán humanos
o lobos? ¿Ellos cambiarán su forma base en la pubertad? ¿Cómo explico a un
compañero humano que no sé como serán nuestros hijos?
—Pero tú eres Arcadiano.
Él odiaba el hecho de que Mew, Shindong, y Colt pudieran ver lo que él
había sido capaz de ocultar de otros. Él no sabía cómo ellos eran capaces de
detectarlo, pero realmente, lo odiaba. Incluso su propio padre no había sabido
que él era un Arcadiano.
Desde luego ayudaba el hecho que su padre apenas lo mirara.
—¿Soy Arcadiano? —preguntó, bajando su voz a un susurro enfadado—. No
siento el lado humano de la manera que Colt lo hace. ¿Cómo puedo haber sido un
cachorro de lobo y luego convertirme en humano durante la pubertad? ¿Cómo es
eso posible?
Ella sacudió su cabeza.
— Yo no lo se, Kevin. Hay mucho en este mundo que no entiendo. Hay muy
pocas sangres mezcladas, tu sabes eso. La mayor parte de los humanos que se han
convertido en compañeros son estériles. Tal vez el tuyo lo sea, también.
Esto le dio algún grado de esperanza, pero él no era lo bastante tonto
para aferrarse a eso. Su vida nunca había sido fácil. Siempre que había
extendido la mano hacia algo que quería, había sido abofeteado sin piedad.
Era difícil ser optimista en una vida donde el optimismo nunca había sido
recompensado positivamente.
—Esta es una oportunidad que no puedo tomar —dijo calmosamente, aun
cuando una parte de él deseaba esa oportunidad con una desesperación que lo
asustaba—. Me niego a arruinarle la vida de esa manera.
Mew se alejó de él.
—Muy bien. Eso es algo exclusivamente tuyo, pero si cambias de parecer...
—No lo haré.
—Bien. ¿Por qué no te tomas las próximas semanas y te quedas con tu
compañero mientras él está marcado? Cuidaremos de Hyunsik mientras tanto.
¿Se atrevería a aceptar esa oferta?
—¿Estas segura?
—Si. Puedes confiar en algunos animales, incluso en los osos. Te prometo
que tu hermano estará a salvo aquí, pero tu compañero, no está a salvo solo
mientras lleve tu esencia en él.
Mew tenía razón. Si, como sospechaba, su manada estaba detrás de ellos,
sus exploradores podrían encontrar su olor cerca de Kwanghee. Él lo llevaría
mientras tuviera su señal, y un Were-Hunter entrenado sería capaz de olfatearlo.
Ni que decir de lo que sus enemigos podrían hacerle.
—Gracias, Mew. Te debo una.
—Lo sé. Ahora ve con tu humano mientras puedas.
Kevin asintió, luego destelló, regresando al lado de Kwanghee.
A estas alturas,increíble que tú familia te trate de esa forma.....y sin saber....dios.
ResponderEliminarLuego,horrible que esas citraces o la mayoria de ellas sean provocadas por su padre....pobre Kevin.
Es que,cada quien lleva su cruz.
Ese.....menso que tenia kwang por pareja es un idiota.....ㄱㄱ alguien más va a querer esas carnes que el desprecia......pero bien que le sirvio cuando quizo.
Yo digo que Hee le de una paliza.....así como por accidente....ah y que kwang se le pasee por enfrente junto a Kevin *0* si no es mucho pedir.
Pobre Sik,pero al menos esta a salva para que se recupere,y al parecer tiene un buen enfermero.....*cejas*
Son pareja.....yujuuuuuuuu \(*0*)/ pero no quiere herirlo T.T y creo que lo mejor es dejarlo.....en definiyiva esa no es la solución.
No quieo,pero seguro que algo feo va a tener que pasar para que hablen y vean en lo que estan metidos. Con la familia Park y Sungmin como amigos,seguro kwang tiene una idae,algo que ayude a kevin a seguir con él....cierto....si
Y si Kanw estuviese embarazado ya?, que haria el Kevin, debe protegerlo y quedarse a su lado por siempre, amarlo y puede resolver lo que venga en el camino...
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