Zhoumi se hallaba en el marco del
salón. Al principio Henry pensó que estaba enfermo, por que su piel parecía muy
amarilla. Luego comprendió que era el color del traje el que le daba ese
aspecto. Era un verde tan intenso que hería la vista. Y encima brillaba. Si se
podía decir que una tela tenía un resplandor radioactivo, era esa.
Henry observó horrorizado al hombre
que era su esposo. Jamás lo había imaginado con ese aspecto. Era demasiado
esbelto, demasiado elegante…al menos lo había sido hasta esa noche.
Y el pelo. ¿Qué había hecho para que
convertirlo de seda en paja? Era lo que podía ver en la parte que ese sombrero
dejaba por fuera.
Respiró hondo. Tenía que tratarse de
un mal sueño, o de un espantoso chiste americano.
-Henry –dijo él con una sonrisa.
Llevaba los labios de una tonalidad
espantosa, y uno de sus dientes manchado
-Henry, por favor, perdóname. Lamento
llegar tarde.
Ni siquiera sonaba como él mismo. ¿Y
por que le suplicaba perdón? El Zhoumi que él conocía jamás suplicaría por
nada.
¿Qué había sucedido?, había despedido
con demasiada rapidez al medico, y era evidente que Zhoumi necesitaba sus
servicios. ¿No había una depresión posparto? Si, la mujer de un amigo la había
sufrido. Quizá…esa psicosis era una de sus manifestaciones. ¿sería culpa de él,
lo habría presionado demasiado, asustándolo para que se esforzara en complacerlo?
Mark soltó otra risita y Henry le
lanzó una mirada furiosa. Geunsuk susurró algo a su marido con voz amable.
Menos mal que estaba allí. Tenía hijos. Sin duda sabría como tratar con…
-Henry –musitó Zhoumi
Algo en el modo que pronunció su
nombre le heló la sangre. Apartó la vista del terrible atuendo y le miró a los
ojos…
Una furia encendida estalló en su
interior. Durante un momento, la mente se le quedó en blanco.
Los ojos de su esposo no irradiaban
súplicas ni estaban llorosos por la depresión. Brillaban duros como una piedra
con una malicia fría y penetrante.
Lo había hecho adrede.
Tuvo ganas de matarlo.
Respiró hondo, luego miró entorno al
salón. Jang Geunsuk tenía la vista clavada en una pared. Hanheng se bebía lo
que quedaba de whiskey. El amante de Mark, como diablos se llame, tenía los
ojos a punto de salírsele de la orbita por el asombro. Mark, aún de pie a su
lado, mostraba entusiasmo por lo que iba a suceder a continuación.
Pues lo iba a decepcionar.
Henry esbozó una sonrisa, se acercó a
Zhoumi y le tomo la mano.
-Ah, querido –dijo, besándole los
dedos- Empezaba a preguntarme que podía estar demorándote, pero ahora puedo ver
que era porque te estabas poniendo aún mas exquisito de lo que ya eres –las
pupilas de Zhoumi se contrajeron; Henry sintió que ele temblaba la mano- Les he
estado hablando de ti a nuestro invitados
Zhoumi entrecerró los ojos; no era esa
la reacción que había esperado. “Bien”, pensó Henry, que vea que dos pueden
jugar el mismo juego.
-Ven querido –colocó tomo la mano de
Zhoumi y lo condujo lejos de Mark, hacía los Jang, dejando el que sin duda iba
ser el mejor momento para el final- Geunsuk, te presento a mi Zhoumi. Mi
esposo.
-Es un placer conocerte, querido –
Geunsuk carraspeó
-Y este es el marido de Geunsug, Hanheng
Hanheng besó la mano de Zhoumi.
-Encantado
Zhoumi se ruborizó. Geunsuk parecía
salido de un spa parisino y su marido no quedaba atrás.
-Los amigos de Henry son amigos mios-
repuso en el susurro agudo que momentos atrás había considerado tan inteligente.
Henry apoyó una mano en la espalda de
su esposo.
-Y este es…mis disculpas, señor. Me
temo que he olvidado su nombre.
-Kang Leo, Mr Zhoumi. Mucho gusto.
-En…encantado de conocerlo, señor
–tartamudeó.
Se preguntó si era posible que hubiera
cometido un error. No había esperado que Henry se recuperara tan pronto ni
ofrecer un espectáculo a una compañía tan sofisticada. ¿Y quien era ese a quien
Henry le había estado tomando la mano?
Henry le rodeó la cintura y plantó una
mano sobre su cadera. A los invitados le parecía un gesto afectuoso. Pero la
realidad era que los dedos se clavaron con fuerza en su carne.
-Y ahora, mi adorable esposo, quiero
presentarte a un amigo muy especial. Un querido y antiguo amigo.- Henry lo giró
hacia Mark.- Te presento a Hao Mark
Mark era alto, deslumbrante y lucía un
traje que se ajustaba a su cuerpo, principalmente a sus piernas. Su sonrisa
podría haber vendido pasta dentrífica, automóviles, quizás una paz mundial.
-Hola –dijo, demostrando que se podía
plegar el labio en un diente manchado y hablar al mismo tiempo.
-Que encantador –repuso Mark con voz
suave como una pluma y dulce como hilo de azúcar. Miró a Henry y le dedicó esa
sonrisa de megavatios- Que malo eres, querido, al poner al hombre con el que te
has casado y al hombre con el que se suponía te ibas a casar en la misma mesa.
Cuanto nos vamos a divertir.
No fue divertido. En absoluto.
El plan inteligente de Zhoumi se había
desinflado como un globo pinchado. Lo vio expirar en cuanto entró en el salón,
pero el anuncio de Mark le había dado el golpe de gracia.
Todo el mundo había reído con
afabilidad ante la pequeña broma, y entonces Henry había explicado que él y
Mark habían estado comprometidos.
-Las cosas no funcionaron –había
añadido Mark con una mirada encendida hacia Henry.
-No –había corroborado él- Pero
seguimos en contacto
-Desde luego -había ronroneado Mark
-Claro –había dicho Zhoumi con una
sonrisa mientras trataba de descifrar que significaba todo. ¿Habían estado
comprometidos hacía seis meses, seis semanas o seis años? ¿Y cuales era las
“cosas” que no funcionaron y que significaba eso de que seguían en contacto?
Pro primera vez se le ocurrió que su
marido podría haber mantenido una relación antes de sentirse obligado a casarse
con él. Quizá su matrimonio era las “cosas” que no habían funcionado entre Mark
y él.
Era evidente que parecían íntimos.
Esas miraditas que intercambiaban. Las sonrisas. El contacto de la mano de Mark
en el brazo de Henry…
La conversación giró a su alrededor.
Nadie parecía esperar que participara, y no lo hizo. Cuando al fin concluyó la
cena, Zhoumi pensó que la velada también habñia llegado a su fin.
Se equivocaba
-Tonterías, querido –dijo Henry de
buen humor, rodeándole otra vez con el brazo- la noche es joven. Tomemos té y
Whiskey en el patio
“No”, pensó, y se regazo mientras los
demás salían del salón
-¿Henry? Creo…que iré a arriba. Por
favor, dile a tus invitados…
-“Nuestros” invitados –se inclinó para
acercar la boca a la oreja de él, como si quisiera susurrarle una palabra
cariñosa- Te quedarás hasta que te despida, o que Dios me ayude, lo lamentarás
Lo creyó, por eso dejó que lo llevara
al patio y le abriera un sillón, como si fuera el marido mas solícito del
mundo.
Whitney llevó té. Zhoumi lo sirvió en tazas
diminutas y translúcidas, mientra Henry servía el Whiskey. Se preguntó si
alguien podía ver como se moría por dentro, que la venganza se había vuelto en
su contra, que en vez de humillar a su marido se había humillado a sí mismo…
Alguien contó un chiste y otro rió.
Geunsuk, que era tan amable como encantador, le habló. Zhoumi simplemente
sonrió, asintió y esperó dar la impresión de estar escuchando.
Pero lo que hacía era mirar a Mark y a
Henry, observando que la cabeza de su marido estaba inclinada sobre la de su
antiguo amigo.
Vio al hombre que estaba prometido a
él añadir una cucharada de azúcar al té de Henry, antes de que éste pudiera
hacerlo, le oyó concluir las frases iniciadas por su marido. Oyó la risa baja
de Mark mientras Henry le susurraba algo al oído.
Parecían amantes tan enfrascados en sí
mismos que habían olvidado que existía el resto del mundo… y de pronto
comprendió porque su marido no le había exigido que compartieran la cama.
Mark era su amante
Se puso de pie como disparado por un
resorte. Su horrorosa chaqueta rozó la mesa y la taza y el plato de Zhoumi
cayeron sobre el suelo de baldosas del patio.
Todo el mundo dejó de hablar. Primero
miraron la porcelana rota y luego a él. Sabía que debía disculparse o bromear
sobre su torpeza, pero tenía la lengua demasiado pastosa para hablar.
-Oh, que pena –dijo Mark- Te has
tirado té sobre la ropa –la boca perfecta se elevó en las comisuras- espero que
no te hayas estropeado el pantalón, Zhoumi –puedo imaginar lo difícil que será
reemplazar algo tan…hmmm, inusual.
-Mark –le advirtió Geunsuk
Y el hombre que iba con Mark lo miró
con expresión severa. Pero Henry, que se encontraba atrapado en su matrimonio
con él en vez de estar con su antiguo amigo al que de verdad deseaba, guardó
silencio.
Las lágrimas nublaron los ojos de
Zhoumi. Dejó la taza en la mesa y salió con celeridad del patio. Al entrar en
la casa, comenzó a correr.
-Zhoumi –gritó Henry
Lo oyó ir tras él y aceleró el ritmo
hacía el dormitorio
-Zhoumi –aulló- ¡Espera!
Contuvo una carcajada. Ya no aceptaría
mas órdenes de Henry Lau, había terminado con esa farsa de matrimonio. No
quería hablar con él, no quería verlo ni oírlo nunca mas.
No podría retenerle allí, sin importar
las amenazas que le hiciera. Esa misma noche tomaría a Josie y lo abandonaría
Jadeando, sin aliento, alcanzó el
dormitorio y abrió la puerta. Gritó cuando los brazos de Henry lo rodearon.
-No –intentó zafarse de las manos que
rodeaban su cintura, pero lo alzó en vilo, lo metió en el dormitorio y cerró la
puerta- ¡Maldito seas, maldito seas, Henry Lau!
-¿Estas loco? –lo giró en sus brazos y
echó la cabeza hacia atrás para esquivar sus puños- ¡Zhoumi! –le tomó las
muñecas con una mano y el mentón con la otra- ¡Para!
-Te odio –sollozó- ¿me oyes, Henry?. Te
desprecio
-¿Y por ese motivo decides
avergonzarme delante de mis invitados? –hizo una mueca- ¿Te ha brindado mucho
placer humillarme esta noche?
-¿Yo? ¿Avergonzarte a ti? –luchó
infructuosamente por soltarse- ¿Qué me dices de lo que tu me has hecho? Exhibir
a tu… amante delante de mis propias narices. Invitar a tus amigos para que
presenciaran mi humillación.
-¡No hable como un idiota!
-No importa. Te dejo, Henry
Henry lo soltó, cruzó los brazos y lo
miró a través de sus ojos entornados
-No, no vas a dejarme
-Oh, si. Ya es bastante malo que me
obligaras a casarme…
-Hemos de pensar en una niña, ¿o eres
tan egoísta que todavía solo piensas en ti?
-¡No te atrevas a decirme eso! ¿”Yo”
egoísta? ¿Qué pienso solo en mi? –plantó las manos en las caderas- supongo que
soy yo quien se fue del dormitorio aquella noche sin mirar nunca atrás, que soy
yo quien exigió este matrimonio, quien estableció un puñado de reglas estúpidas
y egocéntricas…
-Eres egoísta al no ver la necesidad
de darle a una niña dos padres
-Y tu –le clavó un dedo en el pecho-,
tu le darías un padre que tienes esposo, mantiene un amante y le importa un
bledo quien lo sepa
-No tengo un amante –le sujetó la
muñeca
-¡Oh, dame un respiro! Tu amante está
abajo, tiendo por lo bien que ha ido la velada
-Quizá no debí haber invitado a Mark
–repuso muy serio
-¿Crees que lo podrías haber mantenido
en secreto? No me importa –retorció la mano para soltarse-. No me importa si
tienes cien amantes mas. Mil. Puedes tener tantos como…
-Si fuera verdad –sonrió-, entonces,
¿porque estas tan molesto?
-¿si eres denso? Estoy molesto porque
no me gusta que me dejen como un tonto en el que se supone es mi hogar
-Este “es” tu hogar –Henry suspiró y
se mesó el pelo
-No por mucho tiempo
-Zhoumi -carraspeó-, ya he reconocido que
probablemente no tendría que haber invitado a Mark. También debería haberte
hablado de él
-Que encantador –rió- ¿para que?
¿crees que te habría dado mi bendición antes de que te lo llevaras a la cama?
-Tu eres mi esposo –afirmó con aspereza-
a partir de ahora eres el único al que llevaré a la cama
-Oh, eso incluso es mejor. ¿esperas
que me sienta halagado de que quieras usarme como…como sustituto de tu amante?
-¿Te refieres al modo en que yo fui
sustituto del tuyo? –repuso con vos afilada
-¡maldito seas, Henry! ¡Eso es
mentira! Me acosté contigo porque quería hacerlo, porque me hiciste sentir…me
hiciste sentir… -miró a Henry, deseando que hubiera un modo de retirar esas
necias palabras. El tiempo pareció detenerse. Al final, dio un paso atrás-
Deja…deja que me vaya a casa –susurró- Deja que me lleve a mi hija y…
Las manos de Henry se cerraron sobre
sus hombros.
-¿Qué te hice sentir, querido?
-Nada –movió la cabeza-. No se porque
lo he dicho –era verdad. Nunca se había permitido pensar en lo que había
sentido aquella noche ni porque se había lanzado a los brazos de Henry. Y no
quería pensar en ellos esa noche, teniéndolo tan cerca-. Henry, por favor,
pongámosle fin a esta situación. No tenemos un matrimonio, tenemos una… una
triste imitación. Te casaste conmigo por Josie, pero ella percibirá la verdad a
medida que vaya creciendo. Sabrá… -Henry lo abrazó y él apoyó sus manos en su
torso para mantenerlo a raya, pero Henry pegó su cuerpo al suyo.
-Respóndeme, esposo mio. ¿Qué te hice
sentir cuando te entregaste a mi?
Temblando, Zhoumi apartó la cara,
sabiendo que no era seguro mirarlo a los ojos o contestar su pregunta con algo
que no fuera una mentira.
-No sentí…no sentí nada.
-Ah. Nada. Desde luego, debí
imaginarlo –con suavidad, le tomó el mentón y lo obligó a mirarlo-. Por eso
temblabas entonces, del mismo modo que tiemblas, del mismo modo que tiemblas
ahora, por eso te deshiciste en mis brazos –sonrió y sacó un pañuelo del
bolsillo-. Me pregunto que habría pasado si hubieras tenido este aspecto la
noche en que nos conocimos –con suavidad limpió todo rastro de brillo labial-.
Me gusta pensar que habría sido capaz del mas allá de la vestimenta espantosa,
querido, pero ese brillo labial…no sé
Fue imposible que Zhoumi no soltara
una sonrisa temblorosa
-Oh, diablos, ¿que pensarán tus amigo?
-Les diré que es una vieja costumbre
de los Estados Unidos –comentó con solemnidad-. Les diré que un novio debe
acercarse a su prometido lo mas feo que le sea posible, que es una prueba de lo
que siente por él, para comprobar si aún lo desea, aunque lleve ese color…-pasó
el dorso de la mano por el cuello de la chaqueta-. ¿Qué color es? ¿tiene
nombre?
-Verde espantoso. Y has cambiado por
completo de tema. ¿Es Mark tu amante?
-No- la sonrisa se desvaneció-. No lo
es
-Entonces, ¿Qué es? ¿Existe un vocablo
especial en tu idioma para el papel que desempeña en tu vida?
-EL mismo que en el tuyo. Solo es un
amigo
-Un amigo extremadamente amistoso
-Si, bueno… -se encogió de hombros-.
Mis disculpas, querido. Nunca me había dado cuenta de que…hmmm, toca tanto. Y,
como ya te he dicho, debería haberte de él.
-Pero estabais prometidos para
casaros.
-Fue hace mucho tiempo. Cinco años.
Mas. Y fui yo quien le puso fin –bajó las manos por los brazos de Zhoumi y le
tomó de las muñecas-. Es un niño malcriado, no un hombre, y hoy no es mas fiel
a su pareja que lo fue entonces –respiró hondo-
Creo que cuando un hombre toma a alguien como pareja de vida, están
obligados a respetar los votos matrimoniales. Solo dos nadie mas.
-Él todavía…te desea
-Coquetea con todos los hombres que
conoce…-suspiró-. Sí. Supongo que es verdad. Le ofrezco concejos en asuntos
financieros, aunque quizá ya es hora de que busque esos concejos en otra parte
-No tienes porque dejarlo por mi
–afirmó con rigidez
-lo dejé hace años, querido –Henry
sonrió, y alzó sus manos y las besó- además, tu eres mucho mas hermoso que él.
-¿De verdad crees que me importa…?
–titubeó- ¿Lo soy? ¿Soy mas bonito que Mark?
-Decididamente –sonrió- aunque esta noche
fue difícil verlo
-¿Quiere decir que no te gusta éste
traje? –alzó la barbilla-. Bueno, fue por culpa tuya. No tenías derecho a
ordenare que e trasladara a esta habitación
-Tenía todo el derecho –suavizó las
palabras abrazándolo-. Eres mi esposo. Estamos casados, amor mio. ¿Por qué
habría de mentirme a mi o a ti? –lo besó en la boca-. Te deseo. Y tu me deseas.
Zhoumi lo miró a los oscuros ojos y
formuló la pregunta que le había acosado todos esos meses.
-¿Por qué te fuiste de mi cama aquella
noche?
-Te encerraste en el cuarto de baño
–su tono se endureció-. Dejaste bien claro que ya no era necesario.
Zhoumi suspiró y apoyó las manos en su
torso.
-Lo hice porque… porque me avergonzaba
lo que había hecho.
-Acostarte con un desconocido –musitó
Henry
-Y…había sido… tan salvaje…
Henry gimió y lo pegó al cuerpo y lo
besó. Zhoumi se contuvo solo unos segundos. Estaba con su marido. Tenía derecho
a desearlo, a entregarse a él, aunque el matrimonio no se basara en el amor.
Por primera vez desde la noche en que concibieron a Josie, se permitió
derretirse en los brazos de Henry.
-nunca he olvidado esa noche –susurró
sobre los labios de Zhoumi ientras le acariciaba la espalda-. No se pareció…a
nada que hubiera hecho antes.
-Para mi fue igual –suspiró, apoyándose
en sus brazos
-Ers tan hermoso –murmuró; “hermoso y
frágil”, pensó. Frunció el ceño. No pesaba nada; en ese momento pudo ver que
tenía marcado los pómulos y también ojeras- estas agotado querido, y la culpa
es mía por haber invitado a medio mundo… -Zhoumi sonrió-. Deberíamos haber
pasado la velada a solas. Debó ponerte a dormir hace horas.
-¿Ponerme?, ¿Henry que estas haciendo?
-lo que debí haber hecho en vez de
atormentarte con Mark –le había dado la vuelta para que quera con la espalda
hacia él. Lo comenzó a desvestir-. Te voy a acostar
-¡No! Quiero decir, puedo hacerlo yo…
-Sshh
Se inclinó mientras la camisa se
deslizaba por los hombros y le besó la nuca. Zhoumi soltó un leve gemido, y el
sonido, el conocimiento de que lo deseaba y ya no lo negaba, puso a Henry tan
duro como una roca.
Pero no le haría el amor esa noche.
Zhoumi estaba cansado y también dolido, y todo por su culpa. Lo había obligado
a casarse en vez de convencerlo, lo había apartado de la vida que había
llevado.
Se lo compensaría, empezando por ese
mismo instante. Sonrió al pensar en los años que tenían por delante. Podría
construir una vida con ese hoombre. Compartirían la pasión, el respeto, el amor
por su hija.
Nunca había sido lo bastante tonto
como para creer en el tipo de amor que se suponía que existía entre una pareja.
Sabía que no había nada parecido, no después de haber sido criado con las
historias tristes, tontas y sentimientos de su madre… y con la realidad de la
vida que había tenido.
Un matrimonio se podía basar en muchas
cosas. El amor no tenia nada que ver con ninguna.
Con suavidad le ayudó a desvestirse.
Zhoumi se descalzó y él le apartó los zapatos. Lo sintió temblar bajo su
contacto, sintió la piel encendida bajo su boca y manos. Le ciñó la cintura con
los dedos, le besó los hombros y gimió por placer. Sabía a miel y a luz de
luna, a flores y a deseo.
Henry respiró hondo. Luego lo volvió
hacía él y lo observó
Era incluso mas hermoso de lo que
recordaba. Alzó la mano y la pasó sobre su pecho, sin dejar de mirarlo mientras
lo tocaba, mientras le acariciaba el vientre, para luego deslizar la mano a su
entrepierna y presionar su miembro.
Estaba caliente y duro, y saber lo
mucho que lo deseaba estuvo a punto de ponerlo de rodillas.
-¿Te gusta cuando te toco, querido?
–musitó
-Si –suspiró zhoui-. Oh, si… -gritó
cuando le pasó la lengua por un pezón.
-Dios –gimió Henry al pasar los dedos
en otro pulmón, vindo a Zhoumi echar la cabeza hacia atrás en una postura total
de abandono-. Eres tan hermoso, esposo mí. Me quitas el aliento.
-he…he ganado peso –susurró-. Pensaba…
me preguntaba qué pensarías si me veías. No estaba seguro de…
Henry inclinó la cabeza, le besó el
pecho, lamió las cumbres compactas. Anhelaba besarle los muslos, probarlo,
saborear su sabor, pero sabía que si lo hacía se desmoronaría
Se irguió, se quitó los zapatos y se
desnudo de toda la ropa que tenía excepto el boxer negro.
Zhoumi lo recorrió con la mirada. La
noche que habían estado juntos hacía tantos meses, no había llegado a verle por
completo. Las cosas habían ido muy deprisa. N ese momento pudo ver la belleza
del hombre con que se había casado. Los hombros y brazos duros y bien formados.
Su vientre plano, las caderas estrechas, las piernas largas… la rigidez de su
erección.
Una ola de calor le recorrió el cuerpo
y sintió que las rodillas le temblaban
-Henry –murmuró, oscilando hacía él,
para que lo tomara en brazos hacía la cama
Henry apartó el edredón y con suavidad
depositó a Zhoumi sobre los cojines. Luego se echó a su lado envolviéndolo en
sus brazos. Anhelaba quitarle hasta la última prenda que lo separa de él.
Abrirle las piernas y enterrarse en lo mas hondo de Zhoumi.
“No”, se dijo, “esta noche no”
-Zhoumi –le apartó el pelo de la cara-
¿Te das cuenta de que nunca has dormido conmigo?
-Pero…lo hice. Aquella noche…
-no, querido. No dormimos juntos.
Abandonaste la cama y mis brazos –sonrió, l dio un beso prolongado- ¿Quieres
dormir conmigo ahora? Dormir de verdad conmigo, sin que pase otra cosa.
¿Quieres acurrucarte en mis brazos, cerrar los ojos y entregarte al sueño?
-Henry –le enmarcó la cara entre sus
manos- Eres muy… muy generoso, pero…siento lo que de verdad quieres. Estoy
cansado, sí, pero eres mi marido…
-Sí –lo volvió a besar y lo acercó-
Soy tu marido, Zhoumi. Y puedo esperar.
“Mi marido”, pensó Zhoumi mientras
Henry le acariciaba la espalda, le besaba las sienes, el pelo. “Oh, mi marido…”
Suspiró, cerró los ojos y se relajó en
su abrazo protector. A los pocos momentos, se quedaba dormido.
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