Deber y Pasión- Capítulo 9



Zhoumi se hallaba en el marco del salón. Al principio Henry pensó que estaba enfermo, por que su piel parecía muy amarilla. Luego comprendió que era el color del traje el que le daba ese aspecto. Era un verde tan intenso que hería la vista. Y encima brillaba. Si se podía decir que una tela tenía un resplandor radioactivo, era esa.

Henry observó horrorizado al hombre que era su esposo. Jamás lo había imaginado con ese aspecto. Era demasiado esbelto, demasiado elegante…al menos lo había sido hasta esa noche.

Y el pelo. ¿Qué había hecho para que convertirlo de seda en paja? Era lo que podía ver en la parte que ese sombrero dejaba por fuera.

Respiró hondo. Tenía que tratarse de un mal sueño, o de un espantoso chiste americano.

-Henry –dijo él con una sonrisa.

Llevaba los labios de una tonalidad espantosa, y uno de sus dientes manchado

-Henry, por favor, perdóname. Lamento llegar tarde.

Ni siquiera sonaba como él mismo. ¿Y por que le suplicaba perdón? El Zhoumi que él conocía jamás suplicaría por nada.

¿Qué había sucedido?, había despedido con demasiada rapidez al medico, y era evidente que Zhoumi necesitaba sus servicios. ¿No había una depresión posparto? Si, la mujer de un amigo la había sufrido. Quizá…esa psicosis era una de sus manifestaciones. ¿sería culpa de él, lo habría presionado demasiado, asustándolo para que se esforzara en complacerlo?

Mark soltó otra risita y Henry le lanzó una mirada furiosa. Geunsuk susurró algo a su marido con voz amable. Menos mal que estaba allí. Tenía hijos. Sin duda sabría como tratar con…

-Henry –musitó Zhoumi

Algo en el modo que pronunció su nombre le heló la sangre. Apartó la vista del terrible atuendo y le miró a los ojos…

Una furia encendida estalló en su interior. Durante un momento, la mente se le quedó en blanco.

Los ojos de su esposo no irradiaban súplicas ni estaban llorosos por la depresión. Brillaban duros como una piedra con una malicia fría y penetrante.

Lo había hecho adrede.
Tuvo ganas de matarlo.

Respiró hondo, luego miró entorno al salón. Jang Geunsuk tenía la vista clavada en una pared. Hanheng se bebía lo que quedaba de whiskey. El amante de Mark, como diablos se llame, tenía los ojos a punto de salírsele de la orbita por el asombro. Mark, aún de pie a su lado, mostraba entusiasmo por lo que iba a suceder a continuación.

Pues lo iba a decepcionar.

Henry esbozó una sonrisa, se acercó a Zhoumi y le tomo la mano.

-Ah, querido –dijo, besándole los dedos- Empezaba a preguntarme que podía estar demorándote, pero ahora puedo ver que era porque te estabas poniendo aún mas exquisito de lo que ya eres –las pupilas de Zhoumi se contrajeron; Henry sintió que ele temblaba la mano- Les he estado hablando de ti a nuestro invitados

Zhoumi entrecerró los ojos; no era esa la reacción que había esperado. “Bien”, pensó Henry, que vea que dos pueden jugar el mismo juego.

-Ven querido –colocó tomo la mano de Zhoumi y lo condujo lejos de Mark, hacía los Jang, dejando el que sin duda iba ser el mejor momento para el final- Geunsuk, te presento a mi Zhoumi. Mi esposo.

-Es un placer conocerte, querido – Geunsuk carraspeó

-Y este es el marido de Geunsug, Hanheng

Hanheng besó la mano de Zhoumi.

-Encantado

Zhoumi se ruborizó. Geunsuk parecía salido de un spa parisino y su marido no quedaba atrás.

-Los amigos de Henry son amigos mios- repuso en el susurro agudo que momentos atrás había considerado tan inteligente.

Henry apoyó una mano en la espalda de su esposo.

-Y este es…mis disculpas, señor. Me temo que he olvidado su nombre.

-Kang Leo, Mr Zhoumi. Mucho gusto.

-En…encantado de conocerlo, señor –tartamudeó.

Se preguntó si era posible que hubiera cometido un error. No había esperado que Henry se recuperara tan pronto ni ofrecer un espectáculo a una compañía tan sofisticada. ¿Y quien era ese a quien Henry le había estado tomando la mano?

Henry le rodeó la cintura y plantó una mano sobre su cadera. A los invitados le parecía un gesto afectuoso. Pero la realidad era que los dedos se clavaron con fuerza en su carne.

-Y ahora, mi adorable esposo, quiero presentarte a un amigo muy especial. Un querido y antiguo amigo.- Henry lo giró hacia Mark.- Te presento a Hao Mark

Mark era alto, deslumbrante y lucía un traje que se ajustaba a su cuerpo, principalmente a sus piernas. Su sonrisa podría haber vendido pasta dentrífica, automóviles, quizás una paz mundial.

-Hola –dijo, demostrando que se podía plegar el labio en un diente manchado y hablar al mismo tiempo.

-Que encantador –repuso Mark con voz suave como una pluma y dulce como hilo de azúcar. Miró a Henry y le dedicó esa sonrisa de megavatios- Que malo eres, querido, al poner al hombre con el que te has casado y al hombre con el que se suponía te ibas a casar en la misma mesa. Cuanto nos vamos a divertir.




No fue divertido. En absoluto.

El plan inteligente de Zhoumi se había desinflado como un globo pinchado. Lo vio expirar en cuanto entró en el salón, pero el anuncio de Mark le había dado el golpe de gracia.

Todo el mundo había reído con afabilidad ante la pequeña broma, y entonces Henry había explicado que él y Mark habían estado comprometidos.

-Las cosas no funcionaron –había añadido Mark con una mirada encendida hacia Henry.

-No –había corroborado él- Pero seguimos en contacto

-Desde luego -había ronroneado Mark

-Claro –había dicho Zhoumi con una sonrisa mientras trataba de descifrar que significaba todo. ¿Habían estado comprometidos hacía seis meses, seis semanas o seis años? ¿Y cuales era las “cosas” que no funcionaron y que significaba eso de que seguían en contacto?

Pro primera vez se le ocurrió que su marido podría haber mantenido una relación antes de sentirse obligado a casarse con él. Quizá su matrimonio era las “cosas” que no habían funcionado entre Mark y él.

Era evidente que parecían íntimos. Esas miraditas que intercambiaban. Las sonrisas. El contacto de la mano de Mark en el brazo de Henry…

La conversación giró a su alrededor. Nadie parecía esperar que participara, y no lo hizo. Cuando al fin concluyó la cena, Zhoumi pensó que la velada también habñia llegado a su fin.

Se equivocaba

-Tonterías, querido –dijo Henry de buen humor, rodeándole otra vez con el brazo- la noche es joven. Tomemos té y Whiskey en el patio

“No”, pensó, y se regazo mientras los demás salían del salón

-¿Henry? Creo…que iré a arriba. Por favor, dile a tus invitados…

-“Nuestros” invitados –se inclinó para acercar la boca a la oreja de él, como si quisiera susurrarle una palabra cariñosa- Te quedarás hasta que te despida, o que Dios me ayude, lo lamentarás

Lo creyó, por eso dejó que lo llevara al patio y le abriera un sillón, como si fuera el marido mas solícito del mundo.

Whitney llevó té. Zhoumi lo sirvió en tazas diminutas y translúcidas, mientra Henry servía el Whiskey. Se preguntó si alguien podía ver como se moría por dentro, que la venganza se había vuelto en su contra, que en vez de humillar a su marido se había humillado a sí mismo…

Alguien contó un chiste y otro rió. Geunsuk, que era tan amable como encantador, le habló. Zhoumi simplemente sonrió, asintió y esperó dar la impresión de estar escuchando.

Pero lo que hacía era mirar a Mark y a Henry, observando que la cabeza de su marido estaba inclinada sobre la de su antiguo amigo.

Vio al hombre que estaba prometido a él añadir una cucharada de azúcar al té de Henry, antes de que éste pudiera hacerlo, le oyó concluir las frases iniciadas por su marido. Oyó la risa baja de Mark mientras Henry le susurraba algo al oído.

Parecían amantes tan enfrascados en sí mismos que habían olvidado que existía el resto del mundo… y de pronto comprendió porque su marido no le había exigido que compartieran la cama.

Mark era su amante

Se puso de pie como disparado por un resorte. Su horrorosa chaqueta rozó la mesa y la taza y el plato de Zhoumi cayeron sobre el suelo de baldosas del patio.

Todo el mundo dejó de hablar. Primero miraron la porcelana rota y luego a él. Sabía que debía disculparse o bromear sobre su torpeza, pero tenía la lengua demasiado pastosa para hablar.

-Oh, que pena –dijo Mark- Te has tirado té sobre la ropa –la boca perfecta se elevó en las comisuras- espero que no te hayas estropeado el pantalón, Zhoumi –puedo imaginar lo difícil que será reemplazar algo tan…hmmm, inusual.

-Mark –le advirtió Geunsuk

Y el hombre que iba con Mark lo miró con expresión severa. Pero Henry, que se encontraba atrapado en su matrimonio con él en vez de estar con su antiguo amigo al que de verdad deseaba, guardó silencio.

Las lágrimas nublaron los ojos de Zhoumi. Dejó la taza en la mesa y salió con celeridad del patio. Al entrar en la casa, comenzó a correr.

-Zhoumi –gritó Henry

Lo oyó ir tras él y aceleró el ritmo hacía el dormitorio

-Zhoumi –aulló- ¡Espera!

Contuvo una carcajada. Ya no aceptaría mas órdenes de Henry Lau, había terminado con esa farsa de matrimonio. No quería hablar con él, no quería verlo ni oírlo nunca mas.

No podría retenerle allí, sin importar las amenazas que le hiciera. Esa misma noche tomaría a Josie y lo abandonaría

Jadeando, sin aliento, alcanzó el dormitorio y abrió la puerta. Gritó cuando los brazos de Henry lo rodearon.

-No –intentó zafarse de las manos que rodeaban su cintura, pero lo alzó en vilo, lo metió en el dormitorio y cerró la puerta- ¡Maldito seas, maldito seas, Henry Lau!

-¿Estas loco? –lo giró en sus brazos y echó la cabeza hacia atrás para esquivar sus puños- ¡Zhoumi! –le tomó las muñecas con una mano y el mentón con la otra- ¡Para!

-Te odio –sollozó- ¿me oyes, Henry?. Te desprecio

-¿Y por ese motivo decides avergonzarme delante de mis invitados? –hizo una mueca- ¿Te ha brindado mucho placer humillarme esta noche?

-¿Yo? ¿Avergonzarte a ti? –luchó infructuosamente por soltarse- ¿Qué me dices de lo que tu me has hecho? Exhibir a tu… amante delante de mis propias narices. Invitar a tus amigos para que presenciaran mi humillación.

-¡No hable como un idiota!

-No importa. Te dejo, Henry

Henry lo soltó, cruzó los brazos y lo miró a través de sus ojos entornados

-No, no vas a dejarme

-Oh, si. Ya es bastante malo que me obligaras a casarme…

-Hemos de pensar en una niña, ¿o eres tan egoísta que todavía solo piensas en ti?

-¡No te atrevas a decirme eso! ¿”Yo” egoísta? ¿Qué pienso solo en mi? –plantó las manos en las caderas- supongo que soy yo quien se fue del dormitorio aquella noche sin mirar nunca atrás, que soy yo quien exigió este matrimonio, quien estableció un puñado de reglas estúpidas y egocéntricas…

-Eres egoísta al no ver la necesidad de darle a una niña dos padres

-Y tu –le clavó un dedo en el pecho-, tu le darías un padre que tienes esposo, mantiene un amante y le importa un bledo quien lo sepa

-No tengo un amante –le sujetó la muñeca

-¡Oh, dame un respiro! Tu amante está abajo, tiendo por lo bien que ha ido la velada

-Quizá no debí haber invitado a Mark –repuso muy serio

-¿Crees que lo podrías haber mantenido en secreto? No me importa –retorció la mano para soltarse-. No me importa si tienes cien amantes mas. Mil. Puedes tener tantos como…

-Si fuera verdad –sonrió-, entonces, ¿porque estas tan molesto?

-¿si eres denso? Estoy molesto porque no me gusta que me dejen como un tonto en el que se supone es mi hogar

-Este “es” tu hogar –Henry suspiró y se mesó el pelo

-No por mucho tiempo

-Zhoumi  -carraspeó-, ya he reconocido que probablemente no tendría que haber invitado a Mark. También debería haberte hablado de él

-Que encantador –rió- ¿para que? ¿crees que te habría dado mi bendición antes de que te lo llevaras a la cama?

-Tu eres mi esposo –afirmó con aspereza- a partir de ahora eres el único al que llevaré a la cama

-Oh, eso incluso es mejor. ¿esperas que me sienta halagado de que quieras usarme como…como sustituto de tu amante?

-¿Te refieres al modo en que yo fui sustituto del tuyo? –repuso con vos afilada

-¡maldito seas, Henry! ¡Eso es mentira! Me acosté contigo porque quería hacerlo, porque me hiciste sentir…me hiciste sentir… -miró a Henry, deseando que hubiera un modo de retirar esas necias palabras. El tiempo pareció detenerse. Al final, dio un paso atrás- Deja…deja que me vaya a casa –susurró- Deja que me lleve a mi hija y…

Las manos de Henry se cerraron sobre sus hombros.

-¿Qué te hice sentir, querido?

-Nada –movió la cabeza-. No se porque lo he dicho –era verdad. Nunca se había permitido pensar en lo que había sentido aquella noche ni porque se había lanzado a los brazos de Henry. Y no quería pensar en ellos esa noche, teniéndolo tan cerca-. Henry, por favor, pongámosle fin a esta situación. No tenemos un matrimonio, tenemos una… una triste imitación. Te casaste conmigo por Josie, pero ella percibirá la verdad a medida que vaya creciendo. Sabrá… -Henry lo abrazó y él apoyó sus manos en su torso para mantenerlo a raya, pero Henry pegó su cuerpo al suyo.

-Respóndeme, esposo mio. ¿Qué te hice sentir cuando te entregaste a mi?

Temblando, Zhoumi apartó la cara, sabiendo que no era seguro mirarlo a los ojos o contestar su pregunta con algo que no fuera una mentira.

-No sentí…no sentí nada.

-Ah. Nada. Desde luego, debí imaginarlo –con suavidad, le tomó el mentón y lo obligó a mirarlo-. Por eso temblabas entonces, del mismo modo que tiemblas, del mismo modo que tiemblas ahora, por eso te deshiciste en mis brazos –sonrió y sacó un pañuelo del bolsillo-. Me pregunto que habría pasado si hubieras tenido este aspecto la noche en que nos conocimos –con suavidad limpió todo rastro de brillo labial-. Me gusta pensar que habría sido capaz del mas allá de la vestimenta espantosa, querido, pero ese brillo labial…no sé

Fue imposible que Zhoumi no soltara una sonrisa temblorosa

-Oh, diablos, ¿que pensarán tus amigo?

-Les diré que es una vieja costumbre de los Estados Unidos –comentó con solemnidad-. Les diré que un novio debe acercarse a su prometido lo mas feo que le sea posible, que es una prueba de lo que siente por él, para comprobar si aún lo desea, aunque lleve ese color…-pasó el dorso de la mano por el cuello de la chaqueta-. ¿Qué color es? ¿tiene nombre?

-Verde espantoso. Y has cambiado por completo de tema. ¿Es Mark tu amante?

-No- la sonrisa se desvaneció-. No lo es

-Entonces, ¿Qué es? ¿Existe un vocablo especial en tu idioma para el papel que desempeña en tu vida?

-EL mismo que en el tuyo. Solo es un amigo

-Un amigo extremadamente amistoso

-Si, bueno… -se encogió de hombros-. Mis disculpas, querido. Nunca me había dado cuenta de que…hmmm, toca tanto. Y, como ya te he dicho, debería haberte de él.

-Pero estabais prometidos para casaros.

-Fue hace mucho tiempo. Cinco años. Mas. Y fui yo quien le puso fin –bajó las manos por los brazos de Zhoumi y le tomó de las muñecas-. Es un niño malcriado, no un hombre, y hoy no es mas fiel a su pareja que lo fue entonces –respiró hondo-  Creo que cuando un hombre toma a alguien como pareja de vida, están obligados a respetar los votos matrimoniales. Solo dos nadie mas.

-Él todavía…te desea

-Coquetea con todos los hombres que conoce…-suspiró-. Sí. Supongo que es verdad. Le ofrezco concejos en asuntos financieros, aunque quizá ya es hora de que busque esos concejos en otra parte

-No tienes porque dejarlo por mi –afirmó con rigidez

-lo dejé hace años, querido –Henry sonrió, y alzó sus manos y las besó- además, tu eres mucho mas hermoso que él.

-¿De verdad crees que me importa…? –titubeó- ¿Lo soy? ¿Soy mas bonito que Mark?

-Decididamente –sonrió- aunque esta noche fue difícil verlo

-¿Quiere decir que no te gusta éste traje? –alzó la barbilla-. Bueno, fue por culpa tuya. No tenías derecho a ordenare que e trasladara a esta habitación

-Tenía todo el derecho –suavizó las palabras abrazándolo-. Eres mi esposo. Estamos casados, amor mio. ¿Por qué habría de mentirme a mi o a ti? –lo besó en la boca-. Te deseo. Y tu me deseas.

Zhoumi lo miró a los oscuros ojos y formuló la pregunta que le había acosado todos esos meses.

-¿Por qué te fuiste de mi cama aquella noche?

-Te encerraste en el cuarto de baño –su tono se endureció-. Dejaste bien claro que ya no era necesario.

Zhoumi suspiró y apoyó las manos en su torso.

-Lo hice porque… porque me avergonzaba lo que había hecho.

-Acostarte con un desconocido –musitó Henry

-Y…había sido… tan salvaje…

Henry gimió y lo pegó al cuerpo y lo besó. Zhoumi se contuvo solo unos segundos. Estaba con su marido. Tenía derecho a desearlo, a entregarse a él, aunque el matrimonio no se basara en el amor. Por primera vez desde la noche en que concibieron a Josie, se permitió derretirse en los brazos de Henry.

-nunca he olvidado esa noche –susurró sobre los labios de Zhoumi ientras le acariciaba la espalda-. No se pareció…a nada que hubiera hecho antes.

-Para mi fue igual –suspiró, apoyándose en sus brazos

-Ers tan hermoso –murmuró; “hermoso y frágil”, pensó. Frunció el ceño. No pesaba nada; en ese momento pudo ver que tenía marcado los pómulos y también ojeras- estas agotado querido, y la culpa es mía por haber invitado a medio mundo… -Zhoumi sonrió-. Deberíamos haber pasado la velada a solas. Debó ponerte a dormir hace horas.

-¿Ponerme?, ¿Henry que estas haciendo?

-lo que debí haber hecho en vez de atormentarte con Mark –le había dado la vuelta para que quera con la espalda hacia él. Lo comenzó a desvestir-. Te voy a acostar

-¡No! Quiero decir, puedo hacerlo yo…

-Sshh

Se inclinó mientras la camisa se deslizaba por los hombros y le besó la nuca. Zhoumi soltó un leve gemido, y el sonido, el conocimiento de que lo deseaba y ya no lo negaba, puso a Henry tan duro como una roca.

Pero no le haría el amor esa noche. Zhoumi estaba cansado y también dolido, y todo por su culpa. Lo había obligado a casarse en vez de convencerlo, lo había apartado de la vida que había llevado.

Se lo compensaría, empezando por ese mismo instante. Sonrió al pensar en los años que tenían por delante. Podría construir una vida con ese hoombre. Compartirían la pasión, el respeto, el amor por su hija.

Nunca había sido lo bastante tonto como para creer en el tipo de amor que se suponía que existía entre una pareja. Sabía que no había nada parecido, no después de haber sido criado con las historias tristes, tontas y sentimientos de su madre… y con la realidad de la vida que había tenido.

Un matrimonio se podía basar en muchas cosas. El amor no tenia nada que ver con ninguna.

Con suavidad le ayudó a desvestirse. Zhoumi se descalzó y él le apartó los zapatos. Lo sintió temblar bajo su contacto, sintió la piel encendida bajo su boca y manos. Le ciñó la cintura con los dedos, le besó los hombros y gimió por placer. Sabía a miel y a luz de luna, a flores y a deseo.

Henry respiró hondo. Luego lo volvió hacía él y lo observó

Era incluso mas hermoso de lo que recordaba. Alzó la mano y la pasó sobre su pecho, sin dejar de mirarlo mientras lo tocaba, mientras le acariciaba el vientre, para luego deslizar la mano a su entrepierna y presionar su miembro.

Estaba caliente y duro, y saber lo mucho que lo deseaba estuvo a punto de ponerlo de rodillas.

-¿Te gusta cuando te toco, querido? –musitó

-Si –suspiró zhoui-. Oh, si… -gritó cuando le pasó la lengua por un pezón.

-Dios –gimió Henry al pasar los dedos en otro pulmón, vindo a Zhoumi echar la cabeza hacia atrás en una postura total de abandono-. Eres tan hermoso, esposo mí. Me quitas el aliento.

-he…he ganado peso –susurró-. Pensaba… me preguntaba qué pensarías si me veías. No estaba seguro de…

Henry inclinó la cabeza, le besó el pecho, lamió las cumbres compactas. Anhelaba besarle los muslos, probarlo, saborear su sabor, pero sabía que si lo hacía se desmoronaría

Se irguió, se quitó los zapatos y se desnudo de toda la ropa que tenía excepto el boxer negro.

Zhoumi lo recorrió con la mirada. La noche que habían estado juntos hacía tantos meses, no había llegado a verle por completo. Las cosas habían ido muy deprisa. N ese momento pudo ver la belleza del hombre con que se había casado. Los hombros y brazos duros y bien formados. Su vientre plano, las caderas estrechas, las piernas largas… la rigidez de su erección.

Una ola de calor le recorrió el cuerpo y sintió que las rodillas le temblaban

-Henry –murmuró, oscilando hacía él, para que lo tomara en brazos hacía la cama

Henry apartó el edredón y con suavidad depositó a Zhoumi sobre los cojines. Luego se echó a su lado envolviéndolo en sus brazos. Anhelaba quitarle hasta la última prenda que lo separa de él. Abrirle las piernas y enterrarse en lo mas hondo de Zhoumi.

“No”, se dijo, “esta noche no”

-Zhoumi –le apartó el pelo de la cara- ¿Te das cuenta de que nunca has dormido conmigo?

-Pero…lo hice. Aquella noche…

-no, querido. No dormimos juntos. Abandonaste la cama y mis brazos –sonrió, l dio un beso prolongado- ¿Quieres dormir conmigo ahora? Dormir de verdad conmigo, sin que pase otra cosa. ¿Quieres acurrucarte en mis brazos, cerrar los ojos y entregarte al sueño?

-Henry –le enmarcó la cara entre sus manos- Eres muy… muy generoso, pero…siento lo que de verdad quieres. Estoy cansado, sí, pero eres mi marido…

-Sí –lo volvió a besar y lo acercó- Soy tu marido, Zhoumi. Y puedo esperar.

“Mi marido”, pensó Zhoumi mientras Henry le acariciaba la espalda, le besaba las sienes, el pelo. “Oh, mi marido…”

Suspiró, cerró los ojos y se relajó en su abrazo protector. A los pocos momentos, se quedaba dormido.


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...