Deber y Pasión- Capítulo 5



Estaba allí.

El sueño había sido real. Henry había ido a buscarlo…

Pero no. Otro vistazo a su cara y lo supo. No había ido por él.

-querido – dijo.

El tono de voz, la media sonrisa en los labios, convertían el término cariñoso en una burla.

-Henry – carraspeó. Le recorrió una oleada de miedo, pero eso era una tontería. ¿Qué tenía que temer? Yesung, u otro de los Kim, lo habían mandado buscar. Lo único que debería hacer era informarle que se habían equivocado…

- pareces sorprendido de verme, Zhoumi

- Sí. Lo… lo estoy. ¿Qué… que haces aquí?

- querido he venido a verte –se acercó a la cama con la vista clavada en el pequeño bebé que dormía en sus brazos- y para ver a nuestra hija.

- ¿Qué haces con mi bebé?

- ¿no quieres decir que hago con “nuestro”bebé? El consenso parece ser que la pequeña es mia –esbozó otra sonrisa tensa-. Una de las enfermeras pensó que un padre debería acostumbrarse a su retoño. Decidí complacerla.

- dame a mi hija

- desde luego –aceptó con cortesía- pero primero, ¿querrás ser tan amable de informarme de por qué has afirmado que soy el padre?

- no se de que hablas –espetó- dámela, Henry.

Obedeció. Zhoumi acunó a la pequeña contra su pecho y la meció mientras le daba un beso en su pelo castaño. Henry observó desapasionadamente mientras Zhoumi le tocaba el pie diminuto y luego cada dedo con gesto casi solemne. Las lagrimas brillaron en sus pestañas, luego cayeron por sus mejillas

-mi pequeña –musitó, besándola otra vez.

Henry acercó una silla, le dio la vuelta y se sentó con los brazos apoyados en el respaldo.
El bebé emitió un gritito

-shhhhh, pequeña –murmuró Zhoumi

Henry se preguntó que estaba haciendo ahí. ¿Por qué había respondido a la frenética llamada telefónica de Donghae, diciéndole que Zhoumi estaba de parto?

-es algo que no me interesa –había dicho con una voz helada- comunícaselo a su amante, al hombre que plantó al bebe en su interior.

-Ese hombre eres tu.

-Eso es… - “imposible”, había empezado a decir, pero no era así. No había empleado un preservativo; tampoco le había preguntado a Zhoumi si tenía su propia protección. Todo había sucedido con tanta rapidez, la necesidad de poseerlo, el torrente precipitado del deseo que había descartado la lógica.

-Mi hermano se negó a contarnos quien lo dejó embarazado.

-y ahora –había contestado él, mientras intentaba procesar la información-, y ahora, de repente y de forma conveniente, ¿ha decidido compartir su secreto?

Donghae se había puesto a llorar. Henry se había dicho que lo sollozos del hermano de Zhoumi no significaban nada, pero el sonido lo había desgarrado, hasta que al fin había cerrado los ojos y suspirado.

-cuéntame –había pedido.

Le contó todo, que Zhoumi había estado muchas horas de parto y que al final algo había salido mal.

-estas perdiendo mucha sangre –había susurrado- y… y, no se, puede que sepa que quizás…quizás no lo consiga, porque cuando me dejaron verlo, estaba conciente a medias… pero me agarró la mano y preguntó por ti.

Henry se movió incomodo en la silla

Ese fue el momento en que había soltado el teléfono y había emprendido un viaje que sabia que podía llegar a cambiarle la vida. Si el bebé que venía al mundo era suyo, ¿qué otra cosa podía hacer? Iba al lado de Zhoumi por el bebé. Solo por el bebé. No tenia nada que ver con él.

¿podía hacer menos un hombre que no había conocido a su padre?

Durante el largo viaje a Nueva York había hecho planes. Solicitaría análisis para demostrar la paternidad.

Se puso de pie, metió las manos en los bolsillos y contempló al hombre con el que había pasado la hora mas apasionada de su vida. No era la belleza exquisitamente vestida que había conocido aquella noche. Tenia la cara pálida y libre de maquillaje. Bajo los ojos mostraba sombras que solo mostraban su fragilidad.

No importaba

Siempre sería el hombre por el que cualquiera perdería el sentido común, tal como había hecho él. sexo sin protección. Nunca antes había cometido semejante estupidez, y en ese momento pagaba el precio…

Siempre que estuviera diciendo la verdad y la niña fuera suya.

Miró al bebé. La pequeña era hermosa. Tenia el pelo castaño, los ojos grandes, nariz pequeña y recta, aunque se dijo que quizás todos los bebés fueran así. Poco sabía de niños. Su propia infancia era una mancha borrosa y oscura.

Respiró hondo. Por todos lo que sabía, el padre era el amante que había sido una presencia espectral entre ellos aquella noche.

La puerta se abrió y entró una enfermera que les sonrió a ambos y se dirigió al costado de la cama.

-¿Cómo nos sentimos? –le preguntó a Zhoumi

-Bien – aunque sonaba bien. Le temblaba la voz y a Henry le dio la impresión de que tenía demasiado color en la cara.

La enfermera pareció pensar lo mismo.

-hmm –le quitó el bebé de los brazos y se volvió hacia él- ¿quieres sostener a su hija un momento, por favor?

-No –se apresuró a decir Zhoumi- preferiría…

Los brazos de Henry se cerraron en torno a la niña al tiempo que la mano de la enfermera se cerraba en la muñeca de Zhoumi.

-comprobemos el pulso. Bien. Ahora deje que le tome la temperatura…

-¿está enfermo? –preguntó Henry con brusquedad.

-No. No, estoy segura de que su esposo se encuentra bien.

-No es mi …-carraspeó. No era asunto de nadie la relación que tenían- quizás se ha esforzado mas de lo que debería.

-Hmmm- la enfermera leyó el termómetro, esbozó una sonrisa artificial y subió la manta hasta el mentón de Zhoumi- necesitamos descansar mucho si quiere marcharse dentro de unos días.

-¿unos días?. ¿he de quedarme tanto tiempo? Me gustaría irme a casa lo mas pronto posible.

-Debe aprovechar al máximo este tiempo, querido. En cuanto se vaya a casa, el bebé lo tendrá despierto casi todas las noches –se volvió hacia Henry y le quitó a la niña de los brazos- estoy segura de que su guapo marido lo relevará encantado, ¿verdad, papá?

-Desde luego – respondió el con rigidez, y se preguntó cuanto tiempo haría falta para realizar la prueba de paternidad y analizar los resultados.



Resultó que ninguno.

-un par de días –le informó el doctor, como si los padres nuevos le hicieran esa pregunta en todo momento- sospecho que algo menos si está dispuesto a pagar una tarifa extra al laboratorio.

Henry estaba dispuesto. Y también el laboratorio. Lo único que quedaba era que Zhoumi aceptara. Esperó hasta que su familia salió a cenar. Entonces llamó a la puerta.

-¿si? –dijo con voz suave

Él abrió y fue directamente a la cama

-tenemos que hablar –comenzó…y el resto de lo que pensaba decirle se le hizo un nudo en la garganta. Zhoumi se estaba cambiando en ese momento. Henry captó un vistazo del rostro encendido, del pecho color marfil y desvió la vista.- disculpa – comentó con voz ronca. Carraspeó al hablarle a la pared, y se dijo que no había nada en lo que había visto que tuviera que hacerlo sentir como si hubiera corrido diez kilómetros- volveré cuando estés… volveré

Se quedó apoyado en la pared del pasillo, tratando de no pensar en nada, pero le fue imposible. Las imagines de las cosas que tanto se había esforzado en olvidar se formaron en su mente. Zhoumi en sus brazos aquella noche. Su cuerpo, moviéndose bajo el suyo. Los gritos medio contenidos, los susurros.

Se pasó la mano por el pelo. Quería un cigarro, tanto que casi podía sentir el sabor del tabaco en la boca, lo cual era una locura, porque hacia años que no fumaba.

Al final una enfermera entró en la habitación, se llevó a la bebé que dormía. Henry irguió los hombros y regresó. Zhoumi estaba sentado en la cama, y él no decidió perder le tiempo en contarle porqué había ido.

-he arreglado que a primera hora de la mañana se realicen una pruebas.

-¿pruebas?

-Sí. Para demostrar la paternidad de la niña.

-No hace falta ninguna prueba –afirmó Zhoumi con ojos centelleantes

-Si son necesarias. No esperarás que acepte la responsabilidad sin ninguna prueba.

-Tienes razón –repuso con cortesía- no espero que aceptes la responsabilidad.

-Si le tienes miedo al procedimiento, es indoloro. Te sacarán un poco de sangre, eso es todo.

-¡maldita sea! ¿crees que por eso te…? –respiró hondo y juntó las manos en el regazo- no le tengo miedo a la prueba.

-Bien. Le diré al laboratorio…

-Pero no voy a hacérmela. No hay motivos afirmar la paternidad.

-Sí lo hay, si esperas que reconozca a la niña como mía.

-No lo espero. ¿no lo has descubierto todavía?

-Pediste que viniera, Henry.

-No. Donghae parece pensar que… dije tu nombre mientras estaba…sin importar lo que dijera, no “pedí” que vinieras.

Estaba tan sereno, tan contenido. Pero si el bebé era suyo, ¿Por qué no lo había llamado?
¿Qué clase de hombre querría mantener a un padre separado de su hija?

Pero si Zhoumi era capaz de mantener el control, también lo era él.

-No obstante aquí estoy. Y pretendo averiguar si lo que afirmas sobre esta niña es verdad.

-Yo no he afirmado nada.

-¿me estas diciendo que la niña no es mia?

Zhoumi lo miró fijamente. Sería tan fácil mentir… pero algún día la pequeña querría preguntar conocer los detalles de su nacimiento, y tendría derecho a saber la verdad.

-es mi hija –repuso con tranquilidad- la llevé en mi vientre. Yo la traje al mundo.

-Ese es un discurso encantador. Por desgracia aún no has respondido a mi pregunta.

-¿me creerías si lo hiciera? –se dejó caer sobre las almohadas- vete –pidió cansado- no quiero nada de ti.

-¿ni siquiera un cheque al mes, para la manutención de la niña? –cruzó los brazos y observó a Zhoumi con los ojos entornados.

-¿te he pedido algo?

-¿Cómo podrías? Ni siquiera ibas a contarme que estabas embarazado –hizo una mueca- ¿o pensaste que estaría mas impresionado si me presentabas a un bebé en vez de un vientre hinchado?

Zhoumi apartó la manta. Henry alargó el brazo para detenerlo, pero él se lo apartó de un manotazo

-¡no me toques! –había un abata de algodón en la silla. Se la puso y se levantó- no necesito tu ayuda con nada. Soy perfectamente capaz de hacer las cosas por mi cuenta. Puedo levantarme de la cama. Puedo caminar. Puedo hacer todo lo que me apetezca, y lo que me apetece ahora es que te pierdas de vista.

-Puedes querer lo que te plazca. Pero yo haré lo que deba. Si resulta que éste bebé es mío, haré lo correcto.

-¿si “resulta” ser…? –rio y cruzó los brazos- ¿Por qué no simplifico las cosas para los dos, Henry? ¿no crees que mi hija es tuya? De acuerdo. No lo es

Él había esperado esas palabras, pero ¿Qué significado tenían si le eran arrojadas como piedras?

-tu historia cambia de minuto a minuto –indicó, también cruzando los brazos- no he recorrido toda esta distancia para que juegues conmigo, Zhoumi. Tengo derecho a que se realicen las pruebas adecuadas.

“Dios, ¿Cuánto tiempo mas tendré que tolerar esto?”, pensó Zhoumi. Despreciaba a Henry Lau. Su ego. Su arrogancia. Su insufrible certeza de que el mundo giraba en torno a él.

Estar otra vez cara a cara con él, oírlo acusarle de mentir, ver como buscaba formas para evitar la responsabilidad de su propia carne y sangre, era la única prueba que necesitaba para confirmar que había hecho bien al no ponerse en contacto con él.

Cuanto mas pronto se lo quitara de su vida, y de la de su hija, mejor sería.

-¿has odio lo que he dicho? –Henry le tomo por los hombros- exijo una prueba de paternidad. Estoy en mi derecho

-¿tu derecho? ¿tu derecho? –rio y se soltó- tú no tienes derechos. Métete eso en la cabeza.

-Tu familia no estará de acuerdo.

-Mi familia no toma mis decisiones.

-¿le dirás eso a la niña cuando crezca? ¿Qué un hombre que dices que era su padre vino a pedirte que demostraras dicha paternidad y tu te negaste?

-Lo que le diré –repuso con frialdad- es que estará mucho mejor sin conocerte.

-No tengo porque suplicarte –entrecerró los ojos- preferiría hacerlo de forma callada, pero si te niegas…

-Me “he” negado. Lo que pasa es que te cuesta aceptar un “no” por respuesta.

-Un juez me concedería el derecho a esa prueba- con la cabeza indicó el teléfono- sino me crees, llama a tu hermanastro, el abogado. Estoy seguro de que lo confirmará.

Zhoumi lo miró largo rato. Luego se sentó en el borde de la cama.

-¿Por qué haces esto? –murmuró

-Te acabo de decir que quiero hacer lo correcto. Si esta niña es mia, quiero que se le eduque de manera apropiada. ¿le negarás eso?

-No le negaré nada. Es a ti a quien niego.

-Tú no eres quien debe realizar esa elección. Esta discusión se ha terminado. No te pido que te hagas el análisis. Te lo ordeno.

-Quizás tus ordenes san aceptadas por la gente con la que habitualmente tratas, pero yo no voy a aceptarlas –se levantó y dio un paso hacia él con los ojos encendidos- Lárgate –espetó con rabia. Henry no se movió y Zhoumi le clavó un dedo en el centro del pecho- ¡largate, maldita sea! ¡fuera!

Henry le tomó la muñeca y le atrapó la mano contra el pecho.

De pronto los pocos centímetros que los separaban parecieron cargados de electricidad. Pasaron los segundos y entonces Henry lo soltó y retrocedió un paso.

-vine porque pensé que tú me habías llamado –explicó con frialdad

-¿y si lo hubiera hecho? –el corazón le palpitaba con fuerza, y todo por el modo en que Henry le había mirado. Saber que aún podía tener ese efecto sobre él le enfurecía mas- ¿Qué habrías hecho entonces?

Pensó en como había soltado el teléfono después de hablar con Donghae, en como había corrido para informarle al piloto que preparara el avión…

-habría hecho exactamente lo que hago ahora –respondió- habría exigido respuestas.

-Ya te las he dado. Que no te gusten es tu problema.

-¿Por qué no te pusiste en contacto conmigo una vez que te enteraste del embarazo?

-¿para que? ¿me habrías creído mas que ahora? –los ojos le brillaron con desafío- para ti yo no soy nada, Henry, y tu nada para mi. Dejémoslo en eso.

-Si creamos un bebé juntos, eso cambia la ecuación.

-Re…reconozco que pensé en llamarte, pero…

-¿pero?

-Pero…-titubeó, recordando la conmoción que experimentó al descubrir que estaba embarazado, el momento en que quiso descolgar el teléfono y el reconocimiento de la imposibilidad de decirle a un hombre que no conocía, que vivía a miles de kilómetros, que le había dado la espalda sin mirar nunca atrás, que esperaba un hijo suyo- Pero –continuó encogiéndose de hombros- me negué a ello. Tu y yo… somos desconocidos. No podía recurrir a ti en busca de ayuda.

-Desconocidos que se juntaron y crearon un bebé –dijo con frialdad- eso es lo que te gustaría que creyera, ¿no?

-¡es la verdad!

-¿lo es? –se encongió de hombros, fue a la ventana y apoyó la espalda en la pared- un análisis determinará eso.

Zhoumi se sentó otra vez en la cama y se pasó las manos por el pelo. Henry estaba volviendo su mundo del revés, pero tenía razón. Su hija tenía derecho a la misma verdad que buscaba Henry. Era él quien estaba siendo egoísta, no Henry. Alzó la vista.

-de acuerdo –musitó- me haré el análisis y permitiré que se lo hagan a mi hija –Henry asintió despacio sin revelar lo que pensaba- lo haré porque es verdad que ella tiene derecho a conocer el nombre de su padre, y porque no mentiría en algo así.

Henry emitió una risa desagradable.

-claro que lo harías, querido. Eres un hombre acostumbrado a su libertad, y ahora tienes una hija no planeada en tu vida. ¿Qué le sucedería a esa vida si tienes que dedicar los días a trabajar y las noches a estar en casa meciendo una cuna? –esbozó una sonrisa de depredador- los dos sabemos que puedo cambiar eso.

Zhoumi se apoyó en la almohada. La bata se le abrió; vio que los ojos de Henry se posaban en su pecho. Quiso cerrarse la bata, pero supo que de algún modo eso le daría una ventaja.

En su lugar, juntó las solapas despacio como si se hallara solo.

-te equivocas. En todo.

-¿de verdad? –con las manos en los bolsillos, caminó hacia él- ¿en qué?

-No llevo el tipo de vida que crees que llevo. Y tengo un trabajo. Una carrera. Gano un buen sueldo.

-Quieres decir que tenías una carrera

-¿perdona?

-Ahora eres padre

-¿y?

-Que tu carrera ha terminado

Zhoumi sonrió. Era la primera vez que reía en mas tiempo del que recordaba, y fu grato

-es posible que nadie te lo haya indicado, pero estamos en el siglo veintiuno. Los padres como yo trabajan y crían hijos al mismo tiempo. Estoy convencido de que para ti es algo nuevo pero…

-lo hacen aquellos que no tienen mas remedio. Los que disponen de una elección, no lo hacen.

-Entonces es magnifico que yo tenga una alternativa.

-Tu seguridad resulta divertida, querido –se detuvo junto a la cama- aunque estás seguro de todo. De esta niña por ejemplo.

-¿volvemos a eso? –repuso cansado Zhoumi- he dicho que me haría la prueba…

-Solo estuve contigo una vez. ¿sabes que probabilidades hay de quedarte embarazado de un solo encuentro? –experimentó un tic en la mandíbula- viniste a mi de la cama de otro hombre. Te prometo que lo lamentarás si se trata la hija de tu amante e intentas utilizarme, una vez mas, para hacer lo que desearías que él hubiera hecho.

-Te odio –susurró Zhoumi. Sintió lagrimas en los ojos y se las secó con el dorso de la mano- ¡maldito seas, te odio!

-No es lo que me dijiste aquella noche –expuso con frialdad- no mientras me encontraba dentro de ti.

Bajó la cabeza y lo besó, aplastándole la boca mientras metía la mano en su pelo y le alzaba la cara. Zhoumi emitió un sonido suave, mitad protesta, mitad algo que pudo ser una rendición. Eso hizo que toda la sangre de Henry se concentrara en su entrepierna y se apartó, odiándose a los dos por el cruel capricho del destino que los unía.

-¡miserable…canalla! –exclamó Zhoumi.

Henry pensó que tenía razón, que era exactamente lo que lo acaba de llamar, y que estaba allí porque se encargaría de que su hija, si lo era, llevara su apellido.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...