Una hora mas tarde se encontraba otra
vez en la cama, con el cabello aun húmedo por el baño
Henry le rodeó con un brazo y lo
acercó
-Cada día que pasa estás mas hermoso.
-Quien lo está es nuestra pequeña
-sonrió.
-Si –le besó el pelo- Es verdad.
Nuestra pequeña va a ser hermoso como su appa –suspiró- Lo cual significa que
tendré problemas
-¿Por qué?
-Porque sospecho que seré el tipo de
padre que someterá a interrogatorio a cualquier posible pareja. Querré saber
cuales son sus intenciones, si bebe, adónde lleva a mi hija, a que hora la
traerá a la casa.
-He oído hablar de padres como tú -rio
-¿Tu padre no era así cuando empezaste
a salir?
-No estaba presente –suspiró y apoyó
una mano en el corazón de su marido- Por ese entonces mis padres ya se habían
separado
-No lo sabía
-Bueno, nunca hemos hablado sobre
nuestras circunstancias
-No
-aceptó tras un segundo-, es verdad. Me sorprende, Zhoumi. Tus padres se
divorciaron, te educaste sin padre… eso debió hacerte mas…-calló
-¿Mas que? –apoyó la cabeza sobre una
mano y lo miró
-Mas receptivo a casarte conmigo
-Querrás decir que receptiva a recibir
la orden de casarme contigo –lo dijo con ligereza, en broma, pero sintió que
Henry se ponía rígido
-No tuve elección
-Sé que es lo que creías en ese
momento –parte d la felicidad que le embargaba se desvaneció-, pero…
-Es lo que sabía, lo que sigo sabiendo
–quitó el brazo de debajo suyo. Se sentó y casó las piernas por el costado de
la cama- ¿Cómo pudo alguien que creció sin padre desearle el mismo destino a su
hija?
También Zhoumi se sentó. Se cubrió con
la sabana. La voz de Henry se había vuelto distante y acusadora
-Habría sido un error para mis padres
haberse quedado juntos.
-Estoy convencido que en el círculo
norteamericano es una actitud miy moderna y loable, pero….
-¿En círculos norteamericanos?
–recogió la bata que estaba al pie de la cama- ¿Y eso qué se supone que
significa?
-¿Requiere una interpretación? –se
puso de pie, fue al vestidor y sacó unos calzoncillos blancos de seda- Hacen
falta dos personas para tener un hijo, y dos para criarlo
-No siempre. Si los padres no se aman…
-El amor no siempre es necesario en un
matrimonio –dijo con frialdad- Si las personas son adultas, pueden llegar a un
acuerdo.
“El amor no es necesario”. Las
palabras resonaron en la cabeza de Zhoumi. Sintió como si en lo mas hondo de su
ser temblara.
-Te refieres a como hemos hecho
nosotros
Henry pudo sentir que estaba furioso,
aunque no supo el por qué. Era él quien tenía derecho a estarlo. Los dos habían
crecido sin padre. Zhoumi debería haber entendido la inmoralidad de tratar de
mantenerlo alejado d su hija. Pero lo había convertido en el villano, en un
hombre que había tenido que forzarlo a hacer lo correcto.
Pero todo eso había quedado a atrás.
Estaban casados, y para sorpresa de él, se sentían felices juntos. Les gustaban
las mismas cosas, disfrutaban de la compañía del otro, fuera y en la cama. ¿Qué
mas hacía falta, excepto por la ciega certeza que había tenido su madre de que
el amor debería haberlo sido todo?
No lo era, su matrimonio era prueba de
ello. ¿Es que Zhoumi era incapaz de verlo por sí mismo?
Respiró hondo y se volvió para
mirarlo. Estaba pálido, aunque los ojos le brillaban; comprendió que se sentía
dolido, no enfadado.
-Sí –corroboró-, como hemos hecho
nosotros. Nuestro matrimonio es un éxito, ¿No? –Zhoumi no respondió. Henry
carraspeó- Quizá debería contarte que yo también crecí sin padre.
-¿Sí?
Él se puso unos vaqueros y una camisa
-Si –se pasó la mano por el pelo
–Quizá tendríamos que discutirlo
-¿Qué?
-Ya sabes. Nuestras infancias
-Si tu quieres –cruzó los brazos
-Podría ayudarte a comprender por que
es tan importante para mi que Josephine…Josie, crezca con un padre –abrió la
puerta de cristal que daba a la terraza y salió, Zhoumi titubeó y lo siguió- A
veces pienso en ella de esa manera. Como mi Josephine
-“Tu” Josie. Es evidente que crees que
dirigirlo todo –sonrió con cierta tensión- Ya lo has mencionado, pero yo no le
puse a mi hija Josephine
Henry lo miró un segundo y luego
observó el rancho
-Sí se lo pusiste
-Bauticé a mi hija “Josie”
-Nuestra hija. Y fue una elección
fortuita, Josephine es un nombre canadiense y así se llamaba mi madre
Era lo último que se esperaba que
dijera. Lo observó un momento. Luego se sentó en una de las mecedoras que
habían en la terraza.
-Nunca has mencionado a tu madre
–manifestó despacio
-Y tu nunca has mencionado a tu padre
–se apoyó en la pared y carraspeó- Mi madre era bailarina.
-¿En canadá?
-No. Sus padres vinieron aquí antes de
que ella naciera. Era taiwanesas. Tenía sueños de bailar sobre un escenario,
pero…-se encogió de hombros- No funcionó. De modo que bailó en clubes, en
Taipei –frunció el ceño y metió las manos en los bolsillos- Allí es donde
conoció a mi padre.
-¿Cómo era él?
-Un hijo de puta arrogante y egoísta
–hizo una mueca- En cuanto supo que mi madre estaba embarazada, la abandonó
-Oh
-Sí, “Oh” –sacó las manos de los
bolsillos y cruzó los brazos- Ella trató de ponerse en contacto con él…lo
amaba. Pro él no quería saber nada de ella o del niño que esperaba
-¿Tu madre te crió sola?
-Sí. Y durante los pocos años que
vivió, no paró de decirme lo mucho que amaba al hombre que había sido mi padre,
hasta que lo odié tanto como ella lo amaba, porque, ¿qué se podía amar de ese
hombre que no había abandonado? –con el mentón indicó el territorio abierto-
Todo esto era suyo
-Entonces ¿él cambió de parecer? Debió
de hacerlo, si te dejó esto…
-No me dejó nada –emitió una risa
amarga- perdió su fortuna y murió con los bolsillos vacíos y con el rancho en
ruinas –se irguió y le miró con ojos centelleantes- Yo lo compré con mi sudor,
creé todo lo que ves, convrtí su fracaso en mi éxito…
-Henry –se levantó y fue hacia él.
Alargó la mano, titubeó, y la apoyó en su brazo- Henry, lo siento tanto…
-No lo sientas –se apartó- No admiro a
los hombres que gimen. Solo te conté la historia porque a veces, cuando miro a
Josephine, a Josie, pienso en lo que podría haber sido su vida, en lo que
podría haber sido la tuya…
-¡No! Yo fui mucho, mucho mas
afortunado que tu madre. Tenía una carrera. Josie y yo habríamos estado bien.
-No sin un padre para ella, ni un
marido para ti
Quiso replicarle por la arrogancia de
ese comentario. Pero se dijo que debía recordar lo mucho que lo había herido en
la vida
-Podrías tener razón –musitó- También
en eso fui mucho mas afortunado que tu madre. El hombre que me dio a mi hija es
un buen hombre. Un hombre decente. No me dio la espalda. Se casó conmigo.
-Haces que suene como un sacrificio,
querido.
Lo miró a los ojos, temeroso de
formular la pregunta
-¿No lo fue?
-No. Me alegro de haberme casado
contigo
-¿De verdad? –inquirió con una sonrisa
-Por supuesto. Era lo correcto
“Lo correcto”. Sintió el implacable
aguijonazo de las lágrimas. “Estúpido”, se reprendió “era un estúpido, Zhoumi”
-¿Lo sabe Mark? Me refiero a lo de tus
padres
-¿Mark? ¿Qué tiene que ver con esto?
-Dime si lo sabe
-Si .asintió- Se lo conté
cuando…cuando le pedí que se casara contigo. Consideré importante que conociera
la verdad
-Ah. Era importante que tu novio
conociera la verdad. Pero no yo. Tu esposo.
-Zhoumi –alargó la mano pero él se
retiró
-Y… y supongo que sabe que te casaste
conmigo porque era lo correcto, ¿no?
-No se adonde quieres ir a parar,
querido.
-¿Sabes? –respiró hondo- Quería
pedirte que dejaras de llamarme eso
-Que dejara de llamarte…
-“Querido” –esbozó lo que esperaba
fuera una sonrisa- Es tan…afectado. Me irrita
-Deberías habérmelo pedido antes
–indicó él con frialdad- Me había encantado complacerte
-Gracias. Y ahora, por favor, responde
a mi pregunta sobre Mark. ¿Le explicaste las circunstancias de nuestro
matrimonio?
-No hubo necesidad
-Pero sabe que nos casamos después de
que tuviera a Josie.
-Supongo. Cualquiera que sepa contar…
-Sí, tienes razón. Cualquiera que sepa
contar –respiró hondo- Es sorprendente que dijeras eso. Calvin solía decir lo
mismo
-Calvin –repitió Henry con voz
apagada. Lo miró como si hubiera perdido la cabeza
-Calvin –corroboró con una sonrisa- Te
acuerdas de él, ¿no es cierto?
-Si –un músculo se contrajo en la
mandíbula de Henry- lo recuerdo bien, ¿Qué tiene que ver con esto?
-Oh nada. Acabo… acabo de recordar que
en una ocasión estábamos en la cama, hablando, ya sabes, como hablan las
personas después del sexo, y le mencioné a alguien que conocía que de pronto
había decidido casarse, y Calvin contó nueve meses con los dedos y… -gritó
cuando las manos de Henry se clavaron en sus hombros- ¡Me haces daño!
-¿Cómo te atreves a contarme lo que
ese… ese hombre y tú hablabais en la cama? –lo sacudió- ¿Crees que quiero
oírlo? ¿Careces de vergüenza, o de respeto?
-No se que es lo que te molesta tanto.
Calvin es historia –hizo una pausa- Es mas historia que tu dulce novio.
-¿Mark?
-Mark. Quien viene a visitarnos, a
tomar un café, te telefonea mil veces en el dia. Con quien te encierras en tu
despacho, con quien…
Henry soltó unas palabras en taiwanés,
levanto las manos de los hombros de Zhoumi y se apartó
-No entiendo lo que está pasando. Mark
ya no figura en mi vida
-Tampoco Calvin
-Puede que no esté en tu vida –lo miró
con frialdad-, pero su nombre sale de tus labios
-Es natural. Fue… fue alguien
importante para mi. Por ejemplo, cuando hablas de lo mucho que te gusta el
futbol y de lo mucho que he de aprender a conocerlo, yo pienso en…pienso en
Calvin. Quiero decir, a él le apasionaba el futbol…
Calvin no habría sabido reconocer una
pelota de tenis de una de futbol, y jamás pensaba en él, como nunca habían
estado en la cama hablando de algo. Estaba enamorado de su marido y Henry
estaba enamorado de un antiguo código de honor, y probablemente del hombre con
el que aún lamentaba no haberse casado.
-Doy por hecho que lamentas haberte
casado conmigo y no con tu antiguo amante
-Vaya pregunta. Recuerda que no me
diste muchas alternativas, Henry.
-Hice lo correcto…
-Si dices eso una vez mas –cortó con
voz temblorosa-, voy a… voy a tirarte algo
-Quizá –el rostro de Henry se
ensombreció-, quizá hoy hemos hablado mas de lo que deberíamos
-Quizá deberíamos haberlo hecho antes
-Zhoumi, se que esto no ha sido fácil
para ti. Me refiero al cambio de tu vida… -se detuvo y lo miró, a la espera de
que le manifestara que se equivocaba, pero no lo hizo.
-Tienes razón no lo ha sido. Vivir
aquí, en mitad de ninguna parte, lejos de mi casa, de mis amigos…-contuvo un
sollozo, deseando echar de menos su casa, sus amigos, deseando no haber llegado
a amar ese sitio ni a ese hombre- Pero tu nunca te detuviste a pensar en ello
-¡No tuve elección!
-¡No me grites, maldita sea!
-No grito –bramó- Hablo, y te recuerdo
que fuiste tú quien nos trajo a este punto. Ese… ese adorado amante tuyo te
abandonó
-¿Y?
-Te quedaste tan angustiado que te
fuiste a la cama conmigo
-¡No!
-Ah. Perdona por malinterpretar los
detalles. Quizá quieras refrescarme la memoria, querido. Nos conocimos. Tu no
tenia nada en la mente excepto la fiesta y divertirte todo lo posible, de modo
que te fuiste a la cama con el primero que tropezaste.
-¡Eso no es verdad!
-¿No? Bueno, entonces probemos con
otra cosa. Nos conocimos. Estabas borracho. Y debido a eso irte a la cama con
un desconocido parecía…
Lo abofeteó. Henry le agarró la
muñeca, le dobló el brazo a la espalda y lo pegó a su cuerpo
-Era infeliz –a Zhoumi le tembló la
voz; lo miró a través de las lagrimas, desafiante- Lo sabes
-¿Lo bastante infeliz como para irte a
la cama con el primer hombre que te lo pidiera?
-¡No! No fue así. También lo sabes. Lo
que pasó entre nosotros, entre tú y yo, fue diferente
-¿De verdad?
-Si lo fue.
Henry lo miró un rato, esperando que
dijera más, que le contara que irse a la cama con él había sido diferente
porque… porque “había sido” diferente
Sintió un nudo en el estomago.
¿Por qué había sido diferente? ¿Iba a
hablarle de amor? ¿Iba a decirle que lo amaba, o que él le amaba? No. No
existía ninguna emoción como el “amor”. Y si él le contaba a Henry que lo
sucedido entre ambos era amor, le diría…le diría…
-¿En que es diferente? –insistió
Henry, y odió la frialdad de su voz, ero pronto supo que la respuesta de Zhoumi
sería la mas importante de su vida- Dime, ¿en qué fue diferente hacer el amor
conmigo?
Zhoumi soltó del apretón a Henry. Se
irguió con los sueños destrozados a sus pies.
-Fue diferente –afirmó, porque lo
único que le quedaba era el orgullo, y la mentira que le permitiría
mantenerlo-, porque me dejaste embarazado.
Una pálida luz de sol, demasiado débil
para darle vida a las hojas otoñales, se filtraba a través de los árboles de
Central Park y apenas penetraba por las ventanas de la habitación de invitados
en el ático de Donghae en la ciudad de Nueva York.
El cuarto, por lo general brillante y
alegre, parecía lleno de una atmósfera sombría.
Donghae, que acababa de llegar,
permaneció un momento en el umbral, observando a Zhoumi. Su hermano se hallaba
sentado en un sillón de terciopelo azul con Josie en brazos. Intentaba
alimentarlo con poco éxito.
Se llevó una mano a su propio vientre
hinchado. Luego sonrió, entró en la habitación y encendió una lampara.
-Está tan oscuro como una mazmorra
–comentó de buen humor. Se acercó a la ventana, apartó las cortinas de
terciopelo azul y encendió otra lampara. Miró a Zhoumi, pero estaba centrando
toda su atención en la pequeña. La niña emitía grititos irritados. Su hermano
tenía todo el aspecto de creer que había fallado como appa- ¿Zhoumi?
-¿Hmmm?
-Cariño, ¿por qué no pruebas con un
biberón?
-Ya tomó uno esta mañana
-Bueno, pero si tienes algunos
problemas…
-No tengo problemas. Solo paso por una
fase en la que las cosas requieren mas
tiempo. Es perfectamente normal.
-El libro dice…
-Sé lo que dice –acomodó a la bebé en
sus brazos- Lo compré yo, no lo olvides
-Claro, pero… -al ver que su hermano
lo miraba con los ojos entornados, se dijo que lo mejor era ser diplomático-
Quiero decir, sé que sabes lo que pone el libro, pero que es posible que te
saltaras algunas parte, o que malinterpretaras…
-No me lo creo –miró con ojos
centelleantes a su hermano- ¿Lees un libro sobre bebés, el tuyo aún no ha
nacido y zas, ya eres un experto?
-Zas, soy tu hermano –indicó con
paciencia- Te quiero y quiero a mi sobrina
-¿Y?
-Y que deberías dejar de mirarme como
si quisieras asesinarme. Ya estás bastante estresado…
-No lo estoy
-…bastante estresado sin que te
irrites conmigo
-¿Acaso sueno irritado?
-No –repuso Donghae con contundencia-,
pereces idiota –al cuerno la paciencia y la diplomacia. Alzó los ojos al techo
en un ruego silencioso para mantener la serenidad- Cariño, lo siento. No eres
idiota. Lo soy yo por hostigarte.
-No, no lo eres –negó Zhoumi con voz
trémula- Tienes razón. Ven a tener al bebé, ¿quieres?
Donghae cruzó la estancia y tomó a
Josie en brazos.
-Esta es mi chica –alabó, pero la
pequeña solo estaba interesada en comer- Oh, cariño, el tío Hae no puede ayuar…
-¿El tío Hae? –Zhoumi sonrió
-Bueno, no veo que un bebé se pueda
poner a decir “tío Donghae…” Es grato verte sonreír, hermano
-Sí –Zhoumi se puso de pie- Muy bien
–dijo con energía-, vayamos a buscar la cocina en éste ático y preparar un
biberón a Josie.
-Te creerías que éste lugar es mas
pequeño que el palacio de Hyukjae? –sonrió Donghae y le pasó la bebé para ir a
prepararle la comida.
-Perdón. ¿Sr. Zhoumi? –la niñera de
Josie a pareció después de que la pequeña hubiera terminado el biberón- Si le
parece bien, iba a llevarme a la niña arriba.
Zhoumi asintió. La pequeña se había
quedado dormida. Le besó la cabecita y con cuidado se la entregó
-Ha estado un poco inquieta; es
posible que despierte
-Si señor
-En ese caso…
-En ese caso –indicó la niñera con
educación- , lo llamaré de inmediato
-Gracias –Zhoumi suspiró
Donghae se puso a preparar café.
Zhoumi sacó la leche de la nevera y azúcar del armario. Minutos mas tarde, los
hermanos se sentaban el uno frente al otro
-Buen café
-Es mi único talento culinario –
Donghae sonrió
-Hmmm –bebió un poco mas- Recuerdo
aquellas galletas que solías hornear cuando éramos pequeños.
-Yo recuerdo que solías hablar de todo
antes que hacerlo de lo que te inquietaba. Parece que algunas cosas nunca
cambian
Zhoumi se ruborizó, dejó la taza y
juntó las manos sobre la mesa
-No me inquieta nada
-Dejaste a tu marido
-Dejé a un hombre con el que nunca
debí casarme
-¿Sí?
-Sí
-Donghae se reclinó y junto los brazos
-Si no debiste casarte con él…
-No
-Entonces, ¿Por qué lo hiciste?
-Zhoumi rió. Se levantó para servirse
mas café. Su hermano movió la cabeza con resignación.
-Yo no puedo. Demasiada cafeína para
el principito.
-Ya sabes que será?
-NO, pero no me cambies el tema, ¿en
que iba?
Zhoumi se sentó y le sonrió a su
hermano
-No lo sé
-Decía que no me das la impresión de
ser una persona que se casaría con un hombre con el que no quisiera casarse
-Bueno pues lo hice. Pero al final
abrí los ojos y me dí cuenta de que no iba a dejar que arruinara el resto de
mi…el resto de mi…
-¿Estas llorando?
-No – las lágrimas caía por su cara-
¿Por qué iba a llorar? –dijo, hundiendo la cara en las manos
-Mimi –Donghae fue a su lado y la
abrazó- Dime que ha pasado, por favor. ¿Cuándo después de la boda comprendiste
que habías cometido un error?
-Lo supe nada mas aceptar casarme con
él
-Pero mientras vivías en el rancho
debí hablar contigo una docenas de veces. Al principio sonabas desganado.
Supuse que era debido a postparto –acercó una silla y se sentó- Pensé en
hacerte una visita sorpresa, pero después de un mes…
-Seis semanas –sacó unos pañuelos de
papel- Seis semanas y una noche –se sonrojó. Donghae lo miró y también se
ruborizó
-De acuerdo –se aclaró la garganta-,
después de seis semanas y una noche, sonabas…sé que me dirás que estoy loco,
pero sonabas como si nunca hubieras sido mas feliz.
-Soy un buen actor
-Eres un actor espantoso, como yo.
-De acuerdo. Era feliz. Mas o menos
-¿Y?
-Y luego no lo fui. Y dejé a Henry
Donghae le tomó la mano
-¿Eso es todo? ¿Fuiste feliz, luego
dejaste de serlo, hiciste las maletas y te fuiste?
-Si –respondió Zhoumi, secándose la
cara- Él no me ama –sollozó
-Bueno –comentó Donghae con cautela-
¿y te amaba cuando te pidó que te casaras con él?
-No me lo “pidió”, me chantajeó. De lo
contrario, jamás habría aceptado.
-Ajá
-¿Ajá que?
-Ajá, yo tenía razón. Le dije a Hyuk
que algo no funcionaba. Quiero decir, mama hizo que sonara como una gran
aventura romántica. El intrépido taiwanés y el hermoso americano se conocen en
Espada, pasan una noche de pasión, continúan su aventura en Nueva York…
-No lo hicimos. La noche de pasión en
Espada fue todo. Henry inventó el resto para hacer que mamá le resultara más
fácil.
-Imaginé que se trataba de algo
extraño como eso, que quizá te lo habías inventado para aplacar la sensibilidad
maternal de mamá. Tú y yo hablamos por teléfono, comimos juntos, y ni una vez
mencionaste una relación con Henry Lau.
-Amenazó con llevarse a Josie si no me
casaba con él
-¿Qué? ¿Cómo habría podido hacer eso?
-Tenía papeles. Documentos legales.
Dijo que tenía contactos…
-Que rata
-Así que no me quedó mas elección. Y
la siguientes seis semanas, vivimos… vivimos una especie de tregua armada.
Habitaciones separadas, vidas separadas. Y entonces… y entonces sucedió algo, y
todo cambió; comencé a ver que no era el hombre frío e insensible que había
creído, y… y me enamoré de él. Quiero decir que pensé que me enamoré de él,
porque no fue así. ¿Por qué alguien iba a enamorarse de alguien que no lo ama?
-No lo sé –musitó Donghae- Intenta
explicármelo.
-Sexo –respondió con voz temblorosa-
Fue sexo, eso es todo.
-Si dos personas son realmente
afortunadas, el sexo puede ser una maravillosa afirmación del amor
-Bueno, pues no lo fue. Fue
simplemente… -se mordió el labio- De acuerdo –susurró- Me enamoré de él. Jamás
creí que podría amar a un hombre como amé a Henry. Pero él no me amaba. Se casó
conmigo por Josie. Solo por Josie.
-Tú te casaste por el mismo motivo
Zhoumi aporreó la mesa con la mano y
se puso de pie un salto
-¿Es que no estás escuchando? Me casé
con él porque no tuve otra elección. Y yo no lo amo, ya no. Odio a Henry. Lo
desprecio. ¡Siempre lo despreciaré!
-Aguarda –pidió al verlo salir de la
habitación- Zhoumi…
-Déjalo ir –comentó Hyuk- Necesita
estar solo durante un rato –Donghae volvió y vio a su marido en la puerta que
conducía al comedor- Es un lío clásico, ¿verdad?
-Sí –convino, y se lanzó a sus brazos,
lo besó y se preguntó por qué daba la impresión de que ninguno de los hermanos
Wang podía conocer a un hombre, enamorarse y vivir feliz para siempre sin tener
que pasar por el tormento del infierno.
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