Zhoumi estaba sentado en un sillón de
terciopelo azul, con las piernas recogidas y los brazos alrededor de las
rodillas, mirando por la ventana.
La noche había capturado la ciudad.
También en casa reinaría la noche, pero allí sería diferente. En Strings no
había farolas ni ruido del tráfico. El cielo estaría negro y lleno de
estrellas.
¿En casa? ¿En que pensaba? Ya estaba
en casa. Se encontraba en Nueva York. Echó la cabeza hacía atrás. El problema
radicaba en que se hallaba cansado, emocional y físicamente. Hasta Henry había
comprendido al final que su lugar estaba allí. De lo contrario, ¿Por qué lo
habría dejado marchar?
Después de la pelea, no había dedicado
un minuto a considerar si se lo permitiría. Lu único que había sabido era que
lo iba a abandonar y que no podría detenerlo. Lo que había sentido por Henry,
todo el amor, se había transformado en un odio tan amargo que había temblado de
furia mientras guardaba sus cosas y las de Josie.
Casi había acabado cuando oyó el
portazo. El corazón se le aceleró al escuchar a Henry subir las escaleras.
Abrió la puerta del dormitorio y llenó el umbral con su cuerpo y su furia.
-¿Qué crees que estás haciendo?
–exigió
-¿A ti que te parece? –aunque tenía el
corazón desbocado, habló con calma- Te dejo
-No lo harás –cerró con el pie.
-Si –se volvió y lo miró: en su cara
vio furia- Será mejor que no intentes detenerme.
Henry avanzó hacia él, cada paso que
daba era una amenaza. Zhoumi deseó huir, pero se obligó a aguantar, pasó a a su
lado y bajó de un golpe la parte superior de la maleta.
-Eres mi esposo
-No por mucho tiempo –afirmó, yendo
hacia el armario- Cuando esté en casa…
-Estás en casa
-En cuanto esté en Nueva York, voy a
iniciar los trámites del divorcio
-No lo permitiré
Zhoumi observó y rio
-¿Qué no lo permitirás? No necesito tu
permiso para solicitar el divorcio
-Lo necesitarás para obtenerlo, y no
te lo daré
-Ya veremos
-Además, esta discusión no tiene
sentido. No te pienso permitir dejar esta casa
-¿No? –Zhoumi se volvió hacia él con
una ira que era casi palpable- ¿Qué harás Henry? ¿Encerrarme en tu habitación?
¿Encadenarme a la pared? Te dejo. Cuanto mas pronto lo entiendas, mejor.
Él cruzó los brazos y lo miró con ojos
tan fríos que bien podrían haber sido de hielo.
-Muy bien. Vete. De todos modos, no te
quiero
-No –corroboró Zhoumi- Nunca lo has
hecho
-No me digas lo que he deseado, Zhoumi
–indicó con los ojos entornados
-Solo te estoy diciendo la verdad,
pero tienes razón, nada de eso importa ya. Me voy, y me llevo a mi hija
conmigo.
-¡No lo harás! Josephine es mia
-Se llama Josie, y soy yo quien la
trajo al mundo. Se marcha conmigo –le dio la espalda, agarró un puñado de cosas
de la cómoda, abrió la maleta y las arrojó al interior- Soy ciudadano de lo
Estados Unidos de América. Y también lo es Josie.
-Josephine también es ciudadana
taiwanesa
-No pienso discutir eso. Josie se va
conmigo. Si intentas impedirlo, llamaré a mi embajada.
-Llama a quien quieras. estamos en
Taiwán, y eres mi esposo
-Estamos en el siglo veintiuno, y si
crees que voy a dejar a mi hija con un hombre que carece de corazón, estás
loco.
-Tengo corazón
-No tienes uno que funcione –afirmó
con frialdad mientras cerrada las dos maletas- Apártate de mi camino, por
favor. La niñera está preparando a Josie y el avión no tarda en llegar.
-¿Qué avión?
-Llamé a Hyuk. Tu amigo, Lee Hyukjae
–esbozó una sonrisa tensa- O quizá debería decir a mi cuñado. No se porque
tardé tanto tiempo en darme cuenta de que probablemente él tenga mejores
contactos que tu.
-¿Has involucrado a alguien de fuera
en lo nuestro?
-No de fuera, te lo acabo de decir, es
familia. Le comenté a Hyuk que quería ir a casa y me dijo que me enviaría su
avión. Si no subo a él, con Josie, sabrá que tu me lo pediste físicamente.
No añadió que Hyuk había afirmado que
parecía haber perdido la cabeza. Que le enviaría el avión, pero que esperaba
que supiera lo que hacía.
-¿Es eso lo que quieres? –preguntó
Henry con disgusto mal disimulado- ¿Convertir esto en una batalla? ¿En un
escándalo que involucre a todo el mundo? ¿En una guerra en la que no habrá
vencedores?
-Haré lo que sea necesario para alejar
a mi hija de ti –caminó hacia él con la cabeza erguida- Te gusta soltar discursos
sobre lo que es correcto, sobre las obligaciones y las responsabilidades. Pero
jamás hablas de las cosas que realmente importan, las cosas que quiero que mi
hija entienda. Cosas como el amor.
-No existe –afirmó con una mueca
-No- convino con lágrimas en los ojos-
En ti no. Por eso te dejo, y me llevo a mi hija conmigo
Se observaron en silencio. Luego
Zhoumi dio media vuelta, cruzó los brazos y miró por la ventana
-Te agradecería –dijo como si hablara
con un desconocido-, que me permitieras llevarme a la niñera de Josie.
Henry no contestó. Zhoumi se volvió y
durante un momento lo que dio en sus ojos estuvo a punto de impulsarlo a correr
hacia él, pero desapareció al instante, y supo que había visto lo que deseaba
ver, no la realidad
-Pasaré tiempo con mi hija siempre que
lo desee
-Ya repasaremos los detalles –soltó el
aire contenido. Iba a dejarlo marchar
-Siempre que lo desee –repitió él- ¿Lo
entiendes, Zhoumi? Si intentas mantenerme alejado de ella…
-No te aislaré de la vida de Josie
–musitó-, no por tus amenazas, sino porque tienes razón en una cosa. Ub bebé
debería tener a sus dos padres. Y se que a tu propia manera, amas a nuestra
hija –respiró hondo- Te enviaré mi dirección y número de teléfono en cuanto me
asiente. Por ahora estaré con Donghae y Hyukjae. Llama siempre que quieras ver
a nuestra pequeña y lo arreglaré
-¿Arreglar?
-Si. Para que nosotros no tengamos que
vernos. No quiero volver a verte jamás, Henry –había dicho con voz quebrada-
Nunca, ¿lo entiendes?
Henry había guardado silencio;
únicamente lo había mirado como si nunca antes lo hubiera visto. Zhoumi le
había dado la espalda, ya que no quería que viera las lágrimas que corrían por
su cara.
-¿Zhoumi? –susurró- Contesta una
pregunta. Este… este “amor” del que hablas tanto, ¿imaginaste alguna vez que
podrías haberlo sentido por mi?
Zhoumi no había podido responder, no
sin derrumbarse. Pasado un rato, oyó que Henry abría la puerta y salía al
pasillo y fuera de su vida.
Mientras lo rememoraba, se levantó del
sillón de terciopelo, fue a la ventana y apoyó la frente contra el cristal
-Oh Henry –murmuró- Henry, ¿no lo ves?
Siempre te amaré. Siempre, mientras viva.
Comenzó al llorar. Pasado un rato,
cuando ya no le quedaron lágrimas, se tumbó en la cama y se acurrucó. Se quedó
dormido por agotamiento; y despertó porque se dio cuenta de que quería pedirle
un favor a Hyuk
Una cosa que Henry nunca tendría que
saber. Una cosa que no le debía a él
sino al niño que una vez había sido…
Al hombre que había perdido pero que
siempre amaría.
Lee Hyukjae, que aún ostentaba los
títulos honoríficos de León del Desierto y Señor del Reino, a pesar de que en
su tierra natal ya no había un trono imperial, miró a su invitado sentado al
otro lado de la mesa.
Henry había llegado al aeropuerto hacía
una hora. Hyuk lo había ido a recoger y llevado allí, a su club. Si en todo ese
tiempo había intercambiado una docena de palabras, era mucho. Y de ellas, como
mínimo diez las había pronunciado Hyuk. Henry únicamente parecía capaz de decir
sí o no.
En ese momento decidió que ya era hora
de ir al rescate del camarero que les ofrecía los platos del día.
-Solomillo para mi. ¿Henry, que te
apetece a ti? El solomillo, también –se apresuró a decir- Los dos en su punto,
acompañados de ensaladas verdes, patatas asadas…. ¿Te parece bien, Henry?
El otro gruñó. Hyuk lo tomó como un
sí, asintió en dirección al camarero, añadió que agradecerían dos Whiskey.
-Sin agua –indicó Henry
Las bebidas llegaron en tiempo record.
Hyuk casi sonrió. El camarero parecía no querer correr riesgo alguno.
-Por la amistad –brindó Hyuk
Henry asintió, se bebió casi todo el
Whiskey, miró alrededor en busca del camarero y señaló la copa.
A Hyuk eso no le gustó. Henry iba a
beber durante el almuerzo y a mantener un silencio pétreo, cuando la misión de
Hyuk era de búsqueda de respuesta. Eso era lo que le había pedido su esposo. De
hecho, era lo que también él quería hacer.
-Y bien –comenzó con entusiasmo-,
¿Cómo fue tu vuelo?
Henry lo miró como si hubiera perdido
la cabeza.
-largo –gruñó- El tiempo despejado,
sin incidente, a veinticinco mil pies todo el trayecto. ¿Quieres saber algo
mas?
Hyuk suspiró, negó con la cabeza y
bebió un trago. “Al menos se ha explayado algo”, pensó. Con un suspiro,
reflexionó que esa era una de las principales diferencias entre muchas personas
Algunos con un problema importante se
lo guardarían en su interior, mientras que otros hablarían y hablarían.
Era lo que habían estado haciendo
Zhoumi y Donghae. Hablar sin parar. En la suite de invitados. En la cocina. En
el salón. En la terraza si el día no era muy fresco, y Lugo para rematarlo, por
la noche en la biblioteca. Su esposo y su cuñado no dejaban de hablar, a menos
que él entrara en la habitación. Entonces cerraban la boca y lo miraban hasta
que conseguían que sonriera nervioso, musitara unas disculpas y retrocediera
por la puerta.
Se terminó la copa, comprobó la de
Henry y le indicó al camarero que les llevara otras dos.
Miró a Henry, quien había apartado la
ensalada a favor de la copa. Lo imitó y le sonrió a su viejo amigo. Henry no le
devolvió la sonrisa, pero levantó la copa y la hizo chocar con la suya.
Los dos dieron unos buenos tragos.
Hyuk respiró hondo y se lanzó a romper el silencio.
-Muy bien, he tomado una decisión
–Henry lo miró- Puedes emborracharte, si lo deseas. Pero no puedes matar al
camarero. No creo que mi inmunidad diplomática nos proteja de eso.
-No estoy de humor –lo miró ceñudo
-Menos mal que me lo dices, porqué
creía que habíamos venido a pasar un par de horas de risa.
Henry frunció aún mas el ceño. Luego
sus labios mostraron lo que podría haber sido una sonrisa.
-Lo siento. Se que no soy muy buena
compañía
-Eh, amigo, ¿Por qué habrías de ser
diferente? Nadie es buena compañía estos días. Donghae va por la casa como si
yo fuera el enemigo solo por ser varón. Y Zhoumi se comporta como
si…-“!demonios!”- Olvídalo. Debe ser por el clima. Este otoño temprano…
-¿Qué ibas a decir de Zhoumi? –se
inclinó sobre la mesa- ¿está enfermo?
-No
-¿El bebé? ¿Está…?
-¡No! Quiero decir, sí, Josie está
bien. Los dos se encuentran bien. Simplemente…no quería mencionar a Zhoumi.
-Es mi esposo –se echó para atrás- Es
imposible no mencionarlo.
-Bueno, yo no quería…
-Si estuviera enfermo, querría saberlo
–recogió la copa, bebió y miró a Hyuk- Aunque ya no viviéramos juntos, querría
saber… -calló
-¿Henry? –pero en ese momento, cuando
su amigo alzó la vista, Hyuk quiso gemir. El ceño airado, la mirada
centelleante, habían desaparecido. Lo que veía grabado en el rostro de su amigo
era dolor- Oh –musitó. Buscó al camarero con la mirada e hizo gesto en el aire-
larguémonos de aquí –pero Henry se le había adelantado. Ya había arrojado un
billete sobre la mesa y empujado la silla para encaminarse hacia la puerta.
-No sé por qué me dejó.
Henry y Hyuk se hallaban sentados en
un banco en Central Park, con solo un par de palomas por compañía. era un día
frío. Hyuk se estaba congelando, pero Henry hablaba, por lo que Hyuk supuso que
ni siquiera una neumonía sería un precio demasiado alto para pagar por ello.
-Nos llevábamos bastante bien
–continuó- Al principio, quizá no, pero era de esperar.
-Bueno claro. Quiero decir, solo os
conocíais desde hacía unos meses…
-Nos conocíamos de una única noche
–Henry carraspeó- La historia de que habíamos estado juntos en Nueva York era
mentira.
-Ah –“interesante”, pensó. ¿Lo sabría
Donghae?- ¿Por qué? ¿Para que Nari no se sintiera muy irritada con la fuga?
-No fue una fuga –reconoció- Obligué a
Zhoumi a casarse
-¿Lo obligaste? –a Hyuk le parecía
complicado que alguien pudiera obligar al os hermanos Wang a hacer algo- ¿Cómo?
-Lo amenacé. Le dije que le quitaría a
nuestra hija… ¡No me mires así, Hyukjae! Hice lo que creí correcto.
-Bueno, si. Reconocer a Josie como
legítima estuvo bien, pero si Zhoumi no quería casarse contigo…
-Funcionó –Henry se puso de pie. Hyuk
lo imitó y comenzaron a caminar hacía la calle- Con el tiempo, Zhoumi llegó a
ver las cosas a mi manera.
-¿Cómo lo conseguiste? –Hyuk sonrió-
Yo adoro a mi esposo, pero conseguir que vea las cosas a mi manera no siempre
es fácil
-Henry pensó en la noche después de la
cena, en que había dormido con su esposo en brazos por primera vez, y en cómo
habían hecho el amor al día siguiente.
-Fue algo natural –repuso- Y después
de eso…después fui feliz. Pensé que Zhoumi también lo era –suavizó la voz-
Parecía feliz, lo juro. Reíamos. Nos sentábamos ante la chimenea por las
noches. Dábamos paseos a caballo, y veíamos crecer a nuestra pequeña.
-Da la impresión de que las cosas iban
bien –Hyuk asintió
-Sí, eso pensaba. Y entonces…
-suspiró- Y entonces tuvimos una pelea.
-Henry, a la gente le pasa eso. Hasta
Donghae y yo hemos tenido un par de discusiones. El mes pasado intentaba
convencerme de que deberíamos pintar la habitación del bebé de un color crema
que…
-Nos peleamos, Hyuk –repitió en voz
baja- Una pelea fuerte, y cuando terminó, supe la verdad.
-¿Qué verdad?
-Mi esposo aún sigue enamorado del
hombre que lo plantó
-¿Calvin? –Hyuk dejó de caminar y
soltó una risa- Imposible
-Es verdad, lo ama
-Henry, no lo ama. A mi también se me
ocurrió pensarlo, por eso se lo pregunté a Donghae –movió la cabeza con
énfasis- Zhoumi ni piensa en Calvin.
-Si –se volvió hacía Hyuk- Él mismo me
lo dijo.
-Henry amigo –suspiró y apoyó las
manos en los hombros del otro-, es una lección dura, pero si hay algo que me ha
enseñado la vida de casado, es que lo que dice un esposo no siempre es lo que
piensa.
-¿Estas llamando mentiroso a mi
esposo? –la mirada de Henry se endureció
-Te estoy llamando ingenuo si crees
que no nos confundirán si la ocasión lo requiere.
-Es posible. Pero esto fue diferente.
Vi lo que jamás esperé a ver, que mi esposo… -respiró hondo- No tiene sentido
hablar de ello. Acepta mi palabra. Lo ama
-¿De modo que se pelearon por Calvin?
-No
-Bueno, ¿Por qué entonces?
-Por nada. Por todo –titubeó- Fue
confuso. Él todavía ama a ese tipo, pero luego cuando rememoré lo que había
pasado… Creo que tal vez Zhoumi quería que le dijera que lo amaba.
-¿Qué tu…? –miró a su viejo amigo-
Ayúdame, ¿quieres? ¿Te dejó porque no le dijiste que lo amabas?
-Correcto –metió las manos en los
bolsillos y reanudó la marcha- Te dije que era confuso.
-En realidad, no. A mí me parece
bastante sencillo. ¿Por qué no se lo dijiste?
-¡Por que no lo amo! –se detuvo otra
vez y se giró hacía Hyuk- Zhoumi es un hombre maravilloso. Es hermoso y
brillante. Me hizo más feliz de lo que pensé que podía serlo un hombre.
Despertar por la mañana con él en mis brazos. Dormir con él acurrucado a mi
costado. Solo estar con él… -tragó saliva- Pero, ¿Amor? Amor es una palabra
necia, empleada por la gente que cree en los cuentos de hadas. Engaña a
aquellos que fingen sentirlo. Yo lo sé, Hyuk, y aún así, ¿crees que tendría que
haberle mentido a mi esposo? ¿Qué tendría que haber dicho “Te amo, querido”
para retenerlo?
-Vas a tener que ayudarme con esto,
Henry –dijo después de observarlo unos segundos- Creía que acababas de decirme
que Zhoumi todavía está enamorado de Calvin.
-¿Y que tiene eso que ver?
-Bueno, si lo ama, ¿para que querría
que tú le dijeras que lo amas?
-No lo sé
-¿Y porqué te irrita que esté
enamorado de otro hombre si para ti el amor no significa nada?
-Significa algo para él –endureció la
mandíbula
Hyuk silbó en voz baja
-Es un acertijo interesante. Y hace
que me pregunte…
-¿Qué?
-Si le hubieras dicho que lo amabas,
solo para hacerlo feliz… -alzó la mano antes de que Henry pudiera hablar-
Escúchame, ¿vale? Si le hubieras dicho que lo amabas, y si él te lo hubiera
dicho también, ¿Qué habrías dicho tu? ¿Qué Zhoumi no sabía de qué hablaba?
-Si. Eso mismo
-O quizá habrías dicho que mentía
-Ya te lo he dicho. ¡Zhoumi no miente!
-Tranquilo
-Perdóname. Lo siento. No sé qué me
pasa. No soy capaz de pensar con raciocinio, le ladro a mi ama de llaves, ami
secretaria… mis hombres se afanan por evitarme.
-¿Y no sabes qué te pasa? –Hyuk
sonrió- Henry, amigo, estás enamorado
-¡No! Te he dicho que no creo…
-Tampoco muchos de nosotros, hasta que
conocemos a la persona adecuada.
Se miraron largo rato, y al final
Henry emitió un gemido agónico.
-De acuerdo –reconoció-, es verdad. No
sé como ha pasado, pero amo a Zhoumi. Es mi corazón, mi alma y mi vida –agarró
el brazo de Hyuk con desesperación- Pero, ¿qué importa? –se le endureció la
voz- Zhoumi no me ama. Ama a ese hombre…
-Olvida eso. Te he dicho que lo que
dicen no siempre es lo que piensan.
-Entonces… -carraspeó- Entonces,
¿crees que hay una posibilidad? ¿Puedo ir a su lado, tomarlo en brazos y
decirle que he sido un necio…? –observó a Hyuk- ¿Qué pasa? ¿Por qué me miras de
esa manera?
-Henry. Maldita sea, lo siento…
-Dime lo que sepas, Hyukjae
-Creo que es demasiado tarde para la
reconciliación. Verás, Zhoumi me pidió que le hiciera un favor. Que comprobara
una cosa, supongo que se lo podría llamar legalidad… -respiró hondo- Supongo
que elegisteis juntos el nombre de la pequeña, ¿verdad?
-Por el amor del cielo, ¿Qué tiene que
ver con esto el nombre de Josie?
-Bueno, no es Josie. Ya no. Ese fue el
favor que quería Zhoumi; averiguar como podía cambiar el nombre del bebé,
legalmente
Henry se paralizó
-No puede quitarle mi nombre a mi
hija. Está en la partida de nacimiento. Es Josie Lau…
-El apellido sigue. Lo que ha cambiado
es Josie. Tu pequeña ya no se llama Josie Lau Wang. Ahora es Josephine… ¿Henry?
Henyr, ¿que diablos haces?
Pero éste ya se había cruzado la Quinta avenida para ir a
buscar a su esposo y decirle que lo amaba.
No fue tan fácil
Henry caminaba por el salón del ático
de los Lee, a la espera de ver si su esposo aceptaba recibirlo.
Hyukjae lo había alcanzado cuando
salió corriendo y lo había acompañado arriba, para informarle a Zhoumi de que
su marido lo esperaba; luego había sacado a un Donghae renuente del ático para
llevárselo a dar un paseo.
-En seguida baja –le había susurrado a
Henry antes de cerrar la puerta
Lo único que le quedaba hacer a Henry
era esperar y rezar.
No dejó de caminar, luego se acercó a
contemplar la terraza…
-Hola Henry
Giró en redondo y sintió que el
corazón le daba un vuelco.
Su esposo se hallaba en la escalera,
con la mano en la barandilla. Llevaba unos vaqueros, un jersey y el pelo
revuelto. En otras palabras estaba increíblemente hermoso…aunque la expresión
de los ojos era triste.
Dio un par de pasos en dirección a él
-Hola Zhoumi
-Hyuk dijo que querías verme
-Yo….Sí, sí
Zhoumi bajó el resto de los escalones
con los brazos cruzados.
-Comprendo que quiera ver a Jo… a la
pequeña, pero está dormida. Si puedes volver mañana a eso de las nueve.
-Claro que quiero verla. Pero he
venido a hablar contigo
-Zhoumi descruzó los brazos y metió
las manos en los bolsillos.
-Te expliqué las reglas, Henry. Tienes
que llamar antes…
-Le has cambiado el nombre a nuestra
hija.
Henry observó el rostro de Zhoumi. Sus
mejillas estaban encendidas y los labios le temblaban, y fue en ese momento cuando
él tuvo la certeza de que Zhoumi lo amaba solo a él.
-Hyuk es un idiota –espetó Zhoumi-¿Por
qué te contó eso?
-Pensó que tenía algún significado,
querido –sonrió al caminar hacía él-, que quería decir que nunca mas me
aceptarías en tu vida, y deseaba advertirme de que no esperara lo contrario
-Bueno, pues tenía razón. No albergues
esperanzas, Henry, no pienso…
-¿Por qué lo cambiaste?
-¿Por qué? Por…tradición. Por…respeto.
Por… -Zhoumi contuvo el aliento cuando le acarició la mejilla- Por favor, no
hagas eso
-¿Qué? ¿Esto? ¿Tocarte? –metió los
dedos en su pelo y le acercó la cara- Solía gustarte que te tocara. Que te
abrazara, amor mío. ¿Lo recuerdas?
-Recuerdo decirte que no vinieras aquí
sin anunciarte antes –repuso con voz trémula; intentó apartarse, pero él no se
lo permitió- Y recuerdo decirte que no emplearas palabras como esas cuando no
tenía ningún significado para ti
-¿Qué palabras? –susurró al inclinar
la cabeza para besarlo
-Ya lo sabes. “Querido”. “Amor mio”.
No significan nada.
-Significan que eres dueño de mi
corazón, Zhoumi –sonrió- Pero tu nunca me las has dicho. Jamás te he oído
llamarme “querido” o “amor mio”
-¿Y porque habría de hacerlo? No te
amo…
-Si –cortó él con gentileza- Me amas
–respiró hondo- Y yo te amo.
-Lo dices porque…quieres que vuelva,
para que nuestra hija crezca en tu hogar
-Si quiero eso, y mucho. Pero lo que
mas deseo querido, es pasar el resto de mi vida demostrándote el amor que
siento por ti. Zhoumi… -calló unos momentos- Zhoumi, jamás entendí lo que era
el amor. Pensé que era un sueño para los débiles, un juego para aquellos que lo
jugaban. Pero ahora lo entiendo. Creo en él porque te amo con todo lo que soy,
y si de verdad me dejas, estaré vacío por dentro, para siempre.
-Henry –sollosó Zhoumi- Oh Henry, amor
mio…
Henry lo abrazó y besó a su esposo una
y otra vez.
-Vayamos a buscar a Josie. –musitó
-Josephine –corrigió Zhoumi con una
sonrisa
Volvió a besarlo
-Y luego, querido, nos iremos a casa
Zhoumi enterró la cara en el cuello de
su marido cuando él le tomó en brazos
-Si, querido –murmuró- Vayamos a buscar a nuestra hija, luego, por favor,
llévame a casa
A mediados de otoño, un domingo
inusualmente cálido, en Espada tuvo lugar otra boda.
Zhoumi y Henry volvían a casarse.
Había sido deseo de Henry. Dijo que quería compartir el júbilo que lo embargaba
con la familia y amigos.
Zhoumi estaba radiante.
-¿Quién entrega a éste hombre en
matrimonio? –preguntó el juez
-Yo –afirmó Kim Shindong
Nari, que sostenía a Josie en brazos y
estaba sentada en la primera fila de las sillas, tomó la mano de su marido
cuando este se situó a su lado
-No está precioso? –susurró
-Todos mis chicos son guapos –dijo,
besando la mejilla de su mujer
-Donghae –comentó Nari con ternura- y
ahora Zhoumi… -miró a su tercer hijo y suspiró- Todo sería perfecto si él
conociera a alguien y se enamorara
-Ustedes no serán feliz hasta que no
hayáis casado a todos los hombres.
-Algo parecido.
Nari sonrió y con lágrimas en los ojos
se puso de pie junto con los asistentes, cuando el señor Henry Lau tomó al
hermoso señor Zhoumi Lau en los brazos y lo besó con todo el amor que tenía y
que durante muchos años había estado encerrado en su corazón.
FIN
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