los noruegos siempre estaban dispuestos a luchar por la
razón que fuere, sino por lo que él había intentado hacerle a Minki. Y Jihoon
no podía negar que lo habría tomado, allí mismo, sobre el suelo del establo del
padre. De haberlo logrado, habría muerto. Y no habría tenido que luchar contra
los hermanos o los primos, sinó contra el padre, Siwon, que habría destruido a Jihoon
con sus propias manos.
Minki estaba cubierto ahora por
el agua, pero el hecho de que Jihoon ya no pudiese ver todo el cuerpo no calmó
el fuego que le recorría las venas. No había previsto que para él sería una
tortura verlo mientras nadaba. Sólo había pensado que estaría solo, lejos de su
familia, y que quizás esa fuese la única posibilidad en que volvería a verlo
solo.
Corrían rumores en el sentido de
que pronto se comprometería con Hyungsik, el hijo mayor de Hyukjae, que era el
mejor amigo del padre de Minki. Por supuesto, otras veces ya habían corrido rumores;
a decir verdad, muchísimas veces, pues Minki ya había vivido diecinueve
inviernos, y durante los últimos cuatro años, casi todos los hombres aptos que
vivían alrededor del fiordo la habían pedido por esposo.
Jihoon no pudo soportar más
tiempo. En el apremio, prácticamente se arrancó las ropas del cuerpo.
Minki oyó el golpe del agua y
miró en la dirección en que, según suponía, había sucedido algo; pero no vió
nada. Aún así comenzó a nadar hacía la orilla donde había dejado su túnica, así
como la única arma que llevaba consigo, la daga de empuñadura enjoyada,
utilizada más como adorno que como protección.
Había sido un tonto al venir solo,
en lugar de esperar a que lo acompañase uno de sus hermanos. Pero ellos estaban
atareados preparando la gran nave vikinga de su padre, la
misma en la cual Junhui partiría hacia el este la semana siguiente.
En el momento mismo en que los
pies de Minki tocaron el fondo, Jihoon se elevó frente a él, alto y amenazador.
Minki gimió íntimamente cuando vió que era Jihoon y no otro, pues él ya había
intentado una vez imponerle su voluntad. La expresión de su cara era la misma
que le había visto dos semanas atrás.
Jihoon un hombre bronceado de
veintiún años, la misma edad que Junhui, su hermano mayor. En realidad,
habían sido grandes amigos. Había creído que Jihoon era también su amigo, hasta
el día en que lo atacó en el establo. Ya no era el mismo Jihoon con quien había
crecido.
- Minki, no debiste venir aquí.
La voz de Jihoon era grave, casi
hosca. La mirada de Jihoon se vió atraída por las gotas de agua que titilaban
como diamantes sobre las pestañas del joven. Otras gotas corrían sobre los
altos pómulos y la nariz pequeña y recta. La lengua de Minki emergió para lamer
la humedad de los labios llenos, y él emitió un gemido. Minki lo oyó y se le
agrandaron los ojos, no alarmados, sino coléricos.
-Jihoon, déjame pasar.
-Creo que no.
-Piénsalo bien.
Minki no alzó la voz; no lo
necesitaba. Su furia era evidente en cada rasgo de su cara. Pero Jihoon estaba
sometido a un monstruo que lo dominaba, el monstruo de la sensualidad. Se
habían esfumado sus anteriores pensamientos acerca de lo afortunado que había
sido al no haberlo poseído antes...
-Ah, Minki- levantó ambas manos
para aferrarle los hombros desnudos, y lo sostuvo con firmeza cuando intentó
apartarse - ¿Sabes lo que me haces?¿Tienes idea de que un hombre puede perder
la cabeza cuando desea a un joven tan hermoso como tú?
- En verdad, has perdido la
cabeza si crees que...
Él acercó brutalmente la boca
para silenciarlo. Las manos que le aferraban los hombros lo acercaron más, y
oprimieron su pecho contra el pecho del hombre. Minki se sintió sofocado. La
boca de Jihoon le oprimía dolorosamente y detestaba eso, detestaba el contacto
de su cuerpo tan cercano.
Maldijo el vigor del muchacho
mientras se debatía para apartarlo. Admiraba la fuerza y el coraje en un
hombre, pero no cuando los utilizaban contra él. Para Jihoon no sería difícil
encontrar la entrada y arrebatarle su doncellez. Si lo hacía, lo mataría, pues
eso era algo que no tenía derecho a tomar. A él le correspondía darlo, y lo
haría de buena gana cuando encontrase al hombre a quien quisiera entregárselo.
Pero nunca sería así, y Park Jihoon nunca sería ese hombre.
Atrapó entre los dientes el
labio inferior de Jihoon y mordió con fuerza, y al mismo tiempo hundió las uñas
en el pecho del joven. Acentuó la presión sobre el labio hasta que él retiró
las manos; después, le obligó a desplazarse a un costado, hasta que los dos
intercambiaron lugares. Mantuvo apretados los dientes hasta que en un gesto
inesperado para Jihoon apoyó los pies sobre su vientre. Minki soltó su labio en
el mismo momento en que utilizó como punto de apoyo el estómago del joven, y
cobrando impulso se lanzó hacia la orilla, y empujó a Jihoon hacia las aguas
más profundas. Cuando él cayó, Minki dispuso de tiempo suficiente para salir
del agua y aferrar fuertemente la daga hasta que él llegase. Pero Jihoon no
intentó nada. Una mirada al arma que sostenía le indujo a detenerse.
-¡Tienes tantas trampas como la
hija de Loki!- explotó Jihoon mientras se limpiaba la sangre del labio, y los
ojos castaños la miraban con furia.
-Jihoon, no me compares con tus
dioses. Mi appa me educó como cristiano.
-No me importa en qué Dios crees- replicó Jihoon- Minki, deja el cuchillo.
Él meneó la cabeza. Se le veía
sereno, pues tenía un arma en la mano. Y por Odín, era un espectáculo
grandioso, de pie allí, completamente desnudo, su cuerpo reluciente de agua, el
vientre suave y liso sobre esa
mata de bello dorado entre las piernas. Y lo desafiaba, lo desafiaba a realizar
el más mínimo movimiento para acercarse; sostenía el cuchillo como si supiera
cómo había de manejarlo.
- Creo que tu appa te enseñó más
que amar a su Dios. -en la voz de Jihoon
había acritud.- Tu padre y tus hermanos jamás te habrían enseñado a manejar
este juguete, ni aceptado que aprendieses, porque eso implicaría menoscavar la
protección que ellos te dispensan. El joven Heechul te enseñó sus trampas
celtas ¿verdad?. Después de todos estos años debió aprender que su habilidad
celta no puede compararse con la de un vikingo. Minki, ¿que más te enseñó?
-Conozco el modo de usar todas
las armas, salvo el hacha, pues es un instrumento muy torpe que no exige
habilidad- contestó con orgullo.
-Torpe sólo porque careces de la
fuerza necesaria para manejarla -replicó
él con gesto hosco- ¿Y qué diría tu padre si lo supiera? Estoy seguro de que tú
y tu appa serais castigados con el látigo.
-¿Se lo dirás? -lo desafió Minki.
Él lo miró hostil. Por supuesto,
no diría nada al padre, si lo hacía tendría que explicar como había llegado a
saberlo. La sonrisa en los labios de Minki le indicó que sabía a que atenerse.
Y el recuerdo de Choi Siwon, que era quince centímetros más alto que él y
poseía un cuerpo excelente, incluso en un hombre de cuarenta y seis años,
enfrió parte del ardor de Jihoon, pero no todo. Sus ojos exploraron los de Minki.
-Minki, ¿qué defectos me
ves?¿por qué no me quieres?
La pregunta le sorprendió, pues
había sido formulada con acento de confusión, en voz baja. Estaba tan desnudo
como él, erecto en la totalidad de su orgullo masculino, y paseó vacilante los
ojos sobre el cuerpo alargado. No le inquietó lo que alcanzó a ver, pues había
observado hombres adultos desnudos antes, pero nunca había visto el instrumento
de placer de un hombre tan orgulloso y erecto como lo estaba ahora el de Jihoon.
Minki contestó la verdad, por lo
menos hasta donde tenía conciencia del asunto.
- Jihoon, no se trata de tus
defectos. Tienes un cuerpo excelente y es agradable mirarte. Tu padre es dueño
de tierras fértiles y tú eres el heredero. Para una pareja sería grato tenerte
por esposo.
No agregó que Seungkwan estaba
dispuesto a concertar un pacto con los dioses para tener a Jihoon, y que por
esa razón Minki no estaba dispuesto a tenerlo en cuenta. Seungkwan había estado
enamorado de ese hombre los últimos cinco años, pero él no lo sabía. Y Minki
había jurado que nunca diría a nadie el secreto de su amigo, y sobre todo que
no lo revelaría a Jihoon.
-Park Jihoon, sencillamente no
eres para mi.- concluyó con acento firme.
-¿Por qué ?
-No consigues que mi corazón
acelere sus latidos.
Él lo miró incrédulo y preguntó:
- ¿Qué tiene que ver eso con el
matrimonio?
Todo, se dijo él. Y a Jihoon:
- Lo siento, Jihoon. No te
quiero por marido. Ya te lo he dicho.
-¿Es cierto que te casarás con Hyungsik?
Minki podía mentir y utilizar
esa excusa para salir del aprieto, pero no le agradaba engañar sólo para
facilitar las cosas.
-Hyungsik es como un hermano
para mi. Lo he tenido en cuenta, porque mis padres quieren que lo despose, pero
también lo rechazaré. Y él se sentirá encantado, -pensó el joven-, pues me ve también como un hermano, y se
siente tan incómodo como yo ante la idea de la unión.
-Minki, tendrás que elegir a
alguien. Todos los hombres que viven alrededor del fiordo han pedido tu mano en
diferentes ocasiones. Hubieras debido casarte hace mucho tiempo.
No era un tema agradable para Minki,
pues conocía su situación mejor que nadie, y no deseaba contraer matrimonio con
ninguno de los hombres que vivían a orillas del río. Ansiaba un amor como el de
sus padres, pero sabía que más tarde o más temprano tendría que arreglarse con
menos que eso.
Había postergado el asunto por
varios años, y rechazado a todos sus pretendientes. Sus padres se lo habían
permitido porque lo amaban. Pero no podía continuar indefinidamente en la misma
situación. Se encolerizó con Jihoon, porque le recordaba su difícil situación,
la que se había mantenido siempre presente en su espíritu durante el último
año.
-Jihoon, a quien yo elija no es
asunto que te concierna, porque no serás tú. Ocúpate de encontrar a otro, y por
favor, no vuelvas a molestarme.
-Minki, podría tomarte y
obligarte a aceptar el matrimonio- le advirtió en voz baja-. Como rechazaste
tantos ofrecimientos, tu padre bien podría aceptarme después de que yo arruine
tus posibilidades con otro.
Así se ha hecho en situaciones
anteriores. Era una posibilidad. Por supuesto, ante todo, su padre lo
castigaría casi hasta matarlo. Pero si después Jihoon aún vivía, era muy
posible que tuviera que aceptarlo. Habría que considerar el hecho de que ya no
sería doncell.
Minki lo miró con el ceño fruncido.
- Si mi padre no te matara, lo
haría yo. No seas tonto, Jihoon. Jamás perdonaría una trampa tan sucia.
-Pero serías mía.
-¡Te digo que te mataría!
-Creo que no- dijo él con tanta
confianza que Minki se inquietó-. Creo que el riesgo valdría la pena.
Los ojos de Jihoon se fijaron en
su pecho al decir eso. Minki endureció el cuerpo. Nunca
hubiera debido hablar con él. Habría sido mejor que montara a Love y se alejase
al galope con el corcel, en lugar de aferrar la daga para enfrentarlo.
- ¡Entonces, inténtalo ahora,
malditos sean tus ojos, y te mataré en el acto!- explotó Minki.
Jihoon miró de nuevo el arma y
vió que la esgrimía de tal modo que sin duda le encontraría el cuerpo antes de
que él pudiera apartarse. Su propia cólera se avivó, pero esta vez se
concentraba en el appa del joven, que había cometido la locura de enseñar a su
hijo las artes del guerrero.
- Minki, no siempre tendrás ese
juguete en la mano.
- Eres un tonto al advertirme.
Ahora me ocuparé de que nunca me sorprendas solo.
- En tal caso, cierra bien tu
puerta mientras duermes, porque muy pronto me las arreglaré para poseerte.
-replicó.
Minki no se dignó responder a la
amenaza y se inclinó para recoger las ropas que tenía a los pies y echarselas a
los hombros. Sin apartar su mirada de Jihoon, extendió la mano hacia atrás en
busca de las riendas de Love y retrocedió con el caballo. Cuando estaba a
varios metros de distancia, aferró las crines de Love, y montó; sin perder un
instante, clavó los talones en los flancos del animal. Oyó las irritadas
maldiciones de Jihoon, pero no les prestó atención; sólo le interesaba vestir
sus ropas sin disminuir la velocidad de marcha de su caballo, antes de llegar
al poblado. Nunca podría explicar la situación, y si decía la verdad impondrían
restricciones severas a su libertad, y Park Jihoon se vería en graves
dificultades.
De no ser por esas restricciones
se habría decidido a confesar lo sucedido, pero apreciaba demasiado su
libertad. Tal como estaban las cosas su padre ya se preocupaba bastante por él.
No sucedía lo mismo con su appa, pues Heechul le había enseñado a protegerse
bien durante los veranos en que padre navegaba para vender mercancías, y
llevaba con él a sus hermanos.
Heechul había enseñado en
secreto a Minki todo lo que él había aprendido de su propio padre y Minki
estaba orgulloso de su capacidad para protegerse él mismo pero esta era la
primera vez que había necesitado poner a prueba su habilidad, pues no podía
usar armas a la luz del día contra un hombre, de lo contrario su padre se
enojaría si supiera lo que su appa le había enseñado. De todos modos no deseaba
usar armas, pues se sentía orgullosa de su género.
La familia amaba, cuidaba y
protegía a Minki. Además del hermano Junhui, dos años mayor que él, estaba Siwan,
que ya había cumplido dieciséis, y Munjui de catorce, ambos eran casi tan altos
como el formidable padre de todos. También tenía a su primo Taeyong, apenas
unos meses mayor que Junhui, y muchos primos segundos y terceros por vía
paterna. Todos eran hombres que lucharían hasta la muerte si se le infringía el
más mínimo insulto. No, estaba bien protegido y no necesitaba demostrar su
coraje.
Si hubiera podido navegar con Junhui
y sus amigos la semana siguiente a los centros comerciales del este, no habría
necesitado preocuparse nuevamente por Jihoon, por lo menos hasta el regreso,
hacia fines del verano. Y a esas alturas de las cosas era muy probable que él
hubiera encontrado a otro, y no deseara molestarlo otra vez.
Por desgracia, ya había pedido
participar en ese viaje comercial, y se lo habían negado. Ya era un joven hecho
y derecho y no podía viajar con tantos hombres jóvenes, aunque fuese en uno de
los barcos de su padre, en una nave que estaba al mando de Junhui. Si Siwon no
iba, tampoco viajaría él; y, así estaban las cosas.
Siwon no había navegado los
últimos ocho años, y prefería pasar los cálidos meses de verano con Heechul; ya
tenía bastante edad, y su amigo Hyukjae, o Junhui se encargaban de comandar
la nave. Los padres de Minki irían solos hacia el norte y no regresarían hasta
el final del verano. Cazaban y exploraban juntos, y hacían el amor, y Minki
soñaba con llegar a tener una relación parecida a la de ellos. Pero, ¿dónde
estaba un hombre como Siwon, que podía mostrarse gentil con las personas a
quien amaba, pero al mismo tiempo tan peligroso y amenazador con sus enemigos,
el hombre que pudiera acelerar los latidos de su corazón, como le sucedía a Heechul
con solo mirarlo?.
Minki suspiró y caminó en
dirección a su hogar. Si por lo menos pudiese navegar hacia el este con Junhui...
Aquí o allá seguramente
encontraría al hombre que le estaba destinado, tal vez un mercader o un marino
como su padre. Todos comerciaban en los grandes centros mercantiles del este.
Solamente necesitaba encontrarlo.
Minki esperó
en el lugar reservado a la cocina a que su appa bajara de la planta alta, Junhui
partiría por la mañana en lo que en otras regiones del mundo podía denominarse
el alba.
Incluido Junhui, había una
tripulación de treinta y cuatro hombres. Unos pocos eran primos, pero la
mayoría estaba formada por amigos, todos amantes del mar. La carga estaría
formada por las pieles que cada hombre quisiera vender y por otros artículos
valiosos que habían ido acumulándose durante los oscuros meses de invierno. La
familia de Minki había reunido cincuenta y cinco pieles durante este invierno,
entre ellas dos de las valiosas pieles de oso polar blanco, que alcanzaban un
elevado precio en el Este.
Sería un viaje provechoso para
todos, y Minki necesitas a probar por lo menos una vez, tratando de que se le
incluyera. Junhui había dicho que no se oponía; aunque por supuesto, para él
era difícil negarle nada. Como el padre lo había rechazado tres veces durante
la última semana, su appa era ahora la única posibilidad de que él cambiase de
actitud.
Los siervos estaban preparando
la comida de la tarde. Era n todos extranjeros, y habían sido capturados en las
incursiones vikingas a las tierras meridionales. Los que servían a la familia Choi
eran todos comprados, pues Siwon no había realizado incursiones desde su
juventud, y tampoco lo había hecho Junhui después de que comenzara a navegar
por cuenta de su padre. Era un tema que a veces provocaba discusiones entre los
padres de Minki. Por supuesto, Heechul, con su fiero orgullo, nunca reconocía
que Siwon había sido su dueño, y algunos de los relatos que cada uno narraba
del otro aludían a las agrias luchas atemperadas por el amor que ahora
compartían.
Minki no podía imaginar a sus
padres disputando, como había sido el caso otrora. Aún había discusiones
ocasionales entre ellos, y a veces Siwon cabalgaba hacia el norte para calmarse
un poco. Pero cuando regresaba, ambos se encerraban durante horas en su
dormitorio, y cuando al fin salían, ninguno de ellos podía recordar porque
habían disputado. Todas las discusiones, grandes y pequeñas, concluían en el
dormitorio, lo cual era motivo de diversión y bromas para el resto de la
familia.
Irritado por la espera, Minki
molestaba a Aileen reclamándole algunas de las nueces dulces que la cocinera
agregaba al pan que estaba preparando. Gracias a los criados que provenían de
tantos sitios diferentes, Minki había aprendido diversas lenguas, y podía hablarlas todas como un nativo. Tenía una mente activa
siempre ansioso de aprender.
-Querido, deja en paz a Aileen,
antes de que el pan de nueces, que es el favorito de tu padre, se convierta en
un pan común y corriente.
Con expresión culpable, Minki
tragó la última de las nueces que estaba masticando antes de volverse hacia su appa.
-Creí que nunca llegarías. ¿Qué
le murmuraste a mi padre para conseguir que te llevara así al piso alto?
Heechul se sonrojó, y rodeando
con un brazo la cintura de su hijo lo llevó a la sala, que estaba vacía.
-¿Es necesario que digas cosas así frente a los criados?
-¿Qué yo lo digo? Todos vieron
como te tomaba y ...
-No importa.- Heechul sonrió.- Y
yo no le murmuré nada.
Minki se sintió decepcionado,
pues había abrigado la esperanza de escuchar una confesión realmente perversa; su
appa siempre se manifestaba muy franca en todos los asuntos. Heechul se echó a reir.
- Querido, no necesité
murmurarle nada. Me limité a acariciarle el cuello. ¿Sabes? Siwon tiene un
lugar muy sencillo en el cuello.
-¿Y eso lo hace tan sensual?
-Muy sensual.
-Entonces, lo provocaste.
¡Avergüenzate, appa!- bromeó Minki.
-¿Avergonzarme? ¿Cuando
acabo de pasar
una hora muy agradable
con tu padre en mitad del día, y él está tan ansioso de ir al embarcadero? A
veces una pareja tiene que tomar las cosas en sus propias manos cuando el
marido está atareado.
Minki emitió un sonido muy
parecido a una risita.
- ¿Y no se opuso a que lo
apartases de la grata tarea de ver como cargan el barco?
- ¿Qué te parece?
Minki sonrió, muy consciente de
que él de ningún modo se oponía a esa distracción.
Su appa no se parecía a otros
appas o madres, y tampoco actuaba como ellos. Choi Heechul era un joven muy
hermoso, Y Minki se sentía sumamente afortunado porque había heredado sus rasgos.
- Supongo que no me esperabas
sólo para hacerme preguntas impertinentes- dijo Heechul.
Minki se miró los pies.
-Confiaba en que podrías hablar
con mi padre, ahora que está de tan buen humor, para pedirle...
-¿Si puedes embarcar con tu
hermano?- Heechul terminó con él la frase y meneó la cabeza-. Minki, ¿por qué
te parece tan importante ese viaje?
-Debo encontrar marido.
Acababa de explicar lo que no
podía decir con tanta franqueza a su propio padre.
-¿Y te parece que no puedes
hallar uno aquí en casa?
Minki contempló los afectuosos
ojos de su appa.
-Madre, aquí no hay ninguno a
quien ame, por lo menos del modo en que tu amas a mi padre.
-¿Y has considerado a todos los
hombres a quienes conoces?
-sí.
-¿Quieres decir que no puedes
aceptar a Hyungsik?
Minki no había deseado informar
de su decisión a sus padres, pero asintió.
-Lo amo, pero como amo a mis
hermanos.
-Entonces, ¿lo
que quieres es
desposar a un extranjero?
-Tú desposaste a un extranjero, appa.
-Pero tu padre y yo nos
conocimos mucho tiempo antes de que finalmente, reconociéramos nuestro amor y
nos uniésemos.
-Creo que no necesitaré tanto
tiempo para darme cuenta de si estoy enamorado.
Heechul suspiró.
- Sí, te he aportado el saber
que yo mismo no tenía cuando conocí a tu padre. Muy bien, querido, hablaré esta
noche con Siwon, pero no abrigues la esperanza de que él cambie de idea. Pienso
lo mismo que él, pues no deseo que viajes con tu hermano.
- Pero appa ...
Déjame terminar. Si Junhui
regresa a tiempo, creo que podremos convencer a tu padre de que te lleve al sur
a buscar marido .
-¿Y si el verano casi ha
terminado cuando él regrese?
-Entonces habrá que esperar
hasta la primavera. Si debo perderte en favor de un hombre qué vive más al sur,
prefiero esperar hasta la primavera ... a menos que tú estés ansioso de tener un
hombre.
Minki meneó la cabeza. Eso no
era precisamente lo que tenía pensado. Deseaba marcharse, alejarse de la
amenaza representada por Jihoon, pero tampoco podía hablarle de eso a su appa.
Heechul sonrió a su hija, pues Minki
no advertia cuan deseable era.
-Querida, créeme, tu edad no
importará. Lucharán por ti cuando sepan que estás buscando marido, exactamente
como han hecho aquí. Otro año no modificará la situación.
Minki no insistió, se sentaron
frente a la puerta abierta que permitía la entrada de la brisa tibia y la luz
del día. Obedeciendo a un impulso preguntó:
- ¿Qué harías, appa, si
quisieras navegar en ese barco?
Heechul se echó a reir, creyendo
que el asunto ya estaba arreglado.
- Me embarcaría a escondidas y
me escondería en el lugar donde depositan la carga; allí permanecería un día o
dos, hasta que estuviera lejos de aquí.
Minki lo miró, incrédulo
-¿De verdad harías eso?
-No, querido, estoy bromeando
¿por qué desearía navegar sin tu padre?
-No me importa en qué Dios crees- replicó Jihoon- Minki, deja el cuchillo.
Minki lo miró con el ceño fruncido.
-¿Es necesario que digas cosas así frente a los criados?
Minki se miró los pies.
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