Heechul estaba tan nervioso
preguntándose si había conseguido escapar que fue bastante más tarde cuando
sintió el frío que hacía en el carruaje. No se alarmó al no encontrar más que
cenizas frías en el brasero pero, tras un registro precipitado bajo los
asientos y hasta del interior de un asiento voladizo, quedó absolutamente
desconcertado. Ni un pedazo de carbón en todo el vehículo.
Había una manta de viaje. Pobre
consuelo pero se envolvió con ella. ¿Sería suficiente? No para que se sintiera
cómodo aunque tendría que contentarse con ella. El cochero pasaba más frío aún.
No era necesario pedirle que corriera más. Había dejado perfectamente claro que
la velocidad era un imperativo.
¡Aún no podía creer que se
encontrara camino a casa! ¡Aunque su inmensa sensación de satisfacción y triunfo
nada tenía que ver con su vuelta a casa y todo con el simple hecho de haber
burlado a Siwon!
Acababa de bajar de su habitación
cuando oyó las voces en el salón. Casi había entrado, seguro de que era la voz
del hermano de Siwon y no de su tía. Un toque de suerte lo hizo esperar lo
suficiente para darse cuenta de que, si el hermano estaba allí, tenía que haber
venido en coche, y que el coche podría estar aún delante de la puerta, con los
caballos enganchados, proporcionándole un medio de huida.