El grande
y largo navío vikingo avanzaba por el fiordo como un enorme dragón con remos en
vez de alas, y se acercaba pacíficamente a su destino. Al pasar frente al
embarcadero de Kangta, los hombres quisieron lanzar gritos y hacer barullo,
pero Siwon los detuvo. Aunque el sol de medianoche se demoraba sobre el
horizonte como una gran bola de fuego, todavía no era de día y casi todos
debían de estar durmiendo profundamente. Por la mañana habría tiempo de sobra
para el jolgorio y los saludos a los amigos. Pero ahora Siwon quería llegar a
su casa a fin de dormir lo que quedaba de la noche en su propia cama.
Los
hombres pasarían la noche en la casa de Siwon. A la mañana irían a sus hogares,
buscarían a sus familias y regresarían para celebrar. Todos se sentían agotados
porque pocas horas antes habían tenido que luchar contra una tormenta.
Dos
hombres fueron escogidos para permanecer en el barco, pues el cargamento no
sería desembarcado esa noche. Los otros siguieron a Siwon por el estrecho
sendero que subía el acantilado, llevando sólo lo esencial. La casa estaba
silenciosa y oscura, porque el tiempo todavía no era tan frío como para tener
fuegos encendidos durante la noche. La luz del sol entraba por la puerta
abierta y daba claridad suficiente para moverse sin tropezar con los bancos y
las largas mesas que había en el hall.
Siwon
encontró su camino por la escalera a oscura sin dificultad. Por fin entró en su
propia habitación. Aquí serían traídos el canapé sin respaldo, presuntamente de
Oriente, y las dos sillas como tronos que había comprado. Por el momento, la
espaciosa estancia estaba escasamente amueblada con una cama enorme, una sola
silla de respaldo recto y un gran cofre. Ninguna alfombra, salvo una vieja piel
de oso, cubría el frío suelo y ninguna colgadura adornaba las paredes. Esto
sería corregido cuando la carga del barco fuera traída a tierra.
Débiles
rayos de luz que llegaban del corredor iluminaban la habitación. Siwon se
dirigió a la puerta del lado opuesto que se abría a un pequen, balcón de
piedra, y la abrió. Un panorama majestuoso se presentó a sus ojos. El fiordo se
extendía a lo lejos en sombría esplendor. Al oeste estaba el azul profundo del
océano; el púrpura y el gris oscuro de las montañas se alargaban al este.
Pero lo
más sorprendente era la bola de fuego anaranjada del sol que apenas se elevaba
del horizonte.
Siwon
permaneció allí varios minutos hasta que volvió a sentir el cansancio de su
cuerpo. Dejó la puerta del balcón abierta, lo cual inundó la habitación de luz,
y cruzó la habitación para cerrar la otra puerta antes de volverse hacia su
cama. Allí sobre el blanco cobertor de armiño hecho por su madre con pieles que
él le había traído, yacía la forma de un niño, acurrucado como una pelota, que
parecía muy pequeño en el centro del amplio lecho.
Siwon se
detuvo de repente. El negro pelo del joven se extendía en abanico sobre el
armiño y le ocultaba la cara. Su figura era oscura, envuelta en un camisón de
lana demasiado grande, de modo que no pudo calcular la edad de esta criatura
dormida.
Sin
embargo, no sintió curiosidad, sino cólera porque su lecho no estaba disponible
para él cuando tanto deseaba su comodidad. Se volvió y salió airadamente de la
habitación. Fue directamente al cuarto de Jooahn, entró sin llamar y sacudió
rudamente a la mujer hasta despertarla.
— ¡Mujer,
despierta!
Jooahn
abrió apenas los ojos y miró la alta figura inclinada sobre su pequeña cama. El
rostro de él estaba en la sombra pero ella lo reconoció al instante.
— ¡Siwon! ¡Habéis regresado!
– Obviamente
— respondió él con sequedad, en tono inconfundiblemente colérico — ¡Y para
encontrarme con que habéis sobrepasado los límites de vuestra autoridad!
— Yo...
¿de qué estáis hablando?— preguntó ella con indignación, y se subió hasta el
cuello el cobertor bordado — Me acusáis falsamente.
Siwon
arrugó el entrecejo.
— ¿Con qué
derecho permitís un huésped en mi cámara cuando se encuentra vacío el cuarto
que les está destinado?
—¿Un huésped?
—pasó un momento
antes de establecer la relación, y entonces rió por lo bajo
— No, él no es un huésped.
Siwon
estaba próximo a perder toda su paciencia.
—Explicaos,
Jooahn, y de prisa. ¿Quién es el joven?
— El es
vuestro. Vuestra madre ordenó cuidarlo personalmente y por eso no lo puse con los
demás. Y sabía que cuando regresarais usaría el cuarto de huéspedes, No creí
que os importara si él compartía con vos vuestra habitación.
Siwon se
estremeció de frustración.
—
¡Primero, sí me importa! — dijo con aspereza, sin importarle quién pudiera
oírle— . Segundo, ¿qué queréis decir con que es mío?
Jooahn no
estaba acostumbrada a ver a Siwon tan encolerizado. Hubiera debido recordar su
disgusto reciente por los jóvenes y poner a éste en otra parte.
— Vuestro
padre hizo una incursión en las islas Británicas este verano y regresó con
siete cautivos. Este muchacho era uno de ellos y vuestro padre os lo ha
regalado. Era el hijo joven de un lord y creyó que seria vuestra pareja.
— ¡Mi pareja!
— estalló él.
— Eso fue
lo que pensó la gente de él, Siwon — añadió Jooahn rápidamente – Kangta les
mintió para que la incursión fuese más fácil. Es una larga historia que, estoy
segura, Kangta os contará con placer.
— ¿Qué
tiene de malo el muchacho que Yunho no quiso quedarse con él? — preguntó Siwon,
sabiendo que su hermano siempre escogía los mejores jóvenes ahora que Kangta no
los conservaba.
— El joven
es una arpía endemoniado. Debéis haber perdido el favor de vuestro padre para
que os cargue con semejante presente. Es peleador, según me dijeron, y sediento
de sangre.
Sin duda
debía de ser también feo y por eso Yunho no lo había querido. ¿Por qué le habla
dado su padre un joven así? Siwon suspiró, demasiado cansado para seguir
pensando.
— Ahora él
duerme, así que por ahora podéis dejarlo tranquilo – dijo — . Pero por la
mañana lo pondréis en otro lado, no tiene importancia dónde.
—
intentará huir, Siwon. No puedo dejarlo en el alojamiento de los demás mientras
ellos cumplen sus tareas. Le sería demasiado fácil escabullirse de allí.
— ¡Por que
no mujer! ¡He dicho que no tire importa lo que hagáis con él, pero no puede
quedarse en mi habitación!
Con eso, Siwon,
con grandes zancadas, regresó a s u habitación. La brisa fresca agitó el pelo
sobre la cara de Heechul y lo despertó.
Parpadeó
soñoliento ante la luz del sol que llenaba la habitación y gimió. ¿Ya era de
mañana? Le pareció que hacía poca s horas lo habían desatado y advertido que no
abandonara la habitación. Supuso que habían puesto a un guardia junto a la
puerta, pero eso no le importó. Todavía no estaba preparado para marcharse. Su
cuerpo aún seguía dolorido por el largo confinamiento y sabía que no se
encontraba en condiciones de enfrentar lo desconocido. Debía recuperar las
fuerzas y después vería qué vías de escape estaban abiertas para él. Sería una
tontería marcharse sin saber algo de la tierra.
Sé
levantó, cerró ambas puertas dejando la habitación a oscuras y volvió a meterse
en la cama. Casi había vuelto a dormirse cuando oyó una voz airada. Pasaron
unos instantes, la puerta se abrió y un hombre muy alto entró en la habitación.
Heechul se
puso instantáneamente alerta, con todos los nervios de su cuerpo atentos al
peligro. No se movió, mas observó al vikingo con los ojos entrecerrados,
dispuesto a arrebatarle la espada si se presentaba la necesidad.
El extraño
no miró en su dirección ni se acercó a la cama, sino que fue hasta la silla
contra la pared y empezó a quitarse las ropas en forma violenta y colérica.
Primero la
espada, después un cuchillo, a continuación la rúnica sin mangas que fue
arrojada sobre el asiento de la silla. Luego el hombre levantó una pierna y
puso el pie sobre la silla para desatar las correas de cuero que le ceñían la
pantorrilla y quitarse la bota de cuero blando.
Heechul
observaba las facciones y rasgos del hombre con ojos casi posesivos. Un hombre
tan agradable de mirar como nunca había visto.
De nariz
era larga y recta, el mentón firme y Los fuertes brazos desnudos tenían
músculos gruesos como cuerdas, lo mismo que el amplio pecho y la espalda,
músculos que se retorcían y danzaban con cada movimiento. Un vello castaño y
rizado cubría el pecho y terminaba en el abdomen plano y firme. Las caderas
estrechas se continuaban en muslos fuertes y bien formados.
Todo el
cuerpo hablaba de fuerza y poder. Era soberbio, marcado solamente por unas
pocas cicatrices pequeñas en la parte inferior del torso. Un cuerpo así era un
arma peligrosa. Heechul se sintió transido por una sensación extraña y
desconocida.
El hombre
empezó a soltarse los pantalones y Heechul se puso rígido. Una parte de él
quería ver el resto de este físico hermoso, pero otra parte, la práctica, sabía
que nada bueno saldría de eso. Afortunadamente, el hombre miró hacia la cama y
cambió de idea.
Heechul
contuvo el aliento. Todavía tenía que pensar qué significaba la presencia del
vikingo aquí. Por qué él tenía que entrar aquí y prepararse como si fuera a
acostarse estaba más allá de su comprensión. Ni pensó que podía ser Choi Siwon.
Ahora el
hombre se volvió, desconcertado, y miró la puerta del balcón. Después fue a
abrirla otra vez. Luego cerró la otra puerta de modo que los dos quedaron
encerrados juntos, y regresó a la cama.
Heechul
dejó de fingirse dormido porque tuvo la sensación de que él sabía que estaba
despierto. Rodó hasta un extremo de la cama porque el lecho estaba en un rincón
contra la pared, y necesitaba una vía de escape. Allí se acurrucó, con el
cuerpo tenso.
Ambos
quedaron inmóviles cuando sus miradas se encontraron por un largo momento. Heechul
se sintió como hipnotizado por esos ojos como la noche. Notó con fastidio que
había estado conteniendo el aliento y volvió a respirar con libertad.
— Creo que
habéis estado haciendo un juego de engaños — dijo él. Su voz sonó grave, ni
colérica ni amable — No parecéis un arpía endemoniado con intenciones de huir,
sino una criatura asustada..., aunque astuta, quizá, porque con tus artimañas
has conseguido una habitación confortable
El rió con
osadía.
— ¿Asustado?
¿De vos, vikingo? Vuestra primera descripción fue más exacta.
— Todavía estáis aquí — señaló él.
— Sólo porque me tuvieron atado a esta cama —
replicó. En las labios de él asomó una leve sonrisa
— Es una
historia muy conveniente, pero cuya false dad puede probarse fácilmente.
Heechul
frunció el entrecejo. No estaba acostumbrado a que lo acusaran de mentiroso.
Como un gato, saltó de la cama y se plantó ante él, las piernas separadas y los
brazos en jara.
— ¡ Sabed
esto, vikingo! — dijo con furia, mirándolo con ojos firmes y sombríos— Yo soy Kim
Heechul y no miento. ¡Si no fuera como he dicho, podéis estar seguro que yo no estaría
ahora aquí!
Un brillo
divertido asomó a los ojos de Siwon cuando examinó esta orgullosa beldad.
Ignoró lo que sugerían sus palabras y las tomó como una amenaza vacía.
— Puesto que Jooahn no sabe qué hacer contigo,
es conveniente que haya llegado yo para encargarme de vos— dijo en tono ligero.
— ¿De
veras? — preguntó, levantando una ceja. Antes
que él pudiera replicar, preguntó con recelo —¿Quién sois, vikingo?
— Vuestro
dueño, según me han informado — Heechul ahogó una exclamación.
— ¡No, yo
no tengo dueño!
Siwon se
encogió de hombros. No era manso el esclava que le habían dado, eso era
evidente.
— Tenéis poco que elegir en el asunto...
— ¡He...
dicho... no! — gritó Heechul con
lentitud y todo su ser se rebeló contra la idea. Sus ojos reflejaron su,
cólera, ¡Jamás!
En la voz
de él hubo un asomo de impaciencia
— No
discutiré el tema —Heechul lo sorprendió con un a altanera respuesta
— Yo tampoco
Siwon rió
a pesar de si mismo. Nunca había tenido
un esclavo como éste. Ese pelo tan negro, casi azul y esa piel blanca y
sedosa... y una cara que era una visión. Casi se sintió tentado de
inspeccionarlo más a fondo, de ver qué había debajo de ese camisón que poco le
favorecía.
Heechul lo
observó con recelo cuando él se sentó sobre la cama y paso sus largos dedos por
su pelo. Así que éste era Choi Siwon, el hombre con quien hubiera tenido que
casarse, el hombre que ahora se creía su dueño. Hablaba su lengua, lo cual lo
sorprendió. Pero entonces recordó que también la hablaba la madre, quien debió
de habérsela enseñado.
Deseó que
él no hubiera regresado tan pronto, pues de ese modo hubiera tenido tiempo de
estudiar primero su situación. No sabia si debía temer o no a este hombre.
Decididamente, era agradable de mirar y se sorprendió casi deseando que las
cosas hubiesen resultado diferentes, que estuviera aquí como su novio, no su
esclavo. Kangta había arreglado eso y por esa razón lo odió todavía más.
— ¿Qué
queréis decir con eso de que os encargaréis de mí?
— No
tolero propiedad inútil. Mis esclavos se ganan su comida de una forma u otra, o
me deshago de ellos.
La
frialdad de su voz, junto con las palabras despiadadas, le hicieron estremecer.
— ¿Seríais
capaz de venderme?
— ¿Queréis
sugerir que no tengo derecho?
— ¡No lo
tenéis! — estalló enfurecido — Os he dicho que no tengo dueño.
— ¡Odín me
asista! — imploró Siwon, exasperado, y lo
miró con expresión borrascosa — iDesistid,
joven, o me sentiré tentado
de demostrarlo
Heechul estuvo a punto de preguntar cómo, aunque enseguida decidió que
prefería no saber. No cedería, pero puesto que él todavía no le había hecho
ninguna exigencia, por ahora podía dejar pasar el asunto.
— Muy bien, Choi Siwon — dijo con indiferencia.
El lo miro
con recelo sin saber si había cedido debido a su amenaza o porque era realmente
suyo. Si no hubiera estado tan exhausto, no habría tolerado hasta este punto su
altanería. Seguramente este esclavo necesitaría que lo domasen. Pensó que él
seria hasta capaz de disfrutar con el esfuerzo.
Esto lo
sorprendió. Hacía mucho tiempo que no sentí a una atracción instantánea hacia
un joven. Se preguntó si era su belleza o su actitud orgullosa y desafiante lo
que más lo intrigaba. Deseó no estar tan cansado. Pero no importa. Podía esperar.
Estaría aquí cuando él estuviera listo para ponerlo a prueba.
— Podéis
continuar vuestro sueño, joven — dijo en tono de cansancio — Mañana podremos
discutir vuestra posición.
El volvió
sus ojos desconcertados hacia la ventana.
— Ya es de día.
— No, es medianoche y yo necesito mucho dormir.
— No soy
ciego, vikingo — replicó él secamente — Veo claramente la luz del sol...
El había
perdido las ganas de discutir. Levantó la manta de armiño y se cubrió con ella.
— Estamos muy al norte. Nuestro verano no tiene
noche como vos la
conocéis, nuestro invierno no tiene día.
Ahora Heechul
recordó las lecciones de Janghoon. El le había dicho que aquí el sol no se
ponía durante el verano, que en invierno asomaba nada más que unas pocas horas
y que durante cierto tiempo no aparecía en absoluto. En aquella ocasión, pensó
que su maestro estaba contándole historias fantásticas para hacer sus lecciones
más interesantes.
Miró a Siwon, quien ya estaba acostado con los ojos cerrados.
— ¿Dónde
debo dormir, entonces? — El no abrió los
ojos para responder.
— Nunca he compartido mi cama, pero supongo que
esta vez puedo hacer una excepción.
— ¡Vuestra
generosidad no es aceptada! — replicó Heechul
— . No dormiré con vos..
— Como
gustéis, joven. Aunque apostaría que el suelo no será de vuestro agrado.
Heechul contuvo el insulto que ya salía de sus labios
y se dirigió a la puerta. La voz de él le hizo detenerse antes de llegar.
— ¡No
tenéis mi permiso para abandonar esta habitación, lord Heechul!
Él
giró para enfrentarlo, con los ojos peligrosamente dilatados
— ¿Vuestro
permiso? ¡Yo no lo pedí — El se incorporó sobre un codo.
— No, pero lo pediréis de ahora en adelante.
— ¡Oh,
tonto, bobalicón insufrible! — estalló con
furia — ¿Ninguna de las palabras que dije entró en vuestra dura cabeza? A mi, nadie va a decirme que...
— ¡Basta
de cháchara, muchacho! — ordenó él
— Loki debe estar riéndose de los hados
que os trajeron a mí. Estáis muy equivocado si pensáis que deseo compartir mi
cama con vos, pero no veo otro remedio por esta noche, si es que quiero dormir
algo.
Heechul dejó
pasar el insulto.
— ¿No tenéis otras habitaciones en esta casa?
— Sí, pero
están ocupadas. Mi casa está llena de hombres, los que regresaron conmigo.
Estoy seguro de que no les gustará que tropecéis con ellos en la oscuridad,
pero vuestros gritos pidiendo que os suelten no me ayudarán a conciliar el
sueño.
— Los gritos de vuestros hombres, no los míos —
replicó.
Siwon suspiró
con fuerza.
— Os
sobrestimáis demasiado. Ahora dejadme en
paz y venid la cama.
Heechul se
tragó otra réplica y se acercó lentamente a la cama. Era más acogedora que el
suelo, tuvo que admitir. Trepó al lecho y se tendió del lado de la pared, a más
de sesenta centímetros del vikingo. El armiño debajo del cual yacía él, y sobre
el que se tendió, era como una muralla entre los dos. Momentos después, Heechul
oyó la respiración profunda y regular de Siwon. Estuvo largo tiempo despierto,
hasta que por fin se durmió.
Heechul
fue despertado con rudeza cuando Jooahn irrumpió en la habitación.
—
¡Despertad! ¡Despertad muchacho, antes que él regrese y os encuentre todavía en
la cama!
Heechul
levantó la cabeza y vio que Siwon ya no es taba a su lado. Después miró a la
severa mujer de rostro duro que estaba de pie junto a la cama y le lanzó una
mirada desdeñosa, se preguntó qué haría la mujer si la atacaba. Probablemente
correría gritando por su amo y él todavía tenía que conocerlo, aprender si
debía o no temerle.
— De
prisa, muchacho, y vestíos — continuó Jooahn, y entregó a Heechul una túnica de
lana basta— . Siwon ya no os quiere en su habitación. En realidad, no está nada
contento con vos. No es sorprendente, con vuestro mal de ojo.
Heechul le
dirigió una mirada penetrante, pero nada dijo. Había decidido seguir fingiendo
ignorancia de la lengua de ellos. Si hablaban en su presencia creyendo que no
les entendía, quizá pudiera obtener alguna información útil. Era difícil actuar
así cuando ya sus labios ardían a punto de replicar, pero lo intentaría.
Jooahn se
volvió hacia la puerta e indicó a Heechul que la siguiese. Ruidos de jolgorio
llegaban del piso inferior. Pasaron la escalera y entraron en una habitación
pequeña del otro lado. Cuando Jooahn encendió varias lámparas de aceite de
ballena para alumbrarse, Heechul vio que estaban en un cuarto de costura, donde
se hacían toda clase de cosas.
La
habitación no era muy diferente del cuarto de costura de su casa, aunque Heechul
nunca había estado mucho tiempo allí.
— Siwon ha
ido a buscar a su padre, pero ordenó que os quedéis en esta habitación y no
salgáis de aquí — dijo Jooahn, haciendo señas para explicar sus palabras— . Yo
tengo mucho que hacer abajo, para preparar el festín, y no puedo vigilarlos. Venid
— se acercó a un gran
telar en un rincón, sobre el que había un tosco tapete a medio terminar. Indicó claramente que Heechul tenía que trabajar en él— Esto os tendrá ocupado.
— Me
pudriré vivo antes de tocarlo — dijo Heechul en su propia lengua, con una
sonrisa en los labios.
— Bien,
bien — dijo Jooahn, devolviéndole la sonrisa— Siwon pareció creer que me
causarías problemas, pero yo no lo creo. Seréis útil y todo irá bien — se
volvió para marcharse y añadió, en tono severo— Quedaos aquí..., aquí.
En seguida
se marchó, cerrando la puerta tras de sí . Heechul miró con expresión
amenazadora el telar de tapetes y dijo en tono despectivo:
— ¡Bah! Si
cree que me obligará a hacer estos trabajos, esa vieja bruja tendrá más
problemas de los que podrá manejar.
Heechul
registró distraídamente la habitación. Encontró varias tiras gruesas de cuero y
las trenzó para hacerse un cinturón. Los
sonidos que llegaban de la planta baja le recordaron a su casa, cuando su padre
tenía invitados. Esto reavivó su dolor: hasta ahora, la cólera y la frustración
lo habían tenido bajo la superficie. El recuerdo de la muerte de su padre y de
la sangrienta escena que presenciara en su hogar aumentó su indignación.
— Oh,
padre, fuisteis un tonto — susurró— Los atrajisteis hasta nosotros con vuestro
ofrecimiento. Quisisteis salvarnos y nos habéis destruido.
Heechul no
quería llorar otra vez. Llevaría su duelo en lo más profundo de sí mismo, pero
no se lamentaría en voz alta, porque tenía otras cosas en
qué ocupar sus pensamientos.
Decidió
firmemente que no podía permanecer aquí. De alguna forma tenía que encontrar el
modo de abandonar esta tierra dejada de la mano de Dios y retornar a su hogar.
Necesitaría tiempo para aprender las características de la tierra y descubrir
una vía de escape. También esperaba vengarse y quedaría más que satisfecho si
podía lograr ambas cosas.
Involuntariamente,
sus pensamientos fueron hacia el vikingo. Choi Siwon era un enigma. No había
tomado parte en el engaño perpetrado contra su gente, pero constituía la más
grande amenaza para él. Estaba convencido de que era su dueño y que podía hacer
con él lo que quisiera. Pero no lo permitiría, ya lo vería.
Ese hombre
alto, viril, no lo miraba con lujuria y eso, aunque un poco desconcertante, era
una bendición. Heechul sabía que el vikingo esperaba que se hiciera útil. Si
por lo menos pudiera pensar en algo que no le importara hacer, no tendría
dificultad en quedarse aquí para ganar el tiempo que necesitaba.
¿Pero qué
había aquí que pudiera hacer?
Heechul
abrió sigilosamente la puerta. Pensó que si abandonaba el cuarto de costura
provocaría la ira de Jooahn. Pero siempre podría escudarse en su propia
ignorancia y aducir que no entendía las instrucciones de Jooahn.
Los ruidos
de la planta baja se hicieron más fuertes. Se preguntó si Siwon ya había
regresado. Si era así, también Kangta estaría allí. Destruir a ese hombre le
produciría un inmenso placer; destruirlo, tal como él había destruido a su
gente. Kangta debía morir. Él encontraría la forma.
Miró a Siwon, quien ya estaba acostado con los ojos cerrados.
telar en un rincón, sobre el que había un tosco tapete a medio terminar. Indicó claramente que Heechul tenía que trabajar en él— Esto os tendrá ocupado.
Ok ya se conocieron pero no fue nada bueno, que hará Heechul, como lograra escapar conseguirá su venganza, gracias por el cap bye.
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