—Él dice aquí...
—Wook, repito mi pregunta, ¿a quién vas a creerle?
—Tengo que creer a Sunjoon —Wook hablaba procurando ocultar
todo rastro de dolor en su voz
—. ¿Cómo se enteró Sunjoon de mi embarazo?
Mi
madre no se lo dijo. ¿Cómo supo que aquella noche nos acostamos juntos? ¿Le
hablaste de lo divertido que había sido acostarte con un virgen?
Yesung arrugó furioso la carta.
—No —dijo, con una voz que parecía un gruñido—. ¡No lo hice!
Y no creo que nadie, ni siquiera Sunjoon, se arriesgara a tanto a cambio de la
esperanza de que te quedaras embarazado.
—¿Qué tenía él que perder? Si como dices, no le interesaba
hacer el amor a menos que estuviese en sus días fértiles, el hecho de que yo pasase
la noche contigo no debió preocuparte mucho —Wook necesitaba herir a Yesung,
quería que padeciese una mínima parte de la rabia y el dolor que se albergaban
en su interior.
Yesung hizo una mueca.
—No, no creo que le preocupara. De acuerdo, digamos que todo
lo planeó él. Pero mintió al decir que yo había tenido algo que ver con eso, y
también es mentira que me contara lo que había sucedido aquella noche. Hizo sus
planes sin consultarme porque sabía que me habría negado rotundamente a
participar en un plan tan despiadado.
Wook agachó la cabeza.
—¿Y cómo puedo saber que eso es cierto?
—Porque con el tiempo vas a llegar a conocerme muy bien —le
aseguró Yesung—. Lo suficiente para estar seguro que toda esa carta es un
cúmulo de mentiras.
—¿Y ya crees que nuestro encuentro fue planeado por él?
Yesung titubeó, le observó con una expresión sombría y
reservada. Wook lo observaba atentamente, le daba miedo oír su respuesta.
—Sí —contestó él por fin, aunque de modo casi indiferente—.
Creo que lo más probable es que lo tuviera previsto.
—También yo —repuso Wook, con todos sus recuerdos hechos
añicos, aplastados hasta ser convertidos en polvo, en mentiras, simulaciones y
farsas, en basura.
—¿Crees que yo tuve algo que ver en eso? —preguntó Yesung
con calma.
Wook no pudo contestar. Su necesidad de creer en su
inocencia superaba a la triste realidad de saber que Yesung quería tanto a Sunjoon
como para considerar a sus hijos como el único medio de que su esposo
conservase la salud mental.
—No puedo obligarte a creerme —dijo Yesung con tristeza—.
Pero si has leído bien la carta, te habrás dado cuenta de que aunque Sunjoon
asegura que elaboramos el plan entre los dos, siempre dice: «Yo esto, yo lo
otro», sin mencionarme a mí.
A Wook le llamó la atención el tono de voz de Yesung. Se
reflejaba en su rostro tan implacable autocontrol, que parecía que tuviese una
máscara puesta. Wook comprendía su necesidad de convencerle, pues el futuro de
su matrimonio dependía de ello. Sería, señaló una vocecilla despiadada en su
interior, mucho más cómodo para él tener una esposo que no creyese que había
conspirado para seducirle y dejarle embarazado y posteriormente despojarle de
sus hijos de modo ilegal.
Wook podría pedir leer la carta de nuevo, mas el instinto le
advirtió que si lo hacía, algo irrecuperable desaparecería de su matrimonio.
Todo se reducía, como bien lo había indicado Yesung a un
asunto de confianza.
Lo único que tenía que preguntarse era si Yesung sería capaz
de seducir al joven primo de su esposo, que vivía en su casa y bajo su
protección, con el solo propósito de que tuviese un hijo suyo que él pudiese
adoptar después.
Y la respuesta era obvia. Por supuesto que no lo iba a
hacer. Yesung era un hombre íntegro, con una moral intachable y altos
principios. No podía imaginárselo dominado por el deseo de tener tan sólo a su
propia sangre en Mouserabbit. Tampoco era un hombre obsesivo. Fueran cuales
fuesen sus razones, y Wook pensaba que estaba empezando a comprenderlas, Sunjoon
había mentido.
—No, no lo harías —manifestó con calma.
—No sabes lo mucho que eso significa para mí.
Entonces se arriesgó a dirigirle una breve mirada. Todavía
parecía el mismo, un hombre duro y que daba una asombrosa impresión de fuerza y
poder. Nunca sería diferente; no obstante, cuando hacían el amor, su expresión
se suavizaba y en sus movimientos había una ternura que le hacía confiar en él
de forma absoluta.
De pronto, Wook comprendió que aquel era un buen momento
para abordar a Yesung, la carta de Sunjoon había abatido todas sus defensas.
—Yesung, ¿cuál fue el motivo por el que te casaste conmigo?
—Me pareció el mejor modo de solucionar una situación
intolerable.
—Por supuesto —la respuesta de Yesung no cambiaba nada, ni
significaba una promesa de cualquier clase de victoria.
—No creo que sepas de lo que estoy hablando —aseguró Yesung
mirándolo con furia—. Me casé contigo porque te deseaba. Siempre ha sido así.
Cuando volví a verte después de diez años todo volvió a mí, el deseo, la
necesidad de tenerte en mis brazos...
—¡Cállate! —exclamó Wook tapándose los oídos con las manos,
pero él se lo impidió y lo obligó a bajarla.
—Tú eres el que ha preguntado —manifestó Yesung enfadado—.
Al principio, lo odié y te odiaba a ti, porque eres la única persona en el
mundo que es capaz de ponerme en ese estado. Lo que sucedió hace diez años fue
una pesadilla que destruyó mi autoestima, pero en cuanto volviste me di cuenta
de que iba a volver a ocurrir. No querías irte, y de nada valieron las
advertencias ni las amenazas. Me sentía impotente, así que... bueno, ¿y por qué
no? Si nos casáramos, ya no tendrías ese poder sobre mí. Pero antes tenía que
asegurarme de que no se te ocurriese abandonar a los niños. Te observaba cuando
estabas con ellos, y era evidente que les gustabas y que estabas preparado para
quererlos. Así que te pedí que te casaras conmigo para poder vislumbrar el fin
de esta maldita tormenta.
—¿Y ahora que ya lo has hecho? —preguntó Wook con voz fría y
distante. No te atrevías a abrir las compuertas de los sentimientos que
amenazaban con ahogarle.
—Casarme contigo ha sido la mayor estupidez de mi vida —dijo
él con ironía—. Mis cálculos han fallado por completo.
Wook dio un paso atrás, con la intención de que aquel
pequeño movimiento pusiese una simbólica distancia entre ellos. Las palabras de
Yesung le hicieron caer en un estado de intenso pánico. No podía hablar, no
podía pensar.
Con la mirada fija en el rostro de Wook, Yesung continuó con
aspereza.
—Nada ha cambiado, nuestro matrimonio no ha solucionado
nada. Al principio, me decía que se trataba sólo de sexo, que tú conocías todos
los trucos, pero al poco tiempo me di cuenta de que había algo que durante los
diez años pasados me había ocultado a mí mismo.
Aunque Wook ya no se encontraba en condiciones de seguir
soportando aquella conversación, le decía que Yesung necesitaba imperiosamente
desahogarse. Éste se encontraba de pie al lado del armario y contemplaba una
rosa miniatura que Hakyeon había rescatado de la poda y colocado entre un
ramillete de blancos y perfumados jazmines. Su arrogante perfil destacaba
contra el dolor azul pálido de las paredes.
—Y... —preguntó desesperado—, ¿de qué se trata?
Yesung lo miró con rabia.
—Me di cuenta de que te amaba —repuso con calma, y esbozó
una fría sonrisa—. Qué divertido, ¿no crees? Si quieres, puedes reírte.
Furioso, Wook recorrió el corto espacio que los separaba,
levantó un puño y le golpeó dejando marcada su mejilla.
—Eres idiota —siseó, a la vez que trataba de endurecerse
para no caer bajo el embrujo de la cercanía de Yesung—. Si me amas, ¿por qué
demonios no me lo has dicho antes?
Yesung le dirigió una mirada que atravesó el escudo con el
que se había cubierto Wook para protegerse. Como siempre, esa mirada le causó
una extraña sensación en la boca del estómago.
—¿Por qué? —preguntó Yesung lentamente—. ¿Para que pudieras
reírte a gusto?
—¿Y por qué iba a querer reírme? ¿Qué joven normal se ríe
cuando el hombre al que ha amado durante los últimos doce años le dice que lo
ama? ¿Por qué crees que me ha casado contigo,
grandísimo bruto? —preguntó Wook
sollozando.
—Wook —dijo él—. Mi amor... por favor no llores. No puedo
soportarlo... —lo abrazó con ternura, y Wook estuvo llorando hasta que sintió
que podría rompérsele el corazón.
—Wook, Wook, cariño —dijo Yesung con la voz ronca por la
emoción—, yo no sabía que tú me amabas. ¿Cómo iba a saberlo? Creía que querías
casarte conmigo para estar cerca de los niños.
—Pensaba que sabías que me excitaba en cuanto te acercabas a
mí.
—Eres una persona muy sensual, quizá...
—¡No te atrevas a decirlo!
Yesung lo abrazó con más fuerza y mientras él se secaba los
ojos y se sonaba la nariz, lo acercó a la cama y se sentó con él en su regazo.
—Para tu información —dijo, a la vez que le dirigía una
feroz mirada-, quiero decirte que hace años empecé a salir con otro hombre y
nos acostamos juntos varias veces, pero aunque él me caía muy bien, no fue en
absoluto nada parecido a... lo que me pasa cuando... cuando estoy contigo. Por
eso no volví a salir con nadie más.
—¿Y entonces lo que...? —se interrumpió—. Algún día tienes
que contarme por qué te atribuyeron varios amantes. Yo me decía que eso no
tenía porqué importarme, pero me engañaba —hizo una nueva pausa—. De momento,
de lo que estoy intentando convencerme ahora, es de que este alivio que siento
no es por el estúpido sentido de la posesión de un hombre que quiere tener a su pareja en cuerpo y alma.
Wook le dirigió una sonrisa adorable.
—Sí, puedes reírte —dijo Yesung, con una voz que ni siquiera
cuando hacían el amor sonaba así. Todas sus reservas habían sido sustituidas
por una maravillosa sensualidad. Le estrechaba con fuerza y tenía la cabeza
inclinada de tal modo que su aliento le rozaba, con la suavidad de una pluma,
en la mejilla—. No puedo evitar ser posesivo, pero lucharé contra ello, lo
juro.
—No me importa que seas algo exigente.
—De acuerdo, pero procuraré serlo lo menos posible.
Sunjoon había tratado de levantarse de la tumba e
interponerse entre ellos y Wook casi lo odiaba por haberlo hecho, sin embargo,
en ese momento entendía mucho mejor a su primo, cuyos demonios habían logrado
controlarlo de tal forma, que al final había estado a punto de destruir a todos
los seres que amaba.
—No puedo creer que me ames —musitó Wook.
—¿Es tan difícil? —le alejó un poco de él, para mirarlo a
los ojos—. Has traído a mi vida paz, risa, una serenidad que yo nunca había
experimentado y un divino desasosiego. ¿Me crees, Wook?
Wook examinó su mirada y se dio cuenta de que en aquellos
ojos ya no estaba presente el frío hielo que hasta entonces los había
caracterizado, sino una patente súplica.
—Oh, Yesung —dijo Wook sonriente—. Tengo que creerte, si me
mintieras, creo que moriría.
—Te juro que nunca volveré a mentirte —le prometió él con la
voz profunda y dulce de un amante, y empezó a besarlo. Más tarde, aquella misma
noche, cuando los gemelos ya estaban en cama y el fuego ardía en la chimenea, Wook
observó el retrato de Sunjoon y, de manera inconsciente, se refugió todavía más
dentro de los brazos de Yesung.
—Si quieres, lo podemos quitar —sugirió él.
—No. Él ya no significa ninguna amenaza para mí. Sólo estaba
pensando que en realidad nunca llegué a conocerlo.
—Ninguno de nosotros. Sunjoon tuvo que trabajar mucho para
lograr ser tan encantador. Se programó para ser el esposo perfecto para el
hombre perfecto. La mayoría de las veces lograba llevar las normas imposibles
que se había impuesto, pero no era raro que la máscara se deslizase y dejara
ver la verdad.
—Debía odiarse a sí mismo.
—Es cierto —comentó Yesung—. Y ese odio debe haberse
agravado al no poder concebir a pesar de que el médico nos había asegurado que
no había ninguna razón médica para que no lo lograse. Yo trataba de convencerlo
de que era igual, de que lo quería de todos modos, pero mi amor no fue
suficiente. Con el tiempo, me di cuenta de que se había casado conmigo porque
me consideraba el hombre adecuado para esa vida perfecta que se había
imaginado.
—Pobre Sunjoon —dijo Wook, dándole a Yesung un beso en el
cuello.
—Sí, y cuando tú te quedaste embarazado, debió sentir que el
éxito de sus planes era la prueba de que estaba actuando correctamente.
—¿Qué te dijo cuando volvió al día siguiente?
—Que en el hotel no le habían dado el mensaje; y cuando le
dijo que tú habías vuelto con tu madre, me comentó que era una pena, pero que
quizá fuera mejor así.
Antes de hablar, Wook hundió el rostro en el cuello de Yesung
y suspiró con fuerza.
—Yo pensaba que Sunjoon me quería —susurró.
—Así sea, pero sólo como él era capaz de amar a alguien.
Wook podía sentir los latidos del corazón de Yesung contra
su pecho, y su regularidad la confortaba.
—Podía haber hecho mucho daño a las niños —aquella inquietante
idea le había rondado toda la tarde, pero era un miedo que hasta ese momento no
se había atrevido a expresar.
—No, porque ser el joven perfecto también significaba que se
tiene que ser el appa perfecto.
-¿Y si a pesar de su fachada de cordura los había hecho
sufrir de un modo sutil y secreto que pudiera tener consecuencias posteriores?
—¡Alto! —exclamó Yesung, adivinando los pensamientos de Wook—.
También yo lo pensé cuando comprendí que Sunjoon había estado al borde de la
locura, pero tú conoces a los niños, ¿notas en ellos algo raro?
—No. Por supuesto que no.
—Sunjoon quería que fueran felices, lo cual es algo que le
debemos agradecer.
—Y tú, ¿lo querías a él? —preguntó Wook sin poder reprimir
un súbito ataque de celos.
—Sí, lo quería —contestó Yesung con voz firme—. Pero no como
a ti. Cuando nos casamos, yo tenía veintiún años y él era un par de años mayor.
Ahora ya no soy tan joven ni ingenuo e impresionable. A ti te amo con todo lo
que soy ahora y todo lo que en el futuro pueda llegar a ser. Todos los días te
lo demostraré, hasta que termines aceptándolo.
El cariño que había en la mirada que le dirigió fue para Wook
mucho más convincente que las palabras. Y se dio cuenta de lo mezquino que
había sido al permitir que el rechazo que sufriera durante su niñez le
afectara. Sonriente, le dio a Yesung un beso en la barbilla.
—Lo acepto —declaró con calma—. Sé que me amas. Yo también
te amo, y vamos a ser muy felices.
Yesung lo besó entonces con pasión. Cuando volvió a levantar
la cabeza, la mirada de águila apareció de nuevo en sus ojos.
—Vamos a acostarnos —dijo.
No se les van a caer los bebés, ¡así que dejen de poner esa
cara de terror! —ordenó el fotógrafo.
Heecheol y Hakyeon apretaron a sus hermanitos con más fuerza
todavía, lo que hizo sonreír a los adultos presentes, entre quienes se
encontraba la mujer que había sido agente de Wook en Nueva York, Toni Han-sen.
—Creo que desde ahora voy a contratar al más alto, ¿Heecheol,
verdad? —le dijo a su esposo—. ¿No te parece que es especialmente atractivo?
Su marido contemplaba su copa de champán con respeto, pues
era cosecha especial de una de las mejores marcas, y por supuesto no esperaba
encontrarse algo así en los confines del mundo.
—Ni lo pienses —insinuó—. Cuando el niño tenga veinte años,
tal vez, pero ahora no. Se nota que su familia es muy protectora.
—Es una lástima —repuso ella mientras observaba a los demás
componentes del grupo que iba a ser fotografiado.
Era evidente que Wook estaba muy seguro de sí mismo. Los
cuatro años transcurridos le habían hecho ganar algo de peso, y la mirada que
le dirigiera a su imponente esposo expresaba un amor casi indecoroso.
Toni
suspiró al verlo.
Ella había conocido a muchos hombres guapos. No podía decirse
que Kim Yesung lo fuese, pero cuando Yesung entraba en una habitación, todo el
mundo se daba cuenta de ello. Tenía presencia, y una rara amalgama de
confianza, masculinidad y autoridad de la que pocos hombres podían envanecerse.
Él también debía de ser muy fotogénico, pensó con profesionalidad.
Y no cabía duda de que se moría de amor por su esposo. No es
que fuera muy expresivo, pero le dirigía a su esposo unas miradas que cualquier
mujer envidiaría.
Se notaba que era un hombre muy posesivo, pero si a Wook no
le importaba, los demás no tenían nada que decir. Además, estaba claro que no
ponía ningún inconveniente a que Wook trabajase en su negocio de remodelación
de jardines, para lo que había resultado ser muy bueno; y como muestra, estaba
el jardín de esa misma casa. Aunque el nacimiento de los gemelos no le iba a
dejar mucho tiempo libre durante los próximos meses.
Fuera lo que fuese que hubiese ocurrido en el pasado, Wook
por fin pertenecía a una gran familia feliz.
Wook ya le había contado a Toni que, en vista de que los
médicos no habían podido asegurarle que no fuera a tener otro par de gemelos,
habían decidido que cuatro era un buen número de hijos.
Y era evidente que dejar la vida de la pasarela para
cambiarla por su actual ocupación, había sido lo mejor para Wook, que tenía un
aspecto radiante. Se notaba que los niños lo adoraban y que todos eran felices.
Aquella noche, cuando Wook fue a darles un beso de buenas
noches a sus hijos, pensó que eran maravillosos, querían mucho a sus hermanitos
y los cuidaban muy bien.
El sonido de voces le hizo acudir primero al dormitorio de Heecheol.
En cuanto entró, los niños se volvieron a verlo.
—Anda,Hee —dijo Hakyeon, que estaba sentado al borde de la
cama de su hermano—, pregúntaselo tú.
—¿Preguntarme qué?
Era extraño, pero los dos niños tenían una expresión
idéntica, en la que se mezclaban la emoción y la inquietud.
—Queremos saber si tú eres nuestro verdadero appa.
Aquellas palabras fueron seguidas de un profundo silencio. Hakyeon
se tapó la boca con una mano, y abrió los ojos, de un color idéntico al de su appa,
de par en par.
—Sí, lo soy —repuso Wook con una calma que contrastaba con
los rápidos latidos de su corazón.
—¿Y es papá nuestro verdadero padre?
Wook asintió con un movimiento de cabeza.
—Entonces eso significa que... —empezó a decir Heecheol,
pero de pronto se interrumpió.
Wook tomó asiento y les explicó lo más importante de su
historia. Los dos jovencitos se ruborizaron; no obstante, su fascinación fue
evidente.
—Parece cosa de cuento de hadas —exclamó Hakyeon.
«Hay unas cuantas coincidencias», pensó el sonriente Wook.
—Es cierto —les dijo—. Pero al igual que en cualquier
cuento, todos los personajes ocultan algo y sufren mucho.
Los niños asintieron.
—¿Te podemos seguir llamando por tu nombre y no appa?
—preguntó Heecheol de pronto.
—Está bien. Me parece muy natural que llamen appa a Sunjoon
—titubeó un poco—. ¿Qué es lo que les ha hecho sospechar que yo podría ser su appa?
Los hermanos intercambiaron miradas de complicidad y luego Heecheol
respondió.
—Fue cuando nacieron los gemelos. Los dos tienen el cabello
como nosotros y, aunque yo me parezco un poco a la fotografía de apa, me
parezco mucho más a ti. Además, los ojos de Hakyeon son como los tuyos.
—Y hay otra cosa —explicó Hakyeon, ruborizándose—. Hace
mucho tiempo, una vez entré a tu dormitorio mientras te bañabas, vi que tenías
el colgante encima de la mesilla de noche y cuando lo abrí vi que ahí guardabas
unos mechones de cabello que son del mismo color que el pelo de nuestros
hermanos.
—¿Son nuestros?
—Sí, se los corté el último día que estuvisteis conmigo.
—¿Por qué no le dijiste a papá que estabas embarazado?
Wook sabía que estaba pisando un terreno peligroso, pero no
podía dejar de darles una respuesta a sus hijos.
—Él quería mucho a Sunjoon. Yo no quería romperle el corazón
a su appa, aunque seguramente se lo habría dicho si hubiese sabido que él no
podía tener hijos propios. Yo era un adolescente tonto y muy pobre, así que no
pude conservarlos a mi lado. Pero cuando tuve que darlos en adopción, lloré hasta
que los ojos se me secaron.
No se dio cuenta de que en su expresión se reflejaba la
desolación que había padecido en aquel entonces, hasta que Hakyeon se puso de
pronto de pie, lo rodeó con sus brazos y lo estrechó con fuerza.
—No llores, Wook, en realidad así resultó mejor para todos,
¿no es cierto? —dijo Hakyeon, y en ese momento Heecheol se acercó a ellos y
también abrazó a su madre.
—Después de todo -Alijo Heecheol con una sonrisa—, éste no
es un cuento de hadas, porque aquí no hay un padrastro malo.
—Qué bien que sean nuestros verdaderos padres —dijo Hakyeon—,
así no tendremos que buscarlos.
De nuevo en su propio dormitorio, Wook le contó a Yesung lo
sucedido y añadió que los niños habían decidido no decírselo a nadie porque
sería divertido tener un secreto familiar y para no verse obligados a contestar
preguntas indiscretas.
—Espero que nuestros hijos lleguen a ser tan maravillosos
como sus hermanos —dijo Wook.
—Estoy seguro de que así será —le aseguró Yesung besándolo
en la nuca—. Parece que a tu padre y a tu madrastra les han gustado.
—Sí, eso parece.
Cuando llevaban un año casados, Yesung le había sugerido que
se pusiese en contacto con su padre. Al principio, Wook había dudado, pero la
curiosidad había triunfado y había concertado un encuentro. Para gran asombro
suyo, su padre era aquel hombre desconocido que había asistido a los funerales
de su madre.
—Debería haberte buscado hace tiempo —le había explicado
él—, pero no quise lastimar aún más a mi esposa y tomé el camino fácil. No te
culpo si me desprecias.
Pero Wook no podía despreciar a aquel hombre que tanto se
había alegrado de verlo. Así que había expresado su negativa por medio de un
movimiento de cabeza.
—Pero debes creerme —había continuado su padre—. Traté de
convencer a tu madre de que aceptara una ayuda monetaria y una casa donde
vivir. Pero al ver que ella se negaba, a pesar de mi insistencia, terminé
cansándome y luego perdí el contacto con ella cuando volvió a mudarse. Cuando
vi su nombre en la esquela del periódico acudí al funeral. Pensé que tú todavía
estarías estudiando y tuve la esperanza de poderte ayudar. Pero cuando te vi,
inmediatamente me di cuenta de que las cosas no te iban mal y supe que era
demasiado tarde. No sé que te habrá contado tu madre, aunque debes saber que mi
esposa estaba enferma y que odiaba a tu madre.
Y no le faltaba razón.
No se veían con mucha frecuencia, pero su relación había
llegado a ser cariñosa y agradable, y hasta la esposa de su padre había
aceptado a Wook, comprendiendo que no significaba ninguna amenaza.
Wook
pensaba, con cierto cinismo, que para aquella aceptación había ayudado mucho el
estar casado con Yesung.
Un beso de su esposo le hizo volver al presente.
—Te quiero —le dijo dirigiéndole una mirada de sus
hechiceros ojos.
—Debes estar cansado —repuso él levantándolo en brazos y
dejándole en la cama.
Wook sonrió y lo abrazó.
—¿Cómo podría estarlo? Lo único que he tenido que hacer ha
sido sostener en mis brazos a alguno de los gemelos de vez en cuando.
—Me alegra saberlo —comentó él, con una naciente excitación
de deseo que empezaba a reflejarse en sus ojos—. Te amo.
En su último pensamiento coherente antes de quedar atrapado
en aquel dulce fuego, Wook decidió que había merecido la pena correr algunos
riesgos. El fantasma de Sunjoon había perdido su poder y ya no podría hacerle
ningún daño. Allí, en los brazos y en el corazón de Yesung, se encontraba a
salvo.
♥______♥
ResponderEliminarame esta adaptación!!!
cada capitulo, me hacia llorar...suspirar y sobre todo odiar a Sunjoon!!! ¬¬
jajajajajjajajja naaahhh!!! los gemelos y ahora mas gemelos! eh quiay! que come Wook~ jajajajaj
me imagino lo feliz que fue Yeye con cuatro hijos! y los gemelos mayores, wau~ que suspicaces, aunque no entiendo por que no querían llamar a Wook ¿appa? ...
ahhh! lo ame! ♥ me encanto! mucho mucho!!!!
Hasta que finalmente ambos se dieron cuenta que fue Sunjoon quien planeó todo, que en su enfermiza idea de tener todo perfecto fue capaz de mentir y manipular. Me alegra que ambos alejaran de una vez el fantasma de Sunjoon de sus vidas, ojalá que Sunjoon se revuelque de envidia al ver los felices xD
ResponderEliminarGemelos!! tuvieron otro par de gemelos. No es por nada pero Wookie se ahorra el trabajo teniendo los de dos en dos. Los gemelos mayores ya saben que Wookie y Yesung son sus verdaderos padres y así son felices. A esos peques no se les pasa una.
Es bonito ver los así de felices. RyeoWook trabaja en lo que quiere. Su familia es feliz y Yesung y Wook se aman sin fantasmas ni rencores de por medio.
Me encantó la adpatación y gracias por compartir. Bye ^^
Aaaaaah...esta bien,a Sunjoon le consederé un 20% de todo esta felicidad...su obsesión por tener a su cuidado a los gemelos,hace que no lo odie por completo.....pero eso no le quita parte de la culpa.
ResponderEliminarEn fin....yesung hasta el final tuvo que ser un tonto....pero wook así lo quiere....(y yo también) *0*
Par de tontos,pero que hijos tan inteligentes,descubrieron el secreto que sabrian tiempo después....que bueno,así conviven como una verdadera familia desde el principio.
De nuevo gemelos......ese yesung tiene buena punteria.
T^T...ya termino
muy buena historia *0*
esperemos la siguiente....^^