—¿Por qué era appa tu mejor amigo si era mayor que tú?
—Teníamos muchas cosas en común —«para empezar, ambos
estábamos enamorados de ti», pensó con ironía.
Más tarde, mientras Heecheol arreglaba las violetas en un
fino florero de cristal cortado, Hakyeon apareció en el umbral.
—¿Dónde han estado? —preguntó con voz temblorosa.
—Hemos ido a cortar flores —le cortó Wook—. Si tu rabieta ya
ha terminado, puedes venir a ayudarnos a arreglar las que hemos traído. Heecheol,
¿conoces aquellas flores que se llaman nubes?
—el niño asintió—, ¿por qué no
traes algunas para terminar el ramo?
Cuando Heecheol salió de la habitación, Hakyeon todavía
permaneció en el umbral, pero a los pocos segundos entró. En su rostro todavía
había cierta expresión de rebeldía, pero sin la presencia de su hermano, Wook
podía actuar mejor.
—¿Puedo quedarme aquí? —preguntó.
—Por supuesto —le respondió Wook con una sonrisa. Aunque
tenía ganas de estrecharlo en sus brazos hasta que se le secaran las lágrimas y
su acostumbrada sonrisa alegre volviese, su instinto le advirtió que no lo
hiciera—. En tu habitación tenías que quedarte sólo hasta que te encontraras
mejor. Nadie te ha obligado a quedarte allí.
—Heecheol dice que tú...
—Ya sé que están muy compenetrados por ser gemelos —lo
interrumpió Wook—, pero tienen que comprender que no es lo mismo Heecheol que
tú, y él no puede ser tu mensajero. Tú tienes que tomar tus propias decisiones.
A Hakyeon no le hicieron mucha gracia las palabras de Wook,
pero cuando vio llegar a Heecheol con un pequeño ramillete de flores, decidió
olvidarse de ellas, y se entretuvo mucho con su hermano arreglando las flores.
Más tarde, cuando los niños ya estaban dormidos, Yesung le
comentó a Wook que estaba preocupado porque había visto triste a Hakyeon, pero él
le explicó la situación, y lo tranquilizó.
—Sí —comentó él—, es cierto que Hakyeon se apoya demasiado
en Heecheol, sobre todo en las ocasiones desagradables para él. Sunjoon
decía... —empezó a decir, pero se interrumpió bruscamente, lo que hizo que Wook
le dirigiese una larga mirada.
—Yesung, no voy a deshacerme si mencionas su nombre o haces
cualquier referencia a él. Después de todo, estoy viviendo en su casa, estoy
intentando ser un buen appa para sus hijos.
—De acuerdo. Pero ya te dije que puedes hacer todos los
cambios que quieras en la casa.
Wook no estaba hablando de eso, pero era una oportunidad
demasiado buena para dejarla pasar.
—¿Incluso en el jardín?
—Por supuesto.
—¿Aunque el jardinero piense que así está perfecto y que
sería un sacrilegio hacerle cualquier cambio?
—Por supuesto —dijo observando sus cuidadas y elegantes
manos— Aunque no sabía que te gustaba la jardinería.
—Pues sí, me gusta. Y, sin descuidar mi carrera de modelo,
me di tiempo para estudiar arreglo artístico de jardines. Te voy a enseñar los
planes y bosquejos que tengo para el jardín de esta casa.
—Muy bien —comentó Yesung al verlos—. Me parece un trabajo
muy profesional. Sigue adelante e indícame cuando necesites ayuda, te hará
falta contar con los contactos adecuados.
Yesung tenía razón, una cosa era hacer unos bosquejos de
razonable calidad y otra muy diferente llevar la idea a la práctica.
—Pero costará mucho dinero.
—Querido, tu esposo es un hombre bastante acaudalado.
Después de dejar sus dibujos en la mesa, Wook contempló el
rostro de Yesung y con triste dolor advirtió lo cansado que parecía. Había
pequeñas arrugas alrededor de los ojos. Él también estaba cansado. Y era
lógico, por la noche hacían el amor con tan apasionada intensidad, que lo raro
era que pudiesen levantarse por la mañana.
—Querido —lo imitó Wook—, tu esposo es un joven bastante
acaudalado.
—No me hace falta tu dinero.
—Ni a mí tampoco el tuyo —repuso él rápidamente—. Pero la
cuestión es, ¿cómo vamos a organizar nuestras finanzas?
—Como quieras. Aunque preferiría que no se te ocurriera
comprarles demasiados regalos a los niños. Por supuesto que yo continuaré
pagando los gastos y destinaré algo para ti. Con tu dinero, puedes hacer lo que
quieras.
Wook sintió que el rostro le ardía como si Yesung le hubiese
propinado una bofetada. En realidad, sentía que no podía haber encontrado un
modo más insultante para recalcar su determinación de mantener sus vidas
separadas.
Excepto en un solo lugar. La cama.
De acuerdo. Si la cama era el único lugar en el que podían
encontrarse como iguales, lo haría tan atrayente que Yesung nunca querría
alejarse de él.
El siguiente par de meses transcurrió en relativa calma. Los
niños tuvieron los altibajos normales en el comportamiento de cualquier niño de
su edad, pero no hubo nada que Wook no pudiese manejar y poco a poco empezó a
convertirse en un verdadero appa para ellos.
La primera fiesta que ofrecieron Yesung y él después de su
matrimonio fue una prueba, pero salió muy bien, y muy pronto la comunidad
empezó a incluirlo en la vida social y empezó a reconocer a la gente con quien
se encontraba en la calle.
Lentamente, y con la ayuda adecuada, el jardín empezó a
transformarse al gusto de Wook. Se construyó la terraza que deseaba y muy
pronto se iba a instalar la nueva piscina, que estaría más cerca de la casa, ya
que la antigua piscina nadie la usaba por lo lejos que estaba.
Con el trato continuo con los trabajadores de la casa, éstos
se convirtieron en personas para él, dejando de ser sólo nombres y rostros. Wook
por fin empezaba a ocupar el lugar que le correspondía.
De hecho, la única persona que no demostraba una total
aceptación de Wook era la persona que el joven más necesitaba que lo hiciese.
Su esposo era educado, solícito y excitante. Discutía las cosas con él como si
se tratase de un verdadero ser humano en lugar del joven más hermoso del mundo.
Por las noches se unían con una pasión que a Wook le parecía inigualable. No
obstante, a medida que iban transcurriendo las semanas y los meses, Wook fue
consumiéndose por encontrar en Yesung alguna señal de amor, o tan siquiera de
afecto.
Pero aquella ansiada recompensa se mantenía tan fuera de su
alcance como siempre. Lo había arriesgado todo, y había perdido.
E iba a tener que vivir con ello durante el resto de su
vida.
Por suerte, Bada ya había accedido a que colaborara en los
trabajos de la casa, por lo que la multitud de tareas diarias le ayudaba a
alejar la mente de su más ferviente deseo: lograr el amor de Yesung.
Un buen día, después de recoger un cubo de ropa del cuarto
en el que estaba la lavadora, se dispuso a subirla para guardarla.
Como siempre, faltaba un calcetín. ¿Sería que se devoraban
uno al otro? se preguntó sonriente. Él ataque de los calcetines caníbales. A lo
mejor Yesung había dejado el otro dentro del zapato. Miró en su armario y
revisó los zapatos. En ese momento, un atisbo de color le llamó la atención y,
al inclinarse, se encontró con un álbum fotográfico que estaba en un rincón.
Lo levantó, le quitó el polvo y lo abrió.
Lo primero que vio fue una fotografía de Yesung y Sunjoon,
tomada durante su luna de miel por un fotógrafo ambulante. Se
encontraban sentados ante una mesa de una cafetería al aire libre.
Sunjoon
estaba tan hermoso como siempre; Yesung parecía mucho más joven. Miraba a Sunjoon
como si en su persona estuvieran encerrados todos los maravillosos secretos de
su futuro. Wook cerró el álbum con tanta energía, que de pronto cayó un papel
al suelo.
Se trataba de una carta.
«No, no voy a leerla», decidió. Trató de volverla a meter
dentro de álbum, pero como se resistía, la abrió un poco para acomodar el papel
y entonces, con incrédula consternación, notó que en el sobre aparecía su
nombre, escrito con la inconfundible letra de Sunjoon.
Tembloroso, cerró los ojos con fuerza, pero se dijo que
debía ser valiente y los abrió.
Lentamente y con mucho cuidado, empezó a leer la carta.
Querido Ryeowook:
Anoche te vi volver a Mouserabbit,
y aunque se trató tan sólo de un sueño, el recuerdo no se desvanecerá. Creo que
debe tratarse de un presagio, y si lo es, y tú vuelves, hay ciertas cosas que
debes saber. Cuando leas esta carta, yo ya estaré muerto. No puedes imaginarte
lo enfadado y amargado que mi destino me hace sentirme. La vida no ha sido
justa para mí. Debería haber sido capaz de tener niños, hijos e hijas para
Yesung y que fuesen míos de verdad. En lugar de ello, me veo obligado a
depender de ti. ¿Alguna vez te has preguntado cuál fue el verdadero motivo por
el que sugerí que aquella noche durmieses en nuestra cama?
A Wook le latía con fuerza el corazón, mientras las palabras
danzaban ante sus ojos. Deseaba poder arrojar la carta al fuego, pero sabía que
debía leerla. Respiró hondo y se forzó a ignorar la extraña sensación que tenía
en el estómago, y siguió leyendo.
Nosotros lo planeamos,
Yesung y yo. Yo me aseguré de que estuvieses en nuestra cama, y él fingió no
saberlo. Sabía que estabas en tus días fértiles... ¿recuerdas que un par de
semanas antes habíamos hablado sobre ello? También esa conversación la había
planeado yo. Siempre agradecías tanto las ayudas que te prestaba. Tu madre no
debería haberte tenido nunca, pues era completamente incapaz como madre. Pero
ella no te quería, sólo te tuvo para castigarnos a todos y castigarse también a
sí misma.
Yesung no quería
acostarse contigo, pero lo hizo por mí porque para entonces ya sabíamos que soy
estéril. Era algo injusto; yo había edificado la vida perfectamente para
nosotros, y con esa noticia todo se hizo añicos.
Wook sentía que el mundo giraba a su alrededor. Después de
un momento, continuó con la lectura.
Yesung sugirió la
adopción, pero la verdad es que yo no quería niños ajenos en mi vida. Siempre
he sentido que el origen es algo muy importante. En realidad, él también
deseaba tener sus propios hijos. Entonces me di cuenta del motivo por el que
habías sido enviado a mí. Eras de la familia, y eras cariñoso, simpático y
dulce... todo lo que yo deseaba que mis hijos fuesen. Así que empecé a hacer
planes, y la verdad es que no me sorprendí de que todo me saliera tan bien. Si
no hubiese sido por mí, los niños nunca hubiesen sido concebidos y nunca
habrían nacido. Yo les di la vida, y nadie puede haberlos amado más.
Quizá te aburriría si
te describiese con minuciosidad la forma en que manipulé las cosas para poder
llegar a adoptar a los gemelos. Ni siquiera Yesung sabe cómo lo conseguí. No
hice nada ilegal, pero soy muy bueno haciendo planes y, además, aproveché todos
mis contactos. Cuando los trajimos a casa, inmediatamente me enamoré de ellos.
Nadie me había dicho que no podía enamorarse de los bebés.
Fue una pena que
tuviese que cortar el contacto contigo, pero no había otra solución; podríamos
haber salido adelante si hubieses tenido sólo un niño, pero con los gemelos te
habrías dado cuenta de que eran los que nosotros habíamos adoptado, y eso
hubiese significado muchos dolores de cabeza para todos nosotros.
Así que tuve que
asegurarme de que nunca volvieras a Mouserabbit. Debo reconocer que no me
esperaba que te convirtieses en modelo y que fue un impacto para mí empezar a
verte en todas las revistas; no eras ya el desgarbado chiquillo que yo tan bien
conocía, sino una exquisita criatura. Y era obvio que tu vida era maravillosa
y; eso casi me hacía sentir envidia. Ryeowook, espero que sientas cierto
agradecimiento hacia mí, porque si no hubiese sido por mí, no habrías sabido
como comportarte, ¿no crees? Eras tan salvaje cuando empezaste a venir aquí,
que a veces me preguntaba si lograría hacer algo de ti. Pero lo logré; tanto tú
como los niños son creación mía. Los niños son esencialmente míos.
Yo les enseñé todo lo
que saben; yo los adopté cuando su verdadero appa los cedió. Cada vez que estos
niños pronuncien la palabra «appa», se referirán a mí. No pude resistirme a
ponerles esos nombres, aunque Yesung llegó a oponer cierta resistencia...
supongo que pensaba que así tú podrías adivinar que eran tuyos, pero yo sabía
que eso no sucedería. Todo me ha salido bien, es que los dioses trabajan a mi
favor. Hasta ahora.
Yesung se casará
contigo, pues así tranquilizará su conciencia. Pero yo me alegro, ya que es
como un giro más a mí favor de la rueda del destino.
Tú también serás feliz.
Aunque no tanto como yo. Entre Yesung y yo había algo extraordinario, pero a él
tú siempre le gustaste. Y le gustó acostarse contigo, lo admito. Por supuesto
que los hombres son tan exigentes como nosotros, y supongo que existe una
satisfacción primitiva para el ego del hombre que inicia a un virgen. Cuando me
encuentro bien, tengo la esperanza de que nunca tengas que llegar a comprender
lo doloroso que ese pensamiento ha sido para mí; pero cuando me siento mal, con
todo el corazón espero que lo entiendas. Cuídalos bien, Ryeowook, o volveré del
Más Allá.
Wook contempló el papel como si estuviese hechizado. Y
después desvió la mirada hacia la fotografía en la que aparecían Sunjoon y Yesung.
—No puedo creerlo —susurró en la silenciosa habitación. Pero
sí lo creía. Cuántas veces le había escuchado decir a Sunjoon que la perfección
era alcanzable, pero se necesitaba trabajar duramente para conseguirlo. Aunque
no había dicho nunca que también era necesario tener la habilidad de manipular
a los demás y convencerse a sí mismo de que era cosa del destino.
Aquella traición le provocaba a Wook un amargo sabor en la
boca y en el corazón.
Había sido como despojar de su máscara un rostro amado,
encontrando la belleza en el lugar de la infamia.
Sunjoon lo había utilizado. La culpa y el dolor que había
padecido durante los últimos diez años no significaban nada y quedaban
convertidos en un fútil e improductivo sentimiento. ¡Menuda ironía le había
jugado el destino! Wook, que tantas veces había compadecido a su madre por
haber echado a perder su vida, acababa de darse cuenta de que había hecho
exactamente lo mismo. Las manipulaciones de Sunjoon lo habían llevado a la cama
y a los brazos de Yesung, y después le habían robado el fruto de aquella unión
a sangre fría. Wook se sentía tan mal que hubiese tenido delante a Sunjoon, lo
habría matado.
—¿Cómo te atreviste? —musitó con salvajismo—. ¿Cómo te
atreviste a jugar a Dios con mi vida?
Asqueado y hecho añicos, volvió a mirar de nuevo hacia la
fotografía. ¿Cómo podría haber llegado a pensar que amaba a Yesung? Perdonar
una traición como aquello era imposible; no obstante, tendría que continuar al
lado de Yesung, pues no podía abandonar a los niños.
Ya estaban empezando a confiar en él, algún día llegarían a
quererlo y eso era mucho más de lo que Wook había esperado durante los pasados
diez años.
Aunque deseaba matar a Yesung, tirarle a la cara su perfidia
y hacerlo retorcerse, gritar y romper cosas, así como enseñarle que no podía
jugar con su corazón y con su cuerpo sin pagar por ello, no lo haría. Cerraría
su corazón para siempre y lo haría impermeable al dolor.
Si había muchas parejas que vivían en razonable tranquilidad
con hombres que no les amaban y a quienes ellos no amaban, él también lo haría.
A partir de ese momento, no esperaría nada, nada en absoluto; y cuando la
cólera y el resentimiento se hubiesen apaciguado, quizá podría aspirar a cierta
rutinaria tranquilidad.
Aunque eso pareciese una sentencia de muerte.
Eso le pasaba por haber leído una carta que durante tanto
tiempo había estado oculta, se regañó con severidad, aunque tu nombre estuviera
escrito en el sobre.
En ese instante, un súbito movimiento en la puerta le hizo
alejar la vista de la carta. Yesung entró en la habitación, y Wook
inmediatamente advirtió que se había dado cuenta de quién era la letra de la
carta. Yesung se paró en seco, pero casi inmediatamente recuperó el control.
—¿De dónde has sacado eso? —preguntó con dureza.
—Estaba dentro de un álbum fotográfico en tu armario
—contestó Wook, temblando de furia—. Pero no te preocupes, se trata de una
carta dirigida a mí. ¡Cómo debieron haberse reído los dos!
—¿De qué estás hablando?
—De esto —replicó Wook sacudiendo la carta y curvando la
boca en una mueca de desprecio—. Sunjoon me la escribió cuando supo que iba a
morir. Es evidente que presentía que yo volvería para buscar a los niños.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Yesung, mientras su rostro
adquiría la palidez de una cadáver y le dirigía una mirada letal.
—Es una confesión total —contestó furioso—. Aunque para él
no lo era, pues no creía que tuviera nada que confesar. A lo mejor quería que
yo me enterase de la forma en que él y tú me habían utilizado para poder tener
hijos.
—¿Te utilizamos?
—Me manipularon, me explotaron, me engañaron, ¡se burlaron de
mí! Me utilizaron —le escupió con rabia—. Sí, Sunjoon y tú me utilizaron como
depósito de fertilidad. Y ahora me estás utilizando como appa y esposo.
—¿De verdad? Pues me temo que vas a tener que explicarme a
qué te refieres.
—No tiene sentido que mientas; Sunjoon fue muy explícito —Wook
ni siquiera intentó disimular su desprecio.
—¡Dame eso!
Wook apretó los labios y se negó a entregarle la carta.
—Ya has ido demasiado lejos —dijo con una voz que encerraba
una amenazaba salvaje—. Enséñame esa maldita carta.
Wook la apretó contra su pecho, pero él pronunció su nombre
en una especie de suave gruñido y entonces Wook ya no tuvo necesidad de
resistirse. Reprimió un doloroso suspiro y extendió la carta.
Yesung agarró la carta con una fuerza salvaje. En sus duras
facciones no había ni un atisbo de sentimiento, aunque Wook adivinaba detrás de
su máscara una crueldad absoluta.
Wook se dirigió entonces hasta la cama y se sentó en el
borde. El agotamiento le invadía haciendo que en su mente sólo prevaleciese un
primitivo deseo por sobrevivir.
El suave crujido del papel cuando Yesung abrió la carta
retumbó como un trueno en sus oídos. No se atrevía a mirar a Yesung y su mirada
se obstinaba en clavarse en uno de los gordos cupidos que adornaban la
habitación. Al día siguiente, llamaría al decorador y lo primero que quitarían
serían esos malditos y ridículos querubines. Cuando terminara la nueva
decoración de aquel dormitorio, Sunjoon no lo reconocería, pensó con malicia.
Yesung soltó una furiosa exclamación, haciendo que a Wook se
le pusieran los pelos de punta.
Respiró hondo y entrelazó los dedos sobre su
regazo haciendo un esfuerzo para calmarse.
—¿Y te has creído todo esto? —preguntó Yesung con una voz
que parecía salida de ultratumba.
—¿Y por qué iba a mentir Sunjoon? —preguntó Wook—. Sunjoon
sabía que se encontraba al borde de la muerte, y nadie miente en esas
circunstancias.
—Y si yo te aseguro que el contenido de esta carta es el
producto de una mente enferma, ¿a quién le creerás?
Wook dejó de contemplar al cupido para concentrar se en un
ramillete de frescos junquillos colocado en una estantería.
—¿Y cuál es la diferencia? Desde el principio supe el motivo
por el que te habías casado conmigo. Por lo menos en eso fuiste sincero.
Se hizo entre ellos un intenso silencio cargado de
sentimientos no expresados.
—Prefieres creer a Sunjoon —repuso Yesung con calma—. De
verdad crees que mis ganas de tener hijos era tan grande que consentí en
seducir a un chiquillo que era primo de mi esposo, y que se encontraba a mi
cuidado en mi casa, con el único objetivo de dejarlo embarazado.
Cuando Wook se volvió, se dio cuenta de que Yesung no lo
estaba mirando, sino que tenía la mirada clavada en los papeles que sostenía en
la mano.
—Siempre he sabido que lo amabas tanto que harías cualquier
cosa por él.
—Gracias por el voto de confianza a mi integridad —repuso Yesung
con una voz tan suave como la seda—. Es obvio que no tienes ni idea sobre lo
insultantes que son para mí tus palabras. Aquella noche, yo no sabía que eras
tú el que estaba acostado en mi cama, creía que eras Sunjoon. Estoy seguro de
que debes haber notado que vuestra estructura física era similar.
—No mientas, Yesung —dijo con tristeza, a pesar de que su
corazón necesitaba creerle—. Puedo aceptar cualquier cosa, menos las mentiras.
—No obstante, creíste en las palabras de Sunjoon —le aseguró
él en tono glacial—. Aunque, según el propio Sunjoon, él te mintió y se
aprovechó de ti, prefieres creer sus mentiras a mi verdad. Te voy a contar lo
que de verdad ocurrió durante aquel verano. Desde hacía ya un par de años, a mí
me tenía muy preocupado el equilibrio mental de Sunjoon. Anhelaba con tanto
fervor quedarse embarazado, que llegó un momento en el que sólo quería hacer el
amor si había para alguna probabilidad de concebir. Parecía que su vida no
valía la pena y todo por no haber logrado tener tres o cuatro hijos. A mí me
parecía bien la adopción, pero Sunjoon no aceptaba el fracaso, nunca llegó a
asumir su infertilidad.
Yesung se acercó hacia la ventana y permaneció con la mirada
fija en el vacío.
—Ryeowook, ¿no te das cuenta que esa carta es un desesperado
intento por reclamar cierta responsabilidad en el nacimiento de los gemelos? Sunjoon
deseaba tanto tener hijos, que de alguna manera se las arregló para convencerse
a sí mismo de que eran suyos. De lo cual también quiso convencerte a ti
diciéndote que todo lo había planeado él.
Aquella versión eliminaba todas las sospechas que Wook tenía
sobre Yesung. Pero para él, la declaración de Sunjoon tenía mucho visos de
realidad.
—Pero es verdad que él y yo hablamos una vez sobre los
períodos fértiles —contestó Wook implacable—. Recuerdo muy bien que fue él quien
sacó el tema a colación. Y después, aquella maldita noche que me quedé solo en
tu casa. En vez de dejarte recado en el hotel, Sunjoon se fue a la casa de sus
amigos, dejándome a mí como cebo en tu cama. Hasta llegó a sugerirme que tomase
una de sus píldoras para dormir si me hacía falta. Yo estaba muy nervioso, así
que la tomé. No te oí llegar y no me di cuenta al principio de que te habías
acostado conmigo, pero... —se interrumpió de pronto.
—¿Pero qué?
—Casi inmediatamente comprendí que eras tú —terminó casi sin
aliento—. Aunque pensé que se trataba de otra de mis innumerables fantasías.
Como supongo que sabías, pues me temo que fui demasiado transparente, yo estaba
enamorado de ti.
—Yo llegué tarde a casa —empezó a explicar Yesung ausente—,
y mientras leía el periódico me tomé una copa de vino; después subí a acostarme
—había tanta desolación en su mirada, que casi le asustó—. Debería haberme
detenido cuando noté quién eras. Pero no lo hice. No pude. Yo no era inmune a
tu sencilla y tímida frescura. Sí, sabía lo que sentías por mí. Pero me resultó
imposible controlar mi propio deseo.
Apretó los puños y guardó silencio durante algunos segundos.
—Y después me sentí tan asqueado por lo que había hecho...
estaba tan furioso conmigo mismo por haberte deseado y por haber hecho el amor
contigo, por haberle sido infiel a Sunjoon, que perdí la calma.
—Yo pensaba que te habías enfadado porque creías que yo te
había seducido —replicó Wook con mucha tensión. La crueldad de las palabras de Yesung
y su evidente rechazo lo habían atormentado durante años. Y todavía sucedía
así.
—En parte es cierto. Pero tú no puedes demostrar que no lo
hiciste, igual que yo tampoco puedo demostrar que aquella noche no sabía quién
eras.
—Él dice aquí...
—Wook, repito mi pregunta, ¿a quién vas a creerle?
¬¬ lo sabia, lo sabia, ya lo habia dicho antes, todo fue friamente calculado!!!!
ResponderEliminarL O S A B I A
Está maldita de Sunjoon, para mi que en su maldad escribió esa carta contando todo parcialmente, creo que si fue capaz de hacer todo lo que dice en la carta, excepto la participación de Yesung, de seguro se imaginó que Wook iba a volver a Mouse Rabbit y que Yesung terminaría casándose con ella y en su locura pensó en escribir eso para que ni muerta los dejará en paz.
ResponderEliminarEspero que Wook pueda creer en Yesung, sino esa casa va a ser un infierno para él >_<