Pasión Nocturna (DH8)- 24



Siwon estaba dividido entre su lealtad y su deber. El Dark Hunter dentro de él quería encontrar a Shindong, pero el hombre en su interior se rehusaba a abandonar a Heechul, quien estaba vigilando la tienda de su hermana hasta que el médico forense, llegara.
Uno por uno, había contactado a su familia para asegurarse que estaban  a salvo. Vaciló ante el último número que quedaba por llamar.
—No puedo llamar a mi mamá y contarle —dijo, con las lágrimas cayendo—. No puedo.
El teléfono sonó.
Por la expresión en su rostro mientras veía el identificador de llamadas, él se dio una buena idea de quién era.
Siwon le quitó el teléfono celular de la mano y lo abrió.
—Park Heechul —dijo con calma.
—¿Quién habla? —la mujer sonaba un poquito frenética.
—Soy… —dudó en dar su nombre entero, ya que ella sin duda lo registraría como el nombre de un enemigo, y se asustaría aún más—. Won —dijo con firmeza—. Soy amigo de Heechul.
—Esta es su madre. Necesito saber que él está bien.
—Heechul —dijo él, suavizando su voz mientras le ofrecía  el teléfono—. Tu madre quiere saber si estás bien.
El se aclaró la garganta, pero no tomó el teléfono de la mano de Siwon.
—Estoy bien, mamá. No te preocupes.
Él regresó el teléfono a su oreja.
—Señora Park…
—No lo digas —le pidió, con la voz quebrándose—. Ya lo sé, y necesito a mi bebé en casa conmigo. No quiero que esté solo. ¿Podrías traer a Heechul aquí, por favor?
—Sí.
Ella colgó.
Siwon terminó la llamada y le devolvió el teléfono a Heechul, quien lo metió en su bolsillo.
Él se sentía completamente inútil ante su dolor, y odiaba eso más que nada. Parecía que debía haber algo que pudiera decir en un momento así y, sin embargo, sabía por experiencia propia que no lo había.
Lo único que podía hacer era abrazarlo.
—Hola, ¿todos? —la voz de Kennie sonó por el intercomunicador Nextel—. Estoy en la casa de Minho. La puerta del frente estaba abierta y algo realmente malo sucedió aquí. Necesito que contemos cabezas inmediatamente.
Kyl respondió enseguida, al igual que Kyuhyun y Janice. Hyukjae respondió luego, seguido por Hara y, entonces, Siwon.
Todos esperaron que el siguiente hablara. Nadie lo hizo.
—¿Minho? —llamó Kennie—. ¿Estás allí, cajun? Vamos, compañero, respóndeme con algo inteligente —nadie contestó. Siwon se quedó helado—. ¿Jean-Luc? — preguntó Kennie. Nuevamente, nada—. ¿Shindong? —una sensación de severo pavor atravesó a Siwon, mientras Heechul lo miraba con pánico. Sabían el próximo nombre antes de que Kennie lo pronunciara—. ¿Kangin? ¿Kassim?
Sólo la estática llenaba la línea.
Siwon extrajo el Nextel de su cinturón y habló sólo con Kennie.
—¿Qué sucedió en lo de Minho?
—Jaehee está muerta y no hay señales de él. Encontré su arma caída sobre un charco de sangre junto al cuerpo de su madre, sin una bala, pero no es eso lo que mató a Jaehee.
Siwon apretó los dientes mientras comprendía lo que Kennie quería decir.
—¿Ataque Daimon?
—Sí.
Heechul maldijo, luego huyó de su banqueta.
—Tengo que ir con Leeteuk.
—Kennie, encuéntrate con nosotros en lo de Kangin —volvió a abrir la línea para todo el grupo—. ¿Janice? ¿Kyuhyun? ¿Hara? ¿Pueden comenzar a buscar a Jean-Luc?
—¿Quién te dejó al mando, romano? —gruñó Hara.
Siwon no estaba de humor para esa porquería, mientras iba tras Heechul.
—Cierra el pico, amazona. Esto no se trata de mi herencia. Se trata de tus hermanos en armas y sus vidas.
Hyukjae le respondió.
—Me encontraré contigo en lo de Kangin.
—No, por favor. Quédate con tu esposo e hijos. Asegúrate que están a salvo.
—Está bien. Comunícame lo que descubras.
Heechul ya estaba en el asiento del conductor de su Mini Cooper. Siwon subió y cerró la puerta de un golpe.
Puso marcha atrás y ni siquiera se molestó en abrir el portón de madera. Lo atravesó mientras salía chirriando por la calle.
Siwon se aferró al tablero mientras él conducía a través del tráfico a una velocidad mortal, hacia la casa de su hermano.
Una vez que llegaron allí, tampoco se detuvo ante el alto portón de hierro de Leeteuk. Siwon levantó el brazo para escudar su rostro mientras Heechul lo atravesaba y arrancaba los postes de hierro de sus revestimientos de piedra.
Heechul se detuvo justo frente a la puerta y se tiró del auto sin siquiera apagar el motor.
Siwon no vaciló en seguirlo.
Desde el exterior de la casa, todo se veía normal. Las luces estaban encendidas, y mientras Heechul abría la puerta principal de una patada, podían escuchar la televisión encendida en alguna parte de la planta alta.
—¿Teukkie? —gritó Heechul en un tono agudo. Su hermano no le respondió.
—Hey, ¿papá? —dijo alguien escaleras arriba—. Tu postre está aquí.


Artemisa se detuvo fuera del cementerio donde sentía la presencia de Shindong. Tembló de repulsión. Siempre había odiado estos lugares, mientras que él parecía preferirlos.
—¿Shindong? —lo llamó mientras caminaba a través de las paredes de piedras. El suelo  oscuro  era  desigual,  dificultándole  caminar.  Así  que  flotó  por  el área—.¿Shindong?
Un rayo de fuego pasó cerca de su cabeza.
Artemisa se agachó y se movió para devolver el golpe hasta que vio a la mascota de Shindong. Le frunció el labio a la demonio hasta que vio a Shindong recostado en sus brazos. Se veía terrible mientras se retorcía de dolor, como en medio de una tortura.
—¿Qué le has hecho? —exigió Artemisa a la criatura. El demonio le siseó.
—Simi no hizo nada, diosa vaca. Tú eres la que lastima a mi akri. No yo.
En cualquier otro momento, Artemisa podría discutirlo, pero Shindong estaba allí tirado como en un insoportable dolor.
—¿Qué le sucedió?
—Son las almas que los Daimons están comiendo. Gritan cuando mueren, y hay demasiadas esta noche. Simi no puede hacerlas ir.
—¿Shindong? —intentó  Artemisa otra vez mientras se agachaba  junto  a    él—.¿Puedes escucharme?
Él se alejó de ella.
Artemisa intentó alcanzarlo, sólo para que el demonio arremetiera contra ella.
—¡No toques a mi akri!
¡Malditos fueran los Charontes! El único que podía controlarlos era… No, había dos personas vivas que podían controlarlos.
—¿Apollymi? —le habló a la bruma a su alrededor—. ¿Puedes oírme?
Una risa maligna resonó en la brisa. La diosa Atlante no podía salir de su prisión en forma, pero sus poderes eran tan grandes que podía extender su voluntad y su voz incluso a través de sus limitaciones.
—Así que me hablas, perra. ¿Por qué debería escucharte?
Artemisa controló su temperamento antes de responder insulto con insulto, y alejar a la diosa más vieja.
—No puedo ayudar a Shindong. Su demonio no me lo permite. Necesito tu ayuda.
—¿Y por qué debería importarme?
—Porque yo… —Artemisa apretó los dientes antes de decir la palabra más difícil para ella—. Por favor. Por favor, ayúdame.
—¿Qué me darás por este servicio? ¿Me regresarás a mi bebé?
Artemisa frunció el labio ante el pensamiento. No había modo que alguna vez lo dejara ir.
—No puedo hacer eso, y lo sabes —sintió que Apollymi se alejaba—. ¡No! —dijo apresuradamente—. Hazme este favor y liberaré a Hyungjoon de mi servicio. Será sólo tuyo, para que lo gobiernes, y ya no tendrá lealtades divididas entre tú y yo.
Una vez más, escuchó a la antigua diosa Atlante riéndose de ella. La risa terminó de repente.
—Lo hubiese ayudado de cualquier modo, tonta crédula. Pero te agradezco el regalo.
Una ligera niebla roja, espeluznante, cayó sobre el área, mientras la Destructora retiraba su voz. Cobró la forma de una mano que acunó el cuerpo de Shindong. Shindong gritó como si el dolor fuese más de lo que pudiera soportar. Todo su cuerpo quedó tenso y rígido.
—¿Akri? —gimió el demonio, con el rostro aterrorizado.
Entonces, de repente, Shindong quedó completamente débil mientras la  bruma se evaporaba.
Artemisa respiró lentamente mientras lo observaba, temerosa que Apollymi hubiese en realidad empeorado su condición sólo por rencor. El demonio lo abrazó contra su pecho mientras acariciaba el largo cabello negro, apartándolo de su rostro.
El pecho de Shindong se elevó y descendió con normalidad.
—¿Sim? —susurró mientras levantaba la mirada hacia el demonio con una expresión tierna que hizo que Artemisa lo odiara.
—Shh, akri, necesitas descansar para Simi.
Él se pasó la mano por el cabello hasta que se percató que Artemisa estaba de pie frente a él. Toda la ternura desapareció de su expresión.
—¿Qué estás haciendo…?
Su voz fue acallándose como si de pronto se hubiese dado cuenta de algo. Desapareció instantáneamente, dejándola junto al demonio, solas en el cementerio.
Doblando los brazos sobre el pecho, Artemisa bufó ante su rudeza.
—¡Un “gracias” hubiese sido agradable, Shindong!
Pero sabía que él no la escuchaba. Tenía una extraordinaria habilidad para no prestarle atención.
Su único consuelo era que la demonio parecía tan desconcertada como ella, hasta que sus ojos se ensancharon y se convirtió a la forma de una mujer humana con cuernos.
—¡Tienen a la bebé Sora! —susurró la demonio antes de esfumarse, también.


Heechul arremetió contra el Daimon, quien rió mientras daba un paso al costado y le arrojaba el puño contra la espalda. El dolor explotó por su columna.
Siwon rugió con furia antes de dispararle al Daimon.

Falló.
El Daimon rió nuevamente.
—Veamos si el General romano muere llorando por su amor humano del mismo modo en que lo hizo el griego.
Heechul no podía respirar al escuchar esas palabras. Kangin no estaba    muerto.
No lo estaba.
—¡Mentiroso! —le gritó.
Giró para ver a Siwon luchando con el Daimon mientras más de ellos bajaban corriendo las escaleras. Inundaron la habitación como hormigas enojadas.
Dos de ellos lo agarraron. Heechul se los quitó de encima, pero sus golpes parecían rebotar, sin perturbarlos en lo más mínimo.
Siwon se liberó de su oponente para alcanzarle a Heechul una de sus espadas.
La tomó antes de dar media vuelta para enfrentar a tres Daimons. Apuñaló al que tenía más cerca, pero no explotó.
En cambio, le sonrió.
—No matas a los sirvientes de la diosa, humano. Los Illuminati no son típicos Daimons.
Heechul tragó su pánico antes de que lo derrotara.
—¿Siwon? ¿De qué diosa están hablando?
—Sólo hay una diosa, patético idiota. Y no es Artemisa —dijo el Illuminati un instante antes de hundirle los dientes en el cuello.
Heechul gritó de dolor.
De pronto, fue arrojado lejos de ellos. Vio a Siwon librando combate con los Daimons.
—No lo toques.
El Daimon se burló.
—No te preocupes, Dark Hunter, antes que muera todos probaremos su sangre. Tal como hicimos con su hermano.
Heechul gritó mientras el dolor lo atormentaba.
—¡Maldito seas!
Otro Daimon lo aferró por detrás.
—Por supuesto que somos malditos. Los Spathi no lo harían de ningún otro modo.
Lo golpeó de revés, haciéndolo caer.
Heechul saboreó la sangre en sus labios, pero no se desalentó. No pensaba dejar que se salieran con la suya.
Mientras se tambaleaba para alejarse del Daimon, e ir hacia la espada que se había deslizado hasta el pie de las escaleras, miró hacia arriba y se quedó helado. El horror lo consumió.
Kangin estaba en lo alto de la escalera, con el cuerpo sobre el rellano mientras que su cabeza descansaba sobre un escalón, con el brazo derecho completamente extendido. Una ensangrentada espada Griega estaba caída a mitad de la escalera. Sus ojos ciegos estaban abiertos, y un pequeño rastro de sangre chorreaba de sus labios. Pero era la profunda herida en su pecho lo que lo tenía paralizado.
Lo habían matado.
A unos pocos metros de su cuerpo, dos delgadas piernas desnudas se asomaban bajo el borde de una pijama blanca, en el umbral de la habitación de los niños.
Y entonces vio a Jonghyun pasando por encima del cuerpo de Leeteuk con una llorosa Sora en brazos, mientras comenzaba a bajar las escaleras.
—¡Papi! —gimió la niña mientras luchaba contra el fuerte apretón del Daimon, para estirarse hacia su padre. Los retratos volaron de la pared hacia Jonghyun, quien no les prestó atención—. Papi, appa, despierten —Sora tiró del cabello del Daimon y lo mordió—. ¡Despierten!
—¡Leeteuk! ¡Leeteuk! ¡Leeteuk!
Al principio Heechul no supo quien gritaba el nombre de su hermano, mientras el terror lo inundaba. No fue hasta que no pudo gritar más que se dio cuenta de que los histéricos chillidos eran suyos.
Tomando su espada, corrió escaleras arriba, por el Daimon. Él lo pateó hacia atrás. Heechul se resbaló en la sangre de Kangin y cayó rodando.
Siwon lo atrapó desde atrás antes de que descendiera todo el camino.
—Corre, Heechul —le susurró al oído.
—No puedo. Esa es mi sobrina, y que me condenen si se la lleva sin pelear.
Se apartó de Siwon mientras un viento fantasmal azotaba la habitación. Destrozó la casa vengativamente, arrojando con fuerza lámparas, plantas y cualquier cosa pequeña que hubiera por allí.
Y a medida que tocaba a los Daimons, estos caían uno por uno sin más que un jadeo.
Aferrando a Sora contra sí, Changsu, que aún estaba en el cuerpo de Jonghyun, pasó corriendo junto a él y Siwon hacia la sala.
Heechul lo siguió, pretendiendo reclamar a su sobrina.
—¡Changsi! —gritó, mientras su hijo caía y luego se desvanecía en la nada—. ¡Changsi!
—Duele, ¿verdad?
Heechul giró para enfrentar a la voz que conocía tan bien. Era Shindong.
Él caminó lentamente a través de la puerta destruida como si nada raro hubiese sucedido.
Sora dejó de llorar en el instante en que lo vio.
—Akri, akri —lo llamó, estirándose hacia él.
—¿Qué diablos eres? —preguntó Changsu.
Shin estiró la mano y Sora fue liberada de los brazos de Changsu. Flotó por la habitación hacia Shin, quien la abrazó con fuerza contra su pecho.
—Soy su padrino, y pongo énfasis en esa tarea —dijo Shin depositando un beso en la cabeza de Sora.
—Sori quiere a appi y papi, akri —dijo Sora mientras envolvía sus pequeños bracitos alrededor del cuello de Shin y lo apretaba con fuerza—. Haz que se despierten.
—No te preocupes, ma komatia —dijo Shin tranquilizándola—. Todo está bien ahora.
Chillando, Changsu arremetió contra ellos y rebotó contra lo que parecía ser una pared invisible.
Siwon se paró junto a Heechul mientras Shindong se aproximaba a ellos.
Shin estiró la mano y la espada de Kangin voló hasta su mano. Se la pasó a Heechul.
—Aquí tienes, Hee. Changsu es todo tuyo.
—¡Stryker! —gritó Changsu mientras extraía lo que parecía ser un antiguo amuleto—. Abre el portal.
—No hay portal —dijo Shin con un resoplido—. No para ti, idiota.
Por primera vez desde que toda esa horrenda noche había comenzado, Heechul sonrió.
—¡Come acero, maldito bastardo!
Corrió hacia él.
Siwon fue a ayudarlo. En su humor actual, no estaba pensando con claridad, y él no pensaba verlo lastimado. Ya había sufrido lo suficiente.
Mientras Heechul atacaba al Daimon, Shindong se detuvo en las escaleras junto al cuerpo de Kangin.
—Cierra los ojos, Sora, y pide el deseo de que tu papi te abrace.
Ella apretó los ojos con fuerza.
—Papi, abrázame.
Siwon se detuvo mientras Kangin respiraba hondo y parpadeaba. El griego parecía tan aturdido como él, mientras ayudaba a Heechul a luchar contra el Daimon.
Shin le pasó a Kangin a su hija, quien chilló de felicidad porque su padre estaba vivo. Entonces el Atlante continuó subiendo las escaleras.
Siwon no tenía tiempo para contemplar la absoluta extravagancia de eso, mientras Changsu arremetía contra Heechul.
Apartó al Daimon.
—Olvídalo —le gruñó.
Changsu luchó contra su agarre.
Gritando con triunfo, Heechul clavó su espada a través del corazón de Changsu. Siwon saltó hacia atrás un segundo antes que la espada atravesara el cuerpo, y pudiera haberlo apuñalado a él también.
Heechul la extrajo y sonrió hasta que la herida de Changsu se cerró. Él rió.
—Soy un Dark Hunter, perra. No puedes…
Sus palabras fueron silenciadas mientras Siwon le daba el único golpe que podría matar a un Dark Hunter.
Separó la cabeza del Daimon de sus hombros.
—Nadie le dice perra y vive —gruñó Siwon mientras Changsu colapsaba.
Heechul estaba completamente helado ante la horrorosa imagen. Debería sentirse vengado.
No lo sentía.
Nada podría aliviar el dolor que había traído esta noche.
Siwon lo atrajo a sus brazos y lo apartó del cuerpo, mientras Kennie llegaba rompiendo lo que quedaba de las puertas.
Se quedó allí de pie, inspeccionando el daño del que una vez había sido el valioso hogar de su hermano.
—¿Quiero enterarme? —susurró Kennie. El sacudió la cabeza.
—Leeteuk —susurró en un tono agónico mientras las lágrimas regresaban.
¿Cómo podía estar muerto su gemelo?
—¿Hee?


4 comentarios:

  1. No se si me voy a aguantar todos lis días que faltan para la actualización.
    No hay nada peor para una ansiosa que la espera de aquello que más le gusta.
    Igual creo que si lo revivió a Kangin lo mismo pasará con Teukie, me da miedo la reacción de Shin ciando se entere lo de MinHo

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  2. No se si me voy a aguantar todos lis días que faltan para la actualización.
    No hay nada peor para una ansiosa que la espera de aquello que más le gusta.
    Igual creo que si lo revivió a Kangin lo mismo pasará con Teukie, me da miedo la reacción de Shin ciando se entere lo de MinHo

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  3. A veces...Artemisa sirve de algo.
    Tengo que agradecer,ya qye mi agonia por saber muertos a Teuk y Kang fue muy poca...y el hecho de que Sora estaba en manos de Changsu.
    Eso les pasa por meterse con la familia.
    Oh dios,por fin changsu esta muerto....siiiiiiiii

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  4. Esto me pudo!!!
    Ay! Noooooo
    -se va a llorar-
    Noooo
    A si no se pinches puede!!!!
    Que fue todo eso!??!?
    Tukkie!??? Kangin!??? Sora!??!
    Boa!???? Mataron a Jong!??? En serio!???
    Minho!??? Dios!!!! Minho!!!!

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...