Siwon
estaba dividido entre su lealtad y su deber. El Dark Hunter dentro de él quería
encontrar a Shindong, pero el hombre en su interior se rehusaba a abandonar a Heechul,
quien estaba vigilando la tienda de su hermana hasta que el médico forense,
llegara.
Uno
por uno, había contactado a su familia para asegurarse que estaban a salvo. Vaciló ante el último número que
quedaba por llamar.
—No
puedo llamar a mi mamá y contarle —dijo, con las lágrimas cayendo—. No puedo.
El
teléfono sonó.
Por
la expresión en su rostro mientras veía el identificador de llamadas, él se dio
una buena idea de quién era.
Siwon
le quitó el teléfono celular de la mano y lo abrió.
—Park
Heechul —dijo con calma.
—¿Quién
habla? —la mujer sonaba un poquito frenética.
—Soy…
—dudó en dar su nombre entero, ya que ella sin duda lo registraría como el
nombre de un enemigo, y se asustaría aún más—. Won —dijo con firmeza—. Soy
amigo de Heechul.
—Esta
es su madre. Necesito saber que él está bien.
—Heechul
—dijo él, suavizando su voz mientras le ofrecía
el teléfono—. Tu madre quiere saber si estás bien.
—Estoy
bien, mamá. No te preocupes.
Él
regresó el teléfono a su oreja.
—Señora
Park…
—No
lo digas —le pidió, con la voz quebrándose—. Ya lo sé, y necesito a mi bebé en
casa conmigo. No quiero que esté solo. ¿Podrías traer a Heechul aquí, por
favor?
—Sí.
Ella
colgó.
Siwon
terminó la llamada y le devolvió el teléfono a Heechul, quien lo metió en su
bolsillo.
Él
se sentía completamente inútil ante su dolor, y odiaba eso más que nada.
Parecía que debía haber algo que pudiera decir en un momento así y, sin
embargo, sabía por experiencia propia que no lo había.
Lo
único que podía hacer era abrazarlo.
—Hola,
¿todos? —la voz de Kennie sonó por el intercomunicador Nextel—. Estoy en la
casa de Minho. La puerta del frente estaba abierta y algo realmente malo
sucedió aquí. Necesito que contemos cabezas inmediatamente.
Kyl
respondió enseguida, al igual que Kyuhyun y Janice. Hyukjae respondió luego,
seguido por Hara y, entonces, Siwon.
Todos
esperaron que el siguiente hablara. Nadie lo hizo.
—¿Minho?
—llamó Kennie—. ¿Estás allí, cajun? Vamos, compañero, respóndeme con algo
inteligente —nadie contestó. Siwon se quedó helado—. ¿Jean-Luc? — preguntó Kennie.
Nuevamente, nada—. ¿Shindong? —una sensación de severo pavor atravesó a Siwon,
mientras Heechul lo miraba con pánico. Sabían el próximo nombre antes de que Kennie
lo pronunciara—. ¿Kangin? ¿Kassim?
Sólo
la estática llenaba la línea.
Siwon
extrajo el Nextel de su cinturón y habló sólo con Kennie.
—¿Qué
sucedió en lo de Minho?
—Jaehee
está muerta y no hay señales de él. Encontré su arma caída sobre un charco de
sangre junto al cuerpo de su madre, sin una bala, pero no es eso lo que mató a Jaehee.
Siwon
apretó los dientes mientras comprendía lo que Kennie quería decir.
—¿Ataque
Daimon?
—Sí.
Heechul
maldijo, luego huyó de su banqueta.
—Tengo
que ir con Leeteuk.
—Kennie,
encuéntrate con nosotros en lo de Kangin —volvió a abrir la línea para todo el
grupo—. ¿Janice? ¿Kyuhyun? ¿Hara? ¿Pueden comenzar a buscar a Jean-Luc?
—¿Quién
te dejó al mando, romano? —gruñó Hara.
Siwon
no estaba de humor para esa porquería, mientras iba tras Heechul.
—Cierra
el pico, amazona. Esto no se trata de mi herencia. Se trata de tus hermanos en
armas y sus vidas.
Hyukjae
le respondió.
—Me
encontraré contigo en lo de Kangin.
—No,
por favor. Quédate con tu esposo e hijos. Asegúrate que están a salvo.
—Está
bien. Comunícame lo que descubras.
Heechul
ya estaba en el asiento del conductor de su Mini Cooper. Siwon subió y cerró la
puerta de un golpe.
Puso
marcha atrás y ni siquiera se molestó en abrir el portón de madera. Lo atravesó
mientras salía chirriando por la calle.
Siwon
se aferró al tablero mientras él conducía a través del tráfico a una velocidad
mortal, hacia la casa de su hermano.
Una
vez que llegaron allí, tampoco se detuvo ante el alto portón de hierro de Leeteuk.
Siwon levantó el brazo para escudar su rostro mientras Heechul lo atravesaba y
arrancaba los postes de hierro de sus revestimientos de piedra.
Heechul
se detuvo justo frente a la puerta y se tiró del auto sin siquiera apagar el
motor.
Siwon
no vaciló en seguirlo.
Desde
el exterior de la casa, todo se veía normal. Las luces estaban encendidas, y
mientras Heechul abría la puerta principal de una patada, podían escuchar la
televisión encendida en alguna parte de la planta alta.
—¿Teukkie?
—gritó Heechul en un tono agudo. Su hermano no le respondió.
—Hey,
¿papá? —dijo alguien escaleras arriba—. Tu postre está aquí.
Artemisa
se detuvo fuera del cementerio donde sentía la presencia de Shindong. Tembló de
repulsión. Siempre había odiado estos lugares, mientras que él parecía
preferirlos.
—¿Shindong?
—lo llamó mientras caminaba a través de las paredes de piedras. El suelo oscuro
era desigual, dificultándole caminar.
Así que flotó
por el área—.¿Shindong?
Un
rayo de fuego pasó cerca de su cabeza.
Artemisa
se agachó y se movió para devolver el golpe hasta que vio a la mascota de Shindong.
Le frunció el labio a la demonio hasta que vio a Shindong recostado en sus
brazos. Se veía terrible mientras se retorcía de dolor, como en medio de una
tortura.
—¿Qué
le has hecho? —exigió Artemisa a la criatura. El demonio le siseó.
—Simi
no hizo nada, diosa vaca. Tú eres la que lastima a mi akri. No yo.
En
cualquier otro momento, Artemisa podría discutirlo, pero Shindong estaba allí
tirado como en un insoportable dolor.
—¿Qué
le sucedió?
—Son
las almas que los Daimons están comiendo. Gritan cuando mueren, y hay
demasiadas esta noche. Simi no puede hacerlas ir.
—¿Shindong?
—intentó Artemisa otra vez mientras se
agachaba junto a
él—.¿Puedes escucharme?
Él
se alejó de ella.
Artemisa
intentó alcanzarlo, sólo para que el demonio arremetiera contra ella.
—¡No
toques a mi akri!
¡Malditos
fueran los Charontes! El único que podía controlarlos era… No, había dos
personas vivas que podían controlarlos.
—¿Apollymi?
—le habló a la bruma a su alrededor—. ¿Puedes oírme?
Una
risa maligna resonó en la brisa. La diosa Atlante no podía salir de su prisión
en forma, pero sus poderes eran tan grandes que podía extender su voluntad y su
voz incluso a través de sus limitaciones.
—Así
que me hablas, perra. ¿Por qué debería escucharte?
Artemisa
controló su temperamento antes de responder insulto con insulto, y alejar a la
diosa más vieja.
—No
puedo ayudar a Shindong. Su demonio no me lo permite. Necesito tu ayuda.
—¿Y
por qué debería importarme?
—Porque
yo… —Artemisa apretó los dientes antes de decir la palabra más difícil para
ella—. Por favor. Por favor, ayúdame.
—¿Qué
me darás por este servicio? ¿Me regresarás a mi bebé?
Artemisa
frunció el labio ante el pensamiento. No había modo que alguna vez lo dejara
ir.
—No
puedo hacer eso, y lo sabes —sintió que Apollymi se alejaba—. ¡No! —dijo
apresuradamente—. Hazme este favor y liberaré a Hyungjoon de mi servicio. Será
sólo tuyo, para que lo gobiernes, y ya no tendrá lealtades divididas entre tú y
yo.
Una
vez más, escuchó a la antigua diosa Atlante riéndose de ella. La risa terminó
de repente.
—Lo
hubiese ayudado de cualquier modo, tonta crédula. Pero te agradezco el regalo.
Una
ligera niebla roja, espeluznante, cayó sobre el área, mientras la Destructora
retiraba su voz. Cobró la forma de una mano que acunó el cuerpo de Shindong. Shindong
gritó como si el dolor fuese más de lo que pudiera soportar. Todo su cuerpo
quedó tenso y rígido.
—¿Akri?
—gimió el demonio, con el rostro aterrorizado.
Entonces,
de repente, Shindong quedó completamente débil mientras la bruma se evaporaba.
Artemisa
respiró lentamente mientras lo observaba, temerosa que Apollymi hubiese en
realidad empeorado su condición sólo por rencor. El demonio lo abrazó contra su
pecho mientras acariciaba el largo cabello negro, apartándolo de su rostro.
El
pecho de Shindong se elevó y descendió con normalidad.
—¿Sim?
—susurró mientras levantaba la mirada hacia el demonio con una expresión tierna
que hizo que Artemisa lo odiara.
—Shh,
akri, necesitas descansar para Simi.
Él
se pasó la mano por el cabello hasta que se percató que Artemisa estaba de pie
frente a él. Toda la ternura desapareció de su expresión.
—¿Qué
estás haciendo…?
Su
voz fue acallándose como si de pronto se hubiese dado cuenta de algo. Desapareció
instantáneamente, dejándola junto al demonio, solas en el cementerio.
Doblando
los brazos sobre el pecho, Artemisa bufó ante su rudeza.
—¡Un
“gracias” hubiese sido agradable, Shindong!
Pero
sabía que él no la escuchaba. Tenía una extraordinaria habilidad para no
prestarle atención.
Su
único consuelo era que la demonio parecía tan desconcertada como ella, hasta
que sus ojos se ensancharon y se convirtió a la forma de una mujer humana con
cuernos.
—¡Tienen
a la bebé Sora! —susurró la demonio antes de esfumarse, también.
Heechul
arremetió contra el Daimon, quien rió mientras daba un paso al costado y le
arrojaba el puño contra la espalda. El dolor explotó por su columna.
Siwon
rugió con furia antes de dispararle al Daimon.
Falló.
El
Daimon rió nuevamente.
—Veamos
si el General romano muere llorando por su amor humano del mismo modo en que lo
hizo el griego.
Heechul
no podía respirar al escuchar esas palabras. Kangin no estaba muerto.
No
lo estaba.
—¡Mentiroso!
—le gritó.
Giró
para ver a Siwon luchando con el Daimon mientras más de ellos bajaban corriendo
las escaleras. Inundaron la habitación como hormigas enojadas.
Dos
de ellos lo agarraron. Heechul se los quitó de encima, pero sus golpes parecían
rebotar, sin perturbarlos en lo más mínimo.
Siwon
se liberó de su oponente para alcanzarle a Heechul una de sus espadas.
La
tomó antes de dar media vuelta para enfrentar a tres Daimons. Apuñaló al que
tenía más cerca, pero no explotó.
En
cambio, le sonrió.
—No
matas a los sirvientes de la diosa, humano. Los Illuminati no son típicos
Daimons.
Heechul
tragó su pánico antes de que lo derrotara.
—¿Siwon?
¿De qué diosa están hablando?
—Sólo
hay una diosa, patético idiota. Y no es Artemisa —dijo el Illuminati un
instante antes de hundirle los dientes en el cuello.
Heechul
gritó de dolor.
De
pronto, fue arrojado lejos de ellos. Vio a Siwon librando combate con los
Daimons.
—No
lo toques.
El
Daimon se burló.
—No
te preocupes, Dark Hunter, antes que muera todos probaremos su sangre. Tal como
hicimos con su hermano.
Heechul
gritó mientras el dolor lo atormentaba.
—¡Maldito
seas!
Otro
Daimon lo aferró por detrás.
—Por
supuesto que somos malditos. Los Spathi no lo harían de ningún otro modo.
Lo
golpeó de revés, haciéndolo caer.
Heechul
saboreó la sangre en sus labios, pero no se desalentó. No pensaba dejar que se
salieran con la suya.
Mientras
se tambaleaba para alejarse del Daimon, e ir hacia la espada que se había
deslizado hasta el pie de las escaleras, miró hacia arriba y se quedó helado.
El horror lo consumió.
Kangin
estaba en lo alto de la escalera, con el cuerpo sobre el rellano mientras que
su cabeza descansaba sobre un escalón, con el brazo derecho completamente
extendido. Una ensangrentada espada Griega estaba caída a mitad de la escalera.
Sus ojos ciegos estaban abiertos, y un pequeño rastro de sangre chorreaba de
sus labios. Pero era la profunda herida en su pecho lo que lo tenía paralizado.
Lo
habían matado.
A
unos pocos metros de su cuerpo, dos delgadas piernas desnudas se asomaban bajo
el borde de una pijama blanca, en el umbral de la habitación de los niños.
Y
entonces vio a Jonghyun pasando por encima del cuerpo de Leeteuk con una
llorosa Sora en brazos, mientras comenzaba a bajar las escaleras.
—¡Papi!
—gimió la niña mientras luchaba contra el fuerte apretón del Daimon, para
estirarse hacia su padre. Los retratos volaron de la pared hacia Jonghyun,
quien no les prestó atención—. Papi, appa, despierten —Sora tiró del cabello
del Daimon y lo mordió—. ¡Despierten!
—¡Leeteuk!
¡Leeteuk! ¡Leeteuk!
Al
principio Heechul no supo quien gritaba el nombre de su hermano, mientras el
terror lo inundaba. No fue hasta que no pudo gritar más que se dio cuenta de
que los histéricos chillidos eran suyos.
Tomando
su espada, corrió escaleras arriba, por el Daimon. Él lo pateó hacia atrás. Heechul
se resbaló en la sangre de Kangin y cayó rodando.
Siwon
lo atrapó desde atrás antes de que descendiera todo el camino.
—Corre,
Heechul —le susurró al oído.
—No
puedo. Esa es mi sobrina, y que me condenen si se la lleva sin pelear.
Se
apartó de Siwon mientras un viento fantasmal azotaba la habitación. Destrozó la
casa vengativamente, arrojando con fuerza lámparas, plantas y cualquier cosa
pequeña que hubiera por allí.
Y
a medida que tocaba a los Daimons, estos caían uno por uno sin más que un
jadeo.
Aferrando
a Sora contra sí, Changsu, que aún estaba en el cuerpo de Jonghyun, pasó
corriendo junto a él y Siwon hacia la sala.
Heechul
lo siguió, pretendiendo reclamar a su sobrina.
—¡Changsi!
—gritó, mientras su hijo caía y luego se desvanecía en la nada—. ¡Changsi!
—Duele,
¿verdad?
Heechul
giró para enfrentar a la voz que conocía tan bien. Era Shindong.
Él
caminó lentamente a través de la puerta destruida como si nada raro hubiese sucedido.
Sora
dejó de llorar en el instante en que lo vio.
—Akri,
akri —lo llamó, estirándose hacia él.
—¿Qué
diablos eres? —preguntó Changsu.
Shin
estiró la mano y Sora fue liberada de los brazos de Changsu. Flotó por la
habitación hacia Shin, quien la abrazó con fuerza contra su pecho.
—Soy
su padrino, y pongo énfasis en esa tarea —dijo Shin depositando un beso en la
cabeza de Sora.
—Sori
quiere a appi y papi, akri —dijo Sora mientras envolvía sus pequeños bracitos
alrededor del cuello de Shin y lo apretaba con fuerza—. Haz que se despierten.
—No
te preocupes, ma komatia —dijo Shin tranquilizándola—. Todo está bien ahora.
Chillando,
Changsu arremetió contra ellos y rebotó contra lo que parecía ser una pared
invisible.
Siwon
se paró junto a Heechul mientras Shindong se aproximaba a ellos.
Shin
estiró la mano y la espada de Kangin voló hasta su mano. Se la pasó a Heechul.
—Aquí
tienes, Hee. Changsu es todo tuyo.
—¡Stryker!
—gritó Changsu mientras extraía lo que parecía ser un antiguo amuleto—. Abre el
portal.
—No
hay portal —dijo Shin con un resoplido—. No para ti, idiota.
Por
primera vez desde que toda esa horrenda noche había comenzado, Heechul sonrió.
—¡Come
acero, maldito bastardo!
Corrió
hacia él.
Siwon
fue a ayudarlo. En su humor actual, no estaba pensando con claridad, y él no
pensaba verlo lastimado. Ya había sufrido lo suficiente.
Mientras
Heechul atacaba al Daimon, Shindong se detuvo en las escaleras junto al cuerpo
de Kangin.
—Cierra
los ojos, Sora, y pide el deseo de que tu papi te abrace.
Ella
apretó los ojos con fuerza.
—Papi,
abrázame.
Siwon
se detuvo mientras Kangin respiraba hondo y parpadeaba. El griego parecía tan
aturdido como él, mientras ayudaba a Heechul a luchar contra el Daimon.
Shin
le pasó a Kangin a su hija, quien chilló de felicidad porque su padre estaba
vivo. Entonces el Atlante continuó subiendo las escaleras.
Siwon
no tenía tiempo para contemplar la absoluta extravagancia de eso, mientras Changsu
arremetía contra Heechul.
Apartó
al Daimon.
—Olvídalo
—le gruñó.
Changsu
luchó contra su agarre.
Gritando
con triunfo, Heechul clavó su espada a través del corazón de Changsu. Siwon
saltó hacia atrás un segundo antes que la espada atravesara el cuerpo, y
pudiera haberlo apuñalado a él también.
Heechul
la extrajo y sonrió hasta que la herida de Changsu se cerró. Él rió.
—Soy
un Dark Hunter, perra. No puedes…
Sus
palabras fueron silenciadas mientras Siwon le daba el único golpe que podría
matar a un Dark Hunter.
Separó
la cabeza del Daimon de sus hombros.
—Nadie
le dice perra y vive —gruñó Siwon mientras Changsu colapsaba.
Heechul
estaba completamente helado ante la horrorosa imagen. Debería sentirse vengado.
No
lo sentía.
Nada
podría aliviar el dolor que había traído esta noche.
Siwon
lo atrajo a sus brazos y lo apartó del cuerpo, mientras Kennie llegaba
rompiendo lo que quedaba de las puertas.
Se
quedó allí de pie, inspeccionando el daño del que una vez había sido el valioso
hogar de su hermano.
—¿Quiero
enterarme? —susurró Kennie. El sacudió la cabeza.
—Leeteuk
—susurró en un tono agónico mientras las lágrimas regresaban.
¿Cómo
podía estar muerto su gemelo?
—¿Hee?
No se si me voy a aguantar todos lis días que faltan para la actualización.
ResponderEliminarNo hay nada peor para una ansiosa que la espera de aquello que más le gusta.
Igual creo que si lo revivió a Kangin lo mismo pasará con Teukie, me da miedo la reacción de Shin ciando se entere lo de MinHo
No se si me voy a aguantar todos lis días que faltan para la actualización.
ResponderEliminarNo hay nada peor para una ansiosa que la espera de aquello que más le gusta.
Igual creo que si lo revivió a Kangin lo mismo pasará con Teukie, me da miedo la reacción de Shin ciando se entere lo de MinHo
A veces...Artemisa sirve de algo.
ResponderEliminarTengo que agradecer,ya qye mi agonia por saber muertos a Teuk y Kang fue muy poca...y el hecho de que Sora estaba en manos de Changsu.
Eso les pasa por meterse con la familia.
Oh dios,por fin changsu esta muerto....siiiiiiiii
Esto me pudo!!!
ResponderEliminarAy! Noooooo
-se va a llorar-
Noooo
A si no se pinches puede!!!!
Que fue todo eso!??!?
Tukkie!??? Kangin!??? Sora!??!
Boa!???? Mataron a Jong!??? En serio!???
Minho!??? Dios!!!! Minho!!!!