Juego del Destino (DH9)- 5



Él observó como Minwoo dejaba el cuarto y amablemente cerraba su puerta. Él rodeó la camiseta con sus brazos atrayéndola a él mientras cerraba los ojos conjurando la cara de Juny. Minho había tenido razón, él era un precioso joven señor. Él finalmente entendió qué había querido decir Minho cuando él le había hablado de su alta calidad. Esto sangraba por cada poro de él.

Y él no era más que una asquerosa pieza de caza cuya vida no valía más que una ramita.

Era verdad. Su vida carecía de valor. Él carecía de valor. Él había destruido todo lo que alguna vez había tocado.

Con el dolor de la verdad, dejó que su forma humana se disolviese en la de un tigre. Él clavó los ojos en su enorme pata blanca sobre la camisa. Lo que él no daría por ser un hombre humano. No obstante, él mataría por ser cualquier cosa de lo que él era en realidad.

Todo lo que él había querido alguna vez era pertenecer a alguna parte. Donde fuese. Pero eso no era lo que quería ser.

Una parte de él quería desgarrar la camisa para librarle de su vista, pero la otra parte se rehusaba a dejarle. Juny se lo había dado a él. Había hecho un esfuerzo extraordinario para traerlo. Era un regalo. Un verdadero regalo, y él lo atesoraban como tal.

Cerrando sus ojos, él todavía podía saborear su beso. Oler, su perfume en su piel. Y Dios le ayudase, él quería más.




Junyoung no podía conseguir librarse del sabor de Taeheon. Ningún hombre lo había besado de la misma manera que él. Había sido pecaminoso y malvado. Decadente. Posesivo y caliente.

Él no era el tipo de hombre en el que debería pensar. Él era un ayuSiwan de camarero. Su padre tendría una apoplejía si él alguna vez se enteraba que había hablado, y no digamos besado, a un hombre como Taeheon.

Pero eso no le importaba. Taeheon era maravilloso.

—Y me salvó la vida, —dijo ella en voz baja.

Ni siquiera Anan o Todd habrían hecho tal cosa, y aun si lo hubiesen hecho, no se habrían ido a su casa con una herida de bala en ellos. Se habrían desplomado en el suelo, pidiendo a gritos una ambulancia y el mejor cirujano que el dinero pudiese comprar para ser atendido dentro de la Clínica Mayo.

Pero Taeheon nunca dijo una palabra sobre su herida. No obstante, él no era exactamente hablador. Nunca había conocido a alguien que hablase menos. Y todavía se sentía más atraída hacia él de lo que alguna vez lo hubiese estado por alguien. Él decía más con silencio que la mayoría de los otros con mil palabras.

Junyoung no podía dejar de preguntarse si parte del hecho de que le atrajese tanto fuese que era socialmente inaceptable para su padre. Ya se podía imaginar el presentarlos.

—Hola, Papá, éste es mi novio. Sé que él necesita un corte de pelo y que él trabaja en un bar de motoristas, pero ¿No es maravilloso?

Su padre instantáneamente tendría un ataque.

Aun así, él todavía saboreó los labios de Taeheon. Sentía todavía el acero de sus manos ahuecando su cabeza mientras él la saboreaba.

¿Cómo podía alguien ponerla tan ardiente?

—Quítate eso de la cabeza.

Yeah, era más fácil decirlo que hacerlo. Todo lo que él quería era volver al bar y verle otra vez.

—No puedo.

Así como le gustaba Taeheon, también amaba a su padre, y su padre nunca, jamás aceptaría que él se citara con alguien como Taeheon. No podría hacerle eso, aun si fuese hijo de puta ego maníaco que le preocupaba más su campaña electoral que su hijo. Él todavía era su padre, y desde el suicidio de su madre, él era toda la familia que Junyoung tenía.

Él no podría ver más a Taeheon. No podría. No importaba que esos extraños sentimientos en su interior pensasen o discutieran, su relación había acabado.

Junyoung guardó sus libros en la mochila que había pedido prestada. Él todavía no había encontrado su Prada. No podía imaginar que había pasado con ella. La había perdido y encontrado en la biblioteca una docena de veces. No era algo que perdiese fácilmente.

Suspirando, se levantó de su escritorio para dirigirse a la biblioteca y encontrarse con su grupo.

Cuando dejó el edificio y cruzó a través del césped, no prestó atención hasta que oyó a un hombre gritar.

—Juny.

Su voz era tan intensa y profunda que enviaba un temblor a lo largo de su columna vertebral.

Solo había una persona que conociera que poseía una voz como esa. Sólo una persona que lo llamaba Juny hoy en día… Deteniéndose, se volvió para ver a Taeheon viniendo hacia él desde la calle.

Él se movía con un paso gracioso y masculino que enviaba oleadas de calor a través de su cuerpo. Llevaba puesto unos pantalones vaqueros descoloridos que tenían huecos en ambas rodillas, botas negras de motorista, y una camiseta negra bajo una gastada camisa de franela roja y negra que llevaba desabrochada.

Nunca había conocido alguien que vistiese tan descuidado, y había algo en las ropas que le hacían tener la apariencia de un joven adolescente.

Pero a parte de eso, era obvio que él era completamente adulto. Un hecho del que sabía de primera mano ya que lo había visto sin esas camisas. Había también una peligrosa confidencia acerca de él que decía que era mucho más viejo de lo que parecía a primera vista.

Taeheon mantuvo uno de sus brazos tras la espalda cuando se acercó hasta pararse ante él. Junyoung temblaba ante su presencia dominante. Era mucho más alto que él, y esos ojos… había veces en que no parecían demasiado humanos.

—¿Deberías estar ya levantado? —preguntó.

Él se encogió de hombros con una indiferencia que no podía notar.

—Ya te dije que no era grave  —Él sacó su mochila de detrás de él— Pero pensé que quizás quisieses tener esto de vuelta. Lo dejaste en el bar la otra noche.

—¡Oh, menos mal! — dijo, contento de haberla recuperado.

—Me aturdiste tanto cuando viniste ayer a mi habitación que olvidé que la tenía.

Sonrió, agradecido de que se hubiese tomado la molestia de traerlo.

—No tenías por que traérmelo. Solo tenías que llamar y habría ido por ello.

—No tenía tu número.

—Oh —dijo él cuando se dio cuenta de que no se lo había dado. Eso le llevaba a otra pregunta— ¿Cómo me has encontrado?

Él no contestó. De hecho, él se vio bastante incómodo ante su pregunta.

—Debería irme.

—¿Que diablos es esto?

Junyoung levantó la mirada sobre el hombro de Taeheon para ver a Anan con un grupo de sus hermanos de la fraternidad. El jadeó. Esto no era bueno. Conociendo a Anan, él vería esto como una violación directa de su territorio por Taeheon, y con sus amigos respaldándole, quien sabía lo que podría hacer. Anan podía ser un total imbécil cuando quería.

—No es asunto tuyo, Anan, —chasqueó a modo de aviso—. Lárgate y déjanos en paz.

Él lo ignoró.

Anan se les quedó mirando.

—¿Qué tenemos aquí, él ayuSiwan de camarero viene a cobrar venganza? En caso de que no lo hayas advertido, camarada, aquí no hay mesas para limpiar.

Junyoung podía sentir la furia que crecía dentro de Taeheon. Afortunadamente, él la mantenía a raya.
Advirtió a Anan.

—Déjale en paz, Anan. Ahora.

Anan desdeñó con sarcasmo a Taeheon mientras arrastraba una asqueada mirada por sus ropas.
—¿Qué? ¿No puedes permitirte un pantalón de verdad? ¿O eres de naturaleza caliente, y necesitas ventilación natural?

—Anan  —gruñó Junyoung.

—¿Qué clase de pelo es ese? —preguntó otro de los chicos de la facultad. — ¿No lo lavas nunca?

—Tendrá miedo, mon — contestó otro en un falso acento jamaicano. — ¿Es maravilloso para el humo, no lo sabías, cha?

Anan soltó un “pse”, luego miró con fingida simpatía a Junyoung.

—¿Realmente, Junni, por qué te envuelves con semejantes barriobajeros? Sé que no puedes hacer nada por quién era tu madre, pero demonios, pensaba que los genes de tu padre serían los dominantes.

—Lo siento, Juny —dijo Taeheon en voz baja. — No tenía la intención de avergonzarte.

—Tú no me avergüenzas —dijo él entre sus dientes apretados con fuerza. —Lo hacen ellos.

Todavía Taeheon seguía sin mirarlo. Él empezó a alejarse, volviéndose hacia la calle.

—Yeah, sigue caminando, ayudante de camarero —dijo Anan en un tono acido— Y no vuelvas a inhalar si siquiera alrededor de él nunca más.

Cuando Taeheon pasó de ellos, Anan lo empujó. La reacción de Taeheon fue veloz y violenta. Él cerró de golpe su puño directamente en la cara de Anan. Anan golpeó el suelo con tanta fuerza mientras sus compañeros de la fraternidad saltaban sobre Taeheon.

—¡Quietos!  —gritó Junyoung, asustada de que lastimaran a Taeheon. Pero para ser honestos, él se las estaba arreglando sin ninguna dificultad. Él se zafó de uno lanzándolo sobre su espalda, directo al suelo, luego le golpeó a puñetazos mientras los otros se abalanzaban sobre él

De repente, la seguridad del campus ya estaba allí, quitándose de encima a Taeheon. Él se volvió contra el oficial con un gruñido y le pegó antes de que se percatase que no era otro estudiante.

El otro oficial sacó a una porra y golpeó el hombro dañado de Taeheon con ello. Él gruñó con fuerza y se apartó del oficial. Junyoung se dio cuenta de que Taeheon estaba a punto de atacarle igualmente.

—¡Taeheon, quieto! —gritó él—. Te lastimarán.

Él se congeló instantáneamente.

—Quiero a ese bastardo arrestado por asalto, —gruñó Anan gruñese mientras sostenía un pañuelo ensangrentado sobre su cara. Su nariz era un desastre total.

—No se preocupe, —dijo el oficial cuando esposó las muñecas de Taeheon a su espalda. — Él va directo al centro.

La cara de Taeheon era de piedra sin decir nada en defensa de sí mismo.

Junyoung se quedó lívido ante ello .

—Él no estaba haciendo nada malo. Le atacaron primero.

—Y una mierda —dijo otro chico de la fraternidad mientras pasaba un pañuelo sobre la sangre de sus labios— Él le pegó a Anan sin razón. Solo protegíamos a nuestro hermano de ser maltratado a golpes por este animal.

—Él ni siquiera pertenece a este sitio, —añadió Anan—. Él es un pueblerino que traspasó el recinto.

El oficial que Taeheon había golpeado le apretó las esposas a propósito donde se podía ver que los dientes se clavaban en sus muñecas.

Todavía Taeheon no dijo nada. Ni se arredró o mostró cualquier emoción.

—¿Estudias aquí? —le preguntó el oficial en un tono fiero.

Taeheon negó con la cabeza.

—¿Entonces por qué estabas en el campus?

Taeheon no contestó.

El oficial se estaba poniendo más furioso cuando tiró de las manos esposadas de Taeheon.

—Chico, será mejor que me contestes si sabes lo que es bueno para ti. ¿Quién te invitó aquí?

Taeheon mantuvo su mirada fija sobre el suelo.

—Nadie.

—Yo lo invité —dijo Junyoung.

Taeheon lo miró con rudeza.

—É miente. Ni siquiera lo conozco.

El corazón de Junyoung se detuvo, él estaba tratando de protegerlo a fin de que no se metiera también en problemas. Como estudiante, él era responsable de quien invitaba al campus.

Lo que quería decir que no había manera de saber lo que la policía iba a hacer con él.

Comenzó a levantar la voz y contar la verdad, pero la mirada en la cara de Taeheon lo mantuvo en silencio. Podía decir todo lo que él quería era que no le contradijese.

Un coche de la policía se detuvo junto al arcén.

Sintiéndose completamente indefenso, observó como tomaban a Taeheon y lo metían en el coche.

—Espera hasta que mis abogados terminan con él —dijo Anan con una risa—. Ese bastardo tendrá cadena perpetua por esto.

Junyoung se volvió hacia Anan con una mirada amenazadora.

—Eres un gilipollas. Puedes ir olvidándote de ir de interno con mi padre. El infierno se congelará antes de que pongas un solo pie en su oficina.

—Junni… —El se zafó su brazo de su agarre y se volvió rumbo a su coche. Tenía que encontrar un abogado para Taeheon. No había manera de que él lo dejase en prisión cuando no había hecho nada para defenderse a si mismo.


Seis horas más tarde, Junyoung vacilaba en la estación de policía cuando sintió una oleada de miedo a través de él. Él nunca había estado cerca de un lugar así. Estaba frío y estéril. Extraño. Más que eso, daba miedo. Esperaba no tener nunca que visitar de nuevo tal lugar.

Si era así de malo para él como sería para Taeheon, no podía imaginarse cuánto peor debía ser para él estar en la parte más espeluznante del edificio con otros hombres que habían sido arrestados únicamente sabía dios por qué.

Ellos tenían que sacar a Taeheon de allí.

—Se lo dije, usted debería haberse quedado en casa, Joven Moon —dijo su abogado. Muy distinguido y competente, él era uno de los abogados más prominentes en Nueva Orleáns. Lo mejor de todo, él era discreto, así es que nadie, ni siquiera su padre, se enteraría de esto.

Ambos él y Taeheon estarían protegidos.

Él dudaba que Taeheon pudiese permitirse su propio abogado, y por lo que sabía los abogados de oficio, a menudo eran explotados. Quería asegurarse de que Taeheon pasaba tan poco tiempo aquí como fuese posible. Afortunadamente, a él le llegaba el dinero que tenía ahorrado para cubrir los honorarios del abogado para sacar a Taeheon fuera de esto.

—Creo que usted debería regresar a casa.

—No —dijo él precipitadamente— Quiero asegurarme de que está bien por mi mismo.

Pareciendo menos que encantado por su insistencia, el abogado lo condujo al escritorio donde una mujer se sentaba llevando puesto un uniforme de policía. Si bien la mujer era corpulenta, era obvio que era bien musculosa y con gran preparación física. Su cara era dura y severa con el pelo color café cepillado hacia atrás dejando libre su cara. Ella levanto la mirada con aburrimiento cuando se acercaron

—Estamos aquí por la fianza de …um —él le miró impaciente.

—Taeheon, —dijo Juny.

—¿Taeheon, qué?  —preguntó al policía en tono agitado.

Junyoung vaciló cuando se dio cuenta de que no tenía idea de cómo se apellidaba.

—Um… no estoy seguro.

El abogado lo miró atontando. Probablemente le parecía extraño que él estuviese dispuesto a gastar muchos miles de dólares para sacar a un hombre que apenas conocía de la cárcel. Si bien para él tenía perfecto sentido, no se atrevía a explicarle al abogado o a la policía que Taeheon, le había salvado la vida.

Con su suerte, eso saldría en las noticias locales y él estaría en grandes problemas.

—Pues bien, —dijo Juny rápidamente, — él ronda aproximadamente mi edad, mide 1,86. Lo trajeron hace unas seis horas por una pelea en Tulane.

Un hombre afro americano también de uniforme apareció y negó con la cabeza.

—Sabes quién que es, Marie. Es el chico que tuvimos que aislar antes.

La mujer regañó los dientes con repugnancia.

—¿El loco?

—Sí.

—¿Loco? —Preguntó Juny frunciendo el ceño—. ¿Cómo así?

El hombre contestó con un bufido.

—Cuándo lo trajeron al principio, lo pusimos con la dotación normal de prisioneros. Él golpeó y dejó k.o. a tres de ellos. Se requirió a siete oficiales para cogerlo y meterlo en una celda a solas. Desde entonces él camina de acá para allá a grandes zancadas como alguna clase de rabioso animal. Él parece encolerizado y le gruñe a todo el que se le acerque. Es espeluznante como el infierno. Hay algo que definitivamente no está bien con ese chico.

Su abogado arqueó una ceja ante él.

—¿Está seguro de que quiere sacarlo bajo fianza?

—Sí. Absolutamente.

El abogado parecía extremadamente escéptico, pero él se volvió cumplidor hacia la mujer policía.
—¿Cuánto es su fianza?

—Setenta y cinco mil dólares. -Él y su abogado boquearon.

—¿Eso no podía ser cierto, verdad? ¿Está hablando en serio? —Preguntó

—Sí, señor —dijo Marie sin titubear— Él asaltó a un oficial.

Junyoung estaba indignado por como trataban a Taeheon.

—No fue a propósito. Él no supo que era un oficial hasta que lo golpeó.

El policía se mofó de eso.

—Sí, claro, eso es lo que dicen todos.

Junyoung se sentía mal y enfadado. El no tenía tanto dinero. Al menos no sin recurrir a su padre, quién lo mataría si le decía para que lo quisiera.

—Hola, Papi, conocí a un hombre que es ayudante de camarero en un bar de motoristas y necesito sacarlo de la cárcel…¿Qué hizo? No demasiado. Simplemente asaltó a un oficial y a Anan. ¿Recuerdas a Anan? Su padre es uno de tus principales contribuyentes de campaña. ¿Pero está bien, no? Taeheon es un buen tipo. Él incluso recibió un disparo cuando me salvó de ser violada después de que me asaltaran en el barrio donde me dijiste que no fuese.

—¿Papi? ¿Estás escuchando? ¿Debería llevarte las píldoras para tu corazón? No digas más, eso tendría mucho éxito.

El abogado le dedicó una mirada compasiva.

—¿Qué quiere que haga, Joven Moon?

¿Prestarme el dinero?

Antes de que pudiese contestar algo más razonable que eso, la puerta de fuera se abrió para dejar pasar a tres hombres. El conoció uno de ellos instantáneamente. Él era el Dr. Lee Hyukjae, quien había sido su consejero antes de la graduación.

Alto, y absolutamente maravilloso, él estaba con otros dos hombres guapos. Uno que era un par de pulgadas más alto y rubio y de corto pelo negro. El moreno era de la estatura del Dr. Lee.

—Jinhyuk, —su abogado saludó al hombre de pelo oscuro mientras él le extendía su mano. — ¿Qué te trae por aquí? No sabía que atendieses llamadas personales ya.

Jinhyuk se rió cuando estrechó la mano del abogado.

—No lo hago.

—Entonces debo estar imaginándome cosas.

Jinhyuk continuó sonriendo.

—Ojala, pero tengo un cliente sumamente valioso para sacar con libertad bajo fianza. Él siempre obtiene mi atención personal, si sabes lo que quiero decir.

La mirada en la cara del abogado decía que él sabía exactamente de qué estaba hablando Jinhyuk. Junyoung no tenía idea de quien era el cliente de Jinhyuk, pero él debía estar forrado para obtener la atención personal de un abogado que normalmente no lo hacía.

—¿Junyoung? —dijo el Dr. Lee cuando se acercó a él— ¿Qué te trae por aquí? Espero que no te hayas metido en problemas.

El negó con la cabeza.

—La falta de cobertura por los medios de comunicación que soy inocente. Entré a sacar bajo fianza a un amigo pero me enteré que no me alcanza el dinero para cubrirlo.

El frunció el ceño cuando repentinamente se dio cuenta de quién era el hombre de pelo oscuro.

—¿Usted es Choi Jinhyuk, el hijo mayor del Senador de Estado Choi, verdad?

Jinhyuk inclinó la cabeza mientras buscaba en su mente pistas que lo identificaran.

—¿Lo conozco?

—El es el hijo del Senador Moon, —dijeron el Dr. Lee y su abogado al mismo tiempo.

—Ah —dijo Jinhyuk dicho cuando comprendió por fin. Él le tendió la mano. —Nos hemos encontrado en las fiestas de campaña".

El asintió.

—Adoro a su esposa. Ella es una persona original.

Choi Judith era más que eso. Judith sumamente idiosincrásica, era una síquica que poseía una tienda New Age bajando el barrio. Ella sólo era tolerada por el padre de Junyoung porque la familia de Jinhyuk era una de las más ricas en el estado de Louisiana y la familia de Judith no estaba muy por debajo de él.

Si Judith hubiera sido pobre, la habría considerado una loca majareta. Como no lo era, el padre de Junyoung se refería a la lectora de cartas del tarot como "excéntrica".

Jinhyuk se rió.

—Sí, lo es. Es por qué la amo —Él indicó al rubio junto a él —Éste es mi cuñado, Kim Kangin, y ya conoces a Hyukjae.

—Es  un placer  conocerle —él  dijo  para  Kangin,  quien  le  estrechó  la  mano  y  le respondió de la misma manera

—Si me disculpáis un segundo chicos…—Jinhyuk se fue a hablar con el policía.

Junyoung se volvió hacia Kangin.

—¿Usted es el hombre para el que Choi Minho solía trabajar, verdad?

Kangin frunció el ceño.

—¿Es amigo de Minho?

Él asintió.

—Él era un gran tipo.

—Sí, lo era  —dijo Kangin, su expresión sumamente amarga.

Jinhyuk se reincorporó a ellos.

—Lo traerán ahora, pero lo juro, ese chico necesita aprender a mantenerse lejos de problemas.

—¿Qué sucedió? —preguntó Kangin.

Jinhyuk suspiró con exceso.

—Pues bien, él tuvo el descuido de no decirme que había pegado a un policía de Tulane y ahora lo tienen aislado.

—¿Taeheon? —preguntó él esperanzadoramente. — ¿Ustedes están aquí por Taeheon?

Kangin se sorprendió por sus palabras.

—¿Tú también conoces a Taeheon?

Junyoung asintió con la cabeza.

—Apenas nos encontramos, pero sí, le conozco.  —él miró alrededor tímidamente—. Me avergüenza decir que soy la razón por la que fue arrestado.

Jinhyuk arqueó una ceja en lo que a eso se refería.

—¿Cómo así?

—Taeheon vino al campus para devolverme mi mochila que había dejado en The Empire. Cuando se marchaba, un grupo de chicos de la fraternidad comenzaron a acosarle. Después de insultarle repetidamente, uno de los chicos lo apartó de un empujón y entonces Taeheon le pegó. El resto saltaron sobre él y luego vino la policía y le arrestaron por el disturbio.

Él podía ver a Jinhyuk procesando la nueva información bajo un nuevo foco para ver como él podría usar eso para sacar a Taeheon del problema.

—¿Él atacó realmente a un policía?

—Sí, pero fue un accidente. El oficial se le acercó por la espalda y estoy seguro que él pensó que era otro estudiante que lo iba a atacar. Taeheon no vio quién era hasta después de que hubiese golpeado al oficial.

Jinhyuk estrecho su mirada en él.

—¿Estás dispuesto a dar testimonio de eso?

—Absolutamente.

—Bien  —dijo él con una sonrisa. El podría apostar a que Jinhyuk iba a sacar a Taeheon del problema. Menos mal.



2 comentarios:

  1. Ahhh!!;
    Me encanta!
    Paso de todo!
    Amo esta adaptación!!!
    Tae es tan misterioso, quisiera saber su historia, y una pregunta. Los tigres no tienen una pareja!?? O que pasa!??
    Ahhh!!! Que genial! Lo ame!!!
    Falto Shing, para decir que debían estar juntos y bla bla....

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  2. A medio capítulo estaba muy enojada...o sea,iba a decirle que me dejara entrar a la historia para darle una bola de besos con los puños a esa bola de cobardes que Jun tiene como "amigos/compañeros"....aparte de cobardes mentirosos.
    Pero despues sale JinHyuk acompañado de 2 mosqueteros al rescate de Tae y sonreí....*0*
    Cuando se penso en un abogado,fue Jin quien me vino a la mente...oh,Jin y su excentrica esposa.
    Pobre Tae....toparse con gente así,una lastima que no se puedan mostrar al mundo y darles un buen susto para que aprendan y respeten.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...