Juego del Destino (DH9)- 4



Taeyang se movió a la cama y sacó una pequeña tarjeta pequeña del bolsillo de atrás de sus pantalones vaqueros.

—Dice, gracias por lo de anoche —Taeyang le dedicó una afectada sonrisa. — ¿Así qué? Finalmente tuviste suerte y encontraste a alguien desesperado por un rápido revolcón?
  
Taeheon le lanzó un mordisco a Taeyang, obligando al oso a dar un respingo alejándose de la cama.

Taeyang estrechó los ojos ante.

—Mejor será que pares o si no vamos a acabar mal. No me importa si estás herido, no juego.

—Yo tampoco lo hago, imbécil.  —Taeheon le envió las palabras mentalmente.

Taeyang clavó los ojos en Taeheon asombrado.

—Wow. Múltiples sílabas y una frase entera del tigre. ¿Quién lo habría pensado? Quienquiera que fuese, ha debido de tener un montón de talento para hacerte hablar. La próxima cosa que sabrás, es que será una persona muerta caminando. Rápido, llama a un Dark-Hunter. Estoy seguro que ha alguno de ellos les gustaría otra resurrección ".

Taeheon gruñó, pero antes de él pudiese abalanzarse, más flores fueron traídas por los cuatro hermanos de Taeyang. Muchas más. En unos minutos, el cuarto parecería una completa funeraria.

Tan pronto como tuvieron las flores apiladas alrededor de la cama y el tocador, todos los chicos salieron excepto Taeyang y su hermano pequeño.

Este sacudió su cabeza cuando se detuvo a los pies de la cama para clavar los ojos en Taeheon.

—Hombre, Taeheon. Estoy impresionado. Ninguna pareja me envió alguna vez flores en agradecimiento.

Taeyang bufó.

—No es eso lo que está impreso. Creo que no envió las flores para agradecerle. Una flor dice gracias. Estas dicen que piensa que él está muerto. O que le mató  —Taeyang recorrió la habitación con mirada especulativa—. Hmm… estoy pensando, si metió un tigre en su cama y eso no fue suficiente para aliviarle. Lo que necesita en busca de un oso.

Taeheon se lanzó sobre Taeyang, pero antes de que él pudiese atrapar al oso, Serre jaló a su hermano sacándolo de su alcance.

—Para ya, Taeyang. Tú definitivamente no quieres meterte entre el tigre y esta pareja.

—¿Por qué no?

Taeheon se levantó en posición de ataque sobre la cama. Esta vez, él no fallaría

—Por eso —chasqueó. Él apartó de un empujón a Taeyang guiándolo hacia la puerta, luego se volvió a Taeheon. —Ve y descansa, tigre. Ya volveremos después.

Taeheon se volvió a sentar en su cama cuando su hermano cerró la puerta. Aun así, Taeheon todavía podía escucharlos bien en el vestíbulo.

—Dios mío, Taeyang. ¿Has perdido completamente el juicio? No se bromea con un tigre sicótico. Él está cabreado y espumando por la boca. Alguien va a pensar que tiene la rabia.

Taeyang se mofó.

—Sí, pero meterme con él es igual que lanzarle comida a Jeup. Es altamente entretenido.

—Sí, y desearía que dejases de lanzarle la carne al pobre Jeup en la bar. Él no puede controlarse con eso. Lo siguiente que sabrás, es que él ha mutado a oso, Mamá tendrá un ataque, y todos nosotros estaremos lejos de controlar a la gente y mantener el recuerdo de que no vieron a un niño convertirse en animal. Será una molestia en nuestros colectivos traseros.

—Sí, pero no puedo hacer nada para evitarlo.

—Sabes que si no aprendes, Papá para asesinarte un día.

—Pero hasta que ese día llegue, voy a divertirme mucho con todos vosotros.

—Hasta entonces, haznos a todos un favor, y deja al tigre. Sé que has hecho de todo sobre dos piernas… no obstante, has hecho mucho más sobre cuatro, pero esta pareja es diferente en lo que concierne a Taeheon. Por una vez, deja tu libido a un lado y ve tras de una de tus usuales parejas.

Sus voces se fueron alejando de su alcance auditivo. Taeheon se derrumbó de regreso en la cama, aliviado de saber que Taeyang solo estaba teniendo su estúpido ego y realmente no le interesaba Juny. Eso solo había salvado su vida.

No obstante, Taeheon no debería tener tampoco debería ambicionar a Juny. ¿Qué estaba pasando con él? No es que importara. No lo iba a ver otra vez.

Él podría estar loco, pero no era un suicida. Nada bueno podía salir del tiempo que pasara con un humano. Nada.



Tan pronto como salió de su última clase de leyes, Junyoung se dirigió al Barrio Francés. Se había escaqueado del grupo de estudios de esa tarde para ir a visitar a Taeheon. El realmente quería agradecerle en persona el haberlo salvado.

Era lo menos que podía hacer.

Para cuando llegó al Empire, eran poco después de seis de la tarde y ya oscurecía fuera. Echando una ojeada al interior del oscuro bar, vio un hombre alto, de pelo oscuro que trabajaba en las mesas. No particularmente atractivo, tenía pelo fibroso y tenía todo el cuerpo lleno de coloridos tatuajes.

Cuando continuó mirando alrededor de la gente, no pudo encontrar una sola pista de Taeheon, pero divisó al joven camarero de la pasada, quién se movía sobre una mesa con una bandeja cargada con bebidas.

Junyoung lo alcanzó.

—Hola  —dijo Junyoung cuando el joven dejó la mesa.  —¿Taeheon trabaja esta noche?

El camarero lo miró como si fuese el peor tipo de criatura.

—Eres ese joven que estaba aquí anoche con esos cabeza huecas.

Junyoung se sonrojó ante sus palabras.

—Sí, y lamento eso.

—Deberías. Metiste a Taeheon en toda clase de problemas.

Su estómago se encogió ante las palabras de la camarera.

—Yo no quería hacer nada de eso. Por favor dime que no le despidieron por eso. No fue culpa suya. Yo no tenía manera de saber que ellos iban actuar así.

Todavía el camarero lo miraba prevenidamente.

—Mira, realmente lo siento.  —Junyoung sostuvo el regalo en sus manos. — ¿Yo solo quiero darle esto a Taeheon como pequeña muestra de agradecimiento?

—¿Agradecimiento por qué?

El corazón de Junyoung se hundió cuando se dio cuenta de que el mesero no acudía en su ayuda. No es extraño que fuese tímido. Era difícil de ser diferente cuando las personas podían ser así de rudas y antipáticas. Era más fácil estar solo.

—Solo, por favor, ve que entreguen esto a Taeheon —Dijo entregándole el paquete

Cuando empezó a salir, el joven lo detuvo.

—¿Oye, estabas allí cuando dispararon a Taeheon?

Junyoung se quedó helada ante la pregunta. ¿Había oído bien?

—¿Perdona?

—No importa, —dijo el rubio cuando se marchaba dando media vuelta con la bolsa en su mano. — Me aseguraré que lo reciba.

Junyoung dio media vuelta para detener al camarero totalmente preocupado. Seguramente Taeheon no estaba herido.

El lo habría sabido si le hubiesen disparado la noche anterior

—¿De qué estás hablando?  —le preguntó a la camarera.—  A Taeheon no le alcanzó el disparo de anoche. La bala le rozó… ¿verdad?

La mirada en la cara del rubio confirmó el miedo de Junyoung. La bala no lo había eludido.

—¿Qué le sucedió?  —Minwoo preguntó.

Junyoung tragó mientras la culpabilidad lo consumía.

—Me estaban asaltando y él vino para ahuyentarlos. Uno de los tipos tenía un arma la cual disparó, pero Taeheon me dijo que él no estaba herido. No vi ninguna herida en él

¿Seguramente ella habría visto una herida de disparo, verdad?
Si él hubiese sido herido, él habría dicho algo. ¿Después de todo, a nadie le alcanza una bala sin quejarse

—¿Taeheon te salvó?  —Preguntó el camarero como si no pudiese creer que él alguna vez hubiese hecho tal cosa.

Junyoung asintió con la cabeza.

—La bala solo le rozó, ¿verdad?

—No —dijo el camarero con firmeza. — Taeheon casi muere anoche.

Junyoung se puso enfermo ante las noticias. Esto no podía ser real. Seguramente el camarero solo jugaba con él.

—¿En qué hospital está?

Junyoung podía ver el debate en la expresión del joven acerca de responderle o no de todos modos, y no podía culparlo. Dios mío, él había hecho que insultaran a Taeheon, lo asaltaran, y le disparan, todo en menos que una hora. Ese pobre hombre probablemente no querría verlo nunca más en toda su vida.

Minwoo entrecerró sus ojos en Junyoung antes de darse la vuelta.

—¿Fuiste tú quien le envió todas esas flores hoy, verdad?

—Sí. Si hubiese sabido que estaba herido le hubiese enviado incluso más.

Eso pareció divertirlo.

—Espera.  —Minwoo le agarró el brazo antes de que él se detuviese aguantado una puerta detrás de la barra. —Espera aquí mismo y volveré en unos minutos.

Junyoung asintió cuando advirtió las miradas hostiles le daban los barman. Estaban vestidos con camisetas playeras y pantalones vaqueros, y aunque eran guapos, había un aire letal en ellos. Parecían resentir su presencia en esa área de la barra, pero él no podía suponer el por qué… a menos que supiesen lo de Taeheon y lo culparan por ello.

Nervioso e inseguro, Junyoung se volvió para ver al hombre con el pelo largo negro de anoche. Justin. Ese había sido su nombre. Al igual que los demás, él lo miraba furiosamente. Él no dijo nada mientras guardaba los vasos limpios.

Pareció pasar una eternidad hasta que Minwoo regresó a llamarlo por señas a través del umbral de la puerta.

—Sígueme.

Junyoung dejó escapar un suspiro aliviado cuando el joven lo guió por la enorme cocina industrial. Había cinco cocineros haciendo ruido alrededor de cazuelas y hornos mientras otros dos hombres lavaban los platos en un enorme fregadero. Ninguno de los trabajadores les prestó ninguna atención.

Al menos no hasta que llegaron a la puerta al final de las largas mesas de acero. Un alto hombre estaba parado delante de ella, y parecía menos que complacido de que Minwoo quisiera llevar a Junyoung por allí. Parecía el hombre que los había echado del bar anoche, pero él no parecía recordarlo en absoluto.

—¿Qué estás haciendo, Minwoo?  —Preguntó él en un gruñido.

—Apártate, Donghyun.

—Y una mierda.

Minwoo se puso en jarras.

—Muévete, Hermano, o cojearás.

Él entrecerró sus ojos.

—No me asustas, cisne. Podría arrancar de un tirón su cabeza y no inmutarme.

—Y yo podría lastimarte de una manera más permanente  —Su mirada fija recayó en su ingle— Ahora apártate o atente a las consecuencias.

Frunciendo los labios, él a regañadientes accedió.

—Ignora su cara ceñuda —dijo Minwoo mientras abría la puerta— Es su semblante natural. Aunque parezca mentira, es mucho más agradable que su sonrisa. Esa realmente se ve espeluznante.

Junyoung no supo qué pensar cuando Minwoo lo indujo a una sala lujosa pasada de moda. La casa era absolutamente hermosa. Bastante extraña, se veía como si fuera alguna clase de cápsula del tiempo o algo por el estilo. No hubo nada de ese lugar que fuese moderno en absoluto. Nada.

Sus ojos cayeron sobre la puerta que contenía cinco cerrojos Stanley y un sistema de alarma que rivalizaría con la NASA.

De acuerdo, no enteramente la antiguo. Pero aparte de esos artículos cantosos, era como caminar entre el decorado de la película pasada de moda.

Minwoo condujo a Junyoung a una intrincada escalera tallada a mano que llevaba al segundo piso, el estaba cubierto de puertas de la caoba. El joven camarero no se detuvo hasta que estuvieron a mitad del corredor. El llamó a la puerta, entonces abrió.

—¿Estás decente? —preguntó, interponiendo su cuerpo a fin de que Junyoung no pudiese mirar en el cuarto.

No hubo respuesta.

—Si, bueno, tienes una visita. Así que necesitas ser humano durante un rato, ¿vale? —Después de una breve vacilación, Minwoo dio un paso hacia atrás y abrió más la puerta. — Esperaré aquí fuera hasta que acaben. Simplemente llámame si necesitas algo  —Después bajó la voz antes de continuar—, un sacerdote, un policía, o un domador de leones.

Junyoung frunció el ceño. Qué cosa más extraña para decir, pero bueno, él rápidamente se había enterado de que todo el mundo aquí era un poco extraño.

Dio un paso por delante de Minwoo, entrando en el cuarto, y se congeló cuando vio a Taeheon descansando sobre una enorme cama bajo una manta negra que hacía juego con las cortinas. Su piel estaba fantasmalmente blanca.

Las flores que le había enviado más temprano estaban puestas en fila en su tocador y delante de este, pero fuera de eso, no había absolutamente nada personal en el cuarto que lo identificase como suyo. Se veía como si no fuera nada más que una visita que se quedaba por una noche o dos.

Su corazón martilleaba cuando se acercó a él. Su respiración era dificultosa y un enorme vendaje sobresalía envuelto alrededor de su hombro y su sobre su pecho. A excepción del cobertor negro sobre su mitad inferior, él estaba desnudo de la cintura para arriba, mostrando un notablemente tonificado pecho y brazos. El hombre estaba increíblemente bien constituido, con sus completos seis paquetes de abdominales. El único pelo en su pecho era un pequeño rastro trigueño que corría de su ombligo hacia abajo para desaparecer bajo el cobertor.

Pero lo que llamó su atención fue el montón de obvio dolor que le estaba sintiendo.

Junyoung se arrodilló al lado de la cama cuando la culpabilidad pasó a través de él desgarrándolo. Esto era toda culpa suya. Todo esto…

—¿Por qué no me lo dijiste?

Él no contestó. En lugar de eso él extendió la mano y le apartó un mechón de su cara.

—No deberías haber vuelto aquí, Juny.

Su mano era dura y callosa. A diferencia de los tipos que conocía, sus manos estaban acostumbradas al trabajo duro, no a cuidadas manicuras.

—Quería entregarte algo para darte las gracias por lo de anoche.

Taeheon recorrió con la mirada las flores en su cuarto. Los osos y otros were hunters le habían estado acosando despiadadamente acerca de ello. No es que a él le importase. Para él esas flores eran increíblemente preciosas.

Nadie alguna vez le había hecho un regalo antes. Nadie.

Él comenzó a incorporarse, solo para que Juny lo detuviese.

—No deberías moverte.

La preocupación en su cara lo desgarró.

—Está bien.

—No  —él indicó el vendaje, dónde se formaba otra vez una mancha roja. —Mira, estás sangrando. ¿Debería llamar alguien?

Él negó con la cabeza.

—Me curaré.

Sus bellos y castigados ojos marrones lo miraron y dudaron de él.

—No puedo creer que no me dijeses que te habían disparado anoche. ¿Qué pasaría si hubieses muerto?

Él le bufó eso.

—Me han disparado lo suficiente para saber que estaré bien.

Junyoung lo miró atontado. ¿Iba en serio? Con él nunca estaba realmente seguro. Él desechó cosas en sus conversaciones con ellas que pasarían por horrorosas si llegasen a ser verdad y la forma despreocupada en que él hablaba de ellas la llevaba a creer que posiblemente lo fuesen.

—¿Quién te disparó?

Él no respondió a su pregunta cuando se afianzó a si mismo en la cama. Sus cabellos cayeron sobre sus ojos, ocultando su cara de su vista. Comenzaba a sospechar que él hacia eso a propósito a fin de que él pudiese observar el mundo sin que nadie pudiese observarlo a él.

Aun así, vio una pequeña gota de sudor resbalar por el lado de su cara por la tensión de mantenerse despierto. ´

—No me quedaré mucho, —le dijo, entregándole la bolsa.

Él clavó los ojos en ello como si fuera un extra terrestre. Eso fue realmente cómico. Uno pensaría que el hombre jamás había recibido un regalo antes.

—¿Que es esto? —preguntó él.

—Ábrelo.

Junyoung pensó que tenía el ceño fruncido cuando cogió el papel de seda de encima y lo sujetó ante su cara.

—¿Qué estás haciendo?  —Preguntó él ahora también con el ceño fruncido.

Sin responder, él dejó a un lado el papel, luego miró dentro y sacó fuera una sudadera gris. Junyoung le sonrió ante su confusión.

—Sé que dijiste que estabas asistiendo a clases en la en UNO, pero no me decidía a poner un pirata sobre ti. Vi la camiseta del tigre de la LSU en una tienda y tuve que comprarla. Sé que es extraño, pero siempre he tenido un algo por los tigres y pensé que se vería bien en ti.

Él inclinó su cabeza hacia un lado como si lo hubiesen dejado completamente perplejo o intrigado sus palabras.

—Gracias, Juny.

El sonido de ese apodo en sus labios le hacía temblar. Amaba la forma que él lo decía: seguro, profundo, y protector. Era casi como una caricia.

—¿Así que, hay algo que pueda hacer por ti?  —preguntó.


Taeheon se puso rígido ante su pregunta, en más de una forma. Lo único que quiso de él era lo único que nunca podría pedirle, tenerlo desnudo en su cama. Y ese profundo e inexplicable ardor en su pecho.

—Estoy bien.

—¿Estás seguro? Podría traer

—¿Minwoo?  —llamó él, interrumpiéndolo.

La puerta se abrió inmediatamente para mostrar al osito. El les echó un rápido vistazo antes de acercarse a la cama.

—Él tiene que irse  —le dijo Taeheon.

Minwoo asintió, entonces trató de alcanzar a Juny. El no hizo caso del toque de Minwoo.

—Taeheon…

—Necesito descansar, Juny. Por favor.

Junyoung vaciló ante la tensión que oyó en su voz. ¿Cómo podía discutir con eso? Él estaba en extremo dolorido por que le había salvado la vida cuando la mayoría de hombres habrían cambiado de dirección y ni su habrían molestado.

—Claro.  —se movió hacia la cama y se inclinó apoyándose en esta para besarle en la mejilla.

Taeheon pudo respirar cuando el deseo lo atravesó a gritos. Fue todo lo que pudo hacer para no tirar de él hasta su cama ...

Antes de que pudiera pensarlo mejor, atrapó su cabeza cuando él comenzase a apartarse y atrajo sus labios a los de él. Él gruñó ante su dulce sabor. La blandura de sus labios bajo los de él. Era la primera vez en su vida que él alguna vez había saboreado a una pareja, pero aun así es no podía imaginarse que ninguna supiese mejor que él. Era increíble.

Los labios de Juny eran suaves y decadentes. Ellos evocaban un hambre dentro de él que solo se apaciguaría con Junyoung. Era un hambre que lo asustaba y lo emocionaba en cierto modo que él nunca habría pensado posible.

Él no debería sentir esto. No por un humano. Por nadie. Dios les salvase a ambos de sus rabiosas emociones.


Junyoung gimió mientras saboreaba el fiero hechizo de la boca de Taeheon. Su lengua barría con la suya, haciéndole añicos. Él olía a pachulí y antibiótico.

Más que eso, él olía a crudo y terrenal hombre. De hechizadoras deliciosas medianoches que quería pasar el día entero probando.

Él se apartó con un profundo gruñido.

—Vete, Juny. Antes de que sea muy tarde.

Sus palabras lo confundieron completamente.

—¿Demasiado tarde para qué?

—Minwoo —llamó él entre los dientes apretados negándose a mirar a Juny. Minwoo lo tomó por detrás.

—Vamos, Juny. Él en realidad debería descansar.

Taeheon observó como los jóvenes salieron. Su corazón se dolía ante la pérdida. Aun ahora el perfume de Juny se pegaba a él. Llenaba sus fosas nasales, haciendo a la bestia dentro de él rugir con posesividad. Lo quería de una manera que era difícil de negar.

Él colocó el talón de su mano sobre su pene, el cual era una roca dura y palpitante. Nunca había deseado nada como deseaba ahora mismo tener una noche a solas con él.

Pero era imposible y lo sabía.

Junyoung era humano y él era un animal… en más de una forma. No había manera de que él pudiese confiar en sí mismo con un joven. Ninguna manera en la que pudiese confiar en si mismo con nadie. Él podría volverse cruel en un instante solo. Era la maldición de su gente y su raza.

Incluso su propia madre se había vuelto contra su padre… Suspirando, Taeheon miró la sudadera gris que Juny le había traído. Él notó una sonrisa curvando sus labios, y eso era la cosa más asombrosa de todas. Él no podía recordar la última vez que había sonreído. Diablos, él no estaba seguro si incluso había sonreído alguna vez en su vida.

Un extraño sentimiento entró en su pecho. Él no supo lo que significaba. Él sujetó el papel de seda contra su cara. Este mantenía la huella del perfume dulce de Juny. Él lo estrujó en su puño cuando una brutal ola de deseo le consumía.

Poniendo el papel a un lado, él sujetó su regalo en su puño mientras él se recostaba. Alguien llamó a su puerta.

Contuvo el aliento ante la esperanza de que fue Juny otra vez, pero no lo era. Minwoo entró en el cuarto.

—¿Estás bien, cachorro?

Él asintió. Minwoo era la única persona a la que le permitía llamarle cachorro. Él no lo usaba como un insulto sino más bien como un cariñoso apodo. De toda la gente y animales en The Empire, Minwoo era el único que alguna vez le había hecho sentir a medias bienvenido. Pero él, como los demás, le temía. El incluso tenía miedo ahora, aunque estaba tratando de esconderlo.

Cruzó el cuarto. Cuando trató de alcanzar la bolsa y el papel, él refunfuñó y le gruñó. Minwoo se enderezó instantáneamente.

—Pensé que querrías tirarlo.

—No.

Él mantuvo sus manos en alto en señal de rendición.

—Como ya sabrás, lo mandé a casa.

Ahí era donde Juny tenía que estar, pero el pensamiento laceró su corazón con dolor. Él no quería que se fuese a casa. Él quería… él lo quería aquí con él.

¿Qué había con eso?

—¿Por qué no le devolviste su mochila? —preguntó Minwoo en tono inocente.

Él volvió la mirada a la esquina donde la mochila negra Prada de Juny se estaba colocada. Juny la había dejado en el bar, bajo la mesa, durante la confusión de anoche. Minwoo no lo había encontrado hasta mucho tiempo después de que Juny se hubiera ido y se lo había contado a él esta mañana. Él inmediatamente le había ordenado a Minwoo que se la trajese. Él no quería que nadie tocase nada personal de Juny.

—Lo olvidé.

Minwoo asintió.

—Quieres que me encargue

—¡No!

El osito le dedicó una fija mirada afilada.

—Necesitas reprimir ese temperamento, cachorro. Sabes lo que ha dicho Mamá.

Él devolvió la mirada fija de Minwoo diente por diente.

—No quiero tu esencia en su propiedad. ¿Entendido?

Minwoo puso los ojos en blanco.

—¿ Qué pasa con ustedes los gatos? Juro no sé quienes son más territoriales, ustedes o los lobos. Artemisa nos proteja de todos ustedes.



2 comentarios:

  1. Junnie~ es pareja de Tae!??
    Son compañeros!???
    Por qué Tae es tan agresivo!??
    Ay~ Nooo
    T___T

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  2. Algo con los tigres.....lo podemos simplificar como "destino"
    Más flores,un regalo,su visita y en beso...que más puede pedir Tae,cierto...tenerlo para siempre con él.
    Pobre Tae,no sé si el que sea tigre o su vida es lo que le ha echo ser así...aparte no se controla...lo van a echar de ahí....no quiero.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...