Algo Nuestro- Capítulo Final



Siwon llevó las maletas al coche pero Heechul no aparecía por ninguna parte. No había rechazado su oferta, como él esperaba secretamente. En el fondo, Heechul confiaba en que Siwon pudiera olvidar a su hijo fácilmente. ¿Por qué no era capaz de confiar en él como Siwon lo hacía con él? Pero Siwon ni siquiera estaba seguro de que hacía aquello únicamente para oírle decir que se había equivocado.

No. Era algo mucho más profundo, tanto que sentía que se desangraba por dentro. Hizo una mueca cuando Wook apareció en el salón y abrió los brazos al verle.

Siwon cerró los ojos cuando le abrazó. Se había dado cuenta de que Wook no había tomado partido.

—Cuando te dije que tú también tenías que ser cabezota no me refería a esto.
—Se está retrasando —dijo él secamente.
—Heechul siempre se retrasa.

Siwon se encontró teniendo que contener una sonrisa. Geumhee entró en el salón con Siwan en brazos. Siwon ya no tuvo que ocultar su sonrisa teniendo al niño en brazos.

—Oye, grandote! ¿Cómo está mi chico? ¿Sabes que papá te ha echado mucho de menos? 


Siwon le mordisqueó los pies y el crío ululó de placer. Heechul les contemplaba desde el pasillo. El corazón se le había desbocado desde el momento en que le oyó llegar. Siwon tenía un aspecto glorioso con el niño en brazos. No le importaba mancharse el esmóquin. Eso le recordó que, para Siwon, el cariño era más importante que cualquier otra cosa.

—Va a conseguir que lleguemos tarde —le dijo Siwon al niño—. ¿Sabes por qué tu appa se retrasa tanto?

—Ya estoy listo.

Siwon lo miró y adoptó una expresión tensa. ¡Demonios, estaba bellísimo! Vestía un pantalón blanco que haciendo juego con el saco blanco que llegaba a medio muslo, debajo de éste llevaba una camisa rosa con volantes y mangas largas cuyo puños sobresalían de la manga del saco, el cabello lo llevaba recogido a la altura de la nuca. Para Siwon era una deliciosa vista, sintió un hormigueo en su entrepierna

—¿Nos vamos ya? —le apremió Heechul.

A Siwon le dio la impresión de que Heechul estaba decidido a terminar cuanto antes y respondió a su sonrisa con una mirada ceñuda. Sin embargo, Heechul se sintió un poco más animado al ver que él no podía disimular el deseo que le inspiraba.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Heechul cuando se puso al volante.

No, no se encontraba bien. Quería besarlo hasta dejarlo sin aliento, arrancarle la ropa para ver qué llevaba debajo. Pero, sobre todo, quería que desapareciera aquella presión en sus pantalones.

Hicieron el trayecto atrincherados en un silencio hostil, afilando sus armas para la batalla. Heechul aceptó su mano para descender a la acera, pero la soltó inmediatamente. Lo recibió una nube de flashes. De repente, parecía que todos los fotógrafos de la ciudad querían una instantánea suya.

—jCielo santo! No me esperaba esto.
—Son de la prensa local. Es bueno para los donativos —dijo él en tono cortante.
—¿Y a quién van destinados?
—A los huérfanos de la ciudad.

Genial, pensó. Una velada en beneficio de los niños que carecían de padres. Una buena ocasión para refregarle por la cara su obstinación.

—Heechul —dijo Siwon sin variar su tono—. Tu saco.

Con una sonrisa, Heechul dejó que se deslizara por sus brazos mientras contemplaba la reacción de la gente.

—Ay, Dios! —oyó gemir a Siwon.
—¿Te pasa algo? —preguntó Heechul.
—No, nada.

Pero estuvo a punto de atragantarse con la mentira. Heechul atrajo la atención de varios hombres. Siwon se sintió tentado a volverle a poner el saco. La camisa era transparente en la parte de atrás, permitiendo ver la espalda de Heechul y aquella curvatura previa a su glúteos, los cuales estaban enfundados en unos muy ajustados pantalones, permitiendo que se vieran lo mas provocativos.

De repente, Siwon se dio cuenta de que lo había dejado plantado. Lo alcanzó en dos zancadas.

—¿Adónde demonios crees que vas?

—A por una copa —respondió Heechul sin hacer caso de su tono venenoso—. ¿Quieres otra?

—No. Nuestra mesa es la número siete.

Heechul disimuló su contrariedad y fue a la barra saboreando el poder y el revuelo que se organizaba a su paso. Sin embargo, podía sentir los ojos de Siwon clavados en su nuca. Le miró con disimulo. Sus negros ojos eran como un asalto y lo devoraban de los pies a la coronilla. Sus planes iban cumpliéndose.

Volvió junto a él con un delicioso balanceo, consciente de las miradas de deseo que confluían sobre él. Después de que varios ejecutivos intentaran abordarlo, Siwon se levantó de su silla y acudió a darle escolta.

—¿Has conseguido lo que querías?

Siwon le puso la mano en la espalda en un gesto posesivo para el que no tenía ningún derecho. Heechul pensó que él era lo único que quería, pero siguió caminando, aunque el calor de su mano hizo que tuviera que reprimir un gemido.

Tres hombres les salieron al paso.

—¿Siwon? Preséntanos —insistió un rubio que no debía llegar a los treinta. Siwon le miró sorprendido. Le había dado la impresión de estar babeando.

—Caballeros, éste es Kim Heechul, propietario de...

—Del Petal’s Attic —le interrumpió otro de ellos—. Mi hermano es cliente de allí.

—Querrás decir tu esposo —intervino el tercero, consiguiendo que su colega se sonrojara. Eran competidores de Siwon y Heechul no tardó en descubrir que la rivalidad iba más allá de los negocios.
—¿No acababas de tener un niño? —preguntó el rubio.
—Sí —dijo él mirando a Siwon—. Un niño precioso.

Siwon le sonrió con orgullo y Heechul estuvo a punto de olvidar dónde estaba.

—¿Qué estás haciendo aquí. Con este acompañante tan feo? —continuó el rubio—. Podrías haber elegido algo mejor, Heechul —añadió acercándose con los ojos clavados en su pecho.
—A ti, supongo, ¿no?
—Por descontado.
—Largo de aquí —gruñó Siwon rodeándole la cintura—. El joven Kim es mi prometido.

Heechul miró a Siwon con la esperanza de no haber olvidado cerrar la boca. No se atrevió a contradecirle delante de sus competidores, que no tardaron en dispersarse.

—Eso no ha sido justo, Siwon —protestó en cuanto estuvieron solos.
—¿Acaso estás buscando pareja?
—Sabes perfectamente que no!
—Cualquiera lo diría con esa vestimenta.
—Sé cuidarme solito de esos lobos. Pero, ¿de verdad era necesario decir que soy tu prometido?
—Ha funcionado —respondió él, tenso.
—Es mi ropa lo que te molesta, no? No me quieres, pero no estás dispuesto a consentir que me relacione con nadie más, ¿verdad?

Furioso, Heechul le pidió a uno de sus rivales que lo sacara a bailar y ni siquiera se dignó a volver cuando terminó la pieza. Siwon se arrepintió de sus comentarios. Aquélla era su última oportunidad. Había llegado a hacer lo impensable para conseguir su amor y terminar con el sufrimiento. Detectó su risa en medio de la multitud. Sus miradas se encontraron y el mundo se desvaneció a su alrededor.

Una bestia posesiva aullaba en el interior de Siwon. Heechul se puso tenso cuando le vio acercarse. Sin excusarse ante nadie, le quitó la copa de las manos y se la dio a un camarero. Entonces le aferró la mano, lo llevó a la pista de baile y lo tomó entre sus brazos.

—Siwon, eso ha sido una grosería.

Sus cuerpos no se rozaban por unos cuentos milímetros, pero a Heechul le parecían kilómetros.

—No hables. Limítate a bailar.
—jVete al infierno!

Siwon lo apretó contra sí. Sus ojos relampaguearon al sentir el contacto.

—No puedes controlarme.
—No, para eso te bastas tú solo Heechul.
—Tampoco tenías por qué quedarte, Siwon.
—Sí. Siwan también es hijo mío.

“Pero no porque yo te quiera”, pensó Heechul apartando la mirada. Evidentemente, querer a su hijo y quererlo a él eran dos cosas distintas. “Dos cosas distintas”. Volvió a mirarle y pensó que ya no había esperanza.

—Sonríe —dijo Heechul con los dientes apretados—. Se supone que estamos prometidos.

“Evidentemente, querer a su hijo y quererlo a él eran dos cosas distintas”.

—Sé que has estado viendo a Siwan  en mi casa. 

Siwon arqueó ambas cejas, sorprendido.

—Tu colonia le sienta bien.
—¿Y qué piensas hacer al respecto? — preguntó él desafiante.
—Nada. Si me lo hubieras pedido, no te habría puesto ningún problema.

Siwon se detuvo en medio de la pista.

—Tú me excluiste de tu vida, Heechul. En el hospital...

Heechul le puso un dedo en los labios.

—Necesitaba tiempo. No estaba preparado para verte, pero jamás se me ocurrió separarte de tu hijo.
—¿Qué te he hecho yo para que me odies tanto, Heechul?
—Ay, Siwon! —gimió él con tristeza—. Nada de odio. Desengaño, quizá. Odio jamás. 

Heechul sintió que él se ponía rígido.

—¿Quién tiene derecho a sentirse desengañado, Heechul? ¿Yo, por darte todo lo que querías, o tú por aceptarlo?

Siwon se soltó de él y volvió a la mesa sin mirar hacia atrás. Pero pareció pensarlo mejor y cambió de rumbo. Recogió su abrigo y el saco de Heechul y lo esperó junto al vestíbulo. Heechul dedujo que ya se iban y se dijo que era perfecto. Una de las cosas que su madre le había enseñado era que jamás se discutía en público.

—Te juro que, cuando estás enfadado, te conviertes en el más grosero de los hombres —dijo Heechul apartándose de él en la puerta del hotel.
—¿Enfadado? ¿Conque piensas que es eso?
—Claro que no. También me vienen a la cabeza cosas como terco, irritante, celoso y cabezota.
—¿Describiéndote a ti mismo, Heechul?
—ja! —se burló él.

Entró en el coche. Siwon arrancó y salió de allí a toda velocidad.

—Siwon, cálmate. Quiero vivir para ver crecer a mi hijo.

Había miedo en su voz y aquello le hizo serenarse. Su expresión se suavizó levemente y aminoró la velocidad. Sólo cuando la ciudad se convirtió en un resplandor distante, consiguió Heechul reunir valor.

—¿Vas a decirme adónde vamos o piensas seguir rumiándotelo?
—Yo no estoy rumiando.
—Vaya que no!
—Por supuesto que no —replicó él, furioso.
—Estupendo. Sigue así. Para lo que me importa.

Heechul se había dado cuenta de la gran nevera y de las maletas que iban en la parte trasera. Y también había un maletín. Desesperado, se devanó los sesos para encontrar un modo de que hablara razonablemente con él. Pero no podía dejar de pensar en lo atractivo que estaba sin pajarita y con la camisa abierta. En realidad, Heechul no quería discutir.

Deseaba a toda costa retrasar la tortura, el momento de la separación irrevocable. Siwon lo miró de reojo y vio que se mordía los labios. Parecía tan asustado que parte de su rabia se esfumó.

—Heechul, quiero que sepas...
—Sí? —preguntó cuando Siwon titubeó.
—Siento lo que ha pasado. Te juro que no soportaba cómo babeaban mirándote todos esos cretinos.
—¿No lo soportabas porque sientes algo por mí o sólo por la ropa?
—Ambas cosas.

Las esperanzas de Heechul se desvanecieron en el polvo. ¿Es que nunca iba a poder llegar hasta él?

—Yo sólo quería estar contigo, Siwon.
—¿Por qué? Llevas semanas ignorándome.
—Te llamé y ni siquiera tenías conectado el contestador.
—Lo destrocé. –

Heechul abrió mucho los ojos. El se encogió de hombros, un tanto avergonzado.

—Todavía no he comprado uno nuevo.

No pensaba contarle que lo había aplastado de pura frustración al esperar días y más días un mensaje suyo.

—Yo lo intenté —insistió Heechul.
—¡Maldita sea! Podías haber pasado por mi casa o haber llamado a la oficina. Cualquier cosa, por el amor de Dios.
—Estamos iguales. Tú podrías haberme esperado una de tantas veces que has estado en mi casa.
—Me cansé de ir siempre detrás de ti!
—Fantástico! ¿Vas a seguir maltratándome verbalmente o piensas pasar a la acción y acabar de una vez?

Siwon lo miró horrorizado.

—Demonios, no!
—Ahora mismo pareces lo bastante furioso como para partirme en dos.
—Pues mira, no voy a hacerlo. 

Heechul arqueó una ceja.

—Yo... ¡Rayos! ¡Ya no sé ni lo que me hago!

Siwon frenó bruscamente delante de una casita y apagó el motor.

—Yo tampoco, pero lo lograré.

Heechul esperó con una sonrisa a que él entrara las maletas y la nevera en la casa. Era una construcción pintoresca y rústica, en la orilla de un lago artificial.

—Esto está muy aislado.
—¿Te importa? —dijo él en un tono de matón de colegio.
—Qué va. Es bueno.
—¿Por qué?

Heechul dejó su saco en una silla. Siwon le lanzó una mirada sombría cuando lo vio acercarse.

—¿Por qué?
—Bien, vamos a hacer bastante ruido —dijo Heechul, sujetándole por las solapas.

Heechul le besó en la boca con furia y ya no se detuvo. Era una batalla en la que ninguno de los dos podía rendirse.

Siwon le apretó las nalgas y le hizo sentir su necesidad perentoria. Heechul gimió mientras le quitaba a tirones la chaqueta y le arrancaba los botones. Gimiendo, Heechul le desabrochó el cinturón. Siwon lo besó sin miramientos. Heechul le sacó la camisa y metió las manos por debajo para sentir la piel desnuda de su estómago. El le quitó la camisa y bajó las manos a sus nalgas apretándolas.

—Dios! —exclamó Heechul, sin ver el momento de sentirle en sus entrañas.

Siwon le devoró los pezones, sorbiendolos para luego pasar los dientes por aquella zona sensible.

—Ya sabes adónde nos lleva esto —dijo Heechul jadeando, sin dejar de acariciarle el pecho y el vientre.
—Lo estoy deseando —contestó él con una sonrisa frente a sus pezones—. Tengo protección.
—Oh, Siwon! Estas ardiendo!
—Y a punto de estallar, lo sé. Princesa. No puedo aguantar más.
—Entonces no sigas esperando —dijo, mirándole a los ojos.
—No he dejado de pensar lo que hicimos aquella noche.

Cayeron al suelo enredados. Heechul separó las piernas para él que se apretó contra la única barrera de su boxer. Se lo quitó salvajemente y los contempló como si fueran un trofeo antes de tirarlo por encima del hombro.

Heechul le liberó de los pantalones, Siwon se abalanzó sobre él con tanto ímpetu que lo hizo resbalar por el suelo. Pero Heechul no retrocedió y esperó dispuesto su intromisión. Devoraron sus bocas lenta y profundamente, cuando terminaron el beso, ambos se miraron a los ojos. Siwon lucía una mirada profunda y los ojos de Heechul tenían ese brillo especial.

Heechul se sentó a horcajadas sobre Siwon, pasando una mano por todo su pecho, podía sentir el calor que emanaba de su cuerpo. Siwon tenía sus ojos cerrados y lo único que escuchaba era su respiración agitada y lo mucho que le estaba gustando lo que le hacía. Eso le dio el valor de comenzar a devorar su cuello mientras movía sus caderas en círculos, rozando sus erecciones, lo que le hacía algo difícil llevar el control de la situación sin dejarse llevar por la locura y pasión del momento. Pero no, Heechul sabía que tenía que resistir, hacerle disfrutar de la situación y cada segundo que pasara.

Heechul continuo lamiendo la piel de su pecho, lamia, repartía besos dejando un camino y después suaves mordiscos en sus pezones haciendo enloquecer a Siwon entre gemidos y suspiros. Pero Heechul no se detuvo, continuo su camino hasta llegar a su erección, llevándosela a sus labios, recorriéndola en círculos la punta con la lengua para después devorar completamente todo el miembro de Siwon. Los músculos de este bajo sus manos se tensaron al sentir esa cálida y húmeda cavidad.

Heechul estaba perdido en su tarea de hacer desfallecer a Siwon de placer, moviendo su cabeza velozmente, algo que Siwon no iba aguantar por mucho sin terminar en su boca. Siwon lo detuvo tomando su cabeza, jalándolo y devorando sus labios hasta que se colocó encima de él. Invirtiendo las posiciones, se acomodó entre las piernas de Heechul, este comenzó a sentir como el frio liquido se iba esparciendo en su entrada. Explorando ese lugar oculto de Heechul con sus dedos, introdujo el primer dedo haciendo movimientos circulares.

Para Heechul no fue dolorosa la intrusión, pues se sentía más que preparado para Siwon. Este pudo notarlo porque en seguida agregó un segundo dedo, incluso más profundo que el primero. Sus dedos se abrían y cerraban en tijera, hasta que un tercer dedo tuvo cabida en él.

Estaba listo. Heechul abrió sus piernas, Siwon sostuvo su peso encima de Heechul con una mano mientras que con la otra dirigía su miembro hacia su entrada, lentamente, sintiendo como el interior y calor de Heechul comenzaba a envolverlo. Cuando estuvo completamente dentro, Heechul se sintió tan lleno, que besó apasionadamente de nuevo aquellos labios a los que era adicto.

Siwon comenzó con movimientos lentos e intensos, todas las embestidas dirigidas al punto que hacía ver estrellas a Heechul. Sabía que en el pasado, él se había contenido en su beneficio, pero esta vez Heechul sintió todo el poder de su pasión. Era algo oscuro y salvaje, mientras su cuerpo empujaba y empujaba y su boca lo devoraba. Enterró las manos en sus cabellos al tiempo que lo llenaba, cada vez más excitado. Heechul tensó los músculos en torno a él, suplicándole más. Y Siwon se lo dio. Siwon ya no pudo contenerse. Había pasado demasiado tiempo. El amor, la frustración, el dolor y la necesidad, “su necesidad”, se desbocaron. Sabía que estaba siendo rudo, pero Heechul le animaba con sus caricias eróticas, con mordiscos que le rasgaban la piel. Era un fuego resbaladizo y pulsante que fue tensándose hasta estallar. Una tormenta de sensaciones descontroladas, la presión de unos músculos sobre su sexo, las convulsiones de su paroxismo, le empaparon como una lluvia ardiente. Siwon le mantuvo la mirada mientras se hundía en él, empujando con fuerza hasta que el estallido de placer les arrojó extenuados y vacíos a un lugar que sólo ellos podían alcanzar.

Heechul se aferraba a él mientras lo que empezaba como un gemido en su pecho acababa siendo un grito, su nombre. El olor indescriptible de Heechul le envolvió mientras lo besaba bebiendo sus jadeos hasta mucho después de que cesaran los espasmos.

Se quedaron en silencio, pero Siwon permanecía dentro de él, deseando que el mundo y sus problemas les dejaran tranquilos. Heechul le acarició el pelo y descubrió estupefacto que estaba llorando y, sin embargo, sonreía.

—Te quiero, Heechul.

Otra lágrima se le escapó al oírlo.

—Yo también te quiero, Siwon.

Estuvieron un rato mirándose hasta que Siwon decidió quitarle las medias y mordisquearle los pies. Volvieron a abrazarse en el suelo, aunque la cama estaba a unos pocos pasos.

Siwon encendió la chimenea, lo depositó delante del fuego y buscó un edredón para cubrirse. Se sentía demasiado feliz como para moverse o hablar. Con una sonrisa, se volvió a mirarlo. Su peinado había adoptado un ángulo extraño y sexy y pensó que todavía tenía muchas cosas que descubrir de aquel joven.

—Seguro que me has dejado la espalda llena de arañazos. 

Heechul sonrió, pero no abrió los ojos.

—Y yo estoy seguro de que has despertado a las piedras con ese grito. 

Despacio, Siwon retiró el edredón hasta dejar al descubierto el miembro de su pareja. Pasó el dedo por aquella piel. Le separó las piernas y rodó hasta ponerse entre ellas. Sin dejar de mirarlo a los ojos, bajó la cabeza. Le acarició con la boca y tuvo que reírse cuando Heechul se dejó caer con un gemido.

Volvió a devorarlo, y esta vez fue Heechul el que hizo levantarse a los muertos de sus tumbas con sus gritos. Mucho antes del amanecer, Siwon lo llevó en brazos a la cama. Allí volvió a descubrir su figura sin el hijo en sus entrañas, la curva de sus nalgas. Y otra vez le hizo el amor, lentamente, con ternura, diciéndole sin palabras que siempre sería así, que siempre lo querría y lo necesitaría.

Heechul le prodigó su amor mientras él cumplía la promesa que le había hecho en susurros tiempo atrás, hacerle el amor insaciablemente, de todas las maneras imaginables. Sin embargo, ninguno habló de los documentos de custodia ni del dolor que se habían infligido uno al otro durante semanas. Buscaron la curación con sus cuerpos y en brazos uno del otro y durmieron el sueño de los satisfechos, demorando lo inevitable. Demorando el amanecer.

Siwon olió el café y abrió los ojos, estaba solo, pero una taza humeaba sobre la mesilla, retándole a tomársela y enfrentarse al nuevo día. No quería hacerlo, sólo deseaba que Heechul volviera a la cama. Vio sus maletas abiertas y la ropa desperdigada por el suelo. Supo lo que estaba maquinando aquel pequeño brujo. Y entonces se dio cuenta de que estaba en la puerta, apoyado contra el marco.

—Hola.

Siwon sintió que se excitaba con sólo mirarlo, aunque tenía mucho que ver con el minúsculo boxer que llevaba. Lo reconoció enseguida, eran los que había visto en el almacén.

—Creí que no podías meter un muslo en esa cosa.
—Debí equivocarme. Siwon, ahora tenemos que hablar —dijo Heechul, cubriéndose con una bata a 
juego—. Hemos estado evitándonos durante semanas.
—¿Cómo que evitándonos? Fuiste tú el que te empeñaste en que no nos viéramos.
—No quería decir que fuera para siempre, Siwon. Traté de hablar contigo en el hospital, en la tienda, pero tú sólo hacías que alejarte y seguir levantando tu muralla. ¿Qué querías que hiciera?
—Que la hubieras echado abajo. Ya sé que me hubieras dejado ver a Siwan, pero me privaste de ti. Me sentía como un fuera de ley, un paria. Todo el mundo estaba invitado a la fiesta menos yo. ¿Te imaginas lo que me dolió eso? ¿Ver que no soportabas estar cerca de mí?
—Oh, Siwon! Sólo me daba cuenta de que te contrariaba al no casarme contigo y de lo mucho que te amaba a pesar de todas mis dudas. No podía vivir sin ti, pero necesitaba tener la mente despejada para pensar. Además, no quería mostrarme tan vulnerable y débil como Jey me hizo sentir.
—Yo no soy Ryan! —estalló él.


Heechul se asustó. Le parecía que Siwon estaba a punto de marcharse y empezó a hablar a trompicones.

—Mi madre se casó estando embarazada de mi hermano Jungsoo...
—Me lo ha contado —dijo él mientras se ponía unos pantalones cortos.
—¿También te ha contado que se pasaron años discutiendo si mi padre se había casado porque la quería a ella y no por amor a su hijo?
—Heechul, ni tú eres tu madre ni yo tu padre.

Siwon salió de la habitación pero él le sujetó del brazo.

—Eso lo sé. ¿Pero no te das cuenta de que no hemos dejado de discutir?
—Todo lo que veo es una persona escondiéndose tras un recuerdo infantil que no tiene nada que ver con nosotros. Una persona que todavía no sabe lo que quiere.

Siwon abrió las puertas de la terraza y salió al sol.

—Te quiero a ti.

Siwon se aferró a la barandilla y contempló las aguas oscuras.

—¿cómo voy a creerte? ¿Es que crees que yo no tengo miedos? Demonios Heechul, ni siquiera me necesitaste para quedarte embarazado y mucho menos para dar a luz. Nunca has querido mi ayuda. He llegado a sentir que me utilizaste como escudo de seguridad para luego tirarme a la basura cuando ya no te hice falta. Organizaste nuestra relación hasta reducirla a algo que podías manejar cuando y como quisieras. Lo siento Heechul. Yo no encajo en eso.

—Mira quién habla. Tú trataste de asustarme desde el primer día, Choi Siwon. No necesito recordarte que fuiste tú quien se abrió paso a la fuerza hasta meterte en mi vida. Y claro que no puse objeciones. Lo primero porque eras la única seguridad que tenía y luego porque tenía miedo de que lo que verdaderamente quería... no fuera verdad.

Siwon parpadeó. Le pareció que comprendía pero no se fiaba de la calma en medio de la tormenta.

—Y ¿por qué estás tan seguro de lo que quieres ahora?
—Porque lo que tengo no es suficiente. Porque amarte a ti y amar a tu hijo son dos cosas distintas.
—Sorpresa, sorpresa —rezongó él.
—Siwon te he echado de menos terriblemente.

Siwon se desmoronó. Sus hombros se hundieron y dejó caer los brazos a los costados. Heechul se abrazó a uno de ellos.

—Necesito que me quieras, Siwon. Mi vida no significa nada si no puedo estar contigo cada momento de cada día. Me siento roto por dentro sin ti.

Siwon contempló sus ojos y vio allí que suplicaba que le comprendiera. Lo estrechó contra su pecho y le pasó la manó por la espalda.

—Ahora sabes lo que he sentido estos últimos meses.
—Siento haberte hecho daño.

Las lágrimas de Heechul mojaban el vello de su pecho.

—Lo sé, princesa, porque yo también te quiero.

Por encima de la cabeza de Heechul, veía el portafolios. Suspiró con la esperanza de no estar destrozando su futuro. Soltó a Heechul y abrió aquel maletín.

—¿Siwon?

Heechul estaba muy pálido. Siwon le entregó los papeles y vio que estaban firmados.

—Creí que ya habíamos superado esto —dijo en un susurro.
—No lo suficiente.
—¿Por qué te empeñas en seguir adelante con legalismos? —preguntó Heechul entre lágrimas.
—Porque quiero verte completamente feliz.
—¿Y crees que con esto vas a conseguirlo? Siwon, somos una...
—¿Familia? Porque quiero ser esposo, amante y después padre. Pero a ti te quiero más que a nada.

Confuso, Heechul miró a los ojos del hombre que podía destruir su mundo.

—¿Y qué vamos a hacer ahora?
—Maldición! Para ser tan inteligente te comportas como un tonto demasiado a menudo. 

Heechul sintió que lo dominaba la ira. Y Siwon, el muy cerdo, se limitó a quedarse sentado en la barandilla con la mano tendida.

—Heechul, lo único que tienes que hacer es tomarla y venir a mí.
—Me haces daño! —gritó él—. ¡Me das miedo!
—Lo sé, mi princesa. Pero ahora estoy siendo egoísta, de modo que no vengas a mí por nuestro hijo, no lo hagas porque entre nosotros el sexo es fantástico, sino porque me moriría sin ti.

Siwon se lanzó al agua.

—Sé generoso conmigo y siente lástima de mí porque ni siquiera por Siwan quiero formar parte de tu vida si no puedo tener todo tu amor.

Heechul también se zambulló y emergió frente a él. Siwon lo miró a los ojos sintiendo que el corazón iba a reventarle el pecho.

—Pobre solitario —dijo Heechul abrazándole—. Eres tú el que debes tenerme lástima, Siwon. No supe darme cuenta de lo que tenía hasta que lo perdí. Cásate conmigo. Por favor.

Siwon se atragantó y después lanzó una carcajada.

—Ya era hora de que me lo pidieras. Me estaba quedando sin ideas para volver a tu corazón.
—Nunca saliste de ahí. No sabes cuánto me alegro de que no te hayas dado por vencido. Creo que lo supe desde el día en que atendiste a la señorita Jessica.
—Podrías habérmelo dicho antes.
—Y ¿seguir inflando esa inquebrantable confianza en ti mismo? No, gracias.
-Te molesta, ¿verdad? —dijo él riendo—. Que fuera yo el que tuviera razón sobre nosotros.
—No. Pero puedes seguir creyéndolo si eso te hace feliz. Vamos a casa a decírselo al niño.
—Después —dijo Siwon que lo había arrastrado hacia la orilla. De inmediato lo cubrió con su cuerpo—. Antes tengo que asegurarme de que cierto appa aprende cómo se hacen verdaderamente los niños.
—¿Quieres recuperar el tiempo perdido?
—No, princesa. Quiero recuperar la vida entera.
—Pues es una manera maravillosa de empezar.

Las últimas palabras fueron un jadeo. Siwon lo tomó y su amor les envolvió mientras se deslizaban por el paraíso.




Cinco años después


Siwon miró a su esposo, que estaba en el embarcadero con los pies en el agua. Heechul conservaba la figura después de tres embarazos. Habían decidido que eso era lo máximo que podían manejar. Todos rebosantes de energía. De repente, Heechul saltó al agua salpicándole y empezó a nadar hacia los niños.

—Móntame, appa! —suplicó la pequeña de tres años, Sulli, alzando los brazos por encima del salvavidas que le daba un aspecto de boya color naranja.

Heechul la sacó del barco y se lo puso a la espalda y volvió dando brazadas al embarcadero, donde se sujetó al borde.

—Yo me sé de alguien que no puede más —dijo inclinando la cabeza.

—¿Te refieres a papá? —preguntó Siwon.

Heechul le hizo una mueca.

—Toma, sujeta a este tormo. ¡Señor, cómo pesa!

Siwon tomó a su hija y la bamboleó en el agua. La cría pataleó salvajemente mientras chillaba

—Yo la acostaré.

Sulli empezó a poner cara lastimosa, pero Siwon le lanzó una mirada e advertencia.

—No, colega. La siesta antes que nada —dijo y miró a Heechul—. ¿Y los demás?
—Dentro de un rato. Quiero jugar.

Siwon rió para sí, se levantó y echó a andar por el embarcadero distrayendo a Sulli de su inevitable siesta haciéndole pasar entre sus piernas y volviendo a tomarlo en brazos. La niña chilló pidiendo más. Siwon gruñó y miró por encima del hombro. Heechul le puso cara de que ya se lo había avisado.

—Oye, appá! —dijo Siwan, pasando las piernas por la borda del barco—. Te echo una carrera.

Siwan era la viva imagen de su padre. Sulli y Taemin habían heredado sus facciones.

—Claro. Hasta la cuerda.

Siwan se tiró al agua y braceó como si un tiburón le pisara los talones. Heechul no habría podido alcanzarlo, aunque hubiera querido. El niño asió la cuerda, trepó hasta la mitad y agitó un brazo entusiásticamente.

Siwon salió de la cabaña sin Sulli. Heechul frunció el ceño y nadó hacia el embarcadero.

—Llama a su appi —dijo haciendo una seña hacia la cabaña.
—Te ha desarmado, eh? Lo que pasa es que no quieres enfrentarte a ella. Esta mañana le has dado las rosquillas y has dejado que se tomara una sobre-dosis de azúcar.
—Lo sé, pero me tiene frito con esos pucheritos. Hace que me sienta como un monstruo. 

Siwon se sentó y Heechul apoyó los brazos sobre el embarcadero flotante. Miró a su marido.

Siwan chilló para llamar su atención. Contemplaron cómo su hijo se daba impulso con la cuerda y se dejaba caer al agua.

—Señor, es todo brazos y piernas!
—Como tú, y a mí me gusta.

Siwon lo miró e intercambiaron una sonrisa secreta.

—¿Crees que alguien podría adivinar por qué compramos este sitio?
—¿Y eso te importaría?

Heechul se sujetó a las piernas de Siwon mientras movías las suyas ligeramente para mantenerse a flote. El cuerpo de Siwon recordaba cada momento que había pasado amándolo y lo proclamó ante el mundo.

Heechul se dio cuenta.

—Vuelves a tener esa mirada, Heechul.
—¿Qué mirada? —repitió él con cara de inocente.
—La misma que cuando anoche me dejaste pillarte.
—Yo no dejé que me pillaras.
—Mentiroso.

Con tres niños, sus paseos nocturnos eran el único momento en que podían estar juntos sin que les interrumpieran. Los niños reían y Siwon les miró con un amor tan sobrecogedor que Heechul se quedó sin aliento. Jamás había conocido a un hombre capaz de amar tanto.

—Doy gracias a Dios por haberte encontrado, princesa —dijo mirándolo.

Sintiéndose rebosante de felicidad, Heechul pensó que aquel hombre llevaba el corazón en las manos.

—Bueno, lo que está claro es que una cierta parte de ti sí me encontró. Tres veces.

Siwon se inclinó, extendió los brazos y lo sacó del agua. Se lo puso en el regazo como si sus hijos no estuvieran observando y riéndose a su costa. Heechul le acarició la mejilla, acercando los labios.

—Yo también te quiero.
—Eh, papá! ¡Papá! “Papá!” —berreó Taemin cuando no contestó en tres segundos.
—Sí? —dijo Siwon sin levantar los ojos.
—Déjate de besuqueos y ven a jugar.
—Ya estoy jugando, hijo mío —dijo él riendo.
—Papaaa! —llamaron los dos niños a la vez.

Heechul arqueó una ceja y Siwon gruñó mientras apretaba la frente contra la suya. La contrariedad que Siwon manifestaba era sana para el ego de Heechul.

—Sabes? En todos esos libros sobre educación de niños no se decía nada sobre la falta de atención al padre.

Heechul apretó los labios al ver la amargura de su expresión.

—Son tus hijos!
—Algo que te viene estupendamente —dijo él, dirigiendo su mirada hacia su excitación—. Sobre todo ahora mismo.
—Eh! Que eras tú el que querías ser padre, Choi Siwon.

Estaba claro que la culpa era suya y del expolio al que había sometido la provisión de rosquillas. Siwon la aceptó de buen grado, sonriendo mientras tiraba a su esposo al agua. Heechul salió a la superficie resoplando. Las risas de los niños les llegaron como una música dulce.

—Tendría que haberlo visto llegar —rezongó él mientras se quitaba agua de la cara. 

Siwon se deslizó a su lado.

—Esperaba que dijeras eso.

Lo estrechó entre sus brazos y dejó que sintiera cómo le afectaba, diciéndole con la mirada que su paseo de aquella noche iba a ser muy largo. Siwon agitó las cejas. Heechul se echó a reír y utilizó su cuerpo como apoyo para impulsarse.

—Eso será si me pillas —dijo antes de desaparecer bajo el agua.
—Píllalo, papá! —exclamó Taemin batiendo palmas—. Píllalo!
—Por ahí va, papá! —gritó Siwan señalando.
—Gracias, chicos.

Siwon se zambulló preguntándose si Heechul sabía lo mucho que sus hijos conspiraban contra él. Lo atrapó por el tobillo, volvió a estrecharlo entre sus brazos y lo besó mientras salían a flote.

—Se supone que tenías que ahogarlo! —gritó Siwan, pero soltó una risilla ante la mirada admonitoria de su appa.
—Espérame en el porche después de que se hayan dormido —dijo Heechul junto a sus labios—. Haremos que se estremezcan los árboles.

Siwon gimió con sólo pensarlo y se apoderó de su boca en el momento en que los dos críos se lanzaban a escasos centímetros de ellos. Se separaron y Siwon miró a su esposo con un ceño en la frente.

—Son tus hijos —le advirtió él, risueño—. Apáñatelas con ellos.

Siwon lo contempló alejarse, su risa rebosaba promesas sensuales. Los niños se le subieron encima como monos pero, por mucho que los adorara, iba a tener que extenuarlos para que Heechul pudiera cumplir su promesa. Ese día y durante los próximos doscientos años.




FIN 

4 comentarios:

  1. *0*
    por fin hee acepto tener a siwon en su vida completamente,ya me estaban desesperando.
    siwon jugando su ultima carta,heechul ptovocandolo,pero no decian nada....eso era aun más desesperante,estaban escasos centimetros de romper todo,pero es que eso era la que tenian que hacer,hablar y decir todo lo que les preocupaba,pero bueno al final lo hicieron.
    2 hijos más,hee salio burno para tener hijos y siwon para enjendrar jajajajajaja
    yo creo que a hee ya le quedo claro como se hacen los bebés pero siguen practicando hahhaja
    quiero vivir donde viven,imagine un lugar bello

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  2. Muy bello final. Me alegra que Siwon haya arriesgado todo por wl todo con tal de recuperar a su princesa ^_^

    Gracias por compartir esta bella historia

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  3. Hahaha de bancaron con tres hijos más xD lo ame mucho es una trama inusual y nuca para mi, por eso la ame tus adaptaciones son geniales y las amo mucho *^* espero seguirte leyendo adoro y amo tu trabajo que tengas suerte en todo :3 y que viva el SiChul :4

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  4. Y__Y
    es la segunda vez que me lo leo, y cada vez me gusta mas!!!
    amo con todo mi corazon el SiChul~ es tan perfecto!
    amo esta historia~ ♥

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...