Amante del Aristócrata- Capítulo 22



Kangin decidió que la cena de Navidad era el momento ideal para anunciar sus planes, cuando todos estaban reunidos en la misma habitación. El ambiente era festivo. Había carcajadas a raudales. Pero Kangin no se atrevió, no quiso estropearles el día como mínimo a unos cuantos de los presentes.

    Pero al día siguiente mismo, no titubeó. Fue de nuevo durante la cena. Y esta vez no estaban todos presentes. Key y Onew habían regresado a casa aquella mañana con sus respectivos maridos. Su primo Yesung había ido a pasar el día con un amigo en el condado vecino y todavía no había vuelto. Y tío Heechul estaba en las habitaciones del piso de arriba, cuidando al consentidísimo Siwan, que había caído en cama por un resfriado. Pero ya le iba bien. Unas cuantas personas ausentes no supondrían mucha diferencia.

    El resto de la familia estaba reunida, y de nuevo el humor general era excelente. Los jóvenes charlaban sobre recetas de cocina, hijos y modas. Hyukjae le había lanzado varias indirectas a Yunho, pero su cuñado las había esquivado entre risas, y Hyukjae no estaba enfadado. Kyuhyun y Minho estaban enfrascados en una pacífica discusión sobre el semental de Kyu, que había perdido aquel día en las carreras.


    Zhoumi y Shindong comentaban una de las inversiones recientes del primero. Al parecer, habían hecho las paces respecto al asunto del divorcio... lo que Kangin tomó por una buena señal. Lo más agradable de su familia era que no se guardaban rencor, al menos entre sus miembros. Había habido una excepción, cuando Hyukjae fue repudiado durante diez años, pero incluso aquello había terminado de una manera amistosa.

    Así, antes de la llegada de los postres, Kangin se puso en pie y dijo:

    —Si me concedéis vuestra atención unos momentos, tengo buenas noticias que comunicar, o al menos lo que yo considero buenas noticias. Aunque algunos quizá no estéis de acuerdo. —Se encogió de hombros, pero dirigió la vista al extremo de la mesa, donde se sentaba su padre, cuando añadió—: He decidido casarme con Park Leeteuk.

    Shindong se limitó a mirarle fijamente, incapaz de encontrar palabras de pura incredulidad. Siwon empezó a toser. Hyukjae hizo girar los ojos en sus órbitas. Minho se tapó los suyos.

    En medio del silencio que siguió a su declaración, se oyó la voz de Donghae:

    —Eso es maravilloso, Kangin. Parece un joven muy agradable.

    —¿Cuándo lo conoceremos, Kangin? —preguntó el tío Henry.

    Zhoumi, que se sentaba a pocos asientos de distancia de Kangin, se inclinó para palmearle la espalda.

    —Eso es espléndido, muchacho. ¿Sabes? Shindong se mordía las uñas pensando en cuándo sentarías cabeza.

    —¿Por qué no te decidiste antes? —preguntó Taemin, sonriéndole cálidamente desde el otro lado de la mesa— Podríamos haber celebrado una boda doble.

    Minho reía por lo bajo y meneaba la cabeza al mismo tiempo.

    —No quisiera estar en tus zapatos ahora mismo, primo.

     Kyuhyun asintió, completamente de acuerdo en eso.

     —Éste sabe cómo cavarse una fosa bien profunda,  ¿verdad?

     Sungmin dio un ligero codazo a su marido en el costado.

     —Tenías que haber sido así de romántico conmigo  —murmuró.

     Kyuhyun le dedicó una hosca mirada, pero de pronto comprendió las implicaciones de sus palabras.

     —Santo Dios, ¿cómo te has enterado? —exclamó. Lo cual atrajo varias miradas curiosas.

     —No importa —susurró Sungmin—. Pero creo que  es muy valiente por su parte, hacer caso omiso de los convencionalismos y permitir que su corazón lo guíe en este asunto.

    —Tú lo harías. —Kyuhyun le sonrió a su esposo.

    Kangin no oyó nada de eso, y no dijo nada más. Seguía mirando fijamente a su padre, preparándose para  el esperado estallido. No se produjo.

    Shindong parecía furioso, no cabía duda, pero su voz  estaba bastante tranquila cuando habló.

    —Te lo prohíbo —dijo simplemente. Y eso provocó un rugido general de indignación.

    —Shindong, ¿qué motivos tienes para hacer una cosa así? —fue lo que replicó Henry.

    —Parece que sabe quién es el chico, ¿no? —dijo Hyukjae a Siwon.

    —Ésa sería mi conclusión —replicó Siwon.

    Pero Zhoumi lo había oído y repitió:

    —¿Quién es él? ¿Por qué, quién es?

    —Leeteuk es el primo de Shang Changmin —intervino Donghae, servicial.

    —En realidad, Doonie, no tiene ningún parentesco con Changmin —dijo Hyukjae a su esposo.

   —Bien, ¿puede alguien decirme qué está pasando aquí? —preguntó Jonghyun,  desconcertado.

   —Yo también quisiera saberlo —dijo malhumoradamente su padre, mirando ahora a Shindong.

    —Quizá sería apropiado, lechuguino, que añadas algo más a tu anuncio —dijo Siwon a Kangin —. Si has llegado hasta aquí, también puedes soltar el resto.

    Kangin asintió brevemente.

    —Es verdad que Leeteuk no es primo de Changmin, como algunos habíais creído. Es mi amante.

    —Oh, cielos —dijo Henry, y rápidamente tomó un sorbo de vino.

    —¿Has perdido el juicio, primo? —preguntó Jonghyun, incrédulo.

    Y Taemin dijo a su hermano:

    —No son desconocidos los hombres que se han casado con su amante, en especial cuando es un buen partido.

    —Pero ése no es el caso ahora, bobo —dijo Minho a su primo.

    Por lo cual Taemin reprodujo la respuesta de su appa:

    —Oh, cielos.

    —No sé cómo cambiaría eso la situación —dijo Donghae—. Si quiere convertirlo en joven decente, yo diría que muy bien hecho.

    Hyukjae puso los ojos en blanco al oírlo.

    —Ya estás pensando otra vez como un americano, Donghae.

    —Así lo espero —dijo Yunho en defensa de su hermano, dedicándole un guiño.

    —Eso no provoca miradas despectivas en tu tierra, yanqui —observó Siwon—, pero aquí sencillamente no se hace.

    Yunho se encogió de hombros.

    —Pues que se case con él y se traslade a Estados Unidos, donde sí se hace. Quizá hasta disfrute desembarazándose de los grilletes del convencionalismo.

    —No es mala idea —admitió Kangin, sonriendo. No se le había ocurrido, pero...

    —Eso te lo prohibo también —dijo Shindong.

    —Bueno, eso zanja la cuestión, ¿no? —dijo Hyukjae secamente, porque, de hecho, no zanjaba nada.

    Zhoumi lo puso de relieve por si alguien no había advertido el sarcasmo.

    —Shindong, ya tiene edad suficiente para que no puedas simplemente prohibírselo, por mucho que te empeñes. ¿Por qué no intentas en su lugar transmitirle un poco de sentido común hablando con él?

    Con los labios tensos, Shindong asintió formalmente, se puso en pie y abandonó la habitación. Kangin suspiró. Ésa era la parte que menos le gustaba.



    Shindong se había retirado a su estudio. Kangin entró en la habitación y cerró la puerta, previendo claramente que ésa iba a ser una de sus discusiones más sonoras. Y Shindong tenía el aspecto de una nube de tormenta a punto de descargar, en pie, detrás de su escritorio y con las manos firmemente plantadas encima. Se había reprimido en el comedor. Aquí no lo haría.

    Kangin intentó adelantarse a la diatriba.

    —No puedes decir nada que me haga cambiar de idea. Si Leeteuk me acepta, me casaré con él.

    Al oírlo, Shindong mudó ligeramente su expresión.

    —¿Si...? —preguntó esperanzado.

    La expresión del propio Kangin traicionó su desazón.

    —Me ha rechazado —confesó.

    —Bueno, alabado sea el cielo porque Dios aprieta pero no ahoga. Por lo menos uno de vosotros tiene un poco de sentido común.

    —¿Estás diciendo que no tengo sentido común porque lo amo? —dijo Kangin con voz tensa.

    Shindong negó con un gesto.

    —No tiene nada de malo enamorarte de tu amante. El Señor sabe que yo amo a la mía. Ni siquiera está mal compartir tu vida con él, si puedes hacerlo con discreción...

—¿Como tú?

    —Sí —respondió Shindong, y luego recalcó—: Pero no está bien casarte con él cuando tienes la responsabilidad de casarte con alguien de tu posición... y tú tienes esa responsabilidad, Kangin, como futuro marqués de SM.

    —Conozco mis responsabilidades. Y además sé que el camino que he elegido no será fácil. Pero un escándalo no es el fin del mundo, padre. Yo soy un escándalo, lo he sido desde el día en que nací. He sobrevivido a eso; sobreviviré a esto.

    Shindong suspiró.

    —¿Por qué no me contaste esta locura cuando hablamos por última vez?

    —Porque sabía que reaccionarías así. Pero voy a seguir los dictados de mi corazón. Debo hacerlo. Lo amo demasiado para lo contrario. De manera que volveré a pedírselo, una y otra vez, hasta que acceda.

    Shindong meneó la cabeza.

    —No piensas con claridad en este asunto, Kangin, pero como mínimo él sí. Y confío en que siga haciéndolo...

    —¡Shindong! —Nari entró de repente en la habitación, muy agitada—. Acabo de enterarme de que Kangin quiere casarse... con su... —Se calló y enrojeció repentinamente al reparar en la presencia de Kangin—. Oh, perdóname, creí que estabas solo.

    Fue el rubor lo que los delató, porque también Shindong lucía uno ahora.

    —Santo Dios, ¿tu amante es ella? —adivinó Kangin.

    Ambos lo negaron al mismo tiempo, y con demasiada vehemencia.

    Kangin dejó escapar una risita, en absoluto despistado.

    —Que me aspen —dijo—. Nunca habría adivinado que eras tú, Nari. —Y después volvió la vista hacia su padre, sonriendo—. Debiste casarte con ella. A mí no  me habría importado llamar mamá a Nari, hablo muy en serio. De hecho, ha sido una madre para mí, mucho  más que Shinyoung.

    Con lo cual Nari rompió a llorar y salió corriendo de la habitación, cerrando de un portazo tras de sí.

    Kangin pestañeó. ¿Qué había dicho mal?

    —Maldita sea —masculló para sí mismo—. No pretendía hacerla llorar. —Y miró a Shindong, en busca de una explicación.

    —Ella... esto... se vuelve muy emotiva por estas fechas. Le sucede cada año.

    —Lo siento mucho. Pero asegúrale que no estoy sorprendido, ni nada... Bueno, sí estoy sorprendido. Nunca habría sospechado que era Nari. Pero le tengo cariño a esa mujer. Sólo imagino que tardaré un poco en acostumbrarme.

    —¿Por qué no evitas acostumbrarte a la idea? —sugirió Shindong, y añadió en tono conciliador—: Yo lo haría en cuanto tú lo olvidases por completo.

    Kangin sonrió y negó con la cabeza.

    —No puedo hacer eso. Te colocaría en el mismo barco que al resto de los machos imperfectos que no podemos resistirnos. Me gusta más así, que me condenen si no.

    —¡Maldición!

La conversación no había cesado en el comedor cuando Shindong y Kangin lo abandonaron. En todo caso, se había vuelto más acalorada después de que Minho dejara caer que Kangin lo había comprado en una subasta y explicara dónde se había celebrado dicha subasta.

    Sungmin pasó un rato de mil demonios por mantener la promesa que le había hecho a Leeteuk, pero vaya si la mantuvo. Sin embargo, sabiendo la verdad, apoyaba plenamente la decisión de Kangin y no hacía concesiones al respecto. Su tío Zhoumi era quien más hablaba en contra, pero eso no era nada sorprendente, siendo tan conservador.

    Empero, que sus dos tíos más jóvenes también estuvieran en contra era irritante. Sabía condenadamente  bien que si ellos se hubieran visto enfrentados a la misma decisión que Kangin, habrían hecho exactamente lo mismo, y al diablo la opinión pública.

   —Puede ser el muchacho más dulce y bueno de la Creación, y ni aun así saldría bien —dijo Zhoumi—. Sería distinto si únicamente la familia estuviera al corriente de los hechos, pero no es ése el caso.

    —También era bastante inocente antes de que Kangin le pusiera las manos encima —señaló Sungmin, quizá con demasiada franqueza—. ¿Debo suponer que eso tampoco cambia nada?

    Zhoumi se puso del color de la grana. Hyukjae soltó una risita. Minho se irguió en su asiento, parpadeando.

    —Punto en boca, primo —dijo el muchacho—. Están delante los ancianos.

    Sungmin ya se estaba sonrojando a su vez, pero Siwon aún lo reprendió más.

    —Eres demasiado romántico, niño. Sabes que el pequeño Zhou ha puesto el dedo en la llaga. Esa habitación llena de caballeros que vieron a Kangin comprarlo no estaba en las cercanías más tarde para saber si el chiquillo era inocente o no, ni tampoco les importaría lo más mínimo, maldición. Pero no te quepa duda de que no se olvidarán de él. Y si Kangin termina por casarse con él, ¿crees que la historia de cómo lo consiguió no se divulgaría aún más?

    —El discurso no ha estado mal, viejo —dijo Hyukjae—. Pero podías haberlo resumido diciendo sencillamente que el chico nunca será aceptado por la nobleza.

    Sungmin soltó un bufido.

    —Esta familia ha hecho frente a más de un escándalo, y la mayoría de ellos podrían dejarse ante la puerta de la casa de dos de sus miembros. —Miró acusadoramente a Siwon y a Hyukjae mientras lo decía, antes de  añadir—: Dudo mucho que uno más vaya a hundirnos.

    —A nosotros no nos hará el menor daño, Minnie —coincidió Hyukjae, y por una vez sus hermanos no le saltaron inmediatamente al cuello por usar el mote cariñoso que reservaba a Sungmin—. Será Leeteuk quien no pueda sobreponerse, a este tipo de escándalo, y Kangin tampoco. La alta sociedad les rehuirá a ambos. En mi caso... y en el de Siwon, puestos a decirlo... fuimos nosotros mismos quienes les rehuimos a ellos, por lo que no nos importó un maldito bledo si éramos aceptados o no. Pero Kangin no lo vive así. Él es un ser social, siempre lo ha sido. Y si a Leeteuk le importa lo más mínimo el muchacho, no le privará de eso.

    —Lo tuyo también ha sido un discursito, hermano.

Siwon dejó escapar una risita, a la cual Hyukjae respondió con un mero encogimiento de hombros.

    Pero Sungmin suspiró. Kangin no había mencionado que Leeteuk le había rechazado, por lo que tampoco podía él introducir aquel dato en la conversación.
Y toda la discusión carecía de sentido, de todos modos, porque Leeteuk no pensaba casarse con él.

    Así que desarmó el tema con una observación:

    —Creo que Kangin ha dicho que quería casarse con él, no que Leeteuk haya accedido a casarse con él. Bien podría rechazarle, y eso sería el fin de la cuestión.

    —¿Y rechazar a un buen partido como Kangin? —preguntó burlonamente Zhoumi—. No veo cómo sería posible, de verdad que no lo veo.

    —Es posible, tío Zhoumi —replicó Sungmin—. Tú no lo conoces, pero a mí me da la impresión de ser una persona muy perspicaz, y en absoluto posesivo. Apuesto a que antes abandonaría a Kangin que causarle algún daño. Y consideraría su ruina social como un daño para él.



  Cuando Leeteuk abrió la puerta de la habitación del albergue, esperaba encontrarse a Kangin, no a su padre.

Y era a todas luces su padre. Kim Shindong se presentó inmediatamente, despejando cualquier duda de su identidad, por mucho que Leeteuk no tuvo ninguna. También entró decididamente en la habitación sin ser invitado, pero intimidó tanto a Leeteuk con su formidable corpulencia y su expresión severa que no se animó a hacérselo notar.

    —Kangin no está aquí —se apresuró a decir el joven, esperando que eso le hiciera proseguir su camino.

    No funcionó. Y estaba tan aturdido por su presencia que sólo después de hacerlo cayó en la cuenta de que no debía haberle proporcionado esa información involuntariamente. Aunque resultó evidente que él ya lo sabía.

    —Sí, acabo de dejarlo en SM —dijo—. Imaginé que estarías en los alrededores, con lo loco que está mi hijo, y éste es el albergue más próximo.

    —¿Entonces quería verme a mí? —preguntó, empezando a sonrojarse.

    —En efecto —respondió él—. Quiero saber qué opinas de esta estupidez.

    —Ah, ¿y de qué estupidez se trata?

    —Que Kangin quiera casarse contigo.

    Leeteuk se quedó sin aliento.

    —¿Él le ha dicho eso?

    —Se lo ha dicho a toda la familia.

    Leeteuk aferró la silla más próxima y consiguió deslizarse hasta el asiento. ¿Era posible morir de vergüenza? En ese momento le pareció que sí.

    —No debió hacerlo —dijo casi en un susurro.

    —Estoy de acuerdo, pero... ¿por qué lo crees?

    —Porque, como usted dice, es una estupidez. No tengo intención de casarme con él. Se lo dije.

    —Sí, también me lo ha comentado. Lo que me preocupa es ¿hasta qué punto es sincero tu rechazo? Porque él no piensa olvidar la idea.

    —Si eso es todo lo que le preocupa, lord Kim, no hay necesidad. Soy consciente del escándalo que provocaría semejante matrimonio, y no es sólo a Kangin a quien deseo proteger de eso, sino también a mi familia.

    —¿Tu familia? —Shindong frunció el ceñó—. No estaba al corriente de que tuvieras familia alguna. ¿Quiénes son?

    —Eso no tiene importancia —le dijo Leeteuk—.Bástele con saber que mi familia lo es todo para mí. Me veo en esta situación porque... bueno, eso tampoco es importante, pero cuando hice lo que hice sabía que nunca podría casarme. Huelga decir que un escándalo de esta clase perjudicaría a mi familia tanto como a la suya, y no tengo intención de permitir que eso ocurra.

    La tensa expresión de Shindong se relajó. Incluso parecía un poco avergonzado también él.

    —Empiezo a comprender —dijo con voz ronca—.Lamento que no haya solución en este asunto. Tengo la sensación de que habrías sido un excelente esposo para Kangin, si a él le fuera posible casarse contigo.

    —Gracias. Pero me esforzaré por hacerle feliz... sin matrimonio.

Shindong suspiró.

    —Jamás le habría deseado mi propia situación a mi hijo... pero me alegro de que te tenga a ti.

    Aquél era el mejor cumplido que podía haber recibido de él. No se quedó a azorarles a ambos con nuevas expresiones de sus sentimientos. En realidad se marchó a toda prisa, probablemente porque no quería tropezarse con Kangin. Pero Leeteuk supuso que Kangin ya lo sabía, que debía haber visto a su padre en el vestíbulo, cuando volvieron a llamar a la puerta, a los pocos minutos de la partida de Shindong.


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...