El Poder del Fuego- Capítulo 5



Leeteuk miró fijamente hacia la pared de relajante azul de enfrente, tratando de deshacerse de la desagradable desorientación que giraba en su cabeza. Lo que sea que Hyungsik le había hecho, él no quería que lo hiciera nunca más.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Hyungsik, mirando a Leeteuk con aquellos lindos ojos que casi parecían brillar.

Leeteuk cerró los ojos, tratando de bloquear la luz con la esperanza de que la cabeza dejara de darla vueltas.

—Como si acabara de dar demasiadas vueltas en la montaña rusa.

—Eso pasará en un momento. ¿Y tú Kangin?

—Estoy bien —dijo, pero sonaba como una mentira, haciéndole pensar que Kangin probablemente se sentía tan mal como él—. ¿Averiguaste qué está sucediendo?

—Tal vez.

Leeteuk sintió que los dedos de Kangin le apretaban la muñeca por un momento.

—Las respuestas vagas son realmente una idea poco saludable para ti en este momento. Termina con la mierda misteriosa y dime qué está pasando.

—Tengo una teoría, pero eso es todo. Lo que sea que esté pasando entre vosotros, esta es la primera vez que me he encontrado con ello.

Leeteuk escuchó el suspiro irritado de Kangin y lo miró con los ojos entrecerrados. Realmente ahora deseaba no haber encendido tantas luces. El brillo le estaba matando.

—Apaga las luces —le dijo Kangin a Hyungsik, como si estuviera leyéndole la mente. Tal vez, de nuevo Kangin debía estar sintiéndose de la misma forma.

Hyungsik apagó las que estaban sobre sus cabezas y ambas lámparas, dejando sólo el rectángulo de luz que entraba desde la puerta del baño.

—¿Mejor? —preguntó Kangin mirando a Leeteuk. Le estaba haciendo esa gentil caricia con la punta de los dedos en el interior de la muñeca, que le hacía difícil no pensar en otra cosa más que en la sensación de su piel desnuda contra la suya. Un pequeño escalofrío corrió por su espina dorsal y se asentó en su abdomen.

Leeteuk tragó saliva, lo cual no aflojó su voz, entonces se aclaró la garganta.

—Sí, gracias.

Kangin asintió con la cabeza hacia Leeteuk y le dedicó un guiño.

—Vamos a ello Hyungsik. ¿Qué necesitamos hacer?

Hyungsik posó el culo perfecto en el borde de su tocador y cruzó los delgados brazos sobre el pecho.

—Pienso que el problema fue la manera en que vosotros rompisteis el contacto la última vez.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Kangin.

—Leeteuk estaba asustado. Frenético. Estaba luchando por escapar y tú estabas luchando por no dejar que eso pasara Yo pienso que fue la violencia de la separación, o tal vez el hecho de que ninguno de ustedes dos lo quería, ése fue el problema.

—¿Entonces qué hacemos? —preguntó Leeteuk

—Tomarlo con calma. Facilitar la separación. Asegúrense de que es lo que ambos quieren.

—Sí lo es —les dijo Leeteuk — Es decir, siento haberte lastimado la última vez, pero realmente tenemos que arreglar esto. Antes de que uno de los dos tuviera que usar el baño. ¿No sería eso divertido?

—Él tiene razón. Ya llevamos aquí más de quince minutos. Kyuhyun sólo será capaz de contenerlos por poco tiempo.

Leeteuk sintió que se le tensaban los hombros.

—¿Contener a quién? ¿De qué están hablando?

Los labios de Kangin se apretaron y desvió la mirada como si quisiera haber mantenido la boca cerrada.

—Bien podrías contárselo —dijo Hyungsik.

Kangin sonaba enojado, pero Leeteuk no tenía idea de por qué.

—Mientras menos sepa, más fácil será limpiarle la mente.

¿Limpiar la mente? Eso no sonaba bien. De hecho, eso no sonaba nada bien.

—¿Qué es eso?

—¿Puedes sentirlo entrando en pánico? —preguntó Hyungsik — Si no le explicamos qué está pasando, traspasará el límite y eso no será bueno para ninguno de nosotros. Tenemos que contárselo.

Leeteuk estaba muy seguro de que no le iba a gustar lo que escuchara, pero también estaba seguro que no saber tenía que ser peor que saber, incluso si ello era terrible.

Kangin espetó una sola palabrota y se pasó una mano por la cara con frustración.

—Bien, le diremos, pero juro por Dios que si no eres cuidadoso con sus recuerdos, me aseguraré de que tú lo recuerdes por un largo, largo tiempo.

Hyungsik sonrió a Kangin como si él tuviera dos años y acabara de hacer algo lindo.

—Seré gentil con él. Lo juro.

Muy Bien. Esto estaba sonando peor a cada segundo. Exactamente ¿qué le iban a hacer con los recuerdos y por qué estaba Kangin tan preocupado de que Hyungsik no fuera gentil? Incluso peor, ¿qué ocurriría si no lo era? Toda esta situación era demasiado estrambótica para ser real

—El está entrando en pánico —dijo Hyungsik.

—Me doy cuenta —dijo Kangin con los dientes apretados.

—Yo puedo ponerlo a dormir para ti, si quieres.

—¡No! —gritó Leeteuk, tratando de no perder el control. Kangin estaba acariciándole la muñeca para calmarlo, pero no estaba funcionando. Ni siquiera aquellas fibras serpenteantes fluyendo hacia él estaban haciendo ningún bien en este momento. —Nadie me va a hacer nada más hasta que me digan qué está pasando.

—Muy bien —concedió Kangin, un poco demasiado rápido—. Te lo diré. Sólo relájate ¿de acuerdo?

¿Relajarse? Ni inesperadamente probable.

—Escúpelo. Aparentemente no tenemos mucho tiempo antes de que lleguen aquí. Quien quiera que ellos sean.

Kangin tomó un profundo aliento que estiró la tela de la camisa, mostrando más músculos de los que Leeteuk se había dado cuenta que tenía. Oh, cielos, le tenía tan metido en la cabeza que nunca iba a sacarlo.

—Nuestro amigo Kang fue asesinado hace unos días. Estamos tras sus asesinos.

Como revelación, esa era extraordinaria. Él había perdido un amigo y Leeteuk estaba demasiado envuelto en sus propios problemas para ni siquiera pensar acerca de aquellos a los que él se estaba enfrentando. Algo de la tensión salió.

—¿Estáis seguros de que eso es prudente? Quiero decir, ¿No debería ser la policía la que haga eso?

—No en este caso.

—¿Por qué no?

Kangin tomo otro profundo aliento y se detuvo como si realmente no quisiera contarle nada más.

—Porque esos asesinos no son humanos. Son monstruos llamados Sasaengs.

Kangin hablaba en serio. Leeteuk se sentó allí, esperando que dijeran que era un chiste, pero no ocurrió. El miró de Kangin hacia Hyungsik y ambos tenían sendas expresiones de mortal seriedad. Esto no era una broma.

—¿Monstruos?

—Demonios, si prefieres el término.

—Sí, no tanto —dijo Leeteuk, aún tratando de asimilar lo que él estaba diciendo.

—Esos monstruos asesinaron a Kang y tomaron algo de él, algo que debemos recuperar. Esa es la razón por la que los estamos siguiendo.

—Yo pensaba que ellos os estaban siguiendo a vosotros.

—Sólo cuando Kyuhyun comenzó a sangrar.

—¿Qué? —preguntó, frunciendo el ceño confuso.

La mandíbula de Kangin se tensó bajo la presión de los dientes apretados. Él miró a Hyungsik como si estuviera buscando una vía de escape.

—Estoy realmente haciendo un desastre de todo esto. El no necesita conocer esta parte.

—Sí, él lo necesita —dijo Leeteuk antes de que Hyungsik pudiera responder por él. Giró la cara de Kangin de nuevo hacia Leeteuk para estar seguro de que tenía su atención.

—¿Por qué están los, ejem, monstruos siguiéndolos?

El le miró fijamente por un largo segundo y Leeteuk pudo sentir su vacilación, ver el remordimiento brillar en sus ojos del café dorado.

—Ellos nos siguieron una vez que Kyuhyun empezó a sangrar porque a ellos les gustaría… comernos.

Oh Dios. Eso era demasiado repugnante incluso para considerarlo. Esto tenía que ser una especie de broma de mal gusto. Pero nadie estaba riendo.

—¿Me estás diciendo que estáis siendo perseguidos por monstruos come hombres y que los trajisteis a mi casa?

¿Cómo habían podido? La señorita Sora era una indefensa anciana que sería incapaz de escapar si tenía que hacerlo.

—Ellos no son come hombres —dijo Kangin en un tono que se suponía era tranquilizador. Como si fuera capaz de ser tranquilizado con algo después de esa clase de noticias.

—¿Qué?

—Ellos no comen humanos

—Pero tú acabas de decir…

—Yo dije que ellos nos comerían. Como a Boom, a Hyungsik, a Kyuhyun y a mí.

La línea de lógica que él dejó para que Leeteuk siguiera era corta.

—¿Vosotros no sois humanos?

Kangin asintió lentamente.

Tenía que salir de allí. Tenía que escapar de toda esta locura. Había dejado a la señorita Sora allá afuera a solas con Boom. Quien no era humano.

Leeteuk aguantó la primera oleada de temor y se forzó a sí mismo a permanecer en calma porque sabía que no sería la última. Tenía que mantener la calma. La señorita Sora lo necesitaba. Trató de liberar la muñeca, tirando fuerte, pero el agarre de Kangin se mantuvo.

—No hagas esto Leeteuk —dijo en un tono calmado—, no luches contra mí de nuevo. No te haré daño.

No se detuvo a averiguar si estaba o no diciendo la verdad. No mientras lo mantuviera cautivo. Sintió que entraba en pánico. La respiración se aceleró, luego flaqueó. El corazón bombeaba fuerte y rápido, un latido se superponía al siguiente. El sudor brotaba de la piel y la mente se concentraba en un único objetivo. Escapar. Había perdido el control suficientes veces antes como para saber qué se sentía. Cada vez que las cosas iban mal y era vital para él mantener la calma, entraba en pánico. Cada vez que veía al menos la llama de una vela, entraba en pánico.

Ahora Kangin estaba tratando de evitar que escapara y a Leeteuk no le importaba si lo hería de nuevo. Necesitaba huir. Ahora.

— Aun está asustado —dijo Hyungsik.

Kangin sintió su miedo. La complicada y escurridiza emoción corría a través de su piel donde los dedos aferraban la agitada muñeca de ella.

—¡Diablos! Dime algo que no sepa, como qué hacer al respecto.

Los ojos de Leeteuk estaban ampliamente abiertos, sus pupilas reducidas a pequeños puntos. Su piel se había puesto pálida y húmeda, podía sentir el ritmo salvaje de su sangre bombeando a través de la muñeca.

Su miedo le hizo daño. Por fin había encontrado a alguien que hacía que su dolor desapareciera y lo había aterrorizado. No es que le culpara. Era un ser humano y no tenía ninguna experiencia con su mundo. ¿Por qué había pensando alguna vez que podía decirle lo que hizo sin aterrorizarlo?

Leeteuk soltó el brazo de un tirón, tratando de liberarse, Kangin lo llevó hasta la cama, sujetándolo con su cuerpo. Se haría daño si seguía así y Kangin no permitiría que eso sucediera.

Soltó su muñeca, pero se aseguró de que todavía tenía contacto con su piel desnuda. No fue difícil.

Con sus pantalones cortos y su camiseta sin mangas, había mucha piel desnuda disponible, todo él era suave y cálido. Se sentía tan bien debajo de él. Realmente deseaba haberlo tenido ahí en diferentes circunstancias.

Leeteuk trató de arañar su rostro, por lo que cogió sus manos y las empujó entre sus cuerpos, manteniéndolas allí. Tan pronto como se dio cuenta de que estaba atrapado, dejó de luchar y quedó inerte.

—Es humano. Incapaz de lidiar con esto, Kangin . Tienes que dejarme dormirlo —dijo Hyungsik.

Estaba justo ahí en la cama con ellos, la preocupación estaba estropeando su bonita cara.

Como el infierno que Kangin iba a dejarle perder el tiempo en su mente de nuevo. Leeteuk ya estaba sufriendo desde el primer momento.

—Para. Yo me encargaré de esto.

Leeteuk hizo un sonido aterrador, mitad jadeo, mitad gemido y completamente desgarrador.

—Shhh… —le dijo, apoyando su boca cerca de su oído—. Está bien, te voy a dejar ir ahora. Sólo relájate.

No tuvo reacción alguna, nada que indicara que lo había escuchado. Solo mantuvo su mirada fija, entonando un cantico en voz baja, sin aliento.

—Respira. Únicamente respira.

—Así es, cariño. Sólo respira. Estás bien. —Era mentira. No estaba bien, pero si la mentira funcionaba, la usaría. Miró a Hyungsik —. ¿Estás seguro de que esta cosa de alejarnos lentamente va a funcionar?

—No, no lo estoy.

Genial. Justo lo que Kangin quería oír. El Zea, que eran los curanderos más dotados entre las razas Centinela, los tíos que tenían todas las respuestas a la hora de fijar lo que te afligía, no estaba seguro. Mierda.

Kangin bajó la voz a un susurro y le acarició los cabellos, alejándolos del rostro de Leeteuk.

—Estás bien ahora. Te encuentras a salvo.

Su piel estaba demasiado pálida, pero aún era hermoso y teniendo su cuerpo bajo él sobre una cama, incluso una que compartía con una sanguijuela de Zea, era casi más de lo que podía soportar. Deseó que las cosas se hubieran iniciado diferentes entre ellos, que pudiera haber tenido una oportunidad con Leeteuk, incluso para una breve relación.

No era propenso a tener relaciones con humanos, porque simplemente no valían la preocupación de que salieran lastimados, pero por Leeteuk, hubiese hecho una excepción. Se habría asegurado de que no se hiciera daño.

Sí, como si realmente pudiera conseguirlo.

Kangin lo sintió calmarse, sólo un poco. Le acarició el cabello. Tenía la piel fría y húmeda, pero no le importaba.

Incluso se sentía mejor bajo su mano que cualquier otro que había tenido alguna vez.
Poco a poco, su respiración se calmó y su pecho se estremeció con un silencioso llanto. Ni una sola lágrima cayó a pesar de que podía sentir cuan aterrado estaba.

Abrió los ojos y lo miró. Podía sentirlo calmándose, empujando el pánico lejos y forzándose a enfrentar la realidad. En lo que a él se refería, era la cosa más valiente que había visto en mucho tiempo.

—¿Mejor? —Le preguntó.

Leeteuk asintió nerviosamente.

—Muy bien. —Le dijo—. Me voy a alejar ahora. Sólo relájate, no luches conmigo y esto se terminará pronto.

—Por favor, Kangin —Su voz se rompió en un sollozo—. No puedo hacerlo.

—No tienes que hacer nada. Sólo respirar.

Leeteuk cerró los ojos y respiró profundo. Lo había oído y eso era todo lo que pedía.

Kangin cambió de posición, rodando fuera de su cuerpo, de tal forma que estaba acostado a su lado. No trató de huir, lo que fue una buena señal. Deslizó la palma de la mano subiendo por su brazo, sobre su hombro y bajando de nuevo.

Podía sentir la sutil vibración de energía que fluía en Leeteuk a través de su piel. Era vagamente erótica, la forma en que tomó su poder dentro de su cuerpo. Podría haber luchado contra su tacto, pero no se resistió a este flujo de energía entre ellos. Podía decir que lo hacía sentir bien, lo hacía notar cálido, lo hacía percibir un hormigueo. Oh, sí, definitivamente erótico.

Sus ojos estaban aún cerrados, no podía dejar de pasar los dedos por su cara. Cerró los ojos y sintió la fina textura de su piel, la delicada estructura de los huesos, la suave curva de la mejilla. La piel de los parpados le intrigó, pero ni de cerca tanto como sus labios. Eran suaves, humedecidos por su lengua, tan llenos y calientes que tuvo que mantenerse quieto por un momento hasta que la urgencia de besarlo disminuyó.

Leeteuk dejó escapar el aliento, sus ojos fueron atraídos por el suave movimiento de su pecho por encima de la camiseta. Sin permiso, sus dedos buscaron más abajo, sobre la mandíbula, bajando por la garganta y dibujando pequeños círculos a lo largo de la clavícula.

Las manos se apretaron en puños a su costado, su respiración se aceleró. Sintió una ráfaga de deseo inundar la conexión entre ellos, aunque no podía decir si era el suyo, el de Leeteuk o el de ambos. Fuera lo que fuese, Kangin no pudo resistir un toque ligero, sólo un delicado deslizamiento de un dedo sobre el pecho. El Poder chispeó entre ellos, arqueándose a través de su cuerpo dentro del de Leeteuk.

El respiró hondo, sus pezones se endurecieron, Kangin se sintió endurecer en respuesta. No lo había imaginado. Quería esto tanto como él. Kangin estaba dispuesto a darle más que una caricia con los dedos cuando sintió la mano de Hyungsik sobre su hombro, recordándole dónde estaba. Y que tenían audiencia.

Con un suspiro de frustración, Kangin apartó los planes de seducción y se centró en el trabajo a mano, conseguir alejarlos en vez de acercarlos cada vez más. Que mierda de plan.

Lástima que fuera necesario.

Kangin se preparó para el dolor que sabía que vendría en cualquier momento. Movió su toque a territorio más seguro y trazó con un solo dedo el brazo, a lo largo de la suave piel de bebé del interior del brazo, sobre la palma de la mano hasta que la punta del dedo tocó la punta del de Leeteuk. Eso era todo el contacto que había entre ellos, Kangin podía sentir una corriente que fluía a través de ese punto. Podía notar cada arista de su huella digital donde raspaba contra la suya. El calor se encendió desde ese lugar que hasta estaba seguro que una chispa se encendería.

Leeteuk parpadeó varias veces y lo miró, luego al punto donde las puntas de los dedos se tocaban, donde las chispas de energía invisible se hundían en él.

—¿Qué es eso? —Le preguntó.

—No estoy seguro. —De lo que estaba seguro era de que no quería retirarse. Esa avalancha de demoledor dolor estaba esperando por él.

Respiró profundamente, lo sostuvo y separó ese último punto de contacto. La presión volvió en una ola grande, llenándolo hasta que estuvo seguro de que su piel se abría. No fue tan malo como antes, pero estaba lejos de ser bueno.

Kangin apretó los dientes y un gruñido de dolor retumbó en su pecho. Agarró la colcha en los puños y trató de no luchar contra el dolor, trató de abrazarlo. De aceptarlo.

—No te resistas —oyó decir a Hyungsik desde algún lugar más allá del dolor— Puedes hacerlo.

Kangin no estaba seguro. Al menos no estaba seguro de querer hacerlo.

—Tienes que hacer algo —dijo Leeteuk. Su voz era tan dulce y clara, sólo el sonido de él lo ayudó a centrarse.

—No hay nada que pueda hacer. Lo siento.

Kangin pensó en pedirle a Hyungsik que lo noqueara, pero entonces no sería de mucha utilidad para nadie en una pelea. Tenía que vencerlo. Había vivido con el dolor durante décadas. Era fuerte. Podría soportarlo.

—No puedo dejarlo sufrir así —dijo Leeteuk.

—Estaré bien —dijo Kangin — Sólo dame un minuto.

Dios, ¿era esa su voz? Sonaba como si sus cuerdas vocales se hubiesen destrozado.

—Tengo que hacer algo.

Sonaba como si estuviese llorando y Kangin forzó a sus ojos a abrirse. No podía dejarlo llorar.

—Si no se recupera en un momento, entonces puedes tocarlo. Se paciente.

Ese fue Hyungsik. Tranquilo, seguro, no del todo disgustado por el dolor de Kangin. Por otra parte, era la cosa más parecida a un médico real que tenían y si el dolor lo asustaba, estaba en la línea equivocada de trabajo.

Hyungsik tenía una mano sobre el hombro de Leeteuk, impidiéndole llegar a Kangin. Hizo que Kangin quisiera matarlo por tocarlo. Le dio algo por que luchar. Se obligó a aceptar el dolor. Nadie más iba a tocar a Leeteuk jamás. Sólo él.

Pareció una eternidad, pero empezó a acostumbrarse a la presión. Todavía dolía como un hijo de puta, pero al menos no se retorcía en el suelo deseando morir.

—¿Lo ves? —Dijo Hyungsik — Ya está recuperándose.

Recuperándose. Vaya manera de decirlo. Se sentía como si le hubieran obligado a tragarse un camión, pero al menos ese camión ya no estaba incendiándose. Como liberación, era una mierda, pero había vencido.

Kangin dejó su respiración ralentizarse antes de intentar moverse. Cuando miró a Leeteuk, sus ojos brillaban de lágrimas, alargó la mano para tocar su cara.

La mano de Hyungsik se disparó más rápido que un rayo, agarró su muñeca. Metió su cuerpo entre ellos para servir como una barrera.

—No lo toques. Tendría que pasar por todo eso de nuevo y no estoy seguro de que su cuerpo pueda soportarlo ahora mismo.

—Os prometo que no podría.

—Lo siento. No sé que hice para hacerte daño, pero lo siento. Fuera lo que fuese, yo no quería…

Kangin aún no había recobrado el aliento y odiaba parecer débil delante de él.

—No fue tu culpa.

—Debo ir a ver la señorita Sora ahora.

—Espera un minuto —dijo Hyungsik — Tengo que asegurarme de estás bien, también.

Algo en el tono de Hyungsik molestó a Kangin, pero no estaba en su mejor momento ahora mismo y no podía entender lo que era. El Zea se puso de pie y siguió a Leeteuk. Kangin podía ver su cuerpo temblando un poco, pero no era totalmente inesperado, teniendo en cuenta por lo que había pasado esta noche.

—Estoy bien.

—Sólo déjame revisarte. Tardará únicamente un momento.

—¡No!

Se apartó de Hyungsik, sus ojos abriéndose aterrorizados. Maldición, Kangin odiaba ver esa mirada en su rostro. Se levantó de la cama, sorprendido de que sus piernas lo sostuvieran. Apenas.

—Déjalo ir, Hyungsik. Permítele que vaya a ver a su amiga.

—Esto es importante —dijo el Zea — No está bien.

—Sí lo estoy. Sólo estoy preocupado por la señorita Sora.

Kangin tuvo que meter las manos en los bolsillos de sus pantalones para evitar llegar a él. Quería tomarlo en sus brazos y decirle que todo estaría bien una y otra vez hasta que fuera cierto. Lo que sería nunca. Uno de ellos todavía tenía que borrar de su mente los recuerdos de esa noche, al menos las partes que pudieran ponerlo en peligro o darle pesadillas.

Ese proceso no era divertido y como no podía tocarlo, no sería quien iba a hacerlo. El pensamiento de las manos de Hyungsik sobre Leeteuk hacía a Kangin querer tomar la espada.

Hyungsik se volvió y miró a Kangin. Niño-bonito no tenía ninguna oportunidad de intimidarlo, no importaba cuan poderoso pudiera ser.

—No está bien —soltó Hyungsik, apenas en un susurro. Era como si no quisiera que Leeteuk oyera—. Algo está mal con él. Debo averiguar lo que es.

Kangin sintió la ansiedad deslizarse por su vientre. Si había hecho algo que dañara a Leeteuk nunca se lo perdonaría a sí mismo. Todo lo que le había sucedido desde el momento en que se acercó a él en el comedor era su culpa. Podía haberse quedado en su asiento. Podría haber ignorado el efecto que tenía en él.

Pero no lo había hecho. Lo había arrastrado a su mundo y ahora era responsable de él.

—¿Qué quieres hacer? —Le preguntó Kangin.

—Tiene que venir con nosotros. —dijo Hyungsik — Volver al recinto.

—Sabes lo que eso significa.

Una vez que estuviera allí, se quedaría. Su vida normal habría terminado.

—Sí, pero no hay otra opción.

—Dejen de hablar sobre mí como si no estuviera aquí. ¡Maldita sea! ¿Qué pasa con vosotros? Actúan como si fuera un niño que no puede tomar sus propias decisiones.

Tratar con humanos era tan innecesariamente complicado.

—Tienes razón. Lo siento —dijo Kangin.

Miró a Hyungsik, que no parecía nada apologético.

—Lo sentimos.

Leeteuk puso los ojos en blanco, se deslizó por la puerta del dormitorio y la cerró tras él.
La cabeza de Kangin palpitaba.

No quedaba mucho tiempo para reflexionar sobre el problema, porque unos segundos más tarde, oyó el sonido de cristales rotos en la sala, seguido por el rugido distintivo de los Demonios Sasaengs.

Un instante después, Leeteuk gritó. 

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...