Donghae sintió que se derretía.
Era como ser de chocolate y estarse derritiendo mientras Hyukjae le acariciaba
el pelo y los labios con lo suyos.
─Abre los labios para mi ─murmuró
él, y Donghae cerro los ojos y entreabrió los labios para que él pudiera
enseñarle qué era de verdad besar allí, en aquella playa.
La playa estaba a un paso de su
habitación. Los dos dormitorios de que constaba la suite y el salón daban a una
terraza e la que Donghae se podía apoyar sobre la balaustrada de mármol para
contemplar el mar.
Contemplando el océano vacío se
sintió como en una burbuja de paz, en un
mundo en el que solo estaban Hyukjae y él.
El hotel era un palacio blanco que
se extendía a lo largo de la playa, lejos de las concentraciones de turistas.
Con bajar tres peldaños podría caminar sobre la blanca arena. Cuando llegaron
allí en su noche de boda, el director del hotel se encargó personalmente de
acompañarles hasta la suite y de ordenar que dejasen el equipaje en el
dormitorio mas grande.
Donghae se quedó parado en el
salón mientras Hyukjae seguía al director. Acaba de romper su acuerdo.
Su marido.
Aquel no era un matrimonio de
conveniencia desde su punto de vista. Él lo quería, y Hyukjae siempre
encontraba la forma de conseguir lo que quería. Una vez el director los dejase
solo, ¿Qué iba a impedirle que tomara lo que quería?
Hyukjae le había dicho que sería
él quien tomase la decisión, pero ¿Qué ocurriría si lo besaba mientras dejaba
vagar las manos por su cuerpo?.
El director le dijo algo en inglés
y Donghae se vio obligado a forzar una sonrisa. Vio a Hyukjae ponerle un cheque
en la mano, y el hombre se marchó. Se dio la vuelta para mirar el mar.
Hyukjae iría ahora a por él, y no
iba a tener que forzarla. Tenía otras armas. Sus recuerdos podrían traicionarlo
con toda facilidad, y Hyukjae, sin duda, sacaría partido de ello. De hecho, ya
lo estaba haciendo al llamarlo amante de
la luna.
Primero, se oyeron los pasos de
Hyukjae, después su voz.
─Donghae, voy a recepción un
momento a preguntar por un coche de alquiler.
─De acuerdo ─contestó, sin
volverse a mirarlo.
Oyó la puerta cerrarse a sus
espaldas y se preguntó cómo sería su futuro. Vivir bajo el mismo techo que
Hyukjae… algo en el fondo de su corazón le decía que aquél hombre era aún mas
peligroso para él de lo que había sido aquel muchacho de su adolescencia.
Aprovechó para examinar la suite.
Su maleta estaba en el mayor de los dos dormitorios, mientras que la de Hyukjae
en el más pequeño. Aquello debería haberlo tranquilizado, pero lo único que
consiguió fue recordarle los términos de su contrato.
Aquella enorme cama. Una cama
pesada para dos… Jamás había compartido cama con Hyukjae, pero hubo un tiempo
en el que soñó con cómo sería estar denudo entre sus brazos. Y una vez…
Incluso más tarde, cuando él
volvió, Donghae seguía sin mirarlo a los ojos, así que volvió a salir a la
terraza para mirar el mar.
─Estoy cansado ─dijo─ Creo que… me
voy a ir a dormir.
─Buenas noches ─fue todo lo que
dijo.
Tampoco fue capaz de mirarlo antes
de perderse en aquel enorme dormitorio, pero después, cuando la luz de la luna
entraba ya por la puerta de la terraza, sus viejos sueños parecieron palidecer
ante el hecho de que Hyukjae estuviese tan cerca.
¿Estaría dormido?
Lo único que le daba cierta
seguridad era el hecho que no podía imaginarse a sí mismo invitando a Hyukjae,
diciéndole en voz alta que quería que le hiciese el amor. El latido de su
corazón volvió a acelerarse, y tardó mucho tiempo en conciliar el sueño.
A la mañana siguiente, después de
desayunar, le pidió que le llevase a algún lugar donde hubiese gente, así que
recogieron el coche de alquiler. Recorrieron un mercadillo situado cerca de la
ciudad. Compro algunas cosas finas de algodón para la playa, una talla más
grande de la que utilizaba normalmente. No quería mostrarse sugerente. Estaba
decidido a no hacer nada que Hyukjae pudiera considerar una invitación,
especialmente después de haber pasado la noche solo en aquella cama enorme,
enredado en las sabanas con sus sentidos alerta y esperando oír el sonido de su
respiración, el sonido de sus pasos al acercarse.
Con dieciséis años había estado
enamorado de él de pies a cabeza, había confiado en él como jamás había
confiado en alguien, y después, cuando lo rechazó, creyó que había llegado en
fin del mundo; aún así, todos esos recuerdos palidecían ante las emociones que
había sentido la noche anterior.
Si se dejaba llevar…
Cuando Hyukjae hizo ademán de
sacar su tarjeta para pagar, él se lo impidió.
─Es mi ropa ─dijo─ Pago yo.
─¿Cuestión de principios? ─le
preguntó, divertido.
─Sí ─contestó, aunque sabía que
era ridículo ponerse así por unos cuantos pesos. Habían volado hasta allí en el
avión privado de Hyukjae, él pagaba el hotel y la deuda de Kyuhyun. Pero ya
había bastante intimidad forzada como para llevar también la ropa que él había
pagado sobre su piel.
Dejó su tarjeta en el mostrador y
el vendedor le contestó algo en ingles.
─Dice que hay sobrecargas en las
líneas de tarjetas de créditos ─dijo Hyukjae─ Tengo bastante dólares para pagar
eso. Ya me lo devolverás después.
─Como si no te debiera ya bastante
─murmuró.
Después de cenar esa noche, cuando
los músicos empezaron a tocar música latina suave, Hyukjae dejó su copa de
cerveza sobre la mesa.
─¿Quiere bailar?
Había estado esperando la
invitación; sabía que utilizaría cualquier invitación para tocarlo, para
materializar aquel matrimonio. Él estaba mirándole las manos, y solo entonces
se dio cuenta que había estado moviendo un dedo al compás de la música.
─Entonces vamos a dar un paseo por
la playa antes de irnos a dormir.
Un paseo y después… Aquellas
palabras le trajeron a la memoria los dos dormitorios de la suite, separados
solo por el lujoso salón. En la cálida oscuridad de una noche tropical, podía
ocurrir cualquier cosa.
Tenían la playa para ellos dos, y
como telón de fondo, el ritmo de la música mezclado con el bailar de las olas
bajo la luz de la luna.
Donghae caminó hasta la orilla y
se quitó sus sandalias para entrar al agua, consciente de que Hyukjae lo estaba
viendo.
─Deberías vivir en la playa
─comentó─ El agua te atrae como un imán.
Siguieron caminando, él por el
agua y Hyukjae por la arena, con las manos metidas en los bolsillos y
moviéndose con esa gracia perezosa que ella hubiera podido reconocer en
cualquier parte.
Donghae hundió los pies en la
arena. El agua estaba increíblemente tranquila.
─Debería llevarte la próxima vez
que vaya de viaje. Tantos excelentes colegios y no…
─Relájate ─le sugirió Hyukjae.
Él se detuvo de golpe.
─No puedo ─susurró, y de pronto se
sintió atrapado entre el agua y Hyukjae. ─ No puedo olvidar que tu quieres…
quieres…
─¿Qué quiero hacerte el amor?
─Si.
─¿Y por qué es eso un problema
para ti? Eres tú quien elige, y no tienes que decir que sí.
─Tienes fama de conseguir siempre
lo que te propones. ¿Has perdido alguna vez algo que te importase? ─él no
contestó, y Donghae pensó que las cosas que había perdido eran las cosas de las
que podía alejarse sin dificultad. ─ Eso me asusta, tú me asustas.
La luz de la luna debía de haber
ganado intensidad mientras hablaba, por qué al mirarlo vio su imagen con toda
nitidez, incluso los rasgos de su rostro.
─¿Por qué ibas a tenerme miedo? Ya
sabes que no sería capaz de forzarte.
Parecía tan razonable... seguro
que era el mismo tono que había empleado para hablar con quienes debía vender
algo.
─Tú tienes demasiada experiencia y
yo… yo no. Me hiciste daño una vez, y yo…
Él podría llegar a decir que sí.
El encanto de antes seguía estando allí, pero ahora era aún peor. Tenía una fuerza
y un poder nuevos nacidos del paso del tiempo.
─¿Y sería tan terrible? ─preguntó
él─ Estamos casados. Yo te deseo, y si eres sincero, tendrías que admitir que
tú a mi también. Si me invitases a acostarme contigo… ─el silencio dibujó
nítidamente sus cuerpos entrelazados en esa cama tan grande─ ¿Quién iba a
sufrir por ello?
Él podría sufrir. Y mucho.
─¿Y si no lo hago? ¿Quién
resultaría herido?
Hyukjae lo miró con una leve
sonrisa.
─Te gustan los desafíos ─dijo
Donghae─ Te deleitas en la caza. ¿Es esa la razón de que te hayas casado
conmigo? Porque la ultima vez… cuando éramos pequeño… no…
─Estuvimos a punto ─contestó en
vos baja, y Donghae enrojeció.
─¿Cómo conseguiste llegar de la
serraría para la que trabajabas en Busan a dónde estás ahora? ─le preguntó
rápidamente.
─Lo normal ─dijo, y al mirarlo a
hurtadillas vio que tenía la vista perdida en el océano, pero de pronto se
volvió hacia él y sus miradas quedaron prendidas aun a las luz de la luna─
Universidad… unas cosas y otras.
─¿No hay detalles?
─Son demasiados aburridos.
─Lo dudo.
Trabajaba en aquella serrería para
pagarse la carrera cuando él se marchó. Y después, de alguna forma, se había
convertido en el hombre que llevaba a cabo sus propios proyectos, que había
construido un imperio por sí mismo, ya que su padre no le había dejado más que
una póliza de seguros que cobró cuando falleció en un accidente en los
astilleros.
─¿Y tú? ─preguntó él─ tu padre te
hizo vicepresidente de Haru Holdings cuando sólo tenías veintitrés años. ¿Era
eso lo que tú querías?
─Si.
¿Habría leído los artículos de las
revistas lo mismo que él le había seguido la pista a través de lo que se decía
de él en los medios de comunicación?
─No creía que ese viejo bastardo
fuese a compartir su imperio con nadie.
La esperanza de su voz le hizo
recordar el odio que su padre había sentido hacia Hyukjae y que había empezado
con una disputa sobre los derechos de tala entre sus padres.
─Y no quería. Fui yo quien lo
obligó.
Por un momento fue como si pudiese
oír incluso la respiración de Hyukjae.
─Las cosas debieron cambiar
después de que te marcharas a estudiar ─dijo Hyukjae al fin.
─Todo cambió ─se agachó para
mojarse los dedos en el agua y después se los llevó a los labios. ─Ese viaje me
cambió. Tantos años fuera de casa… aprendí a ser independiente.
En un principio, había sido un
tiempo lleno de soledad. Echaba mucho de menos a su hermano y a él, pero cuando
eso pasó, se sintió aislado y extrañamente a salvo.
─Nunca volviste a Busan.
─No ─no había vuelto a Busan hasta
la semana anterior buscándolo a él─ No volví hasta que no me casé con Tim. Ni
siquiera durante las vacaciones. Y cuando volví, lo encontré todo distinto.
Antes tenía miedo de la cólera de mi padre, pero después… supongo que había
crecido. También me había casado, y supongo que eso le hizo perder el poder de
asustarme.
─Hubo un tiempo en el que me
hubiera gustado matarlo.
La serenidad con que había dicho
la frase le daba aún más fuerza, y Donghae se cruzó los brazos sobre la
cintura.
─Entonces me ayudó a saber que
estabas enfadado por mi.
─No había nada que yo pudiera
hacer hasta… ─se interrumpió e hizo un gesto airado con el brazo─ Dejemos el
pasado, amante de la luna. Tenemos que dejarlo atrás.
Pensó entonces en Hyukjae tal y
como lo conoció una vez. En el accidente que pareció marcar el cambio de todo.
La distancia de su propia familia. La invalidez de Kyuhyun. La mirada fría de
Hyukjae sin la ternura que una vez encontrara en sus ojos.
─Yo no puedo olvidar ─susurró, y
se volvió de espalda a él para mirar la luna.
Si no eran capaces de olvidar los
misterios que ensombrecían su pasado, Hyukjae nunca llegaría a conseguir lo que
quería de él: un matrimonio real.
Había un pequeño jovencito en la
playa cuando Donghae bajó a la mañana siguiente. Se había despertado temprano
después de una noche de sueño inquieto y se había vestido con unos pantalones
cortos y una camiseta, y al salir al salón, vio que la puerta del dormitorio de
Hyukjae estaba abierta.
¿Una invitación a la que sucumbir
a mitad de la noche? No, no podía ser que esperase ganar con tanta facilidad.
Pero la puerta abierta era un mensaje que le recordaba que él era quien le
mantenía la puerta cerrada entre los dos, aunque había sido Hyukjae quien se
las había cerrado a él cuando tanto lo había necesitado años atrás.
Y ahora pretendía que se olvidase
de ese pasado, que lo dejase atrás.
Al llegar a la orilla vio al
jovencito sentado a escasos metros construyendo un castillo de arena, y al
verlo aparecer, se puso de pie de un salto y lo miró con aire de culpabilidad.
Debía de tener unos diez años, y parecía haberse quedado sin habla.
─Hola ─dijo Donghae─ ¿vives por
aquí?
─Si ─contestó con una sonrisa
tímida─ Vivimos ahí ─añadió, haciendo un gesto hacía una casa. Mi padre es el
director del Hotel ─miró a su alrededor con incomodidad─ Me ha dicho que no
debo molestar a los huéspedes.
─A mí no me estas molestando
─contestó Donghae, sentándose en la arena─ ¿Qué estas construyendo?
El jovencito se llamaba Jeno y
estaba construyendo un castillo, y sonrió encantado cuando Donghae le preguntó
si quería ayuda; pronto los dos constructores se enfrascaron en aquel castillo
medieval un tanto peculiar.
Cuando Donghae levantó la mirada y
se encontró que Hyukjae estaba de pie a su lado, el castillo era ya una construcción
bastante compleja. Sonreía y él sonrió también.
─Una construcción en toda regla
─comentó Donghae.
─Que está a punto de ser tragado
por el agua.
Se dio la vuelta y vio que la
marea había subido bastante y les llegaba casi a los muros. Jino miró a Hyukjae
con una mezcla de curiosidad y alarma.
─Jino, te presento a Hyukjae. Él
construye castillos de verdad, pero no estoy seguro de que pueda salvarnos de
las olas.
─Hola, Jino ─dijo Hyukjae, se
agachó para estudiar el castillo.
El niño sonrió con timidez y miró
hacia el hotel.
─Tengo que irme ─dijo rápidamente─
No debo molestar a los huéspedes.
Pero su sonrisa picarona parecía
indicar que la regla ya había sido rota en otras ocasiones y que volvería a
romperse sin que tuviera repercusiones terribles.
─Hasta luego ─dijo Donghae.
─¡Adiós! ─contestó el niño cuando
corría ya hacía el hotel.
─Una criatura interesante ─comentó
Hyukjae, y utilizó un dedo para hacer una puerta en una de las paredes
interiores.
─¡Eh! ¡Nada de modificaciones sin
la aprobación del constructor!
─Lo siento ─replicó con una
sonrisa─ Pero sin esa puerta, habrías tenido que dar toda la vuelta al castillo
para entrar en esa habitación.
Donghae se pasó la mano por el
pelo, Hyukjae siguió su movimiento.
Donghae tocó una de las paredes con
la mano como si quisiera asegurarse de que seguía allí, e intentó quitarse de
la cabeza la imagen de Hyukjae.
─Un castillo muy moderno diría
yo ─comentó Hyukjae─ Al menos por este
lado.
─No le digas a Jino, ¿quieres? Es
que no sé demasiado de castillos medievales. La verdad es que este lado es la
fachada del centro diurno comunitario en una zona residencial de Seúl.
─¿One Day?
Donghae frunció el ceño.
─¿Cómo lo sabes?
─Se comenta por ahí.
Estaba agachado al otro lado del
castillo estudiando las paredes.
─¿Me has estado siguiendo la
pista?
─Sí. ¿Por qué Hwang y tu no
tuvieron hijos?
Donghae tomó un puñado de arena y
lo puso con cuidado en la base de una de las paredes.
─Quizás no lo quisiéramos.
─No se qué pensaría él, pero tú
querías tener hijos.
─No lo puedes saber.
Hyukjae hizo un gesto hacia donde
Jino había desaparecido.
─Te h estado observando con él, y
recuerdo que hace años me hablabas de lo mucho que querías tener tu propio
hogar y tu propia familia. ─hizo un gesto hacía el castillo─ ¿Y de quien fue la
idea de construir ese centro de asistencia diurna “One Day”?.
─Mía… aunque tú ya lo sabias,
¿verdad?
─Verdad.
Volvió a poner arena en la pared a
la que llegaba el agua, pero era una batalla perdida.
─En el contrato pusiste una
cláusula sobre si… si había niños. ¿Eso formaba parte de tu plan? ─incluso si
conseguía seducirlo hasta el extremo en que él llegase a pedirle que hicieran
el amor, no habría niños─ ¿Es así como tenías pensado atraparme? ¿Haciéndome el
amor, dejándome embarazado para…?
─Rompí ese contrato, Donghae.
─Pero yo no. Sabías que no lo
haría.
Como siempre, cada vez que quería
leer la expresión de Hyukjae, no encontraba pista alguna de sus sentimientos.
Hyukjae se reía con otros hombres
mientras se tomaban una taza de té en una oficina portátil. Era paciente y
amable cuando hablaba con un niño. Pero él conocía a otro Hyukjae, un hombre
cuya sonrisa desaparecía en cuanto él le desafiaba. El hombre que pasaba de la
ternura al rechazo en una sola noche, y se preguntó cuál de ellos podría ganar
en aquella relación de locos. Lo deseaba, pero ahora parecía triste. Tan triste
como le había parecido aquella mañana en su porche. Y él…
Y él solo se había casado con Hyukjae
por Kyuhyun.
Hyukjae tomó un puñado de arena y
lo colocó donde la pared comenzaba otra vez a desmoronarse. Claro… él
intentaría evitar que la pared se derrumbase. Lee Hyukjae era un constructor,
no un destructor, y había roto el contrato con el que él se sentía a salvo
casándose con Hyukjae.
─Si querías tener hijos conmigo
─le dijo en una voz sin expresión─, has hecho un mal negocio.
─¿Ah, si?
Su voz no revelaba y Donghae no
quiso mirarlo a los ojos.
─Me hicieron pruebas. Los médicos
dijeron que era casi imposible que pudiera concebir ─le explicó, y por fin le
miró─ Mil contra una. Eso es lo que me dijeron.
─Lo siento ─dijo él frunciendo el
ceño.
─o había pensado decírtelo, pero…
no has hecho un buen negocio, Hyukjae. Si querías un heredero…
Él alargó el brazo por el castillo
casi en ruinas y le obligó a mirarlo.
─¿Qué has pensado que es esto? ─le
preguntó con suavidad─ ¿Qué clase de persona crees que soy?
─No lo sé ─susurró. Sus ojos no
eran tan negros, pero es que nunca había estado tan cerca de él a plena luz del
día. Tenían destellos dorados de ira.
─No me he casado contigo para
tener un hijo. Siento que no puedas concebir, porqué se que es importante para
ti, pero esas historias de líneas de consanguinidad y de tener un heredero para
cuando me muera no me quitan el sueño.
Donghae lo miró sorprendido por la
ira de su voz.
─Por otro lado, siempre podríamos
adoptar ─añadió─, pero no me atribuyas a mi todas esas tonterías de herederos
─de pronto quitó la mano de debajo de su barbilla y se puso de pie─ Esto no es
una operación para obtener un pura sangre.
─Hyukjae, lo siento… no pretendía
molestarte.
─Sí. Sí que lo has pretendido.
Siempre lo haces cuando me acerco demasiado.
─Yo…
Tenía la terrible sensación de que
estaba en lo cierto.
─Defensas ─dijo Hyukjae, esbozando
una sonrisa ─Pero yo no me preocuparía. Me temo que soy capaz de digerir más
castigo del que tú eres capaz de inventar.
─No te comprendo.
─No, ya sé que no.
─Es que no me lo pones fácil.
Entonces sonrió.
─¿Es que se supone que debe ser
fácil?
─¡No lo se!
¿Cómo podía ser fácil cuando se
habían casado por un motivo tan descabellado, cuando a veces le parecía no
haber tenido otra posibilidad y otras veces le parecía no haber tenido otra
posibilidad y otras veces le daba la impresión de haber cometido una auténtica
locura?
─Todo se arreglará ─dijo Hyukjae.
Donghae se puso de pie con un
suspiro, mirando el castillo. La muralla exterior estaba siendo devorada por el
agua.
─¿Es que todo se arregla para ti?
Por favor… no contestes ─se apresuró a decir─ Ha sido una pregunta estúpida. Yo
sólo…
─¿Qué te parecería si desayunamos?
─sugirió─ ¿Y que tal después una vueltecita en barco?
Donghae inspiró profundamente.
Tenía que preguntar.
─Hyukjae, ¿esperabas que
tuviéramos hijos?
─creía que cabía esa posibilidad,
porque si no, no habría incluido la cláusula en ese maldito contrato.
Donde se sintió desilusionado era
una locura imaginarse que diría que sólo lo quería a él, que lo quería tanto
que nada mas importaba.
─¿Quieres divorciarte?
Hyukjae tenía las manos metidas en
los bolsillos del pantalón corto, y no lo miraba a él, sino a las ruinas del
castillo, y él se preguntó que le estaría pasando para desear oírle decir
palabras que ni siquiera había susurrado.
Debería estar deseando volver a su
propio mundo, a Seúl y a Haru Holdings, y a la zona residencial que necesitaba
las aprobaciones finales. Pero lo que quería era quedarse con él. Qué locura.
Su matrimonio no era ni siquiera real, y jamás podría llegar a funcionar. Nunca
podría olvidar que, años atrás lo había apartado de él como si lo odiase. ¡Dios
del cielo, estaba perdiendo la razón! Si él llegaba a darse cuenta de lo
vulnerable que era ante él, si alguna vez llegaba a saber que lo quería y que
lo había querido siempre…
─¿Quieres… quieres divorciarte?
─insistió.
¿Y por qué había tenido que
hacerle esa pregunta? Hyukjae no iba a mentir. Puede que hubiera cosas que se
guardara para él hasta el día de su muerte, pero estaba seguro de que nuca le
mentiría.
Hyukjae suspiró, y Donghae sintió
miedo hasta que él le agarró por el brazo y entonces tuvo la sensación de ser
arrollado por un huracán.
─¿No crees que ya es hora de que
dejes de preocuparte por todas las cosas que n podemos cambiar y empieces a
concentrarte en lo que tenemos en este momento? Tú y yo. Aquí.
HAY DIOS QUE COMPLICADO ESTA TODO MUCHOS SECRETOS DEL PASADO QUE AFECTAN EL PRESENTE
ResponderEliminarAhhhh Hae~ cabeza dura!!!!
ResponderEliminarAhhh que carajos paso!????
Qué accidente!????
Ahhhh tantos secretos y enigmas!!! (?)
Hyukkie~ :)
Tal vez no es que sean taaaantos secretos...sino saber justamente el que les ha echo daño o el que es la piedra angular de todo el caos en la mente y corazón de cada uno.
ResponderEliminarA Hyuk le dijero o hicieron algo que lo marco.
A Hae le ocurrio algo que lo hace tener esos sentimientos/dudas con respecto a Hyuk...que claro,hay mucho más que ha ido aumentando esa montaña de temores.
No se dicen nada...así no llegaran a ningun lado.
Es claro que Hae tiene miedo,pero son más sus dudas...si hablaran y llegaran a ese secreto que los tiene así,deria muy bueno para los dos...y continuar o empezar de nuevo.