Minwoo dejó caer el plato mientras el dolor lo atravesaba. Tratando de respirar, se recostó contra el fregador.
—¿Ocurre algo?
Miró a Tony, uno de sus cocineros y asintió con la
cabeza.
—Sólo una rara punzada.
Como era humano no le haría nada bien explicarle lo que
estaba pasando con él y sus poderes.
Hyungsik estaba herido.
Lo podía sentir. Y más que eso, tenía una sobrecogedora
necesidad de encontrarlo.
¡Ahora!
No lo hagas…
Él no lo quería a su alrededor. Lo había dejado más que
claro. Y aun así, no podía sacudirse el sentimiento interior que le decía que
era imperativo llegar a él. Estaba muy cercano a la muerte. Cerrando los ojos,
dirigió su atención y vio a Kevin luchando contra Daimons mientras un grupo de
ellos se alimentaban de Hyungsik. Él vio sus collares claramente en la
oscuridad y supo que eso los había dejado indefensos para la pelea.
Serían devorados.
Incapaz de soportarlo, se olvidó del plato y corrió hacia
la casa Ha. Taeyang había terminado sus funciones hacía una hora. Se transportó
a sí mismo hacia su puerta y llamó.
—Entra.
Abrió la puerta para encontrarlo en su cama, viendo la
tele mientras hojeaba una revista de motocicletas.
—Los lobos que me salvaron están en serios problemas. No
puedo dejarlos solos en esta pelea y podría necesitar refuerzos.
Taeyang no dudó.
—Llevaré a Aron y Colt. Tú ve por Seungcheol.
Agradecido por su entendimiento, lo dejó para ir a la
siguiente habitación para llamar a la puerta de Seungcheol. Antes de que
incluso pudiera levantar su mano, su móvil sonó. Minwoo respondió para
encontrar al lobo Dongjoon en la otra línea.
—¿Estabais hablando en serio sobre ofrecer protección a Kevin
y Hyungsik? —su voz sonaba mortalmente seria.
—Sí, ¿por qué?
—Porque su padre los ha traicionado y los ha dejado por
muertos. No hay nada que yo pueda hacer, pero espero que vosotros seáis capaces
de salvarlos.
Minwoo escuchaba mientras él le llenaba con más detalles
de lo que su visión le había provisto. Sobre todo, le dio su locación exacta.
—¿Por qué me estás diciendo esto?
—Porque se los debo, pero no puedo hacer más. Sálvalos Minwoo,
por favor.
—Haré todo lo que pueda.
—Gracias y yo trataré de mantener a la manada lejos.
Además, no le digas nada a nadie acerca de esta llamada, especialmente a Kevin
o Hyungsik —colgó antes de que pudiera responder.
Minwoo frunció el ceño ante sus palabras de despedida.
Qué petición tan rara.
Sacudiendo su cabeza, guardó su teléfono, llamó a la
puerta de Seungcheol y le contó lo que estaba pasando. Como Taeyang, se levantó
inmediatamente para unírsele.
Una vez que estuvieron reunidos, los llevó hacia donde
había visto a Kevin y Hyungsik en su visión y hacia la locación que Dongjoon le
había dado. Los Daimons ya habían volado cuando ellos llegaron.
A su izquierda, Kevin sostenía a Hyungsik, quien estaba
ahora en su forma de lobo. Corrió hacia ellos con sus hermanos justo detrás.
—¿Kevin?
El miró hacia arriba, con un ceño furioso hasta que se
percató que no eran Daimons. Su enojo se fundió bajo un severo gesto de
confusión.
—¿Qué estáis haciendo aquí?
Minwoo dudó en decirle la verdad. Nadie necesitaba saber
la extensión de sus poderes o su de habilidad de afinarse en la posición de los
seres con una exactitud sorprendente. Y sobre todo, no deseaba traicionar a Dongjoon.
—¿Qué pasó? —preguntó, tratando de cambiar su atención
hacia ellos.
Kevin sacudió su cabeza como si estuviera tratando de
despertar de una pesadilla.
— Fuimos atacados…
—Mira —dijo Seungcheol, dando un paso adelante—. No
quiero ser grosero pero los Daimons están ahí fuera y con fuerza esta noche y
mientras la mayoría de ellos son cobardes, hay suficientes Spathi por los
alrededores y no queremos ser tomados en desventaja. Regresemos al Empire y
entonces hablaremos.
Minwoo no podía estar más de acuerdo.
Kevin los miró con sospecha.
Taeyang puso su mano sobre el hombro de Kevin.
—Vosotros salvasteis a Minwoo y mi padre les dijo que
seríais bienvenidos en cualquier momento. Lo dijimos en serio. Ahora vamos.
Limpiaremos y cuidaremos de vosotros.
Minwoo no se movió hasta que todos ellos desaparecieron.
Miró la zona mientras los eventos de la noche jugaban en su mente. La agonía de
Kevin y Hyungsik persistía aquí como un fantasma que le acosaba.
Yewoon estaba muerta y su manada se habían vuelto contra
ellos. Entrecerró los ojos por el dolor que sentía por Hyungsik. Esto no sería
fácil para él.
Tratando de ayudar, apareció de nuevo en el Empire. Sus
hermanos habían llevado a Hyungsik al cuarto de examinación de Carson mientras
ellos y Kevin, quien se había vestido a sí mismo con un nuevo par de pantalones
y camiseta, permanecían en la oficina, relatando los eventos a sus hermanos.
Carson estaba en la otra habitación, solo, examinando a Hyungsik.
Él permaneció al lado de Taeyang y esperó silenciosamente
mientras ellos hablaban. Era sorprendente cuánto horror había visto en sus
visiones que Kevin no dejaba salir. Pero, tal vez no era tan extraño. Admitir
que tu padre tenía la intención de mataros, a ti y a tu hermano, sin razón
alguna tenía que ser duro para él. ¿Quién querría decírselo a completos
extraños?
Mientras ellos hablaban, fue a buscar comida para Kevin.
Lo trajo de las escaleras y lo colocó en el escritorio de Carson.
Kevin sonrió con gratitud.
—Gracias.
—¿Necesitas algo más?
El miró melancólicamente hacia la puerta de la habitación
donde Carson estaba tratando a Hyungsik.
—Supongo que no.
Minwoo le tocó el hombro con simpatía, sabiendo que la
única cosa que necesitaba era ver a Hyungsik normal y completo. Que hubiera
sobrevivido al ataque.
Y por alguna razón que no podía decir, también lo
necesitaba.
Carson salió de la sala de examinación un tiempo después
de que Kevin hubiera terminado de comer y él hubiera llevado los platos a la
cocina.
Kevin se levantó inmediatamente.
Minwoo podía ver, por la tristeza en los ojos de Carson,
que no eran buenas noticias.
—¿Y bien?
Kevin golpeó sus manos contra sus muslos con agitación
nerviosa.
Carson lo miró y suspiró.
—Está completamente sin respuesta.
Kevin frunció el ceño.
—¿Eso qué significa?
—Está retraído en sí mismo, probablemente por el shock, y
no responde a nada de lo que hago.
Esa noticia no pareció satisfacer a Kevin más de lo que
satisfizo a Minwoo.
—¿Y respecto a sus heridas?
—Sanarán, pero no estoy seguro sobre su estado mental.
Los huesos y las heridas, los puedo arreglar, pero lo que está mal con él… tal
vez necesitéis un psicólogo.
Kevin lo empujo para pasar tras él.
—Tonterías.
Abrió la puerta completamente para ver a Hyungsik
descansando en la mesa en su forma de lobo. Excepto por la sutil elevación y
caída de sus costillas, sería fácil confundirlo con un cadáver. Ni siquiera se
movía.
Minwoo se movió para mirar mientras Kevin lo abrazaba.
—¿Hyungsik? Vamos chico. Levántate.
Hyungsik lo ignoró completamente.
Kevin crispó sus puños en la piel de su hermano y apretó
lo suficientemente fuerte para hacer que Minwoo se estremeciera.
—Maldita sea. ¡Levántate!
Hyungsik no respondió en absoluto. Sólo estaba ahí, sin
moverse, sin parpadear. Era como si hubiera dejado este mundo y hubiera ido a
algún lugar más lejano.
Carson se fue hacia la parte opuesta de la mesa.
Gentilmente, retiró las manos de Kevin de la piel de Hyungsik.
—No está realmente con nosotros. Es como si su mente no
pudiera manejar lo que les pasó a los dos y se hubiese retirado profundamente
dentro de él.
Kevin sacudió la cabeza en negación.
—Él es más fuerte que eso. Siempre ha sido fuerte…
—Incluso el más magnífico roble puede ser derrumbado por
el susurro de un viento si viene de la más poderosa tormenta.
Minwoo tragó el nudo que le quemaba en la garganta por
las emociones empáticas que la golpeaban. Una y otra vez, veía a Hyungsik como
había estado el día que le había llevado el filete mientras esperaba a su
manada. Tenía un gran poder e integridad. ¿Cómo podía haberle pasado esto?
Estaba de acuerdo con Kevin. No tenía ningún sentido.
—¿Hay algo que podamos hacer? —preguntó.
Carson suspiró.
—No tengo idea. Diría que llamarais a Lee Donghae y
vierais si él puede ayudar.
Kevin frunció el ceño.
—¿Quién es él?
Carson alisó la piel de Hyungsik donde Kevin la había
apretado.
—El está casado a un semi-dios Griego y es un psicólogo
licenciado. Es el único que conozco que puede alcanzarlo.
Kevin tomó la cabeza de Hyungsik y la colocó en un ángulo
de tal manera que lo miraba con los ojos en blanco.
—¡Mírame Hyungsik! Por todos los demonios, no hagas esto.
Te necesito lúcido. No podemos estar aquí. ¿Me escuchas? Tienes que levantarte
para poder luchar.
Carson quitó sus manos nuevamente.
—No creo que más violencia sea la respuesta. Déjale
descansar esta noche. Tal vez esté mejor por la mañana.
Taeyang y Seungcheol se acercaron.
—¿Quieres que lo movamos?
Carson negó con la cabeza.
—Creo que es mejor si permanece aquí durante algún
tiempo. Pero estoy seguro que a Kevin le gustaría un lugar más confortable para
pasar la noche.
Minwoo puso su mano sobre el hombro de Kevin.
—Ve, date una ducha caliente y descansa un momento.
Estaré aquí con Hyungsik hasta que regreses.
Kevin dudó.
—No sé.
Él golpeteó su brazo y sonrió.
—Está bien, Kevin. Te llamaré si algo cambia. Lo prometo.
Asintió desanimado. La agonía en sus ojos avellana era
sobrecogedora. Minwoo les pidió a los dioses que, de alguna manera, pudiera
disminuir el dolor ahí, pero no había nada que pudiera hacer por él, excepto
que regresara Hyungsik, y en este momento parecía imposible.
Suspirando, se impulsó a sí mismo y siguió a Taeyang y Seungcheol
lejos del cuarto. Colt permaneció tras él mientras Carson regresaba a su
escritorio a hacer el papeleo.
Minwoo cogió una sábana del armario para envolver a Hyungsik.
Deslizó su mano a través de su suave piel, acariciándolo tan tiernamente como
podía.
—Aquí estoy Hyungsik —susurró—. Cuando estés listo para
enfrentar al mundo de nuevo, no estarás solo. Kevin esta aquí y nosotros
estamos aquí. Para ti.
Si las palabras lo alcanzaron, no tenía idea. Él ni
siquiera parpadeó.
Miró hacia arriba y captó la mirada de Colt.
Su mirada estaba vacía y era escalofriante.
—Yo sé cómo es ese estupor en el que él está. Es el mismo
en el que estuve yo cuando mi hermana fue asesinada.
Colt y su hermana habían nacido ahí. Y sólo el regresó a
ellos.
Familia era familia y ellos le habían dado la bienvenida
y lo habían mantenido a salvo. Él era como un hermano para Minwoo también.
Lo gracioso era que cuando lo llamaba primo o primito, la
gente pensaba que era de cariño. No tenían idea que en realidad eran primos.
Minwoo señaló con la mandíbula hacia la puerta.
—¿Por qué no vas y descansas? Estaré bien aquí con él.
—¿Estás seguro?
Minwoo asintió.
—Carson estará justo afuera.
—Si necesitas algo…
—Lo sé, gracias.
Minwoo esperó hasta que estuvo a solas con Hyungsik.
Recostándose, colocó su rostro contra su cuello y lo sostuvo cerca.
—Donde quiera que estés Hyungsik. Necesitas volver con
nosotros.
Hyungsik se movió bruscamente mientras escuchaba una
suave voz susurrándole.
—¡Minwoo! —gritó.
Nadie respondió. Había oscuridad a todo su alrededor. Se
sentía apretado y pesado como carámbanos de hielo. Congelándolo mientras
caminaba con dificultad a través de una lúgubre agua que parecía atravesar su
cuerpo. Le castañeaban dientes, tenía las manos envueltas a su alrededor.
—¡Kevin!
Aún no había respuesta. ¿Estaría muerto?
¿Era esto el infierno?
Era la única explicación racional. ¿Qué más sería tan
horrible?
—No estás muerto.
Giró bruscamente hacia la voz que venía detrás de él.
Tampoco había nadie.
—¿Quién dijo eso?
—Lo hice yo.
Se giró de nuevo mientras escuchaba en su oído una vez
más. Ahí no había nadie.
—¿Quién eres?
—Soy Hyuna.
Él la vio entonces. Un delgado despojo de ser con
flotante pelo negro que remarcaba la piel blanca más pálida que había visto.
Estaba tan pálida que tenía un ligero tinte como cenizo. Sus penetrantes ojos
eran negros y grandes. Parecía estar casi vacía.
—¿Dónde estamos?
Ella sonrió desanimadamente.
—En el Reino de las Tinieblas.
Hyungsik frunció el ceño ante la respuesta.
—¿El qué?
—Estamos cautivos en un lugar entre la vida y la muerte.
Fuiste atacado por Daimons y tomaron suficiente de tu alma para que no estés
vivo. Sin embargo no estás realmente muerto. Una parte de ti todavía vive en el
reino humano. Ahora estás atrapado en las sombras como el resto de nosotros.
—¿El resto de quienes?
Ella levantó la mano y él vio legiones a su alrededor.
Tipo zombis, se golpeaban y gruñían, caminando con dificultad en la misma agua
pesada que se le pegaba.
—Somos almas perdidas que han sido relegadas a este lugar
por crueldad.
Él sacudió la cabeza tratando de que todo tuviera
sentido. ¿Cómo era que él podía estar ahí?
—No entiendo. ¿Cómo fue que llegaron?
Ella bajó su brazo y la luz se desvaneció.
—Soy un demonio que fue atrapado hace siglos. Mi familia
todavía me busca, pero nunca me encontrarán. Deberé vivir toda la eternidad
aquí en esta agonía. Incapaz de escapar sin ayuda humana. Incapaz de dormir o
comer comida real. No hay nada que hacer excepto sufrir y añorar —suspiró—.
Pero tarde o temprano, tu cuerpo mortal morirá y serás liberado… no como yo.
Incluso si escapo, nunca seré realmente libre.
Hyungsik sacudió de nuevo la cabeza.
—Tonterías. Esto es sólo un sueño. Una loca pesadilla.
Ella rió.
—Si tan sólo lo fuera.
Aún así, se rehusó a creerlo. Ella estaba mintiendo.
Tenía que estar haciéndolo. Se giró lejos de ella y se abofeteó a sí mismo. Con
fuerza.
—Vamos Hyungsik, despierta.
Hyuna lo siguió.
—Todos pasamos por un período de negación. Pero no lo
cambia para nada. Estamos aquí y aquí permaneceremos.
—¡Kevin! —gritó Hyungsik tan alto como pudo, ignorándola
a ella y a su nefasta predicción.
Se enfocó tan fuerte como pudo, tratando de alcanzar a
través de este reino a su hermano.
¡Vamos hermano, escúchame!
—Demonios, ¡Kevin! ¡Despiértame!
¡Vienen los Recolectores! ¡Vienen los Recolectores!
Frenéticas voces gritaban en la oscuridad.
Hyuna tomó su brazo.
—Ven, tenemos que escondernos.
—¿Escondernos de qué?
—De los Recolectores. Si te encuentran, destruirán esa
parte de ti y estarás para siempre aquí atrapado como su esclavo.
Él se burló.
—¿Qué mierda es esta?
Ella lo empujó hacia delante rumbo a una tenebrosa
grieta.
Hyungsik empezó a decirle cosas pero se mordió la lengua.
¿Qué pasaba si no era una retorcida pesadilla? Él era un Were-Hunter. De todas
las criaturas, él sabía que había mucho más en el universo que el orden
“natural”.
Mejor estar a salvo que apenado hasta que se diera cuenta
exactamente de lo que estaba pasando ahí.
Se empujó a sí mismo profundamente dentro del estrecho y
escarpado espacio. Aparte de la bruma, podía escuchar algo acercándose. Parecía
como balbuceos humanos o un parloteo demoníaco sin sentido. Espeluznante y
amenazador incluso para el más sólido de los corazones.
Se acercaba.
Aun más cerca, hasta que pudo ver la figura de su gran y
retorcido cuerpo. Como Hyuna, el aire flotaba a su alrededor. Musculoso y alto,
le recordaba a los ogros y trolls con grandes y afiladas uñas.
Se acercó a una de los zombis que había visto. Tomándola,
le atravesó el cuello con los dientes. Ella gritó, entonces se quedo en
silencio y tiesa mientras el Recolector parecía inhalar su esencia. Dejó caer
su cuerpo sin vida a un lado y buscó otra víctima.
Hyuna colocó un dedo sobre sus labios para recordarle que
permaneciera en silencio.
“¿Qué están haciendo?” Proyectó hacia ella.
“Te lo dije, están tomando una parte de ellos y
dejándolos atrapados en este lugar para siempre. Ahora son esclavos de los
Recolectores y harán cualquier cosa que pidan”.
“¿Con qué propósito?”
“Los Recolectores llevan las partes recolectadas a los
demonios y otros de su clase como intercambio para utilizar el cuerpo de los
demonios para poder escapar de aquí por un tiempo. Nos conducen hacia la tierra
para poder hacer un trueque con nosotros. Pero no son los únicos de los que hay
que tener cuidado. Hay otros demonios que tratarán de esclavizarte o
torturarte. Es un lugar peligroso para todos nosotros”.
Hyungsik no se movió hasta mucho tiempo después de que
los Recolectores se fueran. Hyuna escaló primero. Dudando y temerosa, le
recordó a un tímido conejo.
—Ya se fueron, creo.
Hyungsik estaba desconcertado por todo esto.
—No entiendo cómo puedo estar atrapado aquí. Soy un Were-Hunter.
—Y yo soy un demonio con poderes mucho más grandes que
los tuyos, lobo. Este es el vórtice entre dimensiones, un lugar de mala muerte
de inimaginable crueldad.
—¿Entonces por qué me estás ayudando?
Ella le echó una insidiosa media sonrisa.
—Hyuna adora la compañía.
—No eres graciosa.
Ella rió mientras bailaba a su alrededor.
—No te preocupes Were-Hunter. Ahora ven, debemos estar
fuera de la principal vía de entrada antes de que los Recolectores regresen.
Hyungsik no estaba tan seguro de que debiera seguirla,
pero no tenía razón para dudar de ella. Tenía razón, no sabía nada acerca de
este reino, de sus peligros y sus habitantes.
—Tiene que haber una forma de salir de aquí.
Hyuna rió.
—Siempre esperanzado. Me gusta. Pero toda la esperanza
del universo no hará que aparezca una puerta cuando no la hay. Créeme.
El deseó poder hacerlo. Pero no era ingenuo. Nunca lo
había sido. Siguiéndola cautelosamente, trató de ver a través de la oscuridad.
Era opresiva.
Finalmente llegaron a un hueco parecido a una cueva y aun
así se curvaba arriba hacia el sombrío cielo. Hyungsik se detuvo en la entrada.
—¿Qué es este lugar?
—Yo lo llamo hogar. Ven, Lobo.
Contra su mejor juicio, entró.
Hyuna rió de nuevo mientras se balanceaba delante de él.
Ella le recordaba a un niño mientras brincaba y bailaba con un ritmo que sólo
ella podía escuchar.
Hyungsik no estaba muy entusiasta y mientras entraba en
el delgado corredor, finalmente entendió su sexto sentido. Allí había cientos
de demonios.
Hyuna se giró para mirarlo con una radiante sonrisa
mientras un grande y feo demonio se manifestaba a su lado.
—Mira, Ceryon. Traje el desayuno.
Ay!!!
ResponderEliminarMierda!!!!
No se puede confiar en nadie!!!
Ahhhhh
Nooooo
Sik!!!!
Dónde jodidos estas????
Por que nos hacen esto!!!!
TT_____TT
oh que lindo hyuna presente bueno es mala pero que importa a si veras salto del sarten para caer en el fuego
ResponderEliminarOk....entonces así fue como Kevin y Sik llegaron a casa de los osos.
ResponderEliminarH7bieramos pensado que solo fue un ataque y que salieron perjudicados por la muerte de su hermana...pero fue algo mucho mas que eso,con razón Kevin estaba tan desesperado y con razón Sik demoro para reaccionar.
Mientras despierta va a tener un largo camino para regresar.